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BLOQUE II.

AXIOLOGÍA Y ÉTICA
Códigos morales del pasado

Los códigos morales del pasado son aquellos reglamentos de conducta que se establecieron en las comunidades
antiguas con el objetivo de mantener el orden y una convivencia pacífica de las primeras civilizaciones. De esta
manera, se garantiza el equilibrio de las nuevas comunidades, así como el respeto hacia las propiedades y bienes de
otras comunidades vecinas.

Se puede decir que los códigos morales surgieron cuando el ser humano dejó de lado su naturaleza netamente
instintiva para formar parte de una comunidad, tribu o familia. Ante esta situación, el ser humano pasó de ser un
individuo nómada para convertirse en un ser social.

Este nuevo paso requería de ajustes en la conducta de cada miembro de la sociedad, con el fin de determinar qué sería
bueno o beneficioso para el bien común, así como también qué sería lo malo que pudiera perjudicar a la unión social
recién establecida. En consecuencia, se crearon códigos que permitieron el desarrollo colectivo de las primeras
comunidades.

Los códigos morales pueden variar dependiendo de cada sociedad y región; por ejemplo, uno de los códigos morales
más antiguos que todavía se conserva en la tradición japonesa es el de retirarse el calzado al momento de ingresar a
un hogar; de no cumplir con esta práctica, se estaría cometiendo un acto inmoral. Sin embargo, esta costumbre no es
acatada por Occidente, donde las personas pueden entrar y salir libremente de sus hogares con el calzado puesto.
Todas las sociedades han establecido en algún momento un conjunto de conductas que forman el núcleo de
una concepción moral compartida por los individuos del grupo. Analicemos algunas de ellas en los códigos
Hammurabi, Medieval y Prehispánico.

Código Hammurabi.

Fue escrito en 1750 a.C. por el rey de Babilonia Hammurabi. Es uno de los códigos morales más
antiguos que se conocen. Tuvo un carácter jurídico y legal que reguló las relaciones entre las
personas de Babilonia y Mesopotamia. Se basó en la llamada ley del Talión, que consistía en
aplicar un castigo idéntico a cada falta cometida. Una de las expresiones más conocidas de dicha
ley es la famosa frase: “ojo por ojo, diente por diente” que mencionamos anteriormente.

Las leyes que daban forma al Código de Hammurabi se grabaron en estelas de un mineral
llamado diorita, las cuales fueron colocadas en todo el reino para que fueran del conocimiento de
la población. Fueron plasmadas en piedra con la finalidad de reflejar que la ley es inmutable, es
decir, no se puede cambiar, pues se aseguraba que había sido dictada por una divinidad sabía, que
identificaba con claridad lo que era justo y que convenía a los seres humanos.
Hay elementos normativos, establecidos por el Código Hammurabi, entre ellos destacan los
siguientes:

● Se estableció una división de la sociedad en tres grupos: los individuos libres, los siervos y los
esclavos. Cada uno tenía diferentes derechos, obligaciones y ocupaciones.

● Se determinaron los costos de servicios y pagos asociados con los trabajos efectuados por los
diferentes oficios realizados por la población.

● Se fijó un sistema de sanciones y penas en el que los castigos se determinaban en igualdad de


condiciones a la falta cometida, provocando al agresor el mismo daño o afectación que él infringió a
su víctima, siempre y cuando ambos pertenecieran al mismo grupo social. Entre las principales faltas
que tenía identificadas y otorgaban castigo se encontraban: el robo, el daño a la propiedad, lesiones y
hasta homicidio. Dentro de los castigos otorgados estaban multas, mutilaciones o incluso la muerte,
variaba de acuerdo con el grupo social al que pertenecía el delincuente y la víctima: mayor si la
víctima era un hombre libre y menor si era un esclavo.
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Código Medieval.
En Europa, la visión del mundo durante la Edad Media estuvo fuertemente ligada a la consolidación,
extensión y fortalecimiento del cristianismo. En este sentido, el código moral imperante durante esta
larga etapa de la historia tomó como criterio fundamental de conducta deseable a las virtudes
cardinales, y como comportamiento condenable a los pecados capitales.

Así mismo, se promovieron entre la población las famosas “Tablas de la ley”, que contenían los diez
mandamientos o leyes fundamentales, inscritas en piedra, replicando la idea de la inmutabilidad de la
ley revelada a la humanidad, que inspiró al Código de Hammurabi.

Dichas leyes o mandamientos debían ser acatados por la sociedad para cumplir con la voluntad divina,
de otra manera, a quienes las incumplieran se les consideraría indignos de gozar de la vida eterna y
podrían ser condenados a permanecer eternamente consumidos por las llamas del infierno.

Es en esta época que se promueve el temor al castigo divino, la culpa por el pecado cometido y la
búsqueda de la sumisión ante Dios. Esto implicaba que, ante la injusticia y la miseria, no había más
alternativa que resignarse, pues tales circunstancias habían sido producto de la voluntad divina. En este
contexto, la fe se colocaba por encima de la razón.

El régimen feudal que perduró durante la Edad Media se basó en la propiedad de la tierra por parte de la
nobleza, lo cual supuestamente había sido señalada por Dios, y por ello, argumentaba la iglesia, reinaba
legítimamente. Después de la nobleza y el clero, el resto de la población estaba
compuesta por siervos que trabajaban y vivían en aquellas tierras. Prácticamente eran parte de la propiedad
del señor feudal, aunque se les reconocía como seres humanos, su posición social, política y ante la Iglesia era
inferior al resto. El acceso a la educación estaba reservado para los nobles y los clérigos. Por ello, la moral
dominante, además de estar guiada por los principios del cristianismo, enaltece los valores de la aristocracia:
culto al honor, el valor y el arte de la guerra, la nobleza de sangre y el desprecio al trabajo manual propio de
los siervos.

Durante esta época, se desarrolló un cierto sentido de individualismo: la salvación era personal, no colectiva y
eso trascendió en los códigos y las formas de convivencia, así como en la valoración del prójimo y de la
sociedad en su conjunto.
Código Prehispánico.

Se conoce como México prehispánico al periodo que abarca desde los primeros rastros de civilización en
Mesoamérica, hasta la llegada de los españoles y la conquista de México-Tenochtitlán por lo que podemos ubicar
entre los años 2500 a.C. y 1521 d.C.

En dicho periodo, los códigos de conducta eran muy distintos a los que después fueron impuestos por los
españoles. Para los pobladores del México prehispánico, la vida en común se basaba en una interpretación del
mundo y de la vida de profunda raíz religiosa-sobrenatural, que buscaba el reconocimiento de cada individuo
inserto en su grupo social como parte de un todo: el cosmos. No existía la noción de un “Dios”, entendida como
divinidad única, tal como es interpretada en la actualidad; de hecho, ninguna civilización mesoamericana tiene
una palabra para nombrar un “Dios”. Sus sociedades estaban convencidas de la esencia de las fuerzas de la
naturaleza, las cuales regían el cosmos. En concordancia, los códigos y normas morales y de conducta responden a
este orden esencial y natural, no a la idea de un dios que determinara lo que debía hacerse o no.

En este contexto, normas y valores eran transmitidos de una generación a otra de manera oral, pero también
mediante la práctica y la forma de vida de los pueblos. En tal sentido, dicho código se sustentaba en la repetición
de usos y costumbres de los antepasados, basándose en el sentido de la responsabilidad y la cooperación. Por
ejemplo, en el caso de la cultura náhuatl, la formación moral se enfoca en el desarrollo de un “rostro” y un
“corazón”, es decir, de una identidad pensante vinculada a la voluntad y la fuerza de vida. Quien lo lograba, se
convertía en persona honorable.
Los mexicas, preferían establecer normas claras y específicas, perpetradas además de la oralidad, también
por medio de códices que no sólo asentaban indicaciones sobre responsabilidades y obligaciones, sino
también prohibiciones y sanciones, tributos y relaciones con otros pueblos. Así sucedió también con los
mayas, zapotecos y purépechas, pueblos que tuvieron códigos morales y sistemas de justicia muy simples
pero duros, pues no buscaban, como ocurre en la actualidad, corregir a quien cometía una falta, sino
castigarle rigurosamente, además de reparar el daño ocasionado.
La enseñanza entre los mexicas

Fuente: La educación en el desarrollo histórico de México.

Por ejemplo, los mexicas penalizaban el robo con esclavitud temporal, con el fin de que el delincuente
retribuyera el valor del bien robado. Sin embargo, debido a las características de los sistemas de producción
de la época, era muy común el robo de cosechas, lo cual podría castigarse hasta con la pena de muerte.

Pero también existían otro tipo de penas: los zapotecos castigaban con la flagelación conductas como la
embriaguez que impidiera el cumplimiento de responsabilidades y la desobediencia a las autoridades; los
aztecas castigan la calumnia cortando los labios y las orejas de quien fuera considerado culpable de tal falta;
los mayas sometían a los políticos corruptos a humillaciones populares en la plaza principal, y los
estigmatizan aplicándoles tatuajes para marcarlos de por vida.

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