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I.
JUAN PEDRO QUIÑONERO
A TRAVÉS DE SUS PRIMERAS OBRAS LITERARIAS.
Guía para un complejo proceso de lectura
Justificación
1
Entre las ocupaciones intelectuales que me han entretenido estos últimos
años, la de haberme dedicado intermitentemente, por cierto, a la persona y obra
de Juan Pedro Quiñonero Martínez, quizá obedezca al atractivo que supuso para
mí, por los años setenta y pocos del pasado siglo, la lectura de sus primeras
obras y, sobre todo, los artículos que bajo su firma aparecían en Informaciones
de las Artes y las Letras, suplemento literario del diario Informaciones del que
guardo sus últimos ejemplares en un enorme llamémosle libro que mandé
encuadernar, posiblemente atraído por el color amarillento de sus hojas.
Recuerdo que alguien llevaba la cuenta de quiénes comprábamos tal periódico.
Pero es que también buscábamos la tercera página de Pueblo. Estábamos por
una correcta apertura. Para mí era un espectáculo la lectura de una avanzadilla
cultural que parecía tolerada por el régimen, al menos no muy perseguida.
Supe de él, allá por los años citados, cuando regentaba una librería de mi
propiedad en Lorca. Entre los fondos que recibía de las distribuidoras llegaron
dos novelas que aún poseo, pues pasaron a mi biblioteca particular. Autoría:
JPQ. Títulos: Ruinas (1973) y Escritos de V. N. (1978). Tengo actualmente todos
sus libros publicados y, al menos, he leído tres de ellos antes de salir a la venta:
Anales del alba, Retrato del artista en el destierro y El taller de la gracia. Para
abreviar, diré que Juan Pedro me ha obsequiado con un ejemplar de todas sus
publicaciones, menos de La locura de Lázaro y Una primavera atroz, que ya
los había adquirido yo antes de que él tuviera ejemplares para proporcionarme.
Con la lectura de su obra y nuestra comunicación vía e-mail ya puedo presumir
de un mayor conocimiento de su persona, vida, obra y cultura, aunque ya había
tenido oportunidad de disertar sobre sus trabajos publicados hasta entonces1,
único título que poseo para exponer cuanto pienso sobre él y su obra.
1
Vid., José Luis Molina Martínez, “Acercamiento cortés a un escritor murciano afincado en
Paris. La literatura compleja de Juan Pedro Quiñonero”, en (J. L. Molina Martínez, ed.) Cultura,
economía y desarrollo en Lorca en el alba del siglo XXI. Actas del XXXVI Congreso
internacional de la Asociación Europea de Profesores de Español, Universidad de Murcia-
Ayuntamiento de Lorca, Murcia, 2003, pp. 269-286.
2
ella piensa con equidad pues tampoco entraré en juicios de valor, sino que
contribuiré a desentrañar lo oscuro o no suficientemente explicado que hay en
ella.
Vida
Hasta hace bien poco, los datos biográficos que se conocían sobre la
figura que nos ocupa, Juan Pedro Quiñonero, eran, casi todos, más o menos
erróneos porque estaban tomados de las contraportadas o de las solapas de sus
libros primeramente publicados en lo que hemos dado en llamar su primera
etapa literaria.
Hace ya unos años (1995), cuando hube de escribir, por propia petición,
la voz QUIÑONERO, Juan Pedro para la Gran Enciclopedia de la Región de
Murcia2, me puse en relación con el escritor a través del diario ABC de Madrid,
del que es corresponsal en la capital francesa desde 1983, para que me facilitara
algún que otro dato para incluir, además de los que yo tenía, casi todos
procedentes de sus libros. Todo lo que logré conocer entonces de este murciano
residente en Paris es lo que a continuación relato, además de saber que su padre
era de Águilas, su madre de Totana y era el mayor de tres hermanos:
2
VV. AA. Gran enciclopedia de la región de Murcia, Murcia, Ayalga Ediciones, 1995, tomo 7, p.
210.
3
“Novelista y ensayista (Totana, 1946). Después de haber estudiado en
Murcia, Valencia y París, y conocido otros exilios familiares (Palma
del Río y Almansa, donde fallecen sus padres), se establece en Madrid
(1967) dedicado al periodismo y a la literatura. Colabora como crítico
e informador literario en el diario Informaciones, siendo corresponsal
de este mismo diario en 1977, tras viajar prácticamente por toda
Europa. En París, ha trabajado para Diario 16 / Cambios 16, Cinco
Días, ABC, SER, Onda Cero y Antena 3. Podemos dividir su obra
literaria entre el ensayo y la novela. Como ensayista, publica Proust y
la revolución (1972), Memorial de un fracaso (1974, colección de
ensayos de tema variado y artículos periodísticos), Baroja,
surrealismo, terror y transgresión (1974) y La gran mutación.
Europa / España (1982), análisis del gran cambio a escala planetaria
de la tercera revolución industrial. Tanto en su primera novela,
Ruinas (1973), como en Escritos de V. N. (premio de novela Ciudad
de Marbella 1976), aparecida en 1978, prima el rompimiento del
lenguaje, la destrucción del discurso narrativo sobre la construcción
de los personajes o el desarrollo de la acción. Sus últimas novelas han
sido Crónica familiar (1982) y Un héroe de nuestro tiempo (1985).
En la actualidad, reside en Paris”.
Lo que ahora para mí son errores antes era solamente la información que
poseía. Así que no estudia en Murcia ni en París, sino en Saint-Étienne, su padre
fallece en Almansa, su madre en Paris, según creo, y se marcha de Madrid por la
situación angustiosa que vive y que él mismo narra en sus escritos. Tampoco
llegó a publicarse nunca Un héroe de nuestro tiempo.3
3
Según información de JPQ (e-mail del día 28 de julio de 2009), “La Heroína no acabó de
convencerme... la Crónica familiar acabaría transformándose en los Anales del alba, tras una
poda que dejó el libro (¿poema?) en la mitad...”
4
escrito novela, ensayo literario, ensayo político, crítica de arte. Ha
sido galardonado con los premios Ciudad de Marbella y Juan March
de novela (1977 y 2000) y con el J. M. Caballero Bonald de ensayo
(2005). Inició su carrera profesional en el difunto vespertino
Informaciones, en 1968, donde comenzó trabajando como auxiliar del
archivo, hasta ser nombrado corresponsal en París en 1977, tras haber
desempeñado los puestos de reportero, redactor, redactor jefe,
enviado especial. Formó parte del equipo fundacional del suplemento
literario Informaciones de las artes y las letras. Tras Informaciones,
trabajo como enviado especial y corresponsal diplomático, en Europa,
Rusia, EE.UU., Oriente medio y América central, para Diario 16 /
Cambio 16, Cadena SER, Antena 3 y Onda Cero. Es corresponsal de
ABC, en París, desde 1983. Escribe desde 2005 un diario personal, en
forma de blog, Una temporada en el infierno, que Google ha
clasificado (primavera 2009) entre los cinco más visitados en toda la
blogosfera internacional escrita en español”. Tras esta introducción,
añadía el título de sus obras publicadas y citaba un libro ahora mismo
inédito: El taller de la gracia (ensayo).
4
Vid., Chantal López-Omar Pérez, “La escuela moderna de Francisco Ferrer i Guardia. Captura y
diseño”, [en línea]. Dirección URL: <http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/pedagogía
/escuela moderna /indice.html.>. [Consulta. 22 noviembre 2009].
5
su padre fue condenado a muerte, condena conmutada por la de veinte años de
cárcel de los que cumplió cinco en las Agustinas de Murcia, pues fue liberado en
la Nochebuena de 1945. Obviamente, sus padres jamás pudieron ejercer su
profesión en Totana.
Este hecho, del que no vamos a hablar aquí aunque alguna vez nos
refiramos a él, es algo capital en su vida, pues, desde siempre, ha determinado
su actuación política, cívica y cultural, y, posiblemente, es el origen de la teoría
que mantiene acerca de la condición cainita de España y su miseria moral y
cultural, objeto de sus libros de ensayo, como veremos después.
Juan Pedro Quiñonero (JPQ), antes de viajar a Paría por vez primera
(1965), abandona sus nunca terminados estudios de arquitectura y se consagra
al periodismo de la mano de Manuel Blanco Tobío, quien le publica sus
primeros artículos en el diario Arriba (1966).
6
cultural, crítico teatral, crítico literario y redactor jefe. Viajó, como enviado
especial del mismo diario a Rusia, Centroamérica y los EE.UU.5
5
Para conocer el referido periódico, vid., Carmen Martínez Romero, “Creación de la industria
cultural (1965-1975)”, en VV. AA., Realisme i compromís en la narrativa de la posguerra
europea, Barcelona, Publicacions de l’Ábadía de Montserrat, 2002, pp. 126-127.
6
Como corresponsal diplomático de la Cadena SER, viajó por toda Europa y cubrió todo el
proceso del ingreso de España en la Unión Europea y animó la primera revista de prensa
europea de la historia de la radio europea: un resumen diario de la prensa francesa, inglesa,
alemana e italiana.
7
Referencia al personaje del cómic el Reporter Tribulete, que en todas partes se mete. Creado
por Guillermo Cifré para Pulgarcito, Editorial Bruguera, en 1947, tenía unas conflictivas
relaciones con su jefe, el director del periódico, al que nunca le da un nombre propio.
7
aprendió en California, Georgia, México, Honduras, El Cairo, las
capitales de la vieja Europa…, el estoico corresponsal en Paris
emboscado tras las sombras de Helmut Newton8 y Jean Pierre
Melville9, el invisible historiador de la inexistencia de España, el poeta
épico que aspiraba a salvar su patria desvastada por las legiones de
Claudio Marcelo, el biógrafo de Celia Jiruña Carón, el cronista
alucinado de la gloriosa resurrección de Rodrigo Díaz de Vivar camino
del destierro último, el olvidado autor que sueña con redimir la
historia de Caína, el fotógrafo que persigue ninfas, apariciones y
rostros fugitivos en los jardines y mercados públicos, el flâneur10
errante entre las sombras de algunos barrios de Paris, el padre de
familia que antepone la rectitud y el deber a las locuras del
adolescente que se resiste a morir, amortajado en el destierro”11.
8
Helmut Newton (1920-2004), fotógrafo. JPQ es un apasionado de la fotografía y su práctica.
9
Jean Pierre Melville (1917-1973), director de cine, precursor de la nouvelle vague.
10
El que deambula y vagabundea –Azorín diría devanea– por la ciudad sin rumbo fijo.
11
JPQ está casado, su esposa se llama Carmen, y tiene dos hijos, Juan Florencio y Pedro.
12
Cfr., J. P. Q., El taller de la gracia. De Caína a la Atlántida. Sevilla, Renacimiento, 2009, p. 7.
De todos modos, en donde habla más de su infancia y aporta muchos otros datos biográficos es
en Retrato del artista en el desierto, Palma de Mallorca, Cort, 2004.
8
La Casa Usher es una referencia literaria –tópico moderno– al cuento de
Poe, La caída de la casa Usher, por referencia a la Tercena de Totana, que lo
albergó en sus primeros años, a la que JPQ literariamente le concede dones
misteriosos y sobre todo enervados recuerdos infantiles. Es reiterativo. Sale la
referencia en sus libros primeros y también en el penúltimo de los publicados,
como acabamos de destacar. Luego es un símbolo infantil que aún perdura.
Tampoco se sabe si ha ajustado cuentas con el pasado o si sigue aún siendo hijo
del miedo, por aquello de su niñez a medio vivir.
Obra
Se pueden establecer dos periodos diferentes en cuanto a aparición al
público de su obra: 1972-1979 y 1998-2009. Así que sus obras publicadas son las
siguientes:
Proust y la revolución (Madrid, Taurus, 1972)
Ruinas (Barcelona, Barral Editores, 1973)
Memorial de un fracaso (Madrid, Editora Nacional, 1974)
Baroja: surrealismo, terror y transgresión (Madrid, Taller de Ediciones
JB, 1974)
Escritos de VN (Premio de novela Ciudad de Marbella, 1976) (Barcelona,
Ediciones 29, 1978)
La gran mutación. España y Europa ante el siglo XXI (Barcelona,
Planeta, 1982)
De la inexistencia de España (Madrid, Tecnos, 1998)
Anales del alba (Palma de Mallorca, Bitzoc, 2000)
El misterio de Ítaca (Barcelona, Península, 2000)
Retrato del artista en el destierro (Barcelona, Cort, 2004)
El caballero, la muñeca y el tesoro (Barcelona, Áltera, 2005)
Ramón Gaya y el destino de la pintura (Madrid, Biblioteca Nueva, 2005)
La locura de Lázaro (Sevilla, renacimiento, 2006)
Una primavera atroz (Sevilla, Renacimiento, 2007)
El taller de la gracia (Sevilla, Renacimiento, 2009)
Veamos, ahora, de modo somero, una división por géneros, algo que no
está tan claro pues casi todos los textos participan de todos los géneros:
9
Año Título Género
Primera época
1972 Proust y la revolución Ensayo literario
1973 Ruinas Novela
1974 Memorial de un fracaso Crítica literaria
1974 Baroja: surrealismo, terror y transgresión Ensayo
1978 Escritos de VN Novela
1982 La gran mutación. España y Europa ante el siglo Ensayo político
XXI
Segunda época
1998 De la inexistencia de España Ensayo político
2000 El misterio de Ítaca Ensayo político
2000 Anales del alba Novela
2004 Retrato del artista en el destierro Ensayo
2005 El caballero, la muñeca y el tesoro Novela
2005 Ramón Gaya y el destino de la pintura Ensayo artístico
2006 La locura de Lázaro Novela
2007 Una primavera atroz Novela
2009 El taller de la gracia Ensayo
13
Cfr., Anna Caballé, “Dos o tres cosas sobre la Historia Literaria (I)”, en Scriptura, nº 4, 1988,
p 111.
10
encuentra una nueva Ítaca14 en Lutecia, cerca de Saint Germain des Prés, en
donde vive transterrado, feliz con los suyos pero temeroso, porque observa
cómo se derrumban los muros de la patria natural y de la de adopción, de
España, de Europa, a causa del mal gobierno, quizá mejor desgobierno, que
lleva a la inacción y a la propia satisfacción del poder ejercido a la clase política,
lo que conduce a la perdición de Europa en cuanto continente, adormecida y
superexplotada, a la inexistencia de España, debido a la división de Caína en dos
facciones, esas dos Españas que nos hacen llorar.
14
Ítaca, como imagen homérica, significa unidad de la familia y de la patria. El héroe homérico
busca su integración, su lugar, en la familia y la patria. “De nuevo Ítaca: Hay en Ítaca un puerto
[…] Tan sólo / aquí un olivo en la arenosa playa./ Es una tierra que tú ya no reconoces; / […]
Pero tu tierra es esta y los tuyos / están aquí” (Vid., Jacinto Herrero Esteban, La herida de
Odiseo, Salamanca, Juan de Castilla y León, 2005, p. 41. En el Canto XIII de la Odisea, leemos:
“Y se despertó Odiseo / de su sueño en la tierra patria y no la reconoció; / tanto tiempo había
estado alejado de ella”.
15
Cfr., Juan Pedro Quiñonero, Memorial de un fracaso, Madrid, Editora Nacional, 1974, p. 407.
11
como filósofo, no en vano se hace muchas preguntas sobre la existencia del
hombre y su fin primigenio. Por eso, ambas, ni van separadas, ni son
independientes, como se observa con la lectura de sus obras más cercanas en el
tiempo.
12
esa novela el que su protagonista Jean Santeuil “sólo se realiza en la pasión
desesperada y proscrita: en el incesto” (Proust… p. 17), quizá para enfatizar que
Proust plantea el dilema entre lo moral y lo físico, entre la libertad y la
necesidad (p. Proust… 20), es decir, a la libertad por la ruptura, todo esto hasta
que su exilio le lleva a una sociedad más avanzada, más abierta cultural e
intelectualmente y se da cuenta del recorrido de su revolución. Pero, insisto,
más que autobiografía, tiempo pasado recobrado. Y vuelve a dogmatizar: “la
revolución es el texto: las palabras que mascullan obscenidades y crímenes”.
Proust no invoca a la moral: subvierte el orden. Claro que Proust, a pesar de su
escrito ya lejano en el tiempo, era sin duda un hallazgo con la realidad Santeuil.
No es que no conozca a Proust, que lo sabe y muy bien, sino que se sirve
de él para mostrar su propia perplejidad ante su mundo interior y los choques
con el exterior; no es tanto un totum revolutum, cuanto una unidad única, una
suave muestra de disconformidad psicocrítica en la que “la intertextualidad
proustiana participa del discurso mítico, más su organización textual, en su
carácter pluridimensional, inscribe el verbo trágico como partícipe en el
metabolismo, meramente coyuntural y estratégico, de las acciones provistas en
la faceta histórica de una realidad multiforme…” (Proust… p. 79). En caso
contrario, si no acaban de entender el sufrimiento intelectual de JPQ, léase el
final del texto: “el tiempo lineal de las teologías occidentales se redime en el
anhelo tumultuoso de la fiesta dionisíaca, el festín inacabable donde los
13
contrarios se confunden, la transgresión es ley y los órdenes se derrumban”
(Proust… p. 132). Pero, aún estamos aquí con otras heridas.
¿Y por qué este apego de JPQ por Jean Santeuil y por ende por Proust?
Nos contesta André Maurois en el “Prólogo”:
“Ya el héroe descubre la irrealidad de la vida, la vanidad de las
tristezas que sentimos cuando perdemos un amor, una amistad, o
cuando tenemos que dejar lugares a los que estamos apegados,
vanidad que medimos cuando otros seres, otros lugares, nos inspiran
los mismos sentimientos. Entonces comprendemos que el amor, la
simpatía no estaban en los hombres y en las cosas, sino en nosotros
mismos”.19
14
JPQ creía con todas sus fuerzas que “el canto de las sirenas vanguardistas
lo atraía hacia abismos insondables. Y creía a pie juntillas que el futuro de la
novela pasaba por su destrucción, su ejecución sumaria, si se tenía el talento
verbal imprescindible para escribir un libro sin trama, sin acción, sin
personajes” (El taller…, p. 163). Pero ni Ruinas ni las otras novelas de esta
primera etapa son novelas en realidad porque, si nos atenemos a los cánones, no
cumplen, sensu stricto, con aquella definición de personajes que ejecutan
acciones en un espacio y en un tiempo. Sin embargo, sí cumplen con algo más
sencillo: alguien cuenta algo a alguien. Eso sí, a través de una literatura
desenfocada, transgresora y destructora de las formas, no en vano estaba cerca y
él quedaba influido por el estructuralismo literario –innovación al fin y al cabo,
progresía–, como bien cuenta en un capítulo de Memorial…, precisamente el
titulado “Tzvetan Todorov: una poética estructuralista (Hacia la reescritura de
la historia de los géneros literarios)”. Manifiesta su admiración por este búlgaro-
parisino que gusta de los formalistas rusos quizá por ser más moderado en sus
posturas que Julia Kristeva, Alain Robbe-Grillet, Jacques Derrida y el
deconstruccionismo, aunque reconoce que no tiene rigor tan desmesurado. Es
mi parecer que JPQ tiene en cuenta a Derrida, si lo hace, no tanto por su
rebeldía y crítica social, cuanto porque analiza y revisa las palabras y sus
conceptos. Basándose en él, entiende que la noción unitaria de una obra es
ilusoria y el significado de un texto es siempre indeterminado. Más o menos
como su obra publicada hasta entonces. Por otro lado, se da cuenta de que, en
Francia, la cultura, la literatura está unos escalones por encima de la española,
o, como él mismo señala, “el desamparo cultural de nuestro país es tan amplio
que la publicación de unos textos de teoría tan circunstanciales como los de
Todorov impone una revisión colectiva de los estrechos límites en que, a nivel
metodológico y significativo, se ha ejercido entre nosotros el estudio de los
objetos de arte poético”. Su escrito es, pues, una ruptura porque casi nada de lo
de atrás vale. Veamos un ejemplo: “en las grafías espantosas del tiempo y la
memoria el abismo esquizofrénico de la materia y el desfallecido aliento de tu
recuerdo convocan en los alaridos de mi espanto la simiente perdida de la
palabra encubriendo el rostro de una gusanera apestosa….”
de Savater.
15
Bien es verdad que quizá Baroja, surrealismo, terror y transgresión, no
es tanto el objeto de un análisis sino una excusa para exponer su pensamiento y
mostrar lo que ya se adivina, una gran cultura, procedente, sin duda, de sus
múltiples lecturas. Es obvio que muchas de sus afirmaciones serían/son
discutibles, pero de lo que se trata es de entender el estadio intelectual en el que
se encuentra JPQ y en ese sentido hay que leer esa obra de hace ya treinta y siete
años en estos momentos (2009). Hay que reconstruir la época y, una vez
comprendida –mayo del 68, transición política, recuperación de las libertades
cívicas, etc.–, ponerse a una lectura sin prejuicios. Bien es verdad que le sobra
vehemencia, que no virulencia, y que casi sin duda determina el encasillamiento
a que se sometió no sólo este libro sino la etapa, pues se consideran sus libros en
cierto modo nihilistas –“el drama del pensamiento moderno nace con el
nihilismo nietzscheano” (p. 63)– y anarquistas, que no anárquicos. No. Eran
libros atrevidos para la época, complejos de leer porque la escritura fluye de
manera desatada, automática, sin sometimientos gramaticales, ni formales, y
sólo el autor posee todas las claves para una lectura comprensiva, ya que es
siempre atormentada, mientras el lector, aún situándose en el punto de vista
adecuado, percibe no sólo determinado caos, sino también una fuerza interior
que lleva al autor a manifestarse, con el ímpetu de la juventud, en contra del
sistema. Pero es, repito, el flujo de una manera de entender la vida, la literatura,
el arte, la filosofía, el país nativo y el del exilio, y creer que, con su comprensión,
se pueden arreglar los problemas cuando el devenir del tiempo sigue su camino
como si estuviese en cierto modo predestinado el futuro, como si fuese un
vehículo en el que hay que subirse para seguir el curso de la historia y, si uno no
lo hace, se queda en el atraso, porque el tiempo, que ni vuelve ni tropieza, fluye
y rotura la vida como el agua la tierra por la que pasa.
16
cuando, se recuerde a los posibles lectores interesados la vitalidad que la
literatura clásica sigue teniendo hoy día como literatura para ser leída y no sólo
para ser estudiada por un coto de especialistas”.22
Así que todo esto anuncia un libro muy complejo, difícil de resumir, pero
que es, sin duda, y antes de que JPQ lo explique así, un libro en el que el autor
real y el implícito es el mismo, un libro de JPQ sobre JPQ. V. N. es JPQ, pero ¿es
asequible a alguien que no posea las claves de la lectura comprender, por
ejemplo, este párrafo:
22
Cfr., Francisco García Jurado, “La educación clásica y el fin de la cultura europea: Mann, Eliot
y Borges”, en (Consuelo Álvarez Morán / Rosa Mª Iglesias Montiel, coords.) Actas del Congreso
internacional de los clásicos en el umbral del tercer milenio: la tradición grecolatina ante el
siglo XXI, La Habana, 1999, pp. 77-86.
17
“mar que abre las túnicas y clámides de las sombras anteriores
a toda conciencia a todo rumor superficie en calma y lisa reflejando en
ella la apariencia de los objetos de contornos indeterminados que
verifican en la inmensa masa inmóvil de los espejismos de una
interrogación que me antecede y que quizás originó la incertidumbre
de los tejidos lucubrando una respuesta fallida respecto a algo
confuso pero no tan inútil como torpe y asesino que pudiera ser
llamado existencia o vida…”?
18
absorbente por el camino que había emprendido su vida y lo que vislumbraba
respecto a la cultura, abandona la subversión, la vanguardia, la ruptura
pretendida contra un sistema consolidado. Ya ha encontrado, aunque tarda diez
años en definirla, su ruta intelectual y su sistema personalizado de entender
vida, cultura y literatura. JPQ no se ocupa del hipotexto sino de las relaciones
intertextuales –contextualizaciones según el profesor García Jurado– con los
diversos sistemas, tanto a los que se enfrenta como a los que incorpora al suyo.
Por eso, en lugar de ensayo, deberíamos hablar de fabulación.
23
Vid., Fernando Savater, Criaturas del aire, Barcelona, Planeta, 1979.
24
El polisistema es “un sistema de sistemas que se interseccionan, funcionando como un todo
estructurado cuyos miembros son interdependientes y en el que además pueden utilizarse
diferentes opciones que coexisten a la vez” (Vid., Francisco García Jurado, “Plinio y Virgilio:
textos de la literatura latina en los relatos fantásticos modernos. Una página inusitada de la
tradición clásica”, en Cuadernos de Filología Clásica. Estudios Latinos, 2000, 18, p. 167).
19
cada vez que se lea. Veamos un ejemplo: “y de tal modo se corrompieron los
emblemas y las jarcias donde la voz que escuchaba mi delirio o mi inexistencia
quizá cierta al menos en el tumulto atormentado de signos y grafías que
confirman las inmensas galerías de palabras nombrando con su lúcida narcosis
una vegetación salvaje cuyos frutos y pomelos ya exprimidos en el pillaje de los
días apenas se pudren en los huertos…” (Escritos, p. 259). Por eso, sólo puede
concluir Baroja, de la siguiente manera (p. 182), la que él llama misterio y
crimen en la escritura:
aspiro
a dar fin con decencia a la jornada o disolverme
en el éter o en búdico nirvana adiós pues amiga mía
adios
desde una razón que es la libertad del abismo
la protohistoria de la palabra: si tenía alguna suerte
ni produce en su oleada
la tiré por la ventana si tenía al
gún talento se lo ha llevado los campos
azilitref on asap ednod
la trampa soy como el agua del río que como
nunca se para no deja más que rumores por los
sitios
20
adelante, su afición a los libros, sus tragedias (eran miembros de la CNT y
fueron encarcelados), todo esto tan humilde como admirable, lo relata Juan
Pedro con emoción y sencillez”26: “… al final de la infancia, la vida me arrancó de
mi casa, de mi pueblo, de mi tierra. Y he respirado mal durante casi toda mi
vida, desarraigado, desterrado, condenado a vivir en otras casas, en otros
pueblos, buscando como he podido el aire y los alimentos imprescindibles para
ir tirando” (El taller…, p. 160).
26
Vid., Carlos Semprún Maura, “Crónicas cosmopolitas”, en Ideal. Libertad digital, 17 de
septiembre de 2007.
21
bien acogido y que la segregación es por un motivo trivial, de pobre
personalidad, escasa cultura y oficiales conocimientos literarios.
Por eso viene aquí ahora esta escrito que es del año 2004. Es obvio que la
acumulación de datos biográficos que existen en Retrato… y que explican con
lenguaje llano y proustiano, es decir, adornado, hacen que se piense de
inmediato en un escrito autobiográfico, pero creo que lo que trata es de evitar la
anterior ruptura, visible en los libros antes comentados, con la tradición
novelística y destacar un subjetivismo realista que le da veracidad al texto.
27
Cfr., José María Pozuelo Yvancos, De la autografía. Teoría y estilos, Barcelona, Crítica, 2006,
p. 85.
28
Vid., Manuel Martínez Arnaldos, “La narrativa de Castillo Navarro y la renovación formal de
la novela en las décadas de los años 1950 y 1960”, en (Manuel Martínez Arnaldos, José Luis
Molina Martínez, Santos Campoy García, eds.) José María Castillo Navarro (1928) y la novela
y el cuento de su época (1950-1975), Lorca, en prensa.
22
la que los evita o son nuevos, recién introducidos. Y es que la temática de sus
escritos está llena de su experiencia vital cronológica o del proceso de formación
y crecimiento interior. Cuida muy mucho JPQ su espiritualidad siguiendo una
tradición existente en la literatura española pero no imperante sino algo
sesgado, marginal, heterodoxo: desde el sufismo hasta la literatura espiritual
cristiana (San Juan de la Cruz).
29
Vid., James Amelang, “Presentación” en Cultura & Sociedad, Gijón, Trea, 1, 2005, p. 17.
23
ser humano y busca otras alternativas basadas en el espíritu y en la razón y, en
cuanto escritor, en la literatura no oficial. Del sentido de la escritura por parte
de JPQ, dan cuenta las siguientes palabras de Retrato… (p. 252): “la escuela del
mejor estilo será la del hombre bueno. La virtud, escuela de estilo. Porque nos
educa en el arte de vivir y morir con gracia, transmitiéndonos unos dones que
nos inician a la piedad y los misterios del gran arte”. Y eso es lo que vamos
descubriendo, una interioridad humana que vive ya en Francia, habiendo
cumplido con sus padres en vida, libre de la intranquilidad que tanta agitación
sin sosiego le producía esa vida que vivió como aprendizaje de vida.
Y ahora, con la lectura de este libro, ya podemos saber que JPQ fue
director de la Editora Nacional: “… el azar me hizo así como director literario de
una editora del Estado […] Incluso me pagué a mí mismo un libro que se llama
Memorial de un fracaso. Que es un libro mortuorio: la corona de artículos con
la que me despedía del oficio de crítico y cronista literario. Ese libro compila
buena parte de mi trabajo por aquellos años, Y, a pesar del tiempo transcurrido,
haré una confesión: mal que bien, creo que el libro aguante el tipo”. (El taller…,
p. 164). ¿Para qué iba a aprovechar esta ocupación?: “Aquella determinación
suicida en la escritura y edición de textos furiosos (ya que aspirábamos nada
menos que a abolir las normas gramaticales establecidas; y así, socavando los
órdenes de la palabra escrita, modificar y cambiar los órdenes de un mundo y
una realidad que nos parecía inmoral e injusta”. También tuvo una galería de
arte en Paris. Y no ha perdido contacto con España, pues posee una casa en
Caldetes (Barcelona). En Murcia, tiene, según confiesa, amigos.30 En este libro
podemos encontrar la biografía de un personaje que coincide con el autor de
esta novela, es decir, todos los datos biográficos que nos faltaban para conocer
al escritor. Pero el que sepa nada de este y sólo lea este libro leerá una buena
novela y conocerá a JPQ como el personaje principal de la misma, tanto su
familia como los diferentes compañeros de viaje en Madrid u otros lugares, un
mundo interior íntimo por no decir espiritual, y un espacio/tiempo que dura
desde su infancia hasta El taller de la gracia, pues este nuevo libro nuevo nace
donde concluye Retrato…
30
En su blog, tantas veces citado y por citar, se cuentan treinta y dos entradas específicas para
Murcia y sus cosas. En esas entradas, además de algunos datos biográficos, se pueden encontrar
referencias a estos amigos.
24
De Caína ya hemos hablado y también deberemos seguir especificando su
definición cuando corresponda. Así, de momento, decir que es un espacio
mítico, como Región de Juan Benet, Castroforte de Baralla de Torrente
Ballester, Omaña y Celama de Luis Mateo Díez, Obaba de Bernardo Atxaga,
Macondo de García Márquez o Condado de Yoknapataupha de W. Faulkner.
Caína es un espacio extratextual desconocido, aunque su localización está en
este y en otros escritos de JPQ, aunque es fácil intuir que Caína es la tierra de
Caín, que mató a su hermano. Para JPQ, Caína es, aunque puede ser otro
territorio más restringido por ser lugar de enfrentamiento, España, lugar de
guerras civiles en las que los españoles matan a otros españoles, o unos
españoles obligan a otros españoles al exilio interior o al transterramiento:
como le sucede a la familia de JPQ, y eso le marca para siempre31. En sus
diferentes libros lo va dejando explicado, aunque quizá donde más insiste en su
blog. Ello le impide crear un universo mítico. Así que cada vez que se refiere a él
no hay información de espacio, sino suceso de espacio. No vamos a insistir
ahora en esto porque ya tendremos tiempo, en otra intervención, de analizarlo
con más cuidado y detención, pero adelanto que las entradas referentes a Caína
en su blog son 442 y Anales de Caína, 61 (25 de julio 2009). Es, pues, para él,
un tema recurrente.
31
Vid., José Antonio Guerao Navarro, Totana, 1936-1939. Repercusiones de la guerra civil en
un municipio de retaguardia, Ayuntamiento de Totana, 2001. Vid., además, http:/
unatemporadaenelinfierno. net/2009/10/31/-juan.quinonero-totana-murcia-1936-1939/
25
Y apostilla:
“Los españoles suelen encontrar incontables razones para
crucificarse los unos a los otros” (El taller…, p. 28).
Y es que,
“para un jovenzuelo en el destierro, arruinada la familia, sin
otra fe que la lengua y la literatura eran instrumentos de agitación y
subversión” (El taller…, p. 161).
Y es que,
“… había un joven nihilista que intentaba combatir el
desarraigo dando palos de ciego y escribiendo cosas que él creía
subversivas, cuando, en el fondo, sólo eran el testimonio del
desarraigo último: novelas sin trama, sin personajes, sin principio ni
fin, puros balbuceos de una voz que sufre, sin saber dónde viene ni a
dónde va, víctima del hundimiento de todos los valores y víctima del
fin de un mundo que se cae a pedazos, sepultando entre sus
escombros a su autor y a sus personajes, perdidos el autor y su obra
en el laberinto final de la nadería y la destrucción suicida del arte y la
identidad personal” (El taller…, p. 162).
Y es que,
“…la lectura de Nabokov, en español, inglés y francés,
modificaba definitivamente una concepción de la literatura,
26
salvándome del infierno vanguardista. El fruto de esa redención se
llama Escritos de V. N., que Camilo José Cela y Gonzalo Torrente
Ballester tuvieron la generosidad de galardonar con un premio de
novela que concedía la Alcaldía de Marbella. El título exacto de ese
libro pudiera o debiera ser Escritos de J. P. Q. Ya que de eso se trata:
de los escritos personales que ya no eran escritos periodísticos y
tampoco son escritos de un autor totalmente imaginario. Son escritos
publicados y firmados por mí. Aunque tampoco sean eso solo” (El
taller…, p. 165).
El último libro de esta época no tiene nada que ver con la literatura en sí.
Se titula La gran mutación. Europa / España32, y trata, como se puede leer a
continuación del título, de “la descarnada imagen de una realidad de la que
dependen nuestro futuro y nuestras libertades”.
32
Juan Pedro Quiñonero, La gran mutación. Europa /España, Barcelona, Planeta, 1982.
33
Juan Pedro Quiñonero, “Inmigración e islamismo en Europa, a principios del siglo XXI”, en
línea. [Dirección URL: <http://www.ejercito.mde.es/conferencias/XIV_cid/Programa_Activi
dades.pdf]. También se puede leer si se pone en Google el título de la conferencia que JPQ
impartió en Jaca, en septiembre de 2005, que es el anterior.
27
peligroso de toda la historia de las guerras. También, y especialmente, la
situación española ante la entrada en el Mercado Común”.
28
entregados, porque quizá estuviese llegando la hora de mi
alumbramiento”36.
36
Cfr., Juan Pedro Quiñonero, Retrato del artista en el destierro, Palma de Mallorca, Cort,
2004, p. 126.
37
En Misterio…, concreta más: “…pocos años antes de que, en la madrileña calle Preciados, la
traducción de Gabriel Ferrater de un libro de Hemingway me incitase a abandonarlo todo, en
busca de algo que quizá estuviese en mí….” (p. 23). Se refiere al libro París era una fiesta,
traducido en 1965.
29
II
DEL ECLIPSE, DECADENCIA O FRACASO DE EUROPA
A LA INEXISTENCIA DE ESPAÑA.
El arte de la transición.
30
de una España en pre-transición política, algo importante para la recuperación
de las libertades y la posibilidad de una expresión no censurada, su mundo
moral, digo, quizá proceda de la sublimación derivada de la creación artística.
Han pasado bastantes más de diez años, han sucedido muchas cosas y
JPQ inaugura un nuevo proyecto: De la inexistencia de España. Un estado
incapaz de construir una casa común, el alejamiento europeo de España, la
existencia de un país privado de arquitectura moral, la destrucción moral de
39
Vid., Quiñonero, Juan Pedro, “Camaleón progresista” [en línea], unatemporadaenelinfierno,
enero 30, 2005. Dirección URL: <http.//unatemporadaenelinfierno.net/2005/01/30/camaleón
-progresista/>. [Consulta. 2 agosto 2009].
40
Cfr., Juan Pedro Quiñonero, Memorial de un fracaso, Madrid, Editora Nacional, 1974, p.
490.
31
España y la búsqueda de la patria perdida son los pilares de este nuevo resumen
que enlaza con el anterior (el de Memorial…), e inicia otra nueva etapa con los
libros que le siguen. La búsqueda de la satisfacción por parte de JPQ se ha
ajustado a las condiciones impuestas por el mundo exterior, es decir, ha pagado
el peaje que ha exigido el camino recorrido.
Desde la tierra mitificada de Totana –la casa Usher–, una larga travesía
del páramo que es el exilio –voluntario o no–, certifica la llegada a otro
ambiente que conviene explicar: el paso de una realidad a otra, de una novela
experimental a un realismo consciente en plena madurez, cuando la explicación
del mundo está empapada de cultura, arte y, sobre todo, de literatura. Ya no hay
que dejar correr “el fluido de la conciencia” porque el caos existencial ha sido
ordenado y sometido, sin que ello quiera decir que las razones que
determinaron su aparición se hayan eliminado, sino que han sido
racionalizadas desde otro criterio de interioridad y se puede explicar con otro
tipo de análisis cuanto antes oprimía: el ser humano intenta evitar que se le vea
vulnerable quizá porque, de ser inspeccionado, se le descubren sus puntos
débiles.
Estas sugerencias críticas sólo tienen por objeto hacer más comprensible
la obra literaria de JPQ, sin problematizarse con la más lejana en el tiempo, a
no ser que se desee hacer un ejercicio de lectura ajeno al no especialista o lector
llamémosle ‘vicioso’.
32
públicamente, mi pasión por los trágicos griegos, así como para introducirme
en el seno de la vida familiar de mi primer amor. Aquella historia fue un
fracaso…” Previamente había escrito: “Conocí antes el amor a las palabras que
el amor a la carne”. Hay actividades humanas que parecen desligadas de la
sexualidad, pero que se encuentran en la pulsión sexual que la sublimación
transforma en fuerza no sexual que se orienta hacia otras actividades humanas
consideradas socialmente superiores.41
41
Vid., Isabel Paraíso, Literatura y Psicoanálisis, Madrid, Síntesis, 1995, p. 67.
33
modificaciones en su funcionamiento que, con frecuencia, alteran su
primitiva función social. La dinámica del tejido social de la
civilización europea sufre unas metamorfosis que afectan a sus
centros neurálgicos, morales y económicos” (La gran mutación…, p.
48).
34
el otro acaba y como si fuera el mismo pero explicando más y mejor las causas y
consecuencias de lo anterior, porque incide en considerandos primordiales
necesarios para cerrar el ciclo de pensamiento expuesto en la anterioridad, ya
que ahora sí dispone de elementos suficientes para conformar su teoría, aunque
la rectifique y explicite según el paso del tiempo. De aquella España pobre,
ignorante del desastre nacional, hemos llegado a su inexistencia. ¿Cómo se ha
producido? ¿Cuándo comenzó a desaparecer? Pero “ya Ramón Gaya había
escrito: Los españoles están divididos desde siempre y antes, mucho antes de
llegar a lo político. Lo político no es más que un pretexto para su división
feroz”44.
44
Vid., Quiñonero, Juan Pedro, “Se compran y se venden cadáveres. Pago al contado” [en línea],
unatemporadaenelinfierno, enero 26, 2005. Dirección URL:
<http//unatemporadaenelinfierno .net/2005/01/26/se-compran-y-se-venden-cadaveres-pago-
al-contado/>. [Consulta. 2 agosto 2009].
35
Entiende JPQ que, en 1978, la aprobación de la nueva Constitución, que
“quizá pueda agrietarse”, consiguió establecer un orden en donde, durante
siglos, había primado la falta de conciencia pública. El espíritu de reconciliación
duró un quinquenio antes de que los virus fratricidas comenzaran a minar los
cimientos del orden, que sólo se percibe en el espíritu de su aplicación. Destaco
la palabra espíritu porque JPQ hace bastante hincapié en que la enfermedad es
espiritual. Pero la existencia real y diversa de España fue puesta en un brete por
la falta de diálogo entre las tradiciones espirituales cristianas, musulmanas,
judías y agnósticas, “convirtiendo la patria en un bosque en llamas, condenada
a desertificación espiritual, anterior y mucho más grave que la desertificación
ecológica” (De la inexistencia…, p. 19). El reconocimiento formal de las lenguas,
tradiciones y culturas nacionalistas creó, además de recelos no cerrados aún
sino en aumento por la aparición de los nacionalismos excluyentes que han
elevado el techo político hasta pedir la abolición de la monarquía, el
asentamiento de un federalismo socialista de raíz decimonónica, cuando no la
independencia territorial. Hoy que Europa es una realidad común, en España se
tiende a formar reinos de taifas para ejercer cada uno su poder. Lo peor de todo
esto es que la población está al margen y son los políticos los que crean esas
necesidades que sólo tienen que ver con su ambición de poder para usar o quizá
abusar de su ejercicio como si fuese escasa la corrupción actual. El malestar
creado, la confusión moral y espiritual, dejaron al descubierto otros problemas
ya nombrados: terrorismo, corrupción y nacionalismo.
Literariamente, afirma JPQ que fray Luis de León permite fechar (En la
Ascensión, 1572-1575) “el momento histórico en que el hombre español
descubre el exilio del alma, desprovisto de existencia espiritual. A partir de ahí,
se inicia el desencuentro dramático de los pueblos de España”.
36
habían tomado caminos divergentes. España “estaba condenada a ser y crecer a
través de un tumultuoso mestizaje de lenguas, razas y religiones”. Europa crecía
en los sólidos cimientos de la conciencia franco carolingia (De la inexistencia…,
p. 41).
Más tarde, dogmatiza sobre otro elemento capital, el exilio: “el exilio no
es un accidente recurrente en la historia de los españoles, sino una de las
manifestaciones más profundas de su condición espiritual e histórica” (De la
inexistencia…, p. 48), claro que es un exilio incluso interior impuesto por la
censura, la delación y la envidia.
37
De 1789 a 1989, hay dos siglos de desencuentros pues España cierra sus
fronteras y surge la pregunta sobre un pueblo que, según Jovellanos, carece de
una historia: “Desde hace dos siglos, desde hace cuatro, desde hace seis, ¿qué
ha hecho España por Europa?” (Nicolás Masson de Morvilliers, 1782). En
España se produce el motín de Esquilache (1766), la expulsión de la Compañía
de Jesús, por un lado, y, por otro, la llegada de Carlos III y la obra del Padre
Feijoo. Pero, la España cainita no se esconde y procesa a Olavide quizá por
haber ideado La Sinopia, “proyecto político ilustrado español, concebido con el
fin de abolir y desterrar la propiedad” (De la inexistencia…, p. 65).
Los literatos siempre han ido por delante: Bécquer describe un pueblo de
demonios y Rosalía y Maragall se preguntan que a quién llamamos españoles.
El desencuentro se origina en la lengua, la tierra, la historia. Rosalía de Castro,
según JPQ, vivió exiliada en su interior, pues se considera extranjera en su
patria. Maragall dará en su Oda a España (1898) a todas las lenguas de España
–gallega, vascuence y catalana– su definitiva expresión histórica. Prat de la
Riba anuncia: “La obra de la unidad por asimilación ha fracasado […] El hecho
de la pluralidad de nacionalidades, dentro de España, es un hecho primario
fundamental” (De la inexistencia…, p. 92). JPQ sólo hace recoger estados de
opinión que y sabemos en dónde han desembocado hoy y quién las mantiene.
38
porque piensa, quizá ingenuamente, que si pudo vivir en paz en Al-Andalus la
comunidad judía, con la mahometana y la cristiana, y cada una con su lengua,
ahora podrían vivir los nacionalismos no excluyentes en una patria común.45 En
algún momento de este escrito – ensayo, género al que tiende por la práctica del
periodismo, cita o se ocupa de la poesía catalana medieval, Ángel Guimerá,
Antoni Tàpies. Salvador Espríu, Josep Carner, Lorenç Villalonga, Josep Pla,
una de sus referencias clásicas, Baltasar Porcel, Pere Gimferrer. Es partidario,
pues, del bilingüismo: “además de una literatura específicamente catalana, se
ha escrito también en castellano” (Memorial…, p. 198). Y, en general, con
relación a este hecho diferencial, establece unos pilares:
a) no hay que subordinar el discurso poético a la infraestructura lingüística;
b) hay que esclarecer los síntomas que la historia ha pretendido olvidar;
c) existe un cuerpo poético coherente que no discurre por caminos autónomos,
sino que encuentra en la dicotomía burguesía en el poder / clase baja una atroz
voluntad de su pervivencia.
39
experiencia periodística es lo que exponemos, sin que ello signifique nuestro
asentimiento sin más, como tampoco se busca el del oyente: sólo interesa el que
se conozca su manera de pensar sobre problemas vitales para que cada uno
obre en consecuencia.
40
permitido que España sea como es y a él le haya acaecido cuanto le ha sucedido.
Su realidad personal se arregla en su encrucijada parisina. Lo de España es otro
cantar, no en vano vegeta en la periferia europea entre 1808 y 1936, antes de
precipitarse en un nuevo abismo de destrucción y dolor. Sólo se salvó la lengua.
Y concluye: “La reconstrucción histórica de España, su vertebración […] quizá
requieran antes que nada su repoblación moral y espiritual” (De la
inexistencia…, p. 131). Y hacia ello dirige sus esfuerzos.
41
lengua. JPQ pone orden en el entramado de sus muchas lecturas y su cultura es
un mundo por el que caminar sin perder de vista no tanto la historia de la
literatura cuanto su interpretación.
Incluso estas son originales, pues, por los siguientes libros los demonios
entran en el paraíso:
1. Libro de buen amor (Juan Ruiz): funda un nuevo espacio moral y espiritual.
JPQ introduce a este respecto un comentario que es ejemplo de su prosa no
exenta de cierto lirismo innovador en los tratados o ensayos filosófico-
literarios: “La historia de las palabras permite rastrear siempre la oscura senda
seguida por la inocencia del espíritu y el amor que nos redimen del azaroso,
angustioso y devorador paso del tiempo. Con su modesta pero preciosa
artesanía textil, un beduino árabe trajo hasta Almería una forma sin duda muy
sutil, delicada y fina de tejer los hilos de cierto velo, o paño, o seda, en muchas
ocasiones, quizá, que las españolas árabe-musulmanas primero, las españolas
mozárabes después, las españolas de rancia estirpe castellana más tarde,
asociaron, todas, con las prendas que una vieja celestina podía usar como santo
y seña amoroso. A través de sus almajares, la vieja conocida o imaginada por
Juan Ruiz consigue atravesar la puerta entreabierta de la intimidad y la
conciencia de la dueña, a la que espera seducir. Es dueña, esa mujer, poseída
por una pasión ardiente, ya suspiraba, en verdad, ella misma, por comprar y
abandonarse a esas prendas de amor cuyos hilos de anhelos y palabras urden la
trama más firme y sólida de todo el Libro” (De la inexistencia…, p. 203).
2. Con Cárcel de amor (Diego de San Pedro) comienza el destierro de don Amor
y el triunfo de los demonios. “A través de esa angustiosa metamorfosis del
concepto y la visión del amor, estamos asistiendo al espectáculo sombrío de la
desertificación espiritual de la tierra inmaterial donde había crecido, durante
trece o catorce siglos, la arquitectura de la conciencia del español” (De la
inexistencia…, p. 226).
42
del calendario agrícola, se ha transformado en un virus hipnotizante y
canceroso, sometido al imperio del mercado donde se compran y se venden los
cuerpos sin conciencia” (De la inexistencia…, p. 228).
43
conferencia, pero resulta que todo esto es necesario para la evidencia exacta,
correcta y con más fruto de sus escritos posteriores.
44
no palpar la realidad y vivir en un sueño, que viene a ser la representación real
de la España de su tiempo:
“Calderón busca su patria y en su patria a ella misma no la encuentra.
El pensamiento es un tormento y una prisión donde mueren los
hombres y las ideas sin encontrar el consuelo de un Dios ido, sin que
la certidumbre de la ruina y la muerte lo exima del dolor y de la
angustia” (De la inexistencia…, p. 295).
Pero,
“nadie como don Quijote encarna la agonía del hombre español […]
Don Quijote vive en una España inexistente conflicto contra el
encanto que al héroe y a su patria tiene prendida la razón,
impidiéndoles escapar al imperio de una realidad zafia y brutal que él
aspira a desencantar, para devolverle su más profunda y verdadera y
verdadera condición, ideal y espiritual” (p. 300). “Don Quijote y el
hombre español viven en un laberinto encantado: buscan a España y
sólo la encuentran en el destierro que es su única y más íntima tierra”
(De la inexistencia…, p. 309).
Sin duda, hay una objetividad textual en el escrito de JPQ, lo que hace
que el texto tenga unos valores que hace que los lectores lo estimen porque
comprenden el trabajo psicológico-literario del autor, y no se puede ignorar lo
sugerente y atractivo de los escritos que valoramos. Por ello, en el juicio que
forme el lector, puede ser fructífero que se llegue a la sobreinterpretación46,
basándose en la pluralidad de sentidos del texto que da lugar a una pluralidad
de interpretaciones47. Prestar atención y querer comprobar los asertos de JPQ
obliga a leer toda la historia de la literatura bajo unos presupuestos que no son
los oficiales y que no todos pueden estar dispuestos a aceptar, pero lo que sí
aseguro es que nada más que la lectura de este libro en el que expone sus teoría
es enriquecedor por las perspectivas que abre. Veamos un ejemplo: “La
picaresca inició un proceso de desertificación moral y espiritual más devastador
que la desertificación geográfica que comienza por las mismas fechas.”
46
Vid., Umberto Eco, Interpretación y sobreinterpretación, London, Cambridge University
Press, 1992.
47
Vid., Isabel Paraíso, cit., 1995, p. 132-133.
45
Comprobar este aserto obliga a la lectura del Lazarillo, del Buscón y otros
títulos de la picaresca barroca. Lo que no es poco si se hace con ojos nuevos: es
beber vino viejo en odres viejos.
Vamos a entrar en el capítulo más discutible del pensamiento de JPQ, si
es que nuestro objetivo nos llevara a esa dinámica. Pero quedamos en su inicio
que íbamos a presentar a JPQ según JPQ por metodología, de ahí nuestra
constante ejemplificación de acuerdo con su escrito. Para otra intervención,
cambiaremos la táctica crítica porque varía el género a tratar.
Ya hemos hecho hincapié en que Juan Ramón Jiménez hizo sus intentos
para rescatar nuestra arquitectura moral. Maneja JPQ la bibliografía adecuada
para que esto sea así, pues no es la que la mayoría utiliza. En un momento dado
y puesto que JPQ nos llevará allí, en próximos libros, en busca de la tierra de
redención, escribe: “L’Atlántida de Jacinto Verdaguer, que también inspiró a
Manuel de Falla, quizá por las mismas razones, recuerda la Atlántida donde
Rubén Darío reconocía el rostro de una España encantada e insomne en el
46
fondo del mar de la historia” (De la inexistencia…, p. 319). También es
discutible que Antonio Machado descubra el único espacio donde podamos
llegar a ser, por el uso cainita de que fue objeto en la transición, apropiado por
unos para desdoro de los otros, como igualmente lo fue Miguel Hernández.
Concluye JPQ con unas cartografías para una España futura. Claro que
este libro es de 1998 y en once años se puede dudar de algún aspecto de lo que
llamaba futuro. ¿Qué sentido tiene Cela o Rosales en todo esto?49 Umbral está
48
Cfr., Juan Ramón Jiménez, La corriente infinita. (Crítica y evocación), Madrid, Aguilar, 1961,
pp. 302-303.
49
Como todos los que conocieron a Luis Rosales en Cuadernos Hispanoamericanos que han
hablado de él conmigo, como Félix Grande y Fernando Quiñones, JPQ tiene una opinión muy
sentida y valiosa de su persona: “…y Luis Rosales tramaba el misterio verbal que sería su Casa
Encendida –se refiere a su libro de poemas La casa encendida de 1949–, iluminándonos con
una temblorosa palabra que desde entonces sirve de refugio a todos los prófugos sin domicilio
47
hoy ajeno a cualquier actualidad hasta que se revalorice su escrito y se recopile
su obra completa: ya es un clásico moderno. Benet, Cunqueiro y Perucho son
aún minoritarios. ¿Papeles de Son Armadans? Pues representan el mismo papel
que Cela ahora mismo: testimonial.
La importancia del blog de JPQ que tiene abierto desde enero de 2005,
es una fuente de matizaciones sobre su propio pensamiento, el que desarrolla
en sus escritos. Veamos esta entrada:
fijo ni morada propia, que allí encontramos agua y calor donde guarecernos de las tormentas de
ceniza de la historia” (cfr., El misterio…, p. 48).
48
sólo avienta nuevas semillas desalmadas, sembrando cada día nuevas
razones para odiar al vecino.
Quizá solo un imaginario “diálogo cultural” pudiera avanzar
razones para intentar salir del pozo de hiel donde la historia nos
hunde cada día más hondo. Pero todos los resortes de las industrias
del ramo están consagrados a privar a los ciudadanos de tales
mecanismos de comprensión.
No sé si la cultura pudiera salvarnos tal abismo de odio e
incomprensión. Pero es una evidencia que el matonismo navajero, la
basura audiovisual, los cementerios profanados, la cicuta ideológica y
la sangre corriendo por las calles han sembrado los pueblos con
adefesios y ataúdes.
De hecho, me digo, los medios de incomunicación de masas sólo
hablan de “política”, que es la manera más eficaz de prolongar
indefinidamente una guerra civil sin principio ni fin. Hacia el siglo XI,
la etimología de la palabra “español” ya planteaba el problema en su
raíz última. Para Gracián, ya se trataba de una vieja historia fratricida,
que el morisco de Cervantes ilustra en una de sus versiones
“nacionales” mejor conocidas y Goya nos hace visible en su versión
más trágica: Saturno devorando a sus hijos.
49
que sufrió nuestro amigo con la situación familiar y la suya propia, situación a
la que sería fácil y vano culpar en solitario a la dictadura, porque el drama venía
de muy lejos (p. 387).
50
III
EL EXILIO (COMO ELEMENTO DE LA DIVERSIDAD),
EL ARTE (COMO EXPRESIÓN DE UNA MATERIA ESPIRITUAL)
LA FANTASÍA (COMO MANIFESTACIÓN DEL YO)
(Búsqueda y encuentro de/con nuevas formas literarias)
51
instalado en su realidad de niño –la casa Usher– otra realidad adulta se impone
y origina una tragedia cuyas huellas se reflejan en el ánima. De no haber
ocurrido así su vida, no sería quien es, ni significaría lo que representa, ni
tendría su prestigio personal ganado con la pluma y su comportamiento. Es,
pues, el daño moral el protagonista de todos estos artículos imbricados y
secuenciados para tomar forma de libro. Como en los primeros libros en los que
expone su transterramiento y lo muestra todo en clave vanguardista, casi
excusamos su osadía y nos acercamos a su exilio que, en cierto modo, es el
nuestro. Así sucede con Memorial de un fracaso y Retrato del artista en el
destierro, a los que hemos de añadir El misterio de Ítaca y El taller de la gracia.
Pero, es mi pobre opinión que, en De la inexistencia de España, se produce una
demasía reiterativa porque los argumentos se efectúan desde el punto de vista
histórico y desde el punto de vista literario, con lo que se origina una
duplicación que sólo aporta matices, y quizá es lo que buscaba el autor. Lo
anómalo de De la inexistencia de España con relación a los otros escritos con
referencias biográficas es la intencionalidad de teorizar entrando en el terreno
de la especulación. Respetamos su teoría y el atrevimiento intelectual a
desarrollar un tema que supuso en su momento un enfrentamiento cainita entre
Claudio Sánchez Albornoz y Américo Castro, aunque la argumentación52 de
JPQ, como dejé dicho, impregnada sutilmente de historicismo, es más bien
literaria y en donde los aciertos son palmarios y notorios. Lo mejor del libro es
que obliga a leer con otros ojos, con ojos nuevos, la interpretación oficial de las
teorías literarias y de las introducciones a esos textos (El poema del Cid, El libro
de buen amor, Jorge Manrique, La Celestina, etc…) que avalan prestigiosos
profesores, pues siempre es bueno confrontar opiniones por si se encuentra la
piedra angular. Pero, podría parecer que derivaba todo en cuestión intelectual,
cuando tres libros al menos nos vuelven a lo monotemático: el exilio. Son tres
los libros que nos reconducen de nuevo a la intimidad y al proceso: El misterio
de Ítaca, Retrato del artista en el destierro y El taller de la gracia. Pero ya son
52
“Las argumentaciones son estructuras mentales complejas con las que tratamos de
fundamentar una afirmación o tesis, de tal manera que el receptor acepte la bondad de la tesis y
tome esta en consideración para orientar sus ideas y sus actuaciones. Las argumentaciones
constan básicamente de una afirmación declarativa, una demostración, una confirmación y una
exhortación a actuar conforme a los propuesto” (Cfr., Miguel Metzeltin/Margit Thir, El arte de
contar: una iniciación, Murcia, Universidad de Murcia, 2002, p. 31).
52
libros de la reconciliación. Ya ha regresado el autor a su Ítaca particular53 y
privada y expone cuantas sensaciones nuevas han despertado el sosiego, la
fecundidad, la fuerza del amor. Como son libros que están al alcance de
cualquier lector avezado y su lectura es enriquecedora, no voy a entrar en el
idilio que supone una familia ni sus componentes, ni tampoco en el cierre de
unas heridas que paradójicamente siguen abiertas y fluyen como el manantial
entre los cantos rodados, desgastados por el ejercicio de la vida:
“Yo había soñado con abandonarlo todo y huir a California.
Pero el azar me llevó a París, donde conocí a Carmen y continué
buscando la imaginaria ciudad que otros habían buscado mucho antes
que yo, igualmente en vano” (El misterio…, pp. 14-15).
53
El personaje central, Ulises en busca de su tierra Ítaca, es símbolo del oro volátil en busca de
su naturaleza esencial a través del elemento mercurial que es el agua. De hecho, un griego,
Odiseas significa irritado, un término que según Hooghvorst “es el utilizado en alquimia para
designar el oro cuyo color se irrita con los sufrimientos de la Gran Obra, necesario, por otra
parte, para su resurrección”. También Ulises, al que de hecho se le llama polytlas, que ha sufrido
mucho, padece grandes tormentos (vid., El hilo de Penélope. Emmanuele D’Hooghvorst, [en
línea]. Dirección URL: <http://www.juntadeandalucia.es/cultura/opencms/export/download/
bbhuelva/El-hilo-de-Penelope -Hooghvorst.pdf> [Consulta: 6 agosto 2009].
53
la figura de JPQ, su equipamiento moral, su sentirse niño en la adultez porque
no lo fue el tiempo que tuvo que permanecer en la infancia y no lo hizo por las
razones cainitas que explica. Estos últimos libros aparecen a partir del 2000,
pero todo cobra otro sentido si se le sigue a través de su blog unatemporadaenel
infierno. Porque va dejando piezas para recomponer el puzzle. Por eso afirmé al
principio que era un escritor de una única obra.
54
desaparecen de la narración y que, en lugar de ser ficticios, son reales, tienen o
han tenido realidad corpórea y poseen realidad literaria. Bien que cada capítulo
conlleva un título que lo separa del capítulo anterior y del siguiente, pero que,
en verdad, sólo sirve para darnos a entender de qué va a tratar. El receptor es el
que hace que este escrito sea novela, diario o colección de artículos, aunque lo
que en verdad consigue JPQ es romper las barreras entre su yo y el nuestro de
receptores55, consiguiendo emocionarnos de este modo, más por los motivos que
por la forma: “el literato, revistiendo sus fantasías con el placer preliminar que
procura la forma artística, oculta su origen personal y logra que sus lectores las
acepten como imágenes de la realidad. Haciendo esto, permite a sus lectores
acceder a […] sus propias pulsiones inconscientes”56. Todo lo humano
sobreexcede o sobrepasa la propia acción diaria y el conjunto de relaciones
establece una realidad figurativa no procedente del mundo ficcional, sino del
propio devenir de la vida de la calle. De ahí su atractivo. Ahora explica sus
razones de forma sosegada: “Cuando yo era niño, en Totana, mi familia solía
pasar algunos día, en verano, en Mazarrón y Águilas…” (El misterio…, p. 11).
“Todos esos caminos se cruzan e iluminan en la lejanía inevitable del tiempo,
cubriendo con el polvo de los años y el olvido el áureo paisaje de los pasos
perdidos. El desterrado mira hacia atrás y reconoce todos y cada uno de los
compañeros de un viaje que no acabará nunca” (El misterio…, p. 12). Y todo
aquello que sistematizó en De la inexistencia… queda expuesto con brevedad:
“La vida moral de los españoles hunde sus raíces y echa sus cimientos en los
zéjeles y jarchas, en el Libro de buen amor, en las teorías de la lengua de
Alfonso X el Sabio, Ramón Llull, Ibn Arabí y Moisés de León, precursores de la
vastísima arquitectura verbal que culmina con las traducciones y análisis
filológicos de Fray Luis de León… (El misterio…, p. 64). Y concluye:
55
Lo literario hoy camina hacia la ruptura de los géneros. La actividad literaria “se identifica con
un microcosmos social en el que se definen todo un conjunto de conexiones en las que
intervienen autores, lectores, críticos, académicos, editores, etc., pero que también precisa de
diferencias con otros campos sociales. […] Si, por un lado, la literatura e instala socialmente en
manos del predominio burgués y de los medios e instituciones ligados a este sector, se produce
por otro, una reacción de rechazo de algunas de sus consecuencias. […] Probablemente, los dos
momentos de este movimiento dialéctico son constitutivos por igual de lo que modernamente se
entiende por literatura. Tiene que ver, además, con otros conflictos, como el nunca resuelto del
todo entre una concepción más extensa de la literatura como escritura, que admite el ensayo, la
crítica, los géneros autobiográficos y otras varias formas discursivas…” (Cfr., Fernando Cabo/Mª
do Cebreiro Rádabe, Manual de Teoría de la Literatura, Madrid, Castalia, 2006, p. 85).
56
Cfr., Isabel Paraíso, Literatura y Psicología, Madrid, Síntesis, 1995, p. 75.
55
“Ulises navega por el brumoso mar del tiempo. Circe nos
aguarda y nos pierde en la encantada isla donde el comercio de las
palabras nos encadena a diabólicos paraísos artificiales. El camino de
Ítaca pasa por todas las calles donde los justos han sido condenados y
embrujados en la roca del exilio, del destierro y el olvido. Las
hilanderas57 que tejen el hilo de las palabras ofrecen a Ulises el único
embrujo que pudiera ayudarlos a atravesar el misterioso umbral
donde los vivos y los muertos se cruzan, camino de Ítaca. Encrucijada
histórica y temporal. Los vivos sólo llegamos a ser nosotros mismos
en la fidelidad a nuestras raíces, transmitiendo la palabra que es
nuestra semilla y nuestra morada más sólida. Ítaca está al fin de ese
viaje al fondo del piélago que somos nosotros mismos, perdidos en la
gloriosa ciudad inmortal de nuestro exilio y atribulada historia, espejo
fiel de las almas desterradas del paraíso y caídas en el tiempo” (El
misterio…, pp. 131-132).
56
blog de JPQ el 10 de diciembre de 2007, Entre Ítaca y Caína, que reproduzco
por su interés, dado que es un testimonio contemporáneo de quien lo conoce
bien:
59
Un artículo o un informe con más información sobre un tema previamente informado.
57
cuento de Poe) personal. Soñando con un medieval "caballero
Quiñonero", compañero del Cid, se centra en la descripción del
monopolio estatal de distribución de tabaco al por mayor que
consiguió su abuelo, y con ello el bienestar de una familia que llegó
tras los vaivenes legales y comerciales correspondientes hasta el final
de la Guerra Civil, en la que sus padres -anarquistas derrotados-
padecieron la cárcel, las condenas y los correspondientes y sucesivos
exilios regionales. Con la decadencia y caída de su casa Usher y sus
padres condenados a una vida de supervivencia como maestros de las
escuelas anarquistas y diversos empleos rurales, un joven Quiñonero
casi autodidacta llegó a Madrid a mediados de los sesenta con un
pequeño empleo (recomendado por Pemán), consiguiendo abrirse
paso como periodista cultural en el desaparecido diario
Informaciones, de la mano de Jesús y Víctor de la Serna, Juan Luis
Cebrián, Pablo Corbalán y un servidor, al que al final sustituyó tanto
en Informaciones de las Artes y las Letras como en la corresponsalía
en París del citado diario a partir de 1977, que fue cuando de verdad
empezó lo que llama su "destierro", pero que no lo era del todo, pues
se trataba de un simple empleo en el exterior, de lo que sigue viviendo
hasta hoy (en ABC, donde nos juntamos durante un decenio).
En realidad, el memorialista no sigue aquí la cronología en un
sentido estricto, sino que se deja mecer por sus recuerdos de
personajes, ambientes, trabajos y lecturas, va mezclándolo todo, lo
agita sin parar con la guía que le proporcionan los vaivenes de sus
experiencias, siempre bajo la férula de un anarquismo bastante
férreo, lo que le conduce a un anticomunismo total, y a primar
siempre lo individual sobre lo colectivo. Acusa a su país de cainismo
(¿) en medio de viajes incesantes, de Los Ángeles a Nueva York, de
Pamplona a Nueva York, pero como si nunca hubiera salido de su
ámbito familiar.
Desde sus primeros libros bastante vanguardistas -los ensayos de
Proust y la revolución o Baroja, surrealismo, terror y transgresión,
tan desordenados ellos- o dos novelas como Ruinas y Los escritos de
V. N., que pese al gran premio entonces conseguido con la última
58
tampoco le rescataron del todo. La gran mutación fue un ensayo de
historia universal reciente, mientras De la inexistencia de España fue
su descubrimiento entusiasta de la pluralidad de su país, de las
culturas y mestizajes que encierra y de sus autonomías siempre tan
irredentas, que se convirtió a todas indiscriminadamente. Recopiló
sus crónicas y críticas periodísticas en Memorial de un fracaso,
consiguió otro premio con una novela mítica y abstracta, Anales del
alba, y habló de sus viajes y paseos (sobre todo de París) en El
misterio de Ítaca, que es como un preludio de estos recuerdos que
hoy nos entrega. ¿Y lo del "cainismo"? Habría mucho que hablar de
ello en su acusación a Cela de un plagio bastante inane (veinte
palabras de un verso ajeno mal traducido) o del infundio
indemostrable de un Semprún colaboracionista en Büchenwald, que
procede de su propio hermano60, lo que muestra que lo del cainismo
sigue siendo verdad. Salvo estos apuntes sueltos, el problema del libro
no está ahí, sino en la imposibilidad de seguir sus grandes vericuetos
teóricos. Aunque al final podremos quedarnos en su principio, en
aquella La Tercena hoy inexistente, que tan bien ha recuperado en su
memoria para todos nosotros. Eso bien vale el viaje, y leer este libro
es un placer”.
60
Asunto ya expuesto con anterioridad.
61
“La ironía, como es sabido, es un fenómeno complejo y constitutivamente ambiguo, puesto
que, por una parte, pretende crear una aproximación auténtica a la realidad y, por otra, ella
misma puede sucumbir a su propio relativismo y quedar reducida a un mero juego de ingenio”
(CFR., Belén Hernández González, “El ensayo como ficción y pensamiento”, en Vicente Cervera
et alii (eds.), El ensayo como género literario, Murcia, Universidad de Murcia, 2005, p. 166).
Existe en esta apreciación un desapasionamiento o alejamiento del objeto que puede llegar a la
indiferencia, al cinismo y a la puesta en tela de juicio lo que se defiende en la argumentación.
59
Presenta JPQ en Anales del alba una tendencia tenebrista exasperante en
ocasiones. Desde el mismo lenguaje no constructivo, destructor y destruible,
que sí gramaticalmente correcto, un barroquismo práctico recae sobre esta
parábola que, en síntesis, viene a narrar lo habido, lo anterior, lo ganado, lo
tradicional, lo genuino que representan y reflejan los valores patrios, destruido
todo por el invasor que significa el materialismo que irrumpe con la derrota del
pueblo invadido.
Vid. Juan Pedro Quiñonero, Ramón Gaya y el destino de la pintura, Madrid, Biblioteca
62
60
“Flavio Marcelo contempló con sus ojos el sacrificio de muchas
avecillas inocentes, fingiendo creer en las profecías de unos augures
sin escrúpulos ni fe, cuando él bien conocía la funesta trama de los
Idus de Marzo. Y alejó a su esposa e hijas de la ciudad, temiendo que
alguna muestra de piedad pudiera cometer la crueldad estéril de las
turbas, cuando se conociese la gravedad inútil del magnicidio de una
facción de los padres de la patria, intentando yugular con el
derramamiento de la sangre de un solo hombre el cáncer que había
comenzado a corromper los cimientos de todos los templos del
Imperio. Pero la ciega sabiduría de un soldado versado en todas las
experiencias del dolor y la crueldad humanas, en el sitio de las
ciudades saqueadas, en el expolio de los palacios incendiados, en la
amarga soledad de los lechos sin placer, le impedía conocer el nombre
y el rostro de la desdicha que se avecinaba, para él y para nosotros”
(Anales…, p. 12).
63
Juan Pedro Quiñonero, El taller de la gracia, Sevilla, Renacimiento, 2009, p.
61
libro constituye una sorpresa por el tratamiento del personaje. Como afirma
Amanda Renshaw64, “los escritos sobre arte se han convertido en algo
inescrutable”, por ello, este libro, si en cuanto a su parte de historia del arte y los
movimientos artísticos –pictóricos– ya es propio de un especialista, si entramos
en la ékfrasis65 de alguna de las pinturas que describe, el resultado es
restringido porque hace falta una cultura artístico-pictórica sobre arte moderno
para comprender todos los matices que nos propone66. El de JPQ es un lenguaje
periodístico no exento de conocimiento, al contrario, del arte moderno, por lo
que el libro se lee de modo fácil como cualquiera de sus otros libros, sobre todo
con el bagaje del conocimiento de su obra que portamos en nuestra mente.
64
Es directora editorial de Phaidon y coordinadora del monumental libro 30.000 años de arte.
La historia de la creatividad.
65
“Permítaseme decir lo que entiendo por écfrasis, o más bien cuáles son los límites que
atribuyo a lo que yo llamo el principio ecfrástico. En primer lugar, de forma más restrictiva y
estricta, utilizo écfrasis, como ha sido utilizada por algún tiempo, para referirme al intento e
imitar con palabras un objeto de las artes plásticas, principalmente la pintura y la escultura.
Este significado estricto claramente presupone la dependencia de un arte, la poesía, de otro, la
pintura y la escultura. Es por tanto la forma más extrema de preguntar acerca de la capacidad de
las palabras de crear imágenes [picture-making] en los poemas. En segundo lugar, puedo
ampliar mi uso de la écfrasis si se ve, como muchos han hecho a lo largo de su historia, como
cualquier equivalente buscado en palabras de una imagen visual cualquiera, de hecho el uso del
lenguaje para que funcione como sustituto del signo natural, es decir, representar lo que podría
parecer cae más allá de los poderes representacionales de las palabras como meros signos
arbitrarios. En tercer lugar, si amplío lo que llamo el principio ecfrástico hasta su sentido más
general, puedo verlo en funcionamiento en cualquier construcción de una obra literaria que
trata de hacer de ella, como constructo, un objeto total, el equivalente verbal de un objeto de las
artes plásticas” (cfr., Murray Krieger, “El problema de la écfrasis: imágenes y palabras, espacio y
tiempo y la obra literaria”, en VV.AA. [Antonio Monegal, introd. y comp.], Literatura y pintura,
Madrid Arco/Libros, 2002, pp. 141-142). Otra definición: “Écfrasis es el vocablo griego que en la
retórica antigua designaba cualquier tipo de descripción vívida, aquella que tiene la capacidad
de poner el objeto descrito delante de los ojos del receptor. Comúnmente, la crítica de nuestros
días entiende por écfrasis la descripción literaria de una obra de arte visual” (cfr., Mª Victoria
Pineda, “la invención de la écfrasis”, en Homenaje a la profesora Carmen Pérez Romero,
Universidad de Extremadura, 2000, p. 252).
66
“El íntimo y continuado diálogo entre las imágenes y los textos […] podría ser identificado con
la sugerente actividad de la vieja écfrasis. A veces, también se han querido rastrear y descubrir
desde una perspectiva diacrónica, en el específico contexto productivo, adscrito a la llamada
literatura artística, algunos de los antecedentes más destacados e influyentes de los inicios del
desarrollo de la crítica de arte” (cfr., Román de la Calle, “El espejo de la ékphrasis. Más acá de la
imagen. Más allá del texto”, en Escritura e imagen, 1, 2005, p. 60).
62
que Gaya forma parte de esas personas que han buscado la arquitectura
espiritual de España y han sufrido dos suertes de exilio, el terrenal y el interior.
63
la Almería del siglo X, elaborando una filosofía espiritual de la
materia que venía de Empédocles, Filón y Plotino y debía contribuir,
entre Murcia (Ibn Arabí), Andalucía (Ibn Hazm), Castilla (Moisés de
León) y Cataluña (Ramón Llull) a la construcción de algunos de los
fundamentos de nuestra civilización, a través de las infinitas
ramificaciones e influencias de la mística musulmana, cristiana y
judía en no pocas de las más capitales corrientes del neoplatonismo
renacentista, de Dante a Marsilio Ficino. Gaya elabora a su manera el
concepto originalmente sufí, para prolongarlo y reinstalarlo,
definitivamente, en la historia del arte contemporáneo y el arte que
vendrá” (Ramón Gaya…, pp. 58-59).
Y ¿de qué habla este libro? Responde el mismo JPQ en su blog del día 5
de diciembre de 2005:
“De las artes proscritas del dibujo, la acuarela y la pintura,
amenazadas, por la “tiranía” de las vanguardias difuntas. Del
amenazado destino Museo, antigua casa del ser de un pueblo. De la
historia del arte, considerada como arquitectura espiritual de nuestra
civilización, amenazada por la barbarie de un arte sin raíces ni
principios, manipulado por el mercantilismo. Del puesto de Gaya en
la historia de la pintura, comparado con Picasso, con Balthus, con
Rothko. Sin olvidar a maestros mucho más próximos, como Werner
Tücke, Luis Marsans, Xavier Valls, Rodríguez Acosta, o Luis
Fernández, entre otros”.
El capítulo VI del libro, Última patria, se abre con una cita de Gaya que
ya conocemos: “Los españoles están divididos, desde siempre y antes, mucho
antes de llegar a los político. Lo político no es más que un pretexto para su
división feroz, abstracta, desalmada” (Ramón Gaya…, p. 97). Aprovecha esta
cita para seguir con lo mismo:
“Mi libro De la inexistencia de España (1998) explora algunas
de las semillas y raíces envenenadas del hombre español, condenado a
una existencia desalmada, víctima de una enfermedad del espíritu
que, a mi modo de ver, prolifera definitivamente con la lengua, la
64
ética y la estética de la picaresca. A través de la lengua, la literatura y
la historia de la cultura, entre las jarchas (siglo XI) y La casa
encendida (1946)68, mi obra explora el origen, evolución y
consumación de la desertización espiritual que comenzó a
emponzoñar y destruir los cimientos de la casa moral y espiritual de
los españoles con el triunfa imperial de una ética y una estética
hampescas, cuya primera y endemoniada tarea fue, y ha continuado
siendo, durante muchos siglos, la destrucción de una arquitectura
espiritual (Juan Ramón Jiménez) de nuestras distintas identidades,
enfrentadas y contradictorias, hasta el fratricidio, durante siglos. El
libro de buen amor, Diego de San Pedro, Don Juan, Segismundo,
Cervantes, la gran poesía áurea, etc., son algunas de las calas y
personajes que me permiten indagar e iluminar a algunas de las
trágicas y fáusticas consecuencias de ese inconcluso proceso histórico
de demolición de las raíces espirituales y morales de nuestros
pueblos. En mi obra me extiendo prolijamente en la metamorfosis
saturnal de esa enfermedad del espíritu, devorando y envenenando
las semillas más hondas de nuestra existencia histórica, nuestra
concepciones originales del amor, nuestro vagar insomne en el
piélago de la historia, como una suerte de Atlántida que Rubén Darío,
Jacint Verdaguer, Manuel de Falla y Juan Ramón Jiménez
consideraban imprescindible rescatar, para conquistar y reconstruir,
al fin, la arquitectura espiritual que pudiera redimirnos del silencio de
las cosas y los objetos desalmados, porque, privados de alma,
(estamos) condenados a vegetar como meros sujetos pasivos de una
historia cainita” (Ramón Gaya…, pp. 97-98).
68
Libro de Luis Rosales al que ya nos hemos referido.
65
continuas referencias a Gaya: “Ramón Gaya me descubrió los
misterios de la luz, indisociables de la geometría de los cerezos en flor
y su tarea heroica de volver a pintar el Museo universal, intentando
reconstruir los cimientos de una morada menos deshilachada para el
hombre desarraigado de su tiempo que es el nuestro” (El taller…, p.
180).
Y concluye:
“Gaya es el único artista de nuestra cultura que ha llegado a
expresar lo que hubiera podido parecer impensable: que, en verdad,
España misma sería inexistente, si su pintura y su Museo no le
ofrecieran un suelo donde echar raíces y morar, el germen de una
arquitectura espiritual que haga o pudiera hacer visible su postura
moral más profunda y no siempre discernible” (Ramón Gaya…, p.
120).
Así que recibo un texto literario concebido de tal modo que compromete
mi imaginación de lector, por lo que sólo puedo abandonar la lectura por
aburrimiento (el texto queda corto) o por agotamiento (va demasiado lejos).
Este texto viene acompañado de una interpretación que procede de la misma
editorial: “El caballero, la muñeca y el tesoro es una fábula moral”, se lee en la
contraportada. Pero también hay otros condicionamientos lectores procedentes
de críticos especializados: “De ahí, en mi caso, la imaginación de un proyecto
subversivo, contra el Tiempo y el Estado de las Cosas Dominantes, encabezado
70
Cfr., Wolfgang Iser, “El proceso de lectura: enfoque fenomenológico”, en VV. AA. (José
Antonio Mayoral, comp.), Estética de la recepción, Madrid, Arco Libros, 1987, pp. 215-216.
66
por un caballero inexistente, un niño y una muñeca: El caballero, la muñeca y
el tesoro”71. Ahora leemos otro testimonio personal de JPQ:
“El mismo cartero que me trae Quimera me entrega un
paquete con los primeros ejemplares de mi nueva novela, El
caballero, la muñeca y el tesoro (Ed. Áltera), que comencé a escribir
en nuestra casa de Ault el verano de 1990 y di por concluida en París
el verano del 2003. Originalmente, ese libro, se llamaba Juan, I, 14,
en recuerdo del poema de Borges del mismo título. Pero mi editor,
Javier Ruiz Portella, me invitó a buscar un título menos esotérico.
Cuando Javier me pidió un resumen sobre las aventuras de mi
caballero, le envié estas líneas: Rodrigo es un caballero de la estirpe
de Arturo. Su rey lo traicionó. Los infantes de Carrión deshonraron
a sus hijas. Doña Urraca le propuso un infame pacto carnal.
Condenado al destierro, durante siglos, decide volver a su patria
para salvarla de una tiranía atroz. Los antiguos hombres han sido
convertidos en esclavos de un campo de concentración universal.
Los pueblos se han transformado en parques de explotación y
comercialización de seres humanos, numerados como cosas
propiedad de marcas publicitarias... Rodrigo se despierta tras una
larga pesadilla: ha perdido su carne mortal; su armadura está
vacía... pero tales inconvenientes no le impedirán iniciar una
fabulosa revuelta contra un orden injusto y cruel, acompañado de
una muñeca de ojos de cristal y labios de rubí, y de un niño que
construye figurillas de barro a las que intenta transmitir un soplo de
vida, dándoles la palabra. Porque sólo ese oscuro misterio podrá
salvar a los proscritos que emprenden la campaña definitiva donde
deberá decidirse la suerte de los últimos hombres libres”.
67
consecuencia en lo tecnológico, ha conocido, con la quiebra de la
concepción optimista de la Modernidad, un declive del que este libro,
quizá sin proponérselo, puede ser tomado como ejemplo de la
búsqueda de otras vías, otras sensibilidades en que esta literatura se
debate hoy día.
Juan Pedro Quiñonero ha vuelto en esta novela el género del revés,
buscando en Arcadia lo que parece no encontrarse ya en Utopía, es
decir, construyendo una fábula moral con elementos tomados del
pasado, ya sea éste mítico, de cariz religioso, literario o político, y
ensamblándolos en una realidad donde el tiempo está suspendido y
no posee referencias realistas, aun sea futuras. El resultado de todo
ello es una inmersión en la intimidad más recóndita de aquello que
anida en el ser humano.
Leyendo este libro nos sucede lo que habíamos aprendido ya en
Dickens, que el hogar, por muy inhóspita que la vida se nos presente,
existe, aun sea en la lejanía, y si bien es verdad que la cita que abre el
libro es la afirmación de la irrealidad del personaje, esta se toma de Il
Cavaliere inesistente, de Italo Calvino, otro hermoso ejemplo de
irónicos planteamientos arcádicos, no lo es menos que la prueba de su
deuda está en la resolución que adopta un niño al final de la
narración, cuando el tiempo parezca que ha vuelto a darse la vuelta y
hablemos ahora de Ulises, de Eneas, de Cristo, de Sócrates, de la
fundación de Roma como si aconteciesen en el momento.
Juguetes rotos. En realidad el autor nos ofrece en este libro una
reflexión en torno a los frágiles, y duraderos, lazos con los que está
hecha la literatura, aunque valdría decir todo arte. La historia parte de
un desván con juguetes rotos, donde ya se sabe desde hace mucho
tiempo que reside la magia, de un niño con sus muñecos de barro a
los que insufla vida, de Rodrigo, nuestro caballero andante histórico y
mítico, y de una muñeca que logra revelar, finalmente, al niño el lugar
donde se halla la isla del tesoro. En medio se enlazan una serie de
tramas donde reaparecen personajes que creíamos enterrados en las
páginas de antiguos tesoros, esta vez en forma de libro, y que
recuerdan oráculos tan certeros como los de Delfos o Cumas.
68
La novela, así, se decanta, por un lado, por narrar las aventuras de
un nuevo Cid, de un Rodrigo que rememora de otra manera antiguos
amores con Urraca, su matrimonio con Jimena, su lealtad,
traicionada al rey, y, por otro, la metamorfosis del niño que quiere
insuflar vida a sus muñecos de barro y que, en realidad, es un
trasunto del narrador.
La clave nos la ofrece, en uno de los pasajes más bellos e
inquietantes del libro, la muñeca, cuando sonámbula describe los
sucesivos estados en que el niño soñará y le enumera Ulises, el último
poeta ibero, Ibn Arabí, el mismo Rodrigo, Juan de Austria, un marino
catalán aliado a unos prófugos bizantinos, Alejandro de Gándara, un
joven anarquista seguidor de Ferrer y Guardia, en fin, Eteocles y
Polinices en el Alcázar de Toledo.
Pero con ser la historia, aquello que se cuenta, apasionante,
destacaría quizá como elemento más valioso del libro el alto estilo de
su prosa, de una intensidad poética poco común y con una economía
en los diálogos, en unos tiempos en que estos se desparraman en un
lenguaje de andar por casa, que es de agradecer. Hay, además, una
densidad de significados que hace que el lector avisado goce
reconociendo signos, huellas dejadas de antiguas lecturas de novelas
iniciáticas, de aventuras, con elementos que aparecen desde los
comienzos de lo literario, como la serpiente. Y todo ello como último
refugio, de ahí que me refiriera antes al vuelo arcádico del libro, en
que guarecernos ante la sociedad desalmada que se nos avecina. La
literatura, por tanto, como nuestro encontrado hogar, nuestra cueva
del hallazgo, nuestra isla del tesoro”72.
72
Vid., Juan Ángel Juristo, ABCDe Las Artes y las Letras, 7 de mayo de 2005, nº 692.
73
“El relato fantástico nace como un sueño con los ojos abiertos del idealismo filosófico, con la
intención declarada de representar la realidad del mundo interior, subjetivo, dándole una
69
de la argumentación de JPQ para la reconstrucción espiritual de España. Eso no
quiere decir que se obvie otra postura lectora porque habrá tantas como lectores
de este bello libro que no dudaría en recomendar para lectura adolescente (14-
16 años) a pesar, o quizá por eso, de no excluir ninguna experiencia afectiva.
Lo que hay que buscar es que el punto de vista del lector coincida con el
del narrador. Así, no convendría un análisis estructuralista del héroe y los roles
o funciones que puede desempeñar porque el mismo autor evita el alejamiento
justo de cuanto escribe al dar nombre al protagonista y conferirle demasiados
atributos para saber que se trata del espectro del Cid, del que sólo queda una
maltrecha armadura. Por lo tanto, no es conveniente leerlo como un cuento
maravilloso de tradición oral, aunque utilice alguno de sus elementos. Además,
para esperpentizar y, quizá haciendo un guiño a Italo Calvino, es un Cid –un
personaje– inexistente. Por otro lado, bien podemos considerar, aunque el
lenguaje, poético, no es el más apropiado ni se puede calcular, si lo ofertado en
el texto, su mensaje74, es comprensible para un adolescente, entrando dentro de
ese marbete que se conoce con el mal nombre de literatura infantil, por
peyorativo, cuando sería más oportuno llamarla literatura para niños o jóvenes
lectores. No creo que sea un libro escrito intencionadamente para estos
receptores. Pero, sí entiendo que una vez que hemos estado explicando y
justificando casi, argumentando, el pensamiento teórico de JPQ para entender
la necesidad de reconstruir la arquitectura espiritual de España, es a partir de
aquí como hemos de proceder a su lectura, sin olvidar tampoco el resto de las
ficciones que conforman el libro y la buena prosa que le da forma. Porque aquí
no escribe artículos periodísticos o ensayo, sino una novela. Lo que JPQ piensa
de las ciudades, del ambiente, ámbito o espacio en el que se desarrolla la acción
viene de antiguo, pues aparece en Memorial de un fracaso (1974):
“Las ciudades nos esterilizan […]. El crecimiento neurótico de
las grandes ciudades de nuestra civilización asegura malestares
definitivos para los individuos que las habitamos. Sin embargo, los
dignidad igual o mayor que la del mundo de la objetividad y de los sentidos” (cfr., Italo Calvino,
“La literatura fantástica y las letras italianas, en VV. AA., Literatura fantástica, Madrid, Siruela,
1985, p. 41).
74
“El mensaje literario es, sobre todo, la manifestación de un alma interesante” (cfr., Antonio
García Berrio/Teresa Hernández Fernández, La Poética: tradición y modernidad, Madrid,
Síntesis, 1988, p. 100.
70
monstruos constituyen una tentación insalvable: el éxodo rural hacia
la ciudad alimenta una redención fantasmal, el campo se despuebla
para alimentar el absurdo gigantismo administrativo […]. El
gigantismo urbano universal no es más que un producto del
centralismo administrativo y los desmanes arquitectónicos no son
más que un residuo de los abusos centralistas” (p. 400)75.
75
Es una interpretación moderna del tópico barroco de menosprecio de corte. Pero es que,
haciendo otra lectura, casi todo es simbólico, todo lo que significa algo en el texto, hablando
semióticamente, es simbólico. La ciudad lo es del mal que queda definido por cuanto consumo
inmediato se realiza, por las cosas que se hacen sin ton ni son, por esa búsqueda de placer que
exacerba cuanto de animal hay en la persona. De ahí la armazón espiritual que se busca. “El
hormiguero de hormigón, a la par que sumerge al ciudadano en el torbellino de sensaciones
superpuestas, amenaza su identidad; lo tensa, lo excita, lo desequilibra, lo somete a un proceso
demasiado acelerado de unificación. Paisaje manufacturado, utensilios fabricados en serie,
hábitat homologado, todo sustrae a los vínculos vernáculos o provoca la disyunción entre
cosmopolitismo y autoctonía. La ciudad competitiva, profana, mercantil y pragmática impone
un cambio de mentalidad, propugna la religión del progreso, infunde un historicismo de avance
permanente, de incesante suplantación de lo objetual y de constante modificación nocional”
(cfr., Saúl Yurkievich, Del arte verbal, Barcelona, Círculo de Lectores, 2002, p. 62). Pues para
vencer, a falta de héroe y de objeto mágico, se necesita una arquitectura espiritual como
propugna JPQ. Yo me conformo con una vuelta al humanismo, aunque sea pagano.
71
arrojarla un rincón del desván, esa España lugar de encuentros de culturas y
exilios, ese desván lugar de los sueños no realizados, y por eso perennes en la
memoria. Es obvio que si un inexistente, un niño en su exilio personal porque es
sólo un proceso y sufre en su espíritu las contradicciones de ese crecimiento
expuesto a la realidad mientras él disfruta en la fantasía; una muñeca sin ojos,
despeinada, desconchada, algo que fue bello pero hoy se nos muestra ajado,
deteriorado, envejecido, y una armadura de un caballero inexistente por más
significativo que fuese en su momento, no son personajes que una editorial
dedicada a la literatura para jóvenes estuviese dispuesta a catapultar a la fama,
pues sin duda, repito, es un libro para adolescentes, cuando están más abiertos
a los bellos sentimientos, a las bondades más sacrificantes.
72
El momento cumbre trágico −melodramático si se quiere−, sarcástico
por su mordacidad irónica y grandilocuente, es el de la alocución de la muñeca,
que comienza a hablar, sonámbula:
Tampoco hay que olvidar la épica que supone la lucha contra el mal en la
biblioteca como campo de batalla porque el texto, como asevera Javier del
Prado, es la morada del yo: “el texto está hecho de una fusión entre el
imaginario y el mundo exterior que permite el imaginario”76.
76
Vid., Javier del Prado Biezma, “Arqueología mítica: el tematismo”, en Amaltea, revista de
mitocrítica, nº 0, 2008, pp. 25/38.
77
Cfr., Paul Ricoeur, Finitude et culpabilité, vol II, Paris, Aubier-Montaigne, 1960, p. 323.
73
lectura de este libro, pues estoy seguro de que no se arrepentirán. Además de no
tener que ocultar el derecho a emocionarse que tienen con su lectura.
IV
74
“En mi condición de escritor activo, de literato convicto y confeso,
abordo la crítica como tentativa de esclarecimiento de aquellos
textos que ejercen sobre mí atracción estética. […] Mis exámenes
están siempre presididos por un prejuicio favorable a sus objetos
de análisis. […] Trato de comprenderlos a partir de su centro
emisor como totalidad en sí y según su propia contextura, pero
sujetos a condicionamiento múltiple. […] El texto siempre me
sobrepasa, me trasciende, me deporta. Me lanza más allá de mi
saber: al trasver, a la traslumbre”.
(Saúl Yurkievich, “Crítica sinuisoide”, en Del arte verbal)
Los que ya hemos leído toda la obra publicada de JPQ, en mi caso por
devoción, mi amistad con el autor, y por obligación, presentarme preparado
ante ustedes lectores, sabemos de su dificultad, a no ser que se haga una lectura
sumaria. Hay que efectuar un esfuerzo crítico, desde la ‘experiencia ingenua’ y
una ‘respuesta participativa’ hasta la ‘penetración en el código literario’ por el
lector no ocasional78, para valorar esta obra, toda vez que presenta diferencias
con otros productos literarios que se encuentran en las corrientes creativas
actuales, cercanas al papanatanismo por su temática y/o derivadas de las
imposiciones editoriales para conseguir un ranking de ventas que proporcione
una rápida ganancia. Es una novela la de JPQ que cumple las expectativas
socio-político-culturales de los seres pensantes, no de los que se dejan llevar por
la crítica ramplona nacida desde algunas de las mismas industrias que
producen la literatura actual. No es una novela que se decante por lo marginal
sino que conlleva un mensaje a captar por quienes pongan los valores
interiores, morales, iba a decir espirituales, por delante de los del consumo
objetivo inmediato y sin criterio. No hay que olvidar que la publicidad, que
utiliza los recursos retóricos para realizar mensajes comerciales, “es una
institución social que sólo tiene sentido en un contexto sociopolítico
determinado: la sociedad de consumo”79 y el utilitarismo egoísta y hedónico que
conlleva.
78
Cfr., María Isabel Martínez López, El tópico literario: teoría y crítica, Madrid, Arco/Libros,
2008, p. 9.
79
Cfr., David Pujante, Manual de retórica, Madrid, Castalia, 2003, p. 359.
75
autor, aceptamos como si fuera verdad lo que nos cuenta y esto es válido hasta
que concluye la lectura. En el caso de la novela, de esta novela, se admite como
real todo lo que nos narra el autor. Es el contrato que establece el receptor en
casa una de las obras que pretende descifrar:
“en efecto, el discurso80 de un relato es siempre una organización
convencional que se propone como verdadera”81.
80
En Aristóteles, el qué de la obra se llamaba suceso, modernamente historia. El cómo se
llamaba fábula, hoy discurso o forma en la que se exponen y organizan las acciones del relato.
81
Cfr. José María Pozuelo Yvancos, “Teoría de la narración”, en Darío Villanueva (coord.), Curso
de teoría literaria, Madrid, Taurus, 1994, p. 228.
82
Figura frente al asunto que consiste en mejorar una expresión para que se ajuste exactamente
lo que se dice a cómo se dice o para que se ajuste lo que se dice al entorno social en el que se dice
(cfr., David Pujante, cit., 2003, p. 269).
83
Los interesados en estas cuestiones pueden leer estos artículos divulgativos: Carolina Molina
Fernández, “Cómo se analiza una novela. Teoría y práctica del relato 1 y 2”, en Per Abbat, 1,
2006, pp. 35-60 y Per Abbat, 2, 2007, 47-72.
84
“Con el estallido lluvioso y floral de la primavera, escribo las primeras páginas de un nuevo
libro, La dama del lago. La dama del lago comienza allí donde termina La locura de Lázaro y
su historia transcurrirá pocos años después de Una primavera atroz”. (Juan Pedro Quiñonero,
La dama del lago, 1, [en línea]. Dirección URL:<http://unatemporadaenelinfierno.net> 22
mayo 2008. [Consulta: 16 agosto 2009]). “Tercer volumen de mi trilogía de Caína, su historia
coincide cronológicamente con la incertidumbre y desencanto de la Generación Zapatero,
crecida en los páramos de la desertización geográfica y moral, iluminada con publicidad
fluorescente” (Juan Pedro Quiñonero, La dama del lago, 2, [en línea]. Dirección URL: <http://
unatemporadaenelinfierno.net> 2 julio 2009. [Consulta: 16 agosto 2009]).
76
momento de su publicación. Técnicamente se puede solucionar el problema
mediante el añadido de un nuevo y quinto capítulo.
Bien es verdad que, para enfrentarme a ellas con cierta garantía de éxito
y algún lucimiento personal por lo inédito del enfoque o punto de vista, decidí
desmenuzar tres tipos de estructura: la ideológica, la narrativa y la apelativa
(contexto), puesto que su descodificación me permitiría el conocimiento del
sentido del texto literario. También iba a ser aplicable alguna cuestión referente
a la teoría de los polisitemas por su proposición de no estudiar las obras
literarias como algo aislado, sino consideradas parte de un sistema literario
puesto que la literatura se encuentra dentro del marco social, cultural e
histórico de un pueblo85. Y, además, creí descubrir que la indeterminación del
texto y la necesidad de que el lector llene los “lugares vacíos” 86 ayudaban a una
interpretación del mismo que se desviaría de la opinión común con la que no
estaba muy de acuerdo, pues creía ver en las novelas algo más de lo dicho que,
por otra parte, suscribía casi en su totalidad. Pero, sin abandonar estos
propósitos, vamos a detenernos en algunos aspectos extraliterarios que han
afectado, sobre todo, a La locura de Lázaro.
85
Vid., Jorge Leiva Rojo, “Recepción literaria y traducción: estado de la cuestión”, en Trans, 7,
2003, p. 60. Para profundizar en el tema, vid., VV. AA., (Monserrat Iglesias Santos, comp.),
Teoría de los polisistemas, Madrid, Arco/Libros, 1999.
86
Nos dice Umberto Eco que el texto deja al lector la iniciativa de colmar los lugares vacíos: “Un
texto quiere que alguien le ayude a funcionar” (cfr., U. Eco, Lector in fabula, Barcelona,
Lumen, 1999, pp. 76).
87
“Los pensamientos, los actos, incluso las palabras de los hombres tienen una función continua
en la cualidad y persistencia del ser. La analogía estética exacta es lo que se conoce hoy en día
como ‘teoría de la recepción’. El espectador, el lector, el oyente, se hallan implicados
dinámicamente en la realización de la obra de arte. Sus respuestas y sus interpretaciones son
esenciales para su significado” (cfr., George Steiner, Gramáticas de la creación, Barcelona,
Círculo de lectores, 2002, p. 69).
77
Antes de entrar en materia, he de confesar que determinados prejuicios
interferían en mí previamente al acto de mi lectura crítica88. Por un lado me
refiero al paratexto89 del autor, concretamente al peritexto90 porque el título,
que no tiene por qué ser sinónimo del contenido global temático del texto91, no
tiene sentido alguno para el lector hasta el final de la lectura de La locura de
Lázaro, dado que locura es algo genérico y Lázaro es un personaje que sólo
aparece de manera puntual inesperadamente con un sentido no sólo
regenerador sino de salvación no tanto personal como colectiva. Porque se trata
de una colectividad que gira en torno a unas personas o personajes de la cultura
que son influyentes en su medio. Obviamente, para mí, en este caso, locura no
es ni enfermedad ni desvío de la norma, sino una sátira moral que impugna lo
incorrecto y Lázaro puede ser el camino que busca Celia Jiruña Carón para
restablecer el orden conculcado, entre otros, por ella misma, porque no veo
margen alguno para recuperar la inocencia92, ni siquiera con su último gesto.
Bien es verdad que los Noval eran aparceros en el Hondo, les llevaban ciruelas y
frutos tempranos y quisieron renovar el arriendo “si ella no decidía
desprenderse de sus tierras que había atado a sus familias desde hacía bastante
más de una generación, sin dar todos los años unos frutos con los que alimentar
alguna rara esperanza de redención”.
78
escenario contradictorio de su época en crisis”93. Y aclara: “La locura de mi
Lázaro es creer posible e indispensable la redención de su tierra”. Hablar de
redención de la tierra es algo irónico pero, sin duda, Lázaro, personaje que
regresa de la muerte a la vida, sinónimo de resurrección, vendría a ser la última
esperanza: todo vuelve y la flor del almendro o del cerezo renace cada
primavera.
79
y a cuanto se ha escrito de ella en su blog, no porque le hayan favorecido las
recensiones, aunque esto también forma parte de la estética de la recepción.
Por su parte, JPQ es algo críptico, pues, como narrador, posee y maneja
todas las claves de lectura y no tiene, como autor, por qué descifrar nada y no lo
hace ni quiere. Claro que estamos ante un tipo de novela que por las razones
reseñadas ha atraído a la crítica recensionista tratando de hallar algunas
95
Vid., J. A. Masoliver Ródenas, “La mariposa erótica”, en La Vanguardia, 16 agosto 2006.
96
Vid., A. García Galiano, “JPQ versus CJC, con Navokov al fondo”, en Revista de libros, 123, 7
marzo 2007.
97
Todo esto queda recogido en el blog de JPQ, unatemporadanelinfierno.net, de los días 16 y 17
de agosto, 7 de septiembre y 20 de noviembre de 2006.
98
Este es un texto, entre otros, que nos puede dar la clave: “Antonio conquistó Caína con sus
vistas panorámicas de la ciudad, contemplada desde la terraza de algunos grandes edificios…”
(p. 264).
80
concomitancias con la realidad conocida en su época, por ser CJC un personaje
histriónico e incluso una ‘marca registrada’ en muchos momentos de su vida,
sobre todo los últimos. Ya existe una larga tradición en la literatura española
del siglo XX de una escritura ficticia apoyada en un momento interesante de la
vida socioliteraria. En la postguerra española se sitúa Mala gente que camina
(2006), de Benjamín Prado, en torno a la figura de Carmen Laforet, sin entrar
en otras consideraciones, como su temática, por no ser de nuestra ocupación.
Pero, con anterioridad, podemos señalar El Madrid de Fornos, retrato de una
época (Antonio Velasco Zazo, 1945), Los que nacimos con el siglo. Biografía de
una juventud (Francisco Guillén Salaya, 1953), Las máscaras del héroe (Juan
Manuel de Prada, 1996). Aunque entran dentro de la literatura autobiográfica,
citamos Mi medio siglo se confiesa a medias (César González Ruano) y La
novela de un literato (Rafael Cansinos Assens). Es decir, lo que ha hecho JPQ
en esta novela está ya en la tradición literaria de la literatura española.
81
ocasiones– y ensalza, porque se ha procurado ver en la novelas desde
influencias valleinclanescas y ramonianas, que las hay, hasta las señaladas por
el mismo JPQ de Novokov (y su Lolita) y de Faulkner.
99
Cronotopo: la conexión esencial de relaciones temporales y espaciales asimiladas
artísticamente en la literatura que se define como “la unión de elementos espaciales y
temporales en un todo inteligible y concreto. El tiempo se condensa aquí, se comprime, se
convierte desde el punto de vista artístico, y el espacio a su vez se intensifica, penetra el
movimiento del tiempo, del argumento y de la historia” (Mijail Bajtin).
100
La metaliteratura pone el interés en el texto y en su proceso interno de lectura en lugar de
orientarse hacia un análisis de su contexto histórico-cultural, externo a la misma (vid., Jesús
Camarero, Metaliteratura. Estructuras formales literarias, Barcelona, Anthropos, 2005).
82
ética. “La naturaleza del conflicto que enfrenta a incrédulos y creyentes en la
materia espiritual del arte tiene hoy proporciones mundiales, porque la Técnica
puede aspirar a la colonización definitiva del planeta, y el arte mismo se ha
convertido, con frecuencia inquietante, en una prolongación de las técnicas
publicitarias de la manipulación de las conciencias” (Ramón Gaya…, p. 26). Es
decir, a lo largo de la historia y de la literatura, se han producido unas
condiciones que han dividido el país en dos bandos enfrentados; eso ha
producido un desarme moral de los ciudadanos que quedan a merced de los
medios de comunicación e incomunicación de masas, conceptos que se pueden
aprender en su blog, y necesitan una renovación moral. Eso es lo que venía
predicando en sus ensayos y es lo que viene a decir en sus novelas, sólo que
explica, además, el largo lapsus de tiempo y ambiente que hay desde su llegada a
Madrid hasta el momento presente en tres novelas. Todo esto hace que JPQ sea
un escritor comprometido con su época y con la persona humana.
83
que en esta pérdida de valores se encuentra una de las raíces más profundas de
la crisis que afecta a los hombres y mujeres de finales del siglo XX y principios
de siglo XXI. Los narradores actuales reflejan esta realidad…” 103. Luego, JPQ no
ha inventado nada, el mal existe, está ahí, y su diagnóstico es correcto. Se nos ha
impuesto poco a poco una deshumanización de vida y cultura, un proceso de
desmembración moral y eliminación de ideología espiritual sin que se haya
sustituido por nada. JPQ lo ha sistematizado y analizado, es decir, lo ha
teorizado. Es un escritor, pues, que posee un ethos (ήθος) o modo de ser, que le
lleva, ante dicha situación de desamparo, a intentar recuperar la cultura a través
de la palabra, en este caso escrita.
103
Cfr., María Ángeles Suz Ruiz, “Una reflexión sobre el ser humano al hilo de la narrativa
contemporánea (De Ramón Gómez de la Serna a Miguel Delibes)”, en (María Dolores de Asís
Garrote/Ana Calvo Revilla, eds.) La novela contemporánea española, Madrid, Instituto de
Humanidades Ángel Ayala, 2005, p. 110.
84
Aparecen en este escrito los temas que rondan tiempo ha en la cabeza de
JPQ. Son todos temas de interés general para el hombre hasta llegar al mundo
cifrado de las temáticas personales. Podemos agruparlos en tipos sociales,
profesionales y morales; espacios y escenarios literarios costumbristas
característicos; representación literaria de elementos naturales; situaciones
humanas recurrentes; temas de época (mentalidades —> adulterio y locura);
ideas, sentimientos y conceptos y problemas fundamentales de la conducta
humana (amor, poder)104.
Quizá sería más productivo indagar en qué partes del texto aparece JPQ
pues este escrito, como los otros, y ya lo he dejado dicho, tiene ocultos
caracteres autobiográficos, no en balde narra los años que estuvo en Madrid en
Informaciones, antes de salir para Francia como corresponsal de prensa en
París. Y es que “en la escritura autobiográfica hay un proceso de ponerse en
orden uno mismo, que implica selección, pero implica también autodefinición
de cara al otro, de ordenar su identidad para, en una transacción con los demás,
decir a estos la verdad sobre sí mismo”105. Habrá que volver sobre esto y analizar
en lo posible cómo ‘esconde’ su presencia JPQ mientras narra hechos, en
algunos de los cuales él fue partícipe.
104
Vid., Anna Trocchi, “Temas y mitos literarios”, en Armando Gnici (ed.), Introducción a la
literatura comparada, Barcelona, Crítica, 2002, pp. 156-158.
105
Cfr., José María Pozuelo Yvancos, De la autobiografía, Barcelona, Crítica, 2006, p. 52.
85
desde el campo de la izquierda. Desde una perspectiva razonable quien
estuviera en la baranda de la derecha”106.
“Descubro por azar, con alegría y una brizna de emoción, la carta que
Espectroscopio escribe a Don Cógito, comentando, entre otras cosas,
Una primavera atroz.
[ .. ]
Esta es la carta:
Querido Cógito:
No es justo que, casi siempre que nos veamos, traigas contigo algún
volumen ignoto y maravilloso, que, sin saber demasiado bien cómo,
termina acomodado en mi impaciente macuto. La última vez, encima,
fueron dos. El de Consantino Bértolo solamente lo he paladeado por
encima, aunque ya he podido notar que es libro largo. Hoy quiero
hablarte del libro de Juan Pedro Quiñonero, uno de los pocos que,
raro en ti, me dijiste que igual me lo pedías algún día. Sé que le tienes
especial aprecio al autor, y que además eres uno de los conspicuos
dinamizadores de su blog. Por las noches, cuando uno empieza a
hacerse las mismas preguntas que lleva haciéndose todas las noches,
últimamente me paseo por las páginas de Una primavera atroz, y
más de una vez he visto pasar el eco de las respuestas que
buscaba. Lástima que a la mañana siguiente no recuerde ninguna de
ellas, porque, afortunadamente, tampoco recuerdo las preguntas - que
sospecho tan amargas como el libro de Quiñonero. Una
improbable y desgañitada elegía, capaz de conjurar a toda
una manada de lobos. El libro de quien parece tener los
suficientes motivos como para no volver a escribir una línea
en su vida. Imprescindible.
No te sorprenderá si te digo que llevaba unos meses interesado en la
intrahistoria de los años ochenta españoles. Tampoco sería la
primera vez que me adivinas el paso, canalla. Hasta ahora me había
106
Vid., Ramón Jiménez Madrid, “La corte de los milagros”, en La Opinión, viernes, 9 de
febrero de 2008. Se puede leer en el blog de JPQ, unatemporadaenelinfierno, de 22 de marzo
de 2008.
86
movido entre reportajes y biografías de la época, pero Una primavera
atroz es la primera novela que leo al respecto (también es la
primera que leo de JPQ). No importa: se lee como una crónica,
bien lo sabes, con personajes y situaciones hartamente
reconocibles. Diré también que me ha sorprendido la
desnudez del estilo. Hacía a Quiñonero más afín a determinadas
paparruchas formales, de las que yo he hecho un absurdo credo.
Tampoco importa. El hilo de voz que sobrevuela desde la
primera página, el inconfundible alarido de JPQ, carga
sobre sus hombros con todo el peso del arquitrabe literario.
Por debajo, un cúmulo desgarrante de personajes que son
gusanos, de gusanos que son ratas, de licántropos que son
personajes, abren el diafragma de un pozo sin fondo, a la
espera del próximo desventurado que engullir. De los ochenta
yo no guardo más que tres o cuatro recuerdos consistentes. Una
autovía, llamada de Castelldefels, y la tapicería gris de un Ford
Escort. Un chico infame del colegio, llamado José Luis, que me
obligaba a meter la mano en la taza del váter. Un chiringuito, llamado
Lancaster, donde comíamos paella los domingos… Hace seis o siete
años descubrí otro país, llamado Polonia, al que creo que amas
incluso más que yo, y con prurito occidental me dije que era como la
España de los ochenta. Un país por hacer. Una infraestructura por
levantar. Inmensos lares de tierra por tramar. Todo un proyecto
político que no acabará mejor de lo que terminó el nuestro. El libro
de Quiñonero describe ese país en el que todavía demasiada
gente era capaz de ser más lista que el sistema. Una jungla
salvaje que no se apreciaba con claridad desde la tapicería
del Escort -y mucho menos si ese Escort se desplazaba por
las carreteras del oasis catalán-, pero donde te podías llevar
en cualquier momento una dentellada atroz. Los ochenta,
tal como los cuentan JPQ, Santiago Aroca o tantos otros,
dinamitan la gran estafa que significa 2009. Y al mismo
tiempo, parece imposible que hayamos llegado hasta aquí. El tal
Correa sería un auténtico pardillo entre aquellos lodos, reconócemelo.
87
Sé que en este punto no opinamos lo mismo, y que tú estás seguro de
que, desde Abel, no ha cambiado nada en Caína. Pero yo creo que
ya no hay tantísima gente con más recursos que el propio sistema.
Aunque, claro, eso ya tampoco importa. La primavera atroz sancionó
las costuras con las que nos cubriremos en adelante, y por más que
nos dejara esta chaqueta patibularia, por más que se llevara por
delante a algunos de los más valientes, precisamente por que no dejó
más que este siete de taberna, queda muy poquita tela que cortar.
Me dice M. que igual cambia los pasos sevillanos por el secarral de
Madrid. Habrá que recibirle con vítores y banda marcial. A ver si te
llamo y desempolvamos tu acordeón, [Espectroscopio, 28 de marzo
2009].
88
distribuidores de basura, mafiosos filantrópicos, etc., celebrando
sonámbulos el Entierro de la Sardina. A las puertas del Infierno, una
adolescente, empuñará una estaca, para dirigirse hasta el lecho donde
la espera su padre…
89
alternativas de la vida tradicional de las que nos damos cuenta los que aún
somos generaciones de posguerra, pero que sufren, sin darse cuenta, los que
nacieron bajo esa franquicia y, como con la excusa de los votos no respetan
nada de lo que no les valga para mantenerse en el poder por los motivos que
sean, casi siempre espurios.
Es obvio que el autor sabe diferenciar entre ficción y mundo real, aunque
el lector encuentra más dificultades porque JPQ mezcla ficción y realidad según
le conviene, pero el lector halla más problemas entre los personajes de ficción y
los reales porque hemos sido protagonistas de estos hechos históricos y
conocemos la realidad de la ficción y la ficción de la realidad que atañe a unos
personajes que están marcadamente señalados por el canallismo. Esta
problemática no se da en los lectores que no vivieron aquello y pueden hacer
una lectura sin tratar de saber quiénes son los interfectos. También observamos
la relevancia de algún aspecto biográfico como cuando JPQ está presente en
algún acto o realiza alguna entrevista en lugares en los que tuvieron lugar
hechos políticos en los que estuvo presente, con lo que añade verosimilitud a la
situación. Obviamente, de todo esto es responsable el narrador, ente de ficción
más o menos personalizado que cuenta el relato. Aunque lo que sí hace JPQ es
servirse del narrador para exponer su propia concepción del mundo que choca
con la de los personajes que intervienen en la acción.
Es una novela escrita en tercera persona que parece una crónica de una
época corrupta y degradada. Como los hechos que relata están muy cerca en el
tiempo y los protagonistas aún viven, no creo haya perspectiva para la
90
literaturización desenfocada de los personajes, porque muchos de los hechos
han estado en la primera página de los periódicos. El resto se produce en las
fontanerías del Estado, aunque a los protagonistas hay que decirles que en el
pecado llevan la penitencia. Todo esto es un drama de honor y de carencia de
principios morales, sujeto todo a la política como base de enriquecimiento y
lucro personal porque, para las personas que novela, protagonistas y
secundarios, sólo existe eso en la vida, como se ve aún en la prensa de cada día.
Y claro, el efecto es fulminante: por medio de la política se produce un
enriquecimiento rápido y todo el mundo puede imitar a los que han logrado su
meta aunque hayan pagado un enorme precio personal,
91