Amo a una mujer genial, salvo que no la veo. Slo espo su sonrisa en la nica imagen que poseo.

Cuando tengo que imaginarla lucho entre el exceso pueril y el defecto anticipndome a la desilusin. Valoro sus encantos que provienen de su voz pero ahora no puedo desearla porque no conozco su apariencia, ni su perfume. Jams estuve tan cerca de sus ojos como un cclope. Sin embargo ser rey mientras est bajo la gida de su alma y esclavo cuando reine su cuerpo. No espero una crtica de mi obrar en la vida, me ser suficiente con que a ella no le guste. Si es as me pondr triste, no por haberme equivocado sino por la juez que me toc. En el camino que inici para encontrarme con ella no puede haber timidez. Necesito del arrojo si quiero abrevar en su ro. La furia si anhelo la paz. La lucha si busco el reposo. La calma si estoy harto del descanso y el insomnio por tantas horas dormido. Me intriga pensar si lo que alaba en mi ausencia no condenar con ligereza al estar a mi lado. No puedo herirla porque no est presente, tampoco acariciarla. Si Pedro pudo negar al Cristo tres veces antes de que cante el gallo, yo puedo negarla mil veces hasta el amanecer. Si luego consigo reencontrarla me perdonar mi negligencia. Si no lo consigo, transformar el destino. No me perdera el hallarla, slo por haberla perdido. Me he prometido que las verdades duras de confesar las dir cuando estemos juntos y pueda ver brillar la piedad en sus ojos. Una verdad sin piedad, no me interesa y si me encuentro con un exceso de verdad, estoy dispuesto a resignarla. He aprendido que lo que aumenta el saber, aumenta el dolor.

En cuanto a t, amada ma, s sincera pero no me digas toda la verdad ni me cuentes los detalles, ni te explayes, ni hables demasiado. Yo ser prudente en las preguntas, es ms, no har ninguna. Igual ser muy difcil que el pasado sea disimulado por largo tiempo. Sin esperanza ni temor, dirijo la mirada a la persona ausente. Sin embargo, espero que el tiempo de espera pase lo ms rpido posible hasta que llegue lo que ha de ocurrir. Hugo Finkelstein