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CURNDO HERIDAS

DE PADRE AUSENTE

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Psicológa Yenith Sánchez


Hablar de familia despierta en
ocasiones ciertas heridas,
desilusiones y pequeños
rencores. De hecho,
podríamos decir sin
equivocarnos que una de las
figuras más complejas y que
se dan con mayor frecuencia
es la del “padre ausente”. Es
muy posible que esta
situación te sea conocida. Que
la hayas vivido en piel propia
o que la hayas observado en
tu círculo social más cercano.
Consecuencias del padre
ausente en la infancia
El cerebro de un niño es un ávido procesador de estímulos, y
en su día a día, necesita ante todo refuerzos positivos para
poder crecer de forma madura y segura. Un padre ausente
genera incongruencias, vacíos y dificultad de trato. El niño
espera afectos, comunicación, y una interacción diaria con la
cual, abrirse al mundo también a través de su padre. Sin
embargo, solo encuentra muros.
Un trato vacío y esquivo genera ansiedad en los niños, no
saben “a qué atenerse”, desarrollan expectativas que no se
cumplen, y tienden además, a comparar “padres ajenos” a
los que ellos tienen en casa. Saben que los padres de sus
amigos actúan de modo diferente a lo suyos.
Dicho esto, es de esperarse que los niños
que crecen sin un padre muestren algunas
de las siguientes señales:
Dificultad para adaptarse al mundo y a la
realidad.
Miedo constante a ser abandonados.
Presentan problemas académicos (bajo
rendimiento, abandono escolar, dificultad
para el aprendizaje, etc.)
Relaciones sociales desinhibidas.
Poca o nula inteligencia emocional.
Comportamiento agresivo hacia sus
pares.
Desarrollan un apego reactivo, lo que
significa que rara vez buscan consuelo
cuando sienten malestar.
Consecuencias del padre ausente en la adultez

Por su parte, la figura de un padre ausente puede generar en la


etapa adulta un desapego afectivo que nos hace ser más
inseguros a la hora de establecer determinadas relaciones.
Podemos llegar a ser algo desconfiados; pues, la idea de proyectar
una alta carga afectiva en alguien, nos produce miedo, tememos
ser traicionados, o no reconocidos. O peor aún, ignorados.
No obstante, estos miedos e inseguridades también pueden
producir una excesiva dependencia hacia los demás, en donde el
temor a ser abandonados y la necesidad excesiva de complacer al
otro conducen la mayoría de nuestras acciones. Dejando a un lado
los propios intereses y preferencias en pro de ser reconocido y
querido.
Ahora bien, también es posible que, a medida que nos hacemos
mayores, nos demos cuenta de muchas más cosas. Reconocemos
el esfuerzo que hizo nuestra madre por suplir las carencias de
nuestro padre, y de cómo, más de una vez, lo disculpó con frases
como… “Ya sabes cómo es tu padre”, “No hagas esas cosas que ya
sabes que a tu padre no le van”, “Es que tú no lo entiendes…”
De hecho, en muchos casos, las heridas que
deja un padre ausente pueden ser tan
profundas que generan algunas de las
siguiente consecuencias:
1. Dificultad para adaptarse a nuevas
situaciones
Los adultos que se criaron sin un padre pueden
presentar dificultades para adaptarse a los
cambios vitales, como por ejemplo: cambios
de trabajo, mudanzas, rupturas de pareja, etc.
Por tanto, ante los mismos, experimentan
mucho malestar y elevados montos de
ansiedad.
2. Tendencia a la adicción
Por su parte, pueden ser adultos con una alta
vulnerabilidad a la adicción, bien sea a
sustancias tóxicas, objetos, o personas. Por
ejemplo, pueden ser adictos al sexo, a la
pornografía, a las drogas, al alcohol, etc. Sea
cual sea el caso, la adicción en estos casos será
una forma de llenar ese vacío que les dejó
haber crecido sin un padre.
3. Poca inteligencia emocional
Asimismo, pueden ser adultos que se frustran 5. Actitud pasiva en las
con facilidad, carecen de asertividad y relaciones
empatía, cuentan con un vocabulario Al ser individuos con un profundo
emocional pobre, y tienen dificultades para temor al abandono, tienden a
canalizar adecuadamente sus emociones. mostrarse muy complacientes o
4. Apego a objetos materiales condescendientes con todos los
Así como sucede con las adicciones, el apego a que les rodean; incluso, con
los objetos materiales es una forma de lidiar personas desconocidas. Su objetivo
con esa herida emocional que dejó el padre es no incomodar a los demás, pues
ausente. En este caso, la persona proyecta sus creen que si lo hacen, nadie los
propias emociones de abandono en el objeto, querrá y terminarán solos.
por lo que experimenta malestar si tiene que
deshacerse de él.
6. Malestar emocional
La falta de inteligencia emocional,
la dificultad para adaptarse a los
cambios, el excesivo apego a
personas y objetos, entre otros,
propicia un profundo malestar que
no hace más que empeorar el
dolor de las heridas emocionales
producidas en la infancia. 
7. Padecimiento de algún
trastorno psicológico
Por último, el trauma de haber
crecido sin un padre puede
propiciar el padecimiento de algún
trastorno psicológico en la
adultez, como por ejemplo:
depresión o ansiedad.
Cómo superar las heridas del padre ausente

Sin embargo, el vacío del padre ausente


Has crecido, mantienes tu vida, llevas con sigue ahí, y no importa si en el presente
orgullo tu armadura inexpugnable, y tienes sigues manteniendo trato con él, o si ya lo
muy claro qué debes hacer a día de hoy para perdiste, o si callas en las reuniones
no cometer los mismos errores que tus padres familiares y finges como si el pasado nunca
cometieron contigo. hubiera existido.
Sea cual sea el caso, lo primero que
deberíamos hacer es “entender”.
Comprende que el padre ausente es un
hombre que no supo ejercer su rol de
padre, porque nunca entendió muy bien su
papel como persona. Es muy posible que
un padre ausente no dispusiera de
adecuadas habilidades personales, de una
buena autoestima, de un equilibrio interno
que le permitiera ver sus errores, sus
miedos y sus propias carencias.
1. Sé consciente de tus emociones
Tómate un tiempo a solas para escucharte a ti
mismo y ser consciente de las emociones que
te genera haber crecido con un padre
ausente. Por ejemplo, si tienes recuerdos de
abandono pregúntate cómo te hace sentir
eso: ¿sientes ira, miedo, tristeza, decepción?
Es importante que atiendas a todas estas
emociones y te permitas canalizarlas. Si sientes
ganas de llorar, gritar, maldecir, etc., pues
hazlo. Lo ideal es que les des un espacio a
esas emociones para que dejen de producirte
malestar. 
Asimismo, si tienes recuerdos positivos con tu
padre, no intentes reprimir las emociones
agradables que estos te puedan producir. Por
más contradictorios que sean, date la
oportunidad traer a tu consciencia todo el
complejo emocional que la situación amerita.
2. Acepta y valida cómo te sientes
Después de que seas consciente de todas las 3. Empatiza con tu padre
emociones que despierta la situación con tu Las demás personas también
padre, es momento de comprenderlas y experimentan emociones y tienen sus
validarlas. No te culpes por sentir lo que propias perspectivas de la vida, las cuales
sientes y acepta que eres un humano que no tienen por qué ser compatibles con las
siente y padece.  nuestras. Por tanto, sea cual sea el caso,
Intenta ser compasivo contigo y date la intenta ponerte en los zapatos de tu
oportunidad de consolarte. Recuerda que padre y trata de comprender sus
todas tus emociones son válidas, por más acciones.
desagradables que sean. Lo ideal es darle
espacio a todas.
4. No intentes olvidar
Dejar de lado las experiencias traumáticas de
la infancia no harán que estas se superen por
arte de magia. Así que no trates de olvidar los
recuerdos negativos como una forma de
superar el sufrimiento, ya que no harás más
que empeorarlos. 
Dale un  espacio a los recuerdos y a las
emociones que éstos generan. Pues, en la
medida que los vayas elaborando, el malestar
que producen irá aliviando.
5. Aprende a perdonar
Perdonar a alguien que nos hizo mucho
daño no es tarea fácil. Sin embargo, el
resentimiento es un veneno que solo
destruye al que lo posee, así que de
nada sirve seguir guardando rencor por
tu padre.
En la medida que empieces a
comprender el por qué de sus acciones
será más fácil perdonar.
Para concluir, queremos
recalcar que si no tuviste a tu
padre, lo más probable es que
tu figura de apego más
saludable y significativa
fueran otros: tu madre, tus 
abuelos o incluso tus amigos o
parejas a medida que crecías.
Ellos quienes se alzaron como
tus pilares en el día a día. Así
que valóralos como merecen.
Por ejemplo, si te abandonó, es
muy probable que haya sentido
mucho miedo de asumir el rol de
padre; y si te maltrató, es probable
que sus padres hayan sido igual de
violentos con él, por lo que no
aprendió otra manera de
relacionarse.
No se trata de justificar sus
acciones, sino de comprender qué
hay detrás de ellas y ser
conscientes de que sus acciones
tienen una razón de ser y, lo más
importante, que tú no tienes la
culpa de ninguna de ellas.

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