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Vestidos de

humildad
LUCAS 8:43-48
La mujer del flujo de sangre
• Pero una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años,
y que había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno
había podido ser curada, se le acercó por detrás y tocó el borde de su
manto; y al instante se detuvo el flujo de su sangre. Entonces Jesús
dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? Y negando todos, dijo Pedro y los
que con él estaban: Maestro, la multitud te aprieta y oprime, y dices:
¿Quién es el que me ha tocado? Pero Jesús dijo: Alguien me ha tocado;
porque yo he conocido que ha salido poder de mí. Entonces, cuando la
mujer vio que no había quedado oculta, vino temblando, y
postrándose a sus pies, le declaró delante de todo el pueblo por qué
causa le había tocado, y cómo al instante había sido sanada. Y él le
dijo: Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz. Lucas 8:43-48
Pregúntese
• ¿Como cree que puede
sentirse una mujer que,
por su enfermedad, no
puede realizar sus
actividades cotidianas?
• ¿Que sentimientos
vienen a nuestra mente
al pensar en esta mujer?
La humildad
• Introducción:
• La humildad, es la capacidad de reconocer que separados de
Dios nada podemos hacer. De entender que, nada de lo que
somos o tenemos lo hemos obtenido por nosotros mismos, sino
por la infinita gracia y misericordia de Dios. Muchas veces, en la
medida que vamos alcanzando metas o reconocimiento en
nuestra vida, vamos perdiendo la humildad. Acreditamos este
éxito a nuestros talentos y habilidades, a nuestra preparación y
propia sabiduría, y entonces nos olvidamos de Dios.
1. Vestirme de Humildad
• Nos relata la Palabra de Dios, que el Señor estaba pasando por
una ciudad, donde había una mujer azotada por una enfermedad,
la cual, llevaba 12 años padeciendo. Recordemos que esta mujer
había gastado todo lo que tenía en médicos, había visitado todos
los especialistas de la época, pero empeoraba cada vez más. Sin
embargo, cuando oyó hablar de Jesús, lo buscó diciendo: ―si
tocare tan solamente su manto, seré salva.
• Como respuesta, no solamente Jesús le dio la salvación, sino que
también le dio paz y la sanó;
2. La humildad implica
despojarme de mi mismo
• ¿Cuántas veces nos acostumbramos
a la enfermedad?. Ésta se convierte
en un escape para evadir el
compromiso, la responsabilidad de
ser sanos y de tomar decisiones; en
un corazón donde el ego está
sentado en el trono no habrá
sanidad, porque un corazón lleno de
orgullo y soberbia no puede ver, ni
aceptar los milagros de Dios en su
vida. Salmo 51:17
La humildad una prenda de
vestir:
• La humildad es aquella prenda con la cual
debemos revestirnos para que se mueva
la mano de Dios; logra que salga poder de
Dios, por eso el Señor decía: ―...yo he
conocido que ha salido poder de mí. El
poder salió de Dios, y cayó sobre una
mujer sencilla, que despojándose de sus
prejuicios, se acerca humilde, aún estando
enferma corrió al encuentro de Jesús, al
encuentro con su Salvador.
3. La humildad me lleva a
la experiencia de sanidad
• En todos los procesos de enfermedad, debemos ser
confrontados preguntándonos: ¿Cuántas cosas hay en
mi interior, que afectan directa o indirectamente mi
cuerpo?, en ocasiones, aún sabiendo que nuestra
confianza debe estar solo en Dios, la colocamos en
personas o situaciones, pensamos que nos ayudaran a
salir adelante de un conflicto o de una enfermedad.
• Tantas cosas que nos enferman, por no tomar la
decisión de reconocer que no son mis recursos o
los médicos, o a veces por no querer perdonar y
ver a otros con humildad; debemos ser libres del
rencor y de toda raíz de amargura que se anida
en nuestro corazón y que nos impide
experimentar paz y sosiego. Para perdonar se
requiere de este gran elemento: la humildad.
• No se trata solo de orar a nuestro padre Dios para
recibir una sanidad como si fuera algo puntual, sino
que Él siempre encuentre en nuestro corazón, una
actitud de cambio, de conversión, de compromiso,
de querer que Él sea mi prioridad, de anhelar vivir
una vida donde Él reine y donde la sanidad sea en
todo mi ser: espíritu, alma y cuerpo; aceptando que
lo necesito y no debo esperar más para postrarme
ante Él reconociendo mi necesidad.
APLICACIÓN TEOTERÁPICA
• En éste año del Labrador, es importante
entender que si no nos vestimos de humildad,
así como lo hizo esta mujer, entonces no
podremos ver el poder de Dios sobre nuestra
vida, ni sobre aquello que anhelamos recibir
como fruto de nuestra labranza
OREMOS…
HUMILLANDONOS ANTE
NUESTRO DIOS…

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