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Mario Mancini
1
Mario Mancini, « L’édifiant, le comique et l’idéologie dans le Charroi de Nîmes », en Studia Romanica. Société
Rencesvals IVe Congrès International, Heidelberg, 1969, pp. 203-212.
2
Ph. A. Becker, Das Werden der Wilhelm- und der Aimerigeste, Abhandl. d. phil. Hist. Kl. Der Sächs. Akad. d.
Wiss., Bild XLIV, n. 1, Leipzig, 1939.
3
J. Bédier, Les légendes épiques, Paris, 1926, vol. I, p. 368, 3ra. edición.
1
poeta concibió su héroe como un peregrino armado4”. El hecho de que Guillermo se detenga en
Puy y deje su ofrenda en el monasterio no constituye una prueba de que se haya transformado
en peregrino: cumple únicamente con su deber de feudatario para con el clero. Basta recordar
los ejemplos de Tierry y Pinabel en la Chanson de Roland5:
Puis que il sunt a bataille justez, Puesto que se preparan para entrar en combate,
Ben sunt confés et asols et seignez, se confiesan y son bendecidos y absueltos,
Oent lur messes et sunt acumeniez Sus misas han oído, también han comulgado,
Mult granz offrendes metent par cez mustiers dejan grandes ofrendas en esos monasterios6.
(vv. 3858-61)
Y en Renaud de Montauban7:
Au mostier Saint Nicol sunt par orer alés A la iglesia de San Nicolás fueron para orar
Molt fu grande l’offrande qu’il ont mis sur l’autel Grande fue la ofrenda que dejaron en el altar
Resulta tan sugerente el mito de la ruta, una vez establecido, como el espacio donde tiene lugar
la connivencia de juglares y clérigos, que conduce casi obligatoriamente a forzar el texto en
dirección de lo edificante.
De igual modo se tiende a interpretar los motivos del viaje. Antes de abandonar la corte,
Guillermo responde al rey – quien le pregunta por qué escogió un feudo en el sur, todavía en
manos de los paganos – que su elección se debe a que los saqueos, las torturas que él había visto
en Saint Gilles lo han conmovido en tal grado que lo condujeron a prometer su liberación:
El juramento parece encerrar cierto patetismo, mientras que las verdaderas razones de la
expedición hacia el Mediodía, la piedad, la fe, parecen irrefutables. Así, el destino de Guillermo
estaría determinado por una promesa de peregrino, la cual dominaría, en consecuencia, los
cantares de gesta que describen las guerras en tierras sarracenas.
En realidad, es exactamente lo contrario. El destino de Guillermo en el Charroi de Nîmes
– únicamente en este poema, porque no se deben borrar los límites entre los cantares – se origina
a partir de varias circunstancias: la situación inicial de Guillermo como ber (señor) valiente,
aunque carente de feudos, la presencia de una multitud de hidalgos miserables y famélicos, la
cólera destructora y henchida de hybris del guerrero y la bajeza de un rey atónito y perezoso.
4
op. cit. I, p. 376.
5
Ed. Hilka, 5ta. Edición Rohlfs, Tubinga, 1960.
6
N.T. La versión castellana proviene de la traducción de Juan Victorio del Cantar de Roldan, Madrid: Cátedra,
2001.
7
Ed. Michelant, Stuttgart 1862, p. 173, vv. 19-20.
8
N. de T. Todas las citas en castellano del Charroi de Nîmes provienen de la traducción de Victoria Cirlot, Le
charroi de Nîmes/ Los carros de Nîmes, Barcelona: Bosch, 1993.
2
La historia del juramento llega “post festum”, y es Beltrán quien va a sugerir a su tío, furioso
todavía por la escena de la corte, que solicite en feudo las tierras que se hallan todavía en manos
de los paganos:
Las razones de Beltrán nada tienen que ver con la piedad, son exclusivamente de tipo feudal:
pedir las tierras de “España”, las que “de facto” no pertenecen al rey, para evitar así gravar el
reino, despojarlo. El “juramento piadoso” de Guillermo, que debe relacionarse con el curioso
episodio de Saint Gilles, del cual hablaremos más adelante, no surge como una suerte de pudor
religioso del héroe, sino que tiene toda la apariencia de una audaz y brillante fachada – a menos
que se llegue a pensar que Guillermo inventó toda la historia sobre la marcha – para justificar
de algún modo sus pretensiones y luego su expedición. Ahora bien, la densidad de esta
interpretación religiosa no debe sorprender; pensemos solamente en la querella sobre el sentido
del Pelèrinage de Charlemagne, considerada, por algunos, como una justificación de la
autenticidad de ciertas reliquias (Martín de Riquer) o como un medio de realzar la gloria de San
Dionisio (Adler) y, por otros, como una obra de inspiración política y satírica (Heinemann),
una parodia (Neuschäfer) o una gran burla (Favati)9.
¿Por qué, en lugar de detenerse en las tendencias seudoclericales, mejor no rastrear los
motivos laicos o anticlericales? En el comienzo del Charroi, el autor establece, con notable
claridad, la equivalencia: bribón, cobarde/ clérigo, abate, sacerdote:
Quant Karlemaines volt ja de vos roi fere Cuando Carlomagno quiso por fin haceros rey
Et la corone fu sus l’autel estable, Y la corona estaba inmóvil en el altar,
Tu fus a terre lonc tens en ton estage; Te quedaste mucho tiempo arrodillado en tu sitio;
François le virent que ne valoies gaire : Los franceses vieron que no valías mucho :
Fere en voloient clerc ou abé ou prestre, Querían hacerte clérigo o abad o cura
Ou te feïssent en aucun leu chanoine. O te hubieran hecho canónigo en algún sitio.
(vv. 163-68)
En los cantares del ciclo prevalece siempre esta perspectiva; la orden de caballería y la
orden monacal no son confrontadas como valores complementarios: la primera reivindica para
sí, hasta semánticamente – el verdadero martirio, el amor a Dios, el bautismo de la sangre, todo
ello se concretiza en la lucha armada contra los paganos – valores y símbolos que el otro ha
renegado con su formalismo hipócrita y su ociosa sensualidad:
3
Il se combatent as Turs et as paiens Ellos combaten contra Turcos y paganos
Par l’amor Dieu se laissent martirier Por amor a Dios se dejan martirizar
Et sovent sont en lor sanc batisié, Y con frecuencia son bautizados con su sangre,
Pour aconquerre le regne droiturier. A fin de conquistar el reino legítimo.
Moine ne voelent fors que boire et mengier Los monjes no hacen sino comer y beber
Lire et canter et dormir et froncier Leer y cantar y dormir y refunfuñar
Mis sont en mue si con por encraissier Se retiran para engordar
Par maintes foies musent en lor sautier.10 Permanentemente se distraen con sus salterios
Puede resultar interesante notar cómo en Vivien, personaje tan fanático que llega a lo
sanguinario y de un misticismo tal que tiene visiones de la beatitud celeste en la Chanson de
Guillaume y en la Chevalerie Vivien – remito al espléndido análisis de Jean Frappier11 -, la
imitatio Christi desborda las indicaciones genéricas de la religiosidad y se configura como
“Widerspiel”, como la “no-imitatio Christi” de la clerecía:
Dist Viviens: Laissiez ester, chaeles ! Dijo Vivien, ¡Dejen a esos perros!
Est ce or plais ne de clerc ne de prestre ?12 O es que ahora les agradan clérigos y sacerdotes ?
Ante estos hechos, en lugar de asignar a los monjes un rol de inspiración, sería mejor hacerlos
participar, cuando es necesario, con un rol pasivo.
Solo cuando se abandonen los motivos edificantes, la riqueza espiritual interior, la
inspiración religiosa – constante registro con el que se abusa en la interpretación de nuestra
historia – se podrá constatar la dimensión cómica de Guillermo. Se trata de un caso distinto del
de la Chanson de Roland que, pese a las tentativas tópicas de Curtius de prolongar la fórmula
ludicra seriis miscere más allá de los países y de los tiempos13, no conoce la “situación” risible,
aunque sí sabe del empleo de elementos grotescos (tener en cuenta, al respecto, la descripción
de los paganos) en un contexto esencialmente trágico. En el Charroi y en los cantares de gesta
del “pequeño ciclo” de Guillermo, por el contrario, lo cómico se proyecta sobre los personajes
y sobre las situaciones principales. El resultado más famoso, al cual podemos remitirnos como
símbolo, es sin duda el episodio de Corsolt de la rama II del Couronnement.
El adiós improvisado de Guillermo a la hija de Galafre, la dame o le vis cler (la dama
del rostro claro) que acaba de desposar por su herencia, tiene menos de patetismo sincero que
de melodrama consciente, e incluso irónico:
« Sire », fait il, « quel conseil me donez ? » Señor, dice él, ¿qué consejo me das?
Dist l’apostoiles : « Deus en seit aorez ! Dijo el apóstol: “Dios sea loado!
Qui conseil quiert bien li deit on doner : A quien consejo busca, buenos es dárselo
En peneance vos vueil je comander Como penitencia quiero ordenarte
Que Loois vo seignor secorez. Que a Luis tu señor socorras.
C’iert granz damages s’il est deseritez. » Sería un gran perjuicio si es desheredado.”
Respont li cuens : « Si com vos comandez, Responde el conde : “Como ordenes,
Ja voz conseilz ne sera refusez. » Jamás tu consejo será rechazado.”
Guillelmes baise la dame o le vis cler, Guillermo besa a la dama del rostro claro
Et ele lui, ne cesse de plorer. Y ella a él, sin dejar de llorar.
Par tel covent es les vos desservez Por tal juramento helos aquí separados
Que ne se virent en tresto lor aé. (vv. 1405-16) Que nunca en toda su vida se volvieron a ver.
10
Moniage Guillaume, vv. 513-521, ed. Cloëtra, Paris 1906-1911 (SATF)
11
J. Frappier, Les chansons de geste du cycle de Guillaume d’Orange, Paris, 1955, vol. I, pp. 279-307.
12
Chevalerie Vivien, vv. 1877-1878, ed. Terracher, Paris, 1909.
13
E. R. Curtius, Littérature européenne et moyen âge latin (trad. Franc.), Paris, 1956, pp. 528-532.
4
En cuanto a Corsolt, si presenta algún trasfondo cátaro y bíblico, de acuerdo con los
presupuestos de Scheludko14, no obstante, se impone su apariencia brusca pero ágil, su espíritu
sacrílego y burlón, su herejía puntillosa, paradójica y llena de locuacidad. Animados por el
estridente ejemplo de la “Rama Corsolt”, no debemos sorprendernos de poder leer el Charroi
desde una perspectiva poco seria, desencantada, casi maliciosa. Primeramente, el juramento,
que ya hemos mencionado, se produce en medio de una situación que debemos calificar, al
menos, de extravagante. En Saint Gilles, como Guillermo recuerda con repulsión – ¡cuánto
recato frente a la corte! -, es víctima de una seudo-tentativa de seducción: huésped de un
caballero, momentáneamente lo roza la amenaza de una “aventura” licenciosa:
El episodio es sumamente divertido pues presenta sucesos preliminares imbricados (aval / celier
/ amont / solier), imprecisiones y paréntesis para evocar la distancia, la inocencia de su corazón
puro (amistiez / ou itel chose que feme a home quiert), virtud hiperbólica (aprochiez / qui me
donast mil livres), brutal, dramática de Guillermo, quien parece solicitar la “palabra clave” (Le
pregunté: “Dama, qué buscas?”) y finalmente la descarga irónica de la tensión a partir del
pedido de ayuda contra los paganos (Merced…)
En última instancia, podría definirse el emotivo punto final, pero es posible evitar que
se proyecten, sobre la figura de la “noble dama” y sobre todo el episodio, las maquinaciones
que Guillermo sospechaba y que, alarmado, intentaba eludir.
De igual modo, cuando Guillermo recibe la investidura de los feudos de España, el
episodio se complica en función de ciertas desviaciones impredecibles. Guielin y Bertrán, sus
sobrinos, son elegidos para recibir, junto con él, el guante y compartir “lo bueno y lo malo” de
la expedición. El momento solemne se mantiene en suspenso, como si se tratara de un efecto
teatral. Los sobrinos declinan el ofrecimiento, argumentando que son jóvenes y que no quieren
afrontar las penurias del viaje; entonces su padre, Bernart de Bredant, avergonzado por el
rechazo de aquellos, los golpea y amenaza matarlos con su espada. Súbitamente persuadidos,
Guielin y Bertrán suben a un banco y provocan a los paganos:
14
Op. cit., p. 458.
5
El uso de lugares comunes difícilmente se deba al azar. Guielin y Bertrán parecen imitar a su
tío, siguiendo exactamente sus “saltos sobre algún objeto” para dominar desde las alturas la
situación, empleando su voiz clere (voz clara) de heraldo y de vengador:
Seur une table est Guillelmes montez Guillermo se ha subido a una mesa;
A sa voiz clere commença a crier Con su voz estentórea empezó a gritar
(vv. 635-36)
Y el futuro heroísmo, que hará resplandecer el “linaje”, recibe una motivación bastante poco
heroica, casi de “transferencia” infantil, denunciada inequívocamente y de forma inmediata por
el mes (pero):
“Batuz nos a dan Bernarz de Brebant; “Nos han convencido el señor de Brubant;
Mes, par l’apostre que quierent peneant, Mas por el apóstol al que rezan los penitentes,
Ce comparront Sarrazin et Persant. Nos lo pagaran los sarracenos y los persas.
Bien pueent dire entré sont en mal an; Bien pueden decir que les ha tocado vivir un mal año
Il en morront a milliers et a cenz.” ¡Morirán a centenares y a miles!”
(vv. 630-34)
Es posible observar la particular composición de la historia, aún en los momentos más tensos y
dramáticos. Desde el primer momento de la gran requisitoria de Guillermo contra el rey, las
actitudes y los diálogos se tornan extraños, inverosímiles, burlones. Guillermo recuerda su
condición de bacheler, su espera ociosa y melancólica en palacio, a través de la rememoración
del sobrenombre que le dieron, Dant muse en cort, espléndida lectio difficilior conservada
únicamente en el manuscrito C. Esta capacidad de Guillermo de tomarse el pelo es una
constante, casi una vocación. Téngase en cuenta la manera en que relata las aventuras vividas
en torno a su nariz cortada y vuelta a colocar y la venganza final con la muerte de Corsolt.
Lo cómico tiene un papel preponderante también en la segunda parte del cantar, aunque
la presencia de componentes inequívocos como la determinación de aceptar ciertas realidades
sociales y la presencia inexorable de una ideología impiden que el cantar se vincule con el
género de los poemas heroico-cómicos. La Chanson de Roland, de acuerdo con la definición
de Erich Auerbach – que podemos aceptar, pese a que sus implicancias no son totalmente
convincentes, en particular, debido al empleo deformado del concepto de “cotidiano”
(alltäglich) – nos presenta un cuadro social de ciertas limitaciones: “un cuadro angosto en el
que solo aparece una clase social, y esta en forma muy simplificada15”. El Charroi, por el
contrario, fuera de la “limitación estamental” de la Chanson de Roland, proyecta múltiples
tentativas de definición de la realidad.
El villano (vilain) que Guillermo encuentra en el sur difiere radicalmente de la
tradicional caracterización grotesca, siguiendo la herencia tópica de la “descriptio” de los
paganos16 - para este tipo de caracterización piénsese en el ‘villano’ del Yvain de Chrétien de
Troyes17 o en los pastoriaus del pastiche Aucassin et Nicolette18. En el Charroi de Nîmes, el
15
E. Auerbach, Mimesis, 2da edición, Berna, 1969, p. 106
16
Ver H. Theodor, Die komischen Elemente der altfranzösischen Chansons de geste (Beihefte ZrPh, 48), Halle,
Niemeyer 1913, pp. 9-15.
17
Ed. Roques (CFMA), 1960, vv. 286 y siguientes.
18
Cap. 24, ed. Roques (CFMA), 2da. Edición, 1936.
6
villano es un personaje verosímil y humano, tanto en su aspecto como en su comportamiento.
Lo vemos en su carro, con un tonel de sal que compró donde era más barato; a su lado se
encuentran sus tres hijos que juegan a la billete. Guillermo conversa amablemente con él, pero
en un momento la charla toma un giro decisivo:
Bacheler estes, de terre avez mestiers (v. 1369) Eres bacheler, de tierras tienes menester.
19
G. Duby, « Au XIIe siècle : les « jeunes » dans la société aristocratique », en Annales, 1964, pp. 835-846.
7
Inestables, turbulentos, listos para jugarse pues no poseen nada, los bachelers
constituyen el elemento principal de la agresividad feudal, provocan peleas y desórdenes y se
transforman en “caballeros bandidos”, preparados para lanzarse, en bandas, en expediciones
improvisadas, incursiones y pillajes. Es solo a partir de estas coordenadas que es posible
comprender el sentido de las invectivas de Guillermo contra el rey y, en especial, la verdad y el
pathos de su llamado a los bachelers, arenga que es tan agresiva y resolutoria porque está
enraizada en la realidad de esta “Lumpenfeudalität” (feudalidad desposeída). Pero si en la
primera parte del cantar el accionar de lo cómico está contenido por la cólera y el sarcasmo, en
una trama ulterior del Charroi, la idea de los carros brinda otras lecturas.
Con frecuencia, en los cantares de gesta, el travestismo deviene metamorfosis; sin
embargo, este registro esta lejos de la deformación inconmensurable del Charroi. Para entrar
en Nîmes los bachelers se transforman en mercaderes. Mundo al revés, como sugiere Jean
Frappier20. Sí. Sin embargo, mientras que el Tristán de Béroul,21 disfrazado de leproso y en
medio del barro, se encuentra, efectivamente, en lo más bajo de su fortuna, perseguido y
degradado, Guillermo usa el travestismo solo como un ardid de guerra. El mundo del Charroi
no se halla al revés: detrás de Guillermo se percibe siempre la presencia de la mesnada y, en
especial, su inalterable identidad. En cualquier momento podría tirar su máscara y lanzar las
palabras, en la cara de los paganos, del Vivien de las Enfances Vivien:
20
Frappier, op. cit. II, p. 241.
21
Béroul, Tristan, ed. A. Ewert, Oxford 1939, vv. 3615 y siguientes.
22
Enfances Vivien, vv. 2043-2044, citado en J.F. Falk, Etude sociale sur les chansons de geste (Diss.), Upsal 1899,
p. 95
23
L. Gautier, Les épopées françaises, 2da. edición, París 1878-82, IV, p. 387.
24
Ed. O. Jodogne, en Le Moyen Age 66, 1960, pp. 495-526.
8
Nykrog sobre los fabliaux, a pesar de y en función de lo cómico, que Bédier consideraba como
la expresión clásica del “espíritu burgués”, traslada este género hacia el ámbito del “espíritu
cortés”.
Respecto del Charroi, a fortiori, la puesta al día de la oposición entre los nobles y los
mercaderes, esta preferencia por los bachelers y la positividad de la acción nos permite superar
las incertidumbres interpretativas debido a la presencia de materiales cómicos y evitar conceder
toda obra a la mentalidad burguesa. Por otra parte, ¿cuál es la amenaza burguesa que pesa sobre
el orden feudal en el mundo que representa nuestro cantar? Los malos consejeros, que la derecha
feudal ataca porque son unos advenedizos, no alteran el orden establecido, aunque logran
insertarse en una estructura social consolidada.
Los mercaderes, punta de lanza de la burguesía, como acumuladores precapitalistas,
poseedores parasitarios del beneficio de alienación – Veräusserungsprofit – representantes de
la abstracción del capital comercial (Marx25), son una clase desarraigada (Pirenne26), pero no
de dominadores.
Toda la historia del Charroi se halla todavía fuertemente controlada por manos feudales,
aunque muestre las transformaciones de una sociedad que ya conoce las ciudades y el comercio.
Más aún, los resultados más extremos del estilo del cantar pueden encuadrarse fácilmente en
una feudalidad desordenada y violenta, que baja a las calles, que saquea, que establece sin dudar
nuevas alianzas y se abre a nuevas experiencias, que se explicitan, simbólicamente, a través de
la aventura mercantil.
Si es necesario, esta feudalidad está dispuesta a sacrificar, midiéndose con la realidad –
una realidad en la que puede ser que el héroe pierda su nariz o los pelos de su gernun –, el
“aura” aristocrática que rodeaba al feudatario de la antigua nobleza alta, “aura” que rechazaba
cualquier disfraz, cualquier degradación, por más que fuera momentánea o funcional. Por el
contrario, este otro acepta todo, con tal de continuar siendo el dueño de un mundo que ya no
sabe de heroísmos nacionales y que solo conoce aventuras reales.
Ni siquiera la permanente corrosión cómica ejercida por la elocuencia estilísticamente
tan densa de la versión D logra romper el arco de la acción épica positiva – la conquista de
Nîmes – la que, a veces, resulta dificultoso vislumbrar en el extraño juego de golpes y
contragolpes burlescos, pero que siempre es perceptible, si se la busca, pues nunca es
explícitamente denegada.
Respecto del Charroi de Nîmes, que demuestra de manera paradigmática la evolución
de lo épico y del heroísmo sagrado hasta transformarse en laico y burlesco, debe hablarse solo
de “épica cómica”, evitando las trampas de lo edificante y lo sublime, por un lado, y de lo
cómico-heroico, por el otro, y reconociendo, además, la presencia de realidades sociales y de
lo ideológico.
25
K Marx, “Das Kapital”, III, cap. 20, Geschichtliches über das Kaufmannskapital; Marx/Engels, Werke, Berlin,
1964, vol. 25, pp. 335-349.
26
H. Pirenne, « Les périodes de l’histoire sociale du capitalisme », en Histoire économique de l’Occident médiéval,
Bruges, 1951, p. 26.