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TOKIO BLUES - Haruki Murakami

Lo cierto es que ya no recuerdo el rostro de Naoko. Conservo un decorado


sin personajes.
Aunque, si me tomo el tiempo suficiente, puedo revivir su imagen. Sus
manos pequeas y fras, su pelo liso, tan onito y agradale al tacto! los
l"ulos de sus orejas, suaves y carnosos, y el lunar que tena deajo! el
elegante arigo de piel de camello que sola llevar en invierno! su
costumre de mirar fijamente a los ojos cuando #aca una pregunta! el
ligero temlor que, por una u otra ra$"n, viraa en su vo$. Al soreponer
estas im%genes, su rostro emerge de repente. &rimero se diuja su perfil.
'al ve$ porque Naoko y yo solamos andar el uno al lado del otro. &or eso
el perfil es lo que primero emerge en mi recuerdo. (espu)s ella se vuelve
#acia m, me sonre, ladea la cae$a, me #ala y me mira fijamente a los
ojos. 'al ve$ esperaa ver en ellos el rastro de un pececillo que cru$aa,
velo$ como una centella, el fondo de un manantial de aguas cristalinas.

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