Está en la página 1de 5

Errante

Las campanas cuelgan y repiquetean con urgencia. Cómo fue que llegamos hasta
aquí?
Ayer hizo un año que te vi por primera vez y me enamoré.
Un año de estar siguiéndote, un año de estar cuidándote, un año de aguantarte
todos tus berrinches y todas tus groserías. Un año de amarte incondicionalmente.
Un año persiguiéndote. Un año para encontrarte.
El septiembre de hace un año era soleado. Hoy es frío y oscuro. Hace un año te
perseguía en el sur. Hoy te encuentro muy al norte.
Fue en tierras australes donde comenzó nuestro romance, donde comenzó
nuestra aventura, donde comenzó mi búsqueda.
Recuerdo que te vi por coincidencia, aparentemente, pero tú sabes que yo no creo
en esas cosas, más bien estoy seguro de que te vi porque te tenía que ver, te vi
porque te quería ver. Pero sólo eso me bastó para prenderte en mi corazón.
Estabas ocupado en algo de tu trabajo que estabas por iniciar. Estabas muy
emocionado pues era tu primer empleo. Te mandé varios mensajes, varias cartas
pero a ninguna prestaste atención, y eso que me pasaba noches enteras
pensándote, escribiéndote, tratando de que me entendieras y no me tomaras a
mal.
Fue en vano, le pedí a todos tus amigos que me ayudaran, que me hicieran el
favor de arreglar una cita para vernos. Sabes? Planee y soñé tanto esa cita. Esa
cita mágica y única en la que hablaríamos de nuestro amor, me conocerías, te
conocería, tomaríamos un café, charlaríamos por horas y reiríamos bastante. Me
arreglé tanto para esa cita…y no llegaste. Recuerdo tu excusa. Dijiste que tenías
una reunión muy importante esa tarde pero que si terminabas pronto me
buscarías. Me sentí triste pero algo esperanzado pues tal vez sí te desocuparías
temprano y sí nos veríamos. Me quedé esperando hasta tarde. Posteriormente
supe sin querer que efectivamente terminaste temprano pero decidiste irte con tus
amigos en vez de encontrarte conmigo. Está bien, tus amigos son importantes
pero es que yo, yo…yo te esperé tanto, me esmeré tanto…pero bueno. En otra
ocasión sería.
Después te dieron ese trabajo que tanto querías. Sí! Tú no has de saberlo pero yo
influí un poco para que te dieran ese puesto. Me arreglé de una manera poco
ortodoxa con tu actual jefe para hablarle en secreto y convencerlo de que eras una
buena opción, le dije que tal vez tuvieras algunas cosas que corregir pero en el
fondo eras bueno, le dije que eras muy bueno; y al parecer me creyó. Te dieron la
noticia y festejaste como loco, gritaste como histérico. Yo también me puse
contento por ti, de hecho estaba contigo en tu depa, ese tan chiquito donde habías
estudiado. Pensé que al menos me felicitarías, incluso llegué a pensar que me
abrazarías y me estrecharías la mano y me dirías “Gracias!” Pero no fue así. Te
fuiste con tus amigos de nuevo y yo, aunque no me invitaste tuve que ir para
cuidarte porque ya preveía tus intenciones. No sabes lo mucho que me costó
impedir que durmieras en la cárcel ese día.
Un mes después ya andabas viajando, recorriste medio país y a finales del año te
dirigiste hacia el sur. Tantas y tantas veces te estuve llamando. Tanto me costó
seguirte el paso. Varias veces llegaba yo antes que tú y te esperaba en los
andenes; recuerdo que varias veces parecía que no llegabas, tuve que hacer
faramalla y media para que no perdieras esos viajes. Entretener a los choferes,
distraer a los operadores, atrasar a los pilotos; varias cosas pero el punto era que
no perdieras ningún vuelo, ningún tren, ningún camión. No te convenía pues eras
nuevo en el trabajo y tenías que demostrar que lo que yo había dicho de ti era
cierto. Llegabas tarde porque querías, porque yo bien claro y fuerte que te lo
decía: “No vayas, mañana tienes que levantarte temprano”. Sí o no te lo dije?
Fingías no escucharme pero yo sé que sí lo hacías, vaya! si muerto no estás. Pero
el punto es que te acompañé. Te acompañé todos esos meses y aunque siempre
andaba contigo traté de no molestarte mientras trabajabas, pero ya en las tardes
que te desocupabas temprano, en las que llegabas al cuarto del hotel, te quitabas
los zapatos, te dejabas los calcetines (siempre lo has hecho) y te acurrucabas en
la cama yo te llamaba. Te llamaba desde afuera, Tocaba suavemente en tu
ventana y a veces otras no tanto pero te llamé varias veces. Te invitaba a que
bailaras conmigo en el viento, a que refrescaras tu rostro con mi aliento, te llamé
para que te desestresaras conmigo un poco. Pero no, cerrabas la persiana,
prendías tu compu y te ponías a ver videos que a mi parecer no eran dignos de ti.
Pobres nubes desencantadas a las que tuve que reunir para llamar tu atención
que nunca tuve.
Sin embargo te seguí esperando.
Recuerdas esa vez que fuiste a Santa Cruz? Que tenías que ver al cliente nuevo?
El de la refaccionaria, el gordito italiano con bigote poblado. Sí, desde ese día tuve
una gran idea. Sí arreglé otra cita para que nos viéramos, a solas, tú y yo. Me
pasé varias semanas preparándolo todo, tal vez no te pude prestar mucha
atención esos días pero en las noches siempre estuve esperándote, incluso
aquellas que no llegaste y que tuve que salir angustiado para traerte de nuevo
sano y salvo (en la medida de mis posibilidades).
Pero ya tenía todo listo, iba a ser fenomenal, no sabía cómo se me había ocurrido
pero ya todo estaba preparado. Acomodé todo para que terminaras todo en Santa
Cruz más rápido de lo esperado y usé ahora a mis amigos para que te movieras
un poquito más al sur, hasta Tierra del Fuego, en Ushuaia. Te preparé una
deliciosa cena en un restaurante bellísimo pero faltaba todavía lo mejor de la
noche. Sin embargo, cuando caminabas por los nocturnos barrios de Ushuaia
contestaste al llamado de una mujer, yo te pedí; te rogué que no fueras con ella,
que no le hicieras caso, casi te jalo del brazo, hasta le pedí a tu mamá que te
hablara para saludarte pensando que al recordar a tu madre podría mover algo en
ti para que desistieras. Vi con felicidad que sacaste tu celular de la chaqueta pero
cuál sería mi sorpresa que al ver quién llamaba decidiste apagarlo y en medio de
mi asombro te metiste bajo la oscuridad de la habitación de aquella mujer.
Me senté en los sucios escalones de aquel cuarto, hubiera entrado contigo como
siempre pero esa vez no pude. Me quedé mirando fijamente el piso viendo como
gruesas gotas retachaban contra el inerte concreto. Alce mis ojos y vi cómo eso
que te había preparado con tanta devoción y alegría no lo estabas viendo. Era lo
más grandioso que se me había ocurrido y lo había hecho sólo para ti, para que
cuando lo vieras me reconocieras, te acordaras de mi y me quisieras.
Una bella cortina luminosa, hecha de finos polvos celestes y dorados; un concierto
visual tan finamente coordinado y tan magistralmente ejecutado. Escogí los
colores más bonitos sólo para ti; verde, amarillo, morado, rojo, violeta. Soñaba con
que mientras los vieras sonrieras, que abrieras los ojos y me vieras. Que me
abrazaras y me estrecharas contigo. Créeme que no me hubiera importado nada
de lo que habías hecho, con el simple hecho de saberme querida por ti habría
bastado para olvidar todo lo malo de ti y sofocarte con mi cariño. Hubiéramos
bailado toda la noche, hubiéramos platicado tanto, nos hubiéramos contado
nuestros secretos, pero tú estabas… no estabas conmigo. Lloré tanto esa
noche…mucho más que las anteriores. Fue la aurora austral más bonita y más
triste que yo haya vivido.
Tiempo después me había dispuesto a olvidar todo y a seguir intentando
conquistarte. Te dieron tus primeros bonos. Te alegraste tanto que hasta yo era
feliz por verte feliz. Era tan feliz contigo que les hablé a tus papás para que
también participaran de nuestra felicidad, pero por alguna razón no les hiciste
caso, fingiste cosas sólo para evitarlos, yo no entendí muy bien eso pues es bien
sabido por todos que la alegría que se comparte se hace más todavía. Te perdiste
de muy buenos momentos.
Los primeros días de este año fueron mejores para ti. Te fue muy bien en la
agencia, eras toda una estrella pero me di cuenta de que algo te pasaba y me
comencé a preocupar, es por eso que tuve que tratar de llamar tu atención de
maneras más extremas.
Recuerdas ese primo que te habló para pedirte prestado? No sé qué pasó pero no
entendiste el mensaje. Si tan sólo le hubieras prestado (no era cierto que no tenías
pues en tu cuenta guardabas más del quíntuplo de lo que necesitaba) lo que
necesitaba, hubieras ayudado a su esposa a que naciera su bebé, sería una niña
tan hermosa y tan buena que te querría tanto pues su papá le contaría varias
veces cuando creciera cómo tú le ayudaste a que naciera, ella crecería pensando
que tú eres un héroe, te llamaría tío, te haría dibujitos, te abrazaría en tus
cumpleaños, te dedicaría canciones y tú hubieras recibido muchísimo más de lo
que le hubieras prestado a tu primo. Era una inversión increíble y segura a largo
plazo como tú les dices a tus clientes. Pero por alguna extraña razón decidiste que
no. Me metiste en un gran lío pues yo pensé que aceptarías de inmediato, tuve
que hacer muchas llamadas y visitas para que tu primo consiguiera la ayuda que
necesitaba de otra forma. La niña nació bien y su mamá goza de excelente salud
pero no gracias a ti.
Pensé que a lo mejor y el del error había sido yo así que hice varios intentos más
pero no, no funcionaron. Recuerdas ese niño con el que soñaste ese día?
Sí, ese niño que mientras esperabas el verde en la avenida 9 de Julio viste venir
corriendo hacia ti. Ese niño al que le subiste la ventanilla en la cara no te iba a
pedir nada, no al contrario, te iba a regalar una sonrisa.
Y así varias veces. Tiempo después pasó lo que pasó. Créeme cuando te digo
que hice todo lo que estuvo a mi alcance para impedirlo pero no pude lograrlo.
Tantas veces que te dije que no te malpasaras, que te dieras tiempo para comer
que los clientes iban a estar ahí después, que lo más importante eras tú y no. Me
ignoraste como siempre y terminaste en cama de hospital varios días por culpa de
una úlcera. Acaso no hasta usé a Bety tu secretaría que te llevaba empanadas
casi todos los días, bien que tenías hambre pero no sé porqué nunca le aceptabas
nada de lo que te invitaba. Ahora mírate.
Esta vez ya no quise molestar a tu familia (que como quiera fue a verte) sino que
estuve hablando con esa linda enfermera que te atendió. Le dije puras cosas
buenas de ti; no mentiras sino las cosas buenas que realmente hay en ti, que te
conozco y que aunque casi no se ven yo sé que están ahí.
Ella tan linda, tan sencilla y tan buena, y tú que vienes a echar todo para abajo
ahuyentándola con tu comportamiento indecente y tu ridícula actitud soberbia. La
verdad es que ya no sabía qué hacer contigo.
Desde ese entonces me desesperé e hice más locuras; aprendí poesía, aprendí
canto, perfeccioné mis dotes plásticas. Recuerdas esa vez en México? En la
noche? Te mostré cuánto te quería todavía. De tantas formas lo hice esos días.
Pero no, siempre tenías otras cosas que hacer y nunca tenías tiempo para mí.
Golpeé de nuevo a tu puerta, casi me rompo la frente contra tu ventana y tú no
apagas el televisor para verme a mí. Yo que soy quien más te quiere. Yo que soy
quien más te adora. Soy un rayo, soy centella, soy un cometa bonito que atraviesa
tu cielo mientras no me ves y hablas por el celular. Soy esa mariposa que matas
con tu raudo parabrisas. Soy el beso de tu madre por el cual no te dejas hallar.
Soy la risa con tus amigos. Soy el momento de paz antes de dormir y la sonrisa al
despertarte. Dios! Porqué no te dejas besar?
Soy. Una palabra que va. Una palabra que viene. Una palabra que aunque sea al
final te encontrará. Una canción que no cantaré sólo. Una palabra que vuelve y no
vuelve vacía. Soy.
Recuerdo ese día en que volamos hacia Alemania. Fue todo un show pero al fin
llegamos. Hacía y todavía hace frío en Berlín. Llegaste acá y cuando creía que no
era posible lo hiciste: fuiste peor todavía.
Robaste en el restaurante, mentiste a tu jefe, perdiste tu billetera en una de tantas
noches que decidiste que era fin de semana en miércoles y pediste a la agencia
que te resolvieran la vida. Tuve que intervenir como nunca y hasta poner mi
nombre como prenda de empeño para que te prestaran dinero, sí a ti que nunca
prestas.
Pero como sea tu irracionalidad en tierras germanas fue enorme. Me comenzaste
a enfadar y empecé a gritarte, a reclamarte, a suplicarte en voz alta que te
detuvieras. Te hablé de día y de noche, te escribí todos los días, te mandé a tus
vecinos, los taxistas, los meseros, incluso esa muchacha que repartía las pizzas y
que cayó de su motoneta frente a ti y ni siquiera le ayudaste a levantarse, mejor ni
te digo cuál era el plan detrás de esa caída.
Mis esfuerzos se multiplicaron pero se redujeron a cero. La empresa no escuchó
más mis súplicas y desertaron de ti. Sabes cómo quedó mi nombre por tu culpa?
Has abandonado todo, tu proyecto de vida y los planes que en algún momento yo
tuve para ti he pensado seriamente en desecharlos. Decido darte una noche más
como oportunidad, me descuido y qué haces? Sales de nuevo a desbalagarte.
Van varios días que comes pura basura, llevas enfermo de esa gripe por
semanas, no tienes más de lo que llevas en la cartera y afuera hace un frío
impensable.
Me pongo un abrigo pesado para acompañarte. Tengo hambre, sueño y mucho
frío, me he quedado desvelado esperando a que regreses, no he podido comer
por la preocupación y tantas veces he salido para darte abrigo, pero qué importa,
cómo puedo dejarte ir sólo?
Te diriges de nuevo a ese lugar, tal parece que no aprendiste nada, poco te valió
lo de Ushuaia. Cómo quieres que te hable? Te arrojo piedras o qué? Ya te
enfermaste, ya te humillaste, ya perdiste lo que ganaste…No sé cómo pero de
alguna manera he de llegar a ti.
Mientras esto te digo viene un alma del demonio con una navaja y te asalta ya
dentro del barrio que pretendes visitar. Ocurre tan rápido que no alcanzo a
defenderte.
Te miro en el piso arrumbado, tirado, desprotegido y desvanecido. Mi corazón se
hace añicos. Bien merecido tienes este fin, mi misión aquí habría acabado y nadie
me culparía de no haberlo intentado. Haría honor a la justicia y me marcharía
resignado. Y entonces así en el lecho de tu muerte tomarías conciencia y
probablemente serías redimido. Pero no, cómo crees? Debe haber otra forma. No
sé cuál, pero por favor no te preocupes ya encontraré una. Por favor, acaso crees
que te voy a dejar ahí tirado? He de entregar mi vida si es necesario…
Lagrimas nacen y mueren por mi cara. Una y otra vez, desde mi cara, en mi cara.
Una y otra vez, por ti. Una y otra vez por ti.
Te espero afuera de la sala. Ha pasado casi un día. Los doctores me impiden
estar a tu lado, dicen que no es bueno. Pero tengo el alma en vilo, si no he
entrado es porque no me escuchas, y no me ves. Probablemente sea la última
oportunidad que tengamos. Debió haber sido otra pero ya vez como mi amor por ti
aboga siempre en defensa tuya. Por el momento van a dar las siete y las
campanas de la iglesia de enfrente están a punto de anunciarlo. Sí tan sólo me
hubieras escuchado antes, si tan sólo te hubieras callado un momento en las
noches para oírme sollozar en la esquina de tu cuarto, si tan sólo hubieras podido
sentir las heridas que me hiciste, si tan sólo pudieras sentir el amor que
rechazaste…Lo has hecho! Has abierto los ojos, gimes cosas indecibles y no
sabes donde estás. Es tiempo!
Corro, me agito y vuelo por el hospital, atravieso enfermeras, paredes y escaleras,
floto por los barandales, corro tan aprisa que mi respiración puede escucharse, las
lágrimas de mis ojos se van secando mientras corro y vuelo muy deprisa. Volteo y
algunas ángeles me vienen siguiendo, no tengo tiempo…saco mi espada, hiero y
venzo al enemigo, no hay tiempo… brinco y me transformo en paloma, en viento,
en estrella, me introduzco por la cerradura, me recuesto a tu lado, te miro a los
ojos y espero. . .
Sonrío.
Ayer hizo un año que te vi por primera vez y me enamoré.
Un año de estar siguiéndote, un año de estar cuidándote, un año de aguantarte.
Un año persiguiéndote. Un año para encontrarte. Un mundo para recorrer. Y una
eternidad para amarte.
Al fin te encuentro, al fin me encuentras. Al fin nos encontramos. Sí, soy yo. Sí, sí
eres tú. Somos nosotros, sólo tú y yo. Una eternidad para amarte, una eternidad
para disfrutarte porque al fin me encontraste a mí que como el amor y como tú,
soy errante. Soy yo, tu fiel amante.
Caramel saecipor: no esas tú al entera que casepe ed su maor nettonsac

También podría gustarte