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R Min. Ismael Rodríguez García
Todos tendremos que pasar por 4 etapas
Génesis 35:29 E Isaac falleció y fue reunido con su pueblo, anciano y lleno de años. Y sus hijos
Jacob y Esaú lo sepultaron.
Lévitico 19:32 Ante las canas te pondrás de pie. Darás honor al anciano y tendrás temor de tu
Dios. Yo, el Señor
Proverbios 16:31 Corona de honra son las canas; en el camino de la justicia se encuentra
Proverbios 20:29 La gloria de los jóvenes es su fuerza; y el esplendor de los ancianos, sus canas.
Nos cuesta envejecer porque nuestra sociedad nos transmite una
visión negativa de la vejez, de la madurez. Nos vemos obligados a
comprar productos cosméticos, cremas milagrosas, batidos mágicos,
nuevos entrenamientos, rutinas que nos mantienen jóvenes, en un
anhelo ineficaz de ocultar las arrugas de la piel, las canas en el
cabello, los kilos en nuestro cuerpo, etc. Cada año que cumplimos se
convierte en un castigo del destino, que nos empuja hacía el declive
social.
https://www.hacerfamilia.com/psicologia/noticia-saber-envejecer-llevar-bien-anos-tenemos-20160411112317.html
Otro de los motivos de por qué no queremos envejecer es que, en el
fondo de nuestros corazones, sabemos que no estamos viviendo bien
la vida en un sentido profundo y afectivo. Podemos estar viviendo
muy intensamente, pero sabemos que esta carrera loca por el trabajo,
por subsistir y por tener éxito, en muchos casos nos lleva a olvidar los
afectos primarios y secundarios pensando que ya habrá tiempo para
ellos en otro momento. Entonces nos da miedo que el tiempo pase y
nos sorprenda la vejez sin haberlos cuidado como debemos.
Este miedo también se asocia con la posibilidad de enfrentar la vejez
en soledad o con el temor a la muerte y a la supuesta evaluación a la
que luego de ella seremos sometidos.
Otra razón común de por qué no queremos envejecer y que los años
pasen es por la angustia que nos produce un posible deterioro físico,
mental y económico asociados a la edad.
Ideas saludables para aprender a envejecer
Deuteronomio 34:7 Moisés tenía ciento veinte años cuando murió. Sus ojos nunca
se debilitaron, ni perdió su vigor.
Vivir el día a día como un valor: darse cuenta de que estar vivo es un valor
en sí mismo nada despreciable; aunque se añoran tiempos pasados,
incluso del pasado más reciente, la vida en sí misma es la gran aspiración.
Tener un compromiso personal por nuestra vida. Hacer todo que este a
nuestro alcance para mantener buena salud, o la mejor salud posible, que
permita conservar la independencia, seguir viviendo en su casa y su
entorno, con sus vivencias del pasado.
Una buena convivencia con la pareja, recuperando tiempos perdidos, manteniendo la sexualidad
activamente y haciendo un esfuerzo por conocerse mejor.
Las buenas relaciones sociales como forma de enriquecimiento, proyección y disfrute personal.
Se reconoce a las asociaciones como vehículo adecuado para canalizar esta faceta.
La capacidad para desarrollar proyectos nuevos. Aprender habilidades nunca descubiertas antes
o profundizar en otras conocidas y, hacer realidad algún sueño.
Si nosotros de verdad creyéramos en la otra vida como muchas las culturas y
religiones del mundo, debiéramos tener una actitud de alegría y orgullo al llegar
a la vejez, porque esta sería la culminación de un camino de bien que nos debiera
llevar a un estado de gozo permanente al otro lado de la historia. La muerte
misma, además, debiera ser vivida con alegría y no en el marco de los ritos
funerarios que hoy están institucionalizados y que, entre otras cosas, muchas
veces incluyen medicamentos que nos distancian del dolor que produce «perder»
a un ser querido.
https://www.elsevier.es/es-revista-revista-espanola-geriatria-gerontologia-124-articulo-saber-envejecer-pre
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