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10 Jueves 22 de Junio de 2006 INFORME ESPECIAL

LOS BROWN DE FLORENCIO VARELA

ALUMNI: LA GAMBETA DEL SUR

Viajando en el barco Symmetry desde Escocia,
un grupo de colonos se instalan en un terreno
de los hermanos Robertson, quienes trabajaban
para el Foreign Office, endeudaron a la
Argentina por medio del empréstito Baring
Brothers y se arruinaron con la colonia de
Monte Grande. De esa colonia surge la familia
Brown que se establece en Florencio Varela,
en la estancia Beatlaws de donde surgirán los
hermanos Brown que integraron el pionero club
de fútbol Alumni. En momentos donde todo hace
referencia al deporte nacional, no está mal
buscar las raíces en aquellos que fundaron el
fútbol nuestro de cada día. Cómo el football se
transformó en fulbo.

Por Guillermo Daniel Ñáñez El Alumni donde jugaban los varelenses hermanos Brown.
viacuco@gmail.com

LA COLONIA
La historia de los escoceses en
la Argentina comienza en 1825 con
la llegada a bordo del Symmetry
de un grupo de hombres y muje-
res que formaron una colonia en
Monte Grande. Mucho antes de
eso ya había habido colonos y co-
merciantes escoceses en Buenos
Aires, estaban allí desde antes de
que terminara el dominio español
en 1810, pero no como una colec-
tividad. El primer registro de una
reunión escocesa en el Río de la
Plata fue la celebración del Día de
San Andrés con una cena en el
Hotel Faunch, el 30 de noviembre
de 1824, pero más que una reunión
estrictamente escocesa fue un
festejo internacional. Lo presidió
John Miller, cuya fama local deri-
vaba de ser el importador del pri-
mer toro Shorthorn a la Argenti-
na, y fue la ocasión en que el cón-
sul británico, Mr. Parish, anunció
la firma del Tratado de Amistad
para el establecimiento de las re-
laciones diplomáticas entre Gran
Bretaña y Buenos Aires. Por esta
razón el banquete pasó a la histo-
ria. La organización de esas re-
uniones quedaría con el tiempo a
cargo de la Sociedad San Andrés.
La creación de una colonia agrí-
cola escocesa en Buenos Aires
había sido idea de un escocés,
Daniel Mackinlay, socio fundador
junto con Thomas Fair de la es-
tancia El Espartillar. Se cree que
Mackinlay fue expulsado a Bue-
nos Aires por su familia en 1801
por causa de un matrimonio pro-
hibido con una belleza caribeña,
Ana Lindo, nacida en Jamaica. Se
hizo rico y entre sus muchas pro-
piedades estaba una gran casa en
la barranca del extremo sur de la
ciudad de Buenos Aires, que hoy
es el Museo de Historia Nacional.
MONTE GRANDE
La colonia escocesa de Monte
Grande fue fundada entonces por
John y William Parish Robertson,
que propusieron su creación a la
Comisión de Inmigración de Bue-
nos Aires a fines de 1824.
Mackinlay debería haber sido so-
cio de los hermanos Robertson en
la empresa colonizadora, pero la
declinación de su salud y su for-
tuna se lo impidieron. Los herma-
nos planearon traer a Buenos Ai-
res no menos de doscientas fami-
lias escocesas, con al menos seis-
cientas personas. Le pidieron tie-
rra al gobierno, que los inmigran-
tes pudieran cultivar como arren-
datarios. El gobierno accedió en
marzo de 1825, pero la tierra fiscal
no fue entregada. Los Robertson
superaron el problema compran-
do 6.475 hectáreas (cuatro leguas)
al sur de Buenos Aires. Esa tierra
había tenido muchos propietarios;
hay un documento fechado en
1740 que le da el nombre de cha-
cra de Monte Grande, por un gran
monte de durazneros. Aunque el
nombre oficial del asentamiento
fue Colonia de Santa Catalina, que
era el nombre de la estancia veci-
na de los Robertson, se adoptó el
nombre de Monte Grande. El
Symmetry, comandado por el ca-
pitán Smith, partió de Leith el 22
de mayo de 1825 y llegó a Buenos
Aires el 8 de agosto con los esco-
ceses a bordo. Fueron el primer
grupo de inmigrantes europeos
que llegó al país en forma organi-
zada. Bernardino Rivadavia, se-
cretario de Asuntos Externos y
después presidente de la Argen-
tina, esperaban que fueran la van-
guardia de legiones de laboriosos
europeos del norte que ayudarían
a construir el país. El Tratado de
Amistad, firmado en febrero de
1825, fue la más sólida garantía
que tuvieron los inmigrantes,
porque les aseguraba ciertos dere-
chos civiles en un país con una
cultura extraña. A los extranjeros
se les aseguraba que podrían
practicar sus religiones, aun cuan-
do en la Argentina hubo una am-
plia resistencia a aceptar esa si-
tuación, y en algunas provincias
la intolerancia se expresó de modo
vehemente.
A bordo del Symmetry había 220
pasajeros con destino al Río de la
Plata: cuarenta y tres parejas ca-
sadas, cuarenta y dos hombres
solteros, catorce mujeres solteras
y setenta y ocho niños. Entre
ellos venían John Tweedie, de cin-
cuenta años, ex capataz en los Jar-
dines Botánicos Reales de
Edimburgo; William Wilson, mé-
dico, de veinticinco años; dos
agrimensores, John Christian, de
treinta y nueve años, y James
Cathcart, de veintitrés; un carpin-
tero de primera, William Speed, de
veintiséis; el constructor James
Brown, de veinticinco; el arqui-
tecto Richard Adams, de treinta y
dos; nueve albañiles, un herrero
INFORME ESPECIAL
ABUELA: Mary Hope Brown, la
abuela de los Brown
y cuatro aprendices de carpinte-
ro. Los diarios escoceses no se
hicieron eco de su partida.
A cada colono se lo proveyó
con implementos, desde azadas a
sillas de montar importadas de
Escocia, y la inversión total por
cada hombre activo, incluyendo
el transporte para su familia y bie-
nes, promediaba las 165 libras. De
este gasto se hicieron cargo los
Robertson. Además, cada jefe de
familia recibía un lote gratuito que
debía trabajar por un mínimo de
cinco años. Después de lo cual la
propiedad de la tierra revertía a los
Robertson, aunque los chacareros
podrían comprar su lote en térmi-
nos preferenciales.
Entre los colonos escoceses ve-
nían campesinos sin educación,
atraídos por la idea de poseer su
propia tierra, y junto con ellos ha-
bía individuos más educados, que
ya se mencionaron, que partían
más bien con un espíritu de aven-
tura. Después de todo, eran los
años iniciales de una etapa de ex-
pansión comercial en Gran Breta-
ña. Eran hombres y mujeres du-
ros, que al principio debieron dor-
mir bajo las estrellas, con un cli-
ma invernal, mientras construían
sus casas. Afines de 1825 el asen-
tamiento estaba establecido y los
refugios provisorios habían sido
reemplazados por construcciones
más permanentes. La colonia se
volvió proveedora de mantequi-
lla salada a Buenos Aires, que
hasta entonces no había dispues-
to de ese elemento. Problemas in-
ternos, guerras civiles, alcoholis-
mo hizo que para 1832 la colonia
contara con sólo tres escoceses.
Los Brown se instalaron en Quil-
mes (cuarteles 3° y 4°, actual Flo-
rencio Varela) donde falleció
James Brown, quedando Mary
Hope Brown a cargo de la Estan-
cia Beatlaws. Lo que hasta hace
Beatlaws, la estancia de los Brown en Florencio Varela
algunos años era conocido como
Villa Brown (Ahora es una porción
de terrenos cedidos por Florencio
Varela que conforman el nuevo
municipio de Presidente Perón), se
llamaba así en función de la estan-
cia de los Brown en Varela.
LOS BROWN
«Los Brown» y Alumni están
íntimamente vinculados entre sí y
ligados a la historia del fútbol,
desde los resistidos comienzos,
hasta la institucionalización que
representa hoy.
Fueron catorce los hijos de
aquella familia y los varones que
actuaron en el fútbol tuvieron en
Jorge Brown al más popular, el
«Hermano mayor» de aquel glo-
rioso equipo fundador.
Eran conocidos como «los
Brown» cuando se hablaba de
ellos en plural. Pero en pleno cam-
po de juego, vistiendo los colo-
res del gran Alumni o el celeste y
blanco de la representación inter-
nacional en el seleccionado argen-
tino, eran Jorge, o Carlos, o Er-
nesto, o Alfredo, o Eliseo, o Juan,
o Juancito.
QUILMES
El jefe de esta familia, don Diego
Brown, nació el 12 de julio de 1846
en el partido de Quilmes (cuarte-
les 3° y 4°, actual Florencio Vare-
la). Era hijo de uno de los prime-
ros matrimonios escoceses llega-
dos al país en 1825.
Sus padres habían sido granje-
ros en Escocia y se establecieron
en Florencio Varela. Allí existía la
Estancia Beatlaws, construida por
ellos en pie por más de 100 años,
Jueves 22 de Junio de 2006
que perteneció hasta los años ’60
a su única heredera la señora
Jessie Brown de Campbell, herma-
na de los célebres futbolistas.
Un tutor impartió a don Diego
Brown las primeras enseñanzas
en el campo, y cuando más tarde
vino a Buenos Aires se alistó en
el aún existente Colegio Escocés
de San Andrés.
Cuando tenía 20 años ingresó a
la casa Drysdale. Llegó a ser en-
cargado del corralón. Al retirarse
pidió la cuenta y advirtió que ha-
bía reunido una pequeña fortuna
que le permitió establecerse en la
estancia «Viamont» en calidad de
arrendatario de los Bell, en el par-
tido de San Vicente. La estancia
había pertenecido al general Via-
monte.
Al cabo de algunos años de
constante trabajo adquirió una le-
gua de campo, aproximadamente,
en coronel Brandsen (antes
Ferrari) y pobló un establecimien-
to modelo con un monte de fruta-
les que era su gran orgullo. Por el
campo pasaba un arroyo tributa-
rio del río Samborombón. Allá iba
la familia todos los veranos y las
vacaciones transcurrían con las
modalidades de la vida apacible y
tranquila, tan grata a los hombres
del tiempo viejo.
Don Diego era un experto hom-
bre de campo y muy de a caballo.
Sabía sobar las lonjas para sus ta-
reas, y hacer riendas y demás en-
seres. Era un gran conocedor de
cuanto se relaciona con el engor-
de de hacienda, y los novillos que
consignaba a plaza eran casi siem-
pre los más pesados del día. Vol-
vía con sus hijos a Varela cons-
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tantemente. Era fornido y atléti-
co, Don Diego Brown conservó
su dentadura, faltándole sólo, un
molar cuando falleció, a los 74
años.
En su juventud practicó el atle-
tismo. Su nombre aparece entre el
de los competidores de los tor-
neos atléticos anuales que la co-
lectividad, británica organizaba en
el Buenos Aires Cricket Club. En
el año 1868 ganó la prueba «salto
en largo a pie junto, sin impulso».
Como tantos otros porteños mi-
litaba en el Partido Nacional, de
aquellos de «su cuño», don Diego
Brown era un apasionado mitrista.
Formaba parte de la legión de ar-
gentinos seguidores de Don
Bartolo. La adhesión por Don
Bartolo no se reducía al elogio o
al voto esporádico. Usaba cham-
bergo al igual que Mitre.
COSA ‘E GRINGOS
El fútbol estaba reservado sólo
para los súbditos británicos y sus
descendientes. El 21 de febrero de
1893, Alejandro Watson Hutton,
un profesor escocés graduado en
Edimburgo, director del English
Higth School, fundó la
Association Argentine Football
League. Lomas Athetic Club mo-
nopolizó los primeros años, con-
siguiendo cinco campeonatos.
Finalmente, en 1900, el English
Higth School ganó el torneo, pero
el nombre fue cuestionado por la
Association Argentine Football
League, por considerar que se tra-
taba de una denominación comer-
cial. Eligieron llamarse ALUMNI.
En una confitería del barrio de
Constitución, Carlos Bowers,
El Symmetry of scarboro, donde
viajaron los escoceses
egresado del colegio, y residente
en los Estados Unidos al finalizar
sus estudios propuso el nombre
de Alumni, que fue inmediatamen-
te aceptado. Ese día el equipo del
colegio británico se convirtió en
Alumni y entró en la historia por-
que fue un ejemplo del espíritu
amateur, de hidalguía, del juego
limpio y sus jugadores crearon un
estilo sosteniendo la técnica que
predominaba en los jugadores es-
coceses sobre la potencia y el jue-
go aéreo de los ingleses.
El 6 de junio de 1901 Alumni de-
butó en el campeonato derrotan-
do a Belgrano Athletic Club por 1
a 0. El equipo de los Brown jugó
todo el primer tiempo con diez hom-
bres y lo completó en el entretiem-
po con Alejandro Watson Hutton,
quien con 48 años se animó a ju-
gar con sus discípulos. Alumni
ganó 9 campeonatos en once años.
Nunca fue un club, apenas un e-
quipo de fútbol. Cuando se disol-
vió donó todos sus bienes a so-
ciedades de bien público.
Su figura consular fue Jorge
Brown, el mayor de once herma-
nos varones y tres mujeres. Ac-
tuó en el English Higth School
desde 1896 hasta 1900. Y en
Alumni desde 1901 hasta 1911.
Comenzó jugando como medio-
campista, después fue central y
terminó con defensor, donde lo-
gró su consagración jugando úni-
camente para la Selección nacio-
nal después de que se
desintegrara Alumni.
El 1904 llegó en gira el primer
equipo inglés de primera división:
Southampton. El 26 de junio el pre-
sidente Roca fue uno de los ocho
mil espectadores que presenciaron
el triunfo del equipo inglés sobre
Alumni por 3 a 0, en la sede de la
Sociedad Sportiva, donde actual-
mente se encuentra el campo argen-
tino de polo. En uno de los parti-
 PAG. 12 Jueves 22 de Junio de 2006 INFORME ESPECIAL

dos de la gira, Southampton derro- BROWN: La casa

tó a Belgrano por 6 a 1. En ese par-
tido, Arturo Forrester consiguió el
primer gol argentino frente a un
equipo extranjero. Sus compañeros
lo llevaron en andas y en el bar brin-
daron por la hazaña antes de conti-
nuar el partido ante el asombro de
los jugadores británicos. Arturo
Forrester se constituyó en una fi-
gura popular de Buenos Aires.
En 1906 llegó un equipo de
Sudáfrica. El 24 de junio pasó a la
historia como el del primer triunfo
argentino sobre un equipo britá-
nico. Alumni ganó 1 a 0, con gol
de Alfredo Brown, tras un gran
despliegue del centro derecho
Gottlob Weis, suegro de Mary
Terán de Weis, la primera tenista
argentina de nivel internacional.
Alfredo Brown tuvo una tarde de
gloria y se ganó la admiración de
la gente. Otro de los primeros ído-
los que tuvo el fútbol nacional fue
José Viale, un delantero de
Newell’’s, que fue tentado por los
ingleses para hacerse profesional.
AVER A SUS HIJOS...
Desde principios de siglo hasta
1911, es decir, durante la actuación
de Alumni, don Diego y su esposa
doña Elisa Gibson, nacida también
en Buenos Aires y que era hija de un
sastre llegado a Buenos Aires en
1840, procedente de Escocia, solían
asistir los, domingos a presenciar los
partidos en los cuales jugaban por
lo menos tres o cuatro de sus hijos.
Y como corolario de su presencia en
el campo de fútbol, los lunes por la
mañana don Diego leía a su esposa,
en alta voz, las crónicas publicadas
en los diarios «La Nación» (en cas-
tellano) y en «The Standard»(en in-
glés).
Es indudable que el matrimonio
Brown pasó por momentos difíciles
para atender al cuidado y a la educa-
ción de una familia tan numerosa;
pero en el ocaso de su vida le estaba
reservado, como regalo magnífico,
la satisfacción de ver a sus hijos
convertidos en ídolos del público;
de oír los nombres de Jorge, Carlos,
de Ernesto, de Tomás, de Alfredo,
de Eliseo y de Juancito, voceados
en las canchas por la hinchada por
su habilidad.
DE CAPITALAVARELA
Todos los martes don Diego re-
gresaba a la Estancia Beatlaws para
reanudar sus tareas rurales, pero
volvía invariablemente el sábado a
Buenos Aires para presenciar el par-
tido de fútbol del domingo, y no ha-
bía tormenta o lluvia que lo detuvie-
ra... Por lo demás, en aquella época
muy rara vez se suspendía un parti-
do por mal tiempo.
FÚTBOLY CARTAS
Los lunes, los Brown habrían su
casa de Capital Federal (Brasil 819
del barrio de Constitución) para ha-
blar de fútbol. Los mayores dedica-
ban buena parte del tiempo al
«whist» (juego de barajas). El resto
discutía el último partido.
MATEAMARGO
En 1906, con motivo de la victoria
de Alumni sobre Sudáfrica, los es-
posos Brown invitaron a los inte-
grantes de ambos equipos a una fies-
ta en su casa de la calle Brasil 819.
También los cuadros del
Southampton y del Nottigham
Forest fueron huéspedes de los
Brown. En ambas ocasiones la gran
novedad fue ofrecer a los británicos,
mate amargo, bien caliente, al cual
era tan afecto don Diego Brown. No
hay para que decir que a los visitan-
tes les agradó más el wisky, importa-
do por el viejo George McHardy.
En la casa de los Brown pasaban
frecuentemente algunos días mu-
chos de los jugadores vinculados a
los hijos de aquel ejemplar matrimo-
nio que sentía satisfacción en ofre-
cer a sus amigos.
Podría suponerse que los herma-
de Brasil 819 en
Capital (la primera
a la izquierda)
nos Brown en la época evocada, en
el esplendor de su popularidad, y el
fútbol en el instante en que se con-
vertía en un deporte popular, no se
hablase en su hogar de otra cosa:
fútbol y más fútbol.
CATORCE HERMANOS
De los catorce hermanos Brown,
tres eran mujeres. Los primogénitos
fueron los mellizos Alberto Juan y
Diego Hope, nacidos en la Capital
Federal el 9 de abril de 1874, y falle-
cidos, el primero en 1933, y el se-
gundo en 1937.
Dos de las mujeres, Grace y Elisa,
dejaron de existir a los 8 años, pues
aquélla, nacida en la Provincia de
Buenos Aires el 11 de junio de 1878,
murió en 1886, y la segunda, nacida
en la Capital Federal el 5 de mayo de
1894, vivió hasta el año 1902.
Eduardo Alejandro, había nacido
en la Capital Federal el 11 de noviem-
bre de 1902. Era el menor y murió en
forma trágica a los 6 años de edad.
El 4 de agosto de 1908 el pequeño
Eduardo salió con su niñera a com-
prar una pelota de goma en una
juguetería de la calle Alsina y San-
tiago del Estero. De regreso a su casa,
mientras jugaba en la vereda de la ca-
lle Santiago del Estero al 400, del lado
por donde circulaba el tranvía, la pelo-
ta saltó a la calle, y cuando el niño
quiso recogerla, el coche lo arrolló pro-
duciéndole una muerte instantánea.
El suceso produjo gran conster-
Los Brown (izquierda a derecha). De pie: Jorge, Alfredo, Alberto,
Diego, Carlos, Ernesto y Eliseo. Sentados: Tomás, Doña Elisa
Gibson de Brown (sostiene a Eduardo), Guillermo, Don Diego
Bown, Jessie y Juan (Juancito). Faltan: Grace y Elisa.
nación. Cuantos concurrían por en-
tonces a las canchas de fútbol se
sintieron afectados por una desgra-
cia que tan de cerca tocaba a los que
eran sus jugadores preferidos.
ELFINAL
Jorge, Carlos, Tomás, Ernesto, Al-
fredo, Elíseo y Juan (Juancito), fue-
ron los grandes valores en el fútbol
argentino y férreas columnas de
Alumni.
Tomás actuó relativamente poco
tiempo, en los primeros años, y
Juancito (así popularizó su nombre
la hinchada) jugó sus primeros par-
tidos en 1907, para ser su presencia
permanente desde 1909 hasta la ter-
minación de la carrera deportiva del
conjunto cuyos colores defendió
por última vez en el campeonato, en
el desempate por el primer puesto
jugado contra Porteño en la cancha
de Gimnasia y Esgrima (Alumni, 2;
Porteño, 1 (26 de noviembre de 1911).
Los otros Brown: Jorge, Ernes-
to, Alfredo y Eliseo deben ser con-
siderados los «estables» defenso-
res del equipo, Carlos permaneció
alejado en varias temporadas vol-
viendo junto a sus hermanos en
1910 para actuar de arquero en al-
gunos encuentros.
El otro de los hermanos, Guiller-
mo H., el penúltimo de la familia,
tenía 12 años cuando Alumni dejó
de actuar. No formó, pues, parte
del equipo. Fue socio cadete del
club juntamente con sus compa-
ñeros de la English Higth School.
Desaparecido el equipo, los vie-
jos jugadores hicieron algunas re-
apariciones, en partidos organiza-
dos con fines de beneficencia.
Guillermo intervino en los juga-
dos en 1918 y en 1933, y hasta su
muerte (18 de octubre de 1948) fue
LOS HERMANOS
BROWN
1 Alberto Juan
2 Diego Hope
3 Jessie Brown de
Campbell
4 Grace
5 Jorge Gibson
6 Carlos Carr
7 Tomás Guillermo
8 Ernesto Alejandro
9 Alfredo Carrow
10 Eliseo
11 Juan Gibson
12 Elisa
3 Guillermo Hope
14 Eduardo Alejandro
secretario del Círculo de Sobrevi-
vientes del Alumni A. C., entidad
que funcionaba en Cangallo 690 y
que estaba compuesta por unos 25
miembros. Presidió además, el
Buenos Aires Cricket Club, funda-
do en 1861, y del cual fue socio
don Domingo Faustino Sarmiento.
Alumni ganó el campeonato
nueve veces entre 1901 y 1911; en
1904 y 1908 quedó segundo des-
pués de Belgrano. En 1912 Quil-
mes ganó la copa, marcando el fin
de la supremacía británica. La gue-
rra afectó a la mayoría de los equi-
pos, y Alumni se disolvió. El inte-
rés de la colectividad británica en
el fútbol se renovó en 1921, cuan-
do se fundó una Liga Sabatina Bri-
tánica que siguió funcionando has-
ta la década de 1930.
Luego el fútbol pasó de ser un
juego de la comunidad inglesa, a
lograr aglutinar a todas las razas y
colores de la Argentina. Hoy nues-
tro fútbol es para bien o para mal,
otra cosa. Quien entienda, sabrá
lo que digo.

BIBLIOGRAFÍA
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THE BRITISH PACKET. De Rivadavia a Rosas (1826-1832). Ediciones Solar. 1° edición.1976
TODO ES HISTORIA Revista. Los ingleses en la Argentina. N° 374, septiembre de 1998