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LA ADORACION

ADORACION
Dios creó al hombre para que manifestara su gloria; por eso lo hizo a imagen y semejanza suya.
Términos: Los términos bíblicos principales, el hebreo saha y el griego proskyneo, enfatizan el acto de postración, la acción de reverencia.
Shajah, «adorar, postrarse, bajarse, inclinarse».
En el NT proskyneo (rrpooxuvéco), Es Ia palabra que con más frecuencia se traduce adorar. Significa hacer reverencia, dar obediencia a (de 'pros,
hacia, y kuneo, besar).
TERMINOLOGÍA PARA LA ADORACIÓN

Ya que la adoración tanto privada como pública es un encuentro


personal e íntimo con Dios en Cristo, ello hace casi imposible encontrar
una definición precisa. Destacados estudiosos y líderes de las iglesias
han tratado de hacer definiciones que sean satisfactorias para
“adoración”. La mayoría de las veces esos esfuerzos han dado como
resultado una profunda compresión de la naturaleza de la experiencia de
adoración y no propiamente una definición completa. Como la adoración
es una experiencia espiritual en la que el que adora entra en una
comunicación espiritual con el Dios tres veces Santo, esa relación entre
Dios y el humano hace que nuestro lenguaje resulte insuficiente para
expresarla. Con todo, lo que sucede durante ese encuentro es el punto
de partida para desarrollar una compresión posterior de su naturaleza.
1. El origen de la palabra “adoración” proviene de la dignidad de
Dios.

La palabra “adoración” viene del latín y expresa la acción con que los
“reyes magos” rindieron culto al recién nacido Jesús. La palabra “adorar”,
por lo tanto, significa “reverenciar” y honrar (con sumo honor) a Dios con el
culto religioso que merece. También significa “amar en extremo”, “orar”
(hacer oración). En la adoración van implícitas las palabras “mérito, valía,
consideración, importancia, dignidad, excelencia, precio”. Así que, la
adoración significa reconocer y declarar la excelencia de Dios. En ella, el
creyente reconoce el supremo mérito de Dios, quien es el único digno de
ser adorado. Dios es absolutamente digno; él es merecedor del más grande
reconocimiento.
El salmista, con verdadera comprensión declara:

“Porque Jehová es Dios grande, y Rey grande sobre todos los dioses. Porque
en su mano están las profundidades de la tierra, y las alturas de los montes
son suyas. Suyo también el mar, pues él lo hizo; y sus manos formaron la
tierra seca. Venid adoremos y postrémonos; arrodillémonos delante de
Jehová nuestro Hacedor” (Salmo 95:3- 6).

La adoración reclama la más alta muestra de reconocimiento que la raza


humana puede ofrecer a Dios.
2. El significado bíblico de “adoración” implica nuestra sumisión total a
Dios.

La palabra más frecuentemente usada para “adoración” en el Antiguo


Testamento es sacha, que significa “inclinarse, hacer reverencia”. En el
encuentro de adoración, el que adora se postra simbólicamente o físicamente,
según siente la necesidad de hacerlo, ante la presencia de la majestad y
santidad de Dios. El término sacha conlleva la idea de una actitud de la mente
y del cuerpo con la idea de adoración religiosa, obediencia y servicio. Así, el
que adora está en completo sometimiento delante de Dios: Dios actúa en el
corazón del creyente. La actitud reverente durante la adoración es el
reconocimiento de que Dios es Dios y digno de nuestro culto. Esta actitud está
reflejada en la experiencia del siervo Abraham al reconocer que Dios le había
enviado a Rebeca, en la búsqueda de una esposa para Isaac. El siervo “se
inclinó, y adoró a Jehová” (Génesis 24:26).
Jesús debe haber usado el equivalente de la palabra sacha o proskuneo o
cuando dijo a la mujer de Sicar: “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en
espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Juan 4:24). La palabra griega
que se traduce como “adoración”, proskuneoo, quiere decir “besar hacia”,
“besar la mano” o “inclinarse” ante otro, especialmente cuando se espera
algo de vuelta. Otra vez, el cuadro es uno de reverente temor, de postrarse
hasta el polvo en completo sometimiento delante de Dios. Por ejemplo, la
madre de los hijos de Zebedeo vino a Jesús, arrodillándose delante de él, y le
pidió algo (Mateo 20:20).
3. La experiencia de adoración nos confronta con la gloria de Dios.

El término “gloria” es atribuido, en forma habitual, a Dios en el culto cristiano.


La palabra hebrea kabod se traduce “gloria” y significa el “honor” o el “peso
de Dios”. Isaías vio la grandeza del Señor y dijo: “Toda la tierra está llena de
su gloria” (Isaías 6:3). La palabra griega doxa también se traduce “gloria” y
significa que Dios es digno de alabanza y honra. Doxa es la raíz de la
palabra “doxología”. Los ángeles cantaron una doxología cuando
exclamaron: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad
para con los hombres!” (Lucas 2:14) Doxa fue usada también para denotar
el esplendor ( Juan 1:14) y el carácter de Dios (Romanos 3:23).
4. La experiencia de adoración es el corazón del culto.

Rendir culto a Dios es comprometer tanto la mente como la voluntad en el


reconocimiento de la infinita perfección de Dios. La devoción interior se
exterioriza mediante la demostración máxima de efecto y entrega a Dios. La
adoración llega a ser la parte principal del culto porque el reconocimiento de
la presencia de Dios refuerza el sentido de su permanente compañía y
cercanía del que adora. Aun cuando Dios está separado de nosotros, está
cercano para cuidar de los suyos.

Adoración es reconocer el esplendor, maravilla y hermosura del Señor. El


salmista, al reconocer estos atributos de Dios, exclama: “Adorad a Jehová en
la hermosura de la santidad” (Salmo 29:2). Cuando vemos la hermosura de
Dios reflejada en el universo, adora al creador y no a lo creado. La grandeza
inmensurable de Dios inspira al alma admiración y da significado a la
creación.
5. La experiencia de adoración es inseparable de la alabanza
cristiana.
En el sentido cristiano, “alabar” no sólo significa magnificar o loar los
gloriosos atributos de Dios, sino también considerarlos como los valores
más altos y de mayor mérito. Alabar es un medio para expresar adoración
cristiana. Adoremos a Dios por lo que él es en toda su gloria. Le
alabamos por todo lo que ha hecho en y a través de Cristo Jesús, el
Redentor y Reconciliador de la humanidad. Guía, Consolador,
Confortador y Defensor es aquel que es digno de la mayor alabanza y
adoración. Los primitivos cristianos estaban maravillados por el trabajo de
Dios en la salvación de la humanidad. Lucharon por entender el
significado de la acción redentora de Dios por Jesucristo. Su adoración la
centraron en Jesús, la divina Palabra hecha carne. En vista de que Dios
cumplió todo en Cristo, esos creyentes le rindieron agradecida alabanza.

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