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TAT Txostena
TAT Txostena
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TAT
2008
Informe
Anual
4
INTRODUCCIÓN
............................................................................................................... 6
TESTIMONIOS
............................................................................................................... 8
MÉTODOS
........................................................................................................... 162
PROTOCOLO DE GARZÓN
........................................................................................................... 166
INFORMES MEDICOS
........................................................................................................... 170
MEDIOS DE (IN)COMUNICACIÓN
........................................................................................................... 180
POSICIONAMIENTOS INTERNACIONALES
........................................................................................................... 185
Este informe dossier sobre la tortura en el año 2008, aunque producto de un trabajo exhaus-
tivo de recogida de testimonios y seguimiento de las denuncias que las propias personas tor-
turadas han interpuesto, no pretende, no puede ser, reflejo exacto de la cantidad y calidad de
dicho fenómeno. Y ello por varias razones:
La primera, por el propio campo y labor del organismo, Torturaren Aurkako Taldea; que,
centrado en la lucha contra la tortura practicada en detenciones amparadas por la "legislación
antiterrorista", conlleva que en dicho informe no se recojan testimonios y denuncias de tor-
turas y malos tratos de las fuerzas policiales hacia las personas detenidas por motivos sociales;
evidentemente, no descuidamos ni su importancia ni tampoco su dimensión.
La segunda se refiere a las fuentes de información: Los testimonios o denuncias de las per-
6 sonas torturadas, y las dificultades para su obtención. También en esta ocasión han sido
muchas las personas torturadas que han rehusado aportar estos datos -actitud comprensible
para quienes trabajamos en este ámbito- temerosas de que dicha denuncia les aboque a sufrir
o pasar nuevamente por dicha "experiencia" o tenga repercusiones jurídicas negativas hacia la
persona que denuncia haber sido torturada.
En prácticamente todos los casos, incluyendo la mayoría de los contenidos en este informe,
las personas detenidas han sido amenazadas si presentan denuncia o simplemente comunican
lo que han sufrido.
En otros casos, cuando las personas son encarceladas, la censura e intervención de las comu-
nicaciones dificulta, cuando no imposibilita, obtener testimonios directos de su paso por las
dependencias policiales.
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2008
Informe
Anual
Torturaren Aurkako Taldea, viene trabajando desde hace más de veinticinco años en el prob-
lema que supone la aplicación de la tortura. El objetivo que se persigue con la tortura es
múltiple, obtener información como prueba de culpabilidad de las personas detenidas o de
un tercero, utilizarla como forma de castigo, o como forma de intimidación para atemorizar.
La tortura, como práctica realizada por funcionarios públicos o a instancia de éstos, va dirigi-
da principalmente a la destrucción de la personalidad, a la negación de la dignidad humana.
Los efectos de la tortura tienen un alcance que va más allá de la propia víctima que la sufre
de forma directa y llega a tener un efecto intimidatorio que se extiende a toda la sociedad,
convirtiéndonos a todos en víctima de ella. Por ello, consideramos que la tortura es una lucha
por la salud psicosocial.
En la práctica diaria de nuestro trabajo hemos constatado que a pesar de las denuncias pre-
sentadas por las personas que han sido torturadas y sus familiares, por los diversos organis-
mos y asociaciones que trabajan en la defensa de los Derechos Humanos, y que pese a los
Tratados Internacionales y las conclusiones y recomendaciones que entes internacionales
hacen para eliminarla, en el Estado español se continúa, por desgracia, practicando la tortura.
El lector tiene en sus manos una lectura cuando menos dura, por su contenido, pero que nos
puede aproximar a lo que realmente sucede en las dependencias policiales y tantas veces se
oculta.
En este libro encontrarás los testimonios (algunos del año 2007) que deja la incomunicación
y la tortura en Euskal Herria.
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TESTIMONIOS
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OCTUBRE 2008
LANDER No guardo un buen recuerdo de los días que pasé entre la noche del 16 de
LABAJO octubre al 19 hasta que pasé ante la Audiencia Nacional.
Me leyeron mis derechos aunque me pareció que ya los tenía perdidos. Los
nervios me pudieron y la preguntar por mi hermano me mandó callar.
Comenzaron el registro sobre la una y media de la madrugada, fueron de
habitación en habitación y todo lo iban dejando patas arriba. Detrás de
ellos entraba la policía científica y hacia el trabajo de recoger pruebas.
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2008
Informe
Anual
TESTIMONIOS
NOVIEMBRE 2008
INIGO La Guardia Civil entró a casa de mi madre. Ántes, habían intentado tirar
GULINA la puerta abajo. Ama, al oír los golpes entró en mi habitación preguntando
qué eran esos golpes y yo le dije que no sabía. Como no conseguían tirar la
puerta abajo empezaron a llamar y a chillar todos a la vez. Mi Ama abrió la
puerta y entraron a toda velocidad, entonces me di cuenta de la situación,
de lo que estaba ocurriendo. Me puse la bata y entraron en mi habitación
llamándome por mi nombre mientras me ponían la pistola en la cabeza, me
tiraban al suelo y me inmovilizaban. Esto fue el 20 de noviembre, hacia las
00'15.
Tras inmovilizarme me llevaron al cuarto de mi hermano. Estando
de rodillas y esposado a la espalda, entró una persona, se identificó y me
dijo en que situación me encontraba: me enseño la orden de entrada y reg-
istro, me leyó los cargos y cuáles eran mis derechos.
Estando en la habitación oía a mi madre gritando, y luego supe
que la Cruz Roja tuvo que llevarla al hospital. Hasta el quinto día de inco-
municación, hasta el último día, no supe nada más de ella (se puso muy
nerviosa). Al inmovilizarme, me tiraron al suelo y me golpeé la cabeza con-
tra él, pero si no, no recibí ningún golpe más.
Registraron la casa de arriba a abajo. Estuve presente en todas las
habitaciones que registraban aunque no me dejaban entrar dentro, por lo
12 que no sé exactamente todo lo que se llevaron. Los únicos testigos eran los
Guardias Civiles. El registro lo empezaron por mi habitación, luego el
cuarto de mi hermano, el de mi madre, la cocina y la sala. Por lo menos,
como mi ama se encontraba en casa, sabía lo que estaba pasando y cuando
me sacaron a la calle recuerdo que pude ver algunos familiares.
Me sacaron de casa esposado a la espalda, con la cabeza hacia abajo
y bajo la amenaza de pegarme si decía algo. Me metieron en un coche y
fuimos a casa de mis abuelos. No cogieron nada y estuve presente en todo
momento en el registro. De aquí al Cuartel de la Guardia Civil de Iruñea
en la Avda. Galicia. Me metieron en un cuarto pequeño, me robaron la
cadena y me quitaron los pendientes y los cordones de las zapatillas.
Después me midieron, me tomaron las huellas... y tras estas 2 o 3 horas,
me metieron en un coche con otras 4 personas. Éstas eran las personas que
me torturaron durante los próximos 5 días. Nada más entrar en el coche
empezaron las agresiones físicas y psíquicas. Me decían todo el rato que
declarara; y yo que no, que no tenía nada que decir. Entonces, con la mano
abierta, y estando yo en el medio, empezaron a golpearme por los dos lados
TAT en la espalda, la cabeza y en el cuello. Luego, en el estómago, riñones e
2008 hígado con la mano cerrada. El conductor me chillaba diciéndome que
Informe íbamos a parar en un pinar para que él también me pudiera pegar o para
Anual matarme, no lo recuerdo muy bien. Me pegaron desde el principio al final.
En dependencias policiales me pegaron durante día y noche. No
puedo concretar si era día o de noche porque no vi la calle ni un momento.
No sé cuanto tiempo estuve, al parecer 5 días, pero a mí me parece mentira
que sólo fueran 5. El médico forense me decía que venía todos los días
pero no le creía. Los días se me hacían muy largos, demasiado largos.
La celda mediría 4 o 4'5 metros de largo y 2 de ancho. Al entrar a
la izquierda, en la esquina de la habitación, había una cama de unos dos
metros y encima tenía 3 mantas. Y justo enfrente había una luz que estaba
todo el rato encendida y que daba directamente en la cara. La sala de inter-
rogatorios no la sé describir, porque yo sólo vi la celda y la sala del forense.
Todo el demás rato tenía que estar con los ojos tapados.
Al principio me obligaron a estar de pie todo el rato. Luego, a
medida que avanzaba la incomunicación, me dejaron sentarme porque no
me tenía en pie.
Los golpes, sobre todo, fueron en la espalda, cuello y cabeza con las
manos abiertas. Una vez, estando sentado en el suelo, me dieron una patada
en las costillas. También me pegaron con un libro en la cabeza. La intensi-
dad de los golpes dependía del momento. Según el momento, me golpea-
ban más o menos fuerte. En aquellos momentos sentía miedo, dolor y
sobre todo una gran humillación. Una de las veces, recuerdo que estando
tirado en el suelo, uno de ellos fue a buscar una manta para ponérmela por
encima y pegarme; al final, no lo hicieron. Otra vez, mientras me estaban
pegando en las costillas les dije que ya era suficiente, que me dolía mucho y
vinieron 5 o 6 a la celda a verme. Tenía enrojecida esa zona, se lo dije al
forense y él me contestó que eso era algo que yo me había hecho de ante-
mano.
La bolsa me la hicieron unas 20-25 veces. A veces la rompía con los
dientes la morderla, pero otras veces, ( la mayoría, por no decir todas) me la
ponían hasta marearme. Cuando veían que no tenía fuerza me la quitaban.
Me amenazaron también con hacerme la bañera, pero al final no me la
hicieron.
En una ocasión, me echaron agua por la espalda y me obligaron a
sostener un cable. No ocurrió nada. Estaban simulando que me iban a
poner los electrodos.
Tuve que hacer muchas, muchas flexiones. El tercer día me llevaron
arrastras a la celda y a partir de ahí anduve cojo. En la celda me pasaba
horas y horas mirando a la pared, bajo la amenaza de que no se me ocurri-
era caerme. Con la intención de mantenerme de pie, iba doblando las
rodillas hasta que me caía.
También utilizaron el aspecto psicológico contra mí. Me tapaban
completamente la cabeza; también los ojos. Sólo me quitaban la capucha
cuando estaba en la celda. Los que venían a la celda traían la cabeza
cubierta y no se les veía la cara. Jugaban con los sonidos. La puerta de la
celda era de hierro y la golpeaban con monedas. En otras ocasiones, abrían
la ventanita que tenía la puerta muchas veces haciendo muchísimo ruido. Y
en otras, abrían la puerta con la intención de entrar, pero luego la volvían a
cerrar. Sentía un miedo terrible. Calculaban cada instante. Sobre todo
hacían ruido cuando estaba dormido.
En la celda tenía la luz frente a mí. A veces la encendían cuando
estaba dormido, y otras veces cuando pasaban por allí, la encendían, la
apagaban, la encendían, la apagaban... La última vez que me mandaron a
dormir la dejaron encendida toda la noche y como la luz era muy potente
no pude pegar ojo en toda la noche.
Las amenazas las dirigían sobre todo hacia mi persona. Es cierto
que hablaban también de mi hermano diciendo que se estaban empezando
a interesar por él, que andarían detrás de él.
La tortura es por sí misma una humillación. Hacer flexiones,
cualquier agresión... era una humillación. Creo que después de pasar 5 días,
eso es para mi lo más duro o la palabra que mejor describe lo que he pasa-
do: humillación. Sentir dolor por su culpa, gritar, llorar. Nunca he sentido
una humillación mayor.
Había uno que llevaba todo el rato la iniciativa, tanto a la hora de
hablar como a la hora de pegar. El otro hacía como de ayudante, para pre-
sionarme más, o para ayudarle al hacerme la bolsa. Entre los dos creaban
mayor presión. Había un tercero que era muy violento, muy duro. Éste sólo
entraba a veces, pero cuando se metía por medio lo pasaba muy mal. Y por
último, el cuarto, tomaba el papel de psicópata. Entraba pocas veces, sólo
cuando estaba por los suelos. Se me acercaba al oído y utilizando un tono
que sólo podía oír yo me daba consejos para que hablara, diciéndome que
sería mejor para mí. Los interrogatorios eran muy rápidos y me hacían pre-
guntas de todo tipo, personales incluidas.
Oí a Aitor hablar, pero no me atreví a llamarle. En otro momento
también oí como le chillaban y le golpeaban a alguien. Por lo menos, eso es
14 lo que me parecía.
Un día, me despertaron con el himno de España. Luego, entraron a
la habitación y me dijeron que haber si iba a leerles el himno de la Guardia
Civil. Les pregunté haber si estaba obligado a hacerlo y me contestaron
que no. No lo leí y entonces me pasé horas y horas de pie amenazado por
ellos.
Conseguí dormir algo durante los 5 días. Eso sí, no puedo concretar
cuanto, pero me pasaba el día hundido, así que no creo que durmiera
mucho. Cuando me despertaban, me ordenaban que me sentara en la
cama. Yo como tenía mucho sueño me quedaba dormido sentado. Cuando
me vieron, me ordenaron que me pusiera de pie, y me dijeron que si me
dormía me iban a pegar.
Me dieron una manzana y bocadillos (de chorizo y jamón) para
comer. Al principio comía, pero como luego estaba enfermo me negué a
comer. Para el cuarto día me mareaba y me obligaron a comer algo. No
puedo asegurar que me drogaran o no. Lo único que sé es que las botellas
de agua me las traían casi siempre abiertas, pero no noté nada extraño. No
TAT consumo drogas, ni siquiera fumo, y sólo tomó alcohol de fiesta.
2008 Tuve la visita de un médico forense. Al principio estuve con un
Informe hombre. Éste se identificó como médico forense y al parecer venía todos
Anual los días. Luego, a partir del segundo día estuvo una mujer, pero no sé cuál
era exactamente su papel. La exploración me la hacía en una habitación.
Las puertas estaban cerradas y los policías estaban al otro lado. Al forense
le hablé claro. La sala era estrecha y tenía una especie de camilla y una
silla. Ahora no recuerdo si era una camilla o una mesa. Le dije todo lo que
estaba pasando, o todo de lo que me acordaba. Mientras hablaba aunque
ella escribía, no sé lo que apuntaba. Su actitud... no dio su opinión, era bas-
tante callada y no me hizo más que preguntas médicas. La única cosa, que
le enseñé la patada de las costillas, tenía la zona enrojecida, y me dijo que
ese golpe era anterior y no del momento. ¡¡MENTIRA!! Me preguntó por
las enfermedades y por el trato que estaba recibiendo. Entonces le contaba
todo. En alguna ocasión me tomó la tensión; sobre todo cuando le dije que
me mareaba cuando no comía. Me miró también los ojos y oídos y en la
Audiencia Nacional me auscultó. Como he dicho antes, le vi apuntando
cosas, pero no sé lo que ponía. En mi opinión era muy serio. De algún
modo, venía a hacer su trabajo y se quería marchar cuanto antes. Lo que no
sé es qué escribía, y si apuntaba todo lo que yo le contaba.
La declaración la preparó la Guardia Civil, tanto las preguntas
como las respuestas, palabra por palabra. Contesté a cada pregunta como
mínimo 20 veces. Me dijeron que la declaración tenía que ir bien porque
luego iba a volver a estar en sus manos y que si no lo hacía bien me
pegarían mucho. En la declaración estaban el instructor y secretario del
caso. El primero hacía las preguntas y el segundo las escribía en el orde-
nador. Al otro lado de la mesa estábamos yo, detrás de mí el abogado de
oficio y a su lado, otra persona y otra a mi lado. Hice la declaración como
ellos me dijeron y después se tranquilizaron bastante.
Para ir a la Audiencia Nacional me metieron en un furgón y fuimos
con las sirenas puestas y a toda velocidad. Al llegar, me metieron en una
celda y volví a ver al médico. Le conté las torturas que había sufrido desde
la última vez que le había visto. Denuncié el trato tanto en la Audiencia
como en comisaría.
La declaración delante del juez fue muy mal. Se notaba que tenían
mucha práctica y para mí fue todo demasiado rápido, no tuve tiempo ni
para asimilar la situación. El abogado no se atrevía a hacer frente. Para mí
fue un "paripé".
Antes de ir a la Audiencia, más que amenazar me aconsejaron: que
era mejor que le dijera al Juez lo mismo que había dicho ante la Guardia
Civil y que no me arrepintiera de lo declarado. Que el Juez lo entendería y
que me dejaría en la calle en un año. Delante del Juez, de verdad que muy
mal. Me tuvo que repetir dos veces cuáles eran mis derechos porque no le
entendía. No tenía la cabeza bien por lo que había pasado durante los
cinco días. Además iba todo muy deprisa y estaba muy nervioso y muy
cansado al mismo tiempo. El juez me hizo las mismas preguntas que la
guardia civil y empecé a contestar. Cuando llegó a la tercera pregunta le
dije que estaba dando las respuestas que la guardia civil me había obligado
a aprenderme. Entonces, el juez me hizo un interrogatorio aparte de la
declaración, yo lo negué todo y denuncié las torturas. Creo que si me
hubiera visto un psicólogo antes de la declaración, no me hubieran dejado
declarar porque no estaba en situación de hacerlo.
Cuando llegué a prisión, me pesaron, me dieron la vacuna contra la
tuberculosis... Me hizo las preguntas normales de una exploración médica.
Hoy en día todavía noto las consecuencias de la tortura. Aunque
antes de la detención ya tenía mal la rodilla, he notado que ha ido a peor.
También siento las consecuencias psicológicas. Por ejemplo, cuando un
amigo me pasa la mano por la espalda, mi primera reacción es la de
agacharme. Antes, por ejemplo, estando quieto, de pie, cruzaba las manos
por detrás. Ahora en cambio, cuando lo hago, enseguida las descruzó
porque es así como me tuvieron en la celda durante largas horas. Me pasan
cosas del estilo y sé que me van a pasar más.
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AITOR Era la 1h de la noche. Llamaron fuertemente a la puerta y yo lo más rápido
TORREA posible cogí la llave y abrí. Estaba en el sofá viendo la tele y mis padres y
mi hermano estaban en la cama. Me detuvo la Guardia Civil. Me
esposaron y me pusieron contra la pared. No usaron violencia física contra
mi familia pero hubo mucha tensión en todo momento.
Al llegar allí nos tuvieron horas metidos en las celdas, de pie, con la
cabeza bajada y sin poder apoyarnos ni dormir. De vez en cuando asoma-
ban la cabeza por la puerta y respiraban haciendo ruido para que los oyése-
mos. Otras veces, sin avisar pegaban golpes contra las puertas o gritaban
para asustarnos.
Siempre estaba con una funda en los ojos, menos cuando estaba en
la celda. El jueves después de ir a pincharme (debido a mi enfermedad) al
hospital, también con los ojos tapados y esposado, hicieron que pensara que
me llevaban a otro sitio para que pensase que me iban a dar una paliza;
pasé mucho miedo.
Para ver al médico forense subía unas escaleras con los ojos tapados,
pero luego llegaba a un pasillo donde me quitaban la funda; pasaba un
pasillo, giraba a la izquierda y era una habitación alargada donde estaba el
forense. Estaba siempre el mismo médico, que era el que hacía las pregun-
tas, pero había ayudantes diferentes cada vez. Escribía lo que le decía. No
me auscultó ni me tomó la tensión, ni me miro ni los ojos ni los oídos.
TESTIMONIOS
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DICIEMBRE 2008
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GORKA El día 6 de diciembre, serían las 18'30 cuando bajando de Miota se
LUPIANEZ acercaron dos patrols de la Guardia Civil por la carretera. Al llegar a mi
altura, se pararon a mi lado, se bajaron del patrol y me pidieron la docu-
mentación. Tal y como siempre hacen, mientras comprobaban los datos,
"tomaron" toda la zona.
Aunque había más de 3 GC, yo sólo recuerdo la cara de 3 de ellos.
Dos, medirían 1'7-1'80m y eran de corpulencia fuerte. El otro, era más
alto, llegaría al 1'90. Fue este último quien me apaleó dentro del patrol en
el camino a Bilbao (siempre según lo que ellos me decían, porque yo no
veía nada, ya que tenía los ojos cerrados), era éste el que llevó su CETME
cargado contra mi cabeza. Fue éste también quien me quería tirotear en el
momento de la detención, el que me desnudó mientras estaba en el suelo.
Su actitud era muy violenta y daba mucho miedo.
Al cabo de una hora, más o menos, y tras contestar a todas sus pre-
guntas (quién eres, de dónde vienes, a dónde vas...) cuando parecía que me
iban a dejar marcharme, me dijeron que querían registrar la riñonera que
llevaba. Para entonces había anochecido y aunque pasaban unos pocos
coches no pararon a nadie más. Los únicos coches que quedaban eran los
de los GC de paisano.
A partir de este momento, comenzó mi infierno que duraría 9 días.
De forma muy violenta y apuntándome con el CETME me tiraron al
suelo. Me quitaron los pantalones y me dejaron con unas mallas que lleva-
ba por debajo. Las manos me las ataron a la espalda. Lo único que sé es
que me las ataron muy fuertes y que me llevaron a un sitio que según lo
que me dijeron era Bilbao, a firmar algún papel. Tenía unas marcas impre-
sionantes en las muñecas y las manos muy hinchadas, moradas.
En el momento de la detención, mientras me encontraba en el
suelo, me dieron patadas y puñetazos por todo el cuerpo. Al llegar a lo que
sería "la Salve" comentaron que tenía marcas en la espalda a raíz de los
golpes de la detención. Tal y como explicaré más adelante, en las marcas
me dieron un ungüento que hacía desaparecer las marcas en 24 horas. De
hecho, tras una sesión de Acuapark (después explicaré en que consiste),
tenía un arañazo por todo el estomago que se produjo mientras intentaban
inmobilizarme. Pues si no estoy muy confundido la forense untó la marca y
al cabo de 24 horas no había rastro de él. Cuando lo vio la forense al día
siguiente también se sorprendió mucho, había desaparecido del todo pese a
ser muy grande.
Oí como uno de los GC le decía a otro ¡"soltadle, que eche a correr
y lo disparamos!! Así haremos un 2-1 (en clara alusión a lo de Capbreton).
Me entró miedo y pánico. Pensé que iban a acabar conmigo. Pero me
levantaron del suelo y me metieron en el asiento trasero del patrol.
Estando sin zapatillas, sin pantalones, con las manos atadas a la
espalda, la punta del CETME en mi parte izquierda y la derecha contra el
cristal, nos pusimos camino de "La Salve". Al llegar al peaje de Durango
me amenazaron de forma muy violenta. Que agachara la cabeza lo máximo
posible, hasta meterla entre las piernas y que no hiciera movimientos
extraños. Entonces no me daba cuenta del porqué, pero al levantarme la
incomunicación me enteré que no habían informado de mi detención hasta
un día después. Estaba claro que querian ganar tiempo para sacar provecho
de todas las barbaridades que me hicieron.
Me parece increíble cómo es posible que una persona sea detenida y
el ministerio, gobierno... no diga nada hasta 24 horas después. Son los mis-
mos que le dieron permiso a la GC para que me torturara. Es más, les con-
decoran y homenajean. Me enteré incluso que ganaban un gran sueldo
aunque al parecer están pidiendo más.
El viaje a Bilbao lo realicé entre amenazas y sus gritos de alegría.
Las amenazas y los gritos eran dirigidos a mí y podía oír como chocaban
los cinco entre ellos de alegría. Una vez llegados a "La Salve" me bajaron
corriendo del patrol y corriendo, mientras me sujetaban por los brazos, me
metieron en un cuarto pequeño. Allí, me quitaron el antifaz que llevaba
puesto y me colocaron una especie de capucha a través de la que podía ver
un poquito. Había 2 GC de paisano y dos de uniforme. Estaría alrededor
de 30-40 minutos allí y en ese tiempo me golpearon en los testículos un
montón de veces con la mano abierta. Una de las veces que me caí al suelo,
uno de los GC uniformados, sacó su pistola, la cargó y me la puso en la
sien. Los gritos del interrogatorio eran impresionantes y los golpes en los
testículos, también. ¡El infierno no acababa más que empezar!
20 Nada más notificarme que estaba incomunicado, me metieron en
un coche, corriendo esta vez también. Bajamos-subimos unas escaleras y
me intrdujeron en el coche. Me parece que era pequeño porque en el asien-
to de atrás íbamos muy estrechos 3 personas, y me dijeron que íbamos a
Madrid. Íbamos 4 GC y yo, las manos atadas a la espalda y con la cabeza
entre las piernas. El que estaba a mi izquierda mientras me interrogaba me
golpeaba en la cabeza con la mano abierta continuamente. El de la
derecha, en cambio, me pulso la bolsa encima de la cabeza y sufrí entre 5 y
10 sesiones hasta llegar a Madrid.
Era la primera vez que me hacían este método de tortura y sentí
mucho miedo. Me faltaba el aire, me sentía mareado. Tenía miedo y más
aún sabiendo que iba a estar días en sus manos. Los veía capaces de hacer
cualquier cosa.
En el peaje de Burgos, supongo, nos paramos. El que estaba a mi
izquierda se bajó y fue a orinar. A la vuelta, me cogió del brazo y trató de
sacarme del coche bajo la amenaza de pegarme un tiro. Decía que no le
habían dicho a nadie que estaba detenido y que si me tiraban allí nadie se
TAT enteraría. Yo, no le creí, porque pensaba que tras firmar la hoja de la inco-
2008 municación tendrían que hacerlo público. De todas formas, no llegaron a
Informe hacerlo y seguimos camino de Madrid de la misma forma; amenazas, gri-
Anual tos, golpes y la bolsa.
El piloto y el copiloto apenas dijeron nada pero cuando llegamos a
Madrid y me metieron en una habitación empezaron "en el viaje he venido
callado, oyendo todas las mentiras que nos estabas contando pero ahora,
estoy yo aquí, y por las malas o por las peores vas a decirme lo que yo
quiero oír" y comenzaron a darme golpes en la cabeza y a ponerme otra vez
la bolsa.
Según mis cálculos, serían las 11 o las 12 cuando llegamos a
Madrid. Me bajaron del coche, me hicieron firmar unos papeles que no
recuerdo y me llevaron a una habitación. El infierno de 5 días acababa de
empezar. Comenzaron los interrogatorios. Estaba completamente desnudo
y con un antifaz en los ojos y empezaron a hacer preguntas "de dónde
venías, a dónde ibas, con quién tienes que estar, dónde están las armas,
dónde está tu casa..." Todo esto entre "hijoputa, te vamos a matar, somos la
Guardia Civil y te vamos a machacar; cuando tu madre se ha enterado de
la detención le ha dado un ataque y está muerta; nosotros no somos ni los
zipayos ni los maderos, somos los pikolos y te vamos a matar; tienes dos
opciones para salir de aquí en una caja o tonto de por vida porque con
todas las hostias que te vamos a meter te vas a quedar tonto, sin neuronas;
tiempo al tiempo y verás como terminas gilipollas, y entonces desearás
haber muerto, ¡¡¡gilipollas!!!"
Tenía miedo Por el frío, miedo... pasé días temblando, llorando.
Tenía dolor, miedo y el tiempo no avanzaba. Parecía que el tiempo se
hubiera detenido. Además, me golpeaban en los testículos, me obligaban a
hacer flexiones, me hacían la bolsa una y otra vez y por si esto fuera poco, a
veces llenaban la bolsa de humo y agua, creando una sensación de ahogo
indescriptible.
Tuve que hacer miles de flexiones. Las piernas las tenía destrozadas,
no era siquiera capaz de caminar y me caía al suelo una y otra vez. Para lle-
varme de la sala de interrogatorios al forense me tuvieron que llevar cogido
de los brazos, casi-casi a aúpas. Tenía los cuádrceps endurecidos, no podía
andar. Estaba totalmente roto. destrozado. Eso sí, antes pasábamos por un
baño y tras lavarme la cara, vestirme y adecentarme un poco me llevaban al
forense.
Me pegaron con una porra no sé ni cuantas veces. Me daban en la
parte arriba y en los laterales de la cabeza. Cada golpe, era tan fuerte que
con cada uno de ellos veía como luces. Nunca me habían dado una paliza
así y estaba aterrorizado, muerto de miedo. No sabía cuanto tiempo aguan-
taría mi cabeza. La porra no sabría decir de que material estaba hecho,
pero pegaban duro, muy duro, con todas sus fuerzas.
Estaban locos, locos y uno de ellos borracho. El 6 de Diciembre era
el día de la Constitución y debía de estar de celebración cuando se enteró
de mi detención y le llamaron para que viniera a torturarme. Era uno de
los GC que en Bilbao estaba vestido de paisano. Su aliento apestaba a alco-
hol. Éste, me aclaró una cosa: torturar siempre hacían los mismos. Es decir,
que hacen una especie de turnos que duran 4 meses y ellos tienen que estar
en todas las incomunicaciones que se dan en esos 4 meses. Después, les
toca a otros. También le oí decir, que tenían problemas de dinero, o algo
así.
Recuerdo perfectamente el primer porrazo, aunque recibí miles
después. Cada vez que lo recuerdo me entra una especie de escalofrío por
todo el cuerpo. Estaba sentado en una silla, sudado y dolorido de todas las
flexiones y golpes y bolsas que había sufrido. Fue un porrazo dado de arri-
ba hacia abajo. Aunque tenía los ojos tapados vi una especie de luz. El aco-
jono era tal... ¡Estaban locos! No podía creer cómo era posible que alguien
fuera capaz de propinar tales golpes a nadie, ¡estaban locos! No sé quien
me daría aquél primer golpe, pero da igual, porque en esos días todos
tuvieron ocasión de pegarme y así lo hicieron. Cuando a alguno se le cans-
aba el brazo le pasaba la porra a otro y me daban unos golpes tremendos.
Nada más llegar a Madrid, al empeezar los interrogatorios, noté 3
pinchazos en la zona de la espalda. Con los dos primeros, la verdad es que
sólo noté el pinchazo, pero con el tercero sentí un dolor impresionante.
Sentía como si algo doloroso se extendiera por toda la columna vertebral y
por las costillas, y a causa del dolor me caí al suelo. Los torturadores se
empezaron a burlar "vaya nena; no te hemos hecho nada y estás en el suelo.
¡Levántate, coño!" Yo sabía que algo me habían hecho, no sabía qué, pero
algo sí, porque el dolor que sentía no era normal. Tenía todo el interior
ardiendo, sentía que todo me iba a estallar. De repente las rodillas me
fallaron y me caía al suelo. ¿Qué me hicieron, qué me inyectaron? Tan sólo
era el primer día, no habían pasado 24 horas. Sentí miedo.
Aún no sé que me hicieron, pero todavía recuerdo sus risas. Al
forense le pedí que me mirara aquella zona y me dijo que veía unos puntos
rojos. Yo no los podía ver porque estaban en la espalda, pero el forense me
dijo que estaban allí. Vió las marcas de la espalda y el arañazo de la tripa y
22 me acuerdo que él mismo se sorprendió al ver que al día siguiente no tenía
más marcas. Los torturadores continuamente me daban una crema o
ungüento donde tenía marcas y en los lunares de la espalda.
Tenía los ojos tapados y me sentía como una marioneta. Podían
hacer lo que querían conmigo y al tener los ojos tapados no podía ver nada.
La verdad es que quien no haya sufrido esto, quien no haya sido tortura-
do/a no puede ni imaginar hasta qué punto se sufre, cuánto miedo se pasa.
Dolor, miedo, sacrificio... es tan grande que cualquiera preferiría quitarse la
vida a seguir sufriendo de esa manera tan salvaje. Dolor, miedo, dolor
miedo... son palabras que se repiten mil veces. Aunque llenara todos estos
folios con las palabras dolor y miedo no podría explicar lo que sentí
durante todos los días de incomunicación. No son personas, son tortu-
radores y no tengo dudas en que disfrutan con lo que hacen.
El tercero cuarto día, no diferencio muy bien los días porque ya
estaba roto, me llevaron a una especie de pasillo. Desnudo, con antifaz, gol-
peado y mojado empezaron a sacarse fotos como si yo fuera su trofeo.
Notaba como ellos posaban entre sus risotadas y me golpeaban de mientras
TAT en la cabeza. Tenía la cabeza como un bombo. Bolsa, gritos, golpes con la
2008 mano, bañera, mangera, el palo por el ano... era demasiado. Y asi a esto le
Informe añadimos que pasé los días casi sin dormir, pues imaginad como tendría la
Anual cabeza.
No era capaz de decir una frase coherente, pensé que me había
quedado tonto. Que mi cabeza había llegado al límite y que me había
quedado para siempre tonto. Cada vez que intento explicarle a alguien esta
sensación, se me hace muy difícil, pero diría que todas las personas cada
vez que hablamos sobre algo somos capaces de crear otras imágenes en la
cabeza y a la vez hablar y explicarnos con claridad. Yo, en cambio, no
podía. Decía lo primero que me venía a la cabeza. Igual ellos me pregunta-
ban una cosa, yo empezaba a contestar y de repente me venía otra cosa a la
cabeza y soltaba eso. No podía controlar la cabeza. Por ejemplo: "De dónde
venías? Venía andando por Miota porque Udalaitz es preciosa y el
triatlon... es un deporte de la hostia" Decía todas las imágenes que me
venían a la cabeza. Pensaba que me había quedado tonto y tenía miedo.
Y aún no había llegado al segundo día. Los días los contaba por las
veces que pasaba el forense. De todas formas he de decir que es la segunda
detención incomunicada que paso y era muy consciente de que el tiempo
pasa muy despacio pero la primera vez que pasó el forense creía que era
sábado noche y me dijo que todavía eran las 13'00 del viernes. Aún no
habían pasado 24 horas desde que me detuvieron.
En los interrogatorios notaba todo el rato que había 3, 4 personas a
mi alrededor. Les controlaba contando sus voces, aunque es posible que
hubier más personas sin decir nada. Me decían que a cada hora cambiaban
de turno para que pudieran descansar y al hacerlo así me quedaba total-
mente desorientado hasta que volvía a recupera la noción del tiempo a cada
paso del forense.
Si las cosas estaban mal entre el viernes y el sábado, se complicaron
todavía más. Me dijeron que había más gente detenida. yo no sabía quién
pero podía oir como torturaban a alguien. Oía gritos, portazos, más gritos y
porrazos. Tal vez muchos no entenderán lo que voy a narrar a
continuación, pero el pensar que había alguien más detenido me hizo sentir
como alivio, porque mientras estuvieran con otra persona a mí me dejarían
en paz. Me avergüenza admitir esto, pero es lo que sentí en ese instante.
En aquel momento necesitaba un descanso, no podía más. Estaba dolorido,
muerto de miedo... no podía más.
Pero según avanzaban las horas ellos se volvían mucho más violen-
tos: "leña al mono hasta que cante o se muera". Decían que los GC eran
militares y que como sus superiores les habían dado orden de torturarme,
lo hacían con mucho gusto. Y que si en aquel instante no acababan conmi-
go a tiros era porque primero me tenían que hacer sufrir. Y así siguieron.
Estando totalmente desnudo empezaron a echarme agua muy muy fría,
helada, por la cabeza. Después que me pondrían los electrodos y que cuan-
to más mojado estuviera mayor descarga sentiría.
La cosa no se calmaba y las torturas iban aumentando. Flexiones,
gritos, alaridos, golpes, bolsa, porrazos... eran constantes. Después me sac-
aron de aquella sala y me metieron en otra. Tenía los ojos tapados con un
antifaz, estaba desnudo y con los brazos extendidos y empezaron a tirarme
baldes de agua congelada. Le llamaban "El Ángel Nervioso". Además de
tener un frío terrible, no podía parar de temblar, sentí un estres increíble
parecido al pánico. La cabeza y la mandíbula se me bloqueaban. La cabeza
parecía que me iba a estallar y la mandíbula, en cambio, se me llegó a par-
alizar por un instante. Supongo que después de tanto golpe, bolsa... la
cabeza la tendría a una temperatura altísima y que con ese contraste de
temperatura me estallaría la cabeza por dentro.
Al ver mis temblores empezaron a decirme entre risas "tranquilo,
ahora te vamos a abrigar, ya verás que a gusto vas a estar". Sabía que las
cosas se iban a poner más duras, pero no imaginé que se endurecerían
tanto. Me decían todo el rato que lo de Capbreton lo pagaría yo, que no
saldría gratis y que yo era el punto de mira de su venganza.
Entre golpes, gritos y amenazas me envolvieron en un colchón. Lo
ataron con esparadrapo o algo parecido y mientras estaba tirado en el suelo,
me ataron un cable en el dedo gordo izquierdo, y me pusieron otro en el
derecho pero éste atado con celo. Me amenazaron con ponerme electrodos
y oí el sonido de una corriente eléctrica potente, aunque no llegué a sentir
ninguna descarga.
Tenía un miedo terrible, y ellos seguían manteniendo una actitud
muy dura hacia mí. Fue entonces, tras esto, cuando me aplicaron la tortura
llamada "manguera " o "Acuapark". No se puede y nadie podrá jamás
describir con palabras lo que se siente cuando te aplican este método. Me
soltaron el colchón que me envolvía, me tiraron al suelo y me obligaron a
tumbarme encima del colchón. Con sus manos, me sujetaban mis brazos,
piernas y cabeza, mientras me tiraban agua a presión a la boca y a la nariz
(a la altura del bigote). Para no ingerir agua, trataba de mantener cerradas
la boca y la nariz, pero lllegaba un punto en el que abría la boca para tomar
aire y ellos aprovechaban ese instante para echarme baldes de agua. Tragué
24 mucha agua en esa sesión, pero lo peor es la sensación de ahogo, la sen-
sación de muerte. Por poner un ejemplo, imaginad que estáis bebiendo un
vaso de agua y que se te va por el otro lado. Te ahogas mucho y comienzas
a toser, pero en vez de que alguien te de palmadas en la espalda te echasen
más agua para que la tragaras. Fueron terribles aquellas sesiones, terrible-
mente duras. Cada vez que las recuerdo me sigo asustando.
La primera sesión acabó entre empujones. No podía más y comencé
a resistirme. conseguí librar los brazos y las piernas y en esa lucha le debí
arañar a un GC. Digo que le debí, porque yo me puse como un loco, no
controlaba ni mi cuerpo ni mi cabeza. Estaba inmerso en una lucha provo-
cada por la desesperación, y al parecer le marqué la cara a uno de ellos.
En las siguientes sesiones me ataron los brazos y piernas utilizando
trozos de colchón, y no fueron más suabes que la anterior y tenniendo en
cuenta que estab totalmente inmobilizado, sufrí más que en la anterior. En
total fueron 6-7 sesiones. En una de ellas me dio un ataque de pánico o
algo parecido. No entiendo mucho de estas cosas pero sé muy bien lo que
sentí. El corazón me latía muy muy deprisa, incluso me dolía el corazón.
TAT Empecé a chillar, no podía parar, estaba como un loco y me revolvía y
2008 luchaba contra todo lo que tenía delante. Cada vez que recuerdo aquellos
Informe momentos aún me estremece el eco que producían mis gritos entre aquellas
Anual paredes. Siento que mis gritos se quedaron pegados en las paredes de aque-
lla sala. Una sesión de Acuapark es impresionante y quien no la haya sufri-
do no puede llegar a entender lo que se siente en aquel momento. No se
puede explicar con palabras. Me he vuelto a estremecer al recordar esos
momentos. Aún no había llegado al ecuador de la incomunicación y
recuerdo que me volvieron a llevar a la celda. Antes de introducirme en ella
me volvían a vestir. Empecé a llorar. Exploté. No podía más. Estaba roto.
¿Qué más me podían hacer?
Las cosas no mejoraron. Gritos, amenazas, flexiones, bolsa, porra-
zos, mangera... y en uno de los interrogatorios me dieron un palo.
Comenzaron a decirme una y otra vez que me lo iban a meter por el ano y
que me fuera familiarizando con él y que lo sujetara yo. En ese momento
tenía la cabeza vacía, apenas oía sus amenazas y gritos y sólo les decia
"¿eh?". Y entre sus risotadas y sin parar de pegarme un sólo instante decían
que me había quedado tonto.
En aquellos interrogatorios si no contestaba lo que ellos querían me
decían que tenía dos opciones: "la puerta de la izquierda o la puerta de la
derecha". Al parecer aquella sala tenía otras dos habitaciones. Durante
aquellos días elegí las dos puertas y ambas daban a un mismo lugar, o al
menos a la misma sesión de tortura: a la manguera o Acuapark.
Cada vez que me decían que eligiese puerta me volvía loco. Era
consciente de lo que iban a hacerme. Empezaba a resistirme, a luchar
agarrándome a todo lo que tenía a mano: a las puertas. marcos de puerta...
Pero, claro, era imposible. Ellos eran mucho más fuertes y muchos más en
número.
El agua estaba muy fría. El estres era muy grande. Recuerdo como
se reían y me decían que iba a ser el detenido más limpio que había pasado
nunca por delante de un juez. Desde el ecuador de la incomunicación
hasta el lunes a la noche tengo perdida totalmente la noción del tiempo.
No consigo recordar qué me hicieron antes y qué después, pero sí lo que
me hicieron. Si ahora entrara alguien a aquellos calabozos, estoy seguro que
podría oir mis chillidos.
En otra de las ocasiones, me dijeron que tenía que comer. Yo no
quería comer nada porque no me fiaba de ellos. Podrían poner algo en la
comida, y al comer algo además, en las sesiones de mangera el pensar que
podía devolver, el pensar que podía devolver toda la comida... no quería
pasar por ello. Me metiron un sobau (un pastelito) de forma violenta y
después me dijeron que tenía que tomarme un cola-cao. Me pusieron a
cuatro patas y obligaron a chupar el cola-cao directamente desde el vaso.
Tras esto me envolvieron con el colchón y me llevaron en volandas a otro
sitio, y me hicieron la bañera. Estaba boca abajo y ellos me subían y me
bajaban. Tragué mucha agua. Me amenazaron con ello desde el principio,
que estaban llenando una bañera y que ya no orinaban en el baño, sino en
la bañera. Sin embargo creo que el agua de la bañera estaba limpia, que no
tenía rastros de orina. Eso sí, el agua estaba helada. Odiaba el agua. No
quería ni oír la palabra agua. Me prometí a mi mismo que nunca más
volvería a beber agua.
Tras esto, más sesiones de gritos, amenazas, flexiones, golpes, bolsa,
porrazos, mangera, bañera... En una de estas me mandaron abrir la boca y
me introdujeron algo de hierro. Sé que era hierro porque al cerrar la boca
lo sentí con los dientes. Entonces, empezaron a empujarme y supe que lo
que me habían introducido era una pistola, porque me la pusieron en la
mano después. En ese instante, mientras yo tenía la pistola en la mano,
pusieron el pecho de uno de mis torturadores contra ella y me ordenaron
que disparara. Tuve otra sesión de la bañera y 4 más de manguera. En una
de ellas, no recuerdo en cual, me introdujeron un palo por el ano. Me
pusieron a cuatro patas y me dijeron que me iban a hacer lo mismo que le
hicieron a Agote. Dicho y hecho. Me metieron el palo por el culo. La
prmera vez que lo intentaron no consiguieron introducirlo y tras andar
intentándolo, me pusieron tumbado boca arriba, con las piernas hacia arri-
ba y ese instante me lo metieron. Sentí dolor, histeria, pánico. Estaban
locos. Aquel infierno no tenía fin. Fueron duros, realmente muy duros esos
días. Acabé llorando. Estaba totalmente roto. Quería que todo acabase
cuanto antes, aunque tuviera que inculpara a quienes más quería. Era un
infierno sin fin. Recuerdo mis gritos de terror. Menos mal que ahora sé que
todo ha acabado. Estaba físicamente reventado y psicológicamente mucho
más y además afónico. Fueron tan altos mis gritos que hicieron que
perdiera la voz.
Así, llegamos a la declaración del lunes. Tengo que decir que las
declaraciones las preparábamos una hora antes. Ellos me leían lo que yo
tenía que declarar y en el momento de la toma de declaración si me con-
fundía, el instructor me corregía. No vi al abogado de oficio ni una sola
vez, porque me prohibieron mirarle. Si no declaraba, me dijeron que a la
vuelta lo pagaría caro. Supongo que el abogado de oficio se sentaba detrás
26 mío, aunque como he dicho no pude verle. Tras realizar la última
declaración, el lunes a la noche, y mientras me llevaban a la celda, oí como
un GC le decía a otro: "dejarle que se tumbe y que duerma si quiere. ¡No le
vamos a tocar más ya!" No creo en Dios, pero si es cierto que hay alguien
ahí arriba, me gustaría darle las gracias. ¡Ya esta! El infierno esaba llegan-
do a su fin. Parecía que había acabado, pero no...! 30 minutos-1 hora
estaría en la celda y vinieron a buscarme y me volvieron a llevar a una sala.
Estaba claro que iban a cumplir lo que me dijeron el primer día: iba pasar
las 120 horas de incomunicación bajo torturas.
Como salí vestido del calabozo, me volvieron a desnudar y me
habló una persona que no lo había hecho hasta ese instante. Me empezó a
pegar unos tortazos impresionantes. Se me movió un poco el antifaz y con-
seguí ver que llevaba unos guantes de lana puestos, de color verde. Me
pegaba tan fuerte que me rompió la boca por dentro. También me daba
tirones de pelo, y en la cárcel me di cuenta que me faltaba pelo encima de
la oreja izaquierda. Me llenó la boca de heridas.
Pero la noche no acababa más que empezar. Continuaron con la
TAT bolsa, porrazos, flexiones, tirones de pelo... y entonces me hicieron una cosa
2008 nueva. Me ataron los testículos y el pene con una cuerda muy fuerte y
Informe empezaron a tirar de ella. Al final, acabé sangrando del pene y fue entonces
Anual cuando pararon. El dolor era enorme, porque a eso había que añadirle los
golpes en los testículos y los tirones de ellos. Me hicieron el "Ángel
Nervioso" y me amenazaron con los electrodos y la manguera. No podía
más. Pasé toda la noche así. Me dejaron totalmente roto, con la boca rota
por dentro, con la cabeza hinchada por los golpes, los testículos amorata-
dos, dolorido, aterrorizado... ¡¡¡destrozado!!!
Una hora antes de sacarme de comisaría vino el instructor y me
indicó que todo había acabado. Que lo que me habían hecho declarar en
comisaría lo tenía que declarar delante del juez, y si no lo hacía así que él
mismo me lo haría pagar. Recuerdo que estaba sentado en una silla y que él
puso su brazo sobre mi hombro y me dijo al oído: "bueno, ¿qué tal te
hemos tratado?" ¡No me lo podía creer!! Cómo me podía hacer esa pregun-
ta. "Tranquilo, dime la verdad que yo ya no te voy a golpear" Me desa-
hogué. Le llamé de todo. Le eché en cara todas las torturas y su respuesta
fue una carcajada. Me preguntó si me quería duchar pero le contesté que
no. Quería que el juez viera cual era mi situación. Sabía que el juez no
haría nada de nada, pero algún día, estoy seguro, que le vendrá mi imagen a
la cabeza, totalmente destrozado y sin voz, y se avergonzará de sí mismo.
Sin embargo, los GC me lavaron la cabeza con agua para tener unos pelos
más arreglados, y me pusieron ropa limpia.
El martes, hacia las 9'00 de la mañana (me acuerdo de la hora,
porque tras firmar unos papeles lo dijo uno de los Guardias), me sacaron
de comisaría dejando allí gritos, amenazas, golpes, porrazos, bañera,
manguera, palo, tirones de pelo... y muchas de mis cosas: ropas, gafas,
libros, ordenador... y nos pusimos camino de la Audiencia Nacional. Me
llevaron a una furgona con las manos atadas a la espalda.
Una vez allí me pasaron por delante del forense, y esta vez sí. Esta
vez le relaté todas las torturas. El forense me confesó que suponía que esta-
ba siendo torturado visto mi aspecto en comisaría. Por delante del juez
pasé totalmente "zombie". Dos horas antes había sufrido la última sesión
de tortura, ¿cómo iba a estar si no? Como estaba totalmente ido, y no
podía ni hablar me negué a declarar. No estaba en condiciones de contestar
a sus preguntas. Denuncié que había sido torturado y me enteré que me iba
a mandar a la cárcel incomunicado, ya que el juez me lo dijo así o eso hizo
entender a los que estábamos allí. El abogado de oficio le dijo al juez que
quería visitarme en los calabozos de la audiencia y el juez le dijo que eso
no era posible porque igual iba a ingresar incomunicado en la cárcel. El
abogado de oficio, cuando oyó mi testimonio solicitó la libertad sin fianza y
además de denunciar que habia sido torturado, exigió que la tortura y la
incomunicación acabaran para siempre.
De allí, me llevaron a la prisión de Soto del Real, incomunicado.
Dolorido, destrozado, reventado, me metieron en una celda para que no
tuviera contacto con nadie. Antes de entrar en la celda pedí que me viera
un médico. No me encontraba bien, tenía la cabeza dolorida, hinchada, la
boca por dentro rota, los testículos amoratados... y lo único que hizo sin
siquiera levantarse de su silla, fue darme unas pastillas de "Ibuprofeno"
para bajar la hinchazón de la cabeza. No hizo nada más. Al día siguiente el
dolor de cabeza aumentó y un médico o una enfermera (no se quien era
porque estaba en la celda y sólo abriron la ventanita) me dio unas pastillas
de "paracetamol".
Estuve en esa celda desde el martes hasta el vieres a la tarde sin
salir. A los funcionarios les dije que aunque estuviera incomunicado tenía
derecho a patio, pero me contestaron que donde yo estaba no había patio y
me dejaron sin él. Se que estaban mintiéndome porque estaba en el módu-
lo de ingresos.
Utilicé aquellos días para quitarme el dolor del cuerpo, aunque
necesité más días para recuperarme del todo. Al dormir con cualquier ruido
o mientras sueño me despierto de repente y me pongo de pie. Fueron muy
muy largos los días de incomunicación, y espero que antes que tarde se ter-
mine la incomunicación y desaparezca para siempre la tortura. En la cárcel,
mientras estuve incomunicado, estuve con diarrea. No se si tendrá algo que
ver con que me introdujeran el palo por el ano, pero así estuve.
Mientras estuve en comisaría me decían que en los baldes ponían
"pentotal". De hecho aquel agua tenía un sabor raro. No se que es el "pen-
total" ni para que se utiliza, menos aún que olor o sabor tiene, pero si lo
volviera a oler o a probar, sería capaz de decir si era el mismo olor o sabor
que el de aquellos baldes de agua.
La última cosa que me gustaría añadirle a este testimonio es lo
siguiente: a todos los presos cuando ingresan en la cárcel les dan la opción
de hacerse una analítica. Ayer 28 de Diciembre, como todavía no había
recibido nada y a consecuencia de todo lo padecido en comisaría decidí ir
al médico para preguntar porqué no me habían hecho esa analítica y para
solicitarla. Su respuesta fue muy clara después de mirar el día de ingreso en
28 prisión: "¿Cómo? ¿Todavia no te la han hecho? No me explico por qué
puede ser". Tras oir su respuesta mis dudas han aumentado. ¿Me inyec-
tarían algo en aquellos pinchazos y querían esconderlo?
En este momento esta es mi situación: no sé, y no tengo forma de
saber si me inyectaron algo o no, porque además ha pasado un mes. De
momento siento un poco de miedo e intranquilidad y supongo que
cualquiera en mi lugar estaría igual, ya que no sé qué me metieron.
Recerdo, también, que mientras estaba incomunicado la orina tenía
un color rojizo. Supongo que es por la sangre que derramé por los golpes
que recibí en los testículos. Una de las veces que oriné recuerdo que no me
quitaron el antifaz y tuve que orinar así, estando de pie. Me dijeron que
delante tenía la taza pero era mentira porque al empezar sentí como lo
echaba al suelo, ya que al estar descalzo me mojé los pies.
Por último quiero hacer otra denuncia. En el momento de la deten-
ción llevaba una mochila grande con ropa, zapatillas, gafas, lentillas, libros,
saco de dormir y muchas cosas mas. Pese a ello, al salir de comisaría sólo
me dieron un pantalón, un chubasquero, reloj, pulsera y alguna ropa más
TAT que llevaba puesta. Se quedaron con todo lo demás y ahora tengo miedo
2008 sobre el uso interesado que le puedan dar a todas esas cosas.
Informe
Anual
TESTIMONIOS
ENERO 2008
MATTIN La detención fue sobre las diez y media de la mañana, en Arrasate
SARASOLA (Gipuzkoa), cuando bajábamos del monte. Se acercaron unos cuatro Patrols
de la Guardia Civil, y uno de ellos paró junto a nosotros. Diría que nos
detuvieron por casualidad, eso es lo que creo en estos momentos. Nos
pidieron los carnés de identidad y las mochilas, y nos llevaron a un rincón
mientras registraban las mochilas, obligándonos a mirar hacia el monte.
Creo que fue cuando vieron lo que había en las mochilas que nos dijeron
que nos acercáramos al Patrol, nos pusieron contra el coche, nos abrieron
las piernas y nos esposaron las manos a la espalda. Así nos introdujeron en
el Patrol a Igor y a mí, cada uno en uno diferente. Todos los guardias
civiles iban vestidos de uniforme.
Me decían que Igor estaba allí, y yo entre golpes oía sus gritos.
Que a los Guardias Civiles nunca les pidió ver un médico porque la
actitud de éstos era de todo lo contrario, porque le decían que le iban a
meter. Que alguien le comentó que iba a ir al médico forense.
Durante los días de la detención no dormí por temor, ya que oía los gritos
de otras personas a las que estaban interrogando y pegando.
TAT
2008 Presté tres veces declaración delante de un abogado de oficio sin poder
Informe hablar previamente con él. Los policías me habían dicho lo que debía de
Anual decir. Al abogado no le dije nada sobre los malos tratos y las amenazas. Los
mismos policías que me maltrataban estaban allí.
Los policías que participaron en los interrogatorios, son los mismos que
participaron en la detención, en el traslado y en la toma de declaración
policial.
Fui visitado por el médico forense de la audiencia normalmente a la
mañana y a la tarde. Al médico le dije que me estaban pegando. El lo
recogió en unas notas. Estos reconocimientos duraban unos cinco minutos.
De Amara fui trasladado a Madrid entre tres policías. Hasta que salimos
de Donostia el trato fue normal. Después no. Me interrogaron durante
48 todo el viaje.
TAT Estuve dos veces declarando en presencia del abogado de oficio. No hubo
2008 entrevista previa. Dos policías, los cuales habían participado en mi deten-
Informe ción, traslado a Madrid y en los siguientes interrogatorios ilegales sin pres-
Anual encia de abogado actuaron como instructor y secretario en dicha
declaración policial. Dichas declaraciones las hice coaccionado pero en la
declaración no dije nada por miedo a represalias.
En Madrid fui reconocido mañana y tarde por el médico forense. Las visitas
duraban unos dos minutos. No le conté nada sobre el trato que estaba
recibiendo.
Después fui trasladado a la Audiencia Nacional a presencia del Juez
Marlaska. A éste tampoco le conté nada sobre el trato recibido. Tenía
miedo a represalias.
Durante los días que permanecí detenido apenas había podido dormir,
porque había mucho ruido y la luz de la celda estaba todo el día encendida.
Antes de salir hacia Madrid, fui reconocido por el médico forense del juz-
gado de Donostia y les dijo a la policía que no presentaba ninguna lesión y
que emitiría un parte médico.
Sufrí unos cuatro interrogatorios diarios, que duraban más o menos una
hora cada uno.
En esta declaración, al igual que en otra posterior, dije lo que los policías
me habían dicho que dijera. Y lo mismo declaré ante el juez, por temor a
represalias.
TAT
2008
Informe
Anual
INIGO La detención se produjo el día 22 de Julio de 2008, hacia las 3'45 de la
GUTIERREZ madrugada en casa de mis padres. En casa nos encontrábamos mi madre,
mi padre, mi abuelo y yo. Era la Guardia Civil y me leyeron los derechos
que tenía. La detención fue muy violenta. Me encontraba durmiendo y
empecé a escuchar golpes, se levantó aita mientras yo me acercaba a la
puerta, se abrió la puerta y yo no veía bien porque se habían quedado en la
entrada. Veía lasers por mi cuerpo y chillaban ni nombre, entonces me
ordenaron que saliera de casa. En las escaleras me tiraron al suelo y me
ataron las manos mientras me pisaban la cabeza. Fue entonces cuando me
di cuenta que era la Guardia Civil.
Entonces, entraron en casa y al ver a mi abuelo en una de las
habitaciones le pusieron el arma en la cabeza y lo ordenaron que se levan-
tara y lo metieron junto a mis padres en el salón y les cerraron la puerta.
En ese momento me metieron a mi en casa, había policías por el pasillo
(unos 4) y cada uno de ellos me dio una bofetada en la cabeza. Me
metieron en mi habitación, unos 6 Guardias Civiles, me rodearon y me
dieron una paliza impresionante. Bofetones en la cara y en la cabeza, puñe-
tazos por todo el cuerpo y patadas. Me ordenaron que me agachara para
abrir un cajón y al hacerlo me quisieron dar un patadón en el pecho pero
como me moví me lo dieron en el cuello. Cuando estaban saliendo de mi
cuarto, porque venía la secretaria judicial, uno de los Guardias me dijo
"mírame a los ojos, esto no ha hecho más que empezar hijo de puta, te vas
a cagar" y me dio un fuerte tortazo en la cara.
En el registro estábamos la Secretaria Judicial, unos guardias civiles
nuevos y yo. Me leyeron los derechos y comenzaron con el registro. La sec-
retaria salió de mi cuarto para hablar por teléfono y me quedé solo con la
Gaurdia Civil; entonces, me dieron puñetazos en el higado, en el estóma-
go... (pero fueron muy discretos) "como se te ocurra quejarte, te vas a
enterar en cuanto salgamos de aquí". De aquí fuimos al camarote y al gara-
je a seguir con el registro. En el garaje cuando la secretaria no veía, seguían
con los puñetazos y empezaron con las amenazas (pero muy discretamente)
Cuando salimos de casa y me metieron en un patrol, me pusieron
un antifaz en los ojos. El traslado a Bilbao fue bastante tranquilo (sólo
algunos golpes en la cabeza), no hablaban. Como me pusieron mal el
antifaz, miré por debajo y vi el museo Guggenheim. Pensé que íbamos a
La Salve pero dieron muchas vueltas y pienso que pudimos ir a otro cuar-
tel. En Bilbao estuve con la forense y me dio una hoja para solicitar la
médico de confianza. Estuvimos poco tiempo en Bilbao, uno hora o así.
Después me pusieron el antifaz y hacia Madrid, el viaje fue muy
duro, en el coche me pusieron una sudadera por la cabeza y hacían fuerza,
entonces no me dejaban respirar. Más tarde me quitaron la sudadera y me
dieron la oportunidad de hablar, pero como no les gustaban mis contesta-
ciones empezaron a golpearme, en la cabeza y en el pecho. Uno de los
Guardias Civiles me decía "en cuanto lleguemos a comisaría vas a conocer
la caja de la risa y el cuerpo del ángel". Más tarde el copiloto se dio la
vuelta y me puso su pistola en la cabeza haciendo mucha fuerza, mucha
presión. Al sentir tanta presión de la pistola sobre mi cabeza, comencé a
moverme pero los policías que estaban atrás me dieron muchísimos golpes.
El guardia civil que tenía a mi izquierda sacó su pistola y empezó a
pasármela entre las piernas (para que yo me diera cuenta de que era una
pistola) y me decía "vamos, cógela! Coge la pistola!" yo le contestaba que
no, pero él seguía repitiéndome que cogiera la pistola (aunque yo tuviera las
manos atadas). Empezaron a hacer ruidos con la pistola.
Recuerdo, también en el viaje, que me dijeron que íbamos a hacer
un pacto. "vamos a hacer un pacto; nosotros vamos a parar ahí delante y te
vamos a abrir la puerta y te vamos a dejar que te escapes corriendo, solo te
vamos a disparar una vez, si lo esquivas bien, si no, mala suerte. Yo que tu
aceptaría el pacto, es lo mejor que puedes hacer, porque cuando llegues a
comisaría vas a querer morir, recuerda que estás con la Guardia Civil"
Hicieron el amago de parar el coche pero no lo llegaron a parar y seguimos
hacia Madrid. El viaje fue muy duro, los golpes y las amenazas fueron
constantes. La verdad es, que solo con lo que me hicieron durante el viaje
llegué con bastante miedo a comisaría.
Cuando llegamos a comisaría me metieron en la celda. Allí me
quitaron el antifaz pero al principio tenía que estar con los ojos cerrados y
de pie con los brazos en cruz y mirando a la pared. Estuve en una única
comisaría en Madrid (Tres Cantos) y lo único que podía ver era la celda.
76 Cada vez que me sacaban de allí tenía que ir con los ojos cerrados y con un
antifaz.
La celda era pequeña, tenía una videocámara eta la luz estaba
encendida las 24 horas del día. La celda estaba muy sucia, el colchón, las
paredes...
Los golpes me los daban estando de pie o sentado. Me los daban
por todo el cuerpo, en los testículos, en la cabeza, en el pecho, el cuello,
espalda... Los golpes en los testículos, pecho y espalda eran puñetazos, y en
la cabeza y cuello me los daban con la mano abierta. A veces me seguían
golpeando cuando no tenía ropa, me quitaban la camiseta. Después de
pegarme no sé si me enrojeció alguna zona porque tenía puesto el antifaz y
no podía ver nada, pero supongo que si estarían enrojecidas. La cabeza la
tenía un poco hinchada por los golpes.
Asfixia: Me sacaron de la celda y me metieron en un coche para lle-
varme a otro registro. Nada más entrar en el coche empezaron las ame-
nazas de asfixia; me ordenaron que cogiera con las manos una bolsa de
plástico y me dijeron "tenemos 4 horas de ida y 4 de vuelta en el coche,
TAT donde nadie nos va a ver, imagínate la de veces que te vas a poner la bolsa".
2008 Para ahogarme también me ponían una sudadera o ropa por la cabeza y
Informe hacían fuerza con ella. Otras veces, me tapaban la boca y la nariz con las
Anual manos.
No llegué a ver el aparato de los electrodos porque llevaba el
antifaz. En uno de los interrogatorios me amenazaron con ponérmelos, me
dieron una especie de crema por la espalda y sentí unos cables o algo pare-
cido y dijeron "ahora te vas a enterar, te vamos a poner los electrodos" yo
no tenía ropa y "venga, la primera! y se callaban pero yo no sentía nada,
"venga la segunda" pero no sentía nada.
Cuando entré a comisaría me obligaron a estar de pie y con los bra-
zos en cruz pero estuve poco tiempo así. Por otro lado, no sé si por la pos-
tura del coche o por algún golpe, pero tenía mucho dolor en la espalda.
Me golpearon también en los testículos. Me daban puñetazos y
plastazos. Luego cogían los testículos con las manos y los retorcían muy
fuerte y muy seguido además. Por dentro tenía mucho dolor y al ponerme
en unas posturas concretas este dolor aumentaba.
Salvo en la declaración policial, el registro de la otra casa y en la
celda, tenía todo el rato un antifaz puesto y no podía ver nada. Los policías
que me llevaban hasta el baño en comisaría estaban encapuchados. La luz
de la celda estaba las 24 horas encendida y era bastante potente.
Los gritos fueron muchos. Me chillaban en los oídos, el que me
hacía las preguntas estaba muy nervioso y algunos no vocalizaban bien
(creo que estaban drogados) y no las entendía bien. A uno, le pedí que
hablara más despacio porque no le entendía y admitió "no sé que cojones
me pasa, que no puedo ni hablar, llevo desde no se cuando sin dormir"
otro policía al oir esto empezó a reirse.
Me amenazaron con mis familiares. Me dijeron que detendrían a
mi novia y a mi madre. Si no les contestaba lo que querían me dijeron que
irían a buscar a mi madre, pero cuando no les contestaba se enfadaban
mucho y empezaban otra vez con los golpes.
Me dijeron de todo para quitarme el autoestima. Cada vez que salía
del baño me provocaban dándome pequeños golpes y como tenía que ir
con los ojos cerrados, hablaban entre ellos "míralo, si no sabe ni andar
recto" o "venga gudari, mea más rápido" En los pasillos de los calabozos
ponían canciones en por los teléfonos móviles "España una, españa grande,
españa libre" o un policía igual cantaba "30 años lurulu..." Una vez, volví
muy cansado de un interrogatorio, muy desorientado, no podía estar tum-
bado ni tampoco de pie y me fui al suelo y empecé a golpear la puerta.
Enseguida aparecieron dos guardias civiles y se asustaron mucho al verme
así. La verdad es que me querían ayudar. Me ayudaron a incorporarme y
me ofrecieron agua, pero apareció otro policía y me dijo "me estás tocando
los cojones, le estás echando cuento" y estando yo tumbado en el suelo me
dio una pequeña patada en la cabeza, pero estaba justo debajo de la puerta
y no creo que la cámara lo grabara.
Al principio, sobre todo, no había nadie que ocupara el papel de
poli bueno. Los días siguientes uno de los guardias civiles intentó hacer de
poli bueno, me hablaba de música y de fútbol y me decía "venga, estate
tranquilo, si haces lo que te digan no te va a pasar nada" pero si mis
respuestas no les gustaban, dejaba de oir a este policía y empezaban otros a
hablarme, a amenazarme.
Casi no dormí en los cinco días. Para comer, me intentaban dar los
bocadillos que preparaban los guardias, pero no los tomaba. El último día,
después de hacer la declaración policial comí un plátano y el día que me
llevaron en coche a hacer el segundo registro, comí un poco de los bocadil-
los que habían comprado para ellos.
La médico forense era una mujer, a partir del segundo día tuve la
oportunidad de ver a la médico de confianza. Me veían en una sala normal,
no parecía una consulta. Las primeras veces, cuando no estaba aún la médi-
co de confianza, dejaban la puerta abierta y los guardias civiles podían oír y
ver todo lo de dentro. La primera vez que me vio le conté lo de los golpes y
todo lo que me habían hecho, y ella apuntaba lo que le decía (todo no). Por
ejemplo, le conté que me había dado una "crisis de ansiedad" pero ella me
contestó que eso era porque yo soy muy nervioso y que era un problema
que tenía hacía tiempo. Le decía una y otra vez que estaba muy mareado,
que así no aguantaría y le pedí que me mandara al hospital, pero me con-
testó que no. Como he dicho antes, le dije todos los golpes que había
recibido, pero los guardias al oír eso al sacarme de la "consulta" me dijeron
que no le contara nada más a la médico, todo esto mediante amenazas.
Hasta que vino la médico de confianza no me exploraron, después sí, pero
solo un poco y por encima. Los días siguientes no les conté nada a los
médicos, solo que me sentía mal.
La declaración policial que hice me la preparó la Guardia Civil, y
me la tuve que aprender de memoria. Me sacaron de la celda para
prepararla bien y tuve que repetir una y otra vez la declaración. Recuerdo
que cuando estábamos preparando la declaración, uno de ellos me dijo
"llevo más de 30 años trabajando aquí, se puede decir que tengo una licen-
78 ciatura en tortura así que más te vale que luego declares todo lo que ahora
estamos diciendo" De todas formas si en la declaración se me olvidaba
algo, me dijeron que un policía me ayudaría a recordar las cosas. En la
declaración apareció un abogado de oficio pero no dijo nada, lo único
"joder, vaya guión para una película que estamos montando" Era bastante
pasota el abogado. En la declaración si se me olvidaba algo el que me pre-
guntaba me decía lo que tenía que contestar (esto me lo explicaron antes
de entrar a la sala). Hice la declaración bajo una total coacción, si no decía
lo que me habían dicho me dijeron que las cosas se pondrían mucho peor.
El viaje a la Audiencia Nacional lo hice en un autobús, pusieron la
calefacción a tope (era verano) y llevaba las manos atadas muy fuertes. La
forense pasó por la celda de la audiencia y me preguntó si había sufrido
malos tratos entre la comisaría y la Audiencia.
En la declaración judicial le dije al juez que la declaración policial la hice
bajo malos tratos y negué todo lo que había firmado en comisaría.
Contesté a las preguntas del fiscal y del juez. Allí estaba el abogado de ofi-
cio (el que apareció en comisaría) "no me estoy enterando muy bien, pero
TAT bueno, pido la libertad". Fue lo único que dijo. Antes de ir a la Audiencia
2008 me amenazaron diciendo que tenía que ratificar la declaración policial y
Informe "bueno, aunque al juez seguro que le dices que te hemos torturado y todo
Anual eso... pero bueno, va a ser pero para ti. Te vamos a alargar la incomuni-
cación aunque te metan a la cárcel" La verdad es que delante del juez esta-
ba más tranquilo porque sabía que habían acabado los días de comisaría. Al
llegar a la cárcel estuve con un médico pero no me hizo ninguna prueba.
MIKEL La detención fue el 22 de julio. Serían las cuatro de la mañana cuando oí el
SARATXO timbre de casa. En casa estábamos mis padres, mi hermana y yo. Tocaron el
timbre y se pusieron a golpear la puerta con intención de echarla abajo.
Estábamos los cuatro en la cocina. Mi madre preguntó quién era, y ellos
contestaron "Guardia Civil, ¡abran la puerta!" Al abrir la puerta entraron
no sé cuántos guardias civiles de asalto, con metralletas en las manos. Uno
de ellos preguntó quién era Mikel. Al contestar que era yo, me pusieron
contra la pared, me agarraban del cuello y me apuntaban con la metralleta
a la cabeza mientras me decía "¿Estuviste en Legutiano, hijo de puta?"
Tras decir esto comenzaron con el registro a la casa. Uno de ellos
me llevaba agarrado del cuello preguntándome si había alguien más en la
casa. Yo le dije que no, y tras comprobar todas las habitaciones, el interior
de los armarios, los bajos de las camas etc. Me llevaron a la sala. Allí me
esposaron, hicieron que me agachara y me pusieron contra la pared.
Estando así, un guardia civil que no pude ver me dijo que me llevarían a
donde llevaron a Portu y a Sarasola . Me preguntaron dónde guardaba mi
pistola. Cuando respondí que no tenía, me apretaron todavía más las
esposas.
Tras esto, comenzaron con el registro de mi habitación estando yo
presente. El registro fue bastante largo. De allí se llevaron el ordenador, la
cámara de fotos, dos memorias USB, muchas fotografías y papeles.
También registraron la habitación de mi hermana, pero yo no estuve pre-
sente. Tras terminar con el registro a la casa, me bajaron a la calle para
registrar mi coche. Para esto utilizaron un perro, intentando buscar explo-
sivos u otro tipo de rastro. También registraron el trastero de casa, pero de
allí no se llevaron nada. Volvimos al piso, y el secretario judicial me pre-
guntó si iba a firmar los documentos del registro y otros papeles. Yo no
firmé nada. Me vestí y me sacaron de casa cuando serían las ocho menos
cuarto.
Me metieron en un patrol. Dos guardias civiles se pusieron cada
uno a uno de mis lados, y delante iban otros dos. Me obligaron a agachar la
cabeza y arrancaron. Me llevaron a un lugar que supongo que era una
comisaría. Allí me quitaron las esposas y me pusieron contra la pared.
Entonces comenzaron las amenazas "te vas a cagar, nos lo vas a decir todo
¡o te vamos a matar! Lo bueno empieza ahora" y cosas parecidas.
Allí me visitó por primera vez un médico forense, y me dijo que
vendría a verme tres veces al día mientras durase el período de incomuni-
cación. Tras estar con el médico me llevaron a otra sala. Siguieron las ame-
nazas. Me quitaron los cordones de las zapatillas, los pendientes y el anillo.
Luego salimos de la comisaría y me llevaron a un coche.
Pasé todo el viaje entre amenazas y golpes. Me golpeaban en la
cabeza y en los testículos, cuando me golpeaban en la cabeza me ponían la
capucha de la sudadera tratando de no dejar marcas. Durante todo el
trayecto no pude ver nada ya que me pusieron un antifaz.
Desde el primer momento me dijeron que mi madre estaba muy
mal y que la habían llevado al hospital. Comenzaron a preguntarme sobre
diferentes cuestiones, y me decían que me "comería" alguna seguro, así que
era mejor si admitía alguna de las "pequeñas" y así no me las "comería"
todas. Uno de ellos sacó su pistola y me la puso en las manos, y luego
comenzaron a decir que ya tenían mis huellas en una pistola, también
trataron de presionarme con eso.
Pararon el coche. El guardia civil que estaba a mi derecha salió del
patrol y el que estaba a mi izquierda me preguntó si iba a salir, que si
quería me dejarían huir pero que me pegarían un tiro por lo de Legutiano.
Me hicieron muchas preguntas sin sentido. Me preguntaban sobre mis
amigos, mis compañeros de clase, sobre cuáles eran los bares por donde
solíamos andar etc. Me obligaron a cantar Eusko Gudariak y durante el
último tramo del viaje me obligaron a llevar los brazos estirados hacia
delante.
Llegamos a Madrid. Yo seguía sin saber dónde estábamos. Me
quitaron el antifaz y me metieron en una celda de 3x3 metros. Allí me
enseñaron dos papeles, en uno ponía que estaba en la Comandancia de
Tres Cantos, y en el otro que se me acusaba de pertenencia o colaboración
con ETA y que se me aplicaba "el Protocolo de Garzón". Yo no firmé
ninguno de los dos.
Los dos primeros días que pasé en comisaría fueron bastante tran-
quilos, solo me sacaban de la celda para ir al servicio o para ver al médico
80 forense. No vi al médico forense de confianza hasta el segundo día, siempre
ante el otro médico y no nos dejaron hablar en euskara.
Cuando entraban en la celda, debía ponerme en pie, con la cabeza
agachada y los ojos cerrados. Todos los días me ofrecían desayunar y cenar,
y comer depende del día. Aunque no tenía hambre, desayuné todos los
días; la comida y la cena creo que la probé en uno o dos día, porque ellos
me lo ordenaron. Cuando salía de la celda me colocaban el antifaz o me
hacían salir con la cabeza agachada y los ojos cerrados.
Tuve el primer interrogatorio el tercer día. Además de decirme "o
hablas o te mato", me daban golpes en la cabeza con la mano abierta.
También me dijeron que me iban a hacer las pruebas de ADN, pero al
final no lo hicieron.
El cuarto día fue el más duro. En el primer interrogatorio del día
comenzaron a golpearme inmediatamente. Al principio con la mano, luego
con un libro o con algo que parecía un listín telefónico. Los golpes eran
sobre todo en la cabeza. Me obligaron a realizar flexiones. Luego me
dieron una bolsa de plástico y me hicieron ponérmela en la cabeza. Me
TAT hicieron hacer flexiones con la bolsa en la cabeza.
2008 Uno de ellos me dijo que me apretara la bolsa mientras me hacían
Informe preguntas. Entonces, no sé si fue uno o entre dos, me apretaron la bolsa
Anual contra la cara provocándome asfixia. No podía respirar. Estando así, me
decían que si no contestaba lo que ellos querían, aquello no terminaría
nunca. Traté de romper la bolsa, pero me decían que si la rompía me pon-
drían otra y me matarían. Abrieron la bolsa. Uno me dijo entre risas "en
verdad no tenemos por qué hacerlo, pero en el fondo nos gusta". Pasó un
rato y me dijeron que siguiera haciendo flexiones. Estaba completamente
sudado y con sensación de mareo, todavía más porque tenía los ojos cerra-
dos. Me dijeron de nuevo que me apretara la bolsa. Lo hice, pero acabaron
quitándome la bolsa y me senté. Uno de ellos me dijo que pensara sobre lo
que me habían preguntado y que más tarde volvería a estar conmigo. Me
volvieron a llevar a la celda.
Aquel día pasé dos veces ante el médico forense, y como cada día,
negué que estuviera sufriendo malos tratos.
El segundo interrogatorio creo que ya era de noche. Me dijeron que
iba a realizar la declaración policial. Como en todos los interrogatorios,
llevaba los ojos tapados y no sé ni a dónde me llevaron ni cuántos estaban.
Tras preguntarme varias cuestiones, uno de ellos me dijo que me levantara.
Agarrándome de los testículos, me dijo que admitiera lo que me estaban
imputando. Yo contesté que no y me dijo que entonces me pondrían los
electrodos en los testículos y que me meterían un palo por el culo. Me
pusieron un cable o algo parecido en el brazo pero no noté ninguna descar-
ga. Entonces me dijeron que aunque no dijera nada me lo iba a "comer
todo" y me volvieron a llevar a la celda.
Estuve poco tiempo en la celda. Pronto vinieron de nuevo a por mí
y me pusieron otra vez el antifaz. Me llevaron a una sala y me quitaron el
antifaz. Allí realicé la declaración policial, pero no la firmé. Me llevaron a
la celda y al día siguiente nos llevaron a la Audiencia Nacional.
ARKAITZ La detención se produjo el día 22 de Julio de 2008, alrededor de las 5 de la
GOIKOETXEA madrugada en un piso de la calle Iurribide de Bilbao en donde nos encon-
trábamos Maialen Zuazo, Anabel Prieto y yo. Me detuvo la Guardia Civil.
La entrada la hizo un grupo especial de esos, abrieron la puerta del portal
con un golpe fuerte, la puerta de casa con un martillo y al entrar tras
realizar tres explosiones que hicieron mucho ruido entraron en la
habitación. Nos esposaron enseguida, sin mucha violencia. Tenían la orden
de detención, nos la enseñaron y vimos que el propio juez se encontraba
allí. Midieron mucho su actitud durante la detención porque el juez se
encontraba allí mismo, sin ningún uso de la fuerza, demasiado correctos.
Realizaron el registro, estuvimos presente y los únicos testigos además de
los policías, el juez y la secretaria judicial fuimos nosotros tres.
Tras la detención me llevaron a la comisaría de La Salve, en Bilbao
en un patrol de los GAR. Ya en el viaje comenzaron con los interrogatorios
pero sin violencia. En el viaje a Madrid siguieron con el interrogatorio,
aquí sí que me golpearon bien. Me golpearon sin parar desde que pasamos
el primer peaje, con la mano abierta en la cabeza y en la parte trasera del
cuello, de vez en cuando me daban puñetazos en el estómago, pero sin
parar, muy seguidos. Pararon cuando faltaba poco para llegar a comisaría y
a raíz del dolor de cuello, sólo con moverlo un milímetro sentía mucho
82 dolor.
Antes de llegar a comisaría me metieron en una sala (o eso creo
porque tuve los ojos tapados durante casi los cinco días) y me hicieron
desnudarme, me tocaron un poco pero no mucho. Había unos 6 o 7
Guardias Civiles pero sólo me habló uno; éste se tiró media hora ame-
nazándome y dándome consejos.
Los golpes me los dieron, tal y como he dicho antes, en el coche y
luego alguno en comisaría y cuando salimos a los registros pero sin mucha
intensidad, siempre con la mano abierta y en la parte trasera de la cabeza.
Cuando me los dieron sentí mucho dolor porque me pegaban muy fuerte,
se me enrojecieron e hincharon el cuello y la parte de atrás de la cabeza.
Los tuvo hinchados y enrojecidos los primeros cuatro días de comisaría. En
consecuencia, no podía dormir durante esos días y la médico forense me
dio unos antiinflamatorios y dos pastillas para dormir, pero los guardias
civiles me recomendaron que no las tomara.
Me pusieron dos veces la bolsa. Una en comisaría y otra el ante
último día a la vuelta de un registro. En ninguna de las ocasiones la cer-
TAT raron demasiado, la usaron más como amenaza.
2008 Salvo en la celda y en los registros el resto de los cinco días estuve
Informe con un antifaz puesto. Yo sólo podía verlos en los registros y por la voz
Anual sabía quién era quién. Normalmente ellos andaban encapuchados excepto
dos. Uno de estos en el primer viaje era el que me dio una buena paliza, era
el guardia civil que salía conmigo en todas las televisiones y periódicos
cuando me sacaron de la casa de Bilbao; podría reconocerlo sin problemas:
gordito, rubio, 30-35 años y con gafas.
Las amenazas fueron de todo tipo, sobre todo con que iban a repe-
tir la paliza del primer día si no "colaboraba" con ellos, relativas a mi novia
que la detuvieron junto a mi (que le iban a meter un marrón de 40 años,
que la iban a violar...) Me amenazaron también con que iban a ponerme la
bolsa, amenazas contra mí...
Un día tuve 2 o 3 interrogatorios y otro 6 u 8. Siempre esperaban a
que pasara por delante de la forense y después siempre me hacían un nuevo
interrrogatorio. Había muchos guardias civiles en la sala o salas (creo que
estuve en diferentes salas) que me metían, que estaba en el mismo piso que
la celda. Había uno que mandaba y los demás actuaban, hubo también un
técnico informático un día preguntando. Realicé dos declaraciones, pero
sólo firmé la primera. No vi a más amigos durante esos días, pero sentía en
las celdas de al lado a mis dos compañeras de piso.
No puedo asegurarlo porque llevaba los ojos tapados, pero un día
volviendo del interrogatorio el que me llevaba a la celda me puso algo en la
cabeza (creo que era un tricornio) y que me sacó una foto. Otros guardias
civiles se sacaban fotos poniéndose a mi lado, no sé cuantas veces, pero yo
diría que bastantes.
Como he dicho antes, casi no dormí (no podía resguardar el cuello
ni la cabeza en la cama de lo que me dolían) el último día fue el que más
dormí. Los guardias me obligaban a dormir y no entendían por qué no
podía dormir.
Empecé a comer para tomar los antinflamatorios porque la médico
así me lo recomendó. A partir de ahí, comía una vez al día, normalmente el
desayuno. Una vez que me sacaron a un registro me obligaron a comerme
un bocadillo.
Vi a dos médicos, la forense de la Audiencia Nacional y a la que
designó mi familia. Nos tenían que visitar cada 8 horas pero al menos
durante dos días sólo me vieron una vez al día y la médico designada por la
familia no me vió hasta el segundo día. La médico se identificó y me
enseñó su carnet. Para ir a la sala donde estaban había que subir 20
escaleras. La sala tenía una camilla y una fuente, era bastante estrecha pero
podía parecer una consulta. Los guardias civiles no estaban dentro de la
sala pero sí al otro lado de la puerta y a veces la puerta se quedó abierta.
Delante de las médicos no denuncié nada, sólo les dije que tenía mucho
dolor en el cuello, que no podía dormir y que a raíz de eso estaba teniendo
alucinaciones. La actitud de la médico forense fue bastante buena en
general desde el principio, y luego con la médico designada por mis famil-
iares fui ganando confianza.
Realicé dos declaraciones policiales (una el segundo día, y otra el
último) el una sala que se encontraba en el piso de arriba. Estaba el
instructor (el que preguntaba) delante de mí, mi abogado (no recuerdo
nada de él, en cada declaración fue diferente) detrás de mí y a su lado otro
guardia civil encapuchado. Los abogados no hablaron, nada de nada. Me
obligaban a aprenderme las declaraciones de memoria antes, hasta el últi-
mo detalle, y si se me olvidaba algo estaba avisado de que el instructor me
avisaría. Si no decía palabra por palabra lo que me habían dicho me dijeron
que me iban a poner fino.
Tras declarar la primera vez me llevaron donde el que me hacía el
interrogatorio para repasar lo que había dicho. Se debieron de quedar a
gusto y no me dijeron nada más. La segunda vez, como no firmé esperaba
su venganza, pero como a la de unas horas me llevaron a la Audiencia no
tuve más visitas.
El viaje a la Audiencia lo hice con los ojos tapados en un autobús
de los que usa la Guardia Civil para los traslados, me llevaron en el sitio
donde se suelen poner ellos. Hasta entrar en la celda de la Audiencia me
mantuvieron con los ojos tapados. Allí, intenté desde el principio enter-
arme de quienes estábamos detenidos y traté de darles ánimos hasta que
los policías nacionales de la audiencia y unos guardias civiles de nuestro
operativo aparecieron diciendo que teníamos prohibido hablar entre
nosotros, mientras golpeaban las puertas y nos amenazaban. Al de poco
tiempo pasó la forense por la celda de todos. Denuncié el trato y todos los
golpes recibidos y le pregunté a ver si no encontraba relación entre lo que
le estaba contando y los dolores que le dije en comisaría. Le dije, y es así,
que en comisaría no le conté nada porque creía que podía ser peor.
En la declaración judicial denuncié los malos tratos y las amenazas
y dije que lo declarado en comisaría era consecuencia del trato sufrido. Me
hicieron muchas preguntas tanto el fiscal como el juez, a unas me negaba a
contestar y a otras les respondía que no, según lo que creía que me con-
84 venía. La actitud del juez y el fiscal fue cercano, demasiado cercano, como
con ganas de hacer bromas y con algún piropo lleno de ironía.
Antes de ir a la audiencia no me amenazaron para que dijera lo que
ellos querían, me dijeron que declarara lo que quisiera. Aunque físicamente
estaba muy cansado anímicamente estaba bien, salí reforzado de comisaría.
Nada más llegar a la cárcel me llevaron a aislamiento allí me vio un médico
pero no tenía nada para enseñarle, le pedí unos antinflamatorios para el
cuello.
No tengo ningún tipo de secuela. Creo que he tenido bastante
suerte en este paso por comisaría. Las únicas consecuencias psicológicas
que tengo es cuando pienso lo que he perdido, impotencia, "si hubiera
hecho esto" o "si no hubiera hecho tal", muchas veces me he sorprendido
intentado recuperar la vida que he tenido, y otras veces me vienen flash-es
de lo vivida a la cabeza sin ningún control.
TAT
2008
Informe
Anual
MAIALEN La detención fue el 22 de Julio hacia las 3 de la madrugada, en casa había
ZUAZO 3 personas. Me detuvo la Guardia Civil y creo que también apareció
Garzón, me leyeron "derechos" y la orden de detención pero no me acuer-
do bien. El momento de la detención fue muy violento, explosionaron las
puertas, nos tumbaron en el suelo... pero luego todo se tranquilizó. En el
registro estuvimos los tres, cada uno en el registro de su habitación los tres
juntos en el registro de la sala y de la cocina. El registro fue "tranquilo".
Después me llevaron al garaje a registrar el coche de mi hermana en donde
también estuve presente.
Después a La Salve. Aquí me hizo el primer reconocimiento la
médico forense, tranquilo. En La Salve empezaron los insultos por parte de
todos los Guardias Civiles (zorra, te van a machacar, puta...) Me metieron
en un coche con otros 4 Guardias Civiles y me dijeron que íbamos a
Ezcarai a registrar la casa de mis padres. El viaje fue muy duro, paramos 3
veces o así por el camino. Iba todo el rato esposada y con la cabeza entre
las piernas. Desde el principio comenzaron los golpes, tirones de pelo, gri-
tos al oído y las amenazas (que hablara, que lo contaría todo, que esto solo
era el principio, que querían hacer un trato conmigo, que estaba en mi
mano el trato que recibiría en Madrid, que si les contaba lo que sabía me
dejarían paz...) El que estaba a mi lado llevaba el móvil y estaban venga a
llamarle y mandarle mensajes; que si había más gente detenida, que si esta-
ban contando cosas y que yo les había mentido. Entonces vuelta a los
golpes, gritos y a las amenazas.
El registro de la casa de Ezcarai fue bastante tranquilo y estuve pre-
sente, no duró más de una hora. Cuando volví al coche otra vez más pre-
guntas y más golpes. En un momento me dijeron que les había cabreado y
me pusieron una bolsa de plástico en la cabeza. Me la pusieron 3 veces y
luego me la mantuvieron en la cabeza (como un sombrero) hasta llegar a
Madrid amenazándome con que me la volvería poner en cualquier
momento. Me dijeron que el viaje solo era el comienzo y que "en las cloa-
cas del Estado me iba a enterar"
Estuve en dependencias policiales desde el martes a la noche hasta
el sábado a la mañana-mediodía. En la celda había un colchón y una
manta, normalmente la luz estaba apagada, y el último día me preguntaron
si quería que la encendiesen. Siempre que nos sacaban de la celda nos
ponían un antifaz (en el viaje en coche también)... Tenían mucho cuidado
al movernos para que no nos cayéramos...
Los interrogatorios creo que nos los hacían una sala pequeña.
Había una mesa y alguna silla también. No sé decir si era siempre la misma
sala, pero eran en el mismo piso que el calabozo, cuando subía escaleras era
para hacer la revisión del médico.
Los golpes fueron siempre en la cabeza y con las manos; normal-
mente en la parte de atrás y a los lados con la mano abierta. Eran golpes
fuertes, 3-4 seguidos y luego esperaban un poco hasta volverte a golpear.
Parece que te va explotar la cabeza porque mientras te pegan también te
están chillando al oído. No sé muy bien cuándo ni cómo, pero recibí tam-
bién golpes en el cuerpo, me salieron unos pequeños moratones en los bra-
zos y en las piernas. En ese momento estás deseando que se acaben los
golpes, pero cuando acaban estás temblando de miedo esperando los sigu-
ientes y quieres que vuelvan a empezar a pegarte cuanto antes para que se
acabe ya el interrogatorio.
La bolsa sólo me la pusieron en el viaje, 3 veces. Al principio, trata-
ba de respirar muy despacio y cogiendo poco aire para aguantar más tiem-
po, pero da igual, al final te quedas sin aire. El plástico se te pega en la
boca y piensas que te vas a ahogar.
No me pusieron electrodos pero diría que me pusieron el aparato al
lado. Oí los ruidos de una máquina y ellos se quedaban en silencio para que
yo pudiera oírlos bien y después empezaban a reírse mientras me decían
"¿sabes lo que es esto, Maialen?"
En el coche también me obligaron a estar en posturas incómodas.
Estuve mucho tiempo (no sé calcular la duración del viaje) con la cabeza
entre las piernas. Tenía un terrible dolor de cuello y mucho cansancio, creí
que no aguantaría el dolor. Al día siguiente tuve el cuello muy dolorido y
con contracturas (por lo que me dijo el médico) En los interrogatorios a
veces, me tenían de pie, pero en otros sentada.
El segundo y el tercer día me obligaron a quitarme la ropa y me
tocaron por todo el cuerpo. Lo peor fue el tercer día; creo que había 3-4
86 Guardias Civiles y uno de ellos hacía el papel de loco, decía que era el que
le había introducido la pistola en la vagina a Amaia Urizar, que yo merecía
lo mismo... Los otros me decían que me portara bien, y como no les gustó
lo que les dije salieron de la habitación y me dejaron sola con el que hacía
de loco: me quitó la ropa por la fuerza y me quedé desnuda. Empezó a
sobarme los pechos mientras me insultaba, me tocaba la vagina con las
manos (parecía que la llevaba forrada con una bolsa de plástico) arriba y
abajo por los muslos mientras me decía que me iba a violar, que me la iba a
meter por el culo... Me obligó a ponerme a cuatro patas y me tocó la vagi-
na con un palo, aunque no llegó a introducirlo. Justo entonces, vinieron los
demás, haciendo como que le echaban la bronca al guardia civil y dicién-
dome que me tranquilizara y que me sentara. Él dijo que volvería y que
acabaría lo que había empezado y se marchó. Sentí asco, odio y miedo,
estaba segura de que lo repetiría y me di cuenta de que eran capaces de
todo.
Me obligaron a llevar puesto un antifaz todo el rato excepto cuan-
do estaba en la celda o cuando iba al médico. Diría que ellos también esta-
TAT ban encapuchados, pero no lo puedo asegurar. Alguno (creo que también
2008 estuvo en el registro) estuvo todo el rato sin encapucharse. Él era quien me
Informe llevaba a la sala del médico y me enseñaba la cara. Era grueso, grande,
Anual joven con gafas y tenía el pelo de color marrón claro.
Las amenazas fueron sobre todo contra mí, que si no les ayudaba
me iban a machacar, violación, bolsa, electrodos, bañera... que todo lo que
se cuenta es cierto y que iban a probar todo conmigo. Que era una puta.
También me machacaron mucho con los que habían detenido conmigo,
con Anabel... que era una mala amiga, que le había arruinado la vida... Me
preguntaban todo el rato qué tipo de relación personal tenía con Arkaitz, y
a partir de ahí todo tipo de insultos, burlas, amenazas...
En los interrogatorios había uno que hacía de bueno y otro que
hacía de malo. El "bueno"me decía que confiara en él, que me ayudaría... y
seguido venían las hostias, golpes... No puedes estar callada, tienes que
decirles algo, pero lo que les dices nunca es suficiente y tarde o temprano
vuelven los golpes, los tirones de pelo...
Tuve que ensayar una autoinculpación y me amenazaron con que
luego tendría que contar lo mismo, aunque luego me negué a declarar. Me
insistían mucho en que tenía que descansar (dormí algo, pero muy poco) y
me ofrecían comida en todas las comidas. No me entraba la comida, pero
es que además prefería estar débil, marearme en un interrogatorio y que me
sacaran de allí. No quería nada más.
No hice la declaración policial. La ensayé con la Guardia Civil y me
amenazaron para que dijera lo mismo. Después de declarar me dijeron que
todo se acabaría. Cuando me subieron a declarar, me leyeron mis derechos
y dije que no iba a declarar. Me llevaron a la celda y esa fue la peor noche.
Estaba segura que vendrían buscarme, que iban a obligarme a declarar y
que me harían cualquier cosa. No volvieron a por mí.
Todos los días venía la misma mujer (la forense) y el segundo y ter-
cer día vino una médico de confianza (Txurrruka) y el cuarto día
(Uruburu) Me veían 2-3 veces al día, creo que normalmente tres veces. La
forense no me enseñó ninguna identificación, pero Uruburu sí. Me
exploraban en una habitación pequeña, había una camilla, la puerta estaba
cerrada y no entraba ningún Guardia. Delante de los médicos denuncié
todos los días todo lo que me hacían, los golpes, la bolsa y las amenazas...
todo. Demostraban una actitud buena, me preguntaban cómo estaba... lo
apuntaban todo... La forense insistía en si había sufrido más violencia
desde la última visita. Me tomaba la tensión y como tenía dolor de cuello,
me lo miró. Luego, a lo mejor no vale para nada, pero agradecí la actitud de
las médicas, eran unos minutos de tranquilidad en ese infierno. Los médi-
cos de confianza te dan una confianza enorme... pero enseguida te das
cuenta que pueden hacer lo que quieren contigo, estén ellos ahí o no.
Para mí el viaje a la Audiencia Nacional fue tranquilo. Trato duro y
con amenazas, esposada y con un calor insoportable pero sabía que había
acabado lo peor y todo lo demás me daba igual. La forense volvió a pasar
en los calabozos de la Audiencia, la misma mujer. Me miró el cuerpo y
apuntó los moratones que tenía.
Delante del juez dije que no iba a declarar. Estaba muy cansada y
débil, pero en los calabozos oír a amigos y al darme cuenta que todo había
acabado me dio ánimos. Al llegar a la cárcel el médico me hizo unas pocas
preguntas solamente.
ANABEL La detención se produjo el día 22 de Julio de 2008 en la casa de iturribide
PRIETO 68. En casa nos encontrábamos Maialen Zuazo Aurrekoetxea, Arkaitz
Goikoetxea Basabe y yo, y nos detuvieron a los tres. Abrieron la puerta,
creo que pegaron 3 tiros cuando consiguieron abrir la puerta, abrieron la
puerta de mi habitación, estaba en la cama y me agarraron y seguido me
tiraron al suelo tal y como me encontraba, medio desnuda (en bragas) y me
pusieron contra la pared y me esposaron. Estaban todo el rato a mi lado. Al
de poco tiempo, entraron dos o tres policías vestidos de paisano y me
dijeron que me vistiese. Empezaron a hacerme unas preguntas mientras me
encontraba contra la pared. De ahí me llevaron a la cocina; allí estaban
Arkaitz y Maialen con la secretaria judicial, el fiscal y el Juez Baltasar
Garzon. Nos dijeron que estábamos detenidos e incomunicados, y nos
enseñaron la orden de registro. Eran las 3 de la madrugada cuando
entraron a casa.
La detención la produjo la Guardia Civil, y nos dijeron cuales eran los
motivos de la detención. En casa se comportaron de forma correcta con
nosotros. El propio Garzon se encargó de ello. El registró duró hasta las
11'00 de la mañana, miraron todo de arriba abajo y estuvimos los 3 pre-
sentes. Cuando registraron mi habitación sólo estuve yo y no hubo más
testigos. No nos dejaron dar aviso de nuestra detención, por lo que nuestras
88 familias y amigos se enteraron por los medios de comunicación.
Cuando nos sacaron de casa, nos metieron a cada uno en un patrol, me
taparon la cabeza con un jersey y me metieron la cabeza entre las piernas.
De aquí, me llevaron a mi garaje donde registraron el coche y toda la plan-
ta con un perro. Allí se encontraba la secretaria judicial y el trato fue cor-
recto. Después, creo que me llevaron al cuartel de La Salve , me pusieron
una capucha y empezaron a amenazarme desde que llegamos. Me
obligaron a sentarme en una silla comenzaron a hacer preguntas. Allí me
vio el forense mientras tenía a mi lado a los Guardias Civiles y tras hac-
erme unas preguntas me volvieron a tapar y me metieron en un coche.
El viaje a Madrid se me hizo muy duro. Me daban golpes en la cabeza
continuamente, me chillaban al oído, paraban el coche, me hacían muchas
preguntas y me tocaban todo el cuerpo. Me rompieron el sujetador con
unas tijeras y me tapaban la cabeza con un jersey, tenía mucho calor, sed...
A veces, me levantaban la capucha, ellos también estaban encapuchados
pero el que tenía a mi lado (a la izquierda) me enseñó su cara una vez y
frotaba su cara contra mi cuello. Se me hizo muy largo.
TAT Cuando llegamos me llevaron a unas dependencias policiales; allí me
2008 quitaron los cordones de las plaieras y las gomas de los pantalones, me
Informe obligaron a desnudarme y comenzaron a hacer comentarios sucios. Me
Anual decían todo el rato lo que me iban a hacer, riéndose, chillándome en los
oídos. De allí a otras dependencias y en el coche hicieron muchas bromas
para asustarme y pararon el coche muchas veces. Al llegar de nuevo me
obligaron a desnudarme, iba con la cabeza tapada todo el rato y ellos me
decían como tenía que caminar, cuando subir escaleras, cuando bajar... Pasé
por muchas salas, los pasillos eran estrechos y los calabozos estaban en la
parte de abajo.
La celda medía 3'5 metros de largo y 2 metros de ancho, tenía un colchón
con una manta. Era muy oscura, en la puerta había una ventanita, estaba
muy sucia. Enfrente había una cámara apuntando a nuestras celdas
(Maialen, Arkaitz y otra chica) . Detrás de la cámara estaba el baño y nor-
malmente había que ir con una Guardia Civil, era ella quien me daba
papel.
Utilizaban salas diferentes para los interrogatorios, estaban en el primer
piso. Eran salas pequeñas, tenían luz y al menos tenían una silla y alguna
también una mesa. Como estaba tapada no sé que más tendrían.
Métodos de tortura
Los golpes me los daban sobre todo en la cabeza y en la zona de las orejas,
con la mano abierta la mayoría de las veces, y la zona en la que me golpea-
ban no estaba cubierta. A veces, también también me golpeaban en el cuer-
po, sólo alguna vez, pero en la cabeza muchas veces. En esos momentos
sentía mucho miedo, porque me encontraba sola entre 5 guardias civiles,
más o menos, y al mismo tiempo me gritaban mucho... Con el que peor lo
pasé fue con el que vino a mi lado en el coche. Tenía moratones por el
cuerpo y notaba pitidos en los oídos, tenía mucho dolor de cabeza (no sé
como la tendría). Tenía molestias en la espalda, y sobre todo en el cuello,
cargados, con contracturas.
Los electrodos no me los pusieron pero encendían una máquina y me
decían que me los pondrían. Me cogían los brazos y apagaban y encendían
una y otra vez la máquina.
Todo el rato me decían que tenía que estar de pie o que me mantuviera
sentada en una posición concreta.
Me tocaban los pechos y una de las veces estando desnuda intentaron
introducirme un tubo por la vagina. Sólo lo hicieron una vez pero luego me
pasaban el tubo todo el rato entre las piernas. Me dijeron que me iban a
hacer lo mismo que le hicieron a Amaia Urizar .
Salvo cuando estaba en la celda o cuando me metían en el cuarto con la
médico, tenía los ojos tapados continuamente con un antifaz. Ellos estaban
encapuchados, sólo se les veía los ojos, salvo uno de ellos: era gordo, alto,
rubio, llevaba unas gafas y era el que les daba órdenes a todos los demás.
Me chillaban en todos los interrogatorios mientras me golpeaban en las
orejas. Me pareció oir también los interrogatorios de los demás. Después
notaba sonidos en los oídos.
Amenazas: al principio utilizaban la muerte de mi madre, ella se suicidó y
me echaban a mí la culpa de eso. Que era normal teniéndome a mi al
lado... Si no hablaba me decían que pegarían más a Maialen (mi com-
pañera de piso), me nombraban a Aner Petralanda (mi compañero), que le
iban a hacer la vida imposible... El se encuentra en la cárcel.
Estuve con cagalera desde el primer día e intentaron hacerme daño con
eso. Que lo que tenían que aguantar en el baño por mi culpa... Cuando me
obligaban a desnudarme hacían comentarios sobre mi cuerpo.
En los interrogatorios hacían el papel de poli bueno y poli malo. Si no
hablaba me golpeaban y me gritaban. Los interrogatorios no eran largos,
pero sí intensos. No me llegaron a obligar a que firmara una declaración.
En la celda pasaba mucho frío, sólo tenía una camiseta. Los dos primeros
días conseguí dormir, pero los siguientes me costaba mucho. Me daban de
comer (pan duro), siempre estando ellos delante.
Antes de la detención me encontraba cansada, tenía el cuerpo débil porque
no había dormido mucho los días anteriores. "En sí" me encontraba en
tratamiento, con una pastilla para dormir y otra antidepresiva durante el
día, se lo dije en casa. En la práctica luego no tomaba nada, iba a un psicól-
ogo de confianza cada dos semanas.
Me vieron la médico forense y dos médicos de confianza. Creo que pasa-
ban 3 veces al día. Yo les pedí que se identificaran y la médico forense (no
se identificó, creía que era una Guardia Civil) le dejó que la de confianza
me enseñara el DNI. Esta mujer estuvo dos días y depués vino un hombre,
éste también se identificó después de que yo se lo pidiera (Uruburu). La
habitación donde me exploraban era pequeña, no parecía una consulta
médica. Tenía un lavabo y una camilla, pero no había mesas, las paredes
estaban pintadas de blanco y no tenían ningún tipo de decoración. Cuando
no estaban nuestros médicos la puerta estaba abierta y un Guardia Civil
apoyado en la puerta. Cuando estaban los de confianza cerraban la puerta.
Denuncié ante las médicos el trato que estaba recibiendo, ella no me decía
90 nada, sólo apuntaba en un papel. Los primeros días la forense tenía una
actitud muy distante, yo creo que quería que me sintiera incómoda para
que no fuera a sus consultas. La primera vez que estuve con la forense me
preguntó por las enfermedades y sobre el trato poca cosa, yo era la que le
contaba.
La médico no me reconoció, ni siquiera me tocó. Cuando estaba en la
Audiencia Nacional le enseñé los moratones qye tenía, pero por encima.
No me exploró ni la cabeza ni los órganos genitales. Sólo me preguntaba
como me encontraba y vete a saber qué apuntaría. Un día, el médico de
confianza me miró la columna vertebral y el cuello y me dijo que hiciera
unos ejercicios. Los médicos de confianza no me podían hablar.
Aprovechaba la visita para beber agua y les preguntaba la hora. Una vez me
la dijeron pero a partir de ahí me dijeron que no me la podían decir. Le
pedí fruta para la descomposición pero los Guardias Civile me dieron justo
lo que me hacía daño (zumos...). La forense decía que ella hacía lo que
podía pero eso no es cierto, estaba al servicio de la Guardia Civil, se enter-
aban de todo lo que le contaba y con eso también me amenazaban.
TAT El último día cuando pregunté por el médico de confianza me dijo que no
2008 había aparecido, pero más adelante me enteré que no le habían dejado
Informe entrar. Me mentía.
Anual En dependencias policiales dije que sólo declararía delante del juez. El
abogado de oficio ni siquiera se presentó y estuvo sentado detrás de mí, al
principio pensé que era un Guardia Civil. No firmé nada por si acaso, pero
el abogado sí. Los Guardias Civiles no me amenazaron para que declarara.
Al principio pensaba que estaban actuando, que volveríamos pero no fue
así. Tras declarar me dejaron en paz, sólo me decían que me podriría en la
cárcel.
El viaje a la Audiencia Nacional fue, pero antes de montarme en el furgón
me dijeron que si hablaba fliparía. En la celda de la AN estuve muy
nerviosa, hacía mucho calor, tenía sed pero por si acaso no bebía nada.
Seguía con cagalera pero como no tenía papel. Lo pasé muy mal durante
los cinco días, aguantando, solo iba al baño cuando volvía de los interroga-
torios. Llegué a plantearme orinar y cagar en la celda pero al final por
miedo no lo hice. Pasó la médico forense y me dije cómo estaba, me dijo
que seguramente tendría la tensión baja y le pedía agua y papel de baño, no
me lo consiguió. Le enseñé los moratones pero se marchó enseguida.
Hice la declaración judicial con abogado de confianza. Apareció cuando yo
ya estaba ante Garzon y el fiscal sentada. Garzon empezó a preguntar y yo
le contesté y seguido preguntó mi abogado. Delante del juez denuncié los
malos tratos, los comenté antes de que me preguntara nada y me cortó.
Entonces me hizo preguntas sobre ese tema. Anímica y físicamente estaba
muy baja.
En la cárcel me miraron la tensión después de pedirlo. No me hicieron
ningún tipo de prueba. Les comenté el dolor de oídos y me dijo que tenía
una infección, me dio unas pastillas.
Al principio tuve problemas para dormir, me asustaba con cualquier cosa.
Me ha influido psicologicamente, sobre todo al principio.
GAIZKA La detención se produjo el 22 de Julio a las 4 de la madrugada en la
JARENO vivienda que tenía alquilada junto a mi novia. Me despertó un fuerte golpe
y de repente vi 8-10 luces en mi habitación, había unas 8-10 armas
encañonándome. Me tiraron al suelo entre gritos y amenazas, me enrol-
laron en la alfombra y me dieron una paliza mientras me decían, "Dónde
está Jurdan, hijo de puta! Que somos la Guardia Civil y como no nos digas
nada te vamos a matar" Durante 5 minutos, envuelto en la alfombra y reci-
biendo golpes. De repente me pusieron las manos para atrás y me las
ataron con bridas. Para cuando me levantaron del suelo, la habitación esta-
ba patas arriba, todo tirado, la cama dada la vuelta, todo roto.
Encendieron la luz, vi que había Guardias Civiles vestidos de
paisano, el secretario judicial, un par de GAR y un perro dando vueltas por
casa. El registro duró 6 horas y 10 minutos. Me sentaron en el sofá con un
GC a mi lado apuntándome con la metralleta, pero esas horas fueron bas-
tante tranquilas... Me enseñaron la orden y no la firmé. Del registro se lle-
varon un montón de bolsas con papeles, pelos, huellas, fotos... un montón
de cosas sin importancia. Al final del registro me sacaron a la ventana para
comprobar que el coche que se llevaban era el mío. En aquel momento me
quedé embajonadísimo al ver a la gente, amigos y familiares allí abajo.
Me sacaron al portal y mientras precintaban la casa me dijeron
92 "ahora te vamos a bajar al patrol. ¡Cómo levantes la cabeza o grites, te juro
que te matamos! ¡Entendido!" Me sacaron en bolandas al Patrol mientras
la gente gritaba y yo cómo no, sin levantar la cabeza. Me metieron dentro y
me metieron la cabeza entre las piernas. El trayecto entre Elorrio y Bilbao
fue tranquilo. No sé a qué comisaría me llevaron pero los comentarios hiri-
entes y las risas eran constantes. En Bilbao me vio la forense y tras hac-
erme un par de preguntas me dijo que me llevarían a Madrid. No contesté
como es debido, porque había 4 Guardias Civiles alrededor.
Nada más marcharse la forense, me quitaron los cordones de las
zapatillas, el cordón de la sudadera y los pendientes y me dijeron en tono
amenazante "venga gudari, que nos vamos a Madrid y ahora empieza tu
odisea. Cierra los ojos, agacha la cabeza y ya sabes, como se te ocurra abrir
los ojos te mato, ¡así que ciérralos fuerte!. Me sacaron de allí y me metieron
en un coche con otros 4 guardias civiles.
En el camino empezaron las preguntas, amenazas y golpes con-
stantes. Tenía la cabeza entre las piernas y un antifaz puesto. En los
primeros 10 minutos el que iba delante (el bueno) me hablaba de fútbol,
TAT política... pero de repente los dos que iban detrás empezaron a pegarme y a
2008 insultarme repitiendo todo el rato las mismas preguntas. Cada vez que
Informe contestaba que no sabía nada, empezaban a pegarme en la cabeza "Qué
Anual prefieres, arriba o abajo?" Era en la cabeza y abajo en las cervicales. Así
pasamos todo el viaje. Utilizaban mucho los cambios de tono para
romperme psicológicamente.
Me amenazaron mucho con mi familia y sobre todo con mi novia
con un tono muy humillante y mientras se reían "Estarán disgustados la
rubia y el gafotas, no? (Mis padres) ¿y tu novia qué tal folla? Tiene las tetas
duras, ¿y los pezones? Cuando está con la regla ¿se la metes con condón o
qué? Tranquilo que ya la vamos a probar, Salva! Cuando estaban tranquilos
me llamaban Gaizka y cuando les contestaba algo que no les gustaba me
llamaban Salva. Me amenazaban diciéndome "¿conoces la bolsa? ¿Y el ele-
fante? Te lo vamos a hacer conocer como no cantes, gudari. Tu colega
Lupiañez vivió de puta madre, ¡¡no sabes lo que te espera!!
Me estiraron de los testículos y me apretaron el cuello hasta perder
casi el sentido. Un poco más adelante me metieron una pistola en la boca
hasta la campanilla. Jugaban con los guantes de látex para asustarme. Al
final entre golpes y presión constante llegamos a Madrid. (No supe a
donde, después me dijeron que estaba en 3 Cantos y que allí no me andu-
viera con chorradas).
Un GC se quedó en el coche conmigo haciendo el papel de bueno
y diciéndome (venga Gaizka, colabora y así todo será más fácil para ti y
sobre todo para tu novia. 120 horas de incomunicación y todavía quedan
116, ¿no crees que es mejor que colabores?" Sentía la cabeza hinchada y
tenía una gran contractura en las cervicales. De vez en cuando venía alguno
y decía "ya está preparada la bañera, ¡¡además es la grande!! ¡¡Ja, ja!!".
Otra charla y vuelta a abrir la puerta y más amenazas "¿sabes lo que
es el amperaje? ¡Pues lo vas a saber! ¡Por fuera te deja intacto y por dentro
te va a dejar achicharrado!" De repente me metieron al cuartel, al calabozo
y me pusieron contra la pared con las piernas abiertas y me quitaron toda
la ropa. La tiraron encima del colchón y oí como me decían "ahora te
quedas con los ojos cerrados hasta que oigas que se cierra la puerta, luego
haces lo que quieras; Eso sí, cuando veas que la puerta se abre, te quiero ver
de pie y contra la pared!"Al final, tras 5 horas me dejaron en paz, no podía
más y me caí encima de la cama y empecé a llorar. ¡Estaba reventado! Me
dejaron en paz el siguiente día y medio.
Me sacaban de la celda para estar con la forense. Me ofrecían comi-
da y bebida pero me negué a probarla. A la forense no le dije nada, como
no era de confianza no me fiaba de ella y creía que se lo contaría todo a
ellos. El segundo día al anochecer (creo) pasó la médico de confianza
(junto a la forense) y a ella le dije que me dolían mucho las cervicales y que
tenía hinchada la cabeza. Me dijo que tenía el ojo morado y me recomendó
comer y beber algo porque me iba a dar unas pastillas fuertes y me podían
hacer daño en la tripa. Esa habitación fue el único lugar que vi en los cinco
días. Siempre me llevaban con los ojos cerrados y bajo amenazas. Además
en ese cuarto no había reloj y la persiana se encontraba bajada para que no
supiera si era de día o de noche. Para el segundo día ya perdí la noción del
tiempo. Su primera pregunta siempre era la misma, "has recibido algún
tipo de violencia física o de algún otro tipo?", A lo que yo contestaba que
no. No sabía si tendría algún tipo de contacto con la GC y además había
dos al otro lado de la puerta. La habitación era muy simple: una mesa, sus
cosas y un calendario. Me tomaba la tensión, un par de preguntas y me rec-
etaba Ibuprofeno. El cuarto día el médico de confianza que vino me soltó
toda la espalda y se lo agradecí mucho porque no me podía ni tumbar. La
actitud de la forense fue "correcta", lo que se dice "por cumplir".
Mientras estaba en la celda oía las conversaciones de los GC
porque lo hacían adrede. Decía que "estos si que son gudaris, se van a pasar
30 años en el talego! Que a gusto me voy a ir de vacaciones después de
estos días..." Hicieron comentarios de ese tipo y jugaban con los tonos de
los móviles para molestarnos y ofendernos.
El tercer día empezaron los interrogatorios. Vinieron a la celda, me
pusieron el antifaz y me llevaron por ahí. En la habitación en la que me
metieron había como mínimo 3-4 Guardias Civiles (lo sé por las diferentes
voces) El primer interrogatorio fue bastante tranquilo. Acabar y me dijeron
"escucha gudari, ahora te vamos dejar unas horitas para que reflexiones y
luego te volveremos a preguntar lo mismo. Si tu colaboras, nosotros tam-
bién, y si no, ya sabes que tenemos a Libe aquí, no?"
El segundo y tercer interrogatorio fueron más duros, directos y con-
tundentes. Golpes, posturas forzadas y amenazas directas contra Libe. Me
decían que la iban a violar por delante y por detrás. De camino a la celda
me mareé casi cayéndome al suelo, sin fuerzas para hablar, fue un bajón de
tensión.
El cuarto día me llevaron a otro sitio. Me obligaron a bajar por
unas escaleras y me metieron en otro edificio y empezamos a preparar la
declaración policial. Me bajaron hasta 3 veces el mismo día. La primera vez
me dijeron cual era la declaración, la segunda ellos la decían y yo la tenía
94 que repetir, y la tercera la tuve que decir yo solo. Ese día no me pegaron,
pero me presionaron mucho con mi novia: amenazas de violación contin-
uas. Cuando me llevaron a la celda pudo oír a Libe en alguna de las salas
de allí llorando y gritando "no sé nada!" Ellos le gritaban puta, zorra y
cosas parecidas. Toqué fondo. No podía soportar escuchar a Libe llorando
entre semejantes amenazas e insultos.
98
TAT
2008
Informe
Anual
LIBE
AGIRRE
Me encontraba en Fuengirola de vacaciones y hacia las 6 de la mañana me
llamó una amiga por teléfono y me dijo que en Elorrio estaba la Guardia
Civil, al lado de casa y que en principio iban a detener a Adur y a Gaizka.
Que estuviera tranquila, y que cuando supieran algo me volverían a llamar.
Yo me puse muy nerviosa y le llame a una amiga para decirle que tenía
intención de volver a Elorrio y que me cogiera un billete de avión.
Esto fue muy temprano, no sé a qué hora exactamente. Empecé a
ver la TV y empezaron a decir que había no se cuantos detenidos, creo que
dijeron que había 7, el coche de Gaizka, algo sobre el "comando Vizcaya"...
no decían cuantos exactamente. Lo único que decían era que había deten-
ciones en Elorrio, Bilbao, Santutxu... y alrededores. Me estaba poniendo
cada vez más nerviosa por Gaizka y bajamos a la calle para ir a comprar un
tranquilizante a alguna farmacia. Mientras esperábamos en la farmacia
seguíamos hablando con un montón de gente y nos enteramos que la far-
macia no abría hasta las 9'30. Salimos de allí eta enseguida, cuando íbamos
hacia el hostal a hacer la mochila, se nos acercaron 3 personas y entonces
me dijeron "Libe Agirre quedas detenida por..." No se lo que me dijeron,
no les escuché mucho. Me tiraron al suelo, con las pistolas, me esposaron y
me metieron en un coche y me llevaron al hostal. La detención en la calle
fue muy violenta.
En el hostal para entonces había un montón de gente y lo regis-
traron. Entonces me dijeron que si me portaba bien todo iría bien. Me
cambié de ropa y me dijeron que estaba detenida y me leyeron mis dere-
chos y las acusaciones contra mi; que cogiera lo que necesitara que nos
íbamos para Madrid. Su actitud cambió, se tranquilizaron. Me dijeron que
estuviera tranquila. Me dijeron desde el principio que estuviera tranquila,
que seguramente yo no tenía nada pero que me había tocado.
Me llevaron al coche. En el coche íbamos 4 personas: 2 delante,
otro a mi izquierda y yo. En el viaje no me tocaron, fue bastante tranquilo,
aunque empezaron a hacerme preguntas. Pararon varias veces para coger
gasolina y me dijeron si quería comer algo. Yo aproveché porque como lo
tenían que comprar delante de mi, comí un par de domuts y aproveché
también para beber algo. Así hasta Madrid. Repito que el viaje fue bastante
tranquilo, y pese a que yo iba nerviosa por lo que me decían estaba tran-
quila. También me dejaron coger del hotel una botella de agua. Me dijeron
"si tienes sed, puedes llevar"y yo me la llevé.
Cuando llegamos a madrid me empecé a poner nerviosa. Les pre-
guntaba a ver qué me iban a hacer y ellos me contestaban que estuviera
tranquila, que me habían llevado a Tres Cantos y que estuviera tranquila.
Me dijeron que pasaría un forense a verme y que me darían de comer y que
tenía que esperar. Yo les pregunté cuando pasaría por delante del juez. Esto
sería con el mismo tío que me detuvo. Me dijo también que si tenía nece-
sitaba algo preguntara por Iñigo. De allí me llevaron a la celda y a la de 10
minutos vinieron 4 encapuchados y me dijeron que hasta ahora el viaje lo
había hecho muy tranquila pero que de ahí en adelante "vas a conocer lo
que es bueno, te vamos a violar..."y cosas similares. Les dije que era asmáti-
ca y que tomaba medicación y creo que estuve 2 días sin salir de la celda
salvo para ir al baño. Creo que estuve 4 días incomunicada, pero no lo sé
seguro, porque perdí totalmente la noción del tiempo. Intentaba controlarlo
cuando venía el médico pero no lograba controlar el tiempo.
El segundo día tuve 2 interrogatorios. En el primero me dijeron
que saliera con ellos a comer un bocadillo. Me pusieron un antifaz, yo les
dije que no quería comer nada, que sólo quería un poco de agua y me
dijeron que íbamos a jugar. El juego era como uno de esos de la tele. Me
hacían preguntas y si les decía la verdad ganaba puntos, pero si mentías
perdías todo. Y que si perdía iban a violar a Gaizka, que le iban a dar por el
culo y que a ellos les gustaba mucho violar a la gente por el culo, así que
estaba en mi mano lo que le pudiera ocurrir. Empezaron a preguntarme y
no sé si me pegaban en la parte trasera de la cabeza cuando contestaba. Me
amenazaron con desnudarme y me dijeron que iban a violarme delante de
Gaizka. Me tiraron del pelo varias veces. Pero no llegaron a cumplirlo en
ningún momento. Sólo me amenazaban. A veces cuando me llevaban a la
celda venían por detrás y me decían al oído "cuando estés dormida voy a
entrar y te voy a follar". Este fue el primero.
El segundo fue mucho más duro porque sabía que había más gente
100 allí. Yo no podía ver nada pero por el ruido que hacían calculo que habría
unos 5 GC. Uno era un GC de allí y el decía que no sabía nada, que solo
me tenía que preguntar unas cosas, pero que había uno de Bilbao y que
cuando se enfadaba, se enfadaba de verdad y que a él no le podía decir
mentiras. Que al de Bilbao le gustaba hacer cosas que a el no le gustaba
con las mujeres y que si le mentía... pues que me las haría. Empezaron a
hacerme las mismas preguntas que en el interrogatorio anterior y me
dijeron que si yo no les decía nada que irían donde Gaizka en ese momen-
to a darle por el culo. Fue muy duro, porque era el momento en que más
gente había y todos me empujaban de un lado para otro. Cuando aparecía
el de Bilbao, eso fue lo peor. El llevaba el interrogatorio. De repente me dio
un golpe en la parte trasera de la cabeza y pensé que me haría cualquier
cosa porque le oí cómo decía "desnudarla ahora mismo, llevarla a la otra
habitación..."llevaron a la celda y no me volvieron a sacar de allí más.
El médico me vio todos los días pero no recuerdo cuantas veces. No
me acuerdo cuándo vino por primera vez la médico de confianza. El hom-
bre que estuvo me ayudó mucho, me enseñó el carnet. Muy bien con él, me
TAT dijo cuando iba a la Audiencia y eso me tranquilizo muchísimo. La que
2008 estuvo el segundo día me dio algo para el asma porque estaba muy nerviosa
Informe y tenía taquicardias. Antes de llevarme ante la médico y la forense, me
Anual decían "¿qué vas a contar?, te portarás bien, ¿no?" decían con un tono ame-
nazante que no contara nada. Los dos primeros días no me tocaron pero
después de los dos interrogatorios tenía el miedo metido en el cuerpo. Crei
que iban a violar a Gaizka delante de mi, y me decían "ya sabes como te
tienes que portar"para que no les contara nada. En la Audiencia me vio la
forense y le pregunté porque no estaba el otro médico con ella, y me dijo
"porque no ha venido".Con la forense el trato era correcto pero prefería a
los de confianza si pudiera elegir.
Cuando me sacaban de la celda, tenía que llevar las manos atrás
entrelazadas y la cabeza hacia abajo. Cada vez que me metían en otra celda
u otra sala, me ponían el antifaz y no veía nada.
Me llevaron a hacer la declaración policial. El abogado se ponía a mi
derecha, al lado, y no se si me enseñó en carnet o no. Me dijo que era abo-
gado de oficio y que si pasaba incomunicada estaría él en la Audiencia. Le
dije que no quería declarar, que era inocente y que sólo declararía delante
del juez. No me atrevía a denunciar el trato.
A la Audiencia me llevaron en un furgón. Creo que nos llevaron a
todos juntos y creo que Gaizka estaba detrás de mi. El viaje fue muy
desagradable. Hacía mucho calor y pusieron la calefacción. Yo me mareé y
perdí el conocimiento. Oía muchos ruidos fuera, estaban hablando de
nosotros "que si Libe hace no se qué, que si Adur tal... "No eran nuestras
voces, eran ellos y se estaban riendo de nosotros. No sé cuánta distancia
hay hasta la Audiencia desde donde estábamos, pero el viaje se me hizo
muy muy largo. Además en el camino nos detuvimos. Nos metieron en las
celdas uno a uno, pero podíamos hablar porque estábamos el uno frente al
otro. De allí me subieron al despacho de Garzón. Como me levantaron la
incomunicación pasé con mi abogado de confianza y de ahí directamente a
la calle.
Ahora, me encuentro muy nerviosa. Tener en cuenta que Gaizka
está en la cárcel, yo en la calle y por eso contenta, pero en una semana ha
cambiado toda mi vida. No tengo casa porque está precintada, no tengo
ropa... ha cambiado todo. Ha cambiado toda mi vida. Pude ver a Gaizka en
la Audiencia durante dos minutos solo y fue muy duro, tenía un moratón
en el ojo. Me cuesta mucho dormir y concentrarme, pero se que me pondré
bien. Hoy por ejemplo ha habido un momento que estaba a oscuras y que
por debajo de la puerta veía una luz y eso me recordaba a la comisaría,
porque allí estábamos así. Además, igual nos ponían el himno de España,
otras veces el chiki-chiki y cosas del estilo... Los turnos de la noche eran
los peores, y aunque a mi no me hicieron nada, podía oír los gritos de los
demás.
TESTIMONIOS
102
AGOSTO 2008
TAT
2008
Informe
Anual
AILANDE
HERNANDEZ
Me detuvieron el 4 de agosto de 2008, de noche, en frente de la Parte
Vieja. Se me hecharon encima varias personas, cuatro o cinco, me tiraron al
suelo, boca abajo, me apretaron el cuello y empezaron a amenazarme: Que
me habían cogido y eso... Me pusieron las esposas con las manos hacia
atrás y me levantaron de repente, en volandas, levantándome los brazos y
me taparon la cabeza con mi propia ropa. Creo que me llevaron a la sub-
delegación. Una vez allí, me metieron dentro y me tiraron otra vez al suelo,
de bruces y empezaron a gritarme: "La has cagado, te vas a enterar, ahora
te vas a quedar cinco días con nosotros"... Decían que habían quemado un
coche y que también habían atacado a la subdelegación, que me iba a
comer yo el marrón y que empezara enseguida a cantar. En una de estas, se
me subió una persona a la espalda y empezó a saltar. Entonces empezaron
a pedirse calma entre ellos.
Creo que vinieron un municipal y un ertzaina preguntando por mí, pero
éstos les dijeron que era de ellos y que les dejaran continuar con la deten-
ción.
Me quitaron la ropa de la cabeza y me metieron a una habitación.
Empezaron a golpearme: En el cuello, en la espalda, en la cabeza.
Inumerables golpes. Yo continuaba esposado.
Me dejaron en aquella habitación. La puerta tenía una trampilla. Cuando
se abría me ordenaban ponerme de pie contra la pared. Entonces entraban
y comenzaban a preguntarme y golpearme: "ya verás si no colaboras, nos
tienes que dar nombres"...
Empecé a sentir un dolor fuerte en el hombro y en el cuello. Se lo dije,
pero me decían que me jodiera y seguían preguntándome y gritando que
les diera nombres, que ya tenían la información pero que que querían oir la
declaración de mi propia boca. Mientras, golpes y amenazas: "vamos a
detener a tu novia". También hacían comentarios sobre mi madre: "tu
madre sale con un conocido tuyo y tu no sabes nada, pero nosotros te lo
diremos si queremos". Esas cosas me dejaban alucinado.
Luego me taparon otra vez la cabeza, me esposaron y.... bueno, no
sé cúanto tiempo pasé allí. Desde que entré intenté mantener la noción del
tiempo, pero me apagaban la luz, me decían que durmiera, me ponían una
manta por encima... Al principio logré mantenerme despierto para calcular
la hora, pero al de 20 o 30 minutos, volvían a entrar al golpes, de nuevo
con las preguntas. Me obligaban a realizar ejercicios físicos, contra la pared
arriba y abajo, luego sentadillas, mantener posturas forzadas...
Entre los agentes que participaban en los interrogatorios, interpretaban
diferentes papeles. Uno me decía que si colaboraba no me pasaría nada el
que venía detrás suyo decía que me iban a pegar.
También comenzaron diciendo que "hay aqui un amigo nuestro que tiene
un polla del copón", y jugaban con un palo en mi ano. Jugaban conmigo.
Luego me llevaron a Sansomendi en coche. Iba en la parte trasera con las
manos esposadas, la cabeza tapada entre dos agentes.
No recuerdo con exactitud si antes de ir a Sansomendi me llevaron a
Txagorritxu a mirarme la espalda. Me llevaron a Txagorritxu con la cabeza
tapada y las manos esposadas. Para la consulta me quitaron la capucha y las
esposas. Me exploro diferentes sitios del cuerpo, me hizo un análisis de
orina y me dijo que tenía sangre. Después me hizo placas de la espalda. El
médico no se identificó. Me dio unas pastillas para tomar cada ocho horas.
La policía me las dio.
Todo el tiempo me decían "te ha tocado la Guardia Civil, vas a flipar".
Después decían "somos la policía vasca". Pero yo ya sabía que era la
Guardia Civil.
En la subdelegación me sacaron fotos desde todos los ángulos. Los agentes
se reían de continuo: "eres un no sé qué, eres un no sé cuántos"; me
desnudaban y me volvían a poner la ropa. Me cogieron huellas de los dedos
y de toda la mano y me hicieron una prueba de ADN.
Creo que fue en Salsomendi cuando me pusieron una bolsa en la cabeza.
Me pusieron una bolsa hasta la nariz y podía respirar, pero empezaron a
amenazarme.
Aquí también me enseñaron un monton de fotos siciéndome que ellos ya
sabían quíenes eran los que habían atacado la subdelegación, pero que les
tenía que decir yo que sí, que eran ellos. Al principio que sí, que eran esas
dos personas que me enseñaban. Y luego empezaron a decir otros nombres,
104 algunos conocidos y otros desconocidos para mi. Yo les decía "que no sé
quienes son....", y ellos que si, "si, uno de unos 40 años". "Venga, dí quienes
son, di que son estos". Yo les decía que no, que no les conocía.... Se creó
una gran tensión.
Yo creo que me maltraron sobre todo en Gasteiz.
Saliendo camino a Madrid, me enseñaron un papel que decía que no esta-
ba incomunicado, que podría estar con el médico y con el abogado.
Me metieron en un coche, y me dijeron que íbamos a Madrid. En
la parte trasera del coche, con la cabeza tapada, entre las piernas, y con las
manos esposadas. Para entonces ya me habían hecho la primera oferta de
colaboración. Me decían todo el rato que ibamos a ser amigos, que si
colaboraba pasaría como mucho unos meses en prisión, que luego saldría,
que no tendría ningún problema y que si alguien tuviera algún problema
que estarían ellos para protegerme. En el coche me decían todo el rato
haber donde estudiaba, que teniamos que ser amigos, que ellos también
tenía familia... Uno dijo que que se iba a ir cine con su familia, que se iba a
olvidar de mi, que yo no era nadie.
TAT Hicieron una o dos paradas en el camino. Se bajaron y me dejaron en el
2008 coche. En la primera parada me asusté, ya que no oía a nadie y no sabía
Informe donde estaba. Pero luego supe que paramos en una gasolinera, trajeron
Anual agua para ellos y sin más.
Llegamos a Madrid, y no sé donde me llevaron. Era un sitio bastante
grande, ya que anduvimos bastante entre el coche y el calabozo. Yo siempre
con las manos esposadas a la espalda, y la cabeza tapada y agachada.
Me metieron en el calabozo y al de un tiempo me ogrecieron comida, un
bocadillo. No comí. Me ofrecieron agua, les dije que necesitaba agua y me
trajeron una botella sin abrir. Tomé agua. Me decían que tenía que comer
de vez en cuando, que si no comía no me darían más.
Estando en calabozos, me dijeron que de vez en cuando podía estar tran-
quilo, pero luego vino otro y me dijo que mirara a la pared de frente. Cada
vez que entraban en el calabozo, tenía que estar contra la pared.
En Madrid tres cuatro veces me llevaron a un despacho. En el
despacho me ponían contra una esquina, sentado. Me hablaban por detrás,
de un lado y de otro. Me repetían lo de la colaboración una y otra vez. Que
había venido alguien de no sé donde para hablar conmigo... estuvieron dos
horas metiendome caña con lo de la colaboración. Después me dijeron que
tocaba la declaración policial con mi abogado y que no le dijera nada, que
ellos estarían allí. Y era verdad, en la declaración hubo dos agentes enca-
puchados detrás mío.
En la declaración un agente me hizo varias preguntas y me hizo firmar. No
sé lo que firme.
Con el abogado estuve muy poco tiempo. Le pregunté la hora, me pregun-
tó qué tal estaba y le dije por encima como me encontraba. Me dijo que el
siguiente día pasaría por la Audiencia y que si no era así pediría el habeas
corpus. Y enseguida me llevaron al calabozo.
Creo que me llevaron al hospital antes de estar con el abogado. Me decían
que me tenían aue hacer una revisión. Me llevaron allí con las manos
esposadas, la cabeza agachada y con la cabeza tapada. Me metieron en una
habitación, me dijeron que sentara en una silla de plástico y que mirara a la
pared. Allí me quitaron la capucha.
Vino un médico. Me hizo una exploración. Me hicieron también un análisi
de orina. El reconocimiento de Madrid fue muy rápido comparando con el
de Gasteiz. La espera larga, pero la exploración rápida. Además, en
Txagorritxu, antes de entrar en la sala me dijeron que estaba incomunica-
do, cuando los Guardia Civiles se dieron la vuelta yo le dije al médico que
me iban a torturar y que me ayudara, que alargara lo más posible la explo-
ración. Luego vino uno de los Guardias Civiles y me dijo que no podía
hablar con nadie. Y el médico me dijo que no podía hacer nada. Yo creo
que hizo las cosas bastante despacio, y que gané algo de tiempo al decírse-
lo. No sé porqué se lo dije, pero necesitaba decirlo y él estaba allí.
Después de la declaración policial, me metieron en el calabozo, abrieron la
puerta y me llevaron otra vez donde aquel tipo que había venido desde
lejos a hablar conmigo. Me preguntó haber qué me había preguntado el
abogado y qué le había dicho yo. Le dije que le había preguntado por la
hora y el día y me dijo que no estaba incomunicado.
En los interrogatorios, solía estar este tipo y otros dos. Me hacián una y
otra vez ofertas de colaboración: "Tú eres tonto... que tienes que colaborar
con nosotros, que va a ser mucho mejor.....pero qúe te piensas, ¿qué vamos
a pedirte que nos informes sobre colegas tuyos?, no, si va a ser gente
desconocida, a tí te va a dar igual, porque tú la imformación que nos vas a
dar es sobre alguien que no conozcas". Les dije que no y me respondieron:
" te vas a comer un montón de años".
Este tipo, me dijo que que me daba de plazo hasta el siguiente día
para pensarme lo de la colaboración, y que si no accedá, tenía a cinco ami-
gos en los calabozos de abajo con muchas ganas de darme una paliza, que
no serían nada buenos conmigo.
Me llevaron al calabozo. Me tumbé en la cama. Cerraron todo y
encendieron una luz que miraba a la cama. Yo los oía moverse por allí, de
un lado para otro, pero no se acercaban, de vez en cuando miraban que
hacía yo.
En siguiente día, antes de ir a la Audiencia, estuve otra vez con aquel tipo y
andaba por allí otro muy grande dando vueltas. Esta vez me quitaron las
esposas, y me dijo: "qué has pensado?". Les dije que no, que no iba a colab-
orar con ellos. Empezaron a enfadarse, cada vez más, diciemdo que no era
nadie y "si colaboras tu tranquilo que cuando salgas de la cárcel vas a ser el
más gudari, te harán el ongi etorri, las flores.... todo eso que hacen a los
que salen". Todo el rato presionándome, el otro cada vez más caliente, me
agarraba del cuello "me cago en dios, eres subnormal", repitiendo que los
cinco de abajo me estaban esperando....
Me preguntó si quería pasar por la Audiencia. Yo le dije que si. Me dijo
que "vamos a hacer una". Me puso un fecha. Cuando saliera de la cárcel, el
siguiente fin de semana no, el siguiente o el siguiente, que quedábamos en
la estación de tren de Miranda a las 11 de la mañana. "Mira, tu vas allí,
nosotros te vemos, vemos si alguien te sigue, si alguien te sigue te lo quita-
106 mos y te damos caza. Entonces tomamos un cafe como amigos y luego
coges el tren y te vuelves para Vitoria". Le dije que no y me dijo que me lo
pensara. Me metieron en el calabozo, y al de poco tiempo me llevaron de
nuevo ante él. Se enfadó, y me dijo que era esa su oferta y que era eso lo
que había. Que le daba igual que aceptara o no, pero que le dijera que si,
que se estaba enfadando. Yo le dije entonces "hala, pues ya hablaremos" y
me dijeron "muy bien, ¿ves como no cuesta tanto?. Bueno, ya has dado un
paso, vas a ver como a partir de ahora todo va ir muy bien". Me metió otra
vez en el calabozo y después me llamaron al furgón que iba a la Audiencia
Nacional.
En la Audiencia me tranquilicé. Estuve con dos presos que traían de
Francia. Estuve con el médico forense, me miró de arriba a abajo. Tenía
unos hematomas y heridas en el brazo, en el cuello, en los hombros y en los
ojos. También me recetó unas patillas, antiiflamatorios y antibióticos.
TAT
2008
Informe
Anual
LUIS
GONI
El día 24 de Agosto, hacia las 6 de la mañana, oí unos golpes tremendos en
la puerta de mi casa y me levanté a ver qué ocurría. En ese momento esta-
ba mi padre conmigo y la puerta la abrimos juntos. Al abrirla, habí7 o 8
Guardias Civiles con sus pistolas y metralletas apuntaban a mi padre y a
mí. Me preguntaron si era Luis Goñi, les dije que sí y me dijeron que me
acercara que estaba detenido. En un momento me pusieron los grilletes a la
espalda y nos preguntaron haber si había alguien más en casa. Les dijimos
que no y fueron cuarto por cuarto, y al comprobar que no había nadie gri-
taban "¡libre!"en las películas. Cuando estos acabaron empezaron a llegar
los Guardias Civiles vestidos de paisano y otros muchos encapuchados, una
mujer encapuchada que se presentó como Secretaria judicial y me leyó la
orden de detención de registro. Firmé varios papeles. En la orden de deten-
ción vi que venía del JCI Nº ponía que estaba detenido por "a banda arma-
da, tenencia de explosivos, tenencia de armas..."y no sé que más.
Cuando me detuvieron, estaríamos unas 4 horas registrando la casa
y la actitud de los guardias Civiles fue correcta en todo momento. Al prin-
cipio, me pusieron las esposas a la espalda y cuando llegó el jefe le dije que
tenía problemas de espalda y le pregunté si era posible que me pusieran las
esposas delante, y sin problemas lo hicieron.
Me sacaron de casa y me llevaron al coche para registrar el coche.
De allí a una bajera de Barañain (cerca del coche así que fuimos andando)
y ahí estuvimos esperando hasta que llegaron los dueños de la bajera.
Cuando llegaron no llevaban las llaves encima, así que rompieron las dos
puertas. De aquí al bar "", en la plaza municipal de Barañain ahí hicieron
otro registro. Aquí pude ver a mi madre y se puso muy nerviosa, le dio una
especie de crisis de ansiedad y me puse un poco nervioso, pero cuando se
mejoró un poco le pedí que se fuera con mi padre y cuando se tranquilizó
se fue fuera del bar. Cuando acabaron el registro me sacaron del bar y vi a
mi madre por última vez. Oí un "Luis!"y eso me tranquilizó un poco.
Me metieron en el coche con otras cuatro personas y me llevaron a
la Avenida Galicia (el cuartel de la GC en Iruñea) El viaje fue tranquilo.
Cuando llegamos me dijeron que bajar la cabeza y que no la levantara y me
llevaron agachado. Sólo vi el suelo hasta que me metieron a una celda
pequeña. Allí me quitaron los pendientes, los cordones y los calcetines. Me
dijeron que no me podía sentar ni tumbar en la cama. Llevaba muchas
horas de pie y el mismo que hizo de jefe en casa, me dijo que podía tum-
barme. De aquí me sacaron para tomarme fotos y las huellas dactilares y al
acabar un hombre que había ahí me dijo que me tenía que tomar las mues-
tras de ADN y que tenía que firmar el permiso. Leí el consentimiento y
ponía que no era obligatorio. Le pregunté y me dijeron que era el formato
viejo y que firmara. Al final firmé por miedo y me tomaron las muestras de
ADN
Tras pasar un rato en la celda, escuché la voz de Xabi Sagardoi, y en
ese momento supe que no estaba yo solo detenido.
Me trajeron un bocata, una manzana y agua, pero no comí nada
Estaba tumbado cuando un Guardia Civil tocó la puerta y me dijo que me
levantara. Me puso contra la pared y me puso una capucha en la cabeza, las
esposas delante y me metió agachado al coche. Al principio me llevaban
agachado pero más o menos cuando salimos del centro de Iruñea (5-10
minutos) mientras seguía agachado me cambiaron la capucha por un
antifaz. Cuando me lo pusieron para no machacarme la espalda me senté
normal. En el coche iba con 4 Guardias Civiles y ahí empezaron las pre-
guntas.
Con las preguntas estuvimos mucho rato y cuando les decía que no
sabía qué me estaban preguntando, me daban un montón de golpes por la
izquierda y por la derecha. No paraban de preguntar, y junto a ello me
daban unos golpes muy fuertes en la parte de atrás de la cabeza y en el
pecho. Me cansé les dije que sólo declararía delante del juez y al oír esto, el
conductor empezó a gritar "cómo que no vas a hablar ¡hijo de puta! Te voy
a matar, vas a ver tú!"acabó, noté que el coche salía del asfalto para pasar a
un camino de grava y que pararon el coche. Entonces, el conductor volvió a
empezar "sacarlo del coche que le voy a pegar un tiro y lo dejamos en un
montículo de por aquí tirado, que no se va a enterar ni dios" En ese
momento el copiloto se bajó del coche pero los que estaban a mi lado sentí
que no se había movido y que el piloto vino a la parte trasera y volvió a
108 empezar a chillar entre gritos e insultos "vas a hablar todo lo que nosotros
queramos, y si no te mato!"
Los golpes eran con la mano abierta en la nuca y en la cara. El
copiloto volvió a entrar al coche y reanudamos el viaje. Otra vez preguntas
y muchos golpes en la parte de atrás de la cabeza y en el estómago. Como
esto no funcionaba, el conductor me dijo "he oído que la puta de tu madre
está en el hospital" intentando ponerme nervioso. Entonces, el que estaba a
mi derecha empezó a decir que si arreglábamos el asunto antes de llegar a
Madrid podría llamar a mi madre para tranquilizarla. El piloto empezó de
nuevo a decir "en el coche 4 va Izaskun, tu novia, ya sabes que hoy la
vamos a violar todos por tu culpa, vaya faena que le has hecho!" suponía
que todo eso era mentira, pero en esa situación, me empecé a poner un
poco nervioso.
Sentí mucho miedo en el viaje cuando el que estaba a mi derecha
me dijo "Luis, ¿qué crees que va a pasar cuando lleguemos a Madrid? Te
vamos a torturar, y me sabe malo, soy humano, pero es mi trabajo. Necesito
información y te voy a torturar. Me notas nervioso (le dije que no)¡ claro
TAT que no! Tengo 5 días y si ya lo estás pasando mal en el viaje, espera a que
2008 lleguemos". Me parecía terrorífico la tranquilidad y lo abierto que decía
Informe que me iban a torturar con mucho dobleo (decía que eran unas bolsas del
Anual Eroski)
Al llegar a la autopista R-2 (sé que estábamos ahí porque conozco
el camino y porque pasamos muchos peajes seguidos) pararon los golpes y
los insultos. Al de poco tiempo llegamos al cuartel de Madrid. Para lle-
varme a la celda utilizaron el mismo procedimiento que en Iruñea: la
cabeza agachada, esposado y con un antifaz hasta meterme en la celda. Una
vez aquí no me dejaron sentarme, tenía que estar de pie. Trajeron algo para
cenar y comí un poco de fruta y bebí un poco de agua de una botella cerra-
da.
Después me llevaron al forense y le conté lo que había ocurrido en
el viaje. El forense se identificó bien y les pidió a los guardias que cerraran
la puerta y que esperaran fuera. Apuntaba lo que le contaba y le pregunté
haber si esos informes llegaban al juez todos los días y me dijo que sí. Me
desnudé y no tenía ninguna marca, me tomó el pulso, la tensión y me aus-
cultó. Todo bien, y al acabar me volvieron a bajar a la celda. Veía el último
pasillo que había antes de llegar al forense, se veía un poco la calle tam-
bién, creo que al llegar me metieron por ahí.
En la celda tenía que estar de pie y se oían muchos golpes. Estaban
haciendo como si estuviéramos 4 detenidos. Golpeaban otras celdas pero
yo sólo oía la voz de Xabi, por eso sabía que estábamos los dos solos. Se
llevaron a Xabi y a los 5 minutos vinieron a buscarme a mí.
Me tenía que poner mirando a la pared y cuando el guardia civil
entró en la celda, me puso un antifaz. Me ordenó que llevara las manos
atrás y me llevo a una sala de interrogatorios. Me ponían en una esquina
contra la pared y sin quitarme el antifaz (me pasé así 5 días, no vi nada más
salvo la celda y la sala del forense) empezó el infierno. Empezaron a pre-
guntar y cuando lo negaba todo comenzaron a darme un montón de
golpes, en la nuca, en el estómago y en el pecho. De repente me pusieron la
bolsa. La primera vez, le agarré del brazo al que me la ponía (le llamaban
Tío Ángel) y rompí la bolsa. Seguido "las manos quietas" y una batería de
golpes. Tenía el cuerpo temblando y no lo podía controlar. La segunda vez
que cerraron la bolsa me mareé un poco y al parecer empecé a caerme hacia
un lado. Entonces el que había conducido el coche me empezó a pegar en
la cara con la mano abierta y me dijo "¡ya verás que rápido te quito yo los
mareos!" Y otra vez empezaron con la bolsa, golpes, bolsa, golpes... Desde
que me sacaron salvo en los 2 primeros minutos tuve la bolsa en la cabeza
todo el tiempo. A veces, sin apretarla y otras veces (muy pocas) me la
ponían por encima de la nariz. De repente me decía que me callase y que
escuchase los gritos de Xabi y volvía empezar las preguntas, golpes, la
bolsa... Había pasado unas horas desde que empezó el interrogatorio y
empezaron a decir "Ves, tus colegas se han portado bien y tu aquí sigues,
sufriendo ¡mongolo!¡Qué eres un mongolo! Aquí vas a estar hasta que te
mueras" Otra vez golpes, preguntas, gritos, la bolsa... no podía más y les
dije que firmaría cualquier cosa. Me pusieron la bolsa por encima de la
nariz y empezamos a preparar una historia, me la aprendía y cuando lleg-
amos a una parte, de repente me volvieron a poner la bolsa y volvieron a
ponerme la bolsa y volvieron a pegarme y a chillarme y me dijeron "nos
estás mintiendo "y yo les decía"¡pues claro que os estoy mintiendo, es lo
que me habéis pedido!"Y entonces me dijeron que iba a pasar a otra cosa y
me recomendaron que colaborara para no tener que volver a empezar de 0.
Entonces empezaron a decir que tomaba parte en las ekintzas de Kale
Borroka, que era el jefe de unos taldes y que me tenía que comer unas
ekintzas. Les volvía decir que firmaría cualquier cosa con tal de que
acabase ese infierno. Empezaron a hablar entre ellos y les oí como decía
"las acciones que hay entre semana quítalas, que este curra fuera y no se las
vamos a poder meter" cuando escuché esto supe que tenían muchos datos
de mi vida privada (trabajo, novia, viajes...) Pasé unas horas más preparan-
do las preguntas (las que me harían después en la declaración) y las
respuestas que tenía que dar, y al final, me llevaron a la celda, me quitaron
el antifaz y me caí en la cama.
Me desperté en la misma posición cuando escuché un golpe. De un
salto me puse mirando a la pared, con miedo. A la mañana trajeron un café
y un par de magdalenas para desayunar y las comí. Andaba con dolor de
tripa y creí que me harían bien pero no fue así. Estuve con descomposición
desde la segunda mañana hasta que llegué a Soto
Esa segunda mañana después de pasar por el forense (le conté lo
sufrido esa noche y lo puso en su informe) me volvieron a llevar a la sala
de interrogatorios y me tuvieron allí hasta que me aprendí bien las pregun-
tas y las respuestas de la noche anterior: "utiliza tus palabras, sé natural, no
hagas referencia a esto que estamos haciendo de memorizar la declaración
y recuerda que si oímos algo que no nos guste lo interrumpimos todo y
como ayer a la noche empezamos de 0"
Al final, me subieron a hacer la primera declaración, no me acuerdo
bien pero creo que ya sería la tarde. Me metieron en una sala con 3
110 guardias civiles y con el abogado de oficio. No me dejaron ni mirarle ni
hablarle porque estaba incomunicado (Exmo. Ilustre Colegio Abogados de
Madrid Nº70777), me aprendí de memoria su número por si acaso.
Cuando empezaron a preguntar yo empecé a contestar y me di cuenta que
el guardia civil que preguntaba tenía un papel doblado en la mano, donde
tenía apuntadas las preguntas. En la parte de arriba de ese papel estaban mi
nombre y apellidos y rodeado de unas rayas verdes. Me sorprendió mucho
aquello y pensé que a lo mejor el abogado también se fijaría en eso. Esto lo
denuncié delante del Juez Marlasca y le comenté que no sabía si el aboga-
do de oficio se había fijado en eso o no, y él, me contestó que el abogado
no le había dicho nada de eso.
El segundo día, después de acabar la declaración fue bastante tran-
quilo. Esa tarde estuve en la sala de interrogatorios pero fue tranquilo,
querían que habláramos de política. A la noche, vinieron a decirme que
algunas de las fechas que había dado estaban mal, que lo habíamos
preparado mal y que teníamos que hacer otra declaración para corregirlo,
pero que estuviera tranquilo que al día siguiente lo haríamos más tranqui-
TAT los.
2008 El tercer día trajeron el desayuno, me pasaron por el forense y otra
Informe vez a la celda, como siempre. Estando en la celda empecé a oír la voz de
Anual mis torturadores. Sabía que venían a por mí. Entraron en la celda y me
dijeron que me pusiera en antifaz. Me sacaron y en el primer pasillo me
dijeron que estaba muy enfadado. Que les había mentido y que ahora vería.
Me llevaron a la sala de interrogatorios y nada más sentarme me pusieron
la bolsa. Como los días anteriores golpes, insultos, gritos, preguntas... Para
corregir su error (el de la primera declaración) me obligaron a aprenderme
otra. Para arreglar ese error me obligaron a inculpar a un amigo, Alberto
Lopez, y a hacerles un esquema para encontrar un zulo. Con éste vino otro
tío detrás de mí y me dijo que mirara al suelo; me levantó el antifaz y me
dio un esquema y me dijo que me lo aprendiera de memoria. Así lo hice y
para demostrar que me lo había aprendido, lo tuve que repetir 3 o 4 veces.
Luego, tras aprenderme bien la declaración me subieron a hacer la
declaración oficial. Estaba la misma gente en esa sala y después de decir
todo lo que me habían hecho aprender, me hicieron una prueba de
caligrafía y me enseñaron unas fotos de unas personas. A ver si conocía a
alguien... Había fotos de amigos y les dije que les conocía.
Esa tarde y esa noche siguieron con las preguntas, golpes, amenazas
y la bolsa pero no con la intención de conseguir otra declaración. Me
pedían información, ellos iban nombrando todos los pueblos y barrios de
Iruñea y me preguntaban a quien conocía de cada uno. Así pasamos todo
el día, y al final conseguí que me creyeran que tenía relaciones muy cer-
radas y que no conocía gente que no fuera de Barañain.
El cuarto día me interrogaron día y noche y se pasaron el día pre-
guntándome por una persona. La bolsa, golpes, amenazas... pero sólo hablé
de mi relación personal con esa persona. Como no les gustaba lo que les
decía, nos pasamos todo el día. Creo que en este interrogatorio eran difer-
entes, creo que eran los que habían estado con Xabi y me daban golpes
muy fuertes en la parte trasera de la cabeza con una guía de teléfonos o
algo parecido. A la noche, cuando me llevaron a la celda me dijeron que
volverían después de cenar y que ya vería. Estuve nervioso y no pude
dormir esperando que llegaran. Al final, me quedé dormido y me dejaron
tranquilo hasta el día siguiente.
Al día siguiente, escuché un ruido y me puse contra la pared de un
salto. Entró un torturados y me dijo que tenía dos opciones, llevarme ante
el juez o quedarme con ellos. Que delante del juez tenía que corroborarlo
todo y que si no, me volverían a coger y que volveríamos a empezar de 0.
Yo le dije que sí, pero ya sabía que era mentira. Me llevaron hasta un
furgón de la Guardia Civil con los ojos tapados, me metieron dentro y me
llevaron a la Audiencia Nacional.
En la Audiencia, me vio el forense y después me llevaron donde
Marlasca. A él le conté todo, las torturas que había sufrido y que me
habían obligado a aprenderme de memoria las declaraciones. El fiscal se
puso muy agresivo conmigo y hasta el propio Marlasca le tuvo que llamar
la atención. Mi abogado (de oficio) pidió la libertad pero no hizo nada
más. Estando en las celdas de la Audiencia y después de saber que nos
íbamos la cárcel, los Policía Nacionales de las celdas y pasillos, apagaban las
luces y chillaban "viva España; todos a una, ¡viva Franco!" De todas formas,
después de pasar lo que había pasado, me daban ganas de reír. El viaje a
Soto fue tranquilo. Pude estar con el otro detenido (Xabi) y la primera
noche la pasamos juntos en la misma celda.
Me amenazaron con los electrodos dos veces. Una vez me echaron
agua por la cabeza y empezaron a hacer ruido detrás de mí, simulando
electricidad. La segunda vez, me mojaron los codos y siguieron el mismo
procedimiento, metiendo ruido con la intención de asustarme.
Una de las veces, un torturador me pidió que me levantara y me
obligó a hacer sentadillas, pero vino otro Guardia Civil y me dijo que qué
estaba haciendo, y me dijo que me sentara en la silla. Sabían que mi espal-
da no aguantaría y que si me daba algún tirón me tendrían que llevar al
hospital y no querían perder el tiempo. De vez en cuando me levantaban y
me obligaban a hacer estiramientos.
Sólo apagaron la luz de la celda el segundo día para dormir.
En todos los interrogatorios llevaba un antifaz negro para que no
pudiera ver nada.
En Iruñea, en la Avenida Galicia (cuartel de la guardia civil) me
visitó una mujer forense. Me desnudó y me preguntó por el trato. Yo le dije
que era bueno, porque hasta ese instante así había sido.
El médico que me vio en Madrid se identificó bien desde el princi-
pio. Al principio estábamos los dos solos en una sala y me hacía caso a lo
que le decía. Cuando supo que tenía mal la espalda les dijo a los Guardias
Civiles que me dieran Ibuprofeno. Se lo pedía cuando quería o lo necesita-
ba y ellos me lo daban. Tengo psoriasis y el primer día al ver que estaba
muy mal me trajo una crema de "Aloe Vera" para el día siguiente.
112
TAT
2008
Informe
Anual
ALBERTO
LOPEZ
Durante varios días (4 o 5), noté a mi alrededor un control axfixiante por
parte de la Policía. Si bien, debido a mi militancia política, durante años he
tenido etapas parecidas o caso idénticas en cuanto a la intensidad de los
seguimientos. Supuse que se trataba de la Guardia Civil porqué había
detenciones en mi pueblo durante esos días por parte de la Guardia Civil.
El 22, 23, 24, 25 y 26 tuve un control asfixiante: Coches, en el trabajo, en
casa... El día 27 miércoles, hacia las 6 de la tarde salí de casa. Tras coger el
coche no observé nada raro alrededor. Cuando me encontraba en el barrio
de Sanduzelai, ví cómo un coche me seguía. Para comprobar el seguimien-
to estuve dando varias vueltas por Iruñerria hasta que una vez entrado en el
polígono de Landaben este coche realizó una maniobra rara y peligrosa.
Me adelantó por la derecha. Viendo su insistencia en adelantarme me pasé
hacia el carril de la izquierda para que no me golpeara por detrás. Una vez
me adelantó y estando a unos 10 metros puso las luces de emergencia y
frenó en seco. Intenté adelantarle por la izquierda cuando dos coches me
hicieron esa maniobra imposible. También eran de la Guardia Civil. Frené
y en ese momento otro coche me golpeó por detrás. Oí el ruido de cristales
rotos (faros...) y de la chapa chocando con el toro coche de atrás. No sé si
había más coches. Estos cuatro fijo. Rápidamente se bajaron varios enca-
puchados, algunos con pistolas en la mano. Gritaban que sald?ia del coche
con la manos en alto. Me pidieron el carnet y en cinco segundos ya me
habían sacado de allí en otro coche. No sé si hubo testigos porqu no me
dió tiempo a mirar hacia las aceras. Es una zona que a esa hora hay mucha
gente paseando. Tras alejarnos de la zona me leyeron y me enseñaron la
orden de detención. Siempre con la cabeza entre las piernas y con un jersey
tapándomela. A partir de ahí, me trasladaron a la avenida de Galicia
(supongo). En el trayecto comenzaron las amenazas: "¿Sabes quien somos?
¿Has oído hablar de los incomunicados en manos de la Guardia Civil? ¿Tú
eres de los listillos, no?..."
Vieron que no estaba en buen estado debido al golpe. Les dije que me
mareaba y que me dolía el costado izquierdo. Pusieron el aire acondiciona-
do y ya no dijeron nada más.
En el cuartel me tomaron las huellas, me sacaron fotos y me cachearon
integralmente. Estando en los calabozos les avisé que me seguía doliendo
el costado, tras lo cual a los pocos minutos me dieron unas arcadas y
empecé a echar sangre por la boca. Les llamé y el Guardia Civil que entró
en los calabozos al ver la sangre salió corriendo para avisar a los demás. Me
motnaron en un coche con la cabeza entre las rodillas y me llevaron al hos-
pital Virgen del Camino. Para entrar al hospital me dijeron que caminara
tieso. En urgencias me hicieron una analítica y me tumbaron en una camil-
la. Tras ponerme una botella de suero me dejaron descansar más de media
hora. Los Guardias Civiles encapuchados estaban en todo momento dentro
de la habitación y cuando no había personal del hosptial presente, me vac-
ilaban y me amenazaban. Me subieron para hacerme placas y discutieron
con una enfermera porque querían entrar a la sala donde se hacen las pla-
cas. Tras bajarme volvieron a subirme porque querían hacerme más placas.
Hechos todos los trámites me dijeron que no veían nada en las placas y que
no había roturas. Me dieron unos medicamentos y hacia las 22,30 nos
fuimos del hospital al cuartel.
Durante los cinco días me suministraron correctamente los medicamentos
y continuamente me preguntaban por mi estado. El algunos momentos de
la incomunicación se preocupaban más de lo normal por mi alimentación
(como no me entraban, por los medicamentos, los bocadillos, me traían
yogures, salsas, yops, donuts....).
Hacia las 23,30, nos dirijimos al registro de mi casa. Tanto en el registro
como el resto de horas siguientes en Iruñea el trato fue "correcto".
En el registro de casa y tratero estuvieron hora y media (veía la hora en sus
relojes). Primero, la policía científica (ADNs, isopos....) y después todo el
tema político. Llevo poco tiempo en mi casa por lo que no había mucha
cosa. No se llevaron nada de importancia salvo las libretas del banco. El
trato en general, correcto. En único incidente fue los tres golpes con la
mano abierta en la cabeza que dio un GAR que participaba en la cobertura
del registro para que no les mirara a los ojos. Dentro de mi casa se presen-
taron la secretaria judicial y un juez de guardia. Lo del juez tengo dudas.
No sé si era Guardai civil. Les indiqué si no era necesario un testigo y me
114 dijeron que si yo estaba presente ya era suficiente.
Al no ver gente en los exteriores de mi casa, empecé a pensar que nadie se
habia enterado de mi detención (o que mi novia también estaba detenida,
ya que me preguntaban insistentemente dónde podía estar su coche). De
casa al cuartel y hacia las 2 de la madrugada me montaron en un coche
dirección a Madrid. No me colocaron esposas, me colocaron una especie de
cordón atado suavemente y con las manos adelante. Dos pasamontañas en
la cabeza hasta la nariz para que pudiera respirar mejor. Durante el viaje
me dejaban ir sentado normal pero la mayoría del tiempo llevaba la cabeza
entre las piernas. Me hablaban de vez en cuando para que no me quedara
dormido, en tono correcto y sobre cosas normales. El jueves yo sabía que
los detenidos de mi pueblo tenían que pasar delante del juez. En Iruñea, un
Guardia Civil me dijo que estuviera tranquilo que el juez me quería tomar
declaración junto a ellos. Por un momento llegué a pensar que me llevaban
a la Audiencia. Pero a las 8,00 de la mañana más o menos metieron el
coche marcha atrás en un garaje y me bajaron. Cuando empecé a cruzar un
patio con mucho eco ya me hice a la idea de que estaba en un cuartel. Me
TAT llevaban a empujones con la cabeza agachada y aquí empezaron las ame-
2008 nazas y lo gritos: "Gudari de mierda", "ya verás lo que te espera", "qué lar-
Informe gos se te van a hacer estos cinco días"...
Anual Bajamos por unas escaleras muy estrechas y me llevaron a los calabozos.
Cuando llegué pense que había más detenidos por los ruidos en las puer-
tas... Xabi y Luis no sé a qué hora los llevaron a la Audiencia pero coincidí
con ellos en ese cuartel durante algunas horas. Me pareció oir cuando se los
llevaban. El calabozo era de 3 metros por 2 aproximadamente. Había una
cama con un colchón. Los cinco días la luz estuvo encendida y delante de
la bombilla había una rejilla que poryectaba unas sombras en las pardes del
calabozo. El baño estaba cerca de los calabozos y para utilizarlo tenía que
pedir permiso. En dependencias policiales de Madrid estuve desde el jueves
por la mañana hasta el jueves por la mañana, que fué cuando me llevaron a
la Audiencia. La sala de interrogatorios estaba también en la planta de los
calabozos y se encontraba a unos 20 metros. Era una sala de unos 5 metros
por 3. Habia otras salas contiguas y todas estaban comunicadas con
cristales. Nunca vi nada salvo algún momento que lo veía mirando al suelo
por algún hueco del antifaz.
Durante la mañana u las primeras horas de la tarde me dejaron en paz.
Sólo me dijeron que estuviera de pie mirando contra la pared dentro del
calabozo. Las peirnas las tenía muy cansadas. Hacia las cinco de la tarde
tuve la sensación de que mi sombra y las sombras que proyectaba la rejilla
se empezaban a mover. Creo que era por efecto del cansancio, no por algún
tipo de droga. Todas la botellas de agua que me dieron durante la incomu-
nicación las tenía que abrir yo para que así pudiera comprobar que no esta-
ban manipuladas y que eran botellas nuevas. A las 6 de la tarde tras volver
a subir los dos pisos me llevaron ante la forense de la Audiencia Nacional.
Antes, la Guardia Civil me examinó para ver que no tenía marcas o para
ver cómo tenía un golpe en el costado derecho por el accidente de coche.
Al llegar al pasillo donse se encontraba la habitación donde me esperaba la
forense me quitaban el antifaz y me obigaban a caminar recto.
La actitud de la forense fue bastante correcta duranto los cinco días. Se
identificó y siempre me preguntaba si había sufrido entre visita y visita
algún maltrato psíquico o físico. Me auscultaba todo el cuerpo, la tensión y
los oidos, los ojos... Hacía seguimiento de los medicamentos... La
habitación tenía un botiquin de la Guardia Civil en la pared, una camilla y
no había cristales. Ellos estaban escuchando todo detrás de la puerta sin
ningún disimulo. Todos los Guardias Civiles que veía la forense iban sin
capuchas. Los mismos que me tomaban declaración con el abogado. Tuve
la visita de la forense todos los días (2 veces, mañana y tarde-noche).
El jueves, tras marcharse la forense me llevaron al calabozo. A la media
hora me condujeron a la sala de interrogatorios. Siempre con el antifaz, me
sentaron en una silla contra la pared, en una esquina, me dieron una bolsa
para que la sujetara yo con mis manos y empezaron con las preguntas. Me
decían que les estaba mintiendo, así que tras cada respuesta me hacían oler
la bolsa. Salvo algún golpe aislado con la mano abierta en la cabeza, no me
hicieron nada más. Me llevaron al calabozo y me dijeron que me dejaban
una hora para decirles lo que ellos querían escuchar.
A la hora, llegaron pegando golpes a las puertas y al sacarme me pregun-
taron si había pensado lo que les iba a decir. Les dije que no tenía nada que
contarles y empezaron a chillarme mientras me llevaban al cuarto de inter-
rogatorios.
Cuando entré adentro oí cómo preparaban la bolsa pero desconocía hasta
dónde serían capaces de torturarme. Durante tres horas me torturaron
ininterrumpidamente con intención de que me derrumbara física y psi-
cológicamente. Al ser el primer día, querían hacerme ver que durante cinco
días podían hacerme los mismo las veces que quisieran.
No me dieron tiempo a hablar nada. Me colocaron la bolsa y me sujetaron
por los hombros. Otro Guardia Civil me colocó su mano a la altura de mi
boca y la nariz para tapármelas, por fuera de la bolsa. Así no podía morder
la bolsa. La sensación de ahogo, angustia y de que me moría era total.
Cuando estaba al borde del desmayo me la quitaron. Al momento me
tiraron un cubo de agua muy fría por encima. Supongo que era para que
me espabilara. Me colocaron la bolsa otras 10 veces aproximadamente. En
algunas de esas veces, mientras tenía la bolsa colocada me pegaban puñeta-
zos en el estomago para que tirara el aire que tenía. También golpes en la
cabeza. Una de las veces, con la bolsa puesta en la cabeza pero sin apretarla
me obligaron a hacer flexiones con las piernas. Todo esto alternado con
vejaciones, insultos y amenazas. Al acabar las flexiones proque no podía
más, estaba físicamente agotado. No podía más, les dije que estaba dis-
puesto a firmar cosas que no había hecho con tal de salir de allí. Me ater-
rorizaba el pensar que me podía poner la bolsa otra vez (cuando tenía la
bolsa puesta me decían que moviera la pierna cinco veces si tenía que
decirles algo. Movía la pierna para que pararan y como no les decía nada,
se enfadaban más y me la volvían a poner). Debido a las flexiones tuve agu-
jetas durante semana y media. En la cárcel me dolían las piernas cuando
dormía. Más que agujetas era un dolor profundo.
116 Tras acabar con la bolsa me dieron una especie de crema o vaselina muy
fría en la nuca y en la espalda. Me dijeron que la bolsa no era nada com-
parada con los electrodos. Decían que ellos no podían superar las imagenes
de los detendidos cuando les colocaban los electrodos. Que hasta para ellos
era durísimo. Escuché un zumbido detrás de mis oídos pero no me los
colocaron. Me amenazaban con la aplicación del caballito. Que hasta ahora
no lo habían utilizado y que me iba a enterar de lo que era el sufrimiento.
Mientras, oía cómo empalmaban uno hierros con otros, como si estuvieran
montando un aparato. En ese momemtno estaba derrotado física y
psíquicamente. Oía cómo unas mujeres en el piso de arriba chillaban y
cómo una silla se movía en el suelo violentamente, como cuando te colocan
la bolsa e intentas defenderte. Me dijeron que mi novia estaba detenida y
que en mis manos estaba hacerle acabar su sufrimiento. Como no la ví en
el registro y como me preguntaban mucho por su coche, seguía dudando
sobre la posibilidad de su detención. Miraban mucho mi cuello para ver
que la bolsa no me había dejado marcas.
Esta fue la sesión más dura respecto a las torturas físicas. El resto de días
TAT fueron golpes aislados en algunos interrogatorios con la mano abierta en la
2008 cabeza, agarrones en los testículos y sobre todo tortura psicológica: Cada
Informe vez que salía del calabozo, siempre con el antifaz, salvo delante de la
Anual forense y la abogada de oficio. Ellos también iban encapuchados. Tanto los
dos que custodiaban los calabozos (se turnaban con otros), como los que
participaban en los interrogatorios. Les pude ver una vez que me pusieron
el antifaz mal colocado. Además, cuando hablaban se les notaba que lleva-
ban algo en la cabeza o en la boca.
El viernes a la mañana la forense me dijo que tenía taquicardias. Le dije
que no había podido dormir y que me encontraba muy nervioso. El viernes
y el sábado los emplearon para que me aprendiera de memoria dos declara-
ciones policiales. Durante estos dos días al lado de los calabozos se oía una
sintonía que se repetía sin parar. No podía conciliar el sueño. Sin olvidar la
luz que había en el calabozo que estuvo siempre encendida.
Durante los interrogatorios, los gritos y los susurros al oído eran con-
stantes. También golpeaban una chapa metálica (la puerta) violentamente
cuando respondía a sus preguntas.
La mayoría de amenazas giraban en torno a mi novia o mi familia. Sobre
todo incidían en la situación económica que iba a dejar a mi alrededor. La
hipoteca del piso sobre todo. A partir de ahí sobre todo el viernes y el
sábado me propusieron colaborar con ellos a cambio de fuertes sumas de
dinero (2000 euros mensuales). A esto dedicaron varias horas, me llevaban
al calabozo para que lo pensara y luego venían otra vez para saber si había
cambiado de opinión. Me decían que si aceptaba podían llegar a un acuer-
do con el juez para que saliera a la calle sin pasar por la cárcel, que no se
iba a enterar nadie...
El viernes por la noche, pasó por mi cabeza la idea de autolesionarme, para
salir de allí. Pensé en morderme la lengua pero no tuve el valor sufieciente
cuando lo intenté.
Me obligaron a firmar dos declaraciones tras dedicar horas a memorizar las
preguntas y las respuestas. El domingo a la tarde oí con nitidez las torturas
y los interrogatorios a Maider Caminos. Conozco su voz y se que era ella.
Sólo la noche del sábado al domingo y la del domingo al lunes pude
dormir algunas horas.
Respecto a las declaraciones policiales me obligaron a firmar dos, donde
me autoincultpaba de colaborar con la Kale Borroka y otra donde culpaba
a otras personas por su pertenencia a Ekin. El esquema de las preguntas y
cómo tenían que ser las respuestas me las marcaban ellos. Cuando ya
vieron que me las sabía de memoria y que transmitia seguridad llamaron al
abogado de oficio. Fueron dos veces, una por declaración. En la sala,
enfrente mía un Guardia Civil me realizaba las preguntas y el otro las
escribía en un ordenador junto a las respuestas que yo decía. El que me
realizaba las pregutnas tenía también las respuestas escritas en la hoja. Las
respuestas que antes me habían obligado a memorizar. También realicé un
reconocimiento fotográfico y otro caligráfico. En la sala, detrás mía se colo-
caron dos Guardias Civiles y el supuesto abogado de oficio. En ningún
momento me dejaron mirar queien era. Cuando pregunté prqué no lo veía
me dijeron que estaba incomunicado. En dicha sala, también detrás mía
había un cristal opaco desde el cual supongo que otros Guardias Civiles
verán cómo transcurre la declaración. Me enseñaron de lejos un carnet
tapando la foto, el cual era del abogado. Esto, tras mis preguntas por no
poder ver al abogado de oficio durante la declaración.
En todo momento me amenazaban con volverme a torturarme o con
darme una paliza de espanto si una vez que habían llamado al abogado no
realizaba la declaración en los parámetros que ellos habían marcado.
Una vez realizadas la declaraciones las cosas se calmaron bastante, quitando
el último interrogatorio muy largo, de dos a tres horas, realizado el domin-
go a la tarde. Me indicaron que la función de este interrogatorio era muy
general en el cual iba a tomar parte un "experto" que quería compartir con-
migo las estrategias y las inciativas políticas actuales y de futuro próximo a
realizar por la izquierda abertzale. El tono fué muy agresivo y al acabarlo
me llevaron a empujoens gritándome y amenazándome con una nueva pal-
iza porque les había hecho quedar mal ante el anterior experto porque se
me había olvidado contarle muchas cosas. El lunes por la mañana me
codujeron esposado en un furgón a la Audiencia Nacional, saltándonos los
semáforos con las sirenas encendidas sin ningún tipo de incidencia más.
En la Audiencia pasé tres horas en los calabozos con sensación de alivio,
porque sabía que el peligro de la tortura ya no existía. Nuevamente ví a la
forense que me había visitado en las dependencias de la Guardia Civil. Le
dije que por meido a las represalias no había denunciado los malos tratos,
tras lo cual pasé a detallárselos. Ella tomó nota de todo y me dijo que no le
sorprendía lo que le estaba contando. Delante del juez, durante la
declaración la abogada de ofició pidió mi libertad condicional pero el juez
accedió a la peticiñon del fiscal. La actitud del juez fue como si para él
fuera un trámite mi declaración. Una actitud muy fría, que no cambió tras
el relato de las torturas. En este punto me preguntó si no me habían cam-
biado de ropa durante los cinco días pese a ahecharme cubos de agua por
118 encima. Es cierto que a partir de mi detención decretó ciertas medidas con
el resto de los detenidos para "supuestamente" evitar la tortura, lo cual deja
clara que él era consciente de que los primeros detenidos habíamos sido
torturados.
Mi estado físico de higiene durante mi declaración era deplorable, Mi esta-
do anímico era sereno y consciente. Me negúe a declarar ante el juez y
negué algunos apuntes que realizó el fiscal respecto a mi persona.
Una vez ingresé en prisión, me realizaron una inspección médica en el
módulo de ingresos por parte del médico de la cárcel. Le incidí en el golpe
en las costillas por el accidente y los dolores en los muslos debido al ejerci-
cio de flexiones que me obligaron a hacer.
Respecto a las consecuencias psicológicas, pese a encontrarme fuerte,
todavía me afectan topnos de voz altos y los golpes, por ejemplo de las
puertas de las celdas al cerrarse. También he tenido síntomas de claustrofo-
bia en los calabozos de la Audiencia y en el módulo de aislamiento de
Navalcarnero. Agobio a los espacios pequeños y cerrados. Todo esto deriva-
do de los cino días de incomunicación. Pero una vez asentado en el módulo
TAT con el resto de kides ya no siento esas sensaciones.
2008 Le sensación de odio y rabia hacia los responsables de la tortura también
Informe está encima de la mesa, pero no condiciona mi día a día.
Anual
MAIDER
CAMINOS
La detención se produjo el 30 de agosto de 2008 a las 19'40 de la tarde en
la autivía que une Lizarra con Iruñea, en la rotonda que hay a la entrada de
Asterain. En el momento de la detención iba yo sola en el coche, la roton-
da estaba cortada por un coche y me detuvieron ahí mismo. Por casualidad
detrás de mí venían unos vecinos de mi pueblo y les avisé a ellos que me
estaban deteniendo. Me detuvo la guardia civil. Cuando se pararon uno de
ellos me enseñó la identificación diciéndome que estaba detenida y me
ordenó que me subiera a un coche. No me enseñaron ninguana orden. En
el momento de la detención no hubo violencia, fue rápida, tensa, porque la
situación es así en sí misma, pero sin violencia. Después me llevaron direc-
tamente al cuartel de la Guardia Civil en iruñea
Nada más meterme en el coche me ordenaron que cerrara los ojos y
que me agachara, así que sé que llegamos a Iruñea porque así me lo
dijeron. Me dijeron que habíamos ido a la Avenida Galicia . Nada más lle-
gar me metieron en una celda, tenía solamente una cama y la luz estaba
encendida. Allí me dejaron un tiempo. Luego vino una guardia civil, mujer,
y me obligó a desnudarme (las bragas no). Le quitó a la ropa todos los cor-
dones, y ami el reloj, anillos, pendientes, pulseras... Depués me dijo que me
volviera a vestir.
Después vino otro guardia civil y me enseñó la orden de detención
y me dijo que estaba incomunicada. Luego, me tomaron las huellas, fotos,
pruebas de ADN. Tras esto me llevaron de nuevo a la celda y allí estuve
durante un largo rato. En la celda la luz estaba todo el rato encendida. Al
principio me decían que tenía que estar de pie y mirando a la pared pero
luego me dijeron que me sentara, siempre al lado de la puerta y mirando a
la pared. Continuamente un Guardia Civil veía a la celda abría una ven-
tanita pequeña y se me quedaba mirando. En una ocasión me trajeron un
bocata para cenar, no comí nada, tenía el estómago completamente cerrado.
Unas horas más tarde me sacaron de la celda y me metieron en un coche.
Fuimos a mi pueblo, a casa de mi madre, era el momento del registro. Para
el registro había un gran despliege en el pueblo. Me metieron en casa y allí
estaban mi madre, mi tía y mi tío. Los echaron de casa argumentando que
yo sería la testigo del registro. Esto fue a las 2'30, más o menos. Tuve la
oportunidad de ver algún reloj de casa. El registro fue "tranquilo". Estuve
en todo momento y en todas las habitaciones presente. Estuvimos hasta las
6 o así en casa. Lo único subrrayable es que pedí agua y que no me dieron,
por lo demás tranquilos.
Había podido avisar de antemano a unos vecinos de mi detención,
por tanto ya sé, me enteré después, que mi madre llamó al cuartel de la
Guardia Civil para confirmar mi arresto. Después de discutir con ellos,
consiguió que le confirmaran que estaba detenida.
Después del registro me volvieron a llevar a Iruñea, me volvieron a
meter en la misma celda y me dijeron que me sentara. De ahí a una hora
(más o menos) me sacaron de la celda y me metieron en un coche. Empezó
el traslado hacia Madrid y las cosas empezaron a cambiar.
Nada más meterme en el coche me pusieron una capucha en la
cabeza. Me dijeron que me agachara y que no me moviera. Fui en la parte
de atrás, con un guardia civil a cada lado. Empezaron a amenazarme y a
insultarme. Si sabía quien me había detenido, que ellos no eran ni la Policía
Nacional no la foral, que eran la Guardia Civil y que sacara cuentas... que
si conocía las cosas que hacían, que métodos de tortura utilizan... Me
decían que se los dijera, yo callada. De repente empezaron con otros temas,
más vanales, y de repente otra vez amenazas. Había uno que me decía
insultos especialmente, y otro tenía cambios de humor, pero intentaban
convencerme para que dijera todo lo que "sabía". Empezaron en el coche
con los interrogatorios. En un momento recibieron una llamada y cuando
colgó ese mismo guardia civil me dijo que los que estaban en Madrid esta-
ban deseando verme, que conmigo lo pasarían bien. Hubo otra llamada
parecida, creo que en total hubo 3 o 4. Entremezclaban las preguntas con
temas vanales, que era mejor que hablara, que si lo hacía al llegar a Madrid
no me pasaría nada, pero que si no lo hacía conocería el infierno... así todo
el rato. En un instante me llegaron a decir que haríamos una "paradita", y
me preguntaban a ver que me parecía. Paramos, pero en un área de servi-
cio... jugaban conmigo constantemente. Les dije que quería agua y me
dejaron mojarme los labios, un pequeño trago, nada más. Hice así todo el
120 viaje, agachada, con el brazo de un policía encima de mi espalda.
Llegamos a Madrid, el viaje fue rápido, el coche llevaba mucha
velocidad. Llegué muy nerviosa, con mucha tensión y con dolor de espalda.
Se me ha olvidado decir que llevaba las manos atadas con una cuerda
delante, y que en el camino me las apretaron más. Además hacía mucho
calor y llegué toda sudada. Nada más bajar del coche, el guardia civil me
dijo que había elegido el mal camino. Que hubiera sido mejor si en el
coche hubiera hablado, que ahora no podía hacer nada por mi. Entre a
dependencias policiales con la cabeza tapada y las manos atadas. Me llevó
un guardia civil al piso de abajo, bajamos unas escaleras y me metieron en
una celda. En el camino, se me acercaron otros guardias civiles y me
dijeron amenazas e insultos al oído: puta, hija de puta, te voy a reventar, vas
a conocer el infierno... y cosas del estilo. Otro hacía el sonido de los besos
"que cosa más bonita me habéis traído aquí" y que conmigo haría el "cabal-
lito". Me dejaron un rato en la celda.
La celda era rectangular. En la parte de la derecha había un bloque
de Porlan y encima un colchón. La luz estaba encendida. Había olor a pis,
TAT y en una esquina en el suelo una gran mancha. La parte de arriba era de
2008 hierro, blanco con agujeritos. En la puerta había una ventanita pequeña,
Informe blanca y con agujeritos.
Anual Cuando me metieron en la celda me dijeron que estuviera de pie y
mirando a la pared. Con los ojos cerrados me quitaron la capucha y la
cuerda. Ahí estuve durante un rato. Tengo que decir también, que sólo
estuve en estas dependencias policiales, en Iruñea y en Madrid. En Madrid
en esa celda, en la sala de interrogatorios, en la sala del forense y en la sala
de la declaración policial. La sala de interrogatorios y el pasillo no los
puedo describir porque tenía los ojos cerrados y un antifaz puesto todo el
ratos.
Depués vinieron a por mi. Tenía que salir de la celda andando hacia
atrás y mirando al suelo. Nada más salir me pusieron un antifaz y me
metieron en otra sala del mismo piso. Me sentaron en una silla y
empezaron con las preguntas.
Me golepaban sobre todo el estómago y la cabeza. En la cabeza con
la mano abierta, en el estómago, me lo presionaban con los dedos de la
mano. Cuando me golpeaban, un guardia civil que estaba detrás de mí gol-
peaba un colchón, o algo así, no lo veía, con un palo. Le daban patadas a la
silla y también a mis pies. Estaba vestida, no me desnudaron, pero sí que
hicieron amagos de desnudarme. El estómago se me enrojeció algo, y al día
siguiente me salieron unos pequeños moratones.
En ese momento estaba muy atemorizada, tensionada, porque junto
a los golpes me insultaban continuamente, me amenazaban. Me decían que
me iban a hacer el "caballito" o el "pulpo". No sabía lo que era, pero en un
momento me pusieron en las manos una especie de cilindro, en una parte
estrecho y en la otra ancho. Me preguntaron si sabía que iban a hacer con
eso y se reían. Me decían que era mejor que "colaborara", porque si no, ni
el mejor psicólogo me quitaría el trauma.
Con la bolsa también empezaron desde el principio. Eso fue lo
primero que me hicieron, nada más sentarme en la silla. No sé cuantas
veces me la hicieron, muchas. Me hacían una pregunta y si la respuesta no
era adecuada para ellos me ponían la bolsa en la cabeza. Para hacerme la
bolsa, uno agarraba la bolsa desde atrás con una mano y con la otra me
tapaba la nariz y la boca. Yo me movía e intentaba resistirme, así que otro
Guardia Civil me agarraba las manos y otro las piernas. Me decían que
golepara el suelo con la pierna derecha cuando tuviera la "respuesta correc-
ta". Cuando me empezaba a ahogar, golpeaba el suelo y aún alargaban más
la asfixia. Estuve dos veces a punto de vomitar, me daban arcadas. En una
de las ocasiones, creo que mordí la bolsa. Dejé todo sudado. En otras
sesión, me dieron la misma bolsa y me dijeron que la oliera. Me decían que
tenía el olor de mi sudor y que íbamos a continuar. En esta ocasión me oli-
garon a tener a mi la bolsa entre mis manos. Luego me la pusieron en la
cabeza, sin presionar, pero me la mantenían ahí. Cuando algo no les gusta-
ba me la empezaban a apretar. Lo peor era cuando tenía la boca abierta. La
bolsa se me metía hasta la garganta y me daba ganas de vomitar.
En los interrogatorios y en los pasillos tenía todo el rato un antifaz
puesto. No pude ver a los que me interrogaron. Sólo notaba la voz y los
movimientos a mi alrededor. En los interrogatorios estarían 5 o 6 guardias
civiles conmigo. Dos haciendo preguntas y los demás por detrás haciendo
ruidos y movimientos. Como he dicho antes, le daban golpes a la silla
cuando me hacían la bolsa o me golpeaban. Junto a esto golpeaban un
colchón con un palo o algo así, y metían mucho ruido con algo metálico.
Sentía nerviosismo principalmente, mucha tensión, estaba temblando todo
el rato. Me echaba a temblar cuando me sacaban de la celda.
En la celda la luz estaba siempre encendida, no la apagaron hasta la
última noche. No se podía dormir y también tuve dolor de cabeza. Luz,
tensión, miedo... se mezclaba todo
Además las amenazas y los insultos eran constantes. Me amenaza-
ban con seguir torturándome. Que iba a conocer el infierno, el de verdad,
diciéndome que lo que me habían hecho hasta ahora no era nada... Que
me iban a crear un trauma terrible, que era mejor que hablara. Me decían
que era mejor que me "salvara", que si no conocería lo que es bueno. Y más
insultos como antes, puta, hija de puta, asesina... En un momento llegaron
a decir que eran torturas, y que si se les iba la mano no había problema:
"Cal y ya está todo arreglado". Jugaban con total impunidad, decían que no
tenían ningún problema, que no les iban a condenar por las torturas...
Me obligaron a aprenderme una autoinculpación de memoria.
Mientras, recibí una oferta de colaboración. Me dijeron que tenía 3
opciones: A, hablar; B, callar y recibir palos; C, ir a la calle, me pondrían en
libertas y que de vez en cuando recibiríra una llamada de ellos pidiéndome
información. Me dijeron que tendría hasta sueldo, llegaron a ofrecerme
2500 euros.
Entre interrogatorio e interrogatorio me bajaban a la celda "a pen-
sar". De camino a la celda, había un guardia civil que hacía el papel de
bueno y era éste el que me decía que opciones tenía. Que si me portaba
bien todo se acabaría, si me portaba mal conocería el infierno, el infierno
122 de verdad. Que había otras personas detenidas, que todos habían hablado,
que todos se habían "salvado" y que yo hiciera lo mismo... Todo esto en el
pasillo, camino a la celda.
Me obligaron a aprenderme la declaración de memoria. Para eso
me obligaron a repasara un montón de veces, 15-20 veces... no sé, estuvi-
mos mucho rato así. Tenía la bolsa en las manos mientras estaba
aprendiéndome la declaración de memoria, me decían que no me equivo-
cara, que si no ya sabía lo que tendría. Después de aprenderla me llevaron a
la celda y me dijeron que vendrían luego a buscarme para hacer la
declaración policial. Todo esto pasó en un solo día, todo era muy intenso,
muy violento, estaba muy tensionada. Llegué a la celda y empecé a
escuchar a los demás detenidos. No sabía si éramos 3 o 4, pero oía a
alguien devolviendo y la oía muy mal. Esto me puso muy nerviosa. Cuando
llegué a la celda me dejaron sentarme. No dormí, no podía, estaba muy
nerviosa. No me dieron nada para comer en todo el día. Cuando me saca-
ban al baño aprovechaba para beber agua.
Durante el periodo de detención, los dos primeros días vi a una
TAT médico forense dos veces al día, a la mañana y a la noche. Se identificó
2008 como médico pero no recuerdo si me enseño el carnet o no, creo que sí.
Informe Era una mujer. Me veía en una sala pequeña, había una especie de camilla,
Anual dos sillas y un lavabo. La sala era muy estrecha. No denuncié nada ante
ella, tenía miedo. Estábamos las dos solas en la habitación, la puerta estaba
cerrada, pero no me fiaba de ella. El 3º y 4º día vino una médico de confi-
anza designada por la familia. Me enseñó el carnet y me tomó los datos.
Ambas me hicieron las mismas preguntas, sobre las enfermedades, sobre el
trato que estaba recibiendo, si necesitaba algo... Yo les contestaba, pero por
miedo no les decía nada. Además, la forense me tomó la tensión y el pulso.
Cuando vino la médico de confianza me dijo que me desnudara para ver si
tenía algún golpe para explorarlo. También me tomó el pulso y la tensión.
Como estaba con la regla también me dio unas pastillas para el dolor y me
trajo un spry para parar los mocos de la sinusitis. Además de esto, ver una
cara amiga me dio muchos ánimos.
En cuanto a la declaración policial, me obligaron a aprendérmela de
memoria. La declaración fue una autoinculpación y la denuncia de otros.
En total sobre 5 personas (yo incluida). Cuando hice la declaración había
dos hombres delante de mi, que no se identificaron, pero que uno hacía las
labores de secretario y el otro hacía las preguntas. Detrás de mi, al parecer,
había un abogado de oficio y un agente judicial (tengo duda en esto) pero
yo no les podía ver ni hablar. Esto me lo dejaron claro porque estaba inco-
municada. El abogado no hizo nada, sólo firmó, como los demás. Como le
declaración era preparada, antes de entrar a declarar me llevaron a la sala
de interrogatorios o a otra sala para dejarme claro que lo tenía que hacer
bien, si no, ya sabía lo que habría. Me dijeron que antes o después haría
declaraciones policiales, así que estaba en mi mano hacerlo bien, o el resto
del tiempo antes de ir ante el juez lo pasaría en el infierno. Que me
matarían, que me reventarían por dentro. Luego me llevaron a hacer la
declaración. A partir de ahí, me dejaron tranquila. Todo esto pasó el
domingo, la declaración la hice a las 12 de la noche. Luego me llevaron a la
celda y me dieron agua, también algo de comer, pero no comí nada, estaba
demasiado nerviosa. Después de hacer la declaración vino el peor momento
para mí. A la tensión, miedo, dolor de todo el día hubo que sumarle que
vino un policía y me dijo: lo has hecho perfecto. Eso me hundió. Me
dejaron destrozada, no machacada, sino que hicieron sentirme muy
pequeña. Fueron momentos muy duros. Los días siguientes más tranquilos,
pero todavía como faltaban la prueba caligráfica y así siguieron con las
amenazas. En el mismo sentido del día anterior... Estas amenazas las
hacían en el pasillo, cuando me sacaban de la celda para llevarme al forense
o sin más, para hablar conmigo. Estos días también cuando estaba en la
celda notaba ruidos a mi alrededor, que hacían que aumentase mi nervio-
sismo y tensión: sonidos de grifos de agua, golpes en el techo (como si
alguien golpeara el suelo con la pierna, como cuando me hacían a mi la
bolsa) Aparte de eso, un sonido que no consigo quitarme de la cabeza.
Cuando tenían que sacar a alguien de la celda, para avisar a los que "nos
custodiaban" silvaban por el pasillo... ese momento era de una gran tensión
también.
Así pasaron los días... el tercer día a la noche, nos apagaron la luz, a
mi ne dieron hasta una chaqueta, mi madre había preparado una mochila
con ropa, pero no nos dejaron ni cambiarnos ni asearnos y yo estaba con la
regla. Eso me dio la pista de que al día siguiente pasaríamos por la
Audiencia. De todas formas, como en los días anteriores, apenas dormí.
Después de hacer la declaración nos dieron de comer, pero no podía comer,
sólo me entraba la fruta y no tenía muy buena pinta. En total perdí 5-6
kilos en el periodo de incomunicación. Mucha tensión. Bueno, como he
dicho, el cuarto día nos llevaron a la audiencia nacional.
El viaje fue bastante duro. Me esposaron a la espalda, muy fuerte y
me metieron en el furgón. Iba a mucha velocidad, con las sirenas puestas y
conduciendo muy mak, me caí dos veces dentro del furgón. Cuando llegué
a la Audiencia me dijeron que mirara al suelo, que no les mirara a ellos. Me
quitaron las esposas, tenía marcas. Me metieron en una celda sucia. Me
dijeron que iba a declarar incomunicada y que si quería ver al médico. Les
dije que no. No por miedo, sino porque estaba muy desanimada y tenía
muchos nervios y tensión.
La declaración judicial fue muy tranquila. Cuando estaba en la
celda aproveché para pensar un poco y tranquilizarme. Cuando estaba con
Marlasca me volví a poner nerviosa, pero intenté mantener la cabeza fría.
El juez leyó mi declaración policial, yo le dije que no iba a declarar y
denuncié las torturas. El fiscal me pidió que describiese las torturas y así lo
hice. Entonces me dijo que por mi responsabilidad, según la acusación, yo
era seguramente la que hacía esas guías y "manuales" para los detenidos, y
que mi denuncia iría dentro de ese "manual". El abogado de oficio no dijo
nada.
124
TAT
2008
Informe
Anual
MAITANE
INTXAURRAGA
La detención se produjo el día 31 de Agosto de 2008, a las 12'30
del mediodía, entre Lakuntza y Arruazu. Iba con mi pareja y con mi hijo e
hija al Artzai Eguna de Uharte.
Me detuvo la Guardia Civil y no me enseñaron ninguna orden.
Sólo me dijeron que era una detención ordenada por el Juez Marlasca.
Nos hicieron parar del coche y nos obligaron a bajar de él. Estaban
nerviosos pero no usaron la violencia. En el registro estuve yo presente de
testigo.
De la comendancia de Iruñea me llevaron a Madrid con los ojos tapados y
esposada.
Estuve en las comandancias de Iruñea y Madrid. No podría
describirlas, porque tuve todo el rato los ojos tapados y tenía que llevar la
cabeza agachada.
Sé que en la Comandancia de Madrid las celdas estaban en el soto
y que atravesaba un pasillo largo y curvado para subir. También subía
escaleras, primero 4 y luego otras 10-12.
En Madrid, además de tener los ojos tapados utilizaron mucho la
presión sicológica: me dijeron que iban a detener a mi pareja y que me
quitarían a mis hijo e hija, que se los quedaría el estado... Me amenazaron
con torturarme, que me pondrían la bolsa.... Tenía que estar de pie todo el
rato y me hablaban muy cerca, unos gritándome y otros suave.
Las celdas eran de 2x3. Había una cama de hormigón con una
manta y un colchón y nada más. Bueno, también había una luz muy
potente que la mantenían encendida las 24 horas. No vi más habitaciones
ni el pasillo. Me sacaban de la celda siempre con los ojos tapados. No me
agredieron físicamente.
Me tuvieron de pie y con los brazos extendidos mirando a la pared.
Yo tenía impedida la visión, pero ellos fueron todo el viaje enca-
puchados. Los que custodiaban las celdas también estaban encapuchados y
los del registro también.
Sufrí 3 interrogatorios, entre la noche del 31 al 1; el 2 a la mañana
y el 3 a la tarde.
Me obligaron a firmar una declaración y oi a otros detenidos.
La médico forense y la de confianza pasaron cada 12 horas. En la
sala donde me vio la forense de Iruñea-Pamplona había un crital. La sala
de Madrid era pequeña, pero estaba cerrada, o al menos eso parecía. La
puerta estaba cerrada y no había cristal. No les dije nada sobre las coac-
ciones y las amenazas, ni siquiera que me tenían con los ojos tapados. Tan
sólo les dije que tenía un terrible dolor de cabeza constante y me dieron
Ibuprrofeno cada ocho horas. En Iruñea el médico me desnudó, y me miró
de arriba abajo. En Madrid no. Me tomaba la tensión, me auscultaban y
listo. La médico de confianza me miró la cabeza.... La médico forense
parecía un funcionario más.
Me decían que si les decía lo que ellos querían, después de la
declaración se tranquilizarían las cosas, y al contrario, que se podían empe-
orar. Que el trato podía volverse más violento, y que me quitarían a los
hijos. Después de la declaración me dejaron tranquila. La declaración la
prepararon ellos. Fui llorando a declarar y el abogado no pe preguntó
nada.
En la Audiencia no quise que me viera el forense. No declaré
delante del juez. Denuncié los malos tratos, las amenazas y las coacciones.
Le dije al juez que la declaración había sido obligada a hacerla. El Juez lo
puso en duda (todo lo que le dije) y el fiscal no me hizo ninguna pregunta,
tampoco el abogado de oficio. Sentí mucha impotencia delante del juez.
126
TAT
2008
Informe
Anual
TESTIMONIOS
SEPTIEMBRE 2008
IKER
ARAGUAS
Mi detención fue el 30 de Septiembre de dos mil ocho, martes. Me detu-
vieron hacia las 10 de la noche. Fue en el barrio Iturrama de Iruña, estaba
saliendo de una bajera, estaba solo y no hubo más testigos de la detención.
El cuerpo policial que me detuvo fue la Policía Nacional y no tenían orden
de detención, o al menos no me la enseñaron, además no me comunicaron
la razón de la detención. Lo único que me dijeron fue que yo ya sabía
porque me detenían y al contestarles que no: "Si eras el siguiente en la
lista" me dijeron. Creo que se me acercaron cuatro policías, yo no les veía la
cara y tras ponerme contra la pared, me esposaron con los brazos hacia
atrás, y tras obligarme a llevar la espalda agachada y mirar al suelo, me
metieron en un coche cuidando mucho que no me viera nadie. Parecía que
querían hacerlo todo con mucho cuidado, con mucha discreción, porque
estábamos en la calle y nos podía ver cualquiera. Una vez dentro del coche,
un policía se sentó a mi lado y me obligaba a mirar al suelo todo el rato.
De allí, fuimos a Chinchilla a toda velocidad y recibí varios plastazos en la
parte de atrás de la cabeza, con la mano abierta y me los dio el policía que
tenía a mi lado. Nada más llegar, obligándome a estar en todo momento en
la posición inicial, sólo podía mirar al suelo, me pusieron de pie contra una
128 pared. Yo no les veía, pero saía que había cada vez más policías a mi alrede-
dor. En ese momento vinieron otros policías distintos y éstos llevaban la
cara tapada. Pude verles un momento en el que levanté la mirada.
Estuvieron chillándome al oído y golpeándome, uno detrás de otro
"¿Dónde estabas antes de que te detuviéramos? ¿Con quién estás? ¿Quién
es esta? ¿De qué la conoces? ¿Estabas con éste, con el otro...? ¡Te vas a
enterar! ¡Te vas a llevar más hostias que nunca! ¡Vas a pasar los peores
cinco días de tu vida! ¿No te suena mi voz?..." Me gritaban cosas así mien-
tras recibía golpes en la cabeza sin parar. Me daban los golpes con la mano
abierta y con mucha fuerza, y los recibía todos en la parte de atrás de la
cabeza. También recibí un par de patadas detrás de las rodillas que me
hacían perder el equilibrio y en una de las veces un policía me puso su
rodilla contra mi culo y me dijo "¿Notas algo? Pues como no colabores, en
vez de notar mi rodilla notarás una pistola" Después de estar así un rato,
me llevaron a la celda. Todo el rato con la cabeza para abajo, con con-
stantes amenazas "¡Como levantes la cabeza te llevas una ostia! ¡No nos
mires!" Justo antes de entrar a la celda, me quitaron todos los cordones y
TAT tras cachearme de arriba a abajo, me metieron a la celda.
2008 La celda era de 5 o 6 metros cuadrados y tenía una colchoneta para
Informe dormir, encima de una especie de banco.. Después de estar allí no sé cuanto
Anual tiempo, me llevaron hacia la casa de mis padres a realizar el registro.
Cuando estaba en la celda, al abrir la puerta o al abrir la mirilla de la puer-
ta, me obligaban a levantarme y a mirar a la pared, tenía prohibido mirarles
a la cara. Recuerdo que una de las veces, un policía con la cara tapada abrió
la puerta y me dijo: "¡Ya sabes por que estas aquí! ¿no? Segi, Ekin y tus
amigitos, así que vete preparando, porque esta va a ser tu peor pesadilla!"
Llegamos a casa, y además de los policías vestidos de calle que
llevaban la cara bien tapada, había un gran despliegue de uniformados.
Abrieron el portal con las llaves que me quitaron al detenerme, y nada más
entrar apareció la secretaria judicial de la Audiencia Nacional, diciendo que
ella tomaría acta de todo el registro. A mí, me subieron en ascensor a casa,
todo lleno de policías, tanto uniformados como de paisano. Tocaron el tim-
bre muchas veces y tras estar golpeando la puerta, chillaron que era la
policía y abrió mi madre. La secretaria judicial le indicó que iban a proced-
er al registro y que como estaba incomunicado no podía hablar conmigo.
Mientras, los policías empezaron a entrar en casa y cuando mi aita les vio
dentro de casa, perdió el conocimiento y se cayó al suelo. No pude ver
nada. Entonces me metieron a casa con las esposas muy-muy prietas y
como estaba preocupado por la situación de mi padre, aún tengo dudas de
si me hicieron pasar por encima de él por eso. Comenzaron con el registro.
Miraron toda la casa empezando por mi habitación, amenazaron a mi her-
mana con detenerla sólo por pedir que no se llevaran un ordenador portátil
que es de ella. El registro fue bastante largo, y lo miraron todo: mu cuarto,
el de mi hermana, la sala, terraza y cocina.
Tras coger todo lo que creyeron importante, me sacaron de casa sin
poder ver a la familia. Lo peor del registro fue la situación, ver tantos
policías encapuchados en casa dejándolo todo patas arriba. Su actitud era
chulesca con mi madre y mi hermana, el no poser despedirme de los de
casa y además no saber nada de mi padre, era lo que más me preocupaba.
Además de eso, las esposas me hacían mucho daño y pese a que pedí que
me las soltaran, aunque sólo fuera un poco, no me hicieron ni caso. A la
hora de salir de casa, esperaron un poco en el portal por el número de
medios de comunicación que había. Me pusieron la capucha de mi jersey y
entre amenazas me sacaron a la calle, diciéndome que si decía o hacía algo
delante de los medios, me darían una paliza. Me metieron en un coche en
donde estaban el conductor y otro policía detrás, los dos encapuchados, y
me volvieron a llevar a la comisaría de Iruñea. El viaje lo hicieron con-
duciendo de una forma muy brusca: acelerones, frenazos... y como no, no
faltaron ni las amenazas ni las humillaciones. Mientras uno de ellos iba
cantando el himno de españa, el otro decía cualquier cosa contra mi: "¡Te
vas a enterar! ¡Puto vasquito!... ¿Y a éste a donde lo llevamos al Sadar o a
San Cristobal? A San Cristobal mejor, ¿no? Que tiene más misterio". Tras
estar dando vueltas por Iruñea llegamos a comisaría y tras pasar allí la
noche, a la mañana siguiente pasé por el médico forense. Tras hacerme la
prueba de ADN, hacia el medio día, me sacaron de la celda y comenzamos
el viaje a Madrid. En el coche íbamos, el conductor, un policía a mi lado y
yo. En ese momento ya sabía que no estaba yo solo detenido, pero no sabía
quienes eran los demás.
El viaje a Madrid fue bastante duro. Me obligaron a estar todo el viaje en
la misma postura, mirando al suelo y con la espalda agachada. Hacía un
año que me habían operado de la espalda y lo pasé muy mal para estar
todo el viaje en esa postura. Aparte de la postura, pasé todo el viaje entre
golpes, amenazas y gritos. Cuando estaba en Iruñea me dijeron al salir que
empezara a hablar, y según salimos, empezaron a darme golpes en la cabeza
con la mano abierta todo el rato, me daban fuertes tirones de pelo, me
movían la cabeza para todos los lados llegando a golpearme con el propio
coche. Estábamos todavía en Nafarroa, la verdad es que no sé en donde
porque no podía ver la carretera. Al salir de Nafarroa me empezaron a
hablar y cuando él quería, el que estaba a mi lado, me volvían a hacer lo
mismo: gritos en el oído, golpes constantes en la cabeza, tirones de pelo,
golpearme la cabeza contra el coche... Así pasé todo el viaje hasta que lleg-
amos a un área de servicio. Allí pararon el coche y creo que estuvimos
todos los detenidos en ese lugar. Los policías que estaban conmigo se
fueron a comer y vinieron otros. Me encontraba dentro del coche y me
hacían lo mismo que los anteriores, pero con más intensidad y rabia.
Primero venía uno, luego otro, después dos... así todo el rato, hasta que
volvieron los del principio. Recuerdo que uno me dijo: "Lo que te vamos a
hacer estos dias se te va a quedar toda la vida en la cabeza". De aquí con-
tinuamos a Madrid. Continuaron igual y también fueron momentos bas-
tante duros: "Si no cantas ahora, ya cantaras en Madrid..." y cosas pareci-
das. Como continuaba callado, además de los métodos de siempre cogieron
una bolsa para amenazarme: "Como no cantes ya sabes lo que hay, ¿no?" y
me pusieron la bolsa al lado de la oreja. Siguieron hasta Madrid con la
misma monotonía: amenazas de bolsa, golpes en la cabeza, gritos en los
130 oídos, insultos...
Cuando llegamos a Madrid fuimos derechos a dependencias poli-
ciales y tras dar allí los datos, me metieron en una celda. Sé que estuve
hasta el sábado porque ese día pasamos por la Audiencia Nacional. Pero
durante esos días no sabía en que día de la semana vivía ni la hora que era.
Pasé los días desorientado allí dentro. Para poder describir qué situación
viví allí, hay que analizarlo todo de un modo general. Todo lo que te afecta
en esos diferentes y duros instantes. Todo está en tu contra, al principio
estaba con fuerza, y a pesar de que creía que aguantaría todo lo que me
estaban haciendo, al final, me derrumbé. Llega un momento en donde se te
cae el mundo encima. Es tan grande la presión interior que te hacen que
acabas explotando y llegas a estar a su merced, aunque sea la última cosa
que quieres. Continuos interrogatorios, ni siquiera sé de cuantas horas, pre-
sión sicológica, la cabeza totalmente confundida, sin posibilidad de pensar
con claridad, palizas, amenazas, gritos, cansancio físico y sicológico...
En esos largos cinco días acabé cayendo en sus manos, admitiendo
todo lo que ellos querían, y no porque yo lo quisiera, pero era tanta la
TAT impotencia que sentía que para recuperar mi identidad y mi carácter, acabé
2008 firmando cualquier cosa para que me dejaran en paz. Más que una tortura
Informe en concreto, lo más duro es la situación de esos días, es una situación global
Anual de un montón de situaciones duras y diferentes. Ellos saben que en
cualquier momento tú caeras y tienen métodos para ello. Van tirando de la
cuerda hasta que dices lo que ellos quieren, aunque sepan que es mentira. Y
si no consiguen lo que quieren, endurecen sus métodos hasta completar la
declaración policial que les interesa. Encuentras tu cabeza obligada a decir
lo que quieren, aunque sea algo que no has hecho en tu vida, pero en ese
instante prefieres que te dejen en paz a inculparte. Eso es, al menos, lo que
yo sentí. Creo que hice la declaración policial el jueves, hacia la tarde, y
hasta que la hice sufrí todo topo de malos tratos, tanto físicos como psi-
cológicos. Después de hacer la declaración policial, me dijeron que me iban
a alargar la incomunicación otras 48 horas, y en ese instante tenía miedo de
todo lo que me pudieran hacer.
La celda en la que estuve no mediría más de 8 metros cuadrados.
Al entrar a la derecha estaba el baño, a la izquierda un grifo de agua y
dando uno o dos pasos hacia adelante, había una puerta de barrotes que
estaba abierta siempre y que separaba la celda en dos. Al otro lado, había
una especie de banco para "dormir". La luz estaba todo el rato encendida y
la intensidad era bastante alta. Las salas que utilizaban para interrogar, por
lo que yo sé, eran dos. Un cuartito de unos 5-6 metros cuadrados en el que
sólo cabía una mesa con un ordenador y otra más grande que tenía en
medio una mesa y otra mesa más pequeña con un ordenador. En estas
habitaciones la intensidad de la luz también era bastante grande.
Me daban todo el rato golpes en la parte de atrás de la cabeza,
siempre con la mano abierta. Se ponían guantes de látex y me daban por
detrás, sin poder ver nunca quién, me cogían del pelo con mucha fuerza,
muchas veces tirándome al suelo.Recibí también algunos golpes en el estó-
mago que me los daban con la mano cerrada. Y también en los testículos,
éstos también con la mano cerrada. Estos golpes me los daban estando
frente a frente y podía verles la cara. Los golpes de la cabeza y los tirones
de pelo los hacían muchas veces y con mucha intensidad. Los golpes en el
estómago y en testículos, en cambio, no eran tantas veces, pero algunos
fueron muy fuertes, y siempre tenía tapada el lugar donde recibía el golpe.
En esos momentos, además del dolor del golpe, era desánimo lo que más
sentía. Era una marioneta en sus manos. Me sentía como si pudieran hacer
conmigo todo lo que ellos quisieran. Impotencia, la imposibilidad invadía
mi cuerpo. Y no tenía marcas en el cuerpo. Aunque en el momento tuviera
un enrojecimiento, luego no quedaban marcas, salvo las de las esposas. De
ellas, sí que me quedaron.
Me hicieron la bolsa cuatro veces y en un mismo interrogatorio, fue
en un momento muy concreto. No sé cuanto tiempo duraría, pero creo que
fue todo bastante seguido. Mientras me hacían la bolsa me daban golpes en
el estómago con la mano cerrada, y para que no rompiera la bolsa con los
dientes me ponían la mano en la boca. Además de la sensación de ahogo,
me entraron ganas de vomitar y mareos.
Me obligaban a hacer flexiones cuando ya no podía más, eran flex-
iones de brazos. Cuando me caía, por culpa del cansancio, me pisaban y me
obligaban a seguir haciendo más. En esos momentos me encontraba sin
fuerza, obligado a hacer algo que no podía, rendido, cansado...
También me obligaron a hacer ejercicios para debilitarme y
cansarme, obligándome a estar durante largo tiempo de puntillas y con las
rodillas dobladas. Tenía las piernas temblando. Cuando no pude más y
estaba a punto de caerme me dieron un golpe en la zona de la cabeza con
todas sus fuerzas, y tras caerme al suelo, me volvieron a levantar.
Me obligaban a estar todo el rato mirando a una esquina. Si estaba
de pie frente a la esquina, y si estaba sentado, dirigían la silla hacia una
esquina de la sala. Los policías estaban con y sin capucha. A mí no me
encapucharon. No puedo hacer una descripción muy exacta de los que vi,
pero si los viera enseguida sabría quien era cada uno. La siguiente es una
pequeña descripción:
- Hombre de unos 30-40 años. Pelo y piel morena, no muy alto.
- Hombre de más de 50 años, pelo azulado y piel bastante blan-
quecina.
- Hombre de unos 30-40 años. 1'80 de altura, pelo marrón y corto.
Piel blanquecina. Complexión fuerte.
- Hombre de 40-50 años, tenía piel y pelo negro, con barba. 1'75 de
altura.
- Hombre de entre 45-50 años, no muy alto y delgado. Tenía perilla
y el pelo azulado. La piel no muy blanca.
- Mujer de unos 30 años. Piel y pelo negro, de media estatura.
Recuerdo que tenía un mote.
Estaban todo el rato chillándome al oído, si no era uno era el otro.
Cuando estaba en la celda oía ruidos raros, los ladridos de perro eran con-
stantes, tanto en los interrogatorios como dentro de la celda.
Cuando hacía ejercicios o flexiones y se daban cuenta de que no
132 podía más, me ponían una silla al lado y me decían: "Si colaboras te sien-
tas, sino, ya sabes lo que hay" Y así todo el rato.
La luz estaba todo el rato encendida en las celdas, tanto en la
Audiencia Nacional como en la comisaría. La luz de comisaría era muy
intensa, tanto la de las salas de interrogatorios como la de la celda.
Se pasaban todo el tiempo amenazándome. Me decían que si no
colaboraba con ellos me darían una paliza. Si no, empezaban a presionarme
con la pena de cárcel: "Si colaboras te van a caer 5 años, de lo contrario
25"Así todo el rato. Me dijeron que habían llevado al hospital a una de las
personas que estaba detenida junto a mí por todos los golpes que había
recibido en la cabeza, y que a mí me pasaría lo mismo si no colaboraba.
Cuando me hicieron la bolsa, me produjeron ganas de vomitar y me decían
que si vomitaba me obligarían a comerme todo el vómito.
Estaban todo el rato con el móvil, mandando y recibiendo men-
sajes. En una ocasión, no sé si con el objetivo de meterme miedo o qué, el
policía que me estaba interrogando se puso a leer en alto el mensaje, decía
que se había muerto un amigo que habían detenido junto a mí.
TAT Los interrogatorios eran continuos, y no había papeles de poli
2008 bueno y malo. Todos tenían una actitus violenta y chulesca. Si no respondía
Informe recibía gopes y si lo que decía no les gustaba, me contestaban que les estaba
Anual mintiendo y me volvían a pegar. Entre el primer y segundo interrogatorio
me dejaron descansar, pero de ahí en adelante no tuve descanso. En un
momento me llevaron a la celda muy poco tiempo y entró un policía enca-
puchado y comenzó a amenazarme: "¡Si no cantas te los saco! Y sabes lo
que hay, ¿no? ¡O me lo dices o te lo saco!" al de poco rato volvieron a
sacarme. Me llevaban de una sala a otra cambiando los policías que me
interrogaban. No me dejaron en paz hasta que firmé la declaración policial,
sólo cuando pasaba delante del forense, y en una de las ocasiones, mientras
estaban interrogándome se dieron cuenta de que venía el forense y uno de
ellos dijo: "Dejarle en paz y quitaros los pasamontañas que viene el
forense".
Dormí muy poco, casi nada, y aunque nos daban comida, tampoco
comí nada. Por un lado porrque no me fiaba, y por otro porque era
intragable lo que nos daban. Eso sí, lo que nos daban, era muy poco y sólo
a la hora de comer, lo demás eran zumo y galletas
Me presionaban muchísimo con la gente cercana. Me pedían que
declarara contra mis amigos. Que ellos estaban en la calle y que yo me
comería un marrón enorme mientras ellos se libraban. Que yo era el más
tonto de todos, comiéndome toda la mierda. Me presionaron también
mucho con mi novia y mi familia, sobre todo con mi padre y con mi novia.
Era muy general lo que decían, pero sobre todo ponían mucho énfasis en el
plano sentimental. Estuvieron hablando mucho rato sobre el estado de
salud de mi padre: "Mira lo que le has hecho", "Ya sabes que está en el
Hospital ¿no?", "¿Como le puedes hacer esto a tu padre?"... Querían
hacerme ver que sabían mucho sobre la gente de alrededor.
Estando en la cleda, vi dibujos o caras extrañas en las paredes;
supongo que sería por el cansancio, la intensidad de la luz y el no haber
dormido. Siempre que estaba en la celda tenía los ojos cerrados porque no
soportaba la intensidad de la luz ni ver todo lo de alrededor.
Vi a dos médicos forenses. El primero en Iruñea y al segundo en
Madrid, en dependencias policiales y en la Audiencia nacional. El miér-
coles a la mañana vi al médico de Iruñea, y al de Madrid el miércoles a la
tarde, jueves mañana y tarde, el viernes y el sábado en la Audiencia. No sé
si se identificó o no, pero tenía carnet. En comisaría me vio en una sala
pequeña, parecida a la de los interrogatorios con una mesa y sin ordenador.
No tenía nada más y no parecía para nada una consulta médica. Dentro no
había policías y la puerta estaba cerrada. Deuncié el trato que estaba recibi-
endo pero no me decía nada. Escribía lo que le decía solamente. No sé si
todo o lo que le interesaba, pero escribía. Me preguntaba por el trato que
estaba recibiendo pero sin profundizar demasiado. Fui yo quien tuvo que
contarle que iba a hacer un año desde que me operaron de la espalda y que
me dolía, pero no me dio ninguna solución. Me tomaba la tensión y el
resto de la exploración me la hacía por encima sin molestarse demasiado,
pero porque yo se lo pedía, que si no nada. Creo que apuntó lo que vio,
pero no estoy seguro.
La declaración policial la hice con un abogado de oficio y con unos
6 policías a mi alrededor. Uno lo apuntaba todo en el ordenador, y otro me
había obligado antes a aprenderme de memoria todo lo que tenía que
decir. La actitud del abogado de oficio, fue pasar de todo. Se quedó callado
y parecía que quería marcharse de allí cuanto antes. Lo que estaba contan-
do, era lo que me habían sacado antes, y me habían amenazado para que
contara lo preparado. El que me hacía las preguntas, tenía todo apuntado
en un papel y se ponía a leer lo que ponía, haciendo preguntas para que yo
respondiera. De mientras los demás policías, por cada pregunta que me
hacían se me acercaban por detrás como para presionarme y si la respuesa
era la que ellos querían se volvían a alejar. Me dijeron que si declaraba lo
que ellos me habían dicho, todo se relajaría después de la declaración e
insistieron mucho con esto. Después de declarar todo se tranquilizó y el
viaje a la Audiencia Nacional fue bastante tranquilo.
En la Audiencia Nacional estuve solo en la celda y todo fue muy
tranquilo. Estuvo el mismo médico de la comisaría y denuncié el trato
recibido. En la declaración judicial lo negué todo y respondí a unas pre-
guntas que me hizo. La acitud del juez fue muy chulesca y lo único que
dijo el fiscal fue: : "Prisión provisional y sin fianza y aumento de la inco-
municación durante cinco días más" El abogado de oficio apenas hizo
defensa alguna y pidió que se me dejara en libertad bajo fianza de 3000
euros. Mi estado físico y anímico en aquel momento era malo y lo pasé
bastante mal delante del juez, como si no tuviera defensa posible, como si
todo estuviera escrito de antemano.
134
TAT
2008
Informe
Anual
TESTIMONIOS
OCTUBRE 2008
IKER
ARISTU
La detención se produjo el día 6 de Octubre a las 17'30 de la tarde
al salir del portal de mi casa. Estaba con mi prima y tres policías vestidos
de paisano me enseñaron la placa, me dijeron que estaba detenido, me
pusieron las esposas, una camiseta por la cabeza para que no pudiera ver
nada y me llevaron a la comisaría de Iruñea. No emplearon violencia pero
me pusieron muy fuertes las esposas y me hacían mucho daño. Además, tal
y como he dicho, en el coche no veía nada y me obligaban a llevar la
cabeza entre las piernas. Me detuvo la Policía Nacional y en el momento
de la detención no me enseñaron ninguna orden de arresto.
Tras detenerme me llevaron a la comisaría de Iruñea. Nada más lle-
gar estuve con un médico forense que me hizo un reconocimiento como el
que realizan los médicos ordinarios: me pesó, midió, preguntó por enfer-
medades etc. Después, realicé unos trámites y me tomaron las huellas y una
prueba de ADN por la fuerza. Me metieron en la celda (muy pequeña) y
de mientras ponían música con un móvil muy alto (Cara al Sol, Eusko
Gudariak, La Internacional, una canción sobre tortura...) El policía que
ponía música era de unos 40 años y tenía barba. Pasé así toda la tarde hasta
que a la noche llegó el registro.
136 El registro fue hacia las 23'00 horas. Al entrar a casa había muchos
miembros de mi familia y un amigo de mis padres que es abogado. Se
dirigió a los policías y tras pedir la orden de registro trató de hablar conmi-
go, pero los policías a empujones no le dejaron y creo que también lo detu-
vieron a él; había mucha tensión en ese momento. Después fueron
habitación por habitación y yo estuve presente en todo momento.
Mientras, metieron a mi familia a un cuarto. Me dejaron tomar agua y
fruta, tuve oportunidad de despedirme de mis padres, pero me amenazaron
para que no lo hiciera en Euskera.
Al día siguiente, muy pronto, nos llevaron a Madrid. Hice todo el
viaje con una camiseta en la cabeza, y con la cabeza agachada mirando para
abajo. Ahí empezaron los interrogatorios, pero de muy poca intensidad,
hubo algunas amenazas pero no golpes.
Cuando llegué a Madrid me hicieron "el pasillo", tenía que pasar
entre los policías mientras ellos me golpeaban; las torturas empezaron en
dependencias policiales. Creo que sólo estuve en estas dependencias,
además de las de Iruñea, pero no podría describirla porque no veía. La
TAT celda medía de largo 2'5 metros y 4 metros de ancho, más o menos. Las
2008 salas de interrogatorio eran más grandes, como despachos, y creo que
Informe estuve en tres o cuatro.
Anual
Métodos de tortura
TAT
2008
Informe
Anual
MIKEL
MARIN
La detención se produjo el día 6 de Noviembre de 2008 en el polí-
gono de Mutiloa-behekoa. Se produjo cuando volvía de un cursillo del
INEM a las 13'45; iba solo al abrir la puerta del coche, se me acercaron un
hombre por la derecha y otros tres por la izquierda gritando mi nombre.
Me pusieron las esposas deprisa y me metieron en un coche camuflado.
Iban vestidos de calle. Me detuvo la policía Nacional y no me enseñaron
orden de detención y tampoco me dijeron porqué me detenían. Durante la
detención no hubo violencia pero las esposas me las pusieron muy fuertes y
me hacían mucho daño.
El registro lo hicieron en mi casa estando yo solo presente. Al
meterme y sacarme de casa me agarraban del brazo y me hacían daño.
Antes de hacer el registro me amenazaron diciéndome que si en el tramo
entre el coche y la casa hacía o decía algo, que iba a ver cuando volviera a
comisaría.
Tras detenerme me llevaron a la comisaría de la policía nacional en
Iruñea (General Chinchilla) Me llevaron a Madrid al día siguiente a la
mañana (a las 8h). Nada más entrar en el coche me pusieron un pañuelo en
los ojos. El viaje a Madrid fue lo peor de la incomunicación. Hice todo el
viaje con un policía a la derecha y con otro a la izquierda; el de la izquierda
me daba golpes en la cabeza con la mano abierta y el de la derecha con la
mano cerrada en el estómago. Me amenazaban todo el rato, que iban a
detener a mis padres, que iban a parar el coche y que me iban a ahogar en
un río como a otro detenido; que si no hablaba me dejarían en manos de
los policías de Madrid y que ellos eran muy violentos. Me estaban venga a
decir cuánto kilómetros faltaban para que me dejaran en manos de los de
Madrid. También me amenazaron con una bolsa de plástico, habían ruido
con la bolsa y me preguntaban si oía el sonido. En un momento me
pusieron la bolsa en la cabeza para ahogarme, pero empecé a llorar y a
temblar y se asustaron, así que al final no la cerraron y me la quitaron. El
viaje fue un infierno para mí, así realicé todo el vieje.
Los golpes comenzaron nada más llegar a la comisaría de
Chinchilla. Primero, me metieron en una habitación con 4 o 5 policías,
todos tapados con capuchas, y allí me dieron unos golpes en la cabeza
mientras se reían. Me tomaron las huellas dactilares y me metieron a la
celda. A la de media hora me sacaron allí y empezaron con los interrogato-
rios. Me metieron en una sala (estaba al lado de la celda) con un ordenador
y tres policías encapuchados. El que tenía delante me daba golpes con la
mano abierta en la cabeza y el de la izquierda y el de la derecha con la
mano cerrada en el estómago. Apagaban la luz a veces para asustarme.
Creo que el interrogatorio duró unas 4 horas. Después de pasar una hora
volvieron otra vez a la celda, me sacaron a hostias para tomarme las huellas
otra vez. Me tomaron las huellas, fotografías y el ADN. Les dije que no iba
a dar mi ADN y me dijeron que tenían que tomarme la muestra aunque
no quisiera, y si no lo harían por la fuerza. Me volvieron a llevar a la celda.
Era la tarde (6, 7 o 8) y entonces no de los policías que estaba custodiando
las celdas empezó a poner música: eusko gudariak , la internacional, cara al
sol , una grabación de cuando Franco salió vencedor. Así estuvieron unas
horas y de vez en cuando abrían la ventanita de la celda poniendo música
para despertarnos y para ver al encapuchado y que nos asustaramos.
Estuvieron toda la noche asustándonos y a la mañana nos llevaron a
Madrid.
La comisaría de Iruñea tenía unas escaleras estrechas, las celdas
eran de color rojo. Las puertas del baño eran parecidas a las de las películas
del Oeste.
La celda de la comisaría de Madrid tenía el baño dentro y las puer-
tas eran de color gris. En medio, tenía un redondel grande por el que se
podía ver el interior (los de Iruñea, un cuadradito) Tenía pasillos largos y
las salas de interrogatorio estaban juntas, una al lado de la otra, para poder
oír los gritos de los otros detenidos.
El primer día en Madrid (7 de Noviembre) me hicieron un inter-
rogatorio, de 3 o 4 horas calculo. Aquí, la cosa cambió un poco. Me dieron
unos golpes, pero sobre todo me amenazaron. Me decían que me iban a
hacer 0 veces la bolsa. Y comenzó lo que más miedo me dio cuando el jefe
de los policías se quedó a solas conmigo. Me dijo que le mirara a la cara y
me asustó con la bolsa.
140 A la noche me tomaron declaración, declaré lo que ellos me dijeron
porque me dijeron que si lo hacía todo acabaría, pero yo ya estaba sicológi-
camente acabado. Les dije que firmaría cualquier cosa. Al día siguiente me
volvieron a interrogar pero en esta ocasión me hablaban como si fueran mis
amigos. Me preguntaban por política, por mi ideología. Hicieron una lista
con todas las cosas que se habían llevado de mi casa junto a la Secretaria
Judicial, los policías y el abogado de oficio. Al día siguiente nos llevaron a
declarar a la Audiencia Nacional.
La celda tendría unos 3 o 4 metros cuadrados. La sala de interroga-
torios tenía un ordenador y también sillas. La de Iruñea era muy pequeña,
unos 3 metros cuadrados y la de Madrid un poco más grande, unos 5 met-
ros cuadrados.
Cada vez que me sacaban de la celda o en los interrogatorios me
ponían siempre mirando al suelo, no me dejaban ver nada. En los inter-
rogatorios, uno siempre me daba golpes con la mano abierta en la cabeza y
otro con la mano cerrada en el estómago. Los sitios en donde me golpea-
ban no estaban cubiertos, pero tenían mucho cuidado para no dejar marcas.
TAT Me sentía como un trapo, podían hacer cualquier cosa conmigo y
2008 por eso estaba muy asustado. A veces ellos se asustaban porque empezaba a
Informe temblar y trataban de tranquilizarme. No me dejaron ninguna marca.
Anual La bolsa me la pusieron camino de Madrid, pero sólo para asus-
tarme. Me la quitaron porque empecé a temblar y se asustaron con mi
reacción. Además, les dije que tenía arritmia.
Me obligaron a estar en posturas incómodas. Tenía que estar siem-
pre mirando al suelo cuando estaba sentado, y cuando estaba de pie, me
ponían contra la pared y mirando al suelo.
Los ojos sólo me los taparon camino de Madrid y ellos también
estaban encapuchados, excepto cuatro; el jefe, el que hacía de poli bueno y
los dos que me pegaban. El jefe medía metro ochenta y tenía muchas canas
y también llevaba perilla. El que hacía de poli bueno mediría 1'70m, era un
poco gordo y llevaba gafas. Estos dos fueron los que me tomaron
declaración. Vi una vez a los que me torturaron, los dos medían alrededor
de 1'70. Uno era un poquito gordito y parecía que había vivido en Galicia,
porque tenía acento gallego; y el otro, era delgado y tenía la piel morena.
Los gritos al oído eran constantes, en los interrogatorios siempre
me chillaban al oído.
Me amenazaron diciéndome que me pondrían una bolsa en la
cabeza; que pararían camino de Madrid para ahogarme al igual que habían
hecho con otro detenido; y me dijeron que iban a detener a mis padres.
El momento en el que más humillación pasé fue al llegar a la
comisaría de Madrid. Nada más bajar del coche empezaron a chillar
"¡Gudari, gudari!" Hacían el papel de bueno y malo. Los dos primeros me
golpeaban y luego se quedaba conmigo uno solo y me decía que me quería
ayudar.
Escuché a otro detenido en Madrid, Iñaki Marin, y me dijeron que
yo me estaba librando mientras a otro le estaban dando una paliza impre-
sionante.
En el viaje a Madrid me hicieron cambios bruscos de temperatura.
Primero ponían la calefacción del coche, y luego abrían las ventanas.
El primer día no dormí nada, nos despertaban todo el rato. El
segundo día conseguí dormir un poco, una hora más o menos. Estaba muy
nervioso. El último día dormí 3 o 4 horas. El primer día me dieron de
comer, pero luego estuve sin comer hasta el día siguiente. De ahí en ade-
lante, desayuné, comí y cené; siempre lo mismo, dos zumos y galletas.
En Iruñea me vio una médico, una chica que me dijo que era
forense de la Audiencia Nacional. En Madrid estuvo otro, um chico. Me
dijo que me visitaría todos los días, por la mañana y por la noche, y así lo
hizo. No se identificó con ningún carnet. En Iruñea me exploraron en una
sala grande. Sólo tenía una mesa y tenía un policía encapuchado a mi lado.
No parecía una consulta médica. El segundo me vio en una salita pequeña
de Madrid. Tenían también una sala y tampoco parecía una consulta. En
esta visita en cambio, no había policías dentro de la sala y cerraban la
puerta. Ambos me tomaron la tensión, porque les dije que era muy
nervioso. No me negué a hacerme el reconocimiento, pero de todas formas,
tampoco lo hicieron. Lo único que les dije era que estaba bien, un poco
nervioso. Me dieron unas pastillas porque tenía dolorida la columna y
porque tenía dolor de cabeza.
La declaración policial no fue muy larga, ni tampoco muy precisa.
Lo único que preguntó el abogado fue si me daban de comer y si me
encontraba bien. No dijo nada en toda la declaración. Ellos, los policías, me
hablaban como si fueran mis amigos. Preparamos la declaración antes. Tuve
que repetirla tres veces delante de la policía y luego hice la declaración con
el abogado. Me amenazaron diciéndome que si no declaraba lo que ellos
me habían dicho, me pondrían la bolsa 40 o 50 veces. Y en cambio, que si
declaraba me dejarían tranquilo en la celda.
Tras hacer la declaración, me dejaron en la celda, pero al día sigu-
iente me vlvieron a interrogar. Esta vez sí, no me golpearon, los policías
hacían como si fueran mis amigos y me preguntaban po mi opinión y de
política.
El viaje a la Audiencia Nacional fue tranquilo. No me tocaron ni
me amenazaron. Sabía que todo había acabado e iba muy tranquilo. Allí,
no pasó ningún forense a verme. Hablé con una secretaria judicial que me
dijo cuáles eran las acusaciones contra mí y a ella le dije que quería ver al
forense.
Delante del juez denuncié torturas, que me habían amenazado con
la bolsa, que en el viaje a Madrid me dijeron que iban a ahogar en un río, y
también que iban a detener a mis padres. En dependencias policiales, no
me atreví a denunciar nada, porque si no, sabía lo que podría haber.
La declaración judicial fue corta. Como mucho estuve 20 minutos.
Denuncié torturas y negué todas las imputaciones. Le conté al juez que en
comisaría declaré porque me habían torturado. El juez me hizo unas pre-
guntas y le contesté a todo. El fiscal parecía que estaba dormido, yo creo
que no se enteró de nada. El abogado pidió la libertad al ver que en comis-
aría había sido torturado.
142 Antes de ir a la Audiencia no me amenazaron. Mi situación era
difícil. Durante 3 días había dormido 4 o 5 horas y sicológicamente estaba
muy mal por haber declarado en comisaría y por el riesgo de irme a la cár-
cel. De todas formas estaba contento porque todo había terminado, el
infierno había pasado.
Al llegar a la cárcel me miraron tanto la cabeza como el estómago
para ver si tenía algo por los golpes recibidos. Tambien me controló la ten-
sión al pedírselo.
Creo que no tengo secuelas físicas ni psíquicas hoy en día. De vez
en cuando recuerdo aquellos momentos pero al menos aquí (en la cárcel)
duermo tranquilo.
TAT
2008
Informe
Anual
XABIER
REY
Todo empezó el 28 de octubre, hacia las tres de la madrugada en la calle
San Nikolas de Iruñea, en mi casa. Me encontraba sólo.
Hacia las tres, abrieron la puerta de tres disparos. Yo oí tres golpes y para
cuando me desperté no sé cuántos policías me habian agarrado de las pier-
nas, me habían tirado al suelo y habían dejado la cama patasarriba. El
comienzo fue muy violento. Noté idas y venidas a mi alrdedor, se me acercó
una persona y me dijo al oído "qué pasa gudari". A los cinco minutos me
levantaron del suelo y me quitaron el antifaz. Para entonces estaba todo
desordenado. Me llevaron a la cocina desnudo, con la cabeza hacia abajo y
me sentaron en una silla. Me dejaron levantar la cabeza y pude ver que se
trataba de la policía nacional. Había 12 agentes y el agente judicial, quien
apuntaba todas las cosas del registro. Todo se registraba y se retenía con su
consentimiento. En la cocina me enseñaron unos papeles. No me acuerdo
qué eran, pero creo que eran la orden de arresto y mis derechos. De los 12
policías, cinco estaban sin capucha (x1, x2, x3, x4, x5), otros dos eran
antidisturbios, con casco y todo, y los otros cinco estaban encapuchados. 1
era fotógrafo. Estando en la cocina empezó el registro. Hacían todo
estando yo presente. Empezaron por la cocina, después fueron a un cuarto
y luego a la sala. Allí me dejaron vestirme. Durante el registro sacaron
miles de fotos, a mí también. Después de acabar con el registro de mi casa,
hacia las 6.30, fuimos a mi coche. Ya sabían donde estaba, en la Plaza
Asunción de Donibane. Me llevaron allí y abrieron el coche con la llave
que habían cogido de casa. Miraron un poco por encima y lo volvieron a
cerrar. Llamaron a una grua para que se lo llevara. Después nos dirijimos a
casa de mis padres, Calle Malón de Txaide de Iruñea. Llevaban desde las
tres de la mañana. En casa estaban mis padres y mi hermano. Fuimos a mi
habitación y comenzamos con el registro. Me dejaron estar un poco con
mis padres, para darnos un par de besos, pero como estaba incomunicado
un pude hablar con ellos. Allí estaban x1, x2, x3, x4, x5 y un fotógrafo
encapuchado. También ahabía más policías. A mí me agarraban todo el
rato dos policías. Cuando acabaron el registro de la habitación se llevaron
el disco duro del ordenador. El coche estaba en el garaje. Bajamos y
después de registrar un poco el coche, me sacaron de nuevo y me metieron
en un coche. El coche se lo llevo una grúa.
Salimos de casa hacia las 8.00 hacia una bajera de Rochapea y allí empezó
a endurecerse el trato. Ántes también había recibido algunos golpes en la
cabeza y algún interrogatorio, aunque no recibieron respuesta. Para cuando
llegué a la bajera la puerta de fuera estaba abierta. Entramos por el pasillo
y nos paramos ante la puerta con el número 6. Con unas llaves cogidas de
casa abrieron la puerta y registraron la bajera. Aquí había un montón de
policías, caso todos sin capucha y con ropa de calle. Creo que acabó el reg-
istro hacia las 11 y de allí me llevaron a Chichilla, la comisaría de Iruñea.
Me metieron en una pequeña habitación. Había una mesa, un par de sillas
y una ventana pequeña en la parte superior de la pared. También había una
columna. Me pusieron contra la pared con la cabeza agachada. Empezó a
endurecerse el trato. Golpes en la cabeza e interrogatorios. Estuvimos un
par de horas. Los policías pasaban y todos me daban golpes en la cabeza.
Siempre había 4 o 5 policías en la habitación. Por la voz, x1, x2, x3, x4
pasaron por allí. Durante esas dos horas me sacaron dos veces de la
habitación
144
TAT
2008
Informe
Anual
MIKEL
BEUNZA La detención su produjo el 10 de Noviembre de 2008 hacia las
20'20 horas de la tarde cuando llegaba al portal de mi casa. Al coger la
esquina de Pedro Aranaz con la Avenida Zaragoza se me acercó un tío
preguntándome si era Mikel. No contesté pero salió otro tío de mi portal y
vi como se acercaba otra tercera mujer. Entonces el primero que se me
acercó me dijo que estaba detenido por terrorismo mientras me enseñaba la
placa. Grité para que el compañero de piso se diera cuenta y seguido tenía
la cara aplastada contra la pared y no pudiendo mover el cuerpo, me
empezaron a esposar entre dos hombres. Así, noté como un pinchazo desde
el brazo derecho hasta el codo y se me quedó dormido, empezando por
dentro una especie de ardor.
Me subieron a un coche que estaba aparcado delante del garaje (un
fiat Stilo azul oscuro con matricula BPP-no recuerdo los números) Me
pusieron la cabeza entre las piernas y tomamos el camino hacia Chinchilla
. Uno conmigo detrás sentado y el otro conduciendo. El tercero creo que se
subió a otro coche. Durante el viaje el dolor del viaje se hizo especialmente
intenso. Luego, éste fue desaparecindo, teniendo dormido en comisaría solo
el dedo gordo de la mano y el hueco que hay entre el dedo de al lado; se
me despertaron al segundo o tercer día en prisión.
Pararon el coche delante de la puerta del garaje de la comisaría y
me metieron por la puerta principal. Me llevaron hasta la esquina del pasil-
lo cuadrado que hay tras la ventanilla de recepción y me ordenaron que
tuviera los ojos siempre cerrados y que mirara al suelo. Estuve allí un rato y
después tomamos el camino hacia los calabozos (ordenándome que mantu-
viera los ojos cerrados, y la cabeza agachada) y bajamos las escaleras mien-
tras un policía me indicaba los escalones de forma desordenada y de vez
enc uando tenía que abrir los ojos para poder ver las escaleras
Al llegar al pasillo de las celdas trajeron la bolsa que llevaba comigo
en el momento de la detención para dársela a la policía y tuve que
quitarme los cordones y todo lo que llevaba encima. Un policía me hizo la
lectura de "derechos" y comenzó con el cacheo. Tras decirme que me
quitara los cordones pude ver que había dos policías de paisano y otros dos
policías más con la cara tapada. Una vez quitados los cordones el policía
que hizo el cacheo me hizo pasar a una celda y quedándose en la puerta
me dijo que me quitara los pantalones y los calzoncillos y que me pusiera
dos veces en cuclillas. Me dijo que cogiera las mantas (delante de la celda
del cacheo) y me metieron en la celda.
Al de un rato me pareció que llegaba otro joven. Tras pasar allí otro
rato me sacaron para tomarme las huellas dactilares. Pude ver a otros dos
policías encapuchados cuando regresaba a la celda. Lueg, me pareció que
llegaba una tercera persona joven. Después de ofrecernos la cena, la zona
de las celdas parecía tranquila y grité para ver si podía saber quienes
estábamos detenidos; al de poco contestó Irati y poco después Oihan.
Creo que a las 00'00 o 00'30 vinieron a buscarme y subimos por las
escaleras con las manos atadas detrás. Al llegar arriba una mujer se sumó a
agarrarme y tras decirme al oído una voz fuerte "nada de grititos que tanto
te gustan Mikel. Me has entendido, eh!" y empezamos a salir del garaje y
me metieron en un Megane gris claro con matrícula FHT. Fuimos hacia
mi casa, tranquilos, sin que me dirigieran la palabra. Pararon en la puerta,
sacaron las llaves y me dijeron que les dijera cual era, o que si no iban a
reventar la puerta. Les dije cual era, y vi que delante de mi casa había 4
antidisturbios y unos 8 encapuchados, y detrás de todos, yo. En casa estaba
Nelson, mi compañero de piso. El registro empezó por mi habitación y
durante largo tiempo dieron vuelta a todo, no dejando un sólo sitio en
donde poder pisar. De allí a casa de mis padres (por lo que me dijo mi
madre hacia las 4'30 de la madrugada). La misma hisstoria de antes con las
llaves, abrieron la puerta y mispadres estaban allí, diciéndoles que no
podían entrar por la situación de mi hermana, y al final entraron muy
callados. Estuvieron 5 minutos en mi habitación, al salón y largo. Pregunté
si me podía despedir de mis padres, me dejaron y vuelta a Chinchilla.
Hasta la mañana dormir, fotografías, muchas huellas y me tomaron
la muestra de ADN. Vuelta a la celda, luego me volvieron a sacar al médico
y otra vez vuelta. La última vez que me sacaron, dejé las mantas, la cabeza
hacia abajo y con un policía que me guiaba me hizo darme un golpe con
no sé qué. Firmé el libro de las pertenencias y al pasar entre unos 4 o 5
policías de paisano encapuchados uno soltó "Mikel me has pisado, lo vas a
146 pagar caro en Madrid" y empezamos a subir unas escaleras. Para entonces
estaba en manos de los secretas y al salir del garaje me volvieron a subier
en el Megane con matrícula FHT.
Las manos atadas detrás, la cabeza agachada, ellos encapuchados y antes de
salir me dijeron que si me portaba bien me atarían las manos delante. Les
dije que sí y al hacer el cambio pude ver una capucha con cordones en el
asiento. Me ataron las manos delante, me ataron el cinturón entre dos sin
que yo pudiera soltarlo, eta me amenazaron diciéndome que si había algún
problema me iba a enterar. Comenzó el viaje y ellos iban hablando entre
ellos: que pararían después del peaje, con los móviles para adelante y para
atrás quedando entre ellos, que les hicieran no sé que pase para la CGI ,
que anularan la reserva del hotel... y que después de pasar el peaje que bus-
cara sitio entre los camiones. Entre tanto, preguntas hacia mí. Quedar con
uno, preguntas. Cambiarse con el otro, preguntas. Que si tenían un vídeo
en no sé que acción, que si había dado el paso... Seguimos viaje y contin-
uaron con las preguntas, dándome txapadas (golpes en la parte de atrás de
la cabeza), la mayoría no muy fuertes, y me las daban el de delante (con-
TAT ductor) y el de mi lado. Éste también me dio algunos golpes con la mano
2008 abierta en la espalda y un par de puñetazos, pero no muy fuertes. Al mismo
Informe tiempo, trató de cogerme de los testículos e intenté evitarlo renunciando al
Anual final. Junto a las preguntas, golpes, amenazas, humillaciones... Me decían si
no me daba verguenza no cuidar de mi hermana, apenas visitar a mis
padres... Mis respuestas siempre eran que no, y lo negaba todo.
Me pareció que parábamos en Medinaceli (estoy casi seguro), me pregun-
taron si quería algo para comer, fumar... Al principio les dije que no pero
acabé diciéndoles que sí para que no insistieran más. Un botellín de agua y
2 cigarros. Continuamos viaje. Preguntas, amenazas diciendo que en
Madrid empezaría todo, insultos con la familia diciéndome que si tuviera
una segunda oportunidad... una conversación sobre la disponibilidad para
la Guerra Sucia, golpes y llegamos a Canillas . Así que, estuve en dos
comisarías. Cuando me metieron en la celda, estaban como que no encon-
traban la luz y me golpeé la frente con la puerta de rejas del interior.
Al llegar al primer interrogatorio, me pusieron contra una esquina, detrás
un policía encapuchado y de paisano y éste se tiró media hora haciéndome
preguntas y dándome golpes con la mano abierta en la cabeza. El siguiente
me ordenó que hiciera flexiones, sin preguntar nada, hasta que no pude
levantarme. Luego, me estuvieron preguntando cosas mientras yo tenía que
estar en la esquina de pie y con las piernas medio dobladas, hasta que
empezaron a temblarme las piernas. Me pusieron un papel y un boli enci-
ma de la mesa y me dijeron que lo llenara entero. Les contesté que no y me
ordenaron que hiciera flexiones de piernas, sin que preguntaran nada.
Estuve unas dos horas o así, sintiéndome totalmente derrotado, sin poder
continuar.
El segundo interrogatorio fue en otra sala, me hablaban en un tono "medio
bueno". Me dijeron que existía el camino bueno y el malo, que era mejor
que cada uno se comiera lo suyo, porque si no, tendrían que llamar al hom-
bre arisco. Hasta que salió. Entró un hombre muy enfadado gritando. Daba
golpes fuertes y ruidosos cerca de mi, temblaba todo, las paredes, mesas...
Estuvimos 20 minutos así, recibiendo constantes amenazas, y dando golpes
sobre todas las cosas que estaban a mi alrededor, pero sin llegar a tocarme a
mí. Se va y vuelve a entrar el hombre de antes, al de poco me llevan otra
vez a la celda.
El tercer interrogatorio lo hicimos directamente en una mesa. El enca-
puchado frente a mi, y los dos sentados. Me puso directamente el bolígrafo
en la mano y el papel delante. Me dijo que empezara a escribir hasta que
llenara la hoja, mientras me amenazaba. Que empezara a escribir que había
estado en "Segi" y luego comenzó a hacer preguntas, quien me había meti-
do, y así hasta que empecé a escribir unos nombres. Entraba más gente, la
tensión subía, amenazas, insultos, algún golpe en la cabeza... Diría que
estuvimos unas 5 horas, quien sabe, pero para mi, creo que me sacaron
hacia las 10 de la celda y al menos de vuelta no estuve hasta más de las 3,
porque este fue el último instante en donde pude ver el reloj de uno de los
policías. Estaba totalmente cansado, no podía pensar y había dicho que iba
a hacer una declaración.
En el cuarto, me dijeron que íbamos a empezar a preparar la declaración.
Esto empezó la siguiente mañana, con otro y me dijeron que reescribiera
todo lo de la noche anterior. En uno de los momentos se sumó otro y no
habiendo mucha tensión, pusó una pistola encima de la mesa indicando
que podía usarla contra ellos. Le dije que no, que no tenía ninguna opción
de usarla, me limité a responder que no sabía usarla entre sus gritos. Al de
poco la cogió, la guardó y me dio un boli diciéndome ""y no me lo claves
que te mato". Yo, le miré asombrado ""que alguno ya lo ha intentado" me
dijo y que siguiera con lo del papel. Empezaron a hablar de las ganas que
tenían de hacer Guerra Sucia, que se estaban preparando ya, que la gente
estaba dispuesta, que se estaba pidiendo, que era muy fácil... Este tema de
conversación lo sacaron otras tres veces, unos y otros.
En una de las ocasiones en que estábamos preparando la declaración, esta-
ba con tres encapuchados en una sala. Los tres estaban preguntando. Uno,
el que estaba sentado al otro lado de la mesa frente a mi, mientras lanzaba
preguntas sacó el cable del teléfono del soporte y del auricular y empezó a
jugar con él mirandomuy fijamente; al de poco, entraron otros tres, uno sin
capucha, bien vestido, elegante, tenía el pelo blanco y rizado, y se agachó
hacia mi y empezó a gritarme al oído izquierdo. Mientras, cogió un instru-
mento que había encima de la mesa y empezóa golpear la mesa acercando
los golpes poco a poco hacia los dedos que tenía encima puestos, hasta que
los daba justo al lado de éstos, siguiendo chillándome durante varios minu-
tos. El objeto ese, lo vi antes y más tarde sobre esa mesa y continuaron
"jugando" con generándome muchísima tensión. Se parecía a un bolígrafo,
tenía una tapa azul como la de los bolis "BIC" y cubría una barra metálica
de unos 25 centimetros. En la parte de atrás, tenía algo parecido a los
pomos de las cajas de cambio de los coches.
Con la familia también estuvieron jugando muchas veces. Que si tenía una
segunda oportunidad que fuera bueno, que aprovechara para hacer lo que
tenía que hacer con mi familia... más adelante... Estuvieron una hora más
148 así.
En la celda la luz estaba todo el rato encendida aunque podía dormir con
facilidad.
Tuve dos médicos forenses. Uno en Iruñea, me enseñó el carnet, en la sala
había un cristal detrás de mi que daba a una sala de policías. Me examinó
todo el cuerpo, me tomó la tensión y me preguntó por el trato. El de
Madrid también me enseñó el carnet y solía venir a las 10 y a las 20 horas,
más o menos. En esa sala no había cristal, todo eran paredes. La primera
vez, me desnudó de cintura para arriba para hacerme la exploración, notó
un golpe en el brazo y me tomó la tensión. Después, me hizo preguntas
sobre el trato, si había bebido o comido, todos los días me decía que
tomara los zumos y que comiera algo. Otra vez, solo me tomo la tensión,
porque se lo pedí, por no salir de allí en medio minuto. No me volvió a
explorar el cuerpo, sólo me hacía preguntas. Al salir de la sala del médico,
siempre había por allí cerca algún policía, encapuchado y el médico tam-
bién salía de la sala.
Preparamos la declaración con antelación, seguro que el abogado de oficio
TAT notó algo. Los policías estaban muy tranquilos, para que siguiera dando
2008 pistas. Me dejaron claro antes, que podía hacer muchas declaraciones, que
Informe no tenía porque quedarse en una, que no les podía mentir y que no me
Anual riese de ellos. Que si hacía bien la declaración, me dejarían tranquilo en la
celda y que podría ir a dormir; en cambio, si la hacía mal, todo iría a peor,
que les obligaría a portarse mal aunque eso "no fuera de su gusto".
El viaje a la Audiencia Nacionak fue puro espectáculo. A toda velocidad,
entre atascos, las sirenas puestas, otros coches abriendo camino, las manos
atadas delante y la cabeza agachada... Pero en el camino no me tocaron.
Nada más llegar me metieron derecho a una celda. Al de poco rato, me
leyeron los derechos.
La actitud del fiscal fue desinteresada todo el rato, como si estuviera
ausente. Mi abogado parecía que se preocupaba por lo menos. Y el juez,
intentando que declarara algo, tratando que contestara a alguna que otra
pregunta. Le dije que la declaración policial había sido bajo malos tratos y
amenazas y que no quería declarar. Luego, le contesté a una pregunta y en
la siguiente le dije al juez que no quería declarar más. Mi ánimo delante
del juez era muy pequeño. Estaba disgustado porque había enmarronado a
gente, tenía miedo de los días pasados, el hecho de estar delante del juez
me recordaba continuamente a esos días.
Llegué de noche a la cárcel y al día siguiente nos llevaron al médico. Nos
hizo una preguntas generale, me miró si tenía lesiones nuevas y le contesté
que no.
Ahora creo que ando bien. En los primeros momentos tenía mucha inqui-
etud, nerviosismo ante la gente que había denunciado, se me ha apartado
haciéndome responsable de la situación de incomunicación...
TESTIMONIOS
150
DICIEMBRE 2008
TAT
2008
Informe
Anual
MARIBEL
PRIETO
Me detienen el 10 de diciembre a las 7.30 pasadas en el portal de mi casa.
Estoy con mi amiga Aida Garai que me haba acompañado a casa, ya que
esa tarde la Guardia Civil me llama al móvil, que coge mi ama y me lo
pasa, me dicen que a qu hora de la tarde puedo pasar por casa, ya que me
van a desprecintar la casa, que la habían precintado ellos por la mañana
después de haber estado toda la noche registrándolo y llevándose cosas, me
dicen que tengo que estar presente para ver lo que me ha roto, o lo que
falta, que iba a ir un juez o algo así. Mi ama nos acerco en coche a Aida y a
mi y nos deja en el semáforo, porque yo no quiero que vea los destrozos de
la casa y se lleve un disgusto. Y estamos a las 7.30, a la hora acordada.
Me arresta la Guardia Civil. Viene un Guardia Civil, con otros tres detrás.
Me pide el DNI. Tiene los ojos azules bastante claros, pelo canoso corto y
algo de tripa de unos 45 años. Yo creo que es uno de los mandos del reg-
istro, aunque en el registro estaba encapuchado, pero esos ojos eran los
mismos. Le digo que es la tercera vez que me lo pide y se lo doy, lo mira y
saca unas esposas como de cuerda, tipo lazo y me dice: "Estas detenida".
Entonces pongo las manos para que me las ponga y miro a Aida, que tenía
una cara de susto, asombro, disgusto y le digo: "avísale a ama. Tranquila
Aida". Cuando giro la cabeza veo que los que acompañan a de los ojos
azules van encapuchados y me meten en un coche utilitario. Era claro,
blanco o gris. Me sientan atrás, a mi izquierda va un encapuchado y mi
derecha otro y delante, de copiloto otro. El de los ojos azules conduce. Me
hacen agachar la cabeza casi todo el viaje por debajo de las rodillas y las
piernas separadas. Una a la izquierda del bulto del coche y la otra a la
derecha. No me enseñaron ninguna orden de arresto, ni me dijeron porqué
me detenían.
En el viaje en coche fueron muy agresivos, fue como una pesadilla o peor.
Me preguntan si sé porqué me detenían y digo que no y empiezan a
pegarme en la cabeza. Digo que me han detenido porque han detenido a
Amets que vive conmigo y me siguen pegando y me gritan: ¡Contesta hija
de puta! Que las torturas que te vamos a hacer no las aguanta ni dios!". Me
amenazan con violarme, sobre todo uno de ellos, que era el mas fuerte y
agresivo: "Me la vas a chupar" me dijo, y movió las manos hacia su cin-
turón como para quitárselo. No sé si llegó a quitárselo. "Ya tenía yo ganas"
o algo así me dijo. Hablaba como si me fuesen a llevar a algún sitio para
violarme. "Te vamos a violar todos" decía.
Les digo que tengo ganas de orinar y después de un rato paran. Yo voy con
una capucha puesta, la del más agresivo. Me dice que si se la mojo con
lágrimas me voy a enterar. Me sacan del coche esposada y con la capucha
sin ver nada. Parece un sitio solitario, porque no oigo nada. Uno de ellos
me pone sus manos alrededor de mi cintura y va a desabrocharme el pan-
talón. Les pido por favor que me dejen a mi bajarme el pantalón, que me
quiten las esposas que no me voy a escapar y uno grita y y dice "¡Ojala que
corras para pegarte un tiro en la cabeza!". Me retiran las esposas y orino
delante de ellos, con la capucha puesta. Me las vuelven a poner y me meten
152 de nuevo en el coche.
Abajo, donde torturaban, me levaban con el antifaz. Por las noches podía
haber unos cinco, quizá más, pero no lo sé. Te sentaban en una silla
pequeña, como los de las aulas de los críos, contra la pared, contra la
esquina, lo más cerca posible de la esquina, hasta donde te llegaban las
rodillas y la cabeza para abajo. Te daban un bocadillo, siempre frío.
Intentaba dar unos mordiscos, pero en ese momento siempre te interroga-
ban, así que al final dabas unos mordiscos y ya está. Te decían que bebieras.
Lo de beber agua parecía que les parecía importante. "Llévate la botella"
me decían, pero al llegar al calabozo te la quitaban. Algunas veces te lev-
antaban el antifaz un poco y decían "para que veas el bocadillo, pero ni se
te ocurra mirar nada más". Y justo se veía un poco de bocadillo y en la
esquina de la pared donde te ponían había sangre. Sangre reciente. La
pared era verde claro. También te vacilaban: "menudo bocadillo te estás
comiendo, ¿eh? Es más rico que el que me he comido yo. Este bocadillo es
154 de jamón del bueno". En esos tres días recuerdo tres bocadillos:
Salchichón, jamón york y atún). Un Cola Cao con bizcocho y un café con
un Donuts. El café lo tomé con pajita, no sé porqué, me dijeron que lo
tomar así.
Una de las noches, una vez que me dejaron tumbar, oí a una guardia Civil,
una mujer hablando con otro guardia Civil. Por las voces parecía jóvenes.
Se estaban riendo y uno al otro se enseñaban musiquitas de móvil. Las
voces de quienes cantaban estaban distorsionadas, como esas de los pitufos
o del chiquilicuatre. La letra de las canciones era sobre la tortura. Ellos se
reían y uno le enseñaba con su móvil y ella otra y se reían. La letra decía así
como "no te quejes, si te estamos haciendo un favor", "te vamos a sacar
todos los dientes de cuajo", "menuda suerte, vas a tener dentadura nueva".
Yo pensaba, "¡Están superlocos! Parece un campo de concentración, estoy
en manos de zumbados, están enfermos". Se reían de nuestro dolor, de
nuestro miedo. Encima les veía capaces de eso y más, y no pestañeaban.
Todavía no lo entiendo, ¿qué mentes psicópatas son esas?. Yo me acurruca-
TAT ba en aquel colchón.
2008
Informe También oí como gritaban a alguna mujer "¡siéntate hija de puta, leván-
Anual tate!". También oía el candado, suponía que estaban los otros detenidos,
pero al principio pensé que estaba sola, hasta oír candados o la bomba del
baño.
Pero empecé a oir las torturas a los chicos. Todavía se me caen las lágrimas
cuando lo recuerdo. Esos gritos de un chico joven, de un dolor inso-
portable... se oía como que venían de mi izquierda, de aquel puto pasillo
por donde nos llevaban. !Dios! Horrible, horrible.... Los oía y yo no podía
parar quieta, nadie hacía nada, nadie te ayudaba, y yo andaba por la celda, y
lloraba y golpeaba la puerta. Me abrió una chica Guardia Civil y yo no
podía de parar de llorar y mi respiración se entrecortaba y la chica me decía
"tranquila txiki, tranquila". Los gritos de dolor seguían. Yo creo que era
Ibai. Era la voz de un chico joven. "Quiero ir al baño" le dije. Quería estar
lo más cerca posible de él, pobre, pero ni podía hacer nada, ni tenía valor
para hacer nada, y eso me hace sufrir. Esos gritos, !Dios Mio! Pobre chico.
No se pueden describir, porque ni en la mejor película de terror se pueden
comparar. "¡ Qué loe estarán haciendo dios!". También oí los de otro chico,
fueron dos voces de chico, una vez a uno y otra vez a otro. Y no puedes
hacer nada y ni uno sólo de ellos se compadece, eso es inhumano. Ahí ya
sabía que estaba con los detenidos antes que yo, pero nadie decía nada. Yo
no tenía valor para gritar a alguno a ver qué tal estaba o decir su nombre.
Ninguno dijimos nada. Cuando me llevaron de nuevo a donde interroga-
ban, abajo, dije "¿qué habeis hecho? Esos gritos...". El que tenía voz de
viejo me dijo "eso son grabaciones que ponemos". "Si si, grabaciones"
pensé.
156 Los del coche me decían "¿Qué te vamos a hacer cuando lleguemos? ¿qué
te van a hacer nuestro compañeros? ¡Contesta!". Y yo dije "¡Pegar!".
"Depende de como te portes".
Al principio yo no quería decir nada arriba. Me dijeron que ese señor que
estaba detrás era mi abogado de oficio nº xxx. Yo dije que no quería a ese
señor de abogado, que quería el mío, que cómo sabía que ese era abogado.
Y me dijeron "ya te hemos dicho el nº xxx " y se rió de mí.
Me meten en una celda azul, estrecha y sucia con dos mantas que habían
en una especie de banco de cemento y había wc metálico. Me cerraron esa
ventanita que hay en la puerta, pero había una ranura muy pequeña, y
cuando oí pasos me asomé y mi a Amets y le grité "Amets, Amets". Hasta
entonces no había enido valor y ella gritó "Maribel". Cuando yo gritaba, el
policía que llevaba a Amets golpeaba fuerte una puerta para que me callara.
Pasé mucho frío, tenían el aire a tope, aire helado. Y tenía hambre. Me
apetecía un café, y lo pedía pero no me lo daban. A medio día o así, me
dieron un bocadillo y le fije que ya era hora. Creía que era un guardia de
seguridad de la Audiencia, pero un policía nacional.
Yo los guardias civiles me habían dicho que tenía que decir lo mismo que
en comisaría, pero ya no estaba allí.
· Castigar a la persona torturada por un acto que ha cometido o se sospecha que ha cometido.
Los métodos de tortura han ido variando a lo largo de los años. Actualmente se utilizan for-
mas más sofisticadas, encaminadas a evitar dejar huellas en la superficie corporal, observán-
dose de esta forma una irrupción de técnicas denominadas psicológicas cada vez más uti-
lizadas.
Los métodos de tortura han sido clasificados habitualmente como físicos y psicológicos. Los
primeros son aquellos aplicados por métodos físicos y que causan dolor físico, agotamiento
físico intenso, expectación inmediata de muerte, asfixia... Los métodos psicológicos son aque-
llos que, sin agresión física, producen una alteración en el estado psicológico de la persona.
Por ello muchas técnicas de tortura psicológica pueden ser más eficaces al arrastrar al tortu-
rado/a hacia una situación de total descontrol y conseguir de esta forma lo deseado. Sin
embargo, hay que tener en cuenta que todo sufrimiento físico conlleva un sufrimiento psi-
cológico, y que muchos métodos de tortura pueden considerarse combinados. Entre los
métodos más utilizados hoy en día y relatados directamente al TAT por las víctimas a las que
han sido aplicados, caben destacar:
TAT
2008
Informe Métodos físicos:
Anual
a)Golpes. Es el método más utilizado. El instrumento con el que se golpea al detenido varía
dependiendo de la zona en la que se golpea; mano, porras, listines telefónicos, periódicos
enrollados, palos... Las zonas donde se golpea también varían: cabeza, cara, estómago, costil-
las, genitales, empujones, golpes contra la pared...
b)Tortura eléctrica. Aplicación de descargas eléctricas en zonas sensibles del cuerpo: sienes,
pecho, testículos, pene, orejas, ingle...
c)Técnicas de asfixia. Privación de oxígeno durante cierto periodo de tiempo, llegando hasta
la pérdida de conocimiento, lo que se evidencia como un sentimiento de muerte.
Generalmente se utiliza una bolsa de plástico.
2.Métodos psicológicos:
c)Amenazas: contra uno mismo (amenazas de muerte, "de pasar a una segunda fase", de tor-
turarle más...), con la familia (detenciones de seres próximos, torturar a seres próximos), ami-
gos/as...
h)Tortura sexual, que puede ser oral (amenazas, vejaciones, insultos, amenazas de violación),
violencia contra los órganos sexuales (golpes, electrodos), desnudez obligada, tocamientos... TAT
2008
Informe
i)Apelación a la imaginación ("como no hables te llevamos al calabozo y luego volvemos", Anoal
dejando al torturado en una situación de desconcierto sobre lo que pueda acontecer después)
j)Crear sentimientos de culpabilidad ("has destrozado la familia"...)
k)Simulacros de torturas (dar cables a un detenido mientras le dicen que le van a aplicar electro-
dos, colocar una bolsa en la cabeza sin llegar a producir asfixia...), simulacros de ejecución...
l)Exponer al detenido a los gritos de otros detenidos que están sufriendo torturas.
Aunque los métodos empleados sean físicos o psicológicos, es imposible separarlos, porque
nunca se dan aislados. Cuando se ensañan con una persona físicamente, no eliminan la tortu-
ra psicológica, sino que emplean las dos de forma simultanea, porque el daño infligido a la
persona supone una pérdida de defensas, tanto físicas como psíquicas. Y porque toda tortura
física conlleva un componente de tortura psicológica. Además, habitualmente se utilizan
varias técnicas sobre una misma persona de forma simultanea.
Para llevar a cabo el estudio de los métodos de tortura empleados por cada cuerpo policial,
hemos tenido en cuenta los testimonios de las personas que han sido detenidas y torturadas
este año, testimonios de 73 personas detenidas en el 2001 (52 hombres y 21 mujeres) algunos
de los cuales los hacemos públicos en el dossier, y otros que nos los han hecho llegar pero no
quieren que se hagan públicos por razones evidentes.
Hemos clasificado los testimonios por cuerpos policiales (Ertzaintza, Policía Nacional
y Guardia Civil), por el sexo de las personas torturadas (hombres y mujeres), y por métodos
de tortura.
ERTZAINTZA:
Entre los métodos que utiliza la Ertzaintza, habría que destacar que se decanta por la
utilización de la tortura psicológica, ya que nos encontramos en muchos de los casos con que
sólo han utilizado la tortura psicológica sin ningún tipo de agresión física. De todos modos
casi en la mitad de los casos combinan métodos físicos y psicológicos.
TAT Entre los métodos físicos mas utilizados por la Ertzaintza destacaríamos los siguientes: empu-
2008
Informe
jones, autoadministración de tortura física (obligación de realizar ejercicios físicos o a per-
Anual manecer en posiciones anómalas), golpes reducidos y con la mano abierta (más que nada intim-
idatorios, y que buscan más el dolor por la zona golpeada que por la intensidad del golpe).
Entre los métodos psicológicos más utilizados, podemos destacar las amenazas (con la
familia, con dejar en manos de la Guardia Civil, con torturar...), las humillaciones, los gritos,
impedimento de dormir o descansar, impedimento de visión (obligando a la persona detenida
a permanecer mirando al suelo o con los ojos cerrados)
POLICIA NACIONAL:
Entre los métodos psicológicos más frecuentemente utilizados por la Policía Nacional
podemos destacar las amenazas, las humillaciones, el impedimento de dormir, el uso de seres
próximos (amenazas con detenerles o dañarles), oír gritos de otras personas detenidas, depar-
tir sobre la tortura (es decir, sacar el tema de los métodos de tortura en los interrogatorios...),
desnudez, impedimento de visión.
Y entre los métodos físicos más frecuentes utilizados por este cuerpo policial
podemos citar los golpes (con las manos, con libros o guías telefónicas, y los lugares donde
más habitualmente golpean serían la cabeza, los genitales, estómago, pecho...), tirones de
pelo, autoadministración de tortura física (obligación de realizar flexiones extenuantes, posi-
ciones anómalas hasta el agotamiento...).
GUARDIA CIVIL:
Entre los métodos psicológicos utilizados por la Guardia Civil destacan el impedi-
mento de visión (desde el primer momento les cubren la vista a los detenidos con antifaz o
con capucha), las amenazas, los insultos, la tortura sexual mediante tocamientos (acentuados
en el caso de que las detenidas sean mujeres), la desnudez impuesta, elección del método de TAT
tortura que le será aplicado, impedimento de dormir, petición de colaboración. 2008
Informe
Anoal
Entre los métodos físicos destacan los constantes golpes (golpes generalizados con diversos
objetos, libros, palos, culata de pistolas...), la asfixia mediante la bolsa, electrodos (en orejas,
genitales, estómago, sienes, cuello...), la extenuación física (mediante la obligación de real-
ización de ejercicios físicos, flexiones de piernas, de brazos, permanecer de pie durante largos
espacios de tiempo...), empapar a los detenidos con agua helada produciendo congelaciones...
PROTOCOLO DE GARZON
DOS AÑOS DE PROTOCOLO GARZON,
DOS AÑOS DE TORTURA
El día 13 de diciembre de 2006 el Juez del Juzgado Central de Instrucción Nº5, Baltasar
166 Garzón, hizo pública la aplicación de un protocolo que incluye 3 medidas de prevención de
la tortura y malos tratos a personas detenidas. A partir de este día son muchas las personas a
las que se les ha aplicado dicho protocolo siendo las medidas contempladas las siguientes:
3.Posibilidad de que el detenido sea visitado por un médico de confianza conjuntamente con el
médico forense.
Garzón anunció que la principal medida recogida en el protocolo era la primera y precisa-
mente es la que es sistemáticamente incumplida por los funcionarios policiales.
En efecto, cuando el juez Baltasar Garzón ordenó por primera vez a la Policía que procedier-
an "a la grabación en soporte de DVD o video, que quedará a disposición de este Juzgado,
del lugar de detención y condiciones del mismo de cada uno de los detenidos durante todo el
tiempo que permanezcan éstos en dicha situación durante todo el transcurso de la incomuni-
cación", los policías le contestaron que no contaban con medios para efectuar dichas graba-
ciones. Entonces, el magistrado envió, el 14 de diciembre de 2006, un oficio a la Secretaría de
Estado de Seguridad para que dispusiera cuanto antes de sistemas de grabación en los cen-
tros de detención en los que iba a haber personas detenidas en régimen de incomunicación.
Apenas mes y medio después, Garzón instruyó el caso de un detenido de ETA, Iker Agirre, y
TAT
2008
la Policía le volvió a responder que no tenía medios para grabar al detenido, y él no protestó
Informe
Anual
en absoluto por ello. Y aunque otra de las medidas que anunció consistía en la posibilidad de
que visitara por sorpresa a los detenidos en dependencias policiales, no lo hizo en una sola
ocasión. Sea como fuere, Iker Agirre permaneció cinco días incomunicado, denunció brutales
torturas, y nadie quiso acordarse del compromiso de Garzón del que tanto hablaron los
medios de comunicación poco antes.
Dos largos años después, la principal medida del protocolo, y la única que puede ser mínima-
mente eficaz si se aplica con todas las garantías, la de que los detenidos sean filmados
durante todo el tiempo en que permanezcan incomunicados, sigue sin ser aplicada, pues tal y
como recoge el último informe del Relator para la Tortura de la ONU, Manfred Nowak, las
autoridades españolas se escudan en que "Se reitera la disposición del Gobierno a solventar
cuanto antes tales limitaciones (la falta de capacidad técnica) y extender la video-vigilancia
en dependencias policiales. No obstante, el proyecto en estudio presenta una complejidad
técnica y jurídica muy importante, derivada entre otros aspectos de la necesidad de cumplir la
legislación española en materia de protección de la intimidad y custodia de registros que con-
tengan datos personales, que aconseja la obtención, con carácter previo, de dictámenes jurídi-
cos y la realización de estudios técnicos y de viabilidad que, todavía en el momento actual, se
encuentran en fase previa".
Es evidente que pretenden ganar el máximo tiempo posible escudándose en la supuesta gran
complejidad técnica y jurídica del proyecto, tal y como siempre han hecho. Por ejemplo, hace
más de trece años le respondieron al Comité para la Prevención de la Tortura, CPT, del
Consejo de Europa, que lo de grabar les parecía una buena idea, pero que, "por motivos pre-
supuestarios, no lo podrían hacer a corto plazo". Y hace seis un representante del Gobierno
español justificó la tardanza en adoptar esa medida ante el Comité contra la Tortura de la
ONU en que "querían aplicarla realmente bien". Seis largos años después, ¡siguen en las mis-
mas!
Eso sí, para su desgracia, hoy día lo tiene muchísimo más crudo que hace seis años para
servirse de esa excusa. Sobre todo, porque, a partir del 30 de septiembre del 2005, la
Ertzaintza empezó a grabar a los detenidos incomunicados, empleando un protocolo muy
específico.
Ese protocolo, que sigue en vigor desde entonces y ha mostrado una innegable eficacia,
respeta escrupulosamente tanto la intimidad como la custodia de registros que contengan
datos personales, y en consecuencia las autoridades españolas en absoluto necesitan hacer
todos esos estudios, supuestamente tan necesarios, para aplicar de una vez por todas esa
medida tan sencilla. Les basta con utilizar el protocolo de la Ertzaintza que tantos avales y
parabienes recibió al ser adoptado.
Entre otros muchos, el aval de los parlamentarios del PSE cuyo coordinador, Miguel Buen,
manifestó que: "el sistema que ustedes han implantado es un sistema que puede dar más
garantías, no al detenido, sino más garantías de defensa a los agentes de la policía que tienen
que actuar. Yo, desde ese punto de vista, creo que puede ser un buen sistema, un sistema efi-
caz".
El protocolo también recibió en marzo del 2006 el pleno respaldo de dos importantes organ-
ismos del Consejo de Europa, el Comité para la Prevención de la Tortura, CPT, y el comis-
ario europeo de Derechos Humanos, Álvaro Gil-Robles quien manifestó que esperaba que TAT
"estas medidas ejemplares, que protegen a los detenidos, sean seguidas no sólo por la Policía 2008
Informe
y la Guardia Civil, sino por el resto de cuerpos policiales de la Unión Europea". Anoal
Además, desde la adopción de dicho protocolo, y aunque entonces tanto PP como PSE se
mostraron absolutamente convencidos de que seguiría habiendo denuncias por torturas en las
comisarías de la Ertzaintza, no ha habido una sola; lo cual, aparte de demostrar que las
precedentes denuncias eran bien ciertas, muestra también la innegable eficacia de dicho
método a la hora de prevenir la tortura.
Por todo ello, es preciso exigir a las autoridades españolas que tanto Policía como Guardia
Civil adopten cuanto antes el mismo protocolo que utiliza la Ertzaintza que, además de
haber recibido apoyos, avales y parabienes de todo tipo, ha mostrado una gran eficacia
durante más de tres años.
Las autoridades españolas saben de sobra que la única manera de desmentir las denuncias de
torturas y/o malos tratos formuladas por numerosas personas a las que se ha aplicado el pro-
tocolo, sería mostrar todas las grabaciones debidamente controladas para que resulte imposi-
ble su manipulación, tal y como recomiendan los organismos internacionales. De lo con-
trario, dicho protocolo en absoluto garantizará que las personas incomunicadas no continúen
siendo torturadas.
Cabe remarcar al respecto el reciente informe del Relator de la ONU para los Derechos
Humanos, Martin Schenin: "El Protocolo Garzón, sin embargo, sólo se aplica caso por caso
y en virtud de decisión judicial y, por tanto, por definición, no se aplica en muchos casos
desde el momento de la detención. Además, sólo una tercera parte de los jueces que
168 instruyen causas por casos de terrorismo aplican ese Protocolo. A fin de velar por la eficacia y
la credibilidad de ese mecanismo, es necesario disponer de la tecnología necesaria para la
grabación de vídeo y audio en todos los lugares donde haya detenidos en régimen de inco-
municación, y debe darse a la defensa acceso a las cintas grabadas. El Relator Especial sub-
raya que es necesaria su aplicación sistemática para prevenir los malos tratos y para que
quede libre de sospecha cualquier agente de las fuerzas del orden a quien pudiera haberse
acusado injustificadamente de conducta impropia".
La valoración que hace TAT respecto a las otras dos medidas recogidas en el protocolo es la
siguiente:
2. Posibilidad de que el detenido sea visitado por un médico de confianza conjuntamente con el
médico forense.
TAT Los médicos que han asistido a las últimas personas detenidas bajo la aplicación de este pro-
2008
Informe
tocolo, han observado que la persona detenida se encuentra condicionada ante ellos. Aunque
Anual se le explique al detenido que son médicos de confianza designados por la familia, se observa
un punto de desconfianza hacia ellos. Además, tal y como han aclarado después, les ame-
nazan con que serán torturados nuevamente o de una forma mayor si les cuentan al médico
algo sobre el trato que están recibiendo. Con esto lo que quieren decir es: que el cuerpo poli-
cial conoce en todo momento el contenido de la conversación entre la persona detenida y el
médico que les está asistiendo. Las médicos que han estado también se han dado cuenta de
ello, porque en alguna ocasión los miembros del cuerpo policial que ha practicado la deten-
ción les ha echado la bronca argumentando que les han dicho a los detenidos algo que ellos
consideraban que no se les podía decir o preguntar.
La red de médicos de confianza valora que ha habido un gran cambio entre los primeros
casos de aplicación del protocolo y ahora. Pero también consideran que hay muchos aspectos
del protocolo que siguen sin aplicarse de una forma correcta: no poder visitar a los detenidos
en los plazos señalados por el protocolo, no estar controlados por medios audio-visuales
durante la exploración médica... Además, consideran que la policía ha aprendido a manejar la
situación en una situación así. Sobre todo se valora que han aprendido a manejar la situación
de cara a los médicos de confianza que entrar a visitar a los detenidos, aprendiendo a pre-
sionarles. Por ejemplo, el caso de la médico que visitó a las detenidas de Navarra, Miren
Arana, que la cachearon antes de entrar a visitar a la detenida. Se entiende que esto es inad-
misible y los médicos han acordado que si esto volviera a ocurrir se tomarán las medidas
oportunas: negación al cacheo, acudir al juez de guardia... También valoran como algo negati-
vo que no todos los jueces decidan aplicar el protocolo, y que incluso entre los que lo aplican
haya diferencias: número de visitas a realizar...
Algunos médicos consideran que aunque haya habido una evolución el protocolo no evita
que sigan existiendo casos de tortura, tal y como lo demuestran los últimos casos. Creen que
la solución estaría en hacer toda la presión posible para que se aplique el protocolo de una
forma correcta, y al pie de la letra.
Para otros, en cambio, el estado ha salido reforzado en este tema: consideran que ha valido
para lavarse la cara, mientras las personas detenidas siguen sufriendo un trato parecido.
Además creen que las personas detenidas se sienten peor, porque ven como les siguen tortu-
rando pese a estar siendo visitados por un médico de confianza.
Para otro grupo, por el contrario, la valoración es positiva. Si bien es cierto que consideran
que están contribuyendo a lavarle la cara al Estado, consideran que estas medidas ayudan a
presionar a la policía: no pueden hacer todo lo que quisieran porque saben que alguien de
confianza visitará a los detenidos. El protocolo posibilita visitar a los detenidos, y eso siempre
es algo positivo tanto para el detenido, tanto para la familia como para el médico. Además,
consideran que los jueces que no están aplicando el protocolo están quedando en evidencia.
Por último creen conveniente la necesidad de obtener todas las notas que escribe el médico
forense, es decir, las que utilizará después para hacer el informe médico forense oficial. La
razón de esto radica en que en muchas ocasiones los informes oficiales son muy pobres y no
reflejan nada de lo que les han contado. Así se podría realizar una comparación entre las
notas tomadas por el forense y el médico de confianza y se podría denunciar la calidad del
informe médico oficial.
Hemos de decir que compartimos totalmente la valoración que los médicos que han atendi- TAT
do a las personas detenidas realizan sobre esta medida. Desde el TAT poco más tenemos que 2008
Informe
añadir, ya que los testigos directos de lo que ha ocurrido han sido los propios médicos, con- Anoal
170
INFORMES MEDICOS
1.- INTRODUCCIÓN
El examen médico es una de las mejores maneras de obtener evidencia de tortura. De esta
forma, en algunos países el gobierno emplea médicos para examinar a los detenidos en las
comisarías de policía de forma regular. Sin embargo, la calidad de dicho trabajo ha sido pues-
ta en duda. En un estudio previo concluimos que la calidad de los informes médicos emiti-
dos en España entre los años 1991 y 1994, que describen exámenes rutinarios de los
detenidos mantenidos incomunicados, era muy baja.
En los últimos años ha habido un creciente interés en asegurar que la actitud de las fuerzas
de seguridad hacia los detenidos se ajuste a los estándares aprobados por las leyes nacionales
y las convenciones internacionales. No obstante, por lo que sabemos, no ha existido ninguna
investigación científica sobre el impacto de las medidas de prevención contra la tortura.
El Comité Europeo para la Prevención de la Tortura (CPT) es una de las organizaciones
más avanzadas en la prevención de las violaciones de los derechos de los detenidos. Entre
TAT 1996 y 2003, el CPT ha publicado siete informes sobre España relatando visitas a institu-
2008
Informe
ciones de régimen cerrado llevadas a cabo entre 1991 y 2001. El CPT ha recomendado
Anual repetidamente diversas medidas para mejorar la deficiente labor pericial de los médicos
forenses. Así, dichos informes han sugerido incluir: a) descripciones del estado de salud y
cualquier alegación de maltrato; b) los hallazgos médicos objetivos por parte de los médicos
basados en un concienzudo examen; y c) las conclusiones de los médicos a la vista de (a) y
(b). En 1997, el Gobierno Español publicó un formulario estandarizado para el registro de
los hallazgos de los médicos forenses, pero no incluía ni la posibilidad de alegar malos tratos
ni el apartado de conclusiones médico-forenses.
Buscamos examinar si tanto los esfuerzos nacionales como las visitas internacionales a los
centros de detención se han visto reflejados en cambios en la prevalencia de alegaciones de
malos tratos por parte de los detenidos incomunicados (teniendo en cuenta que ello supone
un mayor riesgo de maltrato), y en la calidad de los informes médicos acerca del examen de
los detenidos. Así, el objeto de este estudio ha sido evaluar la calidad de los informes médi-
co-forenses entre los años 2000 y 2005 y comparar estos resultados y la prevalencia de ale-
gación de maltrato con los obtenidos en estudios previos.
· La estructura del formulario (informe) utilizado, de conformidad con el CPT o las recomenda-
ciones del Gobierno Español.
Asumimos que el informado cooperó en el examen, a no ser que el forense haya hecho
constar explícitamente que no lo hizo.
Si se alegó maltrato, debería haber una descripción adecuada de la presencia o ausencia de
síntomas que sean comunes a este tipo de violencia. En el caso de alegar palizas, deberían
describirse las regiones corporales afectadas y que instrumentos fueron usados o si los golpes
fueron dados con el puño o la mano abierta.
Se debería examinar toda la superficie corporal de todos los detenidos y si se alegasen pal-
izas debería haber una descripción de las regiones corporales supuestamente dañada.
Las conclusiones sobre la data y causa de las lesiones han sido valoradas de acuerdo con
172 estándares internacionales y clasificadas como aceptables, inaceptables, insuficientes como
indicio o cuestionable si no pudieron incluirse en ninguno de los tres primeros grupos.
Hemos comparado el patrón de las pericias de los MFAN y los MFIL; las pericias hechas
en las comisarías de policía y las de la AN; y los informes periciales de los forenses individ-
uales.
En la comparación entre los dos periodos estudiados, hemos empleado indicadores simi-
lares haciendo hincapié en la ausencia de información importante.
En nuestro estudio previo valoramos la calidad de 318 informes médicos sobre 100 vascos
detenidos e incomunicados en España durante el periodo 1991-1994. Todos estos docu-
mentos han sido revisados para definir su estructura; del mismo modo, sus descripciones de
maltrato han sido revisadas porque los estudios previos estaban enfocados sobre el maltrato
físico. Había 6 informes con alegaciones de maltrato psicológico sin alegación de maltrato
físico. Por consiguiente, el número de informes con alegaciones de maltrato físico fue de 77
en vez de 71, que fue el valor dado en la publicación.
El método estadístico empleado ha sido el test de chi cuadrado y en los casos en que ha
sido necesario con la corrección de Yates y el test exacto de Fisher
3.- RESULTADOS
TAT
2008
Informe
Anual
Para el periodo 2000-2005, nuestro material ha constado de 425 informes realizados sobre
118 personas con edades comprendidas entre los 19 y los 55 años, siendo la mediana de 26
años. 98 de ellos (75%) eran hombres. Cinco MFAN emitieron 345 de los informes, 288 en
la comisaría central de policía y 57 en la AN. Veinticuatro MFIL emitieron 74 informes y 6
informes fueron emitidos por médicos de la policía. Ninguno de los informes forenses a los
que hemos tenido acceso fue emitido por un médico elegido por el detenido o que no fuese
funcionario público.
217 informes (88% de los informes con total o parcial colaboración) tenían alguna infor-
mación sobre presencia o ausencia de signos de violencia reciente. Los hallazgos físicos
indicativos de exposición reciente a violencia se describieron en 137 de ellos. En los informes
en los que se alegaron golpes en una región corporal determinada (n=53), se hizo una
descripción explícita de la región corporal supuestamente dañada en 33 casos, con marcas
indicadoras exposición a violencia en 19. Las lesiones causadas por los grilletes (n=29) no
fueron clasificadas como indicativas de exposición a violencia.
En ningún informe se pidió un análisis de sangre, por ejemplo para enzimas musculares.
Nuestra valoración de la suficiencia global de los informes se muestra en la Figura 1 (*no
incluida en la traducción). Sólo el 5% de los 425 informes tenían suficiente información
sobre exposición a maltrato, estado subjetivo de salud y exámenes físicos. Este porcentaje fue
del 3% para los informes con alegación de maltrato, e incluso dicho porcentaje debe consid-
erarse nulo si incluimos como criterio la presencia de una conclusión aceptable.
16 médicos dedujeron 64 conclusiones acerca de la data y/o causa de signos recientes de
violencia en 42 informes. Hubo 40 conclusiones acerca de la data; en 7 informes se apreció
que las lesiones se produjeron durante el periodo de detención, en los restantes, antes o
después del arresto. Hubo 24 conclusiones sobre la causa. En ninguno de los 15 informes con
alegaciones de maltrato y conclusiones sobre la causa, el médico indicó la compatibilidad
entre las lesiones y las alegaciones de maltrato, aparte de la violencia relacionada con el
174 arresto.
17 informes (40%) con historia de maltrato y signos clínicos de violencia reciente tenían
conclusiones insuficientes.
Sólo 25 de las conclusiones (39%) acerca de la data y causa fueron aceptables, 25% fueron
inaceptables, 27% insuficiente como indicio y 9% cuestionables.
Todos los documentos tenían insuficientes conclusiones como para confirmar la posibilidad
de existencia de maltrato.
4.- DISCUSIÓN
Los informes de este estudio y los del anterior fueron recogidos de la misma forma, por la
misma organización de derechos humanos. Considerando que unas 793 personas del País
Vasco fueron arrestados bajo la legislación antiterrorista en 2000-2005 y que 486 de ellos
(61%) alegaron maltrato, nuestro material representa, al igual que en primer estudio, aproxi-
madamente un 15% de todos los detenidos vascos que fueron examinados por médicos
forenses.
Asumimos por tanto que ambas muestras son comparables y ya que el 59% de los actual-
mente examinados alegaron maltrato, asumimos que hasta cierto punto son representativos
176 de todos los vascos detenidos bajo la legislación antiterrorista.
No hemos tenido acceso a otras fuentes de información sobre el resto de detenidos, aproxi-
madamente el 85% de los detenidos bajo la legislación antiterrorista. A pesar de que existen
registros con información relevante para comparar con nuestro grupo de población no hemos
podido comparar las características de los incluidos y los no incluidos en nuestro estudio y no
podemos descartar una selección tendenciosa. Esto refleja un problema generalizado en los
estudios epidemiológicos de las violaciones de derechos humanos: el acceso a la información
relevante es limitado.
La prevalencia de alegaciones de maltrato fue mayor - aunque no de forma significativa-
en el segundo periodo estudiado. Podría argumentarse que el temor entre los detenidos ha
disminuido entre los dos periodos de tiempo estudiados, reflejando una mejoría de sus condi-
ciones, alentando a los sujetos a denunciar malos tratos ante los médicos durante el periodo
de detención. Sin embargo, esta posibilidad se contradice con la mucha mayor prevalencia de
alegaciones de maltrato psicológico incluidas las amenazas. Más aún, hemos notado que hay
un cambio en los modos de maltrato alegados. Particularmente hemos notado un remarcable
aumento de las alegaciones de procedimientos de extenuación física (43% contra 6%, P<
.0001).
Aun presuponiendo que una buena fracción de todos los detenidos vascos fueran instruidos
para denunciar falsos malos tratos, nuestros hallazgos, en concordancia con otros informes,
indican que los malos tratos son frecuentes en ciertos centros de detención españoles.
Hemos analizado los informes bajo sus propias premisas, esto es, la versión del médico y la
alegación de maltrato por parte del detenido informada por el médico.
TAT La mayor parte de los informes no tenían suficientes elementos clave en la apreciación de
2008
Informe
exposición al maltrato pero a pesar de ello, la mayoría de los informes con alegaciones de
Anual maltrato contenían alguna información sobre síntomas y/o signos clínicos de maltrato de
acuerdo con la historia de maltrato. De esta forma, encontramos en general creíbles las
declaraciones de los detenidos, a pesar de que las premisas a menudo fueron insuficientes y
no estaban sustanciadas con signos físicos de violencia en todos los casos. Esta valoración
coincide con los informes del CPT y el Relator Especial sobre la Tortura de la ONU en que
la tortura y los maltratos continúan siendo un serio problema para los vascos detenidos bajo
la ley antiterrorista.
En general, los informes contienen serios y sistemáticos defectos respecto a los estándares
internacionales. Así, reflejan una insuficiente e inadecuada exploración física dirigida, entre
otras cosas, a garantizar los derechos de los detenidos. En correspondencia con esto, las expe-
riencias en otros países con conflictos políticos serios muestran que la salvaguarda de los
derechos de los detenidos basada únicamente en la intervención de médicos forenses desig-
nados por el estado no es útil.
Otros importantes hallazgos han sido, en primer lugar, la no utilización por los médicos de
un protocolo normalizado en línea con las recomendaciones del CPT. Incluso el insuficiente
formulario del Gobierno Español sólo se uso en unos pocos casos. De esta forma, el médico
forense trabaja con poca consideración hacia las directivas del Ministerio y las recomenda-
ciones del CPT. Creemos que la falta de un protocolo normalizado es un punto fundamental
y explicaría varios de los defectos en los documentos y las diferencias entre los médicos en
sus informes.
En segundo lugar la total falta de conclusiones como la probabilidad de maltrato alegado;
las varias faltas de conclusiones sobre la data y causa de las lesiones recientes; y la baja cali-
dad de las mismas cuando se hicieron. Los médicos son parte del sistema de garantías. El
examen médico se supone que es la posibilidad que tiene el detenido de tener una valoración
profesional sobre su testimonio acerca de malos tratos y una garantía para los agentes de
policía contra falsas acusaciones. Los informes deberían tener premisas claras y
opiniones/conclusiones como la probabilidad de cualquier alegación de maltrato.
La baja calidad de los informes y la total falta de conclusiones generales indican que los
médicos no asumen su responsabilidad. Este fallo en la documentación médica de la tortura
puede deberse a varios factores: la falta de empleo de protocolos estandarizados, falta de
directivas sobre su papel como garantes de los derechos de los detenidos, ausencia de apli-
cación de procedimientos básicos de diagnóstico, falta de supervisión profesionalmente cuali-
ficada, falta de armonización de la práctica médica y falta de planes de expertización o pro-
gramas de intercambio. En algunas situaciones especiales algunos expertos han señalado que
la doble lealtad puede ser un factor relacionado con el fallo de la profesión médica en la pre-
vención de los derechos humanos de los detenidos.
Un MFAN declaró en el Juzgado que 10-15 minutos son suficientes para recoger la histo-
ria clínica de un detenido y llevar a cabo una exploración clínica sin emplear un protocolo
formalizado. En estas condiciones no es sorprendente que la calidad general de los informes
fuese muy deficiente. Está claro que los médicos necesitan protocolos formalizados con una
lista de ítems de obligada cumplimentación.
No obstante, el protocolo también debe tener en cuenta los objetivos de la exploración
médica dados por los ministerios involucrados. Nuestros hallazgos muestran que los médicos TAT
necesitan directivas acerca de su papel de garantes de los derechos de los detenidos, y el for- 2008
Informe
mulario ministerial existente para exploraciones no lo hace. Anoal
Hay algunas variaciones en la calidad de la información sobre algunos ítems entre los dos
grupos de médicos (forenses de la Audiencia Nacional y forenses locales), insistiendo en la
necesidad de un protocolo, pero en general la calidad fue igualmente baja en ambos grupos.
Sin embargo, un importante hallazgo fue el mucho menor número de detenidos que colabo-
raron completamente con la exploración física con los forenses de la AN. Las características
de los dos grupos de detenidos - número de alegaciones de maltrato, presencia de síntomas o
signos - no difieren sustancialmente. Una explicación de esta importante diferencia en la
conformidad puede ser la diferencia entre las "culturas médicas locales". La propia descrip-
ción de la conducta profesional de los MFAN, véase más arriba, indica una falta de compro-
miso que no induciría confianza en los detenidos, alentándolos así a sincerarse. Más aún, la
falta de privacidad durante la exploración médica puede ser un factor importante para dis-
minuir la confianza en el médico. En una declaración ante el Tribunal, un oficial de policía
testificó que la puerta del despacho en el que se realizaba la exploración médica permanecía
abierta como norma. Este hecho es totalmente contrario a las recomendaciones del CPT.
Estos factores pueden explicar la diferencia observada y pueden reflejar por qué algunos
médicos evitan opinar acerca de signos recientes de violencia.
Cuando comparamos los dos periodos estudiados, notamos que en el presente estudio los
médicos realizaron menos exploraciones médicas. Sin embargo describieron signos recientes
de violencia en un mayor número de informes, a pesar del hecho de que el número de
178 detenidos que alegó maltrato fue menor. Creemos que este hecho refleja un mejor estándar
en la exploración física y el informe. Esta interpretación se corrobora por la observación de
los pocos documentos del presente estudio en los que faltaba la descripción de si la explo-
ración revelaba ausencia o presencia de signos de violencia. Sin embargo, la práctica totalidad
de los informes con alegación de maltrato estaban lejos de cumplir con los estándares inter-
nacionales.
Más importante aún, el número de alegaciones de maltrato en el presente estudio fue igual
de alto que en el estudio anterior. Sin embargo, el patrón del maltrato alegado ha cambiado;
métodos peligrosos (sofocación) que dejan marcas, que pueden ser detectadas mediante
exploración clínica (palizas) han sido ampliamente reemplazados por otros métodos. A la luz
de esta afirmación encontramos que es curioso que los médicos forenses nunca indicasen la
necesidad de un análisis de enzimas musculares en sangre cuando se alegaron ejercicios físi-
cos forzados. Tal y como se describe en publicaciones españolas, este análisis puede ser un
complemento valioso a la exploración física del detenido que denuncia una exposición a estos
procedimientos. En nuestra opinión esta omisión indica que los médicos llevan a cabo sus
obligaciones sin instrucciones normalizadas en las que se incluyan procedimientos elemen-
tales de diagnóstico para una apropiada documentación del maltrato físico, incluyendo análi-
sis de sangre y fotografías, véase más arriba, carecen de supervisión profesional.
TAT
2008
Informe
Anual
5.- CONCLUSIONES
a) El Ministerio de Justicia no ha dejado claro a los Médicos Forenses que una parte de su función es
detectar e informar sobre posibles infracciones de los derechos humanos. Por el contrario, El
Ministerio no se ha asegurado de que los Médicos Forenses cumplan con sus (insuficientes) instruc-
ciones para el examen médico de los detenidos.
b) Los médicos trabajan sin un protocolo formal, y no están supervisados acerca de la calidad de su
trabajo y sus informes.
Seguimos creyendo que los médicos con especialización forense tienen un importante
papel para salvaguardar los derechos de los detenidos. Sin embargo, para cumplir este papel,
deben llevara cabo los exámenes de acuerdo con un protocolo adecuado. Deben ser indepen-
dientes y ocuparse, primero y primordialmente de sus pacientes, trabajando con compromiso,
estando al día en sus conocimientos y siendo supervisados.
dentes de las universidades, con la responsabilidad académica superior de los exámenes médi-
cos llevados a cabo en los centros de detención.
- Benito Morentin: Sección Patología Forense, Instituto Vasco de Medicina Legal, Bilbo
- Hans D. Petersen: Departamento Internacional de Rehabilitación e Investigación para
Víctimas de Tortura, Copenhage, Dinamarca. eta Departamento de Medicina, Sygehus
Nordsjaelland, Dinamarca
- Luis F. Callado: Departamento de Farmacología, UPV, Leioa
- Itsaso Idoiaga: TAT, Bilbo
- J. Javier Meana: Departamento de Farmacología, UPV, Leioa
El extracto del texto que mostramos ha sido publicado en la revista de divulgación científica:
Forensic Science International
180
MEDIOS DE INCOMUNICACION
MEDIOS DE (IN)COMUNICACION
La constitución española ha cumplido en el 2008 treinta años. Los mismos que la "joven tor-
tura" española lleva utilizándola para sus propósitos. Treinta años de supuesta democracia.
Treinta años de tortura. Treinta años de tortura democrática.
Si bien es cierto que los valientes testimonios de las personas que han sido torturadas año
tras año han puesto de manifiesto una realidad que la mayoría de la gente no quiere ver. No
es menos cierto, que la sociedad en general no encuentra demasiadas facilidades para acceder
a este tipo información. Hay realidades secuestradas. Por dolorosas, por vergonzosas. Por
delictivas. Por omisión.
No es torturador sólo quien tortura. En las mazmorras de las comisarías se encuentran los
ejecutores, pero según subimos escaleras, nos vamos encontrando con diferentes actores de las
misma función. Cada uno con la suya. Y los medios de comunicación hace mucho tiempo
que se están convirtiendo en la principal estrella del teatro.
TAT
2008
Informe
No creemos exagerado decir que, sin la labor de estos medios de (in)comunicación sería difí-
Anual cil, muy difícil, seguir torturando. Casi imposible.
CASO PORTU SARASOLA
Si algún caso ha traspasado este año la barrera de la vergüenza de algunos y de algunas, ha
sido, sin duda, el de estos dos jóvenes Lesakarras.
No este caso el ejemplo periodístico habitual de los casos de tortura. Este si ha tenido eco. A
este si se le ha dedicado tiempo.
Pero aún así, y por ello, un pequeño repaso a las informaciones de aquellos días, nos aclara y
nos demuestra dónde está cada uno. Y para qué.
Hemos querido analizar las informaciones vertidas por algunos medios de (in)comunicación
en y durante los días en las que estas dos personas permanecieron en ese régimen. Para ello,
hemos tomado como muestra distintos periódicos, algunos estatales y otros no.
DOMINGO 6, EL ARRESTO
El domingo 6 de enero, día de reyes, fueron detenidas en Arrasate dos personas. Igor Portu y
Mattin Sarasola. Las detenciones las practicó la Guardia Civil, y estaban relacionadas con
algún delito de "terrorismo". Ese mismo día, ya hubo un poco de confusión acerca de la hora
en la se practicó las detenciones, pero la noticia era una: "Se ha capturado a dos etarras". El 7
de julio, los periódicos amanecían con noticias al respecto.
Todos los periódicos se hicieron eco de la noticia. Algunos periódicos lo resaltaron en porta-
da y fue la noticia principal (Diario Vasco, Deia, Diario de Noticias, Correo, Gara) en la
mayoría de periódicos vascos.
Menos la La Razón y País, que le ofrecieron media página a la noticia, todos los demás lo
recogieron en una página entera.
Llama poderosamente la atención que sólo uno, GARA, nos informó de que los detenidos se
encontraban incomunicados. Imposible, incluso, encontrar la palabra incomunicación.
Incomprensible.
LUNES 7, HOSPITALIZADO
Toda Euskal Herria se levantó de un sobresalto. La noticia de que una de las personas
detenidas, Igor Portu, había sido ingresado en el Hospital de Donostia hizo que quien más
quien menos, tuviera la misma sensación: Aquí huele a tortura..... A primera hora de la
mañana se filtró a los medios el parte médico de urgencias del hospital. Demoledor. Fractura
de costilla, hematomas y neumotórax. TAT
2008
Informe
Anoal
Casi todos abrían con la noticia en portada. Con la noticia de la hospitalización de Igor
Portu y daban cuenta del contenido del informe médico. Algunos nos informaban que un
Juzgado había comenzado a investigar el caso.
Resulta curioso como un mismo hecho se puede interpretar de tantas formas distintas.
Cuestión de poner acentos.
Si Berria informaba de que Igor Portu había sido hospitalizado con signos de tortura, y en
más pequeño explicaba que el Ministro de Interior, Pérez Rubalcaba justificaba las lesiones
con el momento de la detención, El Mundo, resaltaba, en grande, que las lesiones se habían
producido en la detención, y relataba, en pequeño, que Portu tenía una costilla fracturada,
numerosas contusiones y un hematoma en el ojo. Del neumotórax ni una sola palabra.
Pero si trata de llamar la atención, la palma se la lleva el Diario de Navarra. El día que Igor
Portu ha sido ingresado de urgencia y con gravedad en el hospital a las pocas horas de ser
detenido por la Guardia Civil, abre con este titular: "Las detenciones de Mondragón llevan a
hallar un zulo en Huesca". Sobran las palabras. Faltan las verguenzas.
MARTES 8, IMPOTENCIA
182
La noticia seguía en el candelero. Mientras las personas más cercanas a los detenidos vivían
con angustia la incapacidad de saber cómo estaban Igor y Mattin, sus captores, los que los
custodiaban, empezaban a recoger sus frutos. Y a repartirlos.
Si la mayoría de los medios "vascos" se centraban en confrontar las dos versiones existentes
en ese momento sobre el origen de las lesiones que presentaba Portu (detención violenta vs
torturas), los medios estatales, y alguno de aquí, ponían el acento en otra cosa.
"Los dos etarras detenidos escondían 150 kilos de explosivo para nuevos atentados" titulaba
el Correo (español) en portada. En la misma linea, ABC, Diario de Navarra, Diario Vasco,
La Razón.... Todos en portada.
Es increíble la cantidad de datos que empezaron a ofrecer estos periódicos: Se han hallado
dos zulos, formaban parte de un grupo de "mugalaris", junto a otras dos personas trasladaban
personas y materiales a través de la frontera, se encargaban del almacenamiento de explo-
sivos.... Todos citaban distintas fuentes. ¿Distintas fuentes a la del Ministerio de Interior o la
Guardia Civil?
Se hace muy difícil pensar que estos periodistas en ningún momento se hagan la pregunta de
cómo ha logrado la Guardia Civil esa información. Es mucho más fácil imaginar que, lo
saben, les gusta y intentan arrimar el hombro y ayudar. Remar en la misma dirección, vamos,
TAT torturar.
2008
Informe
Anual El País sorprende con un parte médico elaborado por el médico forense de la Audiencia
Nacional a Mattin Sarasola en dependencias de la Dirección General de la Guardia Civil en
Madrid, a donde ya había sido trasladado. En parte médico se reflejan una serie de lesiones,
hematomas, erosiones... Lejos de asustarse aún más, intentan demostrar que, realmente, esas
heridas son compatibles con el hecho de una detención violenta.
MIERCOLES 9, T4
Los acontecimientos se suceden, y el miércoles tenemos una nueva noticia. Al hilo de esta
noticia el caso adquiere importancia. Entre los periódicos ABC, Diario de Navarra, Diario de
Noticias, Diario Vasco, Correo, El Mundo, El País, la Razón, Noticias de Gipuzkoa y
Público, sumamos 9 portadas y 39 páginas.
Las nueve portadas nos dicen lo mismo: Portu y Sarasola son los autores de la T4.
Gara y Berria, también encabezan el titular con el caso, pero ni uno ni otro se hace eco de la
noticia de la T4 en portada. Gara está certero al afirmar que Rubalcaba "dice que lo han con-
tado todo, pero no explica cómo". Ni Rubalcaba ni sus altavoces.
El jueves 10 de enero se filtra a los medios la declaración que ha prestado un testigo ante un
juez de Bergara. Dicho testigo relata haber presenciado la detención y echa por tierra la ver-
sión oficial.
La mayoría de los periódicos se hacen eco de la noticia. Algunos lo titulan en portada, como
Gara, Berria, Noticias de Gipuzkoa, Deia y Diario Vasco. Otros lo mencionan en páginas
interiores.
Llama la atención, que algunos ni siquiera recogen la noticia, como ABC, El Correo o La
Razón. Y sorprende más aún el diario ABC, ya que sí dedica un titular al caso, pero con esta
frase: "Los asesinos de la T4 serán los primeros en cumplir 40 años".
El viernes expiró el plazo de incomunicación para Igor Portu y Mattin Sarasola. Ambos TAT
fueron enviados a prisión después de declarar ante el Juez Grande Marlaska. 2008
Informe
Anoal
Los medios tuvieron acceso a los testimonios de las dos personas detenidas. Llamaba mucho
la atención que en las declaraciones que efectuaron ante los jueces coincidían en la manera
que se había producido la detención y las siguientes horas. A pesar de haber estado incomu-
nicados, coincidían en todos los extremos.
Contaron que la detención se produjo sin violencia, y que inmediatamente después fueron
llevados a un río. Los detalles eran escalofriantes.
En los diarios Deia, Berria, Gara y Diario de Noticias, se ve una voluntad de seguir mante-
niendo vivo el caso. Se centran en las contradicciones entre las dos versiones y pide que se
esclarezca totalmente.
El Diario Vasco y el Correo, primero nos ofrece una página entera para demostrarnos lo
malos que son los chicos estos que han denunciado malos tratos. Después, se fía de la Justicia
para aclararlo en sendos y sesudos artículos de opinión. No sin antes recalcar, que la noticia,
la buena, la que hay que recordar, es que estas dos personas han sido detenidas.
La Razón, en su linea, canta de nuevo bingo. En una ingente labor de periodismo de investi-
gación, nos enseña, en portada, con las letras más grandes, "los etarras de la T4 llevaban un
manual para denunciar torturas".
Como vemos, negar que existen trincheras mediáticas es no querer ver. Es, cerrar los ojos
cuando estamos a oscuras.
TAT
2008
Informe
Anual
POSICIONAMIENTOS
INTERNACIONALES
A finales del año 2007 se hicieron públicos dos informes referentes a las visitas que sendas
delegaciones del Comité para la Prevención de la Tortura del Consejo de Europa -CPT-
habían cursado al Estado español dos y cuatro años antes respectivamente. Estos informes
habían permanecido bajo secreto por el Gobierno durante ese tracto temporal.
Una vez hechos públicos pudimos conocer que el informe sobre la visita del 22 de julio al 1
de agosto de 2003 el Comité criticaba el hecho de que "en el caso de las personas que se
mantenían en incomunicación, es restringido el derecho al acceso de un abogado; esas per-
sonas tienen denegado el derecho a la presencia de un abogado de su propia elección en el
momento de prestar declaración, y no pueden mantener una consulta en privado con el abo-
gado de oficio, incluso después de haber realizado la declaración". En esa línea, continúa
diciendo el órgano de monitoreo del Consejo de Europa que "a las personas bajo incomuni-
cación se les niega durante cinco días el ejercicio del derecho a hacer saber a un familiar o a
una persona de su elección el hecho de su detención y el lugar en el que permanece". Si bien
recomienda que "las personas bajo incomunicación tienen que tener el derecho de ser exami-
nadas por un doctor de su propia elección", apunta a la grabación de la detención como un
método de prevención efectivo.
186 En el informe CCPR/C/ESP/CO/5/ dicho Comité, el más alto órgano para la supervisión
de la situación de los derechos civiles y políticos "sigue estando preocupado por el manten-
imiento del régimen de incomunicación tratándose de delitos de terrorismo y bandas organi-
zadas, que puede llegar a ser de 13 días, y por el hecho de que las personas interesadas no
tienen derecho a elegir a su propio abogado. El Comité no comparte la opinión del Estado
parte en cuanto a la necesidad de mantener el régimen de incomunicación, justificado en aras
del "interés de la justicia". El Comité entiende que este régimen puede propiciar los malos
tratos y lamenta que se mantenga, a pesar de las recomendaciones de diversos órganos y
expertos internacionales para que se suprima recomienda no ya que se acorte el periodo de
incomunicación". En consecuencia, reclaman "que se adopten las medidas necesarias, inclu-
idas las de carácter legislativo, para suprimir definitivamente el régimen de incomunicación, y
que se reconozca a todos los detenidos el derecho a la libre elección de un abogado que
puedan consultar de manera plenamente confidencial y que pueda estar presente en los inter-
rogatorios".
TAT Precisamente, el gobierno respondió al informe del Comité de Derechos Humanos con una
2008
Informe
declaración remitida con fecha de 8 de enero de 2009, negando y refutando todas las opin-
Anual iones del Alto órgano de Naciones Unidas, en términos además que para nada responden a
una actitud de respeto, cooperación y diálogo con los organismos internacionales, denotando
una actitud autoritaria que resulta inaceptable frente a dichos organismos. El hecho de que el
Alto Comité no comparta sus apreciaciones lleva a concluir a las autoridades españolas que
su análisis "no se corresponde con la realidad", considerando "opiniones distorsionadas" los
datos que rebaten la imagen de las cosas que dichas autoridades pretenden presentar ante la
comunidad internacional. Tal vez la sorpresa que produce en el Gobierno "que el Comité,
como debería ser de rigor, no reitere que España cumple las obligaciones que le impone el
Pacto y que avanza en la promoción y respeto de los derechos humanos" resulte de que real-
mente se ha producido una involución en este terreno, situación que ha sido detectada por el
órgano de supervisión.
gados de hacer cumplir la ley seguían estando extendidos". En concreto menciona que
"durante las investigaciones sobre el caso de 22 personas detenidas en enero de 2006 por car-
gos relacionados con terrorismo, varias de ellas contaron al juez de instrucción que habían
sufrido torturas y otros malos tratos a manos de agentes de la Guardia Civil mientras esta-
ban recluidas en régimen de incomunicación. Al final del año no se tenía conocimiento de
que se hubiera realizado una investigación criminal sobre tales denuncias".
Las consecuencias que deja la tortura en las personas son irreparables, y el conocimiento del
número y el sufrimiento de las personas que han sido torturadas nos obliga a poner en fun-
cionamiento la maquinaria para acabar con esta ingnominia. Es por ello, que Torturaren
Aurkako Taldea, exige que se cumplan las siguientes peticiones basadas en principios inter-
nacionales:
188
RECONOCIMIENTO
Los gobernantes políticos deben reconocer la existencia de la tortura, de manera oficial y
pública. Por un lado, como reconocimiento que merecen todas las personas que han sido tor-
turadas, y por otro lado, por el derecho que le corresponde a los y las ciudadanas vascas de
conocer la verdad. Este Pueblo, tiene derecho a recuperar la memoria histórica de la vul-
neración de los Derechos Humanos.
GARANTÍAS DE NO REPETICION
Se debe de garantizar que no existirá de nuevo otro caso de tortura. Hay que eliminar toda la
maquinaria que promueve y oculta la tortura. Para ello vemos necesario:
Investigar de manera eficiente todos los casos que actualmente se encuentran abiertos
y los que en el pasado se cerraron injustamente y someterlos a juicio.
Que el delito de tortura no prescriba nunca.
Anulación de todos los juicios y sus consecuencias basados en declaraciones obtenidas
bajo tortura.
Garantizar que todas las personas torturadas tengan asistencia jurídica, médica y psi-
cológica.
TAT
2008
Informe
Anoal