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TURISMO
SEXUAL
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Aunque el trabajo es una recolección parcial de testimonios de una solidez científica muy
cuestionable, por lo menos nos acerca a un tema apenas tenido en cuenta.
Aparte de los que podría decirse son verdaderos trabajadores del sexo, tendrían un rol activo las
personas vinculadas al turismo y a la industria de los servicios. El papel de los gondoleros en la
Venecia del siglo 19 lo tendrían ahora los guías, trabajadores de las agencias, personal de
alojamientos, mozos, artesanos, pequeños empresarios, vendedores ambulantes y músicos.
Desde el lado de la salud física su impacto sobre la población local ha merecido poca atención,
aunque existe un estudio para Tailandia y la República Dominicana, que encontró que el 75 % de las
turistas que tuvieron relaciones con los varones del lugar no usaron preservativo.
BRICHEROS
Los bricheros y las bricheras, actores nativos del comercio sexual, son un término específico del Cuzco. No se
conoce el origen del nombre brichero pero la explicación más popular es que estaría liado a la palabra
bridge, que significaría el vínculo que se establece entre dos culturas.
La estrategia del brichero no es la de mendigar y los pagos deben ser hechos por quien solicita los
servicios, siendo típica del Cuzco y practicada por hombres y mujeres. Las bricheras trabajan por lo
general en bares y discotecas alrededor de la Plaza de Armas de la ciudad y no muestran interés en
cambiar su apariencia física y arreglo personal.
Entre otras, la existencia de una mutua atracción y el fenómeno, tan citado siempre, de la
autoestima; a quien corresponde la iniciativa y los motivos del turista. Los posibles vínculos
emocionales entre nativo y extrajero y la expectativas que surgirían respecto al futuro de la
relación, así como las condiciones en que ocurren las mismas.
La atracción parece fundarse en las diferencias físicas de los protagonistas. El lugareño, varón o
mujer, aprecia mucho a la persona rubia, de ojos azules y de talla alta. Pero también estos parecen
más amables, atentos y menos controladores que el peruano o peruana.
La mujer del lugar mantiene su arreglo y apariencia física pero el varón sabe si adopta un “look
Inka” tendrá más éxito. En los varones sobre todo se daría una especie de complejo de
inferioridad, es decir, el valor intrínseco que asignan a ser “una gringa”. Comprensible en una
sociedad que los ha subvaluado tradicionalmente y que de pronto concita interés de la “gringa”
de un país rico.
En el caso de la relación mujer varón la iniciativa del contacto puede depender de cualquier miembro
de la pareja, dependiendo del carácter y la intensidad de la atracción, pero la extranjera pareciera
más invasiva, al extremo que llama la atención del poblador local. Los turistas en la percepción
de las entrevistas buscaban de inmediato sexo, querían “prostitutas gratis”.
La relación turista y ciudadano del lugar es entendida
corrientemente como un mero encuentro sexual
aunque no siempre se reduce a una aventura. En
algunos casos las personas pueden enamorarse aún
teniendo conciencia de que el viaje del turista se
acerca y la relación también. Y cuando la ruptura
llega el sufrimiento emocional es real.
Las relaciones sexuales se dan en el cuarto del turista o en una habitación pagada por este. Aunque
también los lugareños llevaron al extranjero a sus propias casas.
El uso del condón fue muy bajo. Pocos de los entrevistados tenían algún conocimiento de las
enfermedades de transmisión sexual en especial. Al VIH lo tuvieron como un asunto de homosexuales,
personas sin mayor higiene y turistas. con poco riesgo fuera de estos grupos.
La prevalencia del VIH en la población general en el Perú ha sido considerada de 0.6% con un
aproximado de entre 10 al 20% en hombres que tienen sexo con hombres (eufemismo para no
hablar de relaciones homosexuales).
Gracias…