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Escuela de

predicadores
Pastor Moisés Peinado
Primera parte

El ancla teológica
2. Dios habla hoy a
través de su Palabra
escrita
Si quieres escuchar
audiblemente la voz de
Dios, lee la Biblia en voz
alta.

John Piper
El cristianismo no se basa en la
suposición de tener un libro que
cayó del cielo, sino en que
tenemos en nuestras manos una
revelación de Dios escrita por
hombres bajo la inspiración del
Espíritu Santo.
Más de 40 escritores humanos
escribieron un libro de
coherencia perfecta, sin error,
tratando temas que suelen ser
muy conflictivos, en un periodo
de tiempo de más de 1500 años.
La Biblia fue escrita por hombres,
pero estos fueron guiados de tal
modo por el Espíritu de Dios que
los escritos que salieron de su
pluma pueden ser llamados con
toda propiedad la Palabra de Dios
(2ª Tim. 3:16-17; 2ª P. 1:19-21)
La Biblia es la Palabra de
Dios escrita por hombres
No todas las palabras de Dios
quedaron registradas en las
Escrituras, sino únicamente
aquellas que Él quería preservar
para las generaciones futuras.
La inspiración hace posible que
las palabras vivas de Dios sigan
hablando y obrando a través de
todas las épocas, más allá del
marco histórico en que fueron
pronunciadas originalmente.
En las Escrituras no solo
tenemos un registro de lo
que Dios habló hace
miles de años, sino de lo
que Dios sigue hablando.
John Stott afirma que
“La Biblia es Dios
predicando”
Predicamos porque creemos que lo que Dios
quiere decirnos hoy nos lo dice a través de
Su Palabra escrita, que es infalible,
inerrante y suficiente.

Ese es el instrumento que Dios ha usado,


sigue usando y usará para obrar en Su Iglesia
y en el mundo hasta la segunda venida en
gloria de nuestro Señor Jesucristo.
Primera parte

El ancla teológica
• La biblia es como un martillo que parte los
corazones de piedra (Jer. 23:29)
• Como un fuego que quema la basura de nuestro
interior (Jer. 5:14)
• Como una espada aguda que traspasa nuestras
conciencias (Heb. 4:12)
• Como una lámpara que ilumina nuestro camino
(Sal. 119: 105)
• Como un espejo que nos muestra lo que
realmente somos (Stg. 1:23)
• Como una semilla que produce el nuevo
nacimiento (Lc. 8:11; 1ª Pe. 1:23)
• Como la leche que sirve de alimento espiritual
(1ª Pe. 2:2)
• Como la miel que nos endulza (Sal. 19:10;
119:103)
• Como el oro que enriquece nuestra vida
espiritual (Sal. 19:10; 119:72, 127)

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