Está en la página 1de 15

PUEDE HABLARSE

UNA ÉTICA EN
JESÚS
DÉCIMO GRADO
ÉTICA DE CRISTO

• A Jesús que plantea una ética de la felicidad y el gozo desde la perspectiva del Dios hecho hombre,
del Dios encarnado. Un Dios que opta hacerse hombre, por amor a los hombres y desde su
condición de hombre acompañar y salvar a la humanidad.
• A Jesús que empieza su misión con y desde los más desprestigiados de su época para buscar el
cambio desde ellos.
• A Jesús que se conmueve hasta las entrañas con el dolor y el sufrimiento de los demás; que no
juzga ni condena.
• A Jesús como una buena persona pero no porque lo dijera él, sino por la liberación y la felicidad
que transmitía a los que lo conocieron y vivieron con él; a los que liberó de sus cargas (dolores,
pecados, enfermedades, incluso de la muerte). A Jesús que se pasó haciendo el bien.
ÉTICA DE CRISTO

• Nos presenta también a una Iglesia jerárquica e institucional debilitada y frágil, incapaz de dar
pasos ágiles para contener y responder a las nuevas necesidades de nuestra época. Que sólo
quedó en los ritos (vacíos) como expresión de fe. Contrasta ésta realidad a la planteada por
Jesús que antepone la vida a la religión. Jesús quería hacer feliz a la gente. Jesús no trae
prohibiciones sino propuestas de felicidad compartida venciendo a las tentaciones del dinero y
del poder que son los causantes principales de deshumanización. Jesús no se impone desde el
poder sino desde la ejemplaridad.
UNA ETICA DESCONCERTANTE
• señala que los cambios visibles en la sociedad se dan porque las personas somos las que cambiamos, así
como todo nuestro mundo de creencias, valores e identidades. Está emergiendo un nuevo modelo de
persona. Jesús también introdujo una ética de cambio y por tanto de desconcierto, porque señalaba que las
instituciones de su tiempo (religiosas, políticas, familiares) no respondían a la necesidad de felicidad de
las personas; eran autoritarias, despóticas, injustas, represoras, moralistas. Era un modelo de amenaza; en
cambio, Jesús propone un modelo de “acogida”, especialmente a los despreciables de esa sociedad,
sanando heridas, devolviendo la dignidad perdida, la alegría y la esperanza. La ética de Jesús es la ética de
la vida, del gozo, y quiso (y quiere) que todos vivamos y gocemos de la vida, gozo compartido, sin excluir
a nadie. El autor señala que en nuestro tiempo las dos grandes instituciones (religión y familia)
transmisoras de creencias y valores están sumergidas en una profunda crisis, manifestándose en que la
relación institucional está siendo cambiada por la relación personal. Lo que da sentido a la vida de las
personas no es la institución a la que están vinculadas, sino las personas con las que se relacionan. Por eso
el matrimonio está en crisis y la pareja está en auge. Jesús fue muy crítico precisamente con las dos
instituciones que hoy se hallan en crisis: familia y religión, y su mensaje sobre el Reino de Dios
contrastaba con los lazos familiares, sociales y religiosos de su época. La ética de Jesús fue una ética
crítica y de cambio con tantas cosas que funcionaban mal en su pueblo y en su tiempo. Jesús criticó lo
criticable y en lugar de lo que criticaba ofrecía los grandes valores del Evangelio.
LA HUMANIDAD DE DIOS
• La ética de Jesús fue una ética que se sustentaba en la fe en Dios y que se puede explicar a
partir de esa creencia. Para comprender esta ética debemos repensar en la idea que tenemos de
Dios y analizar profundamente si ese Dios nuestro coincide o no con el Dios que anunció
Jesús. Nuestra cultura y nuestra incapacidad de abarcar a Dios ha desfigurado su imagen hasta
convertirlo en juez y censor de todas las cosas que nos dan felicidad y, muchas veces, lo
relacionamos con las desgracias que nos ocurren. En la Encarnación es cuando Dios se funde y
confunde con lo humano y se nos da a conocer en la persona, en la vida y en las palabras de
Jesús. Es por eso que el papel de Jesús es decirnos cómo es ese Dios en el que creemos y al que
buscamos. “Quién me ve a mí está viendo al Padre” (Jn 14,9). Ver a Jesús es ver a Dios. Porque
lo más profundo de Dios no es su divinidad (que no sabemos lo que es ni podemos saberlo),
sino su humanidad. Dios, sin dejar de ser el Trascendente, es la realización más plena y más
honda de la humanidad.
JESUS SE FUE A GALILEA
• “…Jesús se fue a Galilea” (Mc 1,14) es la primera decisión que tomó Jesús en cuanto empezó
la misión que él creía que tenía que llevar a cabo en este mundo. Una decisión que fue clave en
la vida de Jesús fue empezar a desarrollar su actividad en una región lejana, habitada por
humildes campesinos y pescadores pobres, gente que además resultaba sospechosa; era una
población que carecía de influencia, que no vivía en la abundancia y que además, tenía mala
fama. Ser galileo tenía un apelativo de desprecio. Es evidente que Jesús no cuidó su imagen
pública ni se afanó por ganarse a los notables o a las clases influyentes de la sociedad de su
pueblo y de su tiempo. Es más, se va a una región gobernada por el tirano y corrupto Herodes
que no estaba dispuesto a consentir denuncias proféticas de nadie, lo que hacía más peligrosa
su estancia en Galilea.
PASO HACIENDO EL BIEN
• Pedro, que conoció bien a Jesús, resume su vida en la fórmula: “pasó por la vida haciendo el
bien”. Fue una persona para los demás y no para sí misma. La condición de validez de una
acción personal consiste en: la aceptabilidad de los demás miembros de la comunidad de dicha
acción. El espejo del comportamiento ético no es la propia conciencia, sino el rostro de los que
viven conmigo. Todo esto quiere decir que son las víctimas de este mundo quienes, desde su
propia experiencia, se constituyen en únicos jueces capacitados para distinguir, con autoridad
creíble, lo “bueno” de lo “malo”. Por todo esto se comprende lo que dijo Pedro de Jesús: “pasó
haciendo el bien”. Aquel hombre vio con sus propios ojos y oyó con sus propios oídos la
alegría de los enfermos sanados por Jesús, el gozo de los pecadores acogidos y perdonados, el
entusiasmo de la gente pobre que comió hasta saciarse. Jesús se pasó haciendo el bien porque
los que se acercaron a él se sintieron bien. De Jesús se dijo que era una buena persona no
porque lo proclamó él sino porque lo vieron y lo sintieron los demás.
NO TIENEN VINO
• Jesús hacía cosas que tenían un significado y a esas cosas se le llama signos. Signos que
producen una profunda experiencia, que es la fe. Los signos (milagros) son actuaciones que
confirman la presencia de un profeta enviado por Dios. El relato de la boda de Caná (Jn 2, 1-
11) es el primer signo que hizo Jesús. El agua, que Jesús convirtió en vino, no era agua para
usos domésticos (beber, guisar, lavarse), no era agua para la vida sino que se trataba de un agua
para la religión. “Había seis tinajas de piedra de unos cien litros cada una, como lo pedían los
ritos de purificación de los judíos” (Jn 2, 6). Se expresa así la enormidad y la pesadez de la
religión que hacía más hincapié en la pureza que en la justicia.
LO PRIMERO ES LA VIDA NO LA
RELIGIÓN
• Los tres evangelios sinópticos cuentan que Jesús curó a un manco precisamente el día (un
sábado) en el que las leyes religiosas del judaísmo prohibían hacer ese tipo de curaciones (Mc
3, 1-6; Mt 12, 9-12; Lc 6, 6-11). Ahí acusan a Jesús de lo peor que se podía acusar a un judío,
el pecado de blasfemia (Mc 2, 7). Un pecado, que además de ofensa a Dios, era un delito y que
se castigaba nada menos, que con la pena de muerte. La curación del manco termina con el
complot para dar muerte a Jesús. Para Jesús la meta suprema es el amor a los demás, no el
cumplimiento del precepto religioso. Antepone lo humano (amar) a lo religioso (cumplir
observancias sagradas). En el evangelio de Marcos quedan patentes cuatro cosas: 1- que los
discípulos de Jesús no cumplían con determinados e importantes deberes de la religión; 2- que
Jesús estaba de acuerdo con semejante conducta; 3- que además daban argumento para
justificar aquella conducta; 4- que Jesús hacía y decía todo aquello porque estaba convencido
de que lo central para Dios no es la religión (observancia del descanso del sábado), sino el ser
humano, especialmente cuando está apremiado por el hambre, el desprecio, la enfermedad
“SE ME CONMUEVEN LAS ENTRAÑAS
AL VER A ESTA GENTE” (MC 8,2)
• Cada persona es lo que es su sensibilidad. Y cada cual hace lo que le dicta su sensibilidad;
hacemos aquello a lo que somos sensibles y dejamos de hacer cosas a lo que somos insensibles.
Así de decisiva es la sensibilidad en nuestras vidas y en nuestro comportamiento. Jesús
reaccionaba visceralmente ante la gente que sufría, no aguantaba el dolor de los otros, porque
su sensibilidad no lo toleraba; ésta es la clave en la ética de Jesús. La parábola del rico y el
pobre Lázaro (Lc 16, 19-31) nos viene a decir que lo peor que hay en la vida es la violencia de
los indiferentes. Es decir, la violencia de los insensibles ante el dolor ajeno. En la parábola del
buen samaritano (Lc 10, 25-37) lo más fuerte es que los observantes de la ley (sacerdote y
levita) no tuvieron la sensibilidad ante el sufrimiento, mientras que el inobservante
(samaritano) fue el que reaccionó ante el moribundo y se le conmovieron las entrañas.
“LOS ULTIMOS SERAN LOS
PRIMEROS” (MC 10,31)
• Los últimos suelen ser los que tienen más necesidades, son los que carecen de medios
económicos, de derechos, de cultura, de protección social, de dignidad, de afecto, de cercanía
humana. Jesús se manifiesta tajantemente ante esta problemática y presenta su proyecto en
donde los últimos serán los primeros. Lo que en realidad desea es que los últimos dejen de ser
los últimos. En todos los casos, Jesús cortó por lo sano y les dijo sin rodeos: “El que quiera ser
el primero, que sea el último de todos y el sirviente de todos” (Mc 9, 35) porque él sabía muy
bien que quienes quieren escalar, subir, trepar, colocarse en los primeros lugares van
haciéndolo a costa de los demás, tiranizando u oprimiendo al hermano; es la causa más
determinante de violencia en el mundo En este tema Jesús fue intransigente hasta el extremo.
ETICA DE OBLIGACIONES, ETICA DE LA
FELICIDAD
• La misión de Moisés fue traer obligaciones y deberes, algunos de ellos muy pesados y que se
convirtieron en la Ley para los judíos. Moisés fue un legislador además del libertador del
pueblo judío de Egipto. Jesús en cambio, trajo la gracia y la verdad. La gran innovación
consistió en anunciar a los hombres religiosos que estaban liberados de la Ley. “La Ley y los
Profetas llegaron hasta Juan (Bautista), desde entonces se anuncia el reino de Dios” (Lc.16, 16)
Jesús con las bienaventuranzas presenta su programa ético de felicidad y dicha en
contraposición al de Moisés, que es un programa de deberes y obligaciones. Jesús no anula los
mandamientos sino propone metas a las que invita a llegar. Jesús no habla de prohibiciones
sino hace propuestas. Se trata de sustituir los mandamientos que prohíben lo malo por ofertas
que atraen hacia la felicidad.
JESUS Y EL DINERO
• El dinero y, más el capital, entrañan una misteriosa seducción, que bien se puede considerar
como un fetiche, como algo casi religioso, que apasiona y ciega hasta el extremo de no ver la
vida sino desde el punto de vista que suministra el afán de ganancia y acumulación. Jesús sabe
que el dinero ejerce una fuerza totalizadora, y por tanto tiene un poder de seducción que
termina compitiendo con Dios ya que los sentimientos que Dios despierta, tienen un cierto
parecido psicológico con los sentimientos de paz y seguridad que suele aportar el dinero a
quienes lo poseen. Por eso el dinero puede ser un rival de Dios. Jesús no rechazaba, por
principio, a la gente con dinero; mantuvo muy buenas relaciones con personas que gozaban de
buena situación económica. A los que cuestionaba (y cuestiona) era a aquellos que retenían sus
bienes para sí solos, que se interesaban solamente por su propio bienestar, sin darle a su dinero
ningún tipo de productividad y, negándose a compartir lo suyo con los que pasaban
necesidades y sufrimientos a causa de sus carencias. Semejante persona no cree en Jesús ni
acepta el Evangelio. Esto es lo que Jesús dice a los ricos.
JESUS Y EL PODER

• La tentación más grande que llevamos inscrito en nuestros genes vitales y humanos es el deseo
de poder; y Jesús vio esto con toda claridad y se manifestó firme y tajantemente ante esta
tentación. Los evangelios establecen un principio muy claro y muy firme: el que pretende ser
más grande que los demás y, por tanto, estar por encima de los otros, tener más poder que los
otros y someterlos a su propia voluntad, ése no puede entrar al Reino de Dios. Jesús no se
relacionó con sus discípulos desde la superioridad sino desde la ejemplaridad; como amigo
ejemplar que pide a sus amigos seguimiento y no obediencia. No le pide a nadie que renuncie a
su libertad ni que ponga esa libertad en manos de otros.
ETICA Y MISTICA
• La idea de que las normas y las obligaciones no van a cambiar el mundo y que “el cristianismo sin
Evangelio”, es en gran medida el responsable del desprestigio de la Iglesia ya que la jerarquía asume
conductas marcadas por el poder y no por la ejemplaridad de Cristo. Y que el “Evangelio íntegro”
sólo puede ser vivido por los místicos anónimos que a nadie llaman la atención; gente normal, buenas
personas incluso en las circunstancias más duras de la vida, en las estrecheces de un sueldo que no
llega a fin de mes, en la inseguridad de un trabajo precario, en la soledad del que tiene que vivir una
cultura diferente, en la pesadez de una convivencia en la que nadie te comprende, en la enfermedad
sin esperanza de curación, en la vejez que se vive sin resentimientos, ni amargura, en el anonimato
del que nunca es una persona importante ni hace nada que llame la atención….Cuando una persona, a
pesar de todo esto, sigue siendo una buena persona y nunca se cansa de ser simplemente una buena
persona, ahí tenemos un místico. Es el místico el que nunca está satisfecho consigo mismo y que
jamás puede pensar que él es una buena persona. Es el místico el que sufre con los que sufren, es el
que no soporta la desigualdad; es al que nadie lo verá como místico sino como a un tipo raro, quizá
poco equilibrado, poco edificante. Todo eso lo pensaron y dijeron de Jesús el Señor.

También podría gustarte