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CALEB, UN HOMBRE DE FE
Introducción:
• Para servir al Señor no importa la
edad cronológica, ni otras
circunstancias naturales, sino hacerlo
bajo el principio de la resurrección.
Esto tiene una importante implicación espiritual: sólo la nueva criatura, el hombre
nacido de nuevo, no el viejo hombre, tiene acceso a Canaán, sino la persona que ha
nacido en Cristo. Josué y Caleb fueron las únicas excepciones. Cuando Dios envió a
doce espías que exploraran la tierra de Canaán, sólo estos dos volvieron con un buen
informe.
En realidad, todos los espías concordaron en una cosa:
que la tierra fluía leche y miel; la única diferencia era
que diez vieron y prestaron atención al lado oscuro de
la situación. Ellos dijeron: “La tierra por donde
pasamos para reconocerla, es tierra que traga a sus
moradores” (Números 13:32).
Esta tierra fue habitada por Abran (ver Gén.13:18). Una vez,
Jacob envió a José de Canaán a Siquem; era exactamente de
Hebrón (ver Gén.37: 13,14), porque en la mente de Dios
Hebrón representa a Canaán.
Otras dos tribus habían sido destinadas para entrar en la tierra que fluye leche y miel.
Pero lamentablemente, después de haber vagado en el desierto durante cuarenta años, se
contentaron con permanecer en el lado oriental del río Jordán (La tribu de Rubén y la
tribu de Gad: Ver Núm.32:1-5). Eran como dos o tres congregados en el nombre de Señor.
Note que se contentaron con obtener un territorio para su ganado, antes de cruzar el
Jordán, esta actitud era similar a la de Lot (Ver Gén.13:10-12). A pesar de esto, Dios
estaba con ellos.
La pregunta es si están al oriente del Jordán o en la tierra de Canaán. Pero Caleb tenía un
espíritu diferente para desear lo mejor del Señor. Su persistencia y anhelo no fueron
afectados por su edad. Debemos seguir el espíritu juvenil y saludable de Caleb. No crea en
lo que vemos en el espejo o lo que nos dice nuestra edad. En cambio, crea lo que el Señor
nos dice en Su palabra.
Muchos creyentes hoy, de cuarenta y cincuenta años de edad
se rinden porque sienten que los días restantes de su vida son
pocos. Como resultado, viven descuidadamente y a menudo
lo lamentan, cuando ocurre que viven todavía treinta años
más.