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— Reproducido con permiso.

©1984 por Jack T. Chick

P. D.

Hace años, cuando estaban surgiendo sociedades John Birch por todo los Estados
Unidos, la gente gritaba: "¡El tiempo ha llegado! ¡Vienen los comunistas!" "Están
tomando el control. Sólo nos quedan unos años." Con gran entusiasmo y fervor, los
cristianos se reunieron para pelear contra ese monstruo y detenerlo, aunque para ello
tuvieran que unir fuerzas con los católicos romanos. Esa fué una gran cortina de humo
para desviar la mirada de los cristianos, a fin de que no vieran lo que el Vaticano estaba
haciendo para tomar el control mundial.

Ahora está sucediendo otra vez. Sólo se ha cambiado el nombre. El movimiento más
reciente se conoce con el nombre de "Movimiento de la Nueva Era", y tiene mucha
fuerza. Pero, ¿quién está detrás de él?

Sabemos que ese movimiento es una abominación, y la Biblia nos dice que la madre
de las abominaciones es la ramera de Apocalipsis 17, la Institución Católico Romana.
Puede estar seguro de que los jesuitas, los Illuminati, el Opus Dei y los masones están
dirigiendo sus actividades, y el resultado es otra gigantesca cortina de humo que ya está
alejando la atención de los cristianos, mientras que el Vaticano usa secretamente este
movimiento para lograr sus metas.

El obispo Fulton Sheen atacó el comunismo en el pasado y, aunque la Nueva Era es


un subproducto de Roma, la atacarán violentamente para cumplir con sus propósitos.
Los católicos tratarán de unirse a los cristianos para atacar juntos al "Movimiento de la
Nueva Era". Los cristianos ya cayeron en la trampa y los jesuitas están desternillándose
de risa.

Poco antes que se publicara la edición original de este libro en inglés, recibimos la
siguiente carta de un hombre que había esuchado la grabación que sirvió de base para el
libro:

Estimado Jack:

Ayer escuché su grabación CORTINAS DE


HUMO que un hermano en Cristo me prestó.
Ahora son más de las 2:30 a.m. No podía
dormir y necesitaba escribirle esta carta. Los
hechos terribles que menciona son
sencillamente aterradores.

Crecí en Alemania oriental, en una área que


es mayormente católica, y conocí algunas de
las cosas que usted menciona. Recuerdo haber
visto en Munster las jaulas de acero, colgadas
de los campanarios de la catedral, en las que
dejaban que los anabaptistas murieran de
hambre hasta que las aves se comían su carne.
Hace 27 años se podían ver esas jaulas. No sé
si todavía están allí. Personalmente, creo que
en su grabación no se ha dicho ni la mitad de
lo ocurrido, aunque lo que dice ya es
horroroso.

W.K., Linden, N.J.

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