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NORMAS

z MORALES
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 Por las características esenciales de las normas morales comparadas


con otras, podemos decir que éstas son autónomas, pues nosotros
somos quienes las aceptamos, a diferencia del derecho, de los
convencionalismos sociales o de la religión, en donde dichas normas
nos son impuestas o por un poder legislativo (jurídicas), por un grupo
social (convencionalismos) o por una institución (religiosas), iglesia o
secta en la que una persona cree o asiste.
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 Las normas morales también son internas, esto es cuando la intencionalidad


adquiere más importancia que los resultados, al contrario de las normas
jurídicas y los convencionalismos sociales que son externas. Finalmente las
normas morales no son coactivas, o sea que no se ejercerá ninguna sanción
más que el propio reproche si no llegan a cumplirse. Si lo fueran, de manera
automática se convertirían en jurídicas. Así, por ejemplo, desde una
perspectiva puramente moral solemos llamar la atención a alguien a propósito
de una conducta reprobable, pero sin que tal persona reciba un castigo
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 Por el contrario, con la norma jurídica es factible que se aplique una pena que
incluso lleve al ofensor a la prisión. Así un hombre que cumple con las
normas jurídicas es un buen ciudadano, sin embargo interiormente podría ser
un inmoral o un perverso.

 En resumen las normas morales buscan el bien, las jurídicas la justicia, los
convencionalismos sociales la convivencia, las religiosas el bien absoluto que
es Dios.

 En nuestro tiempo existen dos tendencias o corrientes filosófíco-politicas que


se debaten y que influyen como fuente material en las legislaciones y en la
opinión pública: el utilitarismo y el personalismo.
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 El utilitarismo consiste en calificar las conductas, únicamente desde el punto de vista


práctico, es decir, si es o no útil ya sea en lo político, en lo social o en lo económico.

 En esta corriente las preguntas, en materia de bioética podrían ser: ¿Es útil o
estorboso? ¿Este embrión o nascituros es útil o nos entorpece? ¿Debe continuar
viviendo o no? ¿Nos produce satisfacción o nos deprime? ¿Nos gratifica o nos
obstaculiza y perturba? En cambio, el personalismo parte de la prioridad del ser
humano y por lo tanto, de su valor intrínseco. El concebido no es un objeto sino un
ser humano, en consecuencia no se puede ni debe atentar contra su dignidad o su
vida. No obstante que su vida depende de la madre, tiene su propio código genético e
individualidad. Su existencia se encuentra protegida por la Constitución y los
derechos humanos universalmente reconocidos.
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