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Cosmocaballeria

ejemplar único n|°001


23 de Noviembre del 2021

Obra de
Caballero
con alto
perfil de
Conciencia y
Generosidad
Sumario
ejemplar único n|°001
23 de Noviembre del 2021

Portada pág.. 1
Sumario pág.. 2
Editorial pág.. 3

Ferreira B.
Tirante el Blanco de Broca Salada pág.. 4-10
Amadis de Gaula pág.. 11

Camila F.
4to Año Sección
´´A´´
Numero de Lista
´´24´´

U.E. Ntra Sra. Del Valle


Tirante el Blanco continúa cabalgando por la Europa
mediterránea con la misma fuerza y el mismo coraje con los que
comenzó su andadura, hace unos cinco siglos, por las tierras del
Reino de Inglaterra. En esta mítica creación literaria, calificada
por Mario Vargas Llosa como «novela total», se conjugan con
gran habilidad elementos psicológicos, realistas e incluso
eróticos para narrarnos aventuras caballerescas, intrigas
ejemplar único n|°001

cortesanas y, por encima de todo, la historia de amor entre


Tirante y Carmesina. Y ello gracias al ingenio de Joanot
Martorell, que supo crear un personaje con todas las
características que debían hacer de él un héroe tan fantástico,
pero al mismo tiempo tan real: no nos cuesta nada imaginárnoslo
como si hubiera existido de verdad. No en vano, Miguel de
23 de Noviembre del 2021

Cervantes rinde homenaje a esta novela al salvarla de la quema


inquisitorial en uno de los pasajes más conocidos del QUIJOTE,
donde no duda en calificarla como «el mejor libro del mundo».
La presente edición de TIRANTE EL BLANCO ofrece –por
primera vez en castellano– una versión modernizada de este
clásico universal para acercarla al lector del siglo XXI.

Joanot
Martorell

Tirante el
Blanco
Las hazañas del valeroso Conde
Guillen de Varoic
noble de linaje y hombre de grandes virtudes,
En la fértil, rica y deleitosa isla de Inglaterra quien por su gran sabiduría y gran inteligencia
habitaba un caballero valentísimo, llamado el había servido durante mucho tiempo al arte de
conde Guillén de Varoic [5] , caballería con grandísimo honor, y su fama era
conocida en todo el mundo. Era un caballero
muy fuerte que en su juventud había practicado
mucho el ejercicio de las armas, haciendo guerras
tanto por mar como por tierra, y había llevado
muchas batallas a buen fin. Había participado en
siete batallas campales donde estaba presente rey
o hijo de rey con más de diez mil combatientes y
había entrado en cinco lizas de campo cerrado y
en todas había obtenido gloriosa victoria.
Hallándose el virtuoso conde en edad avanzada
de cincuenta y

cinco años y movido por


inspiración divina, se propuso abandonar las
armas e ir en peregrinación a Jerusalén,
donde todo cristiano tiene que ir, si le es
posible, para hacer penitencia. Así pues, con
dolor de contrición por las muchas muertes
que en su juventud había causado, el conde se
decidió a peregrinar.
Una noche manifestó a su mujer, la
condesa, su partida y, aunque ésta se
lo tomó con mucha impaciencia, a
pesar de que era muy virtuosa y
discreta y de que sentía por él un gran
amor, se mostró muy contrariada a
causa de su condición femenina. Por
la mañana, el conde mandó venir
ante él a todos sus servidores, tanto
hombres como mujeres y les habló:
—Hijos míos y fidelísimos
servidores, a la divina Majestad le
place que yo tenga que partir. Mi
vuelta es incierta y el viaje, de
grandísimo peligro. Por eso quiero
satisfacer ahora a cada uno de
vosotros el buen servicio que me ha
dispensado.
Una noche manifestó a su mujer, la
Entonces hizo sacar una gran caja de monedas y a .
cada uno de ellos le dio mucho más de lo que le debía, Os doy una parte del anillo que he mandado
de forma que todos quedaron muy contentos. Después, hacer; os ruego que lo tengáis como si se
aunque tenía un hijo de muy corta edad, hizo donación tratase de mi persona y que lo guard éis hasta
a la condesa de todo el condado. El conde había mi vuelta. —¡Oh, tristeza! —dijo la dolorida
mandado hacer un anillo de oro con sus armas y las de condesa—. ¿Partiréis sin m í? Por lo menos
permitidme que vaya con vos para que os
la condesa, anillo que había sido elaborado con tal pueda servir, ya que prefiero la muerte que
artificio que se podía partir por la mitad, de forma que vivir sin vuestra señoría; y si no lo consentís, el
cada parte resultaba un anillo completo con la mitad de día que muera no sentiré mayor dolor que el
las armas de cada uno y, cuando se unía, se podían ver que ahora siento.
en él ambas armas Decidme, señor, ¿es ésta la alegría y el
consuelo que yo esperaba de vos? ¿Éste es el
consuelo de amor y de fe conyugal que yo
tenía en vos? ¡Ah, miserable de mí! ¿Dónde está
la grandísima esperanza que yo tenía de que
compartiríais conmigo el final de mi vida? ¡Oh,
triste de mí, que veo perdida toda mi
esperanza! ¡Que venga la muerte, pues ya
nada me puede valer! ¡Que vengan truenos y
relámpagos y una gran tempestad para que mi
señor no pueda partir de m í! —¡Oh, condesa y
señora! Ya veo que vuestro extremo amor os
hace traspasar los límites de vuestra gran
discreción —dijo el conde—.

Habiendo resuelto todo lo que se había propuesto, se


dirigió a la virtuosa condesa y, con cara muy afable,
comenzó a decirle las siguientes palabras: —Por
experiencia conozco vuestro verdadero amor y vuestra
afable condición, esposa y señora mía, y este hecho me
hace sentir mayor dolor, ya que yo os amo a causa de
vuestra gran virtud. Grandísimos son la pena y el dolor
que siente mi alma cuando piensa en vuestra ausencia.
Pero la gran esperanza que tengo me da consuelo,
porque estoy seguro de que tomaréis mi partida con
amor y paciencia. Si Dios quiere, mi viaje acabará
pronto gracias a vuestras oraciones y así aumentará
vuestra alegría. Os dejo, señora, todo lo que tengo y os
ruego que cuidéis de nuestro hijo, de los servidores, de
los vasallos y de la casa
Debéis considerar que Nuestro Señor Dios concede
al pecador la gracia de conocer sus pecados y
debilidades, de forma que, si quiere, puede hacer
El pequeño infante, que no tenía más de
penitencia, y que la mujer que ama tanto el cuerpo tres meses, comenzó a llorar. El
de su caballero, mucho más tiene que amar su conde, que vio llorar a la madre y al
alma; por tanto, tiene que dar gracias a Dios que ha hijo con gran angustia, no pudo
querido iluminar a su esposo. Y más tratándose de contener las lágrimas y manifestó el
mí, que soy gran pecador y que en tiempos de dolor y la compasión que les tenía,
guerras he hecho muchos males y daños a mucha de forma que no pudo hablar
gente. ¿No vale más, pues me he apartado de las durante un buen espacio de tiempo,
grandes guerras y batallas, que me entregue al porque los tres lloraban. Cuando las
servicio de Dios y que haga penitencia de mis mujeres y doncellas de la condesa
pecados, que vivir en los mundanos asuntos? — los vieron llorar, movidas de gran
Buena cosa sería ésa —dijo la condesa—, pero veo compasión cayeron todas en llantos
que este cáliz de dolor se tiene que beber y que es y grandes lamentaciones, a causa
muy amargo para mí, que he sido huérfana de del gran amor que sentían por la
padre y de madre y ahora seré viuda de marido y condesa. Las damas honorables de
señor vivo. la ciudad, sabiendo que el conde
Yo que creía que había pasado mi tenía que partir, fueron todas al
infortunio y que todos los males tenían castillo a despedirse.
remedio, veo aumentar mis dolores,
porque podré decir que no me queda
más que este hijo y la tristeza de la
Ya dentro de la habitación, encontraron al
madre se tendrá que consolar con él. La
conde consolando a la condesa y cuando
condesa cogió al pequeño por los
ésta vio entrar a las honradas damas,
cabellos y se los estiró, y con la mano le
esperó que se sentasen y después les dijo:
pegó en la cara y le dijo: —Hijo mío,
—A vosotras, mujeres casadas, dirijo mis
llora la dolorosa partida de tu padre y
llantos para que, haciendo vuestros mis
acompaña la tristeza de tu madre.
daños, os lamentéis conmigo. Un caso
semejante os puede suceder a vosotras y,
ya que a mí me ocurre ahora aquello que os
puede llegar, os ruego que tengáis
compasión de mí.
Así mismo, pido que mi dolor haga tal señal en los
oídos de los lectores, que éstos lloren por los males
que me esperan, porque en los hombres no se
encuentra firmeza. ¡Oh, muerte cruel! ¿Por qué
vienes a quien no te quiere y rehuyes a los que te
desean? Todas aquellas mujeres de honor se
levantaron y suplicaron a la condesa que les Con gran pena, el conde se despidió de ella
permitiese compartir su dolor y, junto con el besándola muchas veces y lanzando vivas
conde, la consolaban de la mejor forma que lágrimas por sus ojos. También se despidió
podían. Después, ella les dijo: —Llorar no es de todas las otras damas con un dolor
nuevo para mí, ya que en distintas ocasiones en inefable. Cuando se fue, no quiso llevarse
que mi señor estaba en guerras con Francia, no
tuve día sin lágrimas. Y, según veo, tendré que
nada más que un solo escudero.
pasar el resto de mi vida con nuevas
lamentaciones. Mejor sería para mí pasar mi triste
vida durmiendo, para no sentir las crueles penas
que me atormentan y, con la pena de tal vivir, lejos
de toda esperanza de consuelo, diré: los gloriosos
santos fueron martirizados en nombre de Jesucristo
y yo lo seré por vuestra señoría, que sois mi señor;
y así, de aquí en adelante, haced todo aquello que
os plazca, pues la fortuna no me consiente otra
cosa, ya que vos sois mi marido y señor

Y quiero que vuestra señoría sepa que, lejos de


vos, estoy en el infierno y cerca, en el paraíso.
Habiendo terminado la condesa sus dolorosas
lamentaciones, habló el conde de la siguiente
forma: —Mi alma siente gran alegría de vos,
condesa, por lo que habéis dicho en las últimas
palabras y si a la divina majestad le place, mi
vuelta será muy pronta. Y podéis estar segura de
que donde sea que yo me encuentre, mi alma se
hallará continuamente con vos. —¿Qué consuelo
puedo tener yo de vuestra alma sin vuestro cuerpo?
—dijo la condesa—. Estoy segura de que
solamente por amor a vuestro hijo os acordaréis
alguna vez de mí; pero amor de lejos y casa
pasajera todo es uno. ¿Queréis que os diga
más, señor? Es más fuerte mi dolor
que vuestro amor, porque si fuese
como dice vuestra señoría, creo que
por amor a mí no partiríais. A pesar
de eso, ¿para qué quiero yo amor de
marido si no me sirve de nada? —
Condesa y señora —contestó el
conde—, ¿queréis que demos fin a
esta conversación? Yo necesito
partir, pero el hecho de irme o no
. Partió de su ciudad de Varoic, se embarcó
en una nave y, navegando con viento vistiendo el hábito de San
propicio, con el paso del tiempo llegó a Francisco. Secretamente se
Alejandría 6to sano y salvo. Bajó a tierra dirigió a una devota ermita de
y con buena compañía hizo la vía de Nuestra Señora, que distaba
Jerusalén, donde confesó sus pecados y muy poco de su ciudad de
recibió con grandísima devoción el cuerpo Varoic, y allí vivió de limosnas
de Jesucristo.
Después entró a visitar el santo sepulcro
de Jesucristo, donde hizo muy ferviente
oración con lágrimas y gran contrición de
sus pecados, por cuya razón mereció
obtener el perdón. Habiendo visitado
todos los demás santuarios que hay en
Jerusalén, y ya de vuelta a Alejandría, se
embarcó en una nave y pasó a Venecia,
donde dio todo el dinero que le quedaba al
escudero, porque lo había servido bien, y
lo casó para asegurarse de que no
regresara a Inglaterra. Dijo a todo el
mundo que el escudero había muerto y se
las ingenió para que unos mercaderes
escribiesen a Inglaterra y dijesen que el
conde Guillén de Varoic había muerto
cuando regresaba de la santa ciudad de
Jerusalén. Habiendo sabido tal noticia, la
virtuosa condesa se aturdió mucho, le
guardó un luto desmesurado y le hizo las
exequias que merecía un caballero tan
virtuoso. Pasado el tiempo, el conde
regresó a su propia tierra, solo, con los
cabellos largos hasta la espalda, la
barba toda blanca hasta la
cintura y
Esta ermita se hallaba en una alta montaña El rey inglés fue vencido; por lo tanto, se tuvo
llena de árboles de gran espesura y al lado de que retirar y se refugió, con la gente que le
una fuente. El virtuoso conde se mantenía en quedaba, en la ciudad de santo Tomás de
este desierto paraje y llevaba una vida solitaria Conturbery [9] , ciudad donde reposa el cuerpo
para huir de los mundanos asuntos, con el del santo. El rey volvió a reunir más gente y,
objeto de que sus debilidades pudiesen tener cuando supo que los moros tenían que pasar
penitencia. Perseverando en su virtuosa vida y cerca de una ribera de agua, a medianoche se
viviendo de limosnas, una vez a la semana iba apostó en un paso estrecho. Pero habiéndolo
a su ciudad de Varoic para pedir caridad, donde sabido los moros, se detuvieron hasta que fue
no era reconocido por las gentes a causa de la día claro y les presentaron una cruel batalla en
gran barba y de los largos cabellos que llevaba. la que murieron muchos cristianos, mientras
Incluso iba a la virtuosa condesa, mujer suya, que los que quedaron vivos huyeron con el
para pedirle caridad, la cual, viéndolo pedir infortunado rey.
limosna con humildad tan profunda, le hacía
mucha más caridad que a todos los demás
pobres. Y de esta forma iba pasando su pobre y
miserable vida. El gran rey de Canaria [7] ,
joven muy fuerte, viril e inquieto, lleno de
nobles esperanzas y aspirando siempre a la
honrosa victoria, reunió una gran escuadra de
naves y de galeras y pasó a la noble isla de
Inglaterra con mucha gente, porque algunos
corsarios de aquella nación habían robado en
una posesión suya. Con gran ira, porque
alguien había osado enojarlo, partió de su tierra
con una gran armada y, navegando con viento
próspero, llegó a las fértiles y pacíficas costas
de Inglaterra.
Durante la oscura noche, toda la escuadra se
adentró en el puerto de Antona [8] y con gran
astucia desembarcaron sin ser oídos por los de
la isla. Cuando estuvieron en tierra,
organizaron sus tropas y empezaron a avanzar
por la isla. El pacífico rey de Inglaterra,
habiendo conocido la mala noticia de la
llegada delos moros, reunió a toda la gente que
pudo y les presentó batalla: allí murió mucha
gente de una parte y de otra, pero los más
perjudicados fueron los cristianos.
Amadis de
gaula

Amadis de Gaula es una de las obras literarias más


representativas de los años 1500, escrita por Garci
Rodríguez de Montalvo, esta novela narra la
historia de la caballería en donde Amadis es el
principal protagonista, este tendrá que pasar por
una serie de sucesos para lograr su cometido.
El cuento comienza con la narración de los
misteriosos amores del rey Perión de Gaula y la
infanta Elisena de Bretaña, de estas relaciones
fue concebido Amadís, que fue abandonado en un
barco.
El niño fue criado por el caballero Gandales y se
aventura por los rincones más lejanos del planeta,
buscando su punto de partida, en una trama de
experiencias fenomenales, asegurada por
la hechicera Urganda, llamada la
Desconocida, ya que nunca se presenta con un
rostro o una apariencia similar, y es buscada
por el intérprete Arcaláus, el prestidigitador.
Es nombrado caballero por Perión, su padre, que
pasa por alto que es su propio hijo. Tras el triunfo
contra Abies de Irlanda, es percibido por sus
padres. En ese momento aplasta a Dardan el
complacido y a Angriote. El intérprete Arcalaús

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