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Los procesos en los cuales la absorción gaseosa va acompañada por una reacción química
normalmente se llevan a cabo en tanques donde las burbujas del gas se dispersan en la fase
líquida. El líquido se mezcla con un agitador o por medio de las mismas burbujas del gas y
también puede existir una apreciable mezcla del propio gas. Esto tiende a disminuir la
conversión. Sin embargo, cuando el gas que no ha reaccionado se puede reciclar o casi no
tiene costo (como el aire), no se requiere una alta conversión del gas. Un importante
ejemplo se da en el uso del aire para oxidar materia orgánica en aguas negras o lodo residual
de alcantarillas. Uno de los métodos de aereación utiliza inyectores o difusores colocados
cerca del fondo del tanque. Los cabezales de tubería con múltiples orificios se denominan
difusores burdos y producen burbujas de 1 a 5 mm. Los tubos de cerámica porosa o de
polímeros generan burbujas más finas, pero la coalescencia puede aumentar el tamaño de
las burbujas. Los tanques grandes pueden contener más de 100 difusores, cada uno
dispersando de 5 a 20 SCFM de aire y desahogando la mayoría del gas hacia la atmósfera.
Otros dispositivos para dispersión de gases incluyen turbinas cerca del fondo del tanque con
un inyector en la parte inferior e impulsores de flujo axial montados cerca de la superficie,
para atrapar el gas de el espacio del vapor, o para aspersar el líquido hacia el aire.