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De la comprensión psicoanalítica
a la comprensión sistémica
La Pareja Humana
Lemaire
• En el campo de lo que hoy se llama psicología
clínica, se puede decir sin exageración desmedida
que es a Freud y a sus compañeros a quienes hay
que atribuirles el origen de una concepción
científica.
• Hoy es evidente la importancia de los procesos de
repetición y la referencia a las primeras relaciones
• Desde que aparece entre los miembros la
percepción implícita de un “nosotros”
colectivo, la pareja funciona de hecho como
grupo y desarrolla fenómenos que
corresponden a una verdadera transferencia
del grupo-pareja sobre el terapeuta.
• Por esto es importante distinguir en los aspectos
contra-transferenciales lo que conciernen a los
individuos separados y los que conciernen a su
grupo, pues pueden estar desunidos: por ejemplo,
el analista de pareja puede observar en él afectos
positivos con respecto a cada integrante de la
pareja separadamente, al mismo tiempo que
afectos negativos con respecto a su unión en
pareja, o inversamente. Por descontado es que en
la práctica es muy importante que un verdadero
terapeuta sepa descubrir en él y controlar sus
diversas disposiciones contratransferenciales.
• La comprensión de la familia como
conjunto o sistema semicerrado, en
equilibrio dinámico variable –suma
diferente de una suma aritmética- introdujo
en la terapéutica una perspectiva
extremadamente rica, que permite
comprender en particular la oposición al
tratamiento y la mayoría de los fracasos de
la terapia individual del niño.
• El estudio de las interacciones en sentido
amplio de las comunicaciones paradójicas
entre los miembors, permite descubrir,
gracias a una comprensión grupal circular,
las diferentes “definiciones de la relación”
que se dan los individuos, sus reglas, y
modificarlas gracias a intervenciones más o
menos paradójicas a su vez.
• Algunos modelos, cuando se les aplica de
manera un poco rígida por clínicos no muy
experimentados en la interpretación
psicoanalítica del inconsciente, tienen la
desventaja grave de descuidar importantes
factores afectivos profundamente
inconscientes, factores mucho más
dinámicos precisamente porque permanecen
reprimidos.
• Hay que tener en cuenta la dimensión del grupo
pareja, donde los fenómenos grupos que ocurren
en ella, por cierto que muy reales, se viven como
la emanación del compañero o de su medio. Es
rigurosamente imposible renunciar a considerar
los procesos inconscientes cuya importancia ya
señalamos en cada momento evolutivo, por cierto
que desde el primer momento en que se organiza
la elección del compañero.
• Sin duda hoy es posible tratar de confrontar
dos modos de explicación de los procesos
de pareja. Algunas situaciones clínicas
ilustran más fácilmente un intento de
intepretación que otras. La verdadera
dificultad no reside en excluir en nombre de
una teoría a priori el aporte de una o de otra,
sino de encontrar dónde se puede hacer la
conexión entre ambas, de ser ello posible.
• Se puede tratar de aportar a la pareja de
larga duración el enfoque de una
comprensión sistémica, que tome en cuenta
las dimensiones específicas de la díada, el
carácter más o menos simétrico de las
relaciones de sus miembros, la importancia
de la problemática inconsciente de sus
deseos y la naturaleza también inconsciente
de la mayor parte de sus comunicaciones.
• Algunos conceptos empleados en terapia
familiar parecen ser utilizables en este
campo: por ejemplo, los de papel y misión,
bajo la condición de que exista una real
dimensión grupal expresada por una especie
de “contrato implícito, que especifique a la
pareja conyugal y la distinga de otras
formas de relaciones provisorias o más
distantes.
• Otros conceptos como el de “colusión” por el cual
se estructura el engranaje de las problemáticas
propias de los integrantes de la pareja en su
aspecto profundamente inconsciente, son
utilizables también. Permiten entre otras cosas
comprender el mantenimiento de relaciones
durables entre compañeros que parecen
destrozarse y rechazar u odiarse. Es así que se
puede considerar a la organización diádica misma,
como un verdadero “sistema organizado”.
• Las perturbaciones de orden sexual, donde
se ve que la curación de uno de los
integrantes de la pareja no siempre conduce
a la curación de la disfunción sexual entre
ellos, como si esta disfunción fuera de
carácter sistémico: una perturbación entre
ellos sólo puede atribuirse a un enfoque
puramente convencional.
• En la práctica esta búsqueda desemboca en la utilización
clínica de conceptos que pueden tener un interés práctico
considerable. Se advierte entonces la necesidad de
distinguir la relación amorosa en general, de la
interrelación en el seno de la pareja.