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de Camarini

Esta es la pasión de uno que niega, la voluntad de uno que arde y una
memoria: es la “poesía” en que, como negador de mi deseo propio,
correspondo a una carencia de completud (“mal” por estos días) el
destino que espero para la humanidad. Escribo, también, aquí, una
especie de ideología personal acerca del sufrimiento como actividad
personalizada, como voluntad particularizada y jamás generalizadora.

El asunto de disolver el ocio y el sufrimiento (con “yo sufro” el egoísmo


ha comunicado “te odio”), en el líquido de la soledad de un libro es, sin
embargo, desde algún punto de vista, un mejoramiento y un arte, por
mínimo que parezca o sea.

Escribo esto con alguna prevención; y con el conocimiento de que no


representaré un “ejemplo” jamás.

POEMA 1. (Fragmento).

Tú, con lengüetadas del aire,


libélula callada, desmerecedora perfecta,
poseedora de mortajas de piedra.

Tú, inquieta, estúpida, cruel-azarosa:


ojos de hule con la mirada plúmbea.

No tienes nada por lo que yo te crea,


nada por lo que el mundo quiera tu fiereza.

Una bandada de cuervos embadurna tu presencia,


y tú que te crees “sol, gema”, ¡infragante muerta!

POEMA 3. (Fragmento).

Quisiera degollarla, desmantelarla a usted miembro por


miembro;
estar en usted hasta el fondo de su inclemencia,
y publicar en un periódico amarillo
la negra nota de su “vida”.

Quisiera que usted tuviera una menstruación de guerras,


una calamidad en medio de las piernas;
que se doliera por soles o por bailables y muecas,
y que más de trescientos días le incriminaran las piernas,…

POEMA 4

Habrá dinitrotolueno en las rosas que yo le envíe,


habrá anodinas quimeras en una adjunta y mendaz epístola.

Allí le diré “clavel, rosa, espuma de vida”,


y le increparé por el daño de su mortuoria huída.

Así regurgitará como desenamorada de lo permitido,


con un regüeldo de imágenes de su mausoleo futuro.

Y usted será aprisionada por los sentimientos de culpa,


hasta que una ocasión suicida se le presente a su muerte de
“vida”.

POEMA 5

El aire huele a azaroso azahar en su indiferente arbitrio,


a trigales de secas cosechas, a sangre de imprevistos
dolores.

El agua vaporea el estupor del mar y la ironía ribereña,


y te golpea el feo rostro a la hora de abofetear las costas.

La tierra medra de odio-mierda en la humanidad,


y da vueltas al latido errante e indiferente del soplo aéreo.

Y siempre despiertan imprescindibles volcanes su


imprudente actuar
Más de cien mil salamandras se tragan tu rostro por soledad.

POEMA 9

Así sucede
la música plúmbea:
liras sardónicas
desquician tu infragante sombra,
un piano viola y destroza
desfallecientes notas
en melodías nocturnas.

La paz es calma,
por ello es la ira amada
cuando la flauta detona
bombas-acordes
en escenarios crudos.

Así sucede
la música arrolladora
que mata
las auroras.

POEMA 10

Mátame con duras cachetadas mortíferas,


con miradas que incidan blandiéndose a mi rostro.

Inquiéreme sobre la sinrazón unida a tu fiereza


con tu palabra de arterias embadurnadas de niebla.

Impura, adúltera, castradora de bellezas:


¡invéntame en ti como el zángano de las destrezas!

Que salga birlado un poema y plagiadas doce estrellas;


que te amen estúpidos nimbados de grises y de querella

Dame un beso-balazo cuando me espetes “felicidades”,


y quiere, por lo que más quieras, morir haciendo una guerra.

POEMA 12. (Fragmento).

Que la puta madre del alba venga y se pliegue sobre la


arena del mar; que los becerros carguen a combatientes
muertos de ti; y que en los prados haya rosaledas
guarnecidas por formas de meretriz...

POEMA 14

“Amigo, amigo mío”:


lo mejor de toda la vida me lo ocultaste a mí;
me traicionaste sin lengua y así, te olvidaste de ti.

“Amigo” en las primaveras, entre cardo y jazmín:


mujer y mujer que yo amaba eran historias para ti.

Tú me ataste las manos por tu amistad infeliz;


Y estableciste las tablas de tu ocultamiento y tu Alhelí.

“Amigo” indispuesto a la ayuda, mendaz aguamanil


de quien espera la gracia, de quien clama victoria en pedir.
Te condenaron las cosas, te traicionaron las vidas;
por eso yo no te niego ni podría ser tu hermano así.

POEMA 16. (Fragmento).

Te auguro mil soledades, mil impiedades ingratas;


presagio tu devenir que siempre ha estado ante ti:
eres la misma embriagadora que ha sido la demoníaca puta,
la engañadora sutil, la descomunal infame: sílfide y meretriz.

POEMA 18

Qué de calaveras van por su “espléndida” vida, por la


avenida Ausencia.
Y en medio de todas siempre se encuentra la clausura de las
estrellas,
la terminación de la muerte en la complacencia y las frugales
“felices” pérdidas.

Algunas de ellas se anegan de una poética imposibilidad de


excelencia,
y de torturas quiméricas que aumentan en frigoríficas
dolencias.

Qué de desdeñosas mujeres quebradas de evanescencia,


últimas y primeras en el canto negro de la tumefacta
“presencia”
nimbadas por una soledad exhibicionista y una notable
inconciencia.

Algunas son como tiernas coralinas y fabulosas nereidas:


insípidas ignorantes, y quietas que se conforman hasta en la
displicencia.

POEMA 21. (Fragmento).

En plazas, en avenidas, en pueblos, en medio de maremotos


de izquierda,
en iglesias ultraderechas y en puertos y en chingaderas,
van los pistoletazos como rocíos cayendo a la temeridad y
franqueza.

POEMA 22. (Fragmento).

Eternamente anodina, tú,


rosa de piedra,
ángel de cascabel
y mata estrellas.

…Sonriente y risible doncella,


reputamente de hiel, tú,
de juventud tarantúlea:
sol y dolencia, sal y hiedra…

POEMA 24. (Fragmento).

…(¡Que de chingadamadre rueda en las estrellas!):


ése fragor insensato e indolente detrás de tu displicencia,
ésa sabiduría que traga los sueños sobre la miserabilísima
vida
plena de “empleo”, de colores morales, de “obediencias”…

POEMA 26. (Fragmento).

Dinero, hijo de Plutón, hijo de viento:


¡friégame, te lo ruego!, con ése amor tuyo, leguleyo.

…Rostro de papel, cuerpo de infatuación común, orejas para


cualquier estipendio:
¡tu esmeraldina mierda en el cuello esquilma los más vanos
besos!

(...y, por todo eso, te celebro).

POEMA 29. (Fragmento).

Te llenas de infernalidad, de caricias fúnebres, de


incalculables cagadas de fealdad.
Te cubres las piernas de manteca de recelo, de líbido velada,
de estólida reputamierda que indigesta.
Y tu cabeza se vuelve atacadora: sólo denuncia contramor ;
no más que dinamita “pura” y ligera de belleza oscura y
retráctil al lisonjeo…

POEMA 35

Rocío de la vejiga,
río de luz cristalina,
toca la vida en mierdaluces,
en la dermaflexia de las putas
que restringen su sexo
haciendo desdén de naturaleza.

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