VERSUS EL OTRO. Más o menos a la edad de dos meses, el infante tiene innumerables experiencias con muchos de los afectos —alegría, interés y malestar, y tal vez sorpresa y cólera. Lo que tienen en común esas cinco alegrías es la constelación de tres tipos de retroalimentación: la del rostro del infante, la del perfil de activación y la de la ciudad del sentimiento subjetivo. Para cada emoción, el infante llega a reconocer una constelación característica de cosas que suceden (acontecimientos invariantes del sí mismo).
La cualidad de los sentimientos subjetivos
de cada emoción es específica de cada emoción. Por lo tanto, con cada emoción separada se produce la coordinación invariante de tres acontecimientos invariantes discretos del sí mismo. Contextos y personas que producen emociones…
La madre que hace gestos, la abuela que
hace cosquillas, el padre que arroja el bebé al aire, la babysitter que emite sonidos, el tío que le pone voz a un títere, pueden procurar por igual experiencias de alborozo o alegría Tres invariantes del sí mismo:
1. La retroalimentación propioceptiva de particulares pautas motoras eferentes que
desembocan en el rostro. 2. Sensaciones internamente pautadas de excitación o activación 3. Cualidades del sentimiento específicas de cada emoción.
Los afectos pertenecen al sí‐mismo, no a la persona
que puede suscitarlos. La cualidad subjetiva del sentimiento es la experiencia invariante.