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CUENTA SIL 1

CONCIENCIA FONOLÓGICA
CONTAR SÍLABAS EN PALABRAS

NIVEL 2
IDENTIFICA
EL NÚMERO DE SÍLABAS
3
3
2
2
3
3
3
3
2
2
1
1
3
3
3
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1
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5
5
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2
2
3
3
2
2
4
4
María Cristina Espinoza Lastra
Había un
mundo en el que todos los niños nacían
con un árbol. Hermanos compartían un
mismo árbol.
Hijos únicos
tenían el suyo propio.
En ese mundo, había un niño
que solo tenía la mitad de su árbol.
Su nombre era Bruno.
Bruno no sabía por qué le faltaba esa
mitad.

Y su mamá le respondía siempre algo


distinto cada vez que él se lo
preguntaba:
Que se la había llevado el viento.

Que un rayo la había fulminado.

Que se había hecho humo. Que le habían


crecido
alas y se había ido volando.

Que había desaparecido sin más.

Que no tenía raíces.

Que no tenía corazón.

Que…
A veces Bruno pensaba que esa
mitad se escondía detrás de la otra
mitad.
Entonces trataba de pillarla de
improviso.
Y nada.
A veces Bruno imaginaba
cómo sería esa otra mitad.
Y a veces se cansaba de imaginar.
A veces los niños con árboles enteros
le preguntaban el porqué de esa mitad
faltante.
Y Bruno les respondía que un rayo había quemado
sus raíces, que se habían hecho humo y entonces el
viento le había dado alas con las que voló hasta el
espacio infinito donde se había convertido en un
cometa con forma de corazón y que pasaba cada
mil años si tocaba
noche con estrellas...
Los niños con árboles
enteros a veces le creían y
a veces no.

A veces cuchicheaban al respecto y sentían pena por


Bruno.
O no le daban importancia y volvían a compartir juegos.
Bruno sabía que su árbol
tendría que dar frutos un
día. Había visto que a los
niños mayores les sucedía
eso.
Bruno los miraba y se mantenía al
margen.
Bruno tenía miedo de que su
árbol solo pudiera dar frutos por
la mitad.
El momento se acercaba.

A sus compañeros ya les estaban


apareciendo
frutos en sus árboles.

Bruno se hacía
pequeñito.
Un día vio que su medio árbol tenía una
pinta.

Sintió
terror.
Quiso pensar que era una
peste, pero sabía que ya era
tiempo de que vinieran sus
frutos.

Y su miedo
aumentaba.
Esa noche le costó un mundo conciliar el
sueño.
Cuando logró hacerlo, tuvo una
pesadilla.
Al amanecer le dolía todo el cuerpo.
Sabía que su árbol ya había dado
frutos.
No quería
verlos.
Caminó con
un fuerte
dolor en el
estómago
hasta que vio
a sus
compañeros
venir
a su
encuentro.
Bruno pensó
que venían
para
burlarse de él.
Entonces corrió con todas sus fuerzas arrancando de ellos.

Pero aun así, lo alcanzaron.


Ahora todos miraban su medio
árbol
con ojos nuevos. El árbol de
Bruno había dado frutos.
Frutos enteros.
YO SOY
FUERTE,
VALIENTE,
FUERTE
Y CAPAZ

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