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Si fueras t mi Eurdice, oh seora, ya que soy yo el Orfeo que te adora, tanto el poder mirarte en m pudiera, que slo por mirarte te perdiera; pues si perdiera la ocasin de verte, perderte fuerais, por no perderte. Mas t en la tierra, luz clara del cielo, firmamento que vives en el suelo, no poda ser que fueras sombra, que entre las sombras asistieras; que el infierno contigo alumbrara; y tu divina cara, como el sol en su coche, introdujera auroras en la noche. Ni yo, segn mis sentimientos veo, fuera msica Orfeo; pues de amor y tristeza el alma llena, no pudiera cantar, vindote en pena. . Francisco de Quevedo

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