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Diario de
reflexiones
pedagógicas
Tema:
Aula: Espacio fértil

Ensayos realizados por profesores chilenos en ejercicio, en los que se ofrecen


valiosas perspectivas acerca de la realidad escolar actual, con la finalidad de
incidir en los cambios para transformar nuestro escenario educativo.

Número Uno / Abril de 2009


DIARIO DE REFLEXIONES PEDAGÓGICAS 2

Registro de Propiedad Intelectual N°179.568 del 21 de abril de 2009


©Diario de Reflexiones Pedagógicas — DRP 2009

Diseño de Portada e interior: Benjamín Contreras Cofré

Hecho en Chile – Made in Chile

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recuperación de la información ni transmitir ninguna parte de esta publicación, cualquiera
sea el medio empleado —electrónico, mecánico, fotocopia, grabación, etc.—, sin el
permiso previo de los titulares de los derechos de propiedad intelectual y de los
signatarios de los ensayos aquí expuestos.

DIARIO DE REFLEXIONES PEDAGÓGICAS – DRP CHILE


Egipto #234, Maipú
Santiago, Chile
CP 9280083

Aula: Espacio Fértil


DIARIO DE REFLEXIONES PEDAGÓGICAS 3

Prólogo
El “Diario de Reflexiones Pedagógicas”, es una iniciativa surgida por un grupo de
profesores, que al reunirse en un curso de perfeccionamiento de verano, decidieron no
dejar perder los valiosos y destacables planteamientos generados en enriquecedoras
conversaciones grupales, que permitieron elevar una legítima preocupación relacionada a
las formas en que se realiza hoy en día la labor docente en los más variados ámbitos.

Las actuales condiciones en que los profesores de aula desarrollamos nuestra labor
como educadores, han hecho necesaria la intención por avanzar en los cambios necesarios
para concretar anheladas renovaciones de nuestro sistema educacional; a veces tan
viciado y cansado, con pocos ingredientes de innovación y con un letargo que nos hace
sentir impotentes, dada a nuestra posición como docentes: incidentes en los procesos de
enseñanza y de aprendizaje, pero lejanos a la toma de decisiones de las esferas
administrativas que —muchas veces— privilegian finalidades distintas a las expuestas
permanentemente por profesores y alumnos; verdaderos protagonistas del anhelo de
aprender.

Con esta pequeña publicación, queremos iniciar un proceso de conversión en la


postura y actitud del profesor de aula chileno e invitar a docentes de todas las áreas y
niveles a participar de esta iniciativa, llamando con esto a incentivar nuestra capacidad
analítica y reflexiva, para generar un conocimiento público, valioso por haber sido
obtenido en la ejecución pedagógica y no tan sólo como producto de una retórica
academicista.

Sin más que el afán de generar procesos de cambio, los invitamos a demostrar que
nuestra vehemencia y perseverancia también pueden plasmarse en elementos escritos
que hagan posible trascender nuestras necesidades, posturas y/o convicciones, más allá
de nuestros escenarios habituales, para así obtener —con un sustento argumentativo
consistente— dar pasos seguros hacia adelante.

Prof. Benjamín Contreras Cofré

Aula: Espacio Fértil


DIARIO DE REFLEXIONES PEDAGÓGICAS 4

Índice
EL VALOR DE LA BUENA EDUCACIÓN PÁG. 5
Prof. Andrés Muñoz Molina

LA MOTIVACIÓN: HERRAMIENTA ESENCIAL PARA EL APRENDIZAJE SIGNIFICATIVO


Prof. Astrid Muñoz Soto PÁG. 12

RACIONALIDAD Y AFECTIVIDAD EN EL AULA PÁG. 16


Prof. Robinson Álvarez Marín

¿CÓMO MEJORAR EL AMBIENTE AL INTERIOR DEL AULA? PÁG. 21


Prof. Fabiola Mardones Marchant

VOZ Y DIGNIDAD DOCENTE PÁG. 27


Prof. Benjamín Contreras Cofré

AGRADECIMIENTOS PÁG. 33

CONTACTOS PARA ENVÍO DE ENSAYOS PÁG. 34

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DIARIO DE REFLEXIONES PEDAGÓGICAS 5

El valor de la buena educación


Prof. Andrés Muñoz Molina

El presente ensayo aborda diversas realidades o acercamientos a las mismas para


situarnos en la realidad pedagógica actual, partiendo de la premisa que la educación de
calidad tiene valor en sí misma. Ahora la pregunta será qué entendemos por buena
educación. Sin duda que cuando pienso en educación de calidad estoy agregando a todo
lo que se piensa actualmente y que ya está encaminado cuantitativamente con los
sistemas de medición de la educación y desempeño de los alumnos y hoy de los
profesores, la dimensión cualitativa, es decir, aquello que no es medible sino en cuanto
expresión cotidiana de un cúmulo de relaciones interpersonales. El vínculo pedagógico no
sólo es académico, en cuanto al éxito de los resultados, sino que engloba también lo
pedagógico, lo ético, lo afectivo como respuesta a una vocación. He aquí el
planteamiento.

La axiología educativa

¿Tiene algún valor dedicarse a la


educación? Algún pesimista respondería
inmediatamente que no y puede que en
alguna ocasión hasta algún optimista puede
caer en la desazón y asumir
momentáneamente una respuesta negativa.
Realmente la pregunta es aguda y provoca
incomodidad. Al menos si somos honestos y
nos hacemos un cuestionamiento autocrítico
quienes estamos más insertos en el sistema
educativo, pero ¿quién puede no estar inserto si ha pasado por las aulas como alumno y
es testigo de la educación de hijos, sobrinos o conocidos?

Lo cierto es que la realidad educativa sólo sale a la palestra cuando existe algún
conflicto grande o ciertos grupos levantan pancartas de desaprobación ante tal o cual
sistema de gestión educativa. El resto del tiempo todo transcurre fuera de cámaras, que
por lo demás se ha vuelto el único medio para verificar la importancia de algo o de
alguien, (basta ver lo titulares de los diarios con rostros de la modelo o el futbolista que
cause más noticia), en el silencio como si nada ocurriese y donde todos se creen con
autoridad para opinar.

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Siendo autocríticos hay que reconocer que los profesores no le damos la


importancia que merece nuestro rol en la sociedad y no con el fin de un falso orgullo o
soberbia. Un médico no dudará en hablar con el paciente como experto en su materia y
con un lenguaje que se hace a veces ininteligible para los que no tenemos esa formación,
y nosotros, profesionales de la educación, parecemos inexpertos en aquello que es tan
importante como el lenguaje a la hora de atender a un apoderado, por ejemplo, a un
alumno. Resulta difícil de entender que un representante de los profesores diga
públicamente: “lo que dijo la ministra de educación me parece una carepaludez”, a
propósito del comentario de la misma frente a los resultados del SIMCE del año pasado.

En esa ocasión la ministra fue enfática al decir que los colegios que obtuvieron
mejores resultados contaban con mejores profesores que aquellos que no alcanzaron
buenos resultados. Por otra parte también cabe la crítica a un sistema que no garantiza un
desarrollo óptimo de los quienes trabajan en esta labor educativa. Estímulo en el salario a
los colegios municipales que eviten la migración de profesores con buena capacitación a
colegios particulares para que niños con menos oportunidades tengan una educación de
calidad. La brecha entre estas dos realidades sigue siendo inmensa pese a los esfuerzos de
fundaciones particulares que crean colegios particulares subvencionados, precisamente
con el objetivo de cambiar aquello que se ha dicho siempre; “en este país el que nace
pobre va a morir pobre”.

Pero ¿qué pasa con los colegios municipales que cuentan con una gestión centrada
en los municipios y con alcaldes que conocen la comuna sólo para sus campañas
electorales?

Al parecer hace falta formarnos en una dimensión valórica, axiológica, que toca
tanto el plano intelectual como el afectivo-espiritual. No sirve mucho tener tantos títulos
que avalen nuestra docencia, y cualquier profesión, si no somos éticos en nuestra labor.
De lo contrario nuestras instituciones seguirán corrompiéndose, por ejemplo la iglesia, las
fuerzas armadas y de orden, los ministerios gubernamentales, etc.

La constante tensión entre responsabilidad escolar v/s responsabilidad familiar no


es posible separarla ni resolverla en este ensayo, sin embargo me atrevería a decir que
donde no esté presente la familia, debemos suplir nosotros con todo nuestro empeño,
sacando adelante nuestra vocación pedagógica que es siempre una opción, más que un
llamado de alguien extrínseco. En definitiva, la vida es un proyecto personal, que se sube
al carro de un proyecto más grupal.

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La importancia del afecto

Si bien he aludido sólo al elemento económico, no puedo dejar de mencionar el


elemento afectivo que mueve a toda persona. Soy consciente que no es posible llegar a
tener una relación amistosa con todas las personas que nos rodean, pero sí sé que el buen
trato, la cortesía y por qué no, la caridad entre unos y otros logrará educar a todos,
partiendo por nosotros mismos.

C. S. Lewis en su libro los cuatro amores, distingue la amistad que se da


espontáneamente en todo grupo y que no hay que forzar, el Eros, propio de una relación
de pareja, el afecto que es también espontáneo y puede no llegar necesariamente a
amistad, y la caridad, que mencionaba anteriormente. Esta debe estar presente en un
grupo, más aun en el aula, tenga o no connotaciones religiosas o metafísicas. Un colegio
masón o agnóstico debería promover el amor desinteresado entre sus miembros y la
solidaridad con aquellos que más lo necesitan, material o afectivamente. El altruismo
remite precisamente a otro, de ahí el concepto de alteridad que nos hace salir de nosotros
mismos, tan egocéntricos, a un Tú en una dinámica profundamente excéntrica, es decir
que se sale de su centro.

Maslow decía que el ser humano tiene una gradación de necesidades y que una
vez satisfechas las más básicas, fisiológicas, podrá aspirar a las más altas hasta llegar a la
necesidad de afecto y autorrealización. Tenemos afectividad, más aún, la afectividad nos
tiene tomados, somos afectividad. ¿Podemos dejarla de lado? Imposible, porque ella no
nos deja nunca. Estamos sintiendo siempre. Por eso es sumamente importante que
favorezcamos entre todos los miembros del grupo relaciones afectivas. Si el director o
directora dice al profesor que su trabajo es importante y que él es importante para el
colegio, de seguro ese profesor, o alumno o auxiliar o administrativo, llegará a su hogar
transmitiendo buena onda, creará un clima cálido a su alrededor generando una onda
expansiva de positividad y, al final realizará un trabajo excelente.

Esto da pie para asumir una actitud positiva en


todos los ámbitos, aula, colegio, familia, etc. Puede sonar
a programa elitista que se venden por Internet, sobre
gestión y liderazgo, pero esto está presente desde que el
hombre se ha desarrollado e interrelacionado.

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Somos corporeidad

¿Cómo aplicar todo esto? Básicamente mediante el autocuidado, es decir,


valorando nuestro el elemento de trabajo que es nuestro cuerpo. Somos corporeidad y
eso es muy profundo, pues nos comunicamos a partir de esta, nuestra realidad es
corpórea. Pasa por una buena dieta, por una vida sana, por el deporte, pero también por
una rutina de cuidado vocal que es el elemento que en definitiva más usamos para
nuestro trabajo cotidiano. El viejo adagio popular de que mente sana en cuerpo sano es
cierto, y yo agregaría que esto conduce a tener un espíritu sano, en donde se evitarían
tantas somatizaciones.

La existencia auténtica

La educación para la ciudadanía es fundamental, pues de esa educación dependerá


que nuestro recorrido por el supermercado sea respetuoso y no a la ofensiva, nuestra
conducción de un vehículo sea a la defensiva y no de creer que siempre tengamos el
derecho de pasar o adelantar cuando las leyes del tránsito nos están indicando lo
contrario. La verdad es que cansa ver tanta agresividad y violencia entre los miembros de
esta urbe, la cual se está extendiendo a sectores más rurales. Vivimos una existencia
inauténtica, decía Heidegger en su libro “ser y tiempo”, al constatar que el individuo de
1920 vivía absorbido y volcado hacia algo que no era su ser, huyendo de sí mismo, a
diferencia del artesano campesino que en la realización de su trabajo completaba su ser y
se retroalimentaba.

Nuestros deberes

Existe una realidad, hay seres que necesitan aprender, todos los seres por
naturaleza desean saber dijo Aristóteles en su libro Metafísica, y eso es cierto aun cuando
observemos a los jóvenes o a cualquier persona que se manifiesta indiferente ante el
conocimiento. Si se percibe ignorancia es porque falta despertar la capacidad de asombro
mediante buenas preguntas que abran el camino interminable dador de sentido a toda
una vida de investigación, conocimiento, y desarrollo del proceso formativo de la persona.

Debemos despertar la sed de conocimiento, es nuestra responsabilidad. Soy


consciente que, como dicen algunos colegas, no podemos asumir una carga tan pesada
pues si no llegamos a conseguir el resultado anhelado de un alumno feliz y realizado en su
profesión, nos frustraremos al ver que de cuarenta alumnos uno logrará su meta.

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Pues bien, yo creo que pese a esa consciencia no comparto totalmente ese
planteamiento. Debemos asumir, dentro de nuestras posibilidades, un compromiso
radical. Si no logramos lo que deseamos no dudar que algo quedó en nuestros alumnos de
una vida entregada y dedicada a ellos. La mejor forma de apasionar es transmitir pasión
por aquello que enseñamos. Un fuego puede encender a quienes están fríos aún. Con
todo debemos derivar a quienes son especialistas en otras disciplinas que no dominamos.
Si un alumno se corta los brazos, obviamente deberá verlo un psicólogo y no un profesor
que no sabe orientar psicológicamente a este alumno.

Los jóvenes (¡toda persona!) se maravillan por sí mismos, pues siempre habrá algo
que les cause interés. Baste mencionar que nuestra vida está llena de momentos alegres,
tristes, de alegría y dolor, ¿no son acaso estos, momentos límites de nuestra existencia,
donde podemos tocar aquello que en lo cotidiano pasa inadvertidamente? Nuestro
cuerpo lo sentimos cuando algo nos duele o nos causa placer. Debemos ayudar a
interpretar los datos de los sentidos, por ejemplo de lo que vemos como información y
que requiere una mirada crítica, locuaz es realizar ya un ejercicio intelectual que dejará
huellas en nuestra vida, tanto para quien guía como para el que es guiado.

Otro elemento importante es tener un fundamento para aquello que se establece


como heterónoma, es decir, la norma dictada desde fuera, pues si sabemos ver el sentido
que hay detrás de cada límite o exigencia hacia los demás, en concreto los alumnos,
estaremos dándoles un poderoso elemento formativo. En definitiva, el joven será cada vez
más autónomo y sus normas, al ser dictadas por él mismo, serán aceptadas. Sabemos que
siempre habrá una cuota de frustración al experimentar un límite, pero eso también es
formativo, ya que educará en la tolerancia de las mismas.

El tema es que muchas veces ni siquiera nosotros sabemos para qué existen
algunas normas, es decir, no hemos hecho el ejercicio intelectual de ver que hay detrás,
por ejemplo, de un uniforme escolar o de un corte de pelo determinado, o de el respeto
por lo que el otro, alumno o profesor está diciendo cuando platea un tema en clases.

Sólo así tendremos más credibilidad. Al menos más de la que carecemos en esta
sociedad que piensa que si es profesor es porque “no le dio para otra cosa”. Bueno, es
parte de nuestra sociedad de consumo, en la cual quien “tiene más capacidades” se
dedica a un rubro más rentable, ingenieros, médicos, abogados. Cabe destacar, con todo,
que este gremio educativo, colegiado o no, ha dedicado toda su vida a formar a cada
miembro de esta sociedad en conocimientos y en valores dejando de lado el materialismo
imperante. Así es, profesores lejanos a todo interés lucrativo, cuyo centro era y es la
persona humana, la cual debía ser potenciada para que se realizara en una profesión

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DIARIO DE REFLEXIONES PEDAGÓGICAS 10

orientada a dar lo mejor de sí mismo. Esta ha sido la única gran tarea de cada profesor y
profesora.

Es cierto, no hay recetas para esta tarea. Sin embargo en el desarrollo mismo del
rol pedagógico se irá generando la manera de realizar una buena educación, con todo lo
que ella implica, (cuerpo docente, administrativos, gestión directiva, sostenedores,
gobierno, apoderados, entre otros), de hecho somos herederos de una historia educativa
de la cual también hemos participado y de la cual somos fruto. Al parecer el trabajo
realizado infatigablemente por nuestros maestros y maestras no fue en vano.

¡Vayan para ellos y ellas nuestro sentido agradecimiento!

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DIARIO DE REFLEXIONES PEDAGÓGICAS 11

Este documento fue escrito por:

Andrés Muñoz Molina


Profesor de Teología
Colegio San Joaquín de Renca
Fundación Astoreca

Contacto:
handresmm@gmail.com

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La Motivación: Herramienta esencial


para el aprendizaje significativo
Prof. Astrid Muñoz Soto

Introducción

Como sociedad actual, le damos mucho valor al conocimiento que se pueda


adquirir durante nuestra vida y sobre todo en la vida escolar. Sin embargo, este
conocimiento que se adquiere no es fácil, ya que se requiere de un proceso interno en el
individuo. En este caso del alumno, debe haber un momento en que el niño despierte al
interés de querer adquirir conocimiento. No obstante, en esta sociedad que todo lo
tenemos a la mano —como es el caso de los recursos tecnológicos, la televisión o Internet
que tanto deslumbran a los niños y jóvenes en la actualidad— surge la pregunta: ¿Cómo
se puede motivar e impactar a los alumnos y crear un aprendizaje significativo? Es difícil la
tarea que tenemos como docentes, de lograr captar la atención en nuestros alumnos con
el actual bombardeo tecnológico.

En la actualidad, los docentes debemos ser unos verdaderos artistas en el


procedimiento pedagógico de la motivación y esto es un desafío constante con el que que
tenemos que lidiar. Sin embargo, esto nos hace ser más creativos y reflexionar en este
punto para poder responder a esa interrogante antes mencionada.

Este ensayo quiere dar respuesta a la manera más efectiva en que el alumno se
interese en aprender y por sobre todo en forma significativa.

Para poder entender y poder desarrollar este tema, se definirá en forma


sintetizada la palabra motivación. Esta se entiende como el proceso que moviliza las
energías de los estudiantes para aprender. A veces surge por la simple curiosidad de las
personas o por un objetivo relacionado con el curso y con las expectativas que los
estudiantes se han formado acerca de las competencias que desarrollarán en él. Otras
veces, puede ser que no exista motivación. La mayoría de las definiciones de motivación
coinciden en que es “un conjunto de procesos relacionados con la activación, dirección y
persistencia de la conducta”1, y como nuestra tarea es enseñar, lo que nos interesa es que
se despierten en el estudiante, conductas orientadas hacia el aprendizaje y que ellas
persistan en el tiempo. Lo que hacemos en nuestra práctica pedagógica para lograr activar
esas energías es lo que llamamos motivación.

1
Beltrán, Jesús (1993): “Procesos, estrategias y técnicas de aprendizaje”.

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Los factores que determinan la motivación por aprender y el papel del profesor
están dados en el plano pedagógico, donde la motivación significa proporcionar o
fomentar motivos, es decir, estimular la voluntad por aprender y en el contexto escolar en
donde la motivación del estudiante permite explicar en que medida los alumnos invierten
su atención y esfuerzo en determinados asuntos que pueden ser o no los que desean sus
profesores, pero en todo caso se relacionan con sus experiencias subjetivas, su disposición
para involucrarse en las actividades propuestas.2

Se puede decir que el papel de la motivación en el logro del aprendizaje


significativo se relaciona con la necesidad de fomentar en el alumno el interés y el
esfuerzo necesario, siendo la labor del profesor ofrecer las herramientas y la guía
permanente para que el educando pueda sentirse motivado con lo que aprende.

Uno de los elementos básicos que determina el porqué se aprende, son las
diferentes motivaciones que originan dicho aprendizaje. La motivación constituye el
motor del aprendizaje en el sentido en que mueve o dirige la acción de aprender al incluir
las razones y los intereses con los que se cuenta para hacer algo. Difícilmente es posible
entusiasmarse al ejecutar una tarea para la que no se tiene ninguna motivación. Sin
embargo, cuando se tienen razones fundamentadas por las que esforzarse, se es capaz de
llevarla a cabo.

Todo acto de aprender conlleva —por tanto— una motivación, lo cual conduce a
afirmar que no es posible aprender sin estar más o menos motivado, o que nada sería
posible en este ámbito sin una motivación inicial, aunque sea mínima.

El fundamento de todo aprendizaje es el acto de la voluntad del “quiero aprender”.


La motivación está pues íntimamente ligada a la voluntad, es la sistematización de esta.

Por lo tanto, para que se produzca el aprendizaje, primero se debe desear


aprender. Por supuesto que la motivación por sí sola no asegura el éxito, ya que debe
existir un mínimo de capacidad o habilidad pero, con una capacidad normal, las
posibilidades de éxito aumentan considerablemente si la motivación es la adecuada. Y al
contrario, si se tiene mucha capacidad pero se está poco motivado, es muy probable que
no se llegue al fin deseado.

2
Díaz y Hernández (2002) / pág. 69.

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En su artículo, Jesús Alonso escribe: “A menudo pensamos que nuestros alumnos


no aprenden porque no están motivados. Sin embargo, con frecuencia, las cosas son al
revés: no están motivados porque no aprenden”.3

Debemos enseñar a los alumnos a ser conscientes de este aspecto, de su


motivación y del papel que ellos tienen para mejorar progresivamente su capacidad para
aprender. Las explicaciones de estas estrategias por parte del profesor, las prácticas de
estos recursos y el modelo que supone su comportamiento son los procedimientos para
estas enseñanzas.

Isabel Solé en su artículo enuncia: “la motivación no es algo que viene dado, sino
que se construye en las propias situaciones de enseñanza y aprendizaje. La relación entre
los alumnos y el profesor siempre es interactiva, su influencia es mutua”.4

Para motivar a un individuo en el estudio, como en cualquier otra actividad, es


necesario poner en juego un conjunto de estrategias concretas. Un primer paso en el
medio escolar es hacer las clases atractivas, por ejemplo, con actividades lúdicas,
novedosas, sorprendentes. Es sabido que el trabajo escolar requiere esfuerzo, y debemos
desterrar que el esfuerzo es sinónimo de aburrimiento; es necesario llegar a la conclusión
que vale la pena esforzarse en actividades que realmente merezcan la pena.5

En definitiva, es importante recordar que la motivación debemos entenderla como


una capacidad más de la personalidad del individuo, que es educable y que se puede
desarrollar, pero que a su vez, exige una adaptación a muy distintos niveles. Para empezar
a motivar a una persona hacia los estudios hay que considerar su historia e ir poco a poco
sin pretender grandes avances de inmediato, puesto que contamos con limitaciones ya
citadas anteriormente. Los cambios precisan tiempo, son lentos. Para conseguirlos hace
falta que las ayudas no desaparezcan, sean constantes.

Es difícil dar una respuesta mágica a la forma de motivar a los alumnos, pero es
imprescindible, pero no absoluto, que el docente se acumule de un bagaje de
herramientas para poder realizar sus clases más interesantes y de esta manera tener una
clase más entretenida y por ende más motivadora, pero está no es una solución infalible,
ya que también depende de las circunstancias que esté viviendo el alumno y del entorno
inmediato.

3
Alonso, J. (1995): “Orientación educativa. Teoría, evaluación e intervención”. Capítulo IV: Problemas de aprendizaje (II)
Evaluación y mejora de la motivación hacia el aprendizaje.
4
Solé, I. (2001): “El apoyo del profesor”. Revista “Aula de innovación educativa”.
5
Escaño, J.; Gil De La Serna, M. (2000). Revista “Aula de innovación educativa”.

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Este documento fue escrito por:

Astrid Muñoz Soto


Profesora General de Educación Básica
Colegio Villa El Sol
El Bosque

Contacto:
astridmunozsoto@gmail.com

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Racionalidad y afectividad en el aula


Prof. Robinson Álvarez Marín

Si se lee con detención el título de este escrito, se entenderá, necesariamente, que


los sustantivos que lo componen van unidos por la conjunción, de lo cual resulta que el
lector encontrará más abajo algunas consideraciones respecto a cómo estas dos
abstracciones trabajan sin exclusión, apoyándose y complementándose la una con la otra.

Pues bien, este último supuesto mencionado anteriormente es uno de los mayores
temas de divergencia dentro del mundo educativo: ¿Posee mayor relevancia en al ámbito
pedagógico lo cognitivo ante lo afectivo? ¿Cuál de ellas posee mayor impacto en el
proceso enseñanza-aprendizaje? ¿Qué ocurre cuando en una unidad educativa se
privilegia una de ellas? ¿Es más beneficioso plantearlo como una relación de
complementación o como una dicotomía?

El positivismo, doctrina iniciada por Augusto Comte en el siglo XIX, dominó durante
gran parte del siglo XX diversos ámbitos del conocimiento humano, entre ellos el de la
educación; planteó una nueva manera de entender y comprender la realidad que circunda
al ser que busca acercarse a ella con frenesí.

Según Marín (1998), el positivismo afirma que en la realidad existe un orden único
que tiende al progreso indefinido de la sociedad. Todo lo que ocurre responde a ese orden
natural que hay que descubrir, conocer y aceptar. Así, el ser humano no es el constructor
de la realidad social; propone una suerte de inmovilismo social, de orden social,
descartando la problematización.

En la teoría del conocimiento positivista, el conocimiento ya está dado, elaborado


y terminado no permitiéndose el cuestionamiento; por ello niega la intervención del
sujeto en su construcción. Va de lo simple a lo complejo y así se desaprovechan métodos
de estudio como la dialéctica, la deducción, la crítica, entre otras.

El sujeto que aprende se mantiene pasivo y se aprende acumulando


memorísticamente los hechos ya ocurridos (datos). Así, el método basado en la
memorización fue, y sigue siendo, el más utilizado.

La educación con base positivista persigue conseguir un individuo inflexible, de


mentalidad cerrada, individualista y acrítico. No permite la formulación de explicaciones
que requieran un examen crítico y generalizaciones fundamentadas en juicios críticos.

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Por supuesto, esta doctrina tenía o tiene, lamentablemente, un fuerte sustento en


la racionalidad de los sujetos, quienes sometidos a la educación formal deben esperar de
ella el otorgamiento o la enseñanza de saberes de manera unidireccional (maestro-
aprendiz) colocando al profesor en una especie de sitial privilegiado y dotado de todo o
casi todo el conocimiento de la disciplina que imparte. Su contraparte, esto es, el alumno,
se convierte así en un receptáculo en el cual los docentes vierten a discreción no
solamente sus conocimientos, sino una manera unidireccional de concebir el proceso
enseñanza-aprendizaje, privando en este afán al estudiante de manifestar la manera en
que ese conocimiento es recepcionado y aprehendido, tomando en cuenta sus visiones de
mundo, sus experiencias de vida, su emocionalidad, entre otros aspectos.

Ahora bien, por otro lado, la doctrina que intenta superar a la antes mencionada
(positivismo) en este proceso de adquisición del conocimiento, de concepción de la
realidad, es la denominada constructivista y en ella conviven, con algunos matices, las
teorías de Piaget, Vygotsky, Ausubel y la actual psicología cognitiva.

En pocas palabras puede decirse que el constructivismo es el enfoque o la idea que


mantiene que el individuo —tanto en los aspectos cognitivos y sociales del
comportamiento como en los afectivos— no es un mero producto del ambiente ni un
simple resultado de sus disposiciones internas, sino una construcción propia que se va
produciendo día a día como resultado de la interacción entre esos dos factores. En
consecuencia, según la posición constructivista, el conocimiento no es una copia de la
realidad, sino una construcción del ser humano. Ahora, ¿Con qué instrumentos realiza la
persona dicha construcción? Fundamentalmente, con los esquemas que ya posee, es
decir, con lo que ya construyó en su relación con el medio que lo rodea.

¿Es válido, entonces, a la luz de estas dos grandes teorías, insistir en que la
afectividad es un componente que no debiera ser tomada en cuenta durante el proceso
de enseñanza aprendizaje y que su ausencia durante éste permitirá el crecimiento de
individuos con altos grados de aprendizajes duraderos y significativos en sus vidas?

¿Estará ausente el componente afectivo cuando los educandos deban descubrir,


analizar, anticipar, deducir, reinventar, comparar, reflexionar y autocorregirse?

Apuntes referidos a la inteligencia emocional (término utilizado por primera vez en


1995 por Daniel Goleman) dan luz a las preguntas hechas anteriormente cuando expresan
que los factores no intelectivos (motivación, expectativas, afecto) son fuerzas
energizantes que impregnan todas nuestras acciones. Son formas peculiares de reaccionar
y enfrentarnos a situaciones de aprendizaje, son “la levadura que transforma tanto a la

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masa de la enseñanza que pueda transmitir un profesor, como los aprendizajes que pueda
obtener un alumno” (Gámiz C., Óscar; Gámiz C., Beatriz) y tienen gran importancia en el
desarrollo de su personalidad.

Para graficar lo anterior, es muy atingente mencionar en este ensayo el notable


experimento que realizó el pedagogo Ellis Page respecto al afecto y a su incidencia en el
aprendizaje:

• Dividió a su clase en tres grupos: A, B y C y les encomendó a cada uno


de sus integrantes un trabajo de redacción con las mismas pautas;
• A cada trabajo que le presentaban los integrantes del grupo “A”, le
ponía sólo una calificación;
• A los integrantes del grupo “B”, les ponía una calificación y un concepto,
tales como “bueno”, “excelente”, “buen trabajo”;
• A los del grupo “C”, les escribía unas líneas alusivas al texto, tales como
“Querido Johnny, tienes una sintaxis espantosa, una gramática atroz,
una ortografía espeluznante. Y tu puntuación es como la de James Joyce,
pero… ¿Sabes una cosa? Anoche, cuando estaba sentado en la cama
conversando con mi mujer, le dije: “Sally, este muchacho ha expresado
unas ideas bellísimas en esta monografía. Voy a tratar de ayudarlo a
desarrollarlas”. Con afecto, tu profesor”. Y si alguien escribía algo muy
bueno, le ponía: “Gracias. Tus ideas me resultan alucinantes, excelentes.
Sigue así. Tengo muchas ganas de saber qué vas a decir luego”.
Después, realizó una estadística.
• El grupo “A” permaneció igual. El “B” no mejoró demasiado, pero en
cambio el “C “ creció y se desarrolló de manera significativa.

Ratificando lo anterior, Báez (2009) señala que los adolescentes y jóvenes se


sienten comprometidos a responder ante aquello con lo cual han generado un vínculo [...]
Resulta necesario contar con docentes enérgicos, con excelente disposición al cambio,
capaces de articular contenidos y actividades adaptadas a la realidad de sus alumnos.
Docentes dispuestos a enfrentar el conflicto de modo dialógico, sin temer a los
cuestionamientos ni a los desacuerdos o críticas. Se necesitan instancias de diálogo entre
los distintos actores de la escena escolar; nada es peor que no saber nada de nuestro
alumno; requerimos de su bullicio, de su expresión personal, de sus manifestaciones de
alegría, de enojo, de vida.

Conocimiento y afecto, entonces, debieran estar unidos indisolublemente unidos


durante el proceso de enseñanza aprendizaje. Los docentes, por tanto, debemos utilizar

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DIARIO DE REFLEXIONES PEDAGÓGICAS 19

herramientas didácticas que apunten a las diferencias que vienen con cada uno de los
educandos, a pesquisar inclinaciones y motivaciones, permitiendo el error y valiéndose de
éstos para provocar aprendizajes permanentes y significativos para sus vidas. Dicho
vínculo, amén de lo afectivo, tiene que entenderse como la dignificación, la comprensión y
correcta lectura de la realidad, del contexto, de las situaciones personales que rodean a
los alumnos.

Para lo anterior, como herramienta básica y sine qua non, se debe considerar al
lenguaje en todas sus manifestaciones, tratando con él de abarcar todos los vectores que
atañen tanto a profesores, alumnos, apoderados y demás entes involucrados en el
proceso educativo.

Si no entendemos, los educadores, que racionalidad y afectividad son dos


componentes inalienables de nuestra naturaleza humana y que, por tanto, caminan de la
mano en todos los quehaceres relativos a nuestra apropiación del mundo que nos rodea,
entonces, nuestro delicado trabajo estará dando frutos oscuros, reactivos, sometidos. En
fin, estaremos sacrificando el futuro de la humanidad.

Bibliografía

Gámiz C., Óscar; Gámiz C., Beatriz: “Inteligencia emocional en el aprendizaje integral para
la enseñanza de las matemáticas”.

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Este documento fue escrito por:

Robinson Álvarez Marín


Profesor de Español
Magíster en Didáctica de la Lengua Materna ©

Contacto:
robinsondavid59@gmail.com

Aula: Espacio Fértil


DIARIO DE REFLEXIONES PEDAGÓGICAS 21

¿Cómo mejorar el ambiente al


interior del aula?
Prof. Fabiola Mardones Marchant

Esta es una de las grandes interrogantes que se hacen los docentes desde hace
bastante tiempo. Nadie desconoce que el ambiente que se vive hoy en el aula dista mucho
de ser el ideal, esto es debido a factores generacionales, familiares, emocionales y a una
cultura cada vez más permisiva.

El rol del docente sigue siendo históricamente el mismo, es decir, promover


actitudes de aprendizaje en sus alumnos. El problema radica entonces, en un cambio en el
tipo de alumno y a una sociedad tecnologizada que busca la inmediatez y el logro de
objetivos utilizando el mínimo de esfuerzo.

La forma en que el docente estructura el aula es uno de los factores de mayor


incidencia en el éxito del proceso de enseñanza aprendizaje. Estructurar el aula va más
allá de la mera disposición del mobiliario o la ubicación espacial de los alumnos al interior
de la sala de clases, es por sobre todo la forma en que el profesor selecciona, organiza y
controla todas las variables que convergen en este proceso.

Antes de adentrarnos en este análisis, revisaremos el concepto de aula, según el


diccionario de la RAE

Aula (del lat. aula):

1. F. Sala donde se celebran las clases en los centros docentes.


2. F. Poét. Palacio de un príncipe soberano.

Es en el aula donde transcurre el proceso de enseñanza-aprendizaje, y para lograr


aprendizajes significativos se debe crear un buen ambiente escolar, donde el protagonista
sea el alumno y el docente el mediador y activador de la curiosidad en el alumno,
presentándole desafíos atrayentes y que puedan lograr —a un corto plazo—. El estudiante
debe conocer lo que se espera de él y el tiempo que dispone para ello, de esa forma,
podrá planificar su accionar y optimizar el uso del tiempo en pos de una meta clara. Estos
objetivos deben ser simples, precisos y graduados en orden de dificultad. De esta forma,
el alumno reafirmará su autoestima y confianza al lograr cada uno de esos pasos,
descubriendo sus capacidades y la posibilidad de cumplir otras más complejas.

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DIARIO DE REFLEXIONES PEDAGÓGICAS 22

El ambiente de aula depende de la concepción de escuela que se posea y los


objetivos pretendidos para la formación del niño/a. “La escuela no debe desinteresarse de
la formación moral y cívica de los niños y niñas, pues esta formación no es sólo necesaria,
sino imprescindible, ya que sin ella no puede haber una formación auténticamente
humana” (Freinet). Crear instituciones que impliquen que el trabajo escolar tenga un
sentido, una utilidad, una función, se torna prioritario.

Así, el principio de cooperación, el cual exige la creación de un ambiente en el que


existan elementos mediadores en la relación maestro–alumno, cooperación en un marco
de respeto mutuo entre alumnos-alumnos, alumnos–maestros y entre maestros; esta
última con la finalidad de compartir experiencias y dialogar, poniendo en común los
problemas y las posibles soluciones, siempre con el objetivo de mejorar las condiciones de
desarrollo escolar.

La organización del aula ha de contemplar la participación de los alumnos en la


construcción de sus conocimientos. La construcción práctica de ese ambiente educativo se
realiza por medio de técnicas que se caracterizan por potenciar el trabajo de clase sobre la
base de la libre expresión de los niños en un marco de cooperación. Dar la palabra al
alumno, partir de él, de sus capacidades de comunicación y de cooperación, ofrecer un
ambiente favorable al descubrimiento continuado, en el que sea posible la expresión libre
y el intercambio y contraste de ideas en una institución que ellos mismos conforman. La
actitud investigadora, la curiosidad por lo que les rodea, el diálogo permanente, el respeto
por las propias realizaciones y las de los demás, el buen uso de los materiales, la
utilización de las Tics, el uso de los refuerzos positivos, la socialización de sus aprendizajes
con los pares, entre otros, posibilitan un adecuado ambiente de aprendizaje.

Utilizar técnicas grupales para crear ambientes propicios es fundamental. La técnica


es el instrumento, es el estímulo que propicia la participación, no es un mero juego para
hacer divertido el proceso educativo. Otro concepto de técnicas grupales es el que define
las técnicas como un conjunto de medios y procedimientos, que aplicados a una situación
de grupo, sirven para lograr un doble objetivo: Productividad grupal y gratificación.

Existe una distinción en cuanto a lo que se denominan técnicas para el trabajo con
grupos y técnicas participativas o de dinámicas de grupo. Sin embargo, lo que se
denomina dinámicas de grupo, se utilizan corno técnicas cuando se marca claramente el
objetivo que queremos conseguir, es decir, se utiliza para hacer visibles los procesos que
se viven en el seno del grupo —además de ayudar al autoconocimiento de los miembros—
que se manifiestan como un instrumento de ayuda para que el grupo resuelva los
problemas de interrelación que pueda tener.

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DIARIO DE REFLEXIONES PEDAGÓGICAS 23

Las técnicas de dinámicas no resuelven los problemas, no dan por explicado un


contenido, si no que lo que consiguen es que el grupo se conozca mejor, aumente su
capacidad de resolver, analizar y aprender, y en definitiva, que se cree un grupo maduro y
productivo. Con una metodología que utiliza la dinámica de grupo se puede conseguir
crear un buen clima grupal de respeto a la persona y de participación de todos los
miembros del grupo. Interesa que quede claro que una dinámica de grupo no sirve sólo o
no se puede utilizar sólo para hacer más gratificante el aprendizaje, es decir, para
entretener. Al contrario, es conveniente no abusar de este tipo de dinámicas. No existe
ninguna técnica que pueda aplicarse siempre y en cualquier circunstancia, al contrario la
técnica grupal ideal no existe, de ahí la importancia de combinar, recrear, adaptar y
reinventar las técnicas en cada una de las aplicaciones concretas. Se trata de que las
técnicas que utilicemos sean lo más adecuadas posible al grupo concreto con el que
trabajamos, a sus objetivos y a sus características.

Por eso se exponen a continuación una serie de criterios que nos permitan de la
manera más eficaz posible, elegir la técnica que mejor se adapte a cada trabajo de grupo
concreto. Estos criterios no serán siempre compatibles, lo que si será conveniente es
tenerlos en cuenta simultáneamente. Los objetivos que se quieran conseguir. Madurez y
entrenamiento del grupo; las técnicas tienen diversos grados de complejidad y los grupos
son también complejos, por lo que hay que tener en cuenta: el tipo de comunicación que
se da entre los miembros del grupo, el grado de cohesión del grupo, la participación, la
capacidad de escucha, entre otros.

Cuanta menos madurez tenga el grupo, habrá que utilizar técnicas de menor
exigencia. Hay técnicas apropiadas para grupos pequeños y otras que sólo se pueden
realizar con grupos grandes. Pero como las técnicas pueden y deben readaptarse, el
tamaño del grupo no sería demasiado problema.

Independientemente del ambiente del grupo, hay que tener muy en cuenta el local o
aula donde se va a desarrollar la actividad; debe adaptarse al número de participantes,
estar bien ventilado e iluminado, idealmente las sillas deben estar dispuestas de forma
que todos puedan verse la cara. En la mayoría de los casos tendremos que adaptamos a
las posibilidades existentes y elegir otra técnica en lugar de la que teníamos prevista para
que se adapte al espacio de que disponemos. Asimismo, es necesario tener en cuenta las
características de los participantes, su modo de ser, de actuar, de pensar, ya que no todas
las técnicas pueden usarse en cualquier tipo de grupo. De lo que se trata es de evitar
situaciones incómodas o violentas por parte de algunas de las personas del grupo; nadie
debe sentirse obligado a participar en grupo y toda acción que suponga forzar a alguien,
lejos de ayudar al grupo lo puede desestructurar.

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No todas las técnicas requieren de la misma capacidad, destreza o habilidad en su


utilización. Al contrario existen técnicas que para su uso correcto es suficiente con
conocer el grupo y saber cómo se aplica; otras en cambio necesitan gran práctica y
experimentación por parte de quien las aplica. El animador debe conocer los riesgos que
posee cada técnica y conocer su capacidad y habilidad en el manejo de ellas.

Sin duda la aplicación de estas técnicas nos permiten conocer mejor a los alumnos, a
crear vínculos en un plano más personal, son una buena fuente de motivación, relajación y
ruptura con la tradicional clase frontal.

Conclusiones

A modo de conclusión, podemos señalar que —en definitiva— el mejoramiento del


ambiente de aula se dará primeramente por una apertura real del docente a los cambios,
aceptando la diversidad, valorando el diálogo como una herramienta pedagógica de
increíble valor, estableciendo normas claras y concensuadas, desarrollando un vínculo
afectivo con los alumnos basado en el respeto mutuo y por sobre todo acercando los
contenidos a la realidad, necesidades e intereses de los alumnos. Sólo de esta forma
conseguiremos alumnos motivados, comprometidos con su aprendizaje y con un alto
juicio crítico que los llevará a desarrollar un aprendizaje significativo, dejando de lado la
mera adquisición de contenidos e información por la vía memorística.

Las metodologías grupales tienen vital importancia en el desarrollo de las


capacidades del estudiante, pues le permiten interactuar y conocer más a fondo a sus
pares, aprende a conocerse a sí mismo y reconocer sus habilidades y capacidades, le
mejoran la autoestima y motivación escolar. Además permiten desarrollar los valores y
objetivos transversales, desarrollando el respeto por su trabajo y el de los demás,
desarrolla su juicio crítico, practica la solidaridad, la búsqueda del bien común, la
tolerancia y la empatía. El docente y sus alumnos podrán trabajar así en forma mucho más
armónica, cooperativa y productiva. Todo ello redundará en un aprendizaje de calidad. El
docente entonces, deberá adicionalmente utilizar el lenguaje como una herramienta de
seducción, en que el lenguaje gestual complemente y enfatice el de tipo verbal.

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DIARIO DE REFLEXIONES PEDAGÓGICAS 25

Fuentes Consultadas:

Bibliográficas

Freinet, C. (2009) “Técnicas Freinet de la escuela moderna”.

Internet

http://educarytranformar.blogspot.com

http://educarte-educinicial.blogspot.com/

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DIARIO DE REFLEXIONES PEDAGÓGICAS 26

Este documento fue escrito por:

Fabiola Mardones Marchant


Profesora de Educación Básica
Colegio Concepción San Pedro

Contacto:
mafabiolama@gmail.com

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DIARIO DE REFLEXIONES PEDAGÓGICAS 27

Voz y dignidad docente


Prof. Benjamín Contreras Cofré

La voz es uno de los elementos claves para la comunicación humana. A ella se


suman un sinnúmero de complementos que enriquecen el valor de la emisión del sonido
hacia un potencial receptor. La mecánica facial y nuestra gestualidad enriquecen la
expresión, que permiten mejorar la intención y facilitar la interpretación de nuestro
mensaje. Sin embargo, lo importante es que esta capacidad de expresión —tan instintiva y
básica— está alimentada a diario por una fuente verbal que nos hace realmente humanos
y nos separa de una figura tan rudimentaria y animal.

Nuestro lenguaje es efectivamente el gran catalizador que permite la estimulación


del proceso de la comunicación. Nuestra lógica y visión de la realidad están condicionadas
entonces a la comprensión de sonidos, códigos y/o símbolos, propios de la manifestación
del hombre. Pensamiento y sensación —razones y emociones— configuran este precioso
conjunto de señales que —en suma— intentan dar a entender algo. La articulación del
sonido da origen al uso del habla, lo en definitiva nos permite interactuar con otros junto
a la palabra, que en nuestro pensamiento íntimo se plasma en una confusión entre
imagen y significado.

La labor docente se desenvuelve en este escenario, inmersa en una dialéctica —


pedagógica por cierto—, lo que significa dialogar, argumentar y discutir, siempre entre
dos o más. En mayor o menor proporción, un profesor puede determinar contextos de
aprendizaje en conjunto con otros, utilizando herramientas lingüísticas que pueden
optimizar los procesos de enseñanza. Lo cierto es que, a pesar de manejar efectivamente
estos instrumentos comunicativos, las condiciones del espacio educativo —subordinadas a
diversas variables socioeconómicas y culturales— determinan el rendimiento de las
potencialidades sonoras —y también gestuales—, inherentes al lenguaje.

La compleja realidad vocal del profesor de aula chileno está marcada comúnmente
por el mal uso de las condiciones naturales del aparato vocal en el uso diario del lenguaje,
y en donde además, la infraestructura educacional juega un rol determinante para
favorecer o dificultar el rendimiento acústico de la voz del docente en la sala de clases. La
falta de políticas e iniciativas que pudiesen incentivar el cuidado personal y la
responsabilidad social por el cuidado y educación de la voz son parte de la actitud
negligente y despreocupada de nuestro medio, por desconsiderar, subestimar y hacer
parecer eventuales una pequeña carraspera matutina, un incesante picazón en la garganta
o una anulante disfonía.

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Un tema de actualidad y de antaño. Una crónica perpetua que acompaña a


profesores de distintas edades y generaciones. El uso de la voz como elemento clave para
establecer la comunicación en el proceso de enseñanza va más allá de ser una
herramienta pedagógica para el docente, sobre todo cuando se transforma en un factor
indispensable para el desempeño laboral.

Un material tan vulnerable y complejo de utilizar, que produce legítimas


interrogantes en cuanto a su debida utilización e innumerables problemas relacionados a
la salud del profesional de la educación, que día a día se ve expuesto a un centenar de
situaciones de alta exigencia. Tensión, ansiedad, estrés, son algunas de las condiciones
emocionales que determinan de manera innata a diversos aspectos fisiológicos de nuestro
cuerpo, en respuesta a una situación contextual.

La compleja relación entre estructura arquitectónica —con sus respectivas


consideraciones acústicas— y la actividad pedagógica, compuesta por una comunidad
educativa en su conjunto, hacen elocuente la necesidad de mejorar las actuales
condiciones espaciales hacia las necesidades educativas que, por generaciones, han sido
subestimadas por ingenieros, arquitectos, directivos y autoridades. ¿Cuántas veces hemos
sentido que nuestra voz se “pierde” en las salas de clase? ¿Cuántos alumnos del final del
aula han logrado escuchar efectivamente las indicaciones realizadas por el docente?

La excesiva reverberación y/o la generación de ecos, marcan una descontrolada


reflexión del sonido, dada a la dureza de los revestimientos interiores de los espacios
educacionales. Por el contrario, la absorbente cualidad de los materiales instalados en una
sala, como cortinas, alfombras, e incluso—paradójicamente— la presencia de nuestros
mismos alumnos, dan como resultado una sequedad sonora inquietante y que sin duda,
nos obliga a forzar indebidamente nuestra capacidad de proyección vocal. Ejemplos que
demuestran la necesidad de ejecutar estudios acústicos de extrema precisión, que tomen
en cuenta el escenario al que periódicamente debemos asistir docentes y alumnos,
logrando que se utilicen materiales de construcción y mobiliarios acordes a los propósitos
para los cuales están siendo proyectados.

Asimismo, los profesores tenemos la posibilidad de reinventarnos en cuanto a


nuestras estrategias para el trabajo con los estudiantes y el uso del lenguaje oral. Las
técnicas de apoyo, impostación, respiración y articulación, entre otras, permiten que
optimicemos los esfuerzos para ser escuchados claramente por nuestros alumnos. Sin
embargo, durante todos estos años, la formación inicial docente de pregrado no ha
considerado la debida instrucción a los estudiantes de pedagogía en cuanto a la educación
de la voz. Sólo algunos programas de carreras ligadas al área musical han incorporado
asignaturas en las que es posible desarrollar técnicas para el habla y el canto, en las que

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aún —a pesar de considerar más de un año de formación general— es difícil activar


adecuadamente el sistema de respiración recomendado para la correcta emisión del
sonido.

Los gritos, las disfonías, las afonías son parte de un proceso que más de un
profesor ha debido sufrir. Sin control, sin responsabilidad, pocas veces prestamos
atención a nuestra actitud frente al uso de la voz en las salas de clase. Pareciera ser que
en definitiva, somos inconscientes del inmenso daño que hacemos a las delicadas y
vulnerables cuerdas vocales, al tomar una bebida exageradamente helada o fumar un
cigarrillo incluso cuando estamos enfermos. La irritación generada aumenta las
probabilidades de profundizar nuestras debilidades y establecerlas como un mal crónico.
Nuestro cuerpo alerta, los síntomas son evidentes, sin embargo la semana es larga y
debemos seguir adelante.

Si tan solo pudiéramos conocer un par ejercicios que practicáramos mientras


vamos camino al trabajo, en la fría mañana de invierno o en la fresca de verano; que
cuidado debemos tener al usar nuestra bufanda o al dejar nuestro cuello demasiado
expuesto. Pareciera ser evidente, pero aún así, gran parte de los pedagogos no se
preocupa de activar su sistema vocal. Si pareciera que pasamos directamente desde la
cama a la escuela en un paso, en una osadía —a veces casi como abuso— que nos
demostrará cómo estamos para el día de hoy, aleatoriamente. Entonces ¿Quién asume la
tarea de alertarnos de qué es necesario? ¿Quién nos dice cómo hacerlo? El tiempo nos
falta y se huye entre las horas del día y las escaleras de nuestra escuela. Es la actitud de la
dilatación, negligente por cierto, hasta que nuestra garganta necesita cirugía.

Lo cierto es que simple ejercicios vocales pueden marcar la diferencia en nuestro


historial médico anual. La pequeña incidencia que tiene un leve murmullo con labios
cerrados, junto con una serie de movimientos suaves de activación facial cada mañana,
proyectan un mejor desempeño vocal durante ese día y más aún si se transforma en una
costumbre. La importancia del proceso acá es relevante, porque esta instrucción inicial
debe dejar de ser una preocupación para transformarse en parte activa de nuestra rutina.
El problema cómo saber qué hacer, si actualmente no existen medios informativos
cercanos a los profesores que indiquen —al menos— recomendaciones simples como
esta, además, considerando que apenas comenzamos con nuestra clase nos olvidamos por
completo de una mínima recomendación, porque son miles los procesos que estamos
controlando y uno más parece ser necesario, pero menos relevante.

El llamado es entonces a potenciar las campañas informativas dentro del mundo


docente, para lograr primero concienciar acerca de los efectos irreparables del mal uso de
nuestro aparato vocal, a modo de sensibilizar acerca de esta problemática, incluyendo la

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descripción de algunas enfermedades propias del uso inapropiado y exagerado de la voz.


Para ello la actividad gremial, agrupada en el Colegio de Profesores de Chile A.G. junto con
la acción del Ministerio de Educación, deben consolidar cuanto antes la iniciativa ofrecida,
desplegando toda su capacidad orgánica para lograr informar oportunamente a toda la
comunidad educativa acerca de las dificultades que vivimos a diario los maestros de Chile,
que también es una realidad latinoamericana junto con otras dolencias.

Afiches, dípticos, charlas informativas. Todos los medios deben estar dispuestos y
orientados a formar al profesorado y a construir un apoyo cooperativo de parte de padres,
apoderados y alumnos, quienes deben hacerse responsables del cuidado de su propia voz
y más aún la de sus profesores. Trabajamos a diario en salas afectadas por distintos grados
de contaminación acústica, deficientes características de infraestructura en relación al
rendimiento acústico y malas condiciones de ventilación, lo que potencia el contagio de
enfermedades respiratorias.

Por otra parte, es necesario considerar la importancia de contar con asesoría de


especialistas en el área, quienes puedan corregir paulatinamente los diversos errores de
dicción, proyección y/o pronunciación de nosotros los docentes, como también, la
instrucción progresiva de utilización de técnicas para el buen uso de la voz.
Fonoaudiólogos, cantantes, actores, entre otros, son quienes trabajan efectivamente con
la palabra hablada, como en nuestro caso. Algunos desde el aspecto clínico, otros como
forma de existencia. Esta alianza interdisciplinaria permitiría dimensionar la temática en
su real magnitud, con distintas orientaciones y recomendaciones de parte de quienes a
través del estudio y la experiencia han logrado controlar adecuadamente su respiración y
aparato vocal.

Con buenos años de experiencia, una profesora comentaba: “…apenas llegue el


mes de marzo y abril, aparece la carraspera. La disfonía nos tiene tosiendo todo el día. En
mayo todo desaparece y estamos listos para el año…”. El aparente control sobre el uso
laboral de nuestra voz esconde a su vez la aceptada ignorancia sobre los cuidados y la
responsabilidad ética que también debemos tener con nuestro cuerpo.

No sólo la preocupación por alcanzar mejores niveles de desempeño docente debe


ser nuestro afán, sino que a su vez, debemos intentar instalar esta y otras problemáticas
relacionadas con la salud docente ante las diversas gestiones directivas y administrativas
de nuestras instituciones educacionales y —por qué no— también las relativas al ámbito
público y privado.

Asumir nuestra posición como pedagogos es mantener la convicción, vehemencia e


ímpetu necesario para incidir en el cambio y luchar por mejorar las condiciones

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DIARIO DE REFLEXIONES PEDAGÓGICAS 31

individuales y grupales de los profesores. El llamado es a transformarse en gestor de


nuevas visiones y perspectivas, instalando nuevas orientaciones paradigmáticas con
responsabilidad y disciplina, asumiéndolas como un verdadero y legítimo desafío
educacional, sin olvidar que es allí donde se construye nuestra dignidad.

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DIARIO DE REFLEXIONES PEDAGÓGICAS 32

Este documento fue escrito por:

Benjamín Contreras Cofré


Profesor de Educación Musical
Colegio Particular Gabriela Mistral Sociedad Educacional

Contacto:
benjacontreras@gmail.com

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Agradecimientos
A Tania Báez, profesora del Curso de Perfeccionamiento: “Voz y metodologías de
convocatoria pedagógica”, quien nos permitió utilizar nuestros ensayos —desarrollados
para esta capacitación— para promoverlos en esta iniciativa: El “Diario de Reflexiones
Pedagógicas”.

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Contacto para envío de ensayos


DIARIO DE REFLEXIONES PEDAGÓGICAS
Comunidad de profesores al servicio de la incidencia en el cambio educativo

ENVIO DE SUS ENSAYOS A:

drpchile@gmail.com

drp

Abril de 2009

Aula: Espacio Fértil


drp

Acerca de lo tanto que a los maestros nos gusta aprender


El “Diario de Reflexiones Pedagógicas” es el resultado de un curso dictado en una
semana de concentradas motivaciones, diálogos y enfrentamientos de perspectivas,
donde el fin fue desentrañar algunos de los misterios del educar.

La teoría de la educación siempre está buscando cómo enseñar mejor a partir de


cómo los alumnos aprenden mejor. En este caso, buscamos formularnos la pregunta a
nosotros mismos, sin afán de otorgarnos consejos, sino simplemente, poniendo atención
en el núcleo del proceso educativo, la relación profesor-alumno.

Mi gran sorpresa fue que para mis colegas asistentes al curso, la pregunta era
simple, y con simpleza también pudieron dar cuenta en extenso de cómo ellos mismos
desarrollaban dicho vínculo.

Poner atención en los aspectos afectivos y relacionales que se dan en esta sabia
mezcla entre maestro y discípulo permite analizar sentidamente el tema de la vocación de
maestro y la de aprendiz en conjunta dependencia. Una co-dependencia hermosa y eficaz,
que pese a las innovadoras metodologías que intervengan en el proceso educativo, nos
recuerda que dicha relación está fundada sobre nuestra capacidad de motivación y
convicción con que vivimos el hecho de guiar a otro y acompañarlo en el camino de
hacerse persona, sujeto, ciudadano, amigo, aprendiz, maestro… De este modo,
descubrimos cuanto nos gusta enseñar, por lo mucho que nos gusta aprender… Y eso es
simple… no lo olvidemos…”

Tania Báez / Docente

Primera Edición

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