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INGENIERIA VERDE EN

POLIMEROS
En la industria química estamos cada vez más
concienciados de nuestra responsabilidad respecto al
medio ambiente. Queremos seguir haciendo química,
pero de forma sostenible y cuidando tanto nuestra salud
como la del planeta. De ahí surge el término química
verde  también conocida como sostenible u orgánica,
cuyo objetivo es encontrar nuevas formas de sintetizar
sustancias químicas sin dañar el entorno.

Esta tendencia se aplica en todo el ciclo de vida de un


producto químico, desde su diseño a su utilización,
pasando por todo el proceso de fabricación. Siguiendo el
concepto de química verde, los profesionales de la
industria diseñamos productos y procesos químicos en los
que el uso o la generación de sustancias peligrosas se
reduce o incluso se elimina.
LOS 12 PRINCIPIOS DE LA QUÍMICA
VERDE

Existen 12 principios de la química verde, los cuales


fueron formulados por Paul Anasta y John Warner y
aparecen por primera vez en los años 90 en su
libro Green Chemistry: Theory and Practice. Estos
principios dictan que:
LOS BENEFICIOS DE LA QUÍMICA VERDE

Obviamente, el mayor beneficio de la química verde es la mejora ambiental pero sus


ventajas no se detienen ahí. Las empresas que siguen los principios de la química
verde son económicamente competitivas y van más allá del cumplimiento de la
legislación. Además, la prevención que caracteriza a este modo de hacer química
permite evitar los problemas antes de que ocurran. Por ejemplo, se reduce el riesgo
asociado al uso de productos químicos y el impacto ambiental de estos una vez
termina su ciclo de uso, así como de las aguas residuales, y se disminuyen las
emisiones contaminantes.
EJEMPLOS DE QUÍMICA VERDE

Algunos de los ejemplos más innovadores de la aplicación


de la química sostenible se utilizan ya de forma cotidiana.
Destacan, por ejemplo, los extintores verdes, que
utilizan surfactantes biodegradables para crear espumas
antiincendios; el CO2 supercrítico, un sustituto
sostenible de sustancias más perjudiciales utilizadas
tradicionalmente en la limpieza en seco de tejidos; o
el ácido poliláctico, usado para diseñar materiales
biodegradables. Por último, también se ha reducido la
contaminación por plomo en distintos productos, como
los pigmentos, los biocombustibles o la gasolina sin
plomo.

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