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ZAQUEO

Esta es la ciudad de Jericó. ¿Recuerdas que Dios le dijo a Josué que cruzarían el río
Jordán? Bueno, los sacerdotes fueron los primeros llevando el arca del pacto.
Cuando sus pies tocaron el agua, el río dejó de correr y todos cruzaron en tierra
seca.
Dios le dio la orden a Josué de marchar una vez al día por seis días consecutivos
alrededor de la ciudad de Jericó.
Y el séptimo día: “Marcharán siete veces tocarán los cuernos y gritarán, hasta que los
muros caigan”.
La ciudad de Jericó ha sido reconstruida y ahora mucha gente vive allí, entre ellos
un hombre llamado Zaqueo, quien era muy bajito.
Las personas que Vivian en Jericó no querían a Zaqueo. Él era un recaudador de
impuestos del imperio romano.
Zaqueo mandaba parte del dinero al gobierno y la mayor parte se quedaba con él. Por
eso tenía la casa más grande y acomodada de la ciudad.
Un día Jesús llegó a visitar la ciudad de Jericó y muchas lo seguían.
Zaqueo quería ver a Jesús así que subió a un árbol pues había mucha gente y él era
pequeño.
Jesús se dio cuenta de la presencia de Zaqueo y le dijo: “Zaqueo baja del árbol, hoy voy a
ir a tu casa”.
Mucha gente habla de ellos, de como Jesús podía quedarse en casa de Zaqueo, un
corrupto cobrador de impuestos.
Al llegar a la casa, Zaqueo le dijo a Jesús: “la mitad de mis bienes se los daré a los
pobres, y si a alguien he defraudado se los pagaré cuatro veces más”. Jesús se alegró al
escuchar a Zaqueo.
Después de todo esto, Jesús anuncia que la salvación ha llegado a la casa de Zaqueo quien
fuera también un descendiente de Abraham. Este acto indica que con Dios todas las cosas
son posibles, y que Dios se alegra cuando las personas se arrepienten.

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