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LOS LADRONES

Escrito por Heinz Roth el 06 de diciembre de 2006.


Sujeto a revisión.

Pasaba un día Tío Conejo por los alrededores de la hacienda del ser
humano que vivía en los límites de la selva. Tío Conejo se le queda
mirando y comenta: – ¿Siempre me he preguntado qué hace ahí un
ser humano?
Tío Conejo, lleno de curiosidad se acerca a la hacienda para ver qué
hace el humano. Cuando está más cerca observa un campo sembrado
de hortalizas.
– ¡Dios mío! ¡Pero esto es un milagro!

Tío Conejo se pasa debajo de una cerca y se mete en el huerto


dándose un banquete con las hortalizas.
Cuando ya estaba completamente lleno, pensó: –Aquí hay comida
como para todo un año y para todos los animales de la selva. El
dueño de todo esto debe ser muy rico….
Diciendo esto, Tío Conejo se queda pensando con una gran sonrisa en
la cara.

Pasado un tiempo, Tío Conejo va por el sendero empujando una gran


carreta.
– ¡¿Para qué lleve esa carreta?! Le pregunta Tío Morrocoy.
–…Uff, es que Tío Burro que me la prestó que estoy haciendo un
trabajo.
– ¿Usted trabajando? Eso no se lo cree nadie compadre.
–Quédese tranquilo, que después usted va a ver…

Seguía llevando la carreta Tío Conejo, cuando más adelante se


tropieza con Tío Rabipelado.
– ¡Caramba, Tío Conejo! ¿Eso no es muy pesado para llevarlo usted
solo?

Tío Conejo sentándose a descansar un rato y secarse el sudor le


contesta a Tío Rabipelado.
–La verdad es que sí. Yo creía que podía solo, pero como que no llego
más de aquí. Esto está muy pesado para un solo hombre.
–Si quiere lo puedo ayudar, pero solo por un ratico, es que tengo que
hacerle las compras a Tío Tigre.
–Tío Rabipelado ¿Me deja hacerle una pregunta indiscreta?
– ¡Claro Tío Conejo!
– ¿Por qué es usted tan servil con Tío Tigre? ¿No se da cuenta que él
no lo aprecia a usted y lo único que hace es aprovecharse?
–…No sé qué decirle Tío Conejo… pero Tío Tigre no me trata tan
mal…
–No sea gafo Tío Rabipelado, ¿A quién va a engañar con eso? Los dos
sabemos cómo lo maltrata Tío Tigre y cómo usted siempre anda de
arrastrado detrás de él…
Tío Rabipelado baja la mirada sintiendo un gran remordimiento.
–Es que uno es débil Tío Conejo. Yo no soy como usted…
– ¡Óigame Tío Rabipelado! ¿A usted no le gustaría hacerse un hombre
rico y contratar a Tío Tigre como su sirviente?
– ¿Yo de amo de Don Tío Tigre…? ¡No! ¿Cómo va a ser eso?
–Pues muy fácil. Ayúdeme que yo lo hago mi socio en un negocio que
tengo, pero eso sí. Con la condición que después que nos hagamos
ricos usted pone a Tío Tigre de sirviente. ¿De acuerdo?
– ¿Es verdad eso que me dice?
–Aquí está mi mano para chocarla…

Tío Rabipelado se imaginó una escena donde él estuviese llamando a


Tío Tigre para pedirle un mandado… (–¡¡¡Gatoooo!!! Mira gato ve y
búscame una merengada con crema. Y Tío Tigre le responde: – ¿Con
queso crema o con crema, crema? Y Tío Rabipelado le da un
coscorrón a Tío Tigre…)

Apenas desapareció la escena imaginaria, Tío Rabipelado sonriente le


dio un apretón de manos a Tío Conejo, haciéndose socios y se
llevaron la carreta a la hacienda del humano.

Ya de noche Tío Conejo y Tío Rabipelado esperan detrás de la cerca.


–Llegó la hora Tío rabipelado. Yo me voy a meter ahora debajo de la
cerca y le voy pasando la mercancía. Lo que usted tiene que hacer es
irla acomodando en la carreta.
–Muy bien Tío Conejo.

Al día siguiente Tío Tigre salió de su casa muy malhumorado. – ¡Qué


se habrá creído ese rabipelado! ¡No se apareció ayer en toda la tarde
con mis compras! ¡Ay si llego a agarrarlo robándome!
Tío Tigre llega a la casa de Tío Rabipelado y lo llama dándole patadas
al árbol hueco.
–¡¡¡Rabipelado!!! ¡¡¡ ¿Dónde están mis cosas?!!!!

–Caramba, aquí como que no hay nadie. ¿A dónde se habrá metido


este rabipelado?

Tío Tigre se fue por el sendero llamando a su amigo ¡¡¡Rabipelado!!!


¡¡¡¡Rabipelado!!!
De repente se encuentra en un claro donde están arremolinados
todos los animales en medio de una gritería.
–¡¡Dame dos!!
–¡¡Una de ésas para mí!!
–¡¡¡Lleve tres por una, lleve tres por una!!!

¿Pero qué es esto? Se preguntó Tío Tigre abriéndose paso entre la


multitud.
Cuando logra ver a qué se debía todo el alboroto. No ve otra cosa que
a Tío Conejo junto a Tío Rabipelado subidos en la carreta vendiendo
hortalizas y fruta.
–¡¡¡¡¡¡¿¿¿¿QUÉ????!!!!!

Y enseguida es empujado por la multitud que seguía comprándole a


Tío Conejo.
–¡¡¡Déme dos Tío Conejo!!!
–¡¡¡A mí me da dos también, Tío Rabipelado!!!!

Tío Tigre furioso pega un grito y todos se callan del miedo. –¡¡¡A ver,
se me calla todo el mundo!!!
– ¡Mira rabipelado! ¿Y dónde está lo mío?
Y de repente le meten un plátano en la boca a Tío Tigre….

Ya en su casa, Tío Tigre está furioso, herido en su amor propio con lo


que él considera una traición de Tío Rabipelado.

– ¡Grrrrr…!. ¡Traidor, mal amigo….! Me la vas a pagar rabipelado

Al final del día Tío Conejo y Tío Rabipelado están montados sobre su
carreta vacía, contando el dinero.
– ¡Cuánto dinero! ¡Yo nunca había visto tanta plata junta, Tío Conejo!
–Sí, es muchísima y vamos mitad y mitad. Tenga su parte Tío
Rabipelado.
Tío Conejo le da la mitad de las ganancias a Tío Rabipelado.
– ¡¿Qué?! ¿Esto es para mí?
–Claro ¿no somos socios, pues?
Tío Rabipelado se pone a brincar de la alegría saltando de aquí para
allá.
Tío Conejo le dice: –Socio, yo creo que vamos a tener que contratar a
un empleado para que nos ayude a cargar más mercancía…

Al día siguiente, bien temprano vienen Tío Conejo y Tío Rabipelado


montados en la carreta llena de verduras y frutas, pero esta vez viene
arreándola Tío Burro.
Tío Conejo saca el megáfono y comienza otro día de ganancias:
–¡¡¡Las verduras, los plátanos, los pepinos; la fruta, el tomate…El
tomate, lleve dos pague uno…!!!!

Tío Tigre se les queda mirando escondido detrás de un árbol y


observa cómo enseguida los habitantes de la selva rodean la carreta.
–Grrrrr ¡Qué rabia! ¡Qué rabia!

Cuando terminan de vender toda la mercancía, Tío Conejo le paga a


Tío Burro.
–Tenga Tío Burro, aquí está su paga y recuerde llevar la carreta a la
hacienda del humano esta noche a las nueve. ¡No se le olvide!
– ¡Qué se me va a olvidar, patrón! ¡Cuente conmigo!
– ¿Y bien Tío Rabipelado? ¿Qué le pareció el día? Preguntó muy
contento Tío Conejo.
–Hoy estuvo mejor que ayer Tío Conejo. Le sacamos casi el doble.
– ¡Claro! Es que con la ayuda de Tío Burro pudimos traer más cosas.
–Bueno Tío Rabipelado, nos vemos esta noche en la hacienda para
recoger más mercancía.
–Muy bien Tío conejo, voy a aprovechar la plata para comprarme unos
muebles nuevos para la casa, hasta esta noche.
–Adiós.

Tío Rabipelado agarró hacia el sendero, muy contento caminando


cuando de golpe se le aparece Tío Tigre que lo estaba esperando
escondido detrás de un árbol.
– ¡Aja traidor! así te quería agarrar. ¿Dónde está mi dinero de las
compras?
– ¿Su dinero? ….Ah, ahora recuerdo. Aquí lo tengo. Tómelo. Sepa que
ni lo toqué y no pienso ir más nunca a hacerle mandados.
Tío Rabipelado le lanza las monedas al piso en forma despreciativa.
–Y por cierto, tenga también estos billetes para que se compre una
ropa nueva más decente…y se cambie ésa que lleva puesta. Es que
está hediondo a orine de gato…
Tío Rabipelado le da a Tío Tigre unos billetes y se va dejándolo
boquiabierto.
–…pero, pero…
Tío Tigre se queda tartamudeando viendo cómo Tío Rabipelado le da
la espalda y se va por el sendero.

Al día siguiente Tío Tigre sale a comprar algunas cosas en la bodega


de Tío Búho.
–A ver Tío Búho, despácheme esta lista…
Tío Búho lee la lista que le da Tío Tigre y le dice: –Bueno, tengo casi
todo, pero las verduras las va a tener que ir a comprar al puesto de
Tío Conejo. Es que ya no vendo más verduras ni frutas, porque no
puedo competir con los precios de Tío Conejo ¿sabe?
– ¿Qué? ¿Es que acaso usted no puede conseguir las verduras más
baratas?
–No, qué va. Si yo las conseguía casi al costo. No sé cómo hace Tío
Conejo para venderlas mucho más baratas. Si Tío Conejo sigue así se
va a hacer el hombre más rico de la selva… aparte de Tío Rabipelado,
que es su socio…
Tío Tigre, de la furia por el comentario le arranca la lista de las
compras de la mano a Tío Búho. – ¡Déme acá!
Tío Tigre sale de la bodega más furioso que antes. – ¡…Más rico que
Tío Conejo!
Y remedando burlona y exageradamente a Tío Búho, continúa: – ¡…
aparte de Tío Rabipelado, que es su socio…!
– ¡Claro si esos desgraciados consiguen sus cosas más baratas!
¿Cómo no se van a hacerse ricos? Seguro que a alguien están
fregando….
Tío Tigre se detiene un momento pensativo por lo que acaba de decir.
–…fregando….fregando….robando… ¡Ya está! ¡Esos desgraciados
están robando!
–Esta noche los sigo y cuando los agarre robando, voy a obligarlos a
que me den una parte de las ganancias, si no, voy y le cuento la
verdad a toda la selva…
Tío Tigre contento de maldad se va para su casa a esperar la noche.

Llegada la noche, Tío Conejo y Tío Rabipelado se encuentran a Tío


Burro en la entrada de la hacienda del humano, que ya los estaba
esperando con la carreta.
–Bueno, ya estamos todos. Vamos a hacer como siempre. Yo me meto
y les voy pasando las verduras y las frutas. Hoy tenemos que llenar
completamente la carreta…
Diciendo esto, Tío Conejo se mete debajo de la cerca y pasa al huerto
del humano.
En eso llega Tío Tigre.
–Buenas noches… Dice dulzonamente.
Tío Burro y Tío Rabipelado al verse descubiertos por Tío Tigre y
comienzan a temblar del miedo.
–Así los quería ver, robando. ¿No les da pena? Díganme. ¿Dónde está
Tío Conejo?
–….está adentro en el huerto buscando las cosas…
Tío Tigre, amenazador les acerca la cara y les dice suavemente. –Se
me van de aquí ahora mismo o me los como a los dos.

Tío Burro y Tío Rabipelado salen corriendo del miedo y se pierden en


la espesura de la selva.
–Bueno, ahora espero que regrese Tío Conejo y vamos a hacer
negocios. Ya va a saber que a Tío Tigre se le respeta.

Mientras esto sucedía, adentro en el huerto Tío Conejo comienza a


recoger un caminito de zanahorias. Chas, chas, chas. Las iba
recogiendo de una en una sin darse cuenta que se estaba metiendo
en una jaula. ¡Blam! La jaula se cierra y Tío Conejo queda atrapado en
una trampa.
–¡¡¿Qué es esto?!!!
Trata de mover los barrotes, pero no puede.
–Dios mío, caí en una trampa….me descuidé…. Dijo Tío Conejo con
cara de desesperación, a punto de ponerse a llorar.
– ¿Ahora cómo salgo de aquí?

Afuera Tío Tigre mira la hora en su reloj.


–Ese Tío Conejo se está tardando mucho, ya me estoy poniendo
nervioso. Le voy a dar unos minutos más…
Vuelve a mirar el reloj y se empieza a impacientar.
–Yo como que mejor lo voy a buscar y negocio esto con él de una
buena vez…
Tío Tigre se mete debajo de la cerca y cuando está pasando se raspa
la espalda con las púas por su gran tamaño.
–…Desgraciado, ésta también me la pagas….
Tío Tigre comienza a caminar de rodillas y no encuentra a Tío Conejo.
–Ah por aquí están sus huellas, voy a seguirlas…
No había terminado de dar unos pocos pasos cuando Tío Tigre se
encuentra a Tío Conejo metido en una jaula.
–Te agarré Tío Conejo y encima caíste facilito.
–Shht Tío Tigre, cállese que me puede espantar al humano.
Tío Tigre desconcertado por la respuesta de Tío Conejo mira hacia los
lados.
–Agáchese y hable bajito Tío Tigre, ¿No ve que me puede echar a
perder el negocio?
– ¿Pero no está usted atrapado en esa jaula humana?
–No Tío Tigre,estoy aquí esperando a que mi amigo el humano me
traiga los bistés.
– ¿Los bistés? ¿Los bistés de carne?
–Sí, no ve que desde hace varios días yo estoy ayudando al humano a
quitarle todas las malezas, verduras y frutas que crecen y le echan a
perder su campo de golf. Y él en agradecimiento todas las noches me
trae dos kilos de bistec.
–Oiga Tío Conejo yo creía que usted le estaba robando el sembrado a
este humano…
–Mire Tío Tigre, mejor váyase y hablamos mañana que en cualquier
momento llega el humano con mis dos kilos de bistec.
–Tío Conejo, le confieso que yo me vine hasta acá para proponerle un
negocio…
– ¿Quiere asociarse conmigo, Tío Tigre? Aquí hay bastante para todos
nosotros…
–Bueno, precisamente eso era lo que yo estaba pensando…
–Bien, vamos a hacer una cosa. Métase usted aquí y el negocio va a
ser que los bistés serán todos suyos y sobre las verduras y frutas que
el humano nos deja que nos llevemos vamos a tres partes con Tío
Rabipelado… ¿Le parece bien?
–Bueno, me parece que el negocio es justo.
–Entonces abra esto y métase usted aquí adentro a esperar los bistés.
Tío Tigre, todo contento abre la jaula dejando libre a Tío Conejo y
después de un esfuerzo se mete dentro de la jaula, todo apretado.
Tío Conejo cierra la puerta de la jaula y le dice: –Ahora espere los
bistés.
Tío Conejo agarra una piedra, la lanza a la ventana de la casa del
humano y sale corriendo saliendo de la huerta y perdiéndose en la
selva.
Mientras tanto, se ve cómo el humano enciende las luces sale al
huerto con pasos apresurados y se oyen los chasquidos de una
escopeta que se carga.
Tío Tigre apretado dentro de la jaula está muy contento esperando
sus bistés y cuando el humano lo ilumina con su linterna, Tío Tigre
muy sonreído le pregunta.
–Hola ¿Y mis bistés?

Ya muy lejos en lo profundo de la selva Tío Conejo se asoma y oye


tres disparos ¡BAM! ¡BAM! ¡BAM! y los bufidos del pobre Tío Tigre que
sale corriendo y le pasa al lado a Tío Conejo como loco. ¡¡¡FFFF!!!
¡¡¡FFFF!!!
FIN.

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