Está en la página 1de 3

LAS AVENTURAS DE LAS TRILLIZAS…

Capítulo I EN BUSCA DE LA TRILLIZA PERDIDA

Eranse una vez, unas trillizas llamadas Salinda, Lysabetta e Iris que
vivían en un pequeño pueblecito llamado Clairy Beck, en Astakar, un
país lleno de magia, cuyos habitantes se dividían en tres grandes
grupos, según sus características: brujos, hadas y magos.
Los brujos al nacer tienen tatuada una escoba en la mano, las hadas
una varita en el hombro y los magos un gorro en la espalda.
Los brujos son, a pesar de su nombre son seres buenos, pero tienen mal
genio, porque casi siempre andan de mal humor porque algunos de sus
hechizos no funcionan como ellos esperan…; los magos también son
seres buenos, amables, sinceros y la mayoría de las veces están
inventando hechizos nuevos, que sí les dan resultado; y por fin, las
hadas, son honestas, cariñosas, sensatas, muy sensibles y procuran
cuidar al resto de los habitantes de su pequeño pueblo.
Nuestra amiga Salinda era un hada, con cabellos rubios, piel morena,
alta, generosa, delgada, sincera, sensible como todas las hadas y sobre
todo muy, muy lista. Su hermana Lysabetta era en cambio maga, y de
aspecto muy parecido al de sus hermanas, pero ella era graciosa,
amable, inteligente… Iris, sin embargo, no era como las demás, era
bruja y eso significaba que era mucho más poderosa.
Las trillizas eran entre sí, tan iguales, que parecían calcadas, aunque….
bueno del todo, no, porque les distinguía esa pequeña marca de
nacimiento. ¿Os lo imagináis?
Una mañana de verano, muy soleada, estaban las tres jugando en su
habitación cuando Iris decidió bajar al viejo sótano de la casa, a por una
caja de juguetes que le regalaron por su cumpleaños. Allí encontró una
caja marrón como la tierra, llena de polvo, la limpió y la abrió. Dentro
había un brazalete azul como el cielo, que cumplía los deseos, igual que
el genio de la lámpara. Ella como no conocía sus poderes se lo puso
porque el azul era su color preferido. Iris cerró la caja y subió a su
habitación. Inmediatamente, llamó a sus hermanas y les contó todo, sin
saber que la persona que llevará el brazalete puesto, cumpliría sus
deseos.
Salinda dijo:
¿No os gustaría ir a Mastuil, la ciudad llena de encantamientos?
Y Lysabetta respondió:
Sí, pero es mejor que visitemos Becint, ¡allí hay magos como yo!

Iris aportó otra idea:


-Yo querría ir a Sisgüeit, donde está el Palacio Real (La Botonía), y
allí conocer a nuestras majestades el Rey Cícero y la Reina Taila.

Iris no sabía que el deseo se cumpliría en tan sólo quince segundos y


dijo:
Voy corriendo al baño.
Y cuando llegó, al abrir la puerta del baño, los poderes hicieron efecto y
ella apareció en Sisgüeit, mejor dicho, en el Palacio Real de La Botonía.
El brazalete sonó como un cascabel y de el salió una profunda voz que
decía:
Ya se ha cumplido tu primer deseo!!!!!
Iris al instante reaccionó:
¿Deseo, qué deseo? ¡Ahhhhhhhh! ¡El brazalete cumple deseos! ¿Y
dónde se supone que estoy?
Iris oyó unos pasosque poco a poco se iban acercando hacia ella y se
escondió detrás de un armario, cuyas puertas estaban muy relucientes.
Asomó la cabeza y vio al Rey Cícero, a la Reina Taila, a Susan, la
Ministra de Fabricación de Varitas y a Wilma, la Ministra de Protección
de Magia. Los Reyes y las ministras salieron fuera del palacio.
Iris salió de su escondite y en voz muy baja, casi susurrando, dijo para
que nadie le oyera:
Si de verdad eres un brazalete cumple-deseos, te pido un casco
llamador, para llamar a mis hermas que seguro estarán muy
preocupadas, sin saber dónde me encuentro.
Y de repente, como salido de la nada, delante de sus ojos apareció un
casco llamador. Iris marcó el código secreto (STHLMT) y en poco tiempo
comunicó con Lysabetta. Le contó todo, incluido lo del brazalete.
Cuando colgó, el brazalete sonó y dijo:
Ya has agotado dos de tus tres deseos. Sólo queda uno por
cumplir!!!!!!.
Iris se alegró:
¡Mis hermanas están en mi busca!

Mientras tanto Salinda y Lysabetta cogieron sus escobas multicolor y


fueron a La Botonía, siguiendo las instrucciones que su hermana les
había dado.
Cuando llegaron, le dieron un fuerte abrazo; tan fuerte, que casila
estrujan. Pero en ese mismo instante se oyeron pasos….. eran los
Reyes y ministras; así que las trillizas, decidieron esconderse pero a
Salinda, que era un poco torpe, no le dio tiempo y utilizó el último
deseo para conseguir un disfraz de ministra.
De nuevo, el brazalete sonó:
Se han acabado los deseos!!!!! En una hora tengo que estar en la
misma polvorienta caja donde me encontrasteis o si no, saltaré por
los aires y explotaré.
Los Reyes y ministras entraron y al ver allí a Salinda le preguntaron:
¿Quién eres?
Ella contestó:
Vengo a hablar con vosotros.
La Reina Taila le dijo:
Lo siento, no puede ser; ahora estamos reunidos, para solucionar
un grave problema.
Y así fue cómo las trillizas abandonaron el Gran Palacio de La Botonía y
volvieron a casa. Bajaron de nuevo al viejo y desordenado sótano y en
silencio, metieron el brazalete otra vez en su caja.
Jamás contaron nada a nadie de su nueva aventura.

También podría gustarte