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FACULTAD DE CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN Y PSICOLOGÍA

CURSO DESARROLLO AFECTIVO IV

EL DESARROLLO SOCIAL COMO


NUEVO EJE DE LA EDUCACIÓN
INFANTIL

Mg. Lilian Delgado Carbajal


El preescolar:
desarrollo de la
personalidad y
socialización
Aportaciones:
• El periodo preescolar es una época en que se acelera el ritmo de aprendizaje del niño
respecto de su mundo social.
• En teoría, aprende lo que constituye una conducta buena o mala; a controlar sus
sentimientos, sus necesidades y deseos en formas socialmente aceptables; y lo que la
familia, la comunidad y la sociedad esperan de él.
• Comienza a asimilar normas, reglas y costumbres de su cultura.
• Al mismo tiempo aprende un autoconcepto profundo y, quizá, duradero. En condiciones
normales, el autocontrol y la competencia social del niño mejoran muchísimo entre los dos
y los seis años de edad.
• A los dos años tiene todas las emociones básicas de un niño de seis años (y de un adulto),
pero las expresa de manera diferente.
Aportaciones:
• Durante la etapa terrible de los dos años de edad, puede ser en verdad difícil (a menudo sin
proponérselo), pero con frecuencia es encantador y muy afectuoso. Sin embargo,
predomina la gratificación inmediata; cuando no la consigue, manifiesta su malestar con
berrinches terribles.
• Si una madre le promete a su hijo de dos años un cono de helado, el niño lo querrá ahora,
no después que ella termine de charlar con una amiga a quien encuentra por casualidad
frente a la tienda.
• También las expresiones de dependencia son directas y físicas.
• En un ambiente desconocido, un niño de dos años permanece cerca de su madre o de su
padre, quizás aferrándose a ellos. Si se aleja un poco, a menudo regresa usando al
progenitor como “base segura”.
• Si se le obliga a separarse de él, puede arrojarse al piso o dar gritos en protesta. La ira se
manifiesta especialmente en formas físicas.
• El niño de dos años no la expresa de manera verbal, sino mediante patadas y mordiscos.
Aportaciones:
• Por el contrario, a los seis años los niños son más verbales y reflexivos; también se enojan
menos y se controlan mejor.
• Enfrentan la ira y la frustración en formas más diversas. Por ejemplo, pueden desahogar su
enojo pateando una puerta o un oso de peluche, en lugar de darle un puntapié en la
espinilla al hermano, la hermana o el padre. Hay algunos que reprimen el enojo y no lo
manifiestan en absoluto. Otros asumen una postura asertiva para defender sus derechos, o
en su imaginación se ven a sí mismos superando situaciones desagradables.
• Los niños de seis años tienden a patear y a gritar menos. En cambio, expresan con palabras
su ira o su temor, o lo manifiestan de modo indirecto por ejemplo, siendo poco
cooperativos o malhumorados.
• En resumen, a los seis años casi todos los niños han perfeccionado ya sus habilidades de
afrontamiento, y poseen además un estilo personal que se basa en su incipiente
autoimagen.
Revisión de tres teorías
• La socialización durante el periodo preescolar es compleja; no debe, pues, sorprendernos que los
expertos discrepen respecto de las principales influencias y sobre las interacciones decisivas que tienen
lugar, lo mismo que respecto de la manera de estudiarlas.
• Hay tres aproximaciones teóricas que rigen gran parte de la investigación contemporánea de la
socialización que se realiza en estos años. Como veremos, las tres tienen bondades y limitaciones. Las
teorías psicodinámicas ponen de relieve los sentimientos del niño, sus pulsiones y los conflictos de su
desarrollo.
• Freud insistió en que el preescolar debe aprender a afrontar las intensas emociones innatas en formas
que sean aceptables para la sociedad. Erikson destacó el crecimiento de la autonomía y la necesidad de
conciliarla con la dependencia respecto de los padres durante esta etapa.
Teorías psicodinámicas

• El niño debe aprender a controlar una amplia gama de sentimientos o emociones.


Algunos son positivos como la alegría, el afecto y el orgullo, no así otros: la ira, el
temor, la ansiedad, los celos, la frustración y el dolor. Sin embargo, en uno y otro
casos debe adquirir los medios para atenuarlos y expresarlos en formas aceptables
desde el punto de vista social.
• Debe aprender a resolver los conflictos del desarrollo; aceptar su dependencia de
otros y encontrar la manera de relacionarse con las figuras de autoridad en su vida.
Además, necesita encarar su necesidad de autonomía, ese intenso deseo de hacer las
cosas por sí mismo, de dominar el ambiente físico y social, de ser competente y
exitoso.
• El sentido de identidad personal y cultural que los niños adquieren entre los dos y los
seis años se acompaña de muchos sentimientos intensos.
• No es fácil encontrar formas aceptables de afrontar el temor y la ansiedad, el
malestar y ira, el dolor y la alegría, la sensualidad y la curiosidad sexual. Los niños a
menudo sufren conflictos al hacerlo.
Temor y ansiedad

• Una de las fuerzas más importantes que el niño debe aprender a controlar es el
estrés causado por el temor y la ansiedad. Las dos emociones no son sinónimos.
• El temor es la respuesta ante una situación o un estímulo concretos: un niño puede
tener miedo a la oscuridad, a los relámpagos o a los truenos, tener fobia a los perros
grandes o a los lugares elevados.
• La ansiedad es un estado emocional generalizado. Algunos niños sentirán ansiedad
en determinadas situaciones; en cambio, aquellos a quienes se califica de “ansiosos”
muestran en forma regular y continua aprensión y malestar, a menudo sin que sepan
por qué.
• La mudanza a otro barrio o un cambio repentino en las expectativas de los padres
digamos, el inicio del entrenamiento en el control de esfínteres puede provocar una
ansiedad que no parece tener explicación.
• Muchos psicólogos consideran que la ansiedad acompaña siempre al proceso de
socialización, ya que el niño trata de evitar el sufrimiento de la disciplina y el enojo de
sus progenitores .
Teorías del aprendizaje social

• El preescolar debe aprender, además, a controlar sus tendencias agresivas y realizar


conductas positivas como ayudar y compartir. Aunque para Freud la agresión era una
pulsión intrínseca, la idea que la teoría del aprendizaje social tiene a este respecto es
muy diferente. En dicha teoría, nazcamos o no con tendencias agresivas, la conducta
agresiva varía mucho entre las personas debido al reforzamiento, el castigo y la
imitación de modelos.
• El aprendizaje también influye en conductas como ayudar y compartir, a pesar de que
mostremos tendencias intrínsecas en este aspecto. Así pues, las investigaciones
dedicadas a las conductas positivas y negativas estudian la forma en que influyen las
interacciones con padres, hermanos, compañeros y otras personas en el niño. El
repertorio social del preescolar se ve profundamente influido por el juego y por otras
interacciones con los compañeros. Los teóricos no coinciden en cuanto a los orígenes
y el propósito del juego; sin embargo, éste sin duda mejora sus habilidades sociales,
pues les permite que se ejerciten en sus relaciones con los demás
Agresión
• En el lenguaje de la psicología social, la agresión hostil es una conducta que trata de
lastimar o establecer un dominio sobre otro: un niño golpea a otro en un acto de
venganza; un niño derriba a otro en una suerte de terrorismo preescolar.
• La agresión instrumental es el daño que causa de manera incidental una conducta
propositiva: si un niño derriba a otro cuando intenta coger un juguete, el daño que le
cause no será intencional.
• Ambas formas de agresión difieren de la asertividad, que no produce daño, sino que
se refleja en actitudes como defender nuestros derechos y, a veces, en defensa
propia. La agresión puede ser física o verbal.
• Puede dirigirse a personas o “desplazarse” hacia animales u objetos.
• En el preescolar, la agresión física es una respuesta frecuente al enojo y la hostilidad.
Por lo regular, aumenta durante e periodo preescolar y luego disminuye conforme
comienza a reemplazarla la agresión verbal.
• Además, entre los seis y los siete años los niños son menos egocéntricos y
comprenden mejor el punto de vista del otro. Esto les ayuda en dos formas: suelen
interpretar menos la conducta ajena como una agresión que exige represalia y están
en mejores condiciones de sentir empatía hacia los sentimientos de otro niño cuando
lo lastiman.
Frustración
• frustración (estado de enojo que ocurre cuando se bloquea o se impide la
consecución de metas) conduce a la agresión. ¿Puede la frustración generar la
agresión? Por supuesto, la ocasiona siempre que alguien hace algo que nos enoja y
que tomamos represalias verbales e incluso físicas.
• La agresión podría dirigirse contra la fuente de frustración o desplazarse hacia otra
persona u objeto; por ejemplo, un padre reprende a su hijo y le quita un juguete;
poco después el niño patea a la mascota de la familia. La hipótesis de frustración-
agresión fue puesta en tela de juicio por un estudio clásico sobre la conducta de
preescolares en una situación frustrante.
• Los niños tenían acceso a juguetes atractivos que después se les quitaban y se
colocaban detrás de una pantalla de alambre, en la que permanecían visibles, pero
fuera de su alcance. ¿Cómo reaccionaron? Unos manifestaban conductas agresivas;
otros se limitaban a abandonar la habitación, esperar con paciencia o dirigir su
atención a otra cosa; y algunos más realizaban conductas como la de chuparse el
dedo.
• En conclusión, la frustración puede causar agresión y a la inversa, pero la agresión
también puede deberse a muchas otras razones.
Castigo

• El castigo también crea la tendencia a la conducta agresiva, en especial si es duro y


frecuente.
• Si se castigan los actos agresivos, el niño los evitará en presencia de quien lo haya
castigado. Pero, lo irónico es que puede volverse más agresivo en términos generales.
Por ejemplo, tal vez deje de serlo en el hogar, pero acaso lo sea más en la escuela.
Puede expresar la agresión en diversas formas: con chismes o insultos.
• Los adultos que recurren al castigo físico para refrenar la agresión ofrecen al mismo
tiempo un modelo de conducta agresiva.
Conducta prosocial
• El término conducta prosocial se define como las acciones que tienden a beneficiar a
otros, sin que se prevean recompensas externas.
• Estas acciones entre ellas consolar, compadecer, ayudar, compartir, cooperar,
rescatar, proteger y defender encajan en forma perfecta en la definición de altruismo
interés genuino por el bienestar de la gente.
• La conducta prosocial entraña a menudo costos, sacrificios o riesgos para el
individuo. Sin embargo, no es una mera serie de habilidades sociales.
• Cuando se desarrolla a plenitud, se acompaña de sentimientos de amistad, afecto y
afabilidad, así como de empatía por los sentimientos ajenos.
• La conducta prosocial comienza a aparecer durante la etapa preescolar y puede
observarse en el niño desde los dos años de edad.
• Los padres ejercen una influencia decisiva en su adquisición, lo mismo que los
hermanos.
• El preescolar que tiene relaciones sólidas con sus cuidadores suele tratar de consolar
a sus hermanos pequeños más que el que tiene relaciones frágiles. Sin embargo, la
capacidad para compartir y cooperar es limitada; la conducta prosocial sigue
desarrollándose ya entrada la adolescencia y de manera posterior.
Los compañeros, el juego y la adquisición de
habilidades sociales
• Los niños influyen unos en otros de muchas maneras. Se dan apoyo emocional en
situaciones muy diversas. Sirven de modelos, refuerzan el comportamiento,
favorecen el juego complejo y creativo. Además, alientan o desalientan las conductas
prosociales y agresivas.
• Los niños se ayudan entre sí a aprender varias habilidades físicas, cognoscitivas y
sociales, Por ejemplo, en un principio los niños pequeños que juegan de manera
agresiva pueden imitar a personajes que ven en la televisión y luego imitarse entre
ellos. Siguen respondiendo y reaccionando en una forma que apoya e intensifica el
juego, un tipo de reciprocidad social.
Cómo interactúa el género con el aprendizaje
social
• En el lenguaje cotidiano escuchamos con mucha frecuencia afirmaciones como “Las
mujeres son...” y “los hombres son...”, las cuales indican a todas luces creencias
latentes en las diferencias congénitas e inmutables entre los sexos.
• De acuerdo con otra teoría, los varones y las mujeres difieren en principio en el trato
que reciben desde la niñez temprana de parte de sus padres, profesores, amigos y de
la cultura. En otras palabras, se distinguen por diferencias ambientales. Pero nos
desviamos del tema cuando analizamos la importancia de la herencia o del ambiente
en la determinación de las diferencias propias de los géneros.
• La genética y la cultura imponen límites a los roles de género —lo que es apropiado
que hagan el varón o la mujer— pero interactúan como los extremos de una cuerda.
• Además, el niño participa de manera activa en la adquisición del sentido del género.
• Al inicio del periodo escolar, el niño empieza a aprender conductas, habilidades y
roles sociales que su cultura juzga convenientes para su género. Para darle al lector
una perspectiva general, examinaremos primero algunas diferencias entre los sexos
que preparan el terreno para este proceso.
Teorías del desarrollo cognoscitivo:
conocimiento del yo y de los otros

• En el lenguaje de los niños de dos años abundan las afirmaciones de posesión, que
implican un “yo” frente al “tú”.
• En un estudio con niños de dos años que jugaban en parejas, la mayoría comenzaban
el juego con muchas aseveraciones referentes a sí mismos. Definían sus fronteras y
sus posesiones: “mi zapato, mi muñeca, mi carro”. La asertividad puede considerarse
un logro cognoscitivo, no un mero egoísmo: los niños entienden cada vez mejor al yo
y al otro como seres individuales (Levine, 1983).
• En una revisión de estudios sobre el autoconcepto y el juego social de los niños, se
llegó a la conclusión de que los más sociables son también los que tienen un
autoconcepto más desarrollado (Harter, 1983). Por tanto, el conocimiento de uno
mismo guarda estrecha relación con el conocimiento del mundo social.
Teorías del desarrollo cognoscitivo:
conocimiento del yo y de los otros
• Durante la etapa preescolar, el niño aprende ciertas actitudes generalizadas acerca de
sí mismo: por ejemplo, un sentido de bienestar o de que es “lento” o
“malhumorado”.
• Muchas de estas ideas comienzan a surgir a edad muy temprana y a nivel no verbal.
• El niño muestra gran ansiedad ante algunos de sus sentimientos e ideas; con otras se
siente muy cómodo.
• Comienza a forjarse una serie de ideas y a compararse con aquellos a quienes desea
parecerse.
• A menudo su autoevaluación es un reflejo directo de lo que la gente piensa de él.
• Imagine a un encantador niño de dos años con un talento especial para meterse en
problemas, cuyo hermano mayor lo llama “buscapleitos” siempre que se mete en
uno. A los siete años, podría hacer un esfuerzo por conservar su reputación de ser un
chico malo. En conclusión, las primeras actitudes terminan convirtiéndose en
elementos básicos del autoconcepto.
Teorías del desarrollo cognoscitivo:
conocimiento del yo y de los otros
• El preescolar está fascinado consigo mismo; muchas de sus actividades y de sus
pensamientos se concentran en el aprendizaje de su persona.
• Compara su estatura, el color de su cabello, su ambiente familiar, sus preferencias y
aversiones con los de otros niños.
• Se compara con sus padres e imita su conducta.
• Se formula varias preguntas para saber de dónde viene, por qué le crecen los pies,
si es un niño bueno o malo, etcétera. Saber qué impresión damos a los demás es
un paso clave en la adquisición del autoconocimiento y del autoconcepto.
Teorías del desarrollo cognoscitivo:
conocimiento del yo y de los otros
• Los preescolares de corta edad tienden a definirse en función de características
físicas (“Tengo pelo castaño”) o de las posesiones (“Tengo una bicicleta”).
• Los de mayor edad suelen describirse más en función de sus actividades: “Voy a la
escuela”, “Juego béisbol”. También lo hacen mediante relaciones y experiencias
interpersonales.
• Los preescolares acostumbran definirse por medio de historias relativas a su familia.
La tendencia a describirse por medio de contactos sociales aumenta en el periodo
preescolar. Las historias personales que narran los padres pueden ser un medio
importante para transmitir las normas morales y sociales a los hijos.
Amistades de los niños
• Se han estudiado en forma exhaustiva los conceptos y las reglas sociales que rodean
las amistades del niño. Éste no adquiere un conocimiento claro de la amistad antes de
la niñez media; los conceptos de confianza mutua y de reciprocidad son demasiado
complejos para el preescolar.
• Sin embargo, sí se comporta de manera distinta con amigos y con extraños; algunos
niños de entre cuatro y cinco años mantienen relaciones estrechas y afectuosas
durante mucho tiempo.
• No sólo verbalizan lo que es la amistad, sino que siguen algunas de sus reglas
implícitas, Por ejemplo, en un estudio, un grupo de preescolares al que se presentó
una función de marionetas en la que un amigo o conocido estaba en problemas
reaccionaban de modo diferente según el personaje en cuestión. Respondían con
mayor empatía ante un amigo y se mostraban más dispuestos a ayudarle.
Disputas de los niños
• Cuando los niños discuten con compañeros, con hermanos y parientes, a menudo
muestran un nivel mucho muy depurado de conocimiento social y de capacidad para
razonar a partir de reglas y conceptos sociales. A los tres años justifican su conducta
mencionando reglas sociales (“¡Ahora es mi turno!”) o a las consecuencias de una
acción (“¡Alto, vas a romperlo si haces eso!”) disputas verbales en la etapa preescolar
demuestra un desarrollo sistemático en su comprensión de las reglas sociales, su
conocimiento del punto de vista de la otra persona y su capacidad para razonar con
base en las reglas sociales o en las consecuencias de sus acciones.
Video

https://www.youtube.com/watch?v=Fm6UbP8bTK0

Desarrollo y características de los niños preescolares


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