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ROMANOS

EPISTOLA A LOS ROMANOS

Autor: Pablo
Tema: La revelación de la justicia de Dios
Fecha: 57 d.C.

Propósito: Pablo escribió esta epístola con el fin de preparar el


camino para el ministerio que esperaba tener en Roma y para la
misión en España. Su propósito era doble: [1] Como parecía que los
romanos habían recibido rumores tergiversados acerca del mensaje y
de la teología de Pablo (Romanos, 3:8, 6:1-2, 15), considero necesario
poner por escrito el Evangelio que había predicado por 25 años. [2]
Procuro corregir ciertos problemas en la iglesia, que ocurrían a causa
de actitudes equivocadas de los judíos hacia los gentiles (Romanos,
2:1-29, 3:1, 9) y de estos hacia aquellos (Romanos, 11:11-36).
Romanos es la epístola de Pablo mas extensa, teológica e influyente.
Tal vez, por estas razones este colocada en primer lugar entre sus 13
libros del NT. Pablo escribió Romanos en conexión con su misión
apostólica al mundo gentil. Contrario a lo que sostienen ciertas
tradiciones eclesiales, la iglesia de Roma no fue fundada por Pedro ni
por ningún otro apóstol. Es posible que la iglesia de Roma fuera
establecida por alguno de los convertidos de Pablo de Macedonia y
Asia o por judíos y prosélitos convertidos el día de Pentecostés
(Hechos, 2:10). Pablo no consideraba a Roma como el territorio de
otro apóstol (Romanos, 15:20). En el libro de Romanos, Pablo asegura
a los creyentes de Roma que el, con frecuencia, ha pensado
predicarles el Evangelio pero, hasta ahora, ha sido estorbado para ir
(Romanos, 1:13-15, 15:22).
Pablo afirma su deseo vehemente de ir a verlos y les comunica sus
planes de visitarlos pronto (Romanos, 15:23-32). En el momento de
escribir, hacia el final de su tercer viaje misionero (Romanos, 15:25-
26, Hechos, 20:2-3, 1º Corintios, 16:5-6), Pablo estaba en Corinto
como huésped de Gayo (Romanos, 16:23, 1º Corintios, 1:14). Cuando
escribió la Epístola a los Romanos con la ayuda de Tercio (Romanos,
16:22), pensaba regresar a Jerusalén para el día de Pentecostés
(Hechos, 20:16; es probable que fue en la primavera de 57 o 58 d.C.) y
entregar en persona una ofrenda de ayuda de las iglesias no judías
para los santos empobrecidos de Jerusalén (Romanos, 15:25-27).
Pablo esperaba ir después a España con el Evangelio, visitar de paso
la iglesia de Roma y recibir ayuda de ellos al seguir hacia el oeste
(Romanos, 15:24, 28).
El tema de Romanos se presenta en Romanos,
1:16-17: en el Señor Jesucristo, la justicia de Dios
se revela como la respuesta a su ira contra el
pecado. A partir de allí, Pablo expone las
verdades fundamentales del Evangelio. En primer
lugar, recalca que son universales el problema del
pecado y de la necesidad humana de justicia
(Romanos, 1:18 - 3:20). Ya que judíos y gentiles
están en pecado y, por consiguiente, bajo la ira de
Dios, nadie su puede justificar ante Dios sino por
medio del don de justicia mediante la fe en
Jesucristo (Romanos, 3:21 - 4:25).
Después de recibir la generosa justificación por la gracia mediante la
fe y la seguridad de la salvación (Romanos, 5), el don de justicia de
Dios se demuestra en la muerte con Cristo al pecado (Romanos, 6), la
liberación de la lucha con la justicia de la ley (Romanos, 7), la
adopción como hijos de Dios y la nueva vida "en el Espíritu" que
lleva a la glorificación (Romanos, 8). Dios realiza su plan de
redención a pesar de la incredulidad de Israel (Romanos, 9 - 11). Por
ultimo, Pablo declara que, los que han sido transformados por Cristo,
llevan a la practica la justicia y el amor en todos los aspectos de la
conducta social, civil y moral (Romanos, 12 - 14). Pablo concluye
Romanos con una explicación de sus planes (Romanos, 15) y una
larga lista de saludos con la ultima exhortación y una doxología
(Romanos, 16).
Siete énfasis principales caracterizan
Romanos. [1] Es la epístola mas sistemática
de Pablo, la epístola teológica por
excelencia del NT. [2] Pablo escribe con un
estilo de preguntas y respuestas o de
debate (Romanos, 3:1, 4-6, 9, 31). [3] Pablo
usa el AT extensamente como autoridad
para su presentación de la naturaleza
verdadera del Evangelio. [4] Pablo presenta
"la justicia de Dios" como la revelación
central del Evangelio (Romanos, 1:16-17):
Dios restaura el orden de las cosas en
[5] Pablo enfoca la doble naturaleza del pecado,
junto con la provisión de Dios en Cristo para cada
aspecto: [a] el pecado como transgresión personal
(Romanos, 1:1 - 5:11) y [b] el principio de "pecado"
(del griego "je jamartia"), es decir, la tendencia
natural inherente a pecar que hay en el corazón de
cada persona desde la caída de Adán (Romanos,
5:12 - 8:39). [6] Romanos, 8 es el capitulo mas
extenso de la Biblia sobre la función del Espíritu
Santo en la vida del creyente. [7] Romanos
contiene el mas penetrante análisis de la Biblia
acerca del rechazo de Cristo por los judíos (con la
excepción de un remanente) y del plan de Dios
para una redención que abarca a todos, volviendo
DESEO DE PABLO DE VISITAR ROMA

Romanos, 1:8 Primeramente doy gracias a mi


Dios mediante Jesucristo con respecto a todos
vosotros, de que vuestra fe se divulga por todo el
mundo. 1:9 Porque testigo me es Dios, a quien
sirvo en mi espíritu en el evangelio de su Hijo, de
que sin cesar hago mención de vosotros siempre
en mis oraciones, 1:10 rogando que de alguna
manera tenga al fin, por la voluntad de Dios, un
próspero viaje para ir a vosotros. 1:11 Porque
deseo veros, para comunicaros algún don
espiritual, a fin de que seáis confirmados;
Romanos, 1:12 esto es, para ser
mutuamente confortados por la fe que nos
es común a vosotros y a mí. 1:13 Pero no
quiero, hermanos, que ignoréis que muchas
veces me he propuesto ir a vosotros (pero
hasta ahora he sido estorbado), para tener
también entre vosotros algún fruto, como
entre los demás gentiles. 1:14 A griegos y a
no griegos, a sabios y a no sabios soy
deudor. 1:15 Así que, en cuanto a mí, pronto
estoy a anunciaros el evangelio también a
vosotros que estáis en Roma.
EL PODER DEL EVANGELIO

Romanos, 1:16 Porque no me avergüenzo del evangelio,


porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que
cree; al judío primeramente, y también al griego. 1:17
Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe
y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.

Aquí Pablo cita un pasaje muy conocido del AT del profeta


Habacuc:

Habacuc, 2:4 He aquí que aquel cuya alma no es recta, se


enorgullece; mas el justo por su fe vivirá.
LA SALVACION

Salvación (del griego "soteria") significa


"liberación", "pasar con seguridad", "protección
de daño". Ya en el AT Dios se revelo a si mismo
como el Salvador de su pueblo (Salmos, 27:1,
88:1, Deuteronomio, 26:8, Salmos, 61:2, Isaías,
25:6, 53:5). La salvación se describe en la Biblia
como "el camino" que conduce a la vida hasta la
eterna comunión con Dios en el cielo (Mateo,
7:14, Marcos, 12:14, Juan, 14:6, Hechos, 16:17, 2º
Pedro, 2:2, 21, Hechos, 9:2, 22:4, Hebreos, 10:20).
Ese camino de salvación debe seguirse hasta el
Se puede describir la salvación como un camino con 2
lados y 3 etapas:

[1] El único camino de salvación. Cristo es el camino al


Padre (Juan, 14:6, Hechos, 4:12). Se provee la salvación
por la gracia de Dios, la cual El da en Jesucristo
(Romanos, 3:24), basada en su muerte (Romanos, 3:25,
5:8), resurrección (Romanos, 5:10) y continua intercesión
por los creyentes (Hebreos, 7:25).

[2] Los 2 aspectos de la salvación. La salvación se recibe


por gracia, mediante la fe en Cristo (Romanos, 3:22, 24-25,
28). Es decir, se produce como resultado de la gracia de
Dios (Juan, 1:16) y la respuesta humana de la fe (Hechos,
16:31, Romanos, 1:17, Efesios, 1:15, 2:8).
[3] Las 3 etapas de la salvación:

[a] La etapa pasada de la salvación incluye la


experiencia personal por la cual los creyentes
reciben el perdón de los pecados (Hechos, 10:43,
Romanos, 4:6-8) y pasan de la muerte espiritual a la
vida espiritual (1º Juan, 3:14), del poder del pecado
al poder del Señor (Romanos, 6:17-23) y del dominio
de Satanás al dominio de Dios (Hechos, 26:18). Los
lleva a una nueva relación personal con Dios (Juan,
1:12) y los rescata de la paga del pecado (Romanos,
1:16, 6:23, 1º Corintios, 1:18). [b] La etapa presente
de la salvación salva a los creyentes del habito y
dominio del pecado, llenándolos del Espíritu Santo.
Abarca: [i] el privilegio de una relación directa con Dios
como Padre y de Jesucristo como Señor y Salvador
(Mateo, 6:9, Juan, 14:18-23, Gálatas, 4:6), [ii] el llamado de
considerarse muertos al pecado (Romanos, 6:1-14) y a
someterse a la dirección del Espíritu (Romanos, 8:1-17) y
a la Palabra de Dios (Juan, 8:31, 14:21, 2º Timoteo, 3:15-
16), [iii] la invitación a ser llenos del Espíritu Santo y la
orden de mantenerse llenos (Hechos, 2:33-39, Efesios,
5:18), [iv] la exigencia de la separación del pecado
(Romanos, 6:1-14) y de la actual generación perversa
(Hechos, 2:40, 2º Corintios, 6:17) y [v] el llamado a la lucha
por el reino de Dios contra Satanás y sus huestes
demoniacas (2º Corintios, 10:4-5, Efesios, 6:11, 16, 1º
Pedro, 5:8).
[c] La etapa futura de la salvación (Romanos, 13:11-
12, 1º Tesalonicenses, 5:8-9, 1º Pedro, 1:5) incluye: [i]
la liberación de la ira venidera de Dios (Romanos, 5:9,
1º Corintios, 3:15, 5:5, 1º Tesalonicenses, 1:10, 5:9),
[ii] la participación de la gloria divina (Romanos, 8:29,
1º Corintios, 15:49) y el recibimiento de un cuerpo
resucitado o transformado (1º Corintios, 15:52) y [iii]
las recompensas por ser fieles vencedores
(Apocalipsis, 2:7). Esa salvación futura es la meta que
se esfuerzan por alcanzar todos los que siguen a
Cristo (1º Corintios, 9:24-27, Filipenses, 3:8-14). Todas
las amonestaciones, disciplinas y castigos presentes
tienen el propósito de que los creyentes no pierdan
esa futura salvación (1º Corintios, 5:1-13, 9:24-27,
Filipenses, 2:12, 16, 2º Pedro, 1:5-11, Hebreos, 12:1).
REDENCION

El sentido original de "redención" (del griego


"apolutrosis") es un rescate mediante el pago de cierto
precio. La expresión denota los medios por los que se
procura la salvación, es decir, por el pago de un rescate.
La doctrina de la redención puede resumirse como sigue:

[1] El estado de pecado del cual se debe redimir al hombre:


El NT presenta a los seres humanos alejados de Dios
(Romanos, 3:10-18), bajo el dominio de los poderes
satánicos (Hechos, 10:38, 26:18), esclavos del pecado
(Romanos, 6:6, 7:14) y en necesidad de liberación de la
culpa, del castigo y del poder del pecado (Hechos, 26:18,
Romanos, 1:18, 6:1-18, 23, Efesios, 5:8, Colosenses, 1:13,
1º Pedro, 2:9).
[2] El precio pagado para la liberación de esa esclavitud:
Cristo garantizo el rescate al derramar su sangre y dar su
vida (Mateo, 20:28, Marcos, 10:45, 1º Corintios, 6:20,
Efesios, 1:7, Tito, 2:14, Hebreos, 9:12, 1º Pedro, 1:18-19).

[3] El estado resultante de los redimidos: Los creyentes


redimidos por Cristo están ahora liberados del dominio de
Satanás y de la culpa y del poder del pecado (Hechos,
26:18, Romanos, 6:7, 12, 14, 18, Colosenses, 1:13). Sin
embargo, esa libertad del pecado no los deja libres para
hacer lo que desean, porque los convierte en propiedad
de Dios. La libertad del pecado los hace esclavos
voluntarios de Dios (Hechos, 26:18, Romanos, 6:18, 22, 1º
Corintios, 6:19-20, 7:22-23).
[4] La enseñanza del NT sobre la
redención había sido prefigurada
por la redención en el AT. El gran
acontecimiento de redención del
AT fue el Éxodo de Egipto (Éxodo,
6:7, 12:26). Además, por el sistema
de los sacrificios, la sangre de
animales era el precio que se
pagaba por la expiación del
pecado (Levítico, 9:8).
JUSTIFICACION

La palabra "justificar" (del griego "dikaioo")


significa ser "justos ante Dios" (Romanos, 2:13),
ser “constituidos justos” (Romanos, 5:18-19),
declarar recto o enderezar. Denota estar en una
relación correcta con Dios mas bien que recibir
una simple declaración jurídica o legal. Dios
perdona a los pecadores que se arrepienten, a
quienes había declarado culpables por la ley y
condenado a la muerte eterna, los restaura al
favor divino y los pone en relación (comunión)
correcta con El y con su voluntad.
Pablo revela varias verdades sobre la justificación y su
realización:

[1] La justificación delante de Dios es un don (Romanos, 3:24,


Efesios, 2:8). Nadie puede justificarse delante de Dios guardando
la ley ni haciendo buenas obras (Romanos, 4:2-6), "por cuanto
todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios"
(Romanos, 3:23).

[2] La justificación delante de Dios se alcanza "mediante la


redención que es en Cristo Jesús" (Romanos, 3:24). No se
justifica a nadie sin que antes haya sido redimido por Cristo del
pecado y su dominio.

[3] La justificación delante de Dios viene por "su gracia" y se


obtiene "por medio de la fe en Jesucristo" como Señor y
Salvador (Romanos, 3:22-24, 4:3-5).
[4] La justificación delante de Dios esta relacionada con el perdón de
los pecados (Romanos, 4:7). Se declara culpables a los pecadores
(Romanos, 3:9-18, 23), pero se les perdona por la muerte expiatoria y
la resurrección de Cristo (Romanos, 3:25, 4:5, 4:25, 5:6-9).

[5] Cuando se obtiene la justificación delante de Dios por medio de la


fe en Cristo, los creyentes son crucificados con Cristo quien viene a
vivir en ellos (Gálatas, 2:16-21). Mediante esa experiencia, en realidad
llegan a ser justos y comienzan a vivir para Dios (Gálatas, 2:19-21).
Esa obra transformadora de Cristo en el creyente por el Espíritu (2º
Tesalonicenses, 2:13, 1º Pedro, 1:2) no se puede separar de la obra
redentora de Cristo por el. La obra de Cristo y del Espíritu son de
dependencia mutua.
LA CULPABILIDAD DEL HOMBRE

Romanos, 1:18 Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra


toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia
la verdad;

La ira (del griego "orge") de Dios es una expresión de su justicia y


amor. Es el enojo de Dios y su reacción permanente a todo pecado
(Ezequiel, 7:8-9, Efesios, 5:6, Apocalipsis, 19:15), provocada por la
conducta malvada de algunas personas (Éxodo, 4:14, Números, 12:1-
9, 2º Samuel, 6:6-7) y naciones (Isaías, 10:5, 13:3, Jeremías, 50:13) y
por la infidelidad del pueblo de Dios (Números, 25:3, 32:10-13,
Deuteronomio, 29:24-28).
[1] En el pasado se revelaron la ira y el odio de Dios respecto al
pecado mediante el diluvio (Génesis, 6 - 8), el hambre y las plagas
(Ezequiel, 6:11 y ss.), la aniquilación (Deuteronomio, 29:22-23), la
dispersión (Lamentaciones, 4:16) y el incendio de la tierra (Isaías,
9:18-19). [2] En la actualidad, Dios manifiesta su ira al entregar al
perverso a la impureza sexual y a pasiones vergonzosas (Romanos,
1:24) y al llevar a la ruina y a la muerte a todo el que lo desobedece
(Romanos, 1:18 - 3:20, 6:23, Ezequiel, 18:4, Efesios, 2:3). [3] En el
futuro, Dios manifestara su ira contra los impíos de este mundo
mediante una Gran Tribulación (Mateo, 24:21, Apocalipsis, 5 - 19) y un
día de juicio de todos los pueblos y naciones (Ezequiel, 7:19, Daniel,
8:19), "día de alboroto y de asolamiento, día de tiniebla y oscuridad"
(Sofonías, 1:15), día de ajustar cuentas para los injustos (Romanos,
2:5, Mateo, 3:7, Lucas, 3:17, Efesios, 5:6, Colosenses, 3:6,
Apocalipsis, 11:18, 14:8-10, 19:15).
Finalmente, Dios manifestara su ira mediante el castigo eterno para
todos los que no se arrepienten (Mateo, 10:28). [4] La ira de Dios no
es su ultima palabra para la humanidad, porque El ha provisto una
vía de escape. Una persona puede arrepentirse del pecado y volverse
en fe a Jesucristo (Romanos, 5:8, Juan, 3:36, 1º Tesalonicenses, 1:10,
5:9). [5] Los creyentes unidos a Cristo deben participar en la ira de
Dios contra el pecado, no por venganza sino por amor a la justicia y
odio del mal (Hebreos, 1:9). El NT admite un enojo santo que odia lo
que Dios odia, lo cual manifestó Jesucristo mismo (Marcos, 3:5,
Juan, 2:12-17, Hebreos, 1:9, Lucas, 19:45), Pablo (Hechos, 17:16) y
otras personas justas (2º Pedro, 2:7-8, Apocalipsis, 2:6).
Romanos, 1:19 porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto,
pues Dios se lo manifestó. 1:20 Porque las cosas invisibles de él, su
eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación
del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de
modo que no tienen excusa. 1:21 Pues habiendo conocido a Dios, no
le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se
envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue
entenebrecido. 1:22 Profesando ser sabios, se hicieron necios, 1:23 y
cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de
hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. 1:24 Por lo
cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias
de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios
cuerpos,
Aunque Romanos, 1:21-28 describe principalmente el curso
descendente de la depravación entre los no regenerados, contiene
también principios que indican por que la inmoralidad es uno de los
principales pecados en los dirigentes cristianos que han caído
(Romanos, 1:21 Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron
como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus
razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido). [1] Cuando
los dirigentes de la iglesia se vuelven orgullosos (Romanos, 1:22),
procuran honor para si mismos (Romanos, 1:21) y se exaltan a si
mismos (culto a lo creado) en vez de exaltar al Creador (Romanos,
1:25) y se exponen a la impureza sexual y a pasiones vergonzosas
(Romanos, 1:24, 26, 2º Pedro, 2:2, 15).
Si no se arrepienten, Dios los entregara a una mente reprobada
(Romanos, 1:28). [2] Es posible que tales personas continúen en
pasiones vergonzosas y en pecado, justificando sus acciones como
debilidades comunes a todos los seres humanos, convenciéndose de
que están todavía en comunión con el Espíritu Santo y en posesión
de la salvación. Cierran los ojos a la advertencia de las Escrituras de
que "ningún fornicario, o inmundo, o avaro... tiene herencia en el
reino de Cristo" (Efesios, 5:5). Una señal primordial del abandono
divino de cualquier sociedad o pueblo es su obsesión por la
inmoralidad sexual y la perversión. [1] La frase "Dios los entrego"
significa que Dios abandono a esas personas a malas pasiones que
se van intensificando con el pasar del tiempo.
El termino "concupiscencias" (del griego "epitumía") denota una
pasión desmedida por el placer sexual prohibido (2º Corintios, 12:21,
Gálatas, 5:19, Efesios, 5:3). [2] En las 3 etapas del abandono a la
impureza, Dios los entrega: [a] al placer sexual pecaminoso que
degrada el cuerpo (Romanos, 1:24), a las vergonzosas pasiones
homosexuales o lesbianas (Romanos, 1:26-27) y [c] a una mente
reprobada, es decir, que justifica sus acciones impías de modo que de
continuo están en la maldad y los placeres del pecado sexual
(Romanos, 1:28). Estas 3 etapas ocurren en ese orden en toda
persona que rechaza la verdad de la revelación de Dios y busca el
placer en la impiedad (Romanos, 1:18, 27). [3] Dios tiene 2 propósitos
al abandonar a los injustos al pecado: [a] permitir que el pecado y sus
consecuencias se aceleren como parte de su juicio sobre ellos
(Romanos, 2:2) y [b] hacer que comprendan su necesidad de
salvación (Romanos, 2:4).
Romanos, 1:25 ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira,
honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual
es bendito por los siglos. Amén.

La mentira es lo que dice Satanás, “el padre de mentira” (Juan, 8:44):


"seréis como Dios" (Génesis, 3:5). [1] Creer la mentira es rechazar la
verdad y tomar parte en la idolatría (Génesis, 3:5, Colosenses, 3:5, 2º
Tesalonicenses, 2:11). Este pasaje revela la esencia de la idolatría:
culto a lo creado y no al Creador. [2] Constantemente la Biblia
advierte contra el orgullo debido a la tendencia del ser humano a
creer la mentira y adorarse a si mismo. Con el corazón lleno de
orgullo, piensa que es un dios (Ezequiel, 28:2, Proverbios, 6:17, 8:13,
16:18, 1º Timoteo, 3:6, Santiago, 4:6, 1º Juan, 2:16).
Romanos, 1:26 Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas;
pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra
naturaleza, 1:27 y de igual modo también los hombres, dejando el uso
natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros,
cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo
en sí mismos la retribución debida a su extravío.
Es probable que Pablo considerara la abominación de la
homosexualidad y el lesbianismo como la mayor evidencia de la
degeneración humana, debido a su inmoralidad y al abandono de
parte de Dios (Génesis, 19:4-5, Levítico, 18:22). Cualquier sociedad
que justifica la homosexualidad o el lesbianismo como un estilo de
vida aceptable, esta en su etapa final de corrupción moral (Romanos,
1:24). Para otros pasajes sobre este horrible acto, véanse: Génesis,
19:4-9, Levítico, 20:13, Deuteronomio, 23:17, 1º Reyes, 14:24, 15:12,
22:46, Isaías, 3:9, 1º Corintios, 6:9-10, 1º Timoteo, 1:10, 2º Pedro, 2:6,
Judas, 1:7.
Romanos, 1:28 Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios,
Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no
convienen; 1:29 estando atestados de toda injusticia, fornicación,
perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios,
contiendas, engaños y malignidades; 1:30 murmuradores,
detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos,
inventores de males, desobedientes a los padres, 1:31 necios,
desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; 1:32
quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican
tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que
también se complacen con los que las practican.
El que practica los pecados que describe Pablo aquí se expone a la
condenación de Dios, pero le espera un castigo mayor al que los
respalda y aprueba al complacerse en la inmoralidad de los demás.
Este es el colmo de la depravación: el disfrutar de los actos de lujuria
y de la maldad de otras personas, de modo que el pecado se
convierte en una diversión. [1] Las palabras "se complacen" (de
griego "sunudokeo"), que significan "estar de acuerdo con",
"consentir en" o "entenderse con", indican el deleite rutinario del
pecado ajeno que prevalece en la sociedad humana. [2] Hoy se sabe
cuanto daño produce la representación de la inmoralidad a la que se
le da tanto énfasis en los espectáculos públicos.
No obstante, muchos dan su consentimiento y eso les satisface el
apetito sensual. El entretenerse contemplando el pecado de aquellos
que le dan rienda suelta a los placeres impíos, aun cuando no se
practique, lleva a la misma condenación de Dios que la de los que
participan en tales practicas malvadas. El pecado se intensifica en
cualquier sociedad donde se practica sin la restricción de la
desaprobación de los demás. [3] Aquellos (sobre todo quienes
profesan fe en Cristo) que aprovechan las acciones inmorales de los
demás como medio de diversión y deleite personal, contribuyen
directamente a incrementar la opinión publica favorable a la
inmoralidad y, por lo tanto, a la corrupción y condenación eterna de
muchísimas personas mas. Ese pecado es digno de muerte
(Romanos, 1:32) y se revelara y juzgara el día del juicio (2º
Tesalonicenses, 2:12).
EL JUSTO JUICIO DE DIOS

Romanos, 2:1 Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera


que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti
mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo. 2:2 Mas sabemos que
el juicio de Dios contra los que practican tales cosas es según
verdad. 2:3 ¿Y piensas esto, oh hombre, tú que juzgas a los que tal
hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios?
En el capitulo 1 Pablo explico que a los gentiles Dios los entrego al
pecado. En el capitulo 2, muestra que los judíos hacen lo mismo y
también necesitan ser salvos por medio de Cristo. Nadie debe tratar
de dirigir a otros a hacer lo recto mientras que fracasa en corregir su
propia conducta. Algunas iglesias tratan de persuadir a la sociedad
pagana a que siga la ley bíblica mientras que, al mismo tiempo, están
ciegas a la mundanalidad e inmoralidad que hay dentro de sus
propias filas (Lucas, 6:42). Antes que la iglesia procure ejercer
influencia en el mundo para que lleve una vida mejor, debe someterse
a si misma al escrutinio del reflector divino y reformarse conforme a
la voluntad de Dios.
Romanos, 2:4 ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad,
paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al
arrepentimiento? 2:5 Pero por tu dureza y por tu corazón no
arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la
revelación del justo juicio de Dios, 2:6 el cual pagará a cada uno
conforme a sus obras: 2:7 vida eterna a los que, perseverando en bien
hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad. 2:8 pero ira y enojo a los
que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen
a la injusticia; 2:9 tribulación y angustia sobre todo ser humano que
hace lo malo, el judío primeramente y también el griego, 2:10 pero
gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío
primeramente y también al griego; 2:11 porque no hay acepción de
personas para con Dios.
Al comienzo mismo de su tratado sobre la salvación, Pablo aclara una
verdad fundamental respecto a la forma en que Dios trata a la
humanidad en general: El castiga a los que practican la maldad y
recompensa a los justos (Juan, 5:29, Gálatas, 6:7-8). [1] Los justos son
los que han sido justificados por la fe (Romanos, 1:16-17, 3:24) y
perseveran en hacer lo recto según la norma de Dios (Romanos, 2:7,
10, Mateo, 24:13, Colosenses, 1:23, Hebreos, 3:14, Apocalipsis, 2:10).
Tienen en alta estima la gloria que proviene de Dios (Romanos, 1:23,
5:2, 8:18) y buscan la vida eterna (Romanos, 8:23, 1º Corintios, 15:51-
57, 1º Pedro, 1:4, Apocalipsis, 21:1 - 22:5). [2] Los que buscan la
inmortalidad lo hacen por gracia, mediante la fe (Romanos, 3:24-25,
Efesios, 1:4-7, 2:8-10, 2º Timoteo, 2:1, Filipenses, 2:12-13). Los fieles,
debido a su perseverancia en hacer el bien (Mateo, 24:12-13) reciben
"gloria, honra e inmortalidad" mediante el poder de la gracia que les da
Cristo (Mateo, 7:21). [3] Los que practican la maldad son egoístas,
desobedecen la verdad y se deleitan en la injusticia. Ellos reciben ira y
tribulación (Romanos, 1:28-32, 2:8-9).
Romanos, 2:12 Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley
también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley
serán juzgados; 2:13 porque no son los oidores de la ley los justos
ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados. 2:14 Porque
cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es
de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, 2:15
mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando
testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus
razonamientos, 2:16 en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los
secretos de los hombres, conforme a mi evangelio.
Todos los que continúen en el pecado, aunque no tengan
conocimiento de la ley de Dios, perecerán porque tienen una medida
de conocimiento del bien y del mal (Romanos, 2:14-15). Dios no
salvara automáticamente a los que no oyen el Evangelio ni les dará
una segunda oportunidad después de la muerte. El castigo eterno que
enfrentan los que no han tenido una adecuada oportunidad de
entender el Evangelio debe motivar al creyente a hacer un constante
esfuerzo por llevar el Evangelio a todas las personas de todas las
naciones (Mateo, 4:19, 9:37).
Romanos, 2:13 porque no son los oidores de la ley los justos ante
Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados.

Pablo no emplea aquí el termino "ley" en el sentido de un sistema de


estatutos que se deben obedecer para obtener la salvación sin la
gracia, cosa que ocurre con el judaísmo tradicional u ortodoxo. Aquí
"la ley" representa la voluntad de Dios que se le ha dado a conocer a
la humanidad. El solo oír la Palabra de Dios no sirve de nada sin fe, la
sumisión y la obediencia. Es necesaria "la obediencia a la fe"
(Romanos, 1:5, 16:26) "que obra mediante el amor" (Gálatas, 5:6).
Romanos, 2:16 en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los
secretos de los hombres, conforme a mi evangelio.

No debe confundirse este juicio de Romanos, 2:16, en el que Dios


juzgara a los hombres por medio de Jesucristo con el juicio ante el
gran trono blanco de Apocalipsis, 20:11-15. El primero es un juicio
para reconocer recompensas a personas salvas mientras que el
segundo es un juicio para condenación de los impíos. Jack Kelley, el
reconocido ensayista bíblico, al respecto sostiene: Existen dos tipos
de beneficios en la eternidad. El primero es el regalo gratuito llamado
Salvación, el cual se les otorga a todas aquellas personas que lo
piden en fe sin tomar en cuenta ningún mérito, y el cual garantiza
nuestro ingreso en el Reino.
Efesios 2:8-9 es el modelo, al decir que la salvación es un Regalo de
Dios.

Efesios, 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto
no de vosotros, pues es don de Dios; 2:9 no por obras, para que nadie
se gloríe.

El segundo consiste en las recompensas celestiales que podemos


ganar por las cosas que hacemos como creyentes aquí en la tierra.
Filipenses 3:13-14 son unos buenos versículos para explicar esto.

Filipenses, 3:13 Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya


alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda
atrás, y extendiéndome a lo que está delante, 3:14 prosigo a la meta,
al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Además del regalo, hay un premio, o recompensa.

Un regalo es algo que se da producto del amor, sin tomar en cuenta


los méritos, y nunca se pide devolverlo. Una recompensa, por el otro
lado, es algo a lo que nosotros como personas, calificamos para
ganarla. Y si no nos cuidamos podemos perderla (Apocalipsis 3:11).

Apocalipsis, 3:11 He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para


que ninguno tome tu corona.

Pablo había recibido el regalo de la salvación, el cual llevaba consigo.


Y ahora él se concentraba en ganar la recompensa también.
En 1 Corintios 9:24-27 él explicó la diferencia en gran detalle.

1 Corintios, 9:24 ¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a
la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal
manera que lo obtengáis. 9:25 Todo aquel que lucha, de todo se
abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero
nosotros, una incorruptible. 9:26 Así que, yo de esta manera corro, no
como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el
aire, 9:27 sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no
sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser
eliminado.
Ningún atleta olímpico quedaba satisfecho con solamente haber
calificado para participar en los juegos. Todos querían ganar la
corona del vencedor. De la misma manera nosotros no debemos estar
satisfechos con solamente haber recibido el Regalo de la salvación.
Ahora debemos vivir nuestras vidas como creyentes de tal manera
que podamos también ganar la Recompensa.

La Biblia le llama a algunas de estas recompensas coronas, y


mientras que la corona del atleta pronto se marchitaba (estaba hecha
de ramitas de hiedra), las coronas de los creyentes pueden
permanecer para siempre. Vale la pena hacer algunos sacrificios para
obtenerlas. Es por eso que Pablo dijo que “golpeo mi cuerpo, y lo
pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros,
yo mismo venga a ser eliminado” (1 Corintios 9:27).
Estas coronas se identifican como la Corona Incorruptible (de la
Victoria) en 1 Corintios 9:25, la Corona del Ganador de Almas en
Filipenses 4:1 y 1 Tesalonicenses 2:19, la Corona de Justicia en 2
Timoteo 4:8, la Corona de Vida en Santiago 1:12 y Apocalipsis 2:10, y
la Corona Incorruptible de Gloria en 1 Pedro 5:4. La diferencia entre el
Regalo y la Recompensa también la podemos ver en 1 Corintios 3:12-
15.

1 Corintios, 3:12 Y si sobre este fundamento alguno edificare oro,


plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, 3:13 la obra de
cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el
fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la
probará. 3:14 Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó,
recibirá recompensa. 3:15 Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá
pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.
En el juicio de los creyentes, la calidad de nuestras obras sobre
la tierra será probada por el fuego. Solamente la obra que
sobrevive la prueba nos dará la recompensa. Pero debemos
observar que aun si todas nuestras obras son destruidas por el
fuego, aun tenemos nuestra salvación. ¿Por qué?. Porque la
Salvación es un regalo gratuito de Dios, dado como una muestra
de amor, independiente de cualquier mérito. El Señor también
mencionó otras recompensas. En Mateo 6:19-21 Él nos aconseja:

Mateo, 6:19 No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el


orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; 6:20 sino
haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín
corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. 6:21 Porque
donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.

Hay ciertas cosas que como creyentes podemos hacer aquí en la


tierra que producen esos depósitos en nuestra cuenta celestial.
EL JUICIO DE LOS CREYENTES

2º Corintios, 5:10 Porque es necesario que todos nosotros


comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba
según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o
sea malo.

La Biblia enseña que, algún día, los creyentes tendrán que rendir
cuentas "ante el tribunal de Cristo". Con respecto al juicio de los
creyentes, se debe tener presente lo que sigue:

[1] A todo creyente se le someterá a juicio. No habrá excepción alguna


(Romanos, 14:12, 1º Corintios, 3:12-15, 2º Corintios, 5:10, Eclesiastés,
12:14);
[2] Este juicio ocurrirá cuando Cristo vuelva por su iglesia en el rapto
o arrebatamiento (1º Corintios, 15:51-52, 1º Tesalonicenses, 4:15-17,
Juan, 14:1-3);

[3] El juez es Cristo (Juan, 5:22, 2º Timoteo, 4:8);

[4] La Biblia habla del juicio del creyente como algo serio y solemne,
sobre todo en vista de que incluye la posibilidad de daño o perdida (1º
Corintios, 3:15, 2º Juan, 1:8), de ser avergonzado delante de El en su
venida (1º Juan, 2:28) y de que se queme la obra de toda la vida (1º
Corintios, 3:13-15). Sin embargo, en el juicio del creyente, no se dicta
una sentencia condenatoria;
[5] Todo se pondrá de manifiesto. El verbo "comparecer" (del griego
"faneroo", 2º Corintios, 5:10), significa "ser revelado abierta o
públicamente". Dios examinara y sacara a la luz, en su verdadera
realidad: [a] los actos secretos (Marcos, 4:22, Romanos, 2:16), [b] el
carácter (Romanos, 2:5-11), [c] las palabras (Mateo, 12:36-37), [d] las
buenas acciones (Efesios, 6:8), [e] las actitudes (Mateo, 5:22), [f] los
motivos (1º Corintios, 4:5), [g] la falta de amor (Colosenses, 3:18 - 4:1)
y [h] la obra y el servicio de los creyentes (1º Corintios, 3:18).

[6] En resumen, los creyentes tendrán que dar cuenta de su fidelidad o


infidelidad a Dios (Mateo, 25:21, 23, 1º Corintios, 4:2-5) y de sus
acciones a la luz de la gracia, la oportunidad y la comprensión que se
les haya dado (Lucas, 12:48, Juan, 5:24, Romanos, 8:1).
[7] Las malas acciones del creyente, cuando se ha arrepentido de
ellas, son perdonadas con respecto al castigo eterno (Romanos, 8:1),
pero todavía se toman en cuenta al ser juzgadas para recompensa:
"Mas el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere"
(Colosenses, 3:25, Eclesiastés, 12:14, 1º Corintios, 3:5, 2º Corintios,
5:10). Dios recuerda y recompensa las buenas acciones y el amor del
creyente (Hebreos, 6:10 Porque Dios no es injusto para olvidar
vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su
nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún). Efesios,
6:8 sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ése recibirá del Señor,
sea siervo o sea libre.
[8] Los resultados específicos del juicio del creyente serán diversos.
Habrá confianza o vergüenza (1º Juan, 2:28), aprobación divina
(Mateo, 25:21), tareas y autoridad (Mateo, 25:14-30), posición (Mateo,
5:19, 19:30), recompensas (1º Corintios, 3:12-14, Filipenses, 3:14, 2º
Timoteo, 4:8) y honor (Romanos, 2:10, 1º Pedro, 1:7).

[9] El juicio inminente de los creyentes debe perfeccionar en ellos el


temor del Señor (2º Corintios, 5:11, Filipenses, 2:12, 1º Pedro, 1:17) y
hacer que tengan la mente despejada y dominio propio, que velen y
oren (1º Pedro, 4:5, 7), que lleven una vida santa y piadosa (2º Pedro,
3:11) y que sean compasivos y bondadosos con todos (Mateo, 5:7, 2º
Timoteo, 1:16-18).
LOS JUDIOS Y LA LEY

Romanos, 2:17 He aquí, tú tienes el sobrenombre de judío, y te


apoyas en la ley, y te glorías en Dios, 2:18 y conoces su voluntad, e
instruido por la ley apruebas lo mejor, 2:19 y confías en que eres guía
de los ciegos, luz de los que están en tinieblas, 2:20 instructor de los
indoctos, maestro de niños, que tienes en la ley la forma de la ciencia
y de la verdad. 2:21 Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti
mismo? Tú que predicas que no se ha de hurtar, ¿hurtas? 2:22 Tú que
dices que no se ha de adulterar, ¿adulteras? Tú que abominas de los
ídolos, ¿cometes sacrilegio? 2:23 Tú que te jactas de la ley, ¿con
infracción de la ley deshonras a Dios?
Romanos, 2:24 Porque como está escrito, el nombre de Dios es
blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros.

Los pecados de los judíos daban ocasión a que los que no eran
judíos blasfemaran el nombre de Dios. Lo mismo sucede hoy: los
pecados de las iglesias que todo lo permiten y de los creyentes que
profesan a Cristo sin seguirlo incondicionalmente, permiten que los
impíos blasfemen el nombre de Cristo.
Romanos, 2:25 Pues en verdad la circuncisión aprovecha, si guardas
la ley; pero si eres transgresor de la ley, tu circuncisión viene a ser
incircuncisión. 2:26 Si, pues, el incircunciso guardare las ordenanzas
de la ley, ¿no será tenida su incircuncisión como circuncisión? 2:27 Y
el que físicamente es incircunciso, pero guarda perfectamente la ley,
te condenará a ti, que con la letra de la ley y con la circuncisión eres
transgresor de la ley. 2:28 Pues no es judío el que lo es exteriormente,
ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; 2:29
sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del
corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los
hombres, sino de Dios.
Romanos, 2:29 y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en
letra;

Esta es la obra de la gracia de Dios en el corazón de los creyentes


mediante la cual participan de la naturaleza divina y llegan a poder
vivir una vida separada del pecado para la gloria de Dios
(Deuteronomio, 10:16, Jeremías, 4:4, 2º Pedro, 1:4). De este modo, la
vida santa se convierte en la señal externa de que están bajo el nuevo
pacto.
Romanos, 3:1 ¿Qué ventaja tiene, pues, el judío? ¿o de que
aprovecha la circuncisión?. 3:2 Mucho, en todas maneras. Primero,
ciertamente, que les ha sido confiada la palabra de Dios.

Romanos, 9:4 que son israelitas, de los cuales son la adopción, la


gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas; 9:5
de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino
Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos.
Amén.
Los israelitas tenían todos los privilegios religiosos. Nosotros, para
ellos, éramos perros. No es bueno, dijo Jesús, tomar el pan de los
hijos y dárselo a los perrillos (Marcos, 7:27). Así eran tratados los
gentiles. A ellos (los israelitas) les fue confiada (revelada) la Palabra.
Ellos fueron y siguen siendo el pueblo escogido. Con ellos Dios hizo
el (antiguo) pacto y les dio la ley (a Moisés). Con ellos comenzó el
culto de adoración y a ellos les fueron hechas todas las promesas.
Los patriarcas son de ese pueblo y, para mas remate, el Señor
Jesucristo vino en carne de ese pueblo también.

Juan, 4:22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo


que sabemos; porque la salvación viene de los judíos.
Romanos, 3:3 ¿Pues qué, si algunos de ellos [los judíos] han sido
incrédulos? ¿Su incredulidad habrá hecho nula la fidelidad de Dios?
3:4 De ninguna manera; antes bien sea Dios veraz, y todo hombre
mentiroso; como está escrito: Para que seas justificado en tus
palabras, Y venzas cuando fueres juzgado. 3:5 Y si nuestra injusticia
hace resaltar la justicia de Dios, ¿qué diremos? ¿Será injusto Dios
que da castigo? (Hablo como hombre.) 3:6 En ninguna manera; de
otro modo, ¿cómo juzgaría Dios al mundo? 3:7 Pero si por mi mentira
la verdad de Dios abundó para su gloria, ¿por qué aún soy juzgado
como pecador? 3:8 ¿Y por qué no decir (como se nos calumnia, y
como algunos, cuya condenación es justa, afirma que nosotros
decimos): Hagamos males para que vengan bienes?
NO HAY JUSTO

Romanos, 3:9 ¿Qué, pues? Somos nosotros mejores que ellos? En


ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que
todos están bajo pecado.

En los capítulos 1 y 2, Pablo ha mostrado que todos (judíos y


gentiles) están bajo la servidumbre del pecado. En Romanos, 3:9-18
Pablo explica por que y enseña que todos tienen una naturaleza
pecaminosa que los incita al pecado y a la maldad. El resultado es
que todos son culpables y están bajo la condenación de Dios
(Romanos, 3:23). La respuesta de Dios a esta trágica situación es
ofrecer perdón, ayuda, gracia, justicia y salvación a todos mediante la
redención que hay en Cristo Jesús (Romanos, 3:21-26).
Romanos, 3:10 Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; 3:11 No
hay quien entienda. No hay quien busque a Dios. 3:12 Todos se
desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no
hay ni siquiera uno. 3:13 Sepulcro abierto es su garganta; Con su
lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; 3:14
Su boca está llena de maldición y de amargura. 3:15 Sus pies se
apresuran para derramar sangre; 3:16 Quebranto y desventura hay en
sus caminos; 3:17 Y no conocieron camino de paz. 3:18 No hay
temor de Dios delante de sus ojos.
Los versículos anteriores reflejan una fiel comprensión de la
naturaleza humana. Todas las personas, en su estado natural, son
pecadoras. Todo su ser esta afectado adversamente por el pecado y
se inclina a la conformidad del mundo, el diablo (Mateo, 4:10) y la
naturaleza pecaminosa. No hay nadie que no sea culpable de
desviarse del camino de la piedad al camino del egoísmo. ¿Por que
continua la deplorable condición de la humanidad?. Porque "no hay
temor de Dios delante de sus ojos". Si hubieran sentido el "temor de
Dios", habrían buscado la reconciliación y la paz. Con el temor de
Jehová los hombres se apartan del mal (Proverbios, 3:7, 8:13, 9:10,
16:6, Hechos, 5:11).
Romanos, 3:19 Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los
que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo
quede bajo el juicio de Dios; 3:20 ya que por las obras de la ley
ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio
de la ley es el conocimiento del pecado.

Lo que dice Pablo aquí es solo un anticipo de lo que seguirá diciendo


a lo largo de todas sus cartas:

Romanos, 4:15 pero donde no hay ley, tampoco hay transgresión.

Efesios, 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto
no de vosotros, pues es don de Dios; 2:9 no por obras, para que nadie
se gloríe.
La ley de Moisés fue instituida para establecer lo que estaba bien y lo
que estaba mal porque, como bien dice Pablo, "donde no hay ley, no
hay transgresión". Establecida la ley, surgió el pecado y también la
necesidad de un Redentor debido a la imposibilidad de cumplir "toda
la ley" ya que, como bien dice Santiago, "cualquiera que guardare
toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos", es
decir, violar tan solo un punto implica violar toda la ley (Santiago,
2:10). Por eso Pablo dice "por gracia [de Dios] sois salvos, por medio
de la fe [en Jesucristo, el Redentor], no por obras [por cumplir la ley],
para que nadie se gloríe [para que nadie diga "me salve porque soy
bueno"] (Efesios, 2:8-9).
Romanos, 5:1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios
por medio de nuestro Señor Jesucristo; 5:2 por quien también
tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y
nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.

En este pasaje que encontramos un poco mas adelante en la epístola


a los Romanos, Pablo confirma lo que dijo en Efesios, 2:8-9. La causa
de la salvación (el por que somos salvos) es la gracia ("por gracia
sois salvos"), es decir, porque Dios quiere y el medio para acceder a
esa gracia es la fe ("por medio de la fe"). La fe es el "boleto de
entrada" a la gracia (Romanos, 5:2 tenemos entrada por la fe a esta
gracia).
LA JUSTICIA ES POR MEDIO DE LA FE

Romanos, 3:21 Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la


justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; 3:22 la
justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que
creen en él. Porque no hay diferencia, 3:23 por cuanto todos pecaron,
y están destituidos de la gloria de Dios, 3:24 siendo justificados
gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo
Jesús, 3:25 a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe
en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado
por alto, en su paciencia, los pecados pasados,
Romanos, 3:25 a quien Dios puso como propiciación por medio de la
fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado
por alto, en su paciencia, los pecados pasados.

En el NT resaltan varias verdades acerca de la muerte de Cristo. [1]


Fue un sacrificio, es decir, una ofrenda, de su sangre, de su vida (1º
Corintios, 5:7, Efesios, 5:2). [2] Fue vicaria, es decir, El murió no por
su propia causa, sino por causa de los demás (Romanos, 5:8, 8:32,
Marcos, 10:45, Efesios, 5:2). [3] Fue sustitutiva, es decir, Cristo sufrió
la muerte como el castigo por el pecado, como sustituto del pecador
(Romanos, 6:23).
[4] Fue propiciatoria, es decir, la muerte de Cristo por los pecadores
satisfizo la naturaleza justa de Dios y su orden moral, quitando así la
ira de Dios contra el pecador arrepentido. La integridad de Dios exigía
que se castigara el pecado y se hiciera sacrificio propiciatorio por el
pecador. Mediante este sacrificio por la sangre de Cristo no se
desacreditó la santidad de Dios y El pudo manifestar con justicia su
gracia y amor en la salvación (Romanos, 3:25). Debe recalcarse que
fue Dios mismo el que expuso a Cristo como propiciación. El no
necesito que se le persuadiera a mostrar amor y misericordia porque
"Dios ya estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo" (2º
Corintios, 5:19, Juan, 3:16, Romanos, 5:8, 8:3, 32, 1º Corintios, 8:6,
Efesios, 4:4-6).
Paul Washer lo explica fantásticamente bien. Todo el problema
comienza con la naturaleza de Dios. Dios es Justo y Santo. Dios no
puede violar sus atributos. El no puede hacer algo que contradiga su
naturaleza. El es un Dios Recto. Ahora bien, esto es algo bueno. Sería
terrible pensar que este universo fue creado por un dios malvado, por
un dios omnipotente que fuera malvado. Sería absolutamente
aterrador. De modo que, en principio, es algo bueno que Dios sea
Justo, Santo y Recto. Pero entonces, esto presenta un problema. Si
Dios es Justo… ¿ qué es lo que hace con nosotros?. La verdad mas
aterradora de la Biblia es que Dios es bueno. ¿Por qué es una mala
noticia que Dios sea bueno?. Porque nosotros no lo somos. Entonces
¿qué hace un Dios bueno con nosotros?.  Pecamos contra Dios,
pecamos unos contra otros, pecamos contra la naturaleza, pecamos
contra todo. Toda la creación clama por nuestra condenación. Si Dios
es verdaderamente Justo, entonces ¿qué hace con nosotros?.
Si Dios, simplemente, pasa por alto la maldad, deja de ser Justo.
Si un Dios Santo llama a los malvados hacia El para compartir
con ellos, entonces no es un Dios Santo. De modo que la gran
pregunta de toda la Biblia es esta: ¿Cómo puede un Dios Justo
perdonar malvados y seguir siendo Justo?. ¿Cómo un Dios
Santo llama a los malvados a tener comunión con El, siendo un
Dios Santo?. Y la repuesta se encuentra en la cruz de Jesucristo.
En la cruz de Jesucristo vemos esta tremenda y única revelación
de la amplitud de los atributos de Dios. Dios es Justo. El debe
condenar nuestro pecado. Dios es amor y por eso se convierte
en hombre por medio de Su Hijo. Vive una vida perfecta como
hombre y luego va hacia esa cruz y en esa cruz los pecados de
su pueblo son echados sobre El. Y toda la justicia de Dios, toda
la ira de Dios que merecíamos nosotros es arrojada sobre la
cabeza de Cristo. La cantidad exacta que era requerida para
satisfacer la justicia de Dios. Después de sufrir, Cristo dijo
“CONSUMADO ES”. Esto significa que hizo lo que era requerido
para satisfacer la justicia de Dios contra su pueblo. El pago el
precio en su totalidad.
Es muy importante entender esto. Que no fue simplemente que
nuestros pecados fueron perdonados porque los romanos golpearon a
Jesús y lo clavaron en una cruz. Nuestros pecados fueron pagados
porque en esa cruz El cargo con nuestros pecados. Y le plació a Dios,
el Señor, quebrantar a Su propio Hijo. La ira de Dios, que debió haber
caído sobre mí y sobre ti, cayo, en cambio, sobre su Unigénito Hijo. Y
lo sufrió completamente, pago el precio, murió, porque la paga del
pecado es muerte y en el tercer día resucito de entre los muertos. Y
ahora está sentado a la diestra de Dios y no hay otro nombre, ningún
otro nombre, en cualquier otro mundo, no hay ningún otro nombre
dado a los hombres en el que podamos ser salvos, excepto por el
nombre de Jesucristo. El es el camino, la verdad y la vida. Y nadie
puede llegar al Padre, excepto por medio de Jesucristo. Hay un solo
Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo hombre.
Y para que podamos ser salvos, la Biblia llama a todos los hombres a
arrepentirse de sus pecados y a creer en el Evangelio.
[5] Fue expiatoria, es decir, un sacrificio para hacer reparación por el
pecado. Como expiación, ese sacrificio esta destinado a erradicar la
culpa. Por la muerte de Cristo quedan anulados la culpa y el poder del
pecado que separan a Dios y al creyente. Expiar significa "quitar de
en medio". ¿Que cosa?. El pecado, que es lo que separa al Hombre de
Dios. La sangre siempre expió el pecado a lo largo de toda la historia
de la redención. Nunca hubo perdón de pecados "sin sangre". La
única diferencia entre el antiguo pacto (AT) y el nuevo (NT) es que ya
no se necesita sacrificar mas animales porque, desde el sacrificio de
Cristo, su sangre redime (para los que creen en la victoria de su
sacrificio) de todo pecado.
[6] Fue victoriosa, es decir, en la cruz Cristo lucho y venció el poder
del pecado, de Satanás y de sus ejércitos demoniacos que tenían
cautivas a las personas. Su muerte fue la victoria inicial sobre los
enemigos espirituales de Dios y del hombre (Romanos, 8:3, Juan,
12:31-32, Colosenses, 2:15). Por lo tanto, la muerte de Cristo es
redentora. El rescato a los creyentes (1º Pedro, 1:18-19) y los libero de
los enemigos que tienen esclavizada a la humanidad, es decir, del
pecado (Romanos, 6:6), de la muerte (2º Timoteo, 1:10, 1º Corintios,
15:54-57) y de Satanás (Hechos, 10:38), haciéndolos libres para servir
a Dios (Romanos, 6:18).
Romanos, 3:26 con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a
fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.
3:27 ¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley?
¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe. 3:28 Concluimos,
pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley. 3:29
¿Es Dios solamente Dios de los judíos? ¿No es también Dios de los
gentiles? Ciertamente, también de los gentiles. 3:30 Porque Dios es
uno, y él justificará por la fe a los de la circuncisión, y por medio de la
fe a los de la incircuncisión. 3:31 ¿Luego por la fe invalidamos la ley?
En ninguna manera, sino que confirmamos la ley.
Romanos, 3:31 ¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna
manera, sino que confirmamos la ley.

La salvación en Cristo no significa que la ley (de Moisés) no tenga


valor. Mas bien, la justificación por la fe apoya la ley de acuerdo con
su debido propósito y función. Mediante su reconciliación con Dios y
por la obra regeneradora del Espíritu Santo, el creyente se capacita
para honrar y obedecer la ley moral de Dios (Romanos, 8:2-4).
ABRAHAM JUSTIFICADO APARTE DE LAS OBRAS

Romanos, 4:1 ¿Qué, pues, diremos que halló Abraham, nuestro padre
según la carne? 4:2 Porque si Abraham fue justificado por las obras,
tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios. 4:3 Porque ¿qué dice la
Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia. 4:4
Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como
deuda; 4:5 mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al
impío, su fe le es contada por justicia. 4:6 Como también David habla
de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin
obras.
La salvación por la fe, no por obras (guardando la ley de Moisés) no
es una doctrina exclusiva del NT. También es característica del AT.
Pablo pasa por alto a Moisés y se vuelve a Abraham como ejemplo de
la fe. Abraham tenia fe en Dios, es decir, mantuvo un leal y devoto
vinculo afectivo con su Dios, creyó en sus promesas (Romanos, 4:20-
21, Génesis, 12:1-3, 15:5-6) y respondió en obediencia (Génesis, 12:1-
4, 22:1-19, Hebreos, 11:8-19, Santiago, 2:21-22). Así como sucedió con
la fe de Abraham, también la fe salvadora del creyente se le toma en
cuenta como justicia en lo que respecta a su efecto. [1] Pablo
menciona la frase "le es contada por justicia" 6 veces en el capitulo 4
y, en cada caso, relaciona la fe con lo que se toma en cuenta.
Es la "fe" del creyente lo que se toma en cuenta como "justicia"
(Romanos, 4:3, 5-6, 9, 11, 22, Génesis, 15:6). [2] Sin embargo, el tomar
en cuenta la fe del creyente como justicia no es únicamente el
resultado de la fe o la entrega a Cristo. Es, ante todo, un acto divino
de gracia y misericordia (Romanos, 4:16). [3] Cuando Dios ve que el
corazón del creyente se dirige a Cristo en fe, El perdona
generosamente sus pecados, toma en cuenta su fe como justicia y lo
acepta como su hijo (Romanos, 4:5-8). Además de tomar en cuenta la
fe como justicia, Dios concede gracia para la santificación (Romanos,
4:16, 5:2, Filipenses, 3:9, Tito, 3:5-7). [4] La fe que se toma en cuenta
como justicia y da perdón es fe en Cristo y su muerte expiatoria en la
cruz (Romanos, 3:24-26). No hay ningún otro medio posible para
reconciliarse con Dios.
Romanos, 4:7 diciendo: Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades
son perdonadas, Y cuyos pecados son cubiertos. 4:8 Bienaventurado
el varón a quien el Señor no inculpa de pecado.

Pablo cita aquí el Salmo, 32:1 Bienaventurado aquel cuya


transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. 32:2
Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad.
Tanto David como Pablo entendieron que la fe que se toma en cuenta
como justicia incluye perdón del pecado y reconciliación con Dios. Es
un regalo basado en la misericordia de Dios, hecho posible mediante
la muerte de Cristo en la cruz (Romanos, 4:5, 2º Corintios, 5:19, 21).
Romanos, 4:9 ¿Es, pues, esta bienaventuranza solamente para los de
la circuncisión, o también para los de la incircuncisión? Porque
decimos que a Abraham le fue contada la fe por justicia. 4:10 ¿Cómo,
pues, le fue contada? ¿Estando en la circuncisión, o en la
incircuncisión? No en la circuncisión, sino en la incircuncisión. 4:11 Y
recibió la circuncisión como señal, como sello de la justicia de la fe
que tuvo estando aún incircunciso; para que fuese padre de todos los
creyentes no circuncidados, a fin de que también a ellos la fe les sea
contada por justicia; 4:12 y padre de la circuncisión, para los que no
solamente son de la circuncisión, sino que también siguen las
pisadas de la fe que tuvo nuestro padre Abraham antes de ser
circuncidado.
Pablo se pregunta si esta bienaventuranza (la bendición del hombre a
quien Dios atribuye justicia sin obras) es solo para los de la
circuncisión (judíos) o también para los de la incircuncision (gentiles).
También se pregunta como le fue contada a Abraham la fe por
justicia: ¿estando en la circuncisión o en la incircuncision?. Y
responde: estando en la incircuncision, ya que luego recibió, mas
tarde, la circuncisión como señal, como sello de la justicia de la fe
que tuvo estando aun incircunciso. Recordemos que, cuando Dios
llamo a Abraham, este vivía en la ciudad de Ur de los caldeos (una
ciudad pagana) y respondió al llamado de Dios, en fe, estando
incircunciso. ¿Por que o para que esto fue así?, pregunta Pablo. Para
que fuese padre de todos los creyentes no circuncidados (gentiles), a
fin de que, también a ellos, la fe les sea contada por justicia y también
padre de la circuncisión (judíos) que siguen las pisadas de la fe que
tuvo Abraham.
Romanos, 4:13 Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su
descendencia la promesa de que sería heredero del mundo, sino por
la justicia de la fe. 4:14 Porque si los que son de la ley son los
herederos, vana resulta la fe, y anulada la promesa.

Pablo llega a la conclusión de que la promesa a Abraham y a sus


descendientes no le fue dada por la ley sino porque su fe le fue
contada por justicia y dice mas: que si los herederos son los de la ley,
vana resulta la fe. La "ley" se refiere, obviamente, a la "ley de Moisés",
la cual fue dada por Dios a Moisés mucho después del llamamiento de
Abraham. Abraham es, en el libro de Génesis, el primero (junto con
Isaac, Jacob y José) de los 4 grandes patriarcas de Israel mientras
que la ley fue dada a Moisés, en el libro del Éxodo, luego de la salida
de Egipto, en el monte Sinaí.
ABRAHAM JUSTIFICADO POR LA FE

Romanos, 4:16 Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de
que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente
para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de
Abraham, el cual es padre de todos nosotros. 4:17 (como está escrito:
Te he puesto por padre de muchas gentes) delante de Dios, a quien
creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son,
como si fuesen. 4:18 El creyó en esperanza contra esperanza, para
llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había
dicho: Así será tu descendencia. 4:19 Y no se debilitó en la fe al
considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi
cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara.
Si la salvación, la justificación y la justicia provistas por Dios serian el
resultado de la obediencia prefecta de la ley, nadie seria salvo, porque
nadie la ha obedecido jamás a la perfección. La "ley de Moisés" era
imposible de cumplir, en primer lugar, porque no estaba compuesta
únicamente por los 10 mandamientos conocidos (Éxodo, 20:3-17) sino
por mas de 600 preceptos o estatutos y, en segundo lugar, porque,
como bien dice Santiago, 2:10 Porque cualquiera que guardare toda la
ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos. Pero como
la salvación, la justificación y la justicia se producen mediante la fe,
por gracia, entonces todos pueden ser salvos si se vuelven a Dios.
Dios perdona con misericordia los pecados e imparte gracia divina
(su Espíritu y su poder) para regenerar la vida del creyente y hacerlo
hijo de Dios.
Los creyentes son salvos solo por gracia, mediante la fe (no por
obras). Pero Santiago declara que “la fe sin obras es muerta”
(Santiago, 2:26). ¿Como conciliamos este pasaje de Santiago con lo
que dice Pablo en Efesios, 2:8-9 (Porque por gracia sois salvos por
medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por
obras, para que nadie se gloríe) o con lo que también dice Pablo en
Romanos, 4:1-3 (¿Qué, pues, diremos que halló Abraham, nuestro
padre según la carne? Porque si Abraham fue justificado por las
obras, tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios. Porque ¿qué
dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por
justicia). La justificación ¿es por la fe o por las obras o por ambas
cosas?.
Jack Kelley, el reconocido ensayista bíblico, al respecto, sostiene: A
algunas personas les encanta señalar el aparente conflicto entre
estos pasajes de Santiago y de Pablo, pero los contextos son
totalmente diferentes. Pablo estaba hablando acerca de la raíz de
nuestra justicia y Santiago estaba hablando acerca de su fruto.
Ambas posiciones son correctas. Cuando Pablo dijo que por gracia
somos salvos, por medio de la fe y no por obras (Efesios, 2:8-9), él
estaba hablando acerca de la raíz de nuestra salvación, la cual es la fe
solamente. Santiago estaba hablando sobre lo que sucede después
que somos salvos, que es el fruto de nuestra salvación, el cual es
nuestra fe que se manifiesta a sí misma en la manera cómo vivimos
nuestra vida.
Santiago no estaba hablando de lo que se necesita para ser salvos ni
de combinar la obediencia a la Ley con nuestra fe para completar
nuestra salvación. Él estaba hablando acerca de cómo podemos
saber si somos salvos. Si nuestra fe se manifiesta a sí misma en
buenas obras hacia los demás, entonces podemos estar seguros que
la misma es genuina. Si no es así, entonces es meramente teórica o
especulativa, una posición intelectual que hemos tomado. Las
personas creyentes no tienen que hacer por ellas mismas esas obras
buenas. De hecho tienen que proponerse no hacerlas. El Espíritu
Santo es quien va a impulsar a cada persona creyente a hacer actos
de caridad y amor según las circunstancias.
Pablo estaba hablando sobre lograr la justicia y Santiago estaba
hablando sobre demostrar nuestra justicia por nuestras acciones.

Efesios, 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto
no de vosotros, pues es don de Dios; 2:9 no por obras, para que nadie
se gloríe. 2:10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús
para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que
anduviésemos en ellas.

Las buenas obras, dice Pablo, fueron preparadas de "antemano", por


Dios (el Espíritu Santo) para que anduviésemos en ellas (para que las
hagamos).
Romanos, 4:20 Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de
Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, 4:21
plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo
lo que había prometido; 4:22 por lo cual también su fe le fue contada
por justicia. 4:23 Y no solamente con respecto a él se escribió que le
fue contada, 4:24 sino también con respecto a nosotros a quienes ha
de ser contada, esto es, a los que creemos en el que levantó de los
muertos a Jesús, Señor nuestro, 4:25 el cual fue entregado por
nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación.
RESULTADOS DE LA JUSTIFICACION

Romanos, 5:1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios
por medio de nuestro Señor Jesucristo; 5:2 por quien también
tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y
nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.

Aquí Pablo afirma algo que dice también en Efesios, 2:8 Porque por
gracia sois salvos por medio de la fe;
La causa (el por que) de la salvación es la gracia, es decir, porque
Dios quiere (“no por obras, para que nadie se gloríe” [para que nadie
diga "me salve porque soy bueno"]) y la fe (en Jesucristo) es el medio
(no la causa de la salvación). Que algo sea por "gracia" significa que
es un regalo respecto del cual no hemos hecho nada para merecerlo.
Y la fe es el "boleto de entrada" a la gracia (Romanos, 5:2 tenemos
entrada por la fe a esta gracia). La gracia, que empezó con la cruz de
Jesucristo y terminara con el rapto (es decir, la gracia durara lo que
dure la "era de la iglesia") esta disponible para todos, pero esto no
significa que "todos" sean salvos. Para aprovechar esta gracia, para
poder "entrar" en ella y ser salvos, es necesaria la fe.
Aquí aceptamos a Jesucristo como Señor y Salvador, nos bautizamos
en agua y el Espíritu Santo viene a morar en nuestro espíritu, para
regenerarnos (Juan, 3:3-10). Si le permitimos al Espíritu Santo que
nos regenere, las "buenas obras" (que dirán si nuestra fe es genuina
y las cuales ni siquiera tenemos que proponernos hacer), serán
inspiradas por el Espíritu Santo (Efesios, 2:10 las cuales Dios preparó
de antemano para que anduviésemos en ellas). Completado el
proceso de regeneración (Juan, 3:3-10) seremos bautizados, por
Jesucristo, en el Espíritu Santo. Esta segunda venida del Espíritu
Santo sobre nosotros es distinta de la primera, que fue para
regenerarnos (Juan, 3:3-10).
Esta segunda venida del Espíritu Santo sobre nosotros es para recibir
poder de lo alto para testificar acerca de Jesucristo y su Evangelio
con mayor eficacia (Hechos, 1:8), pero no es necesaria para ser
salvos. La Biblia dice que “si confesares con tu boca que Jesús es el
Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos,
serás salvo” (Romanos, 10:9) y "Porque por gracia sois salvos por
medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por
obras, para que nadie se gloríe" (Efesios, 2:8-9), pero jamás dice que
el bautismo en el Espíritu Santo sea necesario para la salvación. De
hecho, el derramamiento del Espíritu Santo ha sido algo que no
siempre ocurrió a lo largo de la historia de la redención.
Hechos, 3:19 Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean
borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del
Señor tiempos de refrigerio.

Estos "tiempos de refrigerio" son tiempos de derramamiento del


Espíritu Santo que no ocurrieron siempre y de continuo.

Joel, 2:28 Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne,


y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos
soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones.

Pedro, en Hechos, aplico esta profecía de Joel al derramamiento del


día de Pentecostés. Los "últimos tiempos", en la Biblia, comenzaron
con la cruz de Cristo y van hasta su segunda venida. Es de esperar
que, conforme se acerque el fin de los tiempos, estos derramamientos
del Espíritu Santo se intensifiquen.
LA CONDICION NECESARIA Y LA CONDICION SUFICIENTE

Finalmente, para terminar de entender como operan los engranajes de


la gracia y la fe en el mecanismo de la salvación, podemos hacer el
siguiente ejercicio. Tenemos un "evento esperado" (la salvación), el
cual depende, a su vez, de dos condiciones: la condición "necesaria"
(la gracia) y la condición "suficiente" (la fe). La condición "necesaria"
es aquella condición "sine qua non" (sin la cual) el evento esperado
es de ocurrencia imposible. La condición "suficiente", por su parte,
actúa como complemento de la condición "necesaria" en el sentido
de que, habiéndose cumplido la condición "necesaria", el evento
esperado ocurrirá solo si se cumple la condición "suficiente".
El "evento esperado", como dijimos, es la salvación. La condición
"necesaria" es la gracia y la condición “suficiente” es la fe.
Comprobemos lo que hemos dicho. Sin la condición "necesaria", es
de decir, sin la gracia, la salvación seria imposible, por mas fe que
tuviéramos (es decir, aun cumpliéndose la condición "suficiente").
Nos salvamos solo porque Dios lo desea (no por otra cosa). Sin la
condición "necesaria" no hay nada, desde "el vamos". Si se cumple
la condición "necesaria", es decir, si hay gracia, el evento esperado
(la salvación) solo ocurrirá si se cumple la condición "suficiente",
que es la fe. Es lo que ocurre hoy. Estamos bajo la gracia (que
empezó en la cruz de Cristo y terminara con el rapto). Pero solo hay
salvación para los que tienen fe (solo si se cumple la condición
"suficiente").
Hay una disputa doctrinal entre quienes piensan que la fe es una
respuesta humana al Evangelio (es decir, algo que "ponemos
nosotros") y los que piensan que ni siquiera la fe que nos salva es
nuestra. ¿Es, la fe, la parte que nos toca a nosotros en la salvación?.
Por supuesto que responder negativamente esta pregunta nos
llevaría entonces a pensar que la fe la daría Dios lo cual, a su vez,
nos llevaría a pensar que hay una predestinación que, dicho sea de
paso, es una doctrina que tiene una fuerte presencia en las
Escrituras (hablaremos mas profundamente sobre esta doctrina
cuando tratemos Romanos, 8:29 y ss.). Cuando hablamos de fe, casi
estamos obligados a hablar de 2 dimensiones u ordenes. Una
dimensión es la de la fe como uno de los nueve dones del Espíritu
Santo (1º Corintios, 12:9).
Esta fe es de un orden netamente sobrenatural y es la fe que "mueve
montañas". Es un don que el Espíritu Santo otorga solo a algunos. La
fe que salva, en cambio, seria como una fe (permítaseme la
expresión) de un "orden inferior". Esta fe ¿también es un don de Dios
o se trata de la mera respuesta humana al Evangelio?. Veamos que
dice Pablo al respecto:

Efesios, 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto
no de vosotros, pues es don de Dios;

Cuando Pablo dice “y esto no de vosotros, pues es don de Dios” no


se esta refiriendo a la gracia (que ya sabemos que es de Dios) sino a
la fe. Pablo le advierte al creyente que ni siquiera la fe que salva es de
el.
Romanos, 5:3 Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las
tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; 5:4 y la
paciencia, prueba; y la prueba, esperanza;

Pablo incluye las "tribulaciones" como una de las bendiciones de la


salvación en Cristo. [1] La palabra "tribulaciones" se refiere a toda
clase de pruebas que puedan abrumar al creyente, tales como la
presión de las necesidades físicas o económicas, las circunstancias
difíciles, la tristeza, la enfermedad, la persecución, el maltrato y la
soledad. [2] En medio de esas dificultades, la gracia de Dios capacita
para buscar su rostro con mas diligencia y produce en el creyente el
espíritu y el carácter que perseveran hasta vencer las pruebas de la
vida.
En vez de llevar a la desesperación, la tribulación produce paciencia
(Romanos, 5:3), la paciencia produce prueba, es decir, entereza de
carácter (Romanos, 5:4) y la prueba da por resultado una esperanza
madura que no avergüenza (Romanos, 5:5). [3] La gracia de Dios
permite ver mas allá de los problemas actuales hacia la ferviente
esperanza en Dios y la seguridad del regreso del Señor Jesucristo
para establecer la justicia y la piedad en el cielo nuevo y la tierra
nueva (1º Tesalonicenses, 4:13, Apocalipsis, 19 - 22). Mientras tanto,
Dios ha derramado su amor en el corazón de los creyentes por el
Espíritu Santo que los consuela en medio de las pruebas y los acerca
a Cristo (Juan, 14:16-23).
Romanos, 5:5 y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios
ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que
nos fue dado.

Los creyentes experimentan el amor de Dios en el corazón por medio


del Espíritu Santo, sobre todo en tiempos difíciles. La frase "ha sido
derramado" da a entender que el Espíritu continua inundando el
corazón de los creyentes con amor. Es esa constancia del amor de
Dios la que sostiene al creyente en los sufrimientos (Romanos, 5:3) y
le asegura que su esperanza de gloria futura no es ilusoria
(Romanos, 5:4-5) y es seguro el regreso de Cristo por su pueblo
(Romanos, 8:17, Salmos, 22:4-5, Juan, 14:1-3, 1º Corintios, 15:51-52,
1º Tesalonicenses, 4:15-17).
Romanos, 5:6 Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo
murió por los impíos. 5:7 Ciertamente, apenas morirá alguno por un
justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. 5:8
Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún
pecadores, Cristo murió por nosotros. 5:9 Pues mucho más, estando
ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. 5:10
Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la
muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos
salvos por su vida. 5:11 Y no sólo esto, sino que también nos
gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos
recibido ahora la reconciliación.
ADAN Y CRISTO

Romanos, 5:12 Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un


hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los
hombres, por cuanto todos pecaron.

Por la caída de Adán, el pecado, como principio o poder activo, logro


entrar en la raza humana (Romanos, 5:17, 19, Génesis, 3, 1º Corintios,
15:21-22). [1] Tuvo, como consecuencia, 2 resultados: [a] El pecado y
la corrupción entraron en el corazón de Adán. [b] Adán transmitió el
pecado, a través del flujo de vida de la raza humana, corrompiendo a
toda la humanidad de allí en adelante.
En ninguna parte las Escrituras enseñan que todos pecaron cuando
Adán peco o que su culpa fue imputada a toda la raza humana. Lo que
enseña la Biblia, en cambio, es que Adán introdujo la ley del pecado y
de la muerte en toda la raza humana. Desde el pecado de Adán y Eva,
cada persona nace con una naturaleza pecaminosa. Esa corrupción
de la naturaleza humana implica el innato deseo de actuar de manera
independiente y egoísta, sin interés por Dios ni los demás, y se ha
transmitido a todos los seres humanos. Ahora, todos los seres
humanos nacen en el mundo con una predisposición al pecado y a la
maldad (Romanos, 5:19, 1:21, 7:24, Génesis, 6:5, 12, 8:21, Salmos,
14:1-3, Jeremías, 17:9, Marcos, 7:21-22, 1º Corintios, 2:14, Gálatas,
5:19-21, Efesios, 2:1-3, Colosenses, 1:21, 1º Juan, 5:19).
[2] Pablo no explica como se transmitió el pecado de Adán a sus
descendientes. Tampoco dice que toda la humanidad estaba presente
en Adán y participo de su pecado heredando, por lo tanto, la culpa de
Adán. En ninguna parte dice Pablo que Adán fue la cabeza de sus
descendientes y que su pecado les fue atribuido a ellos. Todos son
culpables delante de Dios a causa de su propio pecado, porque
“todos pecaron” (Romanos, 5:12). La única doctrina que apoya la
Biblia es que los hombres y las mujeres heredan la corrupción moral
y la predisposición al pecado y a la maldad (Romanos, 6:1). [3] La
muerte entro en el mundo por medio del pecado y, ahora, todos están
sujetos a la muerte “por cuanto todos pecaron” (Romanos, 5:12, 14,
3:23, Génesis, 2:17, 3:19).
Romanos, 5:13 Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero
donde no hay ley, no se inculpa de pecado. 5:14 No obstante, reinó la
muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la
manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de
venir. 5:15 Pero el don no fue como la transgresión; porque si por la
transgresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho
más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un
hombre, Jesucristo. 5:16 Y con el don no sucede como en el caso de
aquel uno que pecó; porque ciertamente el juicio vino a causa de un
solo pecado para condenación, pero el don vino a causa de muchas
transgresiones para justificación.
Romanos, 5:17 Pues si por la transgresión de uno solo reinó la
muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que
reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia. 5:18 Así
que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los
hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los
hombres la justificación de vida. 5:19 Porque así como por la
desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos
pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán
constituidos justos. 5:20 Pero la ley se introdujo para que el pecado
abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia;
5:21 para que así como el pecado reinó para muerte, así también la
gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo,
Señor nuestro.
MUERTOS AL PECADO

Romanos, 6:1 ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado


para que la gracia abunde?

En el capitulo 6, Pablo desafía la idea errónea de que los creyentes


pueden continuar en el pecado y, sin embargo, permanecer a salvo de
la condenación eterna, debido a la gracia de Dios por medio de Cristo.
Pablo responde a esta tergiversación de la doctrina de la gracia
subrayando una verdad fundamental: se reconoce que el creyente
verdadero esta "en Cristo" por su muerte al pecado. Ha sido
trasladado del reino del pecado a otro reino de vida, con Cristo
(Romanos, 6:2-12).
Como el verdadero creyente se ha separado definitivamente del
pecado, no continuara viviendo en pecado. A la inversa, si practica el
pecado, no es creyente verdadero (1º Juan, 3:4-10). A lo largo de todo
este capitulo 6, Pablo recalca que no se puede ser esclavo del pecado
y de Cristo al mismo tiempo (Romanos, 6:11-13, 16-18). El resultado
de entregarse al pecado es la condenación y la muerte eterna
(Romanos, 6:16, 23). [1] El NT emplea varias palabras griegas para
describir el pecado en sus diversos aspectos. Los mas importantes
son: [a] "jamartía", que significa "transgresión", "infracción",
"pecado" (Juan, 9:41). [b] "adikía", que significa "infracción",
"maldad" o "injusticia" (Romanos, 1:18, 1º Juan, 5:17).
Puede describirse como falta de amor, ya que toda maldad proviene
de la incapacidad de amar (Mateo, 22:37-40, Lucas, 10:27-37).
Significa también ("adikía") un poder personal que puede esclavizar y
engañar (Romanos, 5:12, Hebreos, 3:13). [c] "anomía", que denota
"anarquía", "iniquidad" y "desafío a la ley de Dios" (Romanos, 6:19, 1º
Juan, 3:4). [d] "apistía", que indica "incredulidad" o "infidelidad"
(Romanos, 3:3, Hebreos, 3:12). [2] De estas definiciones, se deduce
que la esencia del pecado es el egoísmo, es decir, el tomar las cosas
o los placeres para si mismo, sin que importe el bienestar de los
demás y los mandamientos de Dios.
Por eso los seres humanos se tratan con crueldad y se rebelan contra
Dios y su ley. En ultima instancia, el pecado llega a ser el rechazo de la
autoridad de Dios y su Palabra (Romanos, 1:18-25, 8:7). Es enemistad
contra Dios (Romanos, 5:10, 8:7, Colosenses, 1:21) y desobediencia a
El (Romanos, 11:32, Efesios, 2:2, 5:6). [3] El pecado es también una
corrupción moral en los seres humanos que se opone a todos los
mejores propósitos. Hace que se cometan injusticias con gusto y se
disfrute de las malas acciones de otros (Romanos, 1:21-32, Génesis,
6:5). Es, asimismo, un poder que esclaviza y corrompe (Romanos, 3:9,
6:12 y ss., 7:14, Gálatas, 3:22). El pecado tiene sus raíces en los deseos
humanos (Santiago, 1:14, 4:1-2, 1º Pedro, 2:11). [4] El pecado entro en
la raza humana por medio de Adán (Romanos, 5:12), afecta a todos
(Romanos, 5:12), resulta en juicio divino (Romanos, 1:18), trae muerte
física y espiritual (Romanos, 6:23, Génesis, 2:17) y puede eliminarse
como poder solo por la fe en Cristo y en su obra redentora (Romanos,
5:8-11, Gálatas, 3:13, Efesios, 4:20-24, 1º Juan, 1:9, Apocalipsis, 1:5).
Romanos, 6:2 En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al
pecado, ¿cómo viviremos aún en él? 6:3 ¿O no sabéis que todos los
que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados
en su muerte? 6:4 Porque somos sepultados juntamente con él para
muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los
muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en
vida nueva. 6:5 Porque si fuimos plantados juntamente con él en la
semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su
resurrección; 6:6 sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue
crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea
destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. 6:7 Porque el que
ha muerto, ha sido justificado del pecado.
Romanos, 6:8 Y si morimos con Cristo, creemos que también
viviremos con él; 6:9 sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los
muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él. 6:10
Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en
cuanto vive, para Dios vive. 6:11 Así también vosotros consideraos
muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor
nuestro. 6:12 No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de
modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; 6:13 ni tampoco
presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de
iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de
entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de
justicia. 6:14 Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues
no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.
Romanos, 6:4 Porque somos sepultados juntamente con él para
muerte por el bautismo.

El bautismo (en agua, no en el Espíritu Santo) para el creyente es


símbolo de su sepultura y resurrección con Cristo, pero es mas.
Cuando va acompañado de fe verdadera, el bautismo es parte del
rechazo del pecado y de la entrega a Cristo y produce una corriente
continua de la gracia y la vida divina hacia el creyente (Hechos,
22:16). El bautismo significa identificarse con Cristo en su muerte y
sepultura, a fin de vivir en unión con el en su resurrección (Romanos,
6:4-5). Así como Cristo resucito de entre los muertos, también los que
ejercen verdadera fe salvadora en El llevaran una vida nueva
(Romanos, 6:5).
Romanos, 6:6 sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue
crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea
destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.

Pablo emplea 2 términos en este versículo: [1] El "viejo hombre", que


se refiere a la naturaleza no regenerada del creyente, la persona que
una vez fue, la vida que una vez vivió en pecado. Ese "viejo hombre",
fue crucificado (muerto) con Cristo en la cruz, para que el creyente
recibiera una nueva vida en Cristo y llegara a ser una nueva persona
(Gálatas, 2:20). [2] El "cuerpo del pecado", que se refiere al cuerpo
humano controlado por los deseos pecaminosos. Ahora se ha
quebrantado su esclavitud al pecado (2º Corintios, 5:17, Efesios, 4:22,
Colosenses, 3:9-10). En lo sucesivo, el creyente no debe permitir que
su antigua manera de vivir vuelva a dominar su vida y su cuerpo (2º
Corintios, 5:17, Efesios, 4:22, Colosenses, 3:9-10).
Romanos, 6:10 Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por
todas; mas en cuanto vive, para Dios vive.

Aunque Cristo no tuvo pecado, El se sometió al sufrimiento y a la


humillación del poder del pecado por causa del pecador (Romanos,
5:21, 2º Corintios, 5:21). Con su muerte, murió a la influencia del
pecado. Con su resurrección, triunfo sobre el poder que este tenia.
Asimismo, los que estan unidos con El, en su muerte están libres del
poder del pecado (Romanos, 6:2, 11) para llevar una vida nueva
(Romanos, 6:4-5, 10).
Romanos, 6:11 Así también vosotros consideraos muertos al pecado,
pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.

La proposición fundamental del capitulo 6, es la unión del creyente


con Cristo en su muerte y su vida. El creyente verdadero, necesita
reconocer que ha muerto al pecado de las siguientes 3 maneras: [1] A
la vista de Dios. Dios considera que ha muerto con Cristo en la cruz y
ha resucitado con El en su resurrección (Romanos, 6:5-10). [2] Al
nacer de nuevo por el Espíritu. Ha recibido el poder de Cristo para
resistir al pecado (Romanos, 6:14-18), para morir a el cada día,
dándole muerte a los malos hábitos del cuerpo (Romanos, 8:13) y
para llevar una vida nueva en obediencia a Dios (Romanos, 6:5-14, 18,
22). [3] Al ser bautizado en agua, por lo cual proclamo su muerte al
pecado y se comprometió a rechazarlo y a vivir para Cristo (Romanos,
6:3-5, 6:4).
Romanos, 6:12 No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de
modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias;

Ya que el pecado ha sido destronado, debe oponerse resistencia


constante a sus esfuerzos por reanudar el dominio. Debido a que el
pecado intenta reinar principalmente mediante los deseos del cuerpo,
los que tienen fe en Cristo deben resistir esos deseos (Romanos,
6:12), negándose a poner alguna parte del cuerpo a disposición del
pecado (Romanos, 6:13) y ofreciendo el cuerpo y toda la personalidad
como esclavos de Dios y de la justicia (Romanos, 6:13-19).
Romanos, 6:15 ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la
ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera.

Algunos creyentes, en los días de Pablo, pensaban que, ya que la


gracia perdona el pecado, no es necesario tener cuidado de resistir el
pecado. El apóstol responde que cada creyente debe reafirmar y
renovar constantemente su decisión de resistir al pecado y seguir a
Cristo (Romanos, 6:19). [1] Después de aceptar a Cristo, los creyentes
deben seguir escogiendo a quien van a servir (Romanos, 6:16).
[a] Pueden volverse al pecado, dejar de oponerse a su dominio en su
vida personal y volver a ser esclavos de el, con la muerte (espiritual y
eterna) como resultado (Romanos, 6:16, 21, 23) o [b] pueden ser
liberados del pecado (Romanos, 6:17) y seguir ofreciéndose como
esclavos de Dios y de la justicia, con la santificación y la vida eterna
como resultado (Romanos, 6:19, 22). [2] A la luz de los versículos
Romanos, 6:15-23 los que no se someten al señorío de Cristo y no se
oponen al dominio del pecado en la vida personal no tienen derecho a
referirse a Cristo como su Salvador: "Ninguno puede servir a dos
señores" (Mateo, 6:24, Lucas, 6:46, 2º Corintios, 6:14 - 7:1, Santiago,
4:4, 1º Juan, 2:15-17).
Romanos, 6:16 ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como
esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis,
sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?

Pablo amonesta solemnemente a los creyentes que creen que pueden


pecar con seguridad por estar bajo la gracia. Si el creyente se entrega
al pecado, se convertirá, sin duda alguna, en esclavo del pecado
(Lucas, 16:13, Juan, 8:34), lo cual da por resultado la "muerte"
(Romanos, 6:23). La palabra "muerte", aquí, significa que "sufrirán
pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor" (2º
Tesalonicenses, 1:9), que es lo opuesto a “vida eterna” (Romanos,
6:23).
Romanos, 6:17 Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del
pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a
la cual fuisteis entregados;

En la iglesia primitiva los recién convertidos se comprometían a


observar ciertas normas definidas de doctrina y de conducta,
basadas en los principios apostólicos y en la consagración del
creyente y su relación con Cristo (Mateo, 5 - 7; Hechos, 2:42). [1]
Esas normas seguramente eran un resumen de doctrina cristiana y
ética a la cual el convertido se suscribía cuando aceptaba a Cristo
como su nuevo Amo.
Es la "sana doctrina" a la cual Pablo hace referencia en sus cartas (1º
Timoteo, 1:10, 2º Timoteo, 1:13, 4:3, Tito, 1:9, 2:1). [2] La suposición
de que el cristianismo no tiene patrones de doctrina que regulan la
enseñanza y la practica o de que es "legalismo" tener reglas de
conducta, es ajena al concepto de Pablo de la fe cristiana. El
cristianismo exige obediencia del corazón a las normas piadosas
(Marcos, 7:6).
Romanos, 6:18 y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la
justicia. 6:19 Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que
así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir
a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad
vuestros miembros para servir a la justicia. 6:20 Porque cuando erais
esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia. 6:21 ¿Pero qué
fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis?
Porque el fin de ellas es muerte. 6:22 Mas ahora que habéis sido
libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro
fruto la santificación, y como fin, la vida eterna. 6:23 Porque la paga
del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo
Jesús Señor nuestro.
LOS CREYENTES MUEREN A LA LEY

Romanos, 7:1 ¿Acaso ignoráis, hermanos (pues hablo con los que
conocen la ley), que la ley se enseñorea del hombre entre tanto que
éste vive? 7:2 Porque la mujer casada está sujeta por la ley al marido
mientras éste vive; pero si el marido muere, ella queda libre de la ley
del marido. 7:3 Así que, si en vida del marido se uniere a otro varón,
será llamada adúltera; pero si su marido muriere, es libre de esa ley,
de tal manera que si se uniere a otro marido, no será adúltera.
Romanos, 7:4 Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a
la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que
resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios. 7:5
Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas
que eran por la ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para
muerte. 7:6 Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para
aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el
régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra.
Romanos, 7:4 Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a
la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que
resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios.

El hombre ya no tiene que acudir a la ley y a los sacrificios del AT para


ser salvo y aceptado por Dios (Gálatas, 3:23-25, 4:4-5). Ha sido
separado del antiguo pacto de la ley y unido con Cristo y ahora acude
a Cristo para ser salvo. Debe creer en Jesucristo (1º Juan, 5:13) y
recibir su Espíritu y su gracia, a fin de recibir el perdón y la
regeneración para poder dar fruto para Dios (Romanos, 6:22-23, 8:3-4,
Mateo, 5:17, Efesios, 2:10, Gálatas, 5:22-23, Colosenses, 1:5-6).
EL PECADO QUE MORA EN MI

Romanos, 7:7 ¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna


manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco
conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás. 7:8 Mas el
pecado, tomando ocasión por el mandamiento, produjo en mí toda
codicia; porque sin la ley el pecado está muerto. 7:9 Y yo sin la ley
vivía en un tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y
yo morí. 7:10 Y hallé que el mismo mandamiento que era para vida, a
mí me resultó para muerte; 7:11 porque el pecado, tomando ocasión
por el mandamiento, me engañó, y por él me mató. 7:12 De manera
que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y
bueno.
Romanos, 7:13 ¿Luego lo que es bueno, vino a ser muerte para mí?
En ninguna manera; sino que el pecado, para mostrarse pecado,
produjo en mí la muerte por medio de lo que es bueno, a fin de que
por el mandamiento el pecado llegase a ser sobremanera
pecaminoso. 7:14 Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo
soy carnal, vendido al pecado. 7:15 Porque lo que hago, no lo
entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso
hago. 7:16 Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es
buena. 7:17 De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el
pecado que mora en mí. 7:18 Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne,
no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el
hacerlo.
Romanos, 7:19 Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no
quiero, eso hago. 7:20 Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo,
sino el pecado que mora en mí. 7:21 Así que, queriendo yo hacer el
bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. 7:22 Porque según el
hombre interior, me deleito en la ley de Dios; 7:23 pero veo otra ley en
mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva
cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. 7:24 ¡Miserable
de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? 7:25 Gracias doy
a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente
sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.
Hay dos puntos de vista respecto al estado espiritual de la persona
descripta en esta sección. Algunos piensan que Pablo, aquí, se
identifica con el creyente en quien se libra constantemente una
batalla espiritual entre “la ley de Dios” que obra en su mente y "la ley
del pecado" que obra en los miembros de su cuerpo por vía de la
naturaleza pecaminosa (Romanos, 7:21-25). Otros, en cambio,
piensan que esta sección describe la experiencia previa a la
conversión de Pablo o la de cualquier otro que trata de agradar a
Dios sin depender de su gracia, misericordia y fortaleza (Romanos,
8:5). [1] En los versículos Romanos, 7:7-12, Pablo describe el estado
de inocencia hasta que las personas tienen "uso de razón".
Están vivas (Romanos, 7:9), es decir, sin culpa ni responsabilidad
espiritual, hasta que voluntariamente pecan contra la ley de Dios
escrita externamente o en el corazón (Romanos, 2:14-15, 7:7, 9, 11).
[2] En los versículos Romanos, 7:13-20, Pablo describe un estado de
esclavitud al pecado porque la ley, cuando se llega a conocer, trae el
pecado inconsciente a la conciencia y convierte a las personas en
verdaderos transgresores. El pecado llega a ser su amo, aun cuando
traten de resistirlo. [3] En los versículos Romanos, 7:21-25, Pablo
revela la desesperación que embarga a las personas a medida que las
reduce a la miseria el conocimiento y el poder del pecado.
Romanos, 7:9 Y yo sin la ley vivía en un tiempo; pero venido el
mandamiento, el pecado revivió y yo morí. 7:10 Y hallé que el mismo
mandamiento que era para vida, a mí me resultó para muerte; 7:11
porque el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, me engañó,
y por él me mató.

Las declaraciones de Pablo de que "vivía" y luego de que el pecado lo


mató (Romanos, 7:11) apoyan el punto de vista de que un niño es
inocente hasta que voluntariamente peca contra la ley de Dios que
lleva escrita en el corazón (Romanos, 2:14-15). No se encuentra en la
Biblia la enseñanza de que el ser humano nazca culpable y digno de
la condenación eterna.
Romanos, 7:14 Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy
carnal, vendido al pecado.

Recordemos que Pablo, en este capitulo 7, analiza el estado de una


persona no regenerada, que esta bajo la ley del AT y acepta la verdad
que contiene y que, sin embargo, esta consciente de que no tiene
poder en si misma para llevar una vida que agrade a Dios (Romanos,
7:25, 7:1). Describe el conflicto que hay en una persona que lucha por
si sola contra el poder del pecado, demostrando que no se puede
alcanzar la justificación, ni la bondad ni la santificación al tratar, con
esfuerzos humanos, de resistir al pecado y obedecer la ley de Dios.
En cambio, el conflicto del creyente es bastante diferente: es el
conflicto de una persona unida a Cristo y al Espíritu Santo contra el
poder del pecado (Gálatas, 5:16-18). En el capitulo 8 Pablo describe el
camino a la victoria sobre el pecado mediante la vida en el Espíritu.
Estas palabras que estamos analizando (Romanos, 7:14 mas yo soy
carnal, vendido al pecado), son las que mas hacen pensar que Pablo
se este refiriendo a un periodo bajo la ley, previo a la conversión
(Romanos, 7:7-25), por las siguientes razones: [1] En el capitulo 7
Pablo demuestra la insuficiencia de la ley para redimir al hombre,
aparte de la gracia y no la insuficiencia del Evangelio acompañado de
la gracia (Gálatas, 3:24).
[2] En Romanos, 7:5 Pablo declara que los que están dominados por
la naturaleza carnal (no espiritual, sino sensual) están dando "fruto
para muerte" (muerte eterna). Y en Romanos, 8:13 el afirma que los
que viven conforme a la carne, morirán (Gálatas, 5:19-21). De modo
que la persona a la que se refiere el capitulo 7 esta espiritualmente
muerta. [3] La expresión "vendido al pecado" significa esclavitud al
poder del pecado (1º Reyes, 21:20, 25, 2º Reyes, 17:17). No es posible
que esto tenga que ver con un creyente en Cristo, ya que Cristo, con
el derramamiento de su sangre (Mateo, 20:28), lo ha redimido del
poder del pecado y lo ha librado del dominio que el pecado ejercía
sobre el (Romanos, 6:14).
Cristo mismo afirma: "Así que, si el Hijo os libertare, seréis
verdaderamente libres" (Juan, 8:36, Romanos, 8:2). Es mas, el nombre
Jesús significa: "el salvara a su pueblo de sus pecados" (Mateo,
1:21). [4] La presencia interior del Espíritu Santo (capitulo 8) no deja al
creyente vendido como esclavo al pecado. Pablo continua con la
afirmación de que por medio de Cristo Jesús, la ley del Espíritu de
vida lo libro de la ley del pecado y de la muerte (Romanos, 8:2) y se
incluye entre los que no viven “conforme a la carne, sino conforme al
Espíritu” (Romanos, 8:4), porque están en deuda, pero "no a la carne“
(Romanos, 8:2).
Romanos, 7:15 Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo
que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.

El que trata de obedecer los mandamientos de Dios sin la gracia


salvadora de Cristo es incapaz de cumplir las buenas intenciones de
su corazón (Romanos, 7:7-25). No es su propio amo. El pecado y la
maldad gobiernan dentro de el. Es esclavo de ellos (Romanos, 7:15-
21) y es “cautivo a la ley del pecado” (Romanos, 7:23). Solo en Cristo,
Dios "dará también juntamente con la tentación la salida, para que
podáis soportar" (1º Corintios, 10:13).
Romanos, 7:22 Porque según el hombre interior, me deleito en la ley
de Dios;

Muchos bajo la ley del AT hallaron que dentro de si mismos (alma,


razón) se deleitaban en la ley y los mandamientos de Dios (Salmos,
119, Isaías, 58:2). Sin embargo, al mismo tiempo, los dominaban las
pasiones pecaminosas debido a que su única fuente de ayuda era la
ley (Romanos, 7:23). De igual modo, puede haber hoy en la iglesia
quienes reconocen la justicia, pureza y excelencia del Evangelio de
Cristo, pero debido a que no han experimentado la gracia
regeneradora de Cristo, se encuentran esclavos del pecado. Todo
esfuerzo propio de una persona por llevar una vida libre de pecado e
inmoralidad será inútil si no ha experimentado el nuevo nacimiento, la
reconciliación con Dios, la redención del poder de Satanás y la
transformación que se efectúa al llegar a ser una nueva criatura en
Cristo, llevando una vida nueva en el Espíritu (Romanos, 8, Juan, 3:3,
2º Corintios, 7:17).
Romanos, 7:24 ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de
muerte?

La persona no regenerada, después de hacerle la guerra al pecado, en


un conflicto que no puede ganar, por fin cae prisionera. Triunfa el
pecado y se vende a la persona como esclava al pecado (Romanos,
7:14). Se encuentra en un estado miserable. ¿Quien puede
rescatarla?. La respuesta llega "por Jesucristo Señor nuestro"
(Romanos, 7:25). El es el único que libera "de la ley del pecado y de la
muerte" (Romanos, 8:2).
VIVIENDO EN EL ESPIRITU

Romanos, 8:1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que
están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino
conforme al Espíritu. 8:2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo
Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. 8:3 Porque lo
que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios,
enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del
pecado, condenó al pecado en la carne; 8:4 para que la justicia de la
ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne,
sino conforme al Espíritu.
Pablo acaba de mostrar que la vida sin la gracia de Cristo es derrota,
miseria y esclavitud al pecado (Romanos, 7:7-25). Ahora, en el
capitulo 8, Pablo dice que la vida espiritual, el estar libre de la
condenación, la victoria sobre el pecado y la comunión con Dios
vienen mediante la unión con Cristo, por la presencia del Espíritu
Santo. Al que recibe y sigue al Espíritu se le libra del poder del
pecado y se le conduce a la glorificación final. Esta es la vida
cristiana normal, bajo la completa provisión del Evangelio.
Esta "ley del espíritu de vida" (Romanos, 8:2) es el poder regulador y
activador del Espíritu Santo que opera en el corazón del creyente. El
Espíritu Santo entra en el pecador para vivir en el y lo libra del poder
del pecado (Romanos, 7:23). La ley del Espíritu va obrando en el
recién convertido a medida que se compromete a obedecer al
Espíritu Santo (Romanos, 8:4-5, 13-14). Encuentra un nuevo poder
que obra en el, un poder que le permite vencer al pecado. La "ley del
pecado y de la muerte" es el poder dominante que atrapa a las
personas en la esclavitud del pecado (Romanos, 7:14) y las reduce a
la miseria (Romanos, 7:24).
Romanos, 8:4 para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros,
que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.

La obra del Espíritu Santo dentro de los creyentes los capacita para
llevar una vida de justicia, que se considera como el cumplimiento de
la ley moral de Dios. De este modo, no esta en conflicto la operación
de la gracia y el guardar la ley de Dios (Romanos, 2:13, 3:31, 6:15,
7:12, 14). Las dos ponen de relieve la justicia y la santidad.
Romanos, 8:5 Porque los que son de la carne piensan en las cosas de
la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu.

En los versículos Romanos, 8:5-14 Pablo describe dos clases de


personas: las que viven según la carne y las que viven según el
Espíritu. [1] Vivir "conforme a la carne" es complacerse, ocuparse y
hallar satisfacción en sus deseos corruptos. Esto incluye no solo
inmoralidad sexual, adulterio, odio, rivalidades, arrebatos de ira
(Gálatas, 5:19-21), sino también obscenidad, adicción a la pornografía,
dependencia de las drogas, placer mental y emocional derivado de
escenas sexuales en juegos, libros, programas televisados o
películas y diversiones semejantes.
[2] Vivir "conforme al Espíritu" es someterse a la dirección y
capacitación del Espíritu Santo y ocuparse en las cosas de Dios. Es
vivir, en todo tiempo, en la presencia de Dios, confiando en que El nos
dará la ayuda y la gracia necesarias para realizar su voluntad en y por
medio de nosotros. [3] Es imposible seguir la carne y al Espíritu al
mismo tiempo (Romanos, 8:7-8, Gálatas, 5:17-18). Si alguien no puede
resistir por medio del Espíritu Santo los deseos pecaminosos y, en
cambio, vive conforme a la carne (Romanos, 8:13), se convierte en
enemigo de Dios (Romanos, 8:7, Santiago, 4:4) y le espera la muerte
espiritual y eterna (Romanos, 8:13). A las personas para las cuales las
cosas de Dios representan su principal amor e interés, les espera la
vida eterna y la comunión con Dios (Romanos, 8:10-11, 15-16).
Romanos, 8:6 Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el
ocuparse del Espíritu es vida y paz. 8:7 Por cuanto los designios de la
carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de
Dios, ni tampoco pueden; 8:8 y los que viven según la carne no
pueden agradar a Dios. 8:9 Mas vosotros no vivís según la carne, sino
según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si
alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. 8:10 Pero si Cristo
está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del
pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia. 8:11 Y si el Espíritu
de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que
levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros
cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. 8:12 Así que,
hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos
conforme a la carne;
Desde el momento en que acepta a Jesucristo como Señor y
Salvador, todo creyente tiene al Espíritu Santo viviendo en el
(Romanos, 8:9, 1º Corintios, 3:16, 6:19-20, Efesios, 1:13-14). Debido a
que el pecado ha invadido el aspecto físico del ser humano, su
cuerpo debe morir o ser transformado (Romanos, 8:10, 1º Corintios,
15:50-54, 1º Tesalonicenses, 4:13-17). Sin embargo, debido a que
Cristo vive en el creyente, este ahora experimenta la vida en el
Espíritu.
Romanos, 8:13 porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si
por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.

Pablo acentúa la necesidad de una lucha continua contra todo lo que


pudiera limitar la obra de Dios en la vida del creyente (Romanos, 6:11-
19), ya que el pecado esta siempre esforzándose por volver a dominar
lo que una vez tuvo bajo su control. [1] Este conflicto espiritual,
aunque va dirigido contra Satanás y las fuerzas espirituales de
maldad (Efesios, 6:12), va principalmente contra las pasiones y los
deseos de la “carne” (Gálatas, 5:16-21, Santiago, 4:1, 1º Pedro, 2:11).
Los creyentes deben decidir constantemente si van a someterse a los
deseos pecaminosos o a las exigencias de la naturaleza divina en la
cual participan (Gálatas, 5:16, 18, 2º Pedro, 1:4). [2] El dejar de darle
muerte a las obras de la carne da por resultado la muerte espiritual
(Romanos, 8:6, 13) y la perdida de la herencia en el reino de Dios
(Gálatas, 5:19-21). Las palabras "hacéis morir" significan que los
creyentes pueden volver de la vida espiritual a la muerte espiritual. De
modo que la vida de Dios que se recibe en el nuevo nacimiento (Juan,
3:3-6) puede extinguirse en el alma del creyente que se niegue, por
medio del Espíritu Santo, a darle muerte a la obras de la carne. Estos
son los cristianos que no permiten ser regenerados por el Espíritu
Santo.
Romanos, 8:14 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de
Dios, éstos son hijos de Dios.

En este versículo y en el anterior (Romanos, 8:13) Pablo sienta las


bases para la seguridad de la salvación. Si constantemente se da
muerte a las obras de la carne (Romanos, 8:13), entonces se tiene la
dirección del Espíritu Santo. Y los que son guiados por el Espíritu
Santo son hijos de Dios. El Espíritu Santo vive en el hijo de Dios con
el fin de guiarlo a pensar, hablar y a actuar de acuerdo con la Palabra
de Dios. [1] El guía primordialmente mediante impulsos que: [a] Son
estímulos internos a hacer la voluntad de Dios y a darle muerte a las
obras de la carne (Romanos, 8:13, Filipenses, 2:1, Tito, 2:11-12).
[b] Están siempre en armonía con las Escrituras (1º Corintios, 2:12-13,
2º Pedro, 1:20-21). [c] Tienen la intención de dar dirección en la vida
(Lucas, 4:1, Hechos, 10:19-20, 16:6-7). [d] son contrarios a los deseos
pecaminosos (Gálatas, 5:17-18, 1º Pedro, 2:11). [e] Tratan con la culpa
del pecado, las normas de justicia de Cristo y el juicio de Dios contra
la maldad (Juan, 16:8-11). [f] Exhortan al creyente a que persevere en
la fe y le advierten que no se aparte de la fe personal en Cristo
(Romanos, 8:13, Hebreos, 3:7-14). [g] Se hacen mas débiles en
proporción con el tiempo que el creyente se niega a obedecerlos
(Romanos, 1:28, Efesios, 4:17-19, 30-31, 1º Tesalonicenses, 5:19).
[h] Producen la muerte espiritual cuando se rechazan (Romanos, 8:6,
13). [i] Producen la vida espiritual y la paz cuando se obedecen
(Romanos, 8:6, 10-11, 13, Gálatas, 5:22-23). [2] El impulso del Espíritu
viene al: [a] Leer la Palabra de Dios (Juan, 14:26, 15:7, 26, 16:13, 2º
Timoteo, 3:16-17). [b] Orar con fervor (Romanos, 8:26, Hechos, 13:2-
3). [c] Escuchar la predicación y la enseñanza bíblica (2º Timoteo, 4:1-
2, Hebreos, 13:7-17). [d] Disponerse a las manifestaciones del Espíritu
(1º Corintios, 12:7-10, 14:6) y [e] Prestarle atención al consejo de
padres que son creyentes y de dirigentes espirituales dignos de
confianza (Efesios, 6:1, Colosenses, 3:20).
Romanos, 8:16 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de
que somos hijos de Dios.

El Espíritu Santo imparte la confianza de que, por medio de Cristo y


con Cristo, ahora el creyente es hijo de Dios (Romanos, 8:15). El
confirma la verdad de que Cristo amo a los creyentes antes que ellos
lo amaran a El, los sigue amando y vive por ellos en el cielo como
mediador (Hebreos, 7:25). El Espíritu también muestra que el amor del
Padre por los creyentes como hijos adoptivos no es nada inferior al
que tiene por su único Hijo (Juan, 14:21, 23, 17:23). Por ultimo, el
Espíritu crea en los creyentes el amor y la confianza por la cual
claman: ¡Abba, Padre! (Romanos, 8:15).
Romanos, 8:17 Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y
coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para
que juntamente con él seamos glorificados.

Pablo les recuerda a los creyentes que la vida victoriosa en el Espíritu


no es un camino fácil. Jesús sufrió y sus seguidores también sufrirán.
Se considera que ese sufrimiento es "con El" (2º Corintios, 1:5,
Filipenses, 3:10, Colosenses, 1:24, 2º Timoteo, 2:11-12) y es la
consecuencia de la relación de hijos con Dios, de la identificación con
Cristo, del testimonio acerca de El y de la negación a adaptarse al
mundo (Romanos, 12:1-2).
Romanos, 8:18 Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo
presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros
ha de manifestarse.

Todos los sufrimientos de este mundo (enfermedad, dolor, miseria,


desilusión, pobreza, maltrato, tristeza, persecución y dificultades de
toda clase) deben considerarse insignificantes cuando se comparan
con la bendición, los privilegios y la gloria que se le darán al creyente
fiel en el mundo venidero (2º Corintios, 4:17).
Romanos, 8:19 Porque el anhelo ardiente de la creación es el
aguardar la manifestación de los hijos de Dios. 8:20 Porque la
creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por
causa del que la sujetó en esperanza; 8:21 porque también la creación
misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad
gloriosa de los hijos de Dios. 8:22 Porque sabemos que toda la
creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora;
Romanos, 8:22 Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a
una está con dolores de parto hasta ahora;

En los versículos Romanos, 8:22-27 Pablo habla del gemir de la


creación (Romanos, 8:22), de los creyentes (Romanos, 8:23) y del
Espíritu Santo (Romanos, 8:26). La "creación" (la naturaleza animada
e inanimada) ha sido sujeta al sufrimiento y a las calamidades físicas
por causa del pecado humano (Romanos, 8:20). Por eso Dios ha
determinado que la naturaleza misma será redimida y creada de
nuevo. Habrá un cielo nuevo y una nueva tierra, una restauración de
todas las cosas conforme a la voluntad de Dios (2º Corintios, 5:17,
Gálatas, 6:15, Apocalipsis, 21:1, 5) cuando los hijos fieles de Dios
reciban su herencia completa (Romanos, 8:14, 23).
Romanos, 8:23 y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que
tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro
de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro
cuerpo.

Aunque los creyentes tienen al Espíritu y sus bendiciones, todavía


gimen en su interior, deseando su plena redención. Ese gemir tiene dos
razones:

[1] Los creyentes, que viven en un mundo pecador que los aflige,
todavía experimentan la imperfección, el dolor y la tristeza. El gemir
expresa la profunda tristeza que se siente en esas circunstancias (2º
Corintios, 5:2-4).

[2] Ellos gimen por la plena redención y la plenitud del Espíritu Santo
que será otorgada en la resurrección. Gimen por la gloria que será
revelada y por los privilegios de los plenos derechos que tendrán
como hijos (2º Corintios, 5:4).
Romanos, 8:24 Porque en esperanza
fuimos salvos; pero la esperanza que
se ve, no es esperanza; porque lo que
alguno ve, ¿a qué esperarlo? 8:25 Pero
si esperamos lo que no vemos, con
paciencia lo aguardamos. 8:26 Y de
igual manera el Espíritu nos ayuda en
nuestra debilidad; pues qué hemos de
pedir como conviene, no lo sabemos,
pero el Espíritu mismo intercede por
nosotros con gemidos indecibles.
Romanos, 8:26 el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos
indecibles. 8:27 Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la
intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios
intercede por los santos.

Jesucristo, la segunda persona de la Trinidad, intercede ante el Padre


por nosotros desde el cielo (Romanos, 8:34). El Espíritu Santo, la
tercera persona de la Trinidad, también intercede ante el Padre por
nosotros, desde la tierra, dentro de nosotros con "gemidos
indecibles". Esos gemidos se originan en el corazón de los creyentes.
El Espíritu mismo suspira, gime y sufre dentro de ellos, esperando
ansiosamente el día final de la redención (Romanos, 8:23-25).
Romanos, 8:28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas
les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son
llamados.

Este pasaje motiva mucho a los hijos de Dios cuando tienen que
soportar el sufrimiento en esta vida. [1] Dios tornara "a bien" toda
aflicción, prueba, persecución y sufrimiento. El beneficio que Dios
obra los conforma a la imagen de Cristo y, en ultima instancia, los
glorifica (Romanos, 8:29). [2] Esta promesa esta limitada a los que
aman a Dios y se han sometido a El por la fe en Cristo (Éxodo, 20:6,
Deuteronomio, 7:9, Salmos, 37:17, Isaías, 56:4-7, 1º Corintios, 2:9). [3]
La frase "todas las cosas" no incluye los pecados ni la negligencia
(Romanos, 8:6, 13, 6:16, 21, 23, Gálatas, 6:8).
MAS QUE VENCEDORES

Romanos, 8:29 Porque a los que antes conoció, también los


predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo,
para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. 8:30 Y a los
que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos
también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.
Los versículos de Romanos, 8:29-30 constituyen el sustento bíblico
de lo que se conoce con el nombre de “doctrina de la predestinación”
o “doctrina de la seguridad eterna”. Los que niegan la doctrina de la
predestinación sostienen que la predestinación de la que habla
Romanos, 8:29-30 se refiere a la iglesia considerada como un cuerpo
colectivo y no a personas individuales. Pero la predestinación a nivel
individual ya está presente en la Biblia y viene del AT. Veamos el
siguiente pasaje:

Jeremías, 1:5 Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes


que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones.
Dios le dice a Jeremías que lo conoció antes de que lo formase en el
vientre y antes de que naciese los santifico y lo dio por profeta a las
naciones. Este conocimiento anticipado que Dios tenia de Jeremías
se parece mucho al mencionado en Romanos, 8:29 (Porque a los que
antes conoció). No resulta lógico, por un lado, hablar de
predestinación individual en Jeremías, 1:5 y, por el otro, de
predestinación colectiva considerando a la iglesia como un cuerpo
(que lo es, el cuerpo de Cristo) en Romanos, 8:29-30. Pablo habla de
su propia predestinación individual (al igual que Jeremías, 1:5), en
Gálatas, 1:15-16 (Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el
vientre de mi madre, y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí,
para que yo le predicase entre los gentiles).
Jack Kelley, el reconocido ensayista bíblico, explica Romanos, 8:29-
30 excelentemente bien:

Si usted es salvo, Dios lo sabía desde antes que creara la Tierra.


Previo a darle a Adán su primer aliento, Él miró sobre toda la vasta
extensión del tiempo y vio el momento en que usted tomaría esa
decisión voluntaria e independiente para servirlo a Él (Él lo sabía de
antemano). Es en ese momento cuando Dios hace una reservación
para usted en el Reino, jurando que nunca borrará su nombre del libro
(Él predestinó). Cuando llegó el momento correcto Él le habló a su
corazón, sabiendo que usted respondería (Él llamó).
Y cuando usted lo hizo Él le purificó de todos sus pecados,
considerándolo a usted desde ese momento en adelante, como si
nunca hubiera pecado (Él justificó). Y un día, pronto, Él le dará a usted
un cuerpo nuevo eterno y un lugar cerca de Él en Su Reino (Él
glorificó) (Romanos 8:29-30). En el contexto del tiempo usted tomó
su propia y libre decisión para aceptar el perdón que Jesús adquirió
para usted. Pero habiendo visto el fin desde el principio, Él siempre
supo que usted lo haría. Durante toda su vida Él le ha estado
observando, preparándole para el día en que usted tomaría esa
decisión. Y desde entonces, Él le ha protegido, porque Él ha
prometido que nunca perderá a nadie que se le haya dado (Juan 6:39-
40). Él sabe que es el trabajo del pastor guardar a las ovejas. Y Él es el
Buen Pastor.
El vocablo griego traducido “conoció de antemano” significa tener un
conocimiento previo, o conocer con anterioridad, y la palabra
traducida predestinó significa asignar. La palabra traducida llamar
proviene de la raíz que significa mandar, ordenar, o alentar. Justificar
significa rendir a una persona como justa, y glorificar significa alabar,
elogiar, aumentar o celebrar, hacerlo glorioso.

En términos simples Pablo estaba diciendo que Dios tenía un


conocimiento previo de todas las personas que lo escogerían a Él y
nos asignó un lugar en Su reino en ese momento. Usted podría decir
que Dios hizo una reservación para nosotros por adelantado.
En el momento apropiado en nuestra vida Él nos anima a tomar la
decisión que Él ya sabía que tomaríamos y, cuando lo hicimos, Él
aplicó el pago que ya había hecho por nuestros pecados, borrando la
pizarra y justificándonos así como Él es justo. En el
Rapto/Resurrección Él nos glorificará para siempre. Dios, en suma,
miro sobre la vasta extensión del tiempo y supo, desde antes de dar
el primer aliento a Adán, quienes se iban a acercar a Él. Ahora
miremos a lo que Pablo no dijo. Él no mencionó ninguna pérdida entre
cualquiera de los cinco pasos. Los que Dios conoció de antemano
son los que Él predestinó. Los que Él predestinó son los que Él llamó.
Los que Él llamó son los que Él justificó, y los que Él justificó son los
que Él glorificó.
Ninguna persona se cae en las rajaduras, y ninguna entra en el
proceso a la mitad del mismo. Él conocía a todas las personas antes
que Él empezara y Él no pierde a ninguna de ellas en el proceso.

La respuesta se encuentra en nuestro entendimiento del tiempo.


Como seres físicos estamos gobernados por las leyes del tiempo.
Estas leyes nos restringen de dos maneras importantes. Solamente
podemos mirar hacia atrás (podemos ver el pasado, pero no podemos
volver allí para cambiarlo) y nos estamos adentrando constantemente
en el futuro (pero no sabemos lo que este nos deparará).
Pero Dios no tiene esas limitaciones. Él puede ver el fin desde el
principio, y conocía todo lo que sucedería en Su creación antes de
que sucediera (Isaías 46:10).

Isaías, 46:10 que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la


antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo
permanecerá, y haré todo lo que quiero;

Sin embargo, el conocer todo desde el principio no es lo mismo que


controlar todo lo que sucede. Dentro del contexto del tiempo,
nosotros tomamos nuestras propias decisiones y somos
responsables de nuestras propias acciones.
Podemos demostrar esto de una manera simple cuando miramos un
video de un evento deportivo que ya ha sucedido. Cuando se tomó el
video los jugadores y entrenadores hacían el mejor esfuerzo para
ganar, empleando ciertas estrategias durante el juego las cuales ellos
creían que les ayudarían a ganar, y cambiando esas estrategias
cuando la situación lo ameritaba.

Cuando estamos mirando ese video no estamos controlando el


comportamiento de los jugadores puesto que ya sabemos el
resultado que producirá su comportamiento. Y así que mientras están
haciendo lo mejor que pueden creyendo que van a ganar, ya nosotros
sabemos el resultado antes de empezar a mirar ese video.
La vida es infinitamente más compleja pero el principio es el mismo.
Igual que los jugadores en el juego, nosotros tomamos nuestras
propias decisiones acerca de cómo vivir nuestra vida, pero Dios
conoce cuál va a ser el resultado de esas decisiones, y Él sabía eso
desde antes que nuestra vida empezara.

Aquí es donde está la gran diferencia entre Dios y nosotros. Mientras


que miramos ese video, estamos limitados a ser observadores
pasivos. Nada podemos hacer para influenciar el comportamiento de
los jugadores. Pero Dios no se contenta de ser un observador pasivo.
Él quiere que todos sean salvos, y de manera continua obra para
influenciar nuestro comportamiento. Hasta aquí, el comentario de
Jack Kelley.
La doctrina de la predestinación tiene una fuerte presencia en las
Escrituras y no se limita solamente a los pasajes que vimos de
Jeremías, 1:5 y Romanos, 8:29-30.

También tenemos:

Efesios, 1:3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,


que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares
celestiales en Cristo, 1:4 según nos escogió en él antes de la
fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha
delante de él, 1:5 en amor habiéndonos predestinado para ser
adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto
de su voluntad,
Efesios, 1:11 En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido
predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas
según el designio de su voluntad,

Juan, 6:44 Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le


trajere;

Juan, 15:16 No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a


vosotros,

Juan, 15:19 Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero


porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el
mundo os aborrece.
Romanos, 8:31 ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros,
¿quién contra nosotros? 8:32 El que no escatimó ni a su propio Hijo,
sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también
con él todas las cosas? 8:33 ¿Quién acusará a los escogidos de
Dios? Dios es el que justifica. 8:34 ¿Quién es el que condenará?
Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que
además está a la diestra de Dios, el que también intercede por
nosotros. 8:35 ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación,
o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o
espada? 8:36 Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo
el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero.
El pueblo de Dios, en todas las generaciones, ha experimentado las
adversidades enumeradas por Pablo en Romanos, 8:35-36 (Hechos,
14:22, 2º Corintios, 11:23-29, Hebreos, 11:35-38). Ningún creyente
debe extrañarse si experimenta adversidad, persecución, hambre,
pobreza o peligro. La dificultad y la calamidad no significan
necesariamente que Dios haya abandonado al creyente ni que haya
dejado de amarlo (Romanos, 8:35). Por el contrario, el sufrir como
creyente proporcionara mas formas de experimentar el amor y el
consuelo de Dios (2º Corintios, 1:4-5). Pablo asegura que en todas
esas adversidades los creyentes triunfaran y serán mas que
vencedores por medio de Cristo (Romanos, 8:37-39, Mateo, 5:10-12,
Filipenses, 1:29).
Romanos, 8:37 Antes, en todas estas
cosas somos más que vencedores por
medio de aquel que nos amó. 8:38 Por
lo cual estoy seguro de que ni la
muerte, ni la vida, ni ángeles, ni
principados, ni potestades, ni lo
presente, ni lo por venir, 8:39 ni lo alto,
ni lo profundo, ni ninguna otra cosa
creada nos podrá separar del amor de
Dios, que es en Cristo Jesús Señor
nuestro.
LA ELECCION DE ISRAEL

Romanos, 9:1 Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me


da testimonio en el Espíritu Santo, 9:2 que tengo gran tristeza y
continuo dolor en mi corazón. 9:3 Porque deseara yo mismo ser
anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son
mis parientes según la carne; 9:4 que son israelitas, de los cuales son
la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las
promesas; 9:5 de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la
carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por
los siglos. Amén.
En los capítulos 9 al 11 Pablo trata el problema de la elección pasada
de Israel (Romanos, 9:6-29), su rechazo actual del Evangelio
(Romanos, 9:30 - 10:21) y su salvación futura (Romanos, 11:1-36). La
incesante preocupación y tristeza de Pablo por los que están sin
Cristo (Romanos, 10:1, 11:14, 1º Corintios, 9:22), debiera compartirla
todo creyente. Ese mismo estado de aflicción y de disposición a sufrir
por la salvación de los demás lo tuvieron Moisés (Éxodo, 32:32) y
Jesucristo (Mateo, 3:37). Por ultimo, Pablo recuerda que es de los
israelitas la adopción (fueron elegidos por Dios), la gloria, el pacto, la
promulgación de la ley (a ellos fue confiada la ley), el culto y las
promesas, los patriarcas y, para mas remate, el Señor Jesucristo
también vino en carne de ese pueblo.
Romanos, 9:6 No que la palabra de Dios haya fallado; porque no
todos los que descienden de Israel son israelitas, 9:7 ni por ser
descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será
llamada descendencia. 9:8 Esto es: No los que son hijos según la
carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la
promesa son contados como descendientes. 9:9 Porque la palabra de
la promesa es esta: Por este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo.
9:10 Y no sólo esto, sino también cuando Rebeca concibió de uno, de
Isaac nuestro padre 9:11 (pues no habían aún nacido, ni habían hecho
aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la
elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama), 9:12
se le dijo: El mayor servirá al menor. 9:13 Como está escrito: A Jacob
amé, mas a Esaú aborrecí.
ISRAEL EN EL PLAN DE SALVACION DE DIOS

Romanos, 9:6 No que la palabra de Dios haya fallado; porque no


todos los que descienden de Israel son israelitas.

En Romanos 9 - 11, Pablo expone el problema de la pasada elección,


el presente rechazo del Evangelio y la futura salvación de Israel.
Escribió estos 3 capítulos para responder al interrogante de los
creyentes judíos: ¿como pueden tener vigencia las promesas de Dios
a Abraham y la nación de Israel, mientras toda la nación de Israel
parece no tener parte en el Evangelio?.
Hay 3 elementos en el discurso de Pablo sobre Israel en el plan de
salvación de Dios:

[1] La pasada elección de Israel (Romanos, 9:6-29). [a] En Romanos,


9:6-13 Pablo afirma que la promesa de Dios a Israel no ha fallado,
pues solo incluía a los fieles de la nación. Estaba destinada solo para
el verdadero Israel, es decir, para los que eran fieles a la promesa
(Génesis, 12:1-3, 17:19). Siempre hay un Israel dentro de Israel que ha
recibido la promesa. [b] En Romanos, 9:14-19 Pablo señala que Dios
tiene el derecho de hacer lo que le plazca con las personas y las
naciones. El tiene derecho a rechazar a Israel si desobedece y a tener
misericordia de los gentiles y ofrecerles la salvación si así lo decide.
[2] El actual rechazo del Evangelio por Israel (Romanos, 9:30 - 10:21).
El que Israel deje de responder a Cristo no se debe a un decreto
divino incondicional sino a su propia incredulidad y desobediencia
(Romanos, 10:3).

[3] El rechazo de Israel como algo solo parcial y temporal (Romanos,


11). Israel aceptara finalmente la salvación de Dios en Cristo. Hay
varias razones que expone en su argumento: [a] Dios no ha
rechazado al verdadero Israel porque se ha mantenido fiel al
"remanente" que le ha permanecido fiel al aceptar a Cristo (Romanos,
11:1-6). [b] Dios ha endurecido a la mayoría del Israel actual porque
no quisieron aceptar a Cristo (Romanos, 11:7-10, 9:31 - 10:21).
[c] Dios ha convertido la transgresión de Israel (la crucifixión de
Cristo) en una oportunidad para proclamar la salvación a todo el
mundo (Romanos, 11:11-12, 15). [d] Durante el tiempo actual de la
incredulidad nacional de Israel, la salvación de los judíos y de los
gentiles (Romanos, 10:12-13) depende de la fe en Jesucristo
(Romanos, 11:13-14). [e] La creencia en Jesucristo de una parte del
Israel nacional tendrá lugar en el futuro (Romanos, 11:25-29). [f] El
propósito sincero de Dios es tener misericordia de todos, tanto judíos
como gentiles, e incluir en su reino a todas las personas que crean en
Cristo (Romanos, 11:30-36, 10:12-13, 11:20-24).
Varias cosas resaltan de estos 3 capítulos de la Epístola a los
Romanos:

[1] Este discurso sobre Israel no se refiere primordialmente a la vida y


la muerte eternas de las personas, después de la muerte física. Mas
bien Pablo trata de la relación de Dios con las naciones y los pueblos
desde el punto de vista histórico, es decir, su derecho a usar ciertas
naciones y personas como decida. Por ejemplo, la elección de Jacob
en lugar de Esaú (Romanos, 9:11) tuvo el propósito de fundar y de
usar a las naciones de Israel y Edom que descendieron de ellos. No
tenia nada que ver con su destino eterno y personal a la salvación o a
la condenación.
De modo que Dios tiene el derecho de llamar e imponer
responsabilidades a las personas y naciones que escoja. [2] El
elemento mas significativo de todo el discurso es el tema de la fe. La
condición espiritual de perdición de la mayoría de los israelitas no se
determino ni se fijo con un arbitrario decreto de Dios, sino que resulto
de su renuencia a someterse al plan de salvación de Dios por la fe en
Cristo (Romanos, 9:33, 10:3, 11:20). Por su parte, muchos gentiles
aceptaron el camino de la fe establecido por Dios y alcanzaron la
justicia que es por la fe en Cristo. Sin embargo, todo esto estaba
profetizado desde el AT, es decir, el rechazo del Mesías por Israel y su
aceptación por un pueblo "distinto". Dios no determino que esto
sucediera así, pero lo sabia por su omnisciencia: todo lo sabe, sea
pasado, presente o futuro.
[3] Todavía se ofrece esperanza a la nación de Israel si deja de seguir
en su incredulidad (Romanos, 11:23). De la misma manera, se les
advierte a los creyentes que no son judíos (gentiles), quienes ahora
forman parte de la iglesia de Dios, que también enfrentan la misma
posibilidad de ser cortados de la salvación. Por lo tanto, ellos deben
ser tan diligentes en seguir en la fe con temor como lo fueron los
israelitas (Romanos, 11:20-23). Esta advertencia tiene tanta validez hoy
como la tuvo cuando la escribió Pablo.

[4] Las Escrituras contienen muchísimas promesas de la restauración


final de Israel mediante su aceptación del Mesías, la cual ocurrirá al
finalizar la Gran Tribulación y antes del retorno de Jesucristo (Isaías,
11:10-16, 29:17-24, 49:22-26, Jeremías, 31:31-34, Ezequiel, 37:12-14,
Romanos, 11:26, Apocalipsis, 12:6).
Romanos, 9:13 Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí.

Este versículo no significa que Jacob y sus descendientes fueron


elegidos para salvación eterna mientras que Esaú y sus
descendientes fueron elegidos para la condenación eterna. Fue mas
bien una elección de los descendientes de Jacob para ser los
instrumentos que Dios emplearía para revelarse y bendecir al mundo
(Malaquías, 1:3). Obsérvese que, según Romanos, 9 - 11, la mayor
parte de los descendientes de Jacob no cumplió su llamamiento y, por
eso, Dios finalmente los rechazo (Romanos, 9:27, 30-33, 10:3, 11:20).
Además, los que no recibieron ese amor (los gentiles) obedecieron a
Dios mediante la fe y llegaron a ser “hijos del Dios viviente”
(Romanos, 9:25-26).
Romanos, 9:14 ¿Qué, pues, diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? En
ninguna manera. 9:15 Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del
que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me
compadezca. 9:16 Así que no depende del que quiere, ni del que
corre, sino de Dios que tiene misericordia. 9:17 Porque la Escritura
dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi
poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra. 9:18 De
manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere
endurecer, endurece. 9:19 Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa?
Porque ¿quién ha resistido a su voluntad? 9:20 Mas antes, oh
hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso
de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así?
Pablo resalta la libertad de la misericordia de Dios. Los seres
humanos no pueden conquistar ni dominar su desbordante
compasión activa (Romanos, 9:16). El ha decidido tener misericordia
de todos. Dios se propone tener misericordia de los que se
arrepienten y creen en Jesucristo como Señor y Salvador, mientras
que endurece a todos los que se niegan a arrepentirse y optan por
seguir en sus pecados, rechazando así la salvación en Cristo. Ese
propósito divino es invariable, tanto para las personas como para las
naciones (Romanos, 2:4-11). Algunas veces se le atribuye a Dios el
endurecimiento del corazón de Faraón (Éxodo, 4:21, 7:3, 13, 9:12,
10:1, 11:10, 14:17) y otras al Faraón mismo (Éxodo, 7:22-23, 8:15, 32).
Faraón, cuyo corazón ya era contrario a Dios, recibió el juicio
apropiado de parte de Dios. Cuando resistió la voluntad de Dios, Dios
respondió endureciéndole aun mas (Éxodo, 7:3). De modo que Dios
no fue arbitrario cuando endureció el corazón de Faraón, sino que
actuó conforme a su justo principio de endurecer a quienes lo
rechazan (Romanos, 1:21-32). Muchos se preguntaran ¿que culpa
tenia Faraón si actuaba como actuaba porque Dios le "endurecía el
corazón"?. Dios endureció el corazón de Faraón porque su corazón
ya era duro y se oponía a Dios. Al endurecer el corazón de Faraón,
Dios estaba aplicando un principio divino que se aplica a todos los
impenitentes: cuando una persona insiste en la rebeldía contra Dios y
Su Palabra, finalmente Dios ordena que se le endurezca el corazón.
Este principio también se ve cuando Dios entrega a las personas
rebeldes a sus deseos pecaminosos (Romanos, 1:24 Por lo cual
también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de
sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios
cuerpos) o al enviar un poder engañoso para los que se niegan a
creer en la verdad de Su Palabra (2 Tesalonicenses, 2:11 Por esto Dios
les envía un poder engañoso, para que crean la mentira). Nótese que
los juicios de las primeras plagas ablandaron un poco el corazón de
Faraón. Pero, cuando Dios quitaba cada plaga, se endurecía otra vez
el corazón de Faraón, es decir, el corazón de Faraón se endurecía
cada vez que Dios mostraba misericordia.
Romanos, 9:21 ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para
hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?

Pablo sostiene el derecho de Dios de usar a determinadas personas


para cumplir su propósito redentor sin tener que rendirle cuentas a
nadie. [1] No se debe interpretar que Dios no tiene principios morales
inherentes a su carácter santo al tratar con personas y naciones. Por
su naturaleza, a Dios no lo mueve la voluntad humana (Dios no es
vulnerable a los hombres) sino su amor (Juan, 3:16), misericordia
(Salmos, 62:12) e integridad moral y compasión (Salmos, 116:5). [2]
Este pasaje no significa que Dios, de manera arbitraria, elija a unas
personas para salvación y a otras para destrucción.
Romanos, 9:22 ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer
notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira
preparados para destrucción, 9:23 y para hacer notorias las riquezas
de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él
preparó de antemano para gloria, 9:24 a los cuales también ha
llamado, esto es, a nosotros, no sólo de los judíos, sino también de
los gentiles?
La frase "vasos de ira" se refiere a los que se están disponiendo para
la destrucción eterna. Llegan a ser objeto de ira por sus propios
pecados y actitud rebelde, como Pablo expuso antes en Romanos, 2:5
Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti
mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de
Dios. No obstante, los que son objeto de ira aun pueden arrepentirse,
volverse a Dios y recibir su misericordia. La frase "vasos de
misericordia" (Romanos, 9:23) se refiere a todos los que creen y
siguen a Jesucristo, tanto judíos como gentiles (Romanos, 9:24-33).
Romanos, 9:25 Como también en Oseas dice: Llamaré pueblo mío al
que no era mi pueblo, Y a la no amada, amada. 9:26 Y en el lugar
donde se les dijo: Vosotros no sois pueblo mío, Allí serán llamados
hijos del Dios viviente. 9:27 También Isaías clama tocante a Israel: Si
fuere el número de los hijos de Israel como la arena del mar, tan sólo
el remanente será salvo; 9:28 porque el Señor ejecutará su sentencia
sobre la tierra en justicia y con prontitud. 9:29 Y como antes dijo
Isaías: Si el Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado
descendencia, Como Sodoma habríamos venido a ser, y a Gomorra
seríamos semejantes.
Romanos, 9:30 ¿Qué, pues, diremos? Que los gentiles, que no iban
tras la justicia, han alcanzado la justicia, es decir, la justicia que es
por fe; 9:31 mas Israel, que iba tras una ley de justicia, no la alcanzó.
9:32 ¿Por qué? Porque iban tras ella no por fe, sino como por obras
de la ley, pues tropezaron en la piedra de tropiezo, 9:33 como está
escrito: He aquí pongo en Sion piedra de tropiezo y roca de caída; Y el
que creyere en él, no será avergonzado.
Romanos, 10:1 Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi
oración a Dios por Israel, es para salvación. 10:2 Porque yo les doy
testimonio de que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia.
10:3 Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la
suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios; 10:4 porque el
fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree. 10:5 Porque
de la justicia que es por la ley Moisés escribe así: El hombre que haga
estas cosas, vivirá por ellas.
Romanos, 10:6 Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu
corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo);
10:7 o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a
Cristo de entre los muertos). 10:8 Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la
palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que
predicamos: 10:9 que si confesares con tu boca que Jesús es el
Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos,
serás salvo. 10:10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero
con la boca se confiesa para salvación.
El credo o la confesión mas antiguos de la iglesia del NT no era que
Jesús es el Salvador, sino que Jesús es el Señor (Hechos, 8:16, 19:5,
1º Corintios, 12:3). A Jesucristo se le llama específicamente Salvador
16 veces y Señor mas de 450 veces en el NT. [1] En el NT no aparece
en ninguna parte la doctrina de moda en algunos círculos evangélicos
de que Jesucristo puede ser el Salvador sin que necesariamente sea
el Señor. Nadie puede recibir a Cristo como Salvador sin recibirlo
como Señor. Este es un ingrediente indispensable en la predicación
apostólica (Hechos, 2:36-40). [2] El termino "Señor" (del griego
"kirios"), significa tener poder, dominio y autoridad.
Confesar a Jesús como Señor es declarar que El es igual a Dios
(Romanos, 10:13, Juan, 20:28, Hechos, 2:36, Hebreos, 1:10) y digno de
poder (Apocalipsis, 5:12), adoración (Filipenses, 2:10-11), confianza
(Hebreos, 2:13), obediencia (Hebreos, 5:9) y oración (Hechos, 7:59-60,
2º Corintios, 12:8). [3] Cuando los creyentes del NT llamaban a Jesús
"Señor", no era simplemente una profesión externa sino una sincera
actitud del corazón (1º Pedro, 3:15), por la cual ellos ponían a Cristo
como Señor de toda la vida (Lucas, 6:46-49, Juan, 15:14). Es preciso
que Jesucristo sea Señor de los asuntos espirituales en el hogar y en
la iglesia, a la vez que Señor en lo intelectual, económico, educativo,
recreativo y vocacional. En fin, en todas las esferas de la vida
(Romanos, 12:1-2, 1º Corintios, 10:31).
Los elementos esenciales de la salvación se resumen en Romanos,
10:9-10 y se centran en creer en el señorío de Cristo y en su
resurrección corporal. La fe debe originarse en el corazón, lo cual
incluye la emociones, el intelecto y la voluntad y se apodera de toda
la persona. La fe debe incluir también el entregarse públicamente a
Jesucristo como Señor, tanto de palabra como de acción. Ninguno
que niegue la resurrección corporal de Jesucristo puede
legítimamente sostener que es creyente en Cristo. No deja de ser
incrédulo, porque la resurrección de Cristo es el acontecimiento
central de la salvación (Romanos, 1:4, 4:25, 5:10, 17, 6:4-10, 8:11, 34).
Romanos, 10:11 Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere,
no será avergonzado. 10:12 Porque no hay diferencia entre judío y
griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos
los que le invocan; 10:13 porque todo aquel que invocare el nombre
del Señor, será salvo. 10:14 ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual
no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y
cómo oirán sin haber quien les predique? 10:15 ¿Y cómo predicarán
si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los
pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!
10:16 Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor,
¿quién ha creído a nuestro anuncio?
Romanos, 10:17 Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de
Dios. 10:18 Pero digo: ¿No han oído? Antes bien, Por toda la tierra ha
salido la voz de ellos, Y hasta los fines de la tierra sus palabras. 10:19
También digo: ¿No ha conocido esto Israel? Primeramente Moisés
dice: Yo os provocaré a celos con un pueblo que no es pueblo; Con
pueblo insensato os provocaré a ira. 10:20 E Isaías dice
resueltamente: Fui hallado de los que no me buscaban; Me manifesté
a los que no preguntaban por mí. 10:21 Pero acerca de Israel dice:
Todo el día extendí mis manos a un pueblo rebelde y contradictor.
Romanos, 10:17 Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de
Dios.

Pablo dice en Efesios, 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de
la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;

Si bien la fe que salva, según Pablo, es un don de Dios, la única forma


de que crezca y se consolide es leyendo, primero, y estudiando,
después, la Palabra de Dios, la Biblia. Oír, aquí, también significa
hacer caso, obedecer. Podemos conocer la Biblia de "tapa a tapa"
pero si no la obedecemos es como si supiéramos sobre cualquier
libro.
UN REMANENTE ESCOGIDO POR GRACIA

Romanos, 11:1 Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En


ninguna manera. Porque también yo soy israelita, de la descendencia
de Abraham, de la tribu de Benjamín. 11:2 No ha desechado Dios a su
pueblo, al cual desde antes conoció. ¿O no sabéis qué dice de Elías la
Escritura, cómo invoca a Dios contra Israel, diciendo: 11:3 Señor, a
tus profetas han dado muerte, y tus altares han derribado; y sólo yo
he quedado, y procuran matarme? 11:4 Pero ¿qué le dice la divina
respuesta? Me he reservado siete mil hombres, que no han doblado la
rodilla delante de Baal. 11:5 Así también aun en este tiempo ha
quedado un remanente escogido por gracia.
Romanos, 11:6 Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la
gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera
la obra ya no es obra. 11:7 ¿Qué pues? Lo que buscaba Israel, no lo
ha alcanzado; pero los escogidos sí lo han alcanzado, y los demás
fueron endurecidos; 11:8 como está escrito: Dios les dio espíritu de
estupor, ojos con que no vean y oídos con que no oigan, hasta el día
de hoy. 11:9 Y David dice: Sea vuelto su convite en trampa y en red,
En tropezadero y en retribución;
ESPIRITU DE ESTUPOR Y LETARGO

Romanos, 11:8 como está escrito: Dios les dio espíritu de estupor,
ojos con que no vean y oídos con que no oigan, hasta el día de hoy.

Estupor puede definirse como “disminución de la actividad


intelectual, acompañada de cierto aire de indiferencia”. Es algo
similar a caer en un “sueño profundo”. Este espíritu impide a los
cristianos CRECER EN CRISTO, provocando su estancamiento (a
los israelitas les impidió reconocer a Jesucristo como el Mesías).
Por lo general, este espíritu ataca a los cristianos que, conociendo
los caminos del Señor (por muchos años) no se han activado en el
ministerio. Entra en ellos una TIBIEZA como la que el Señor le
critica a la iglesia de Laodicea (Apocalipsis, 3:16). El Señor mismo
permite que este espíritu (uno de los que ha desencadenado
Satanás contra la iglesia) caiga sobre aquellos que solo lo honran
de labios pero han alejado del El su corazón (“vosotros solo de
labios me honráis”).
Romanos, 11:10 Sean oscurecidos sus ojos para que no vean, Y
agóbiales la espalda para siempre. 11:11 Digo, pues: ¿Han tropezado
los de Israel para que cayesen? En ninguna manera; pero por su
transgresión vino la salvación a los gentiles, para provocarles a celos.
11:12 Y si su transgresión es la riqueza del mundo, y su defección la
riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plena restauración? 11:13
Porque a vosotros hablo, gentiles. Por cuanto yo soy apóstol a los
gentiles, honro mi ministerio, 11:14 por si en alguna manera pueda
provocar a celos a los de mi sangre, y hacer salvos a algunos de
ellos.
Romanos, 11:14 por si en alguna manera pueda provocar a celos a los
de mi sangre, y hacer salvos a algunos de ellos.

Todas las iglesias deben desear y pedirle a Dios que su poder, su


favor y su bendición descansen sobre ellas a tal grado que despierte
celos en los de Israel y se vuelvan al Señor. La salvación de Cristo y
los privilegios de su reino que obran en la vida del creyente crearan
en Israel un anhelo por las mismas bendiciones.
Romanos, 11:15 Porque si su exclusión es la reconciliación del
mundo, ¿qué será su admisión, sino vida de entre los muertos? 11:16
Si las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz
es santa, también lo son las ramas. 11:17 Pues si algunas de las
ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido
injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y
de la rica savia del olivo, 11:18 no te jactes contra las ramas; y si te
jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti. 11:19 Pues
las ramas, dirás, fueron desgajadas para que yo fuese injertado. 11:20
Bien; por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás
en pie. No te ensoberbezcas, sino teme.
Romanos, 11:21 Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti
tampoco te perdonará. 11:22 Mira, pues, la bondad y la severidad de
Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la
bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra
manera tú también serás cortado. 11:23 Y aun ellos, si no
permanecieren en incredulidad, serán injertados, pues poderoso es
Dios para volverlos a injertar. 11:24 Porque si tú fuiste cortado del que
por naturaleza es olivo silvestre, y contra naturaleza fuiste injertado
en el buen olivo, ¿cuánto más éstos, que son las ramas naturales,
serán injertados en su propio olivo?
LA RESTAURACION DE ISRAEL

Romanos, 11:25 Porque no quiero,


hermanos, que ignoréis este misterio,
para que no seáis arrogantes en
cuanto a vosotros mismos: que ha
acontecido a Israel endurecimiento en
parte, hasta que haya entrado la
plenitud de los gentiles; 11:26 y luego
todo Israel será salvo.
En todos los versículos anteriores, Pablo llama a los gentiles a no
caer en la arrogancia. Llama a Israel el "buen olivo" y a los gentiles el
"olivo silvestre injertado contra natura" en el "buen olivo" de cuya
raíz fue desgajado Israel por su incredulidad. Esto significa que la
iglesia de ninguna manera ha reemplazado a Israel. Cuando termine
la era de la iglesia (de la cruz al rapto) Dios volverá sus ojos de nuevo
a Israel y volverá a tratar con ellos. El "antiguo pacto" no esta
cancelado sino "suspendido" y finalizara cuando los israelitas
terminen de aceptar al Mesías. Pablo dice que esto es un "misterio":
que el endurecimiento de Israel durara hasta que haya entrado en
plenitud la iglesia de los gentiles, es decir, la iglesia alcanzara un
"numero" y luego será raptada y ahí Dios volverá a tratar con Israel.
Romanos, 11:26 y luego todo Israel será salvo

La expresión "todo Israel" debe entenderse como los creyentes en


Israel en conjunto. [1] El numero de judíos que creen en Cristo se
incrementara considerablemente durante los oscuros días de la Gran
Tribulación (Deuteronomio, 4:30-31, Oseas, 5:14 - 6:3, Apocalipsis,
7:1-8). La Gran Tribulación terminara cuando Cristo libere a los
creyentes en Israel y destruya al resto de los judíos incrédulos (Isaías,
10:20, Zacarías, 13:8-9). Todos los rebeldes (judíos impíos) serán
erradicados (Ezequiel, 20:34-44). [2] El remanente de judíos creyentes
(los que sobrevivan a la Gran Tribulación) y los fieles de Israel de las
generaciones pasadas constituyen "todo Israel" (Ezequiel, 37:12-14).
Romanos, 11:28 Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por
causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por
causa de los padres. 11:29 Porque irrevocables son los dones y el
llamamiento de Dios. 11:30 Pues como vosotros también en otro
tiempo erais desobedientes a Dios, pero ahora habéis alcanzado
misericordia por la desobediencia de ellos, 11:31 así también éstos
ahora han sido desobedientes, para que por la misericordia
concedida a vosotros, ellos también alcancen misericordia.
Romanos, 11:32 Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para
tener misericordia de todos. 11:33 ¡Oh profundidad de las riquezas de
la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus
juicios, e inescrutables sus caminos! 11:34 Porque ¿quién entendió la
mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? 11:35 ¿O quién le dio a
él primero, para que le fuese recompensado? 11:36 Porque de él, y
por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos.
Amén.
Romanos, 11:29 Porque irrevocables son los dones y el llamamiento
de Dios.

Estas palabras se refieren exclusivamente a los privilegios de Israel


mencionados en Romanos, 9:4-5 (que son israelitas, de los cuales
son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto
y las promesas; de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según
la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito
por los siglos. Amén). No se refieren, en cambio, a los dones
espirituales ni al llamamiento al ministerio asociado con la obra del
Espíritu Santo dentro de la iglesia (Romanos, 12:6-8, 1º Corintios, 12),
lo cual, lejos de ser irrevocable, dependerá de la idoneidad, carácter y
experiencia espiritual de la persona.
DEBERES CRISTIANOS

Romanos, 12:1 Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de


Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo,
agradable a Dios, que es vuestro culto racional.

Los creyentes deben tener un deseo intenso de agradar a Dios con


amor, devoción, adoración y santidad y de ofrecer el cuerpo a su
servicio. [1] El mayor deseo de ellos debe ser el de llevar una vida de
santidad y ser aceptados por Dios. Eso requiere que se separen del
mundo y se acerquen mas a Dios (Romanos, 12:2). Deben vivir para
Dios, adorarlo, obedecerle, oponerse al pecado y abogar por la justicia
y resistir y aborrecer el mal, hacer obras de caridad, imitar a Cristo,
seguirlo, servirle, vivir según el Espíritu y ser llenos de El. [2] Deben
presentar el cuerpo a Dios como muertos al pecado y como templo del
Espíritu Santo (1º Corintios, 6:15, 19).
Romanos, 12:2 No os conforméis a este siglo, sino transformaos por
medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que
comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.

Pablo da a entender que el creyente debe: [1] comprender que el


sistema del mundo actual es malo (Hechos, 2:40, Gálatas, 1:4) y esta
bajo el dominio de Satanás (Juan, 12:31, 1º Juan, 5:19); [2] estar en
contra de las prevalecientes y populares formas del espíritu de este
mundo y proclamar, mas bien, por la causa de Cristo, las verdades
eternas y las normas justas de la Palabra de Dios (1º Corintios, 1:17-
24);
[3] despreciar lo malo y amar lo justo (Romanos, 12:9, 1º Juan, 2:15-
17, Hebreos, 1:9) y no contaminarse con los varios tipos de
mundanalidad que constantemente rodean a la iglesia (avaricia,
egoísmo, conveniencia, ideas humanistas, maniobras políticas por el
poder, envidia, odio, venganza, impureza, malas palabras, diversiones
impías, vestuario seductor e inmodesto, inmoralidad, drogas, alcohol
y compañías mundanas) y [4] tener la mente de Cristo (1º Corintios,
2:16, Filipenses, 2:5) mediante la lectura de la Palabra de Dios y la
meditación en ella (Salmos, 119:11, 148, Juan, 8:31-32, 15:7),
sometiendo los planes y las metas a criterios celestiales y eternos y
no a los de este malvado mundo transitorio.
Romanos, 12:3 Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual
que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el
que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la
medida de fe que Dios repartió a cada uno. 12:4 Porque de la manera
que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los
miembros tienen la misma función, 12:5 así nosotros, siendo muchos,
somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros.
12:6 De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que
nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe;
12:7 o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; 12:8
el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el
que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría.
Pablo enumera lo que puede llamarse los “dones de gracia” (del
griego "carismata"). Son deseos internos o disposiciones como
también capacidades o talentos (Filipenses, 2:13) que el Espíritu
Santo da a los creyentes para edificar al pueblo de Dios y expresar a
otros el amor de Dios (1º Corintios, 12:1, 14:12, 26, 1º Pedro, 4:10).
Cada creyente tiene, al menos, uno de esos dones (1º Corintios, 12:11,
1º Pedro, 4:10). Sin embargo, ese don principal no excluye el ejercicio
de cualquier otro de los dones conforme surja la necesidad. Debe
considerarse ejemplificativa y no taxativa (enumerativa) la lista de
Pablo de los "siete dones de gracia" (1º Corintios, 12 - 14).
Los "siete dones de gracia" según Pablo son:

[1] profecía (debe usarse conforme a la medida de la fe) [Romanos,


12:6];
[2] servicio (Romanos, 12:7);
[3] enseñanza (Romanos, 12:7);
[4] exhortación (Romanos, 12:8);
[5] el que reparte (con liberalidad) [Romanos, 12:8];
[6] el que preside (con solicitud) [Romanos, 12:8];
[7] el que hace misericordia (con alegría) [Romanos, 12:8];
Romanos, 12:7 o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la
enseñanza;

[1] Ese "servicio" es el deseo, la capacidad y el poder que da Dios


para prestar asistencia practica a los miembros y dirigentes de la
iglesia, con el propósito de ayudarles a cumplir sus
responsabilidades ante Dios (Hechos, 6:2-3). [2] "Enseñar" es el
deseo, la capacidad y el poder que da Dios para examinar y estudiar
la Palabra de Dios y aclarar, defender y proclamar su verdad de tal
manera que otros crezcan en gracia y en piedad (1º Corintios, 2:10-16,
1º Timoteo, 4:16, 6:3, 2º Timoteo, 4:1-2).
Romanos, 12:8 el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con
liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia,
con alegría.

[1] "Exhortar" es el deseo, la capacidad y el poder que da Dios para


proclamar la Palabra de Dios de tal manera que toque el corazón, la
conciencia y la voluntad de los oyentes, estimule la fe y produzca la
profunda dedicación a Cristo y la separación radical del mundo
(Hechos, 11:23, 14:22, 15:30-32, 16:40, 1º Corintios, 14:3, 1º
Tesalonicenses, 5:14-22, Hebreos, 10:24-25).
[2] "Repartir" es el deseo, la capacidad y el poder que da Dios, según
los recursos que se tengan por encima de las necesidades básicas
de la vida, para contribuir con generosidad de las posesiones
personales para las necesidades de la obra y del pueblo de Dios (2º
Corintios, 8:1-8, Efesios, 4:28). [3] "Presidir" es el deseo, la capacidad
y el poder que da Dios para guiar y supervisar las diversas
actividades de la iglesia para el beneficio espiritual de todos (Efesios,
4:11-12, 1º Timoteo, 3:1-7, Hebreos, 13:7, 17, 24). [4] "Hacer
misericordia" es el deseo, la capacidad y el poder que da Dios para
ayudar y consolar a los que están necesitados o afligidos (Efesios,
2:4).
Romanos, 12:9 El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid
lo bueno. 12:10 Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en
cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros. 12:11 En lo que
requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al
Señor; 12:12 gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación;
constantes en la oración; 12:13 compartiendo para las necesidades
de los santos; practicando la hospitalidad. 12:14 Bendecid a los que
os persiguen; bendecid, y no maldigáis. 12:15 Gozaos con los que se
gozan; llorad con los que lloran.
Romanos, 12:16 Unánimes entre vosotros; no altivos, sino
asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia
opinión. 12:17 No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno
delante de todos los hombres. 12:18 Si es posible, en cuanto dependa
de vosotros, estad en paz con todos los hombres. 12:19 No os
venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de
Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el
Señor. 12:20 Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si
tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego
amontonarás sobre su cabeza. 12:21 No seas vencido de lo malo, sino
vence con el bien el mal.
Romanos, 13:1 Sométase toda persona a las autoridades superiores;
porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios
han sido establecidas.

Dios ordena al creyente obedecer al gobierno, porque el gobierno,


como institución, ha sido ordenado y establecido por Dios. Dios lo ha
instituido porque, en este mundo pecaminoso, se necesitan ciertas
restricciones para proteger del caos y de la iniquidad, que son
consecuencia natural del pecado.
[1] El gobierno civil, como toda la vida, permanece bajo la ley de Dios.

[2] Dios ha dispuesto que el Estado sea agente de justicia para


restringir el mal mediante el castigo del malhechor y para proteger el
bien que hay en la sociedad (Romanos, 13:3-4, 1º Pedro, 2:13-17).

[3] Pablo describe el gobierno como debe ser. Cuando el gobierno


descuida su debida función, deja de ser de Dios y de concordar con
su propósito. Por ejemplo, cuando el gobierno exige algo contrario a
la Palabra de Dios, los creyentes deben "obedecer a Dios antes que a
los hombres" (Hechos, 5:29, Daniel, 3:16-18, 6:6-10).

[4] Es el deber de todo creyente orar por los que están en autoridad
(1º Timoteo, 2:1-2).
Romanos, 13:2 De modo que quien se opone a la autoridad, a lo
establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean
condenación para sí mismos. 13:3 Porque los magistrados no están
para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues,
no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; 13:4
porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme;
porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios,
vengador para castigar al que hace lo malo.
Romanos, 13:4 porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces
lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de
Dios, vengador para castigar al que hace lo malo.

Con frecuencia se asocia la muerte con la espada como instrumento


de ejecución (Mateo, 26:52, Lucas, 21:24, Hechos, 12:2, 16:27,
Hebreos, 11:34, Apocalipsis, 13:10). Dios ordeno la ejecución de
criminales peligrosos que habían cometido delitos atroces (Génesis,
9:6, Números, 35:31, 33).
Romanos, 13:5 Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente
por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia. 13:6
Pues por esto pagáis también los tributos, porque son servidores de
Dios que atienden continuamente a esto mismo. 13:7 Pagad a todos lo
que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que
respeto, respeto; al que honra, honra. 13:8 No debáis a nadie nada,
sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha
cumplido la ley.
Romanos, 13:8 No debáis a nadie nada.

Los creyentes no deben tener deudas sin pagar. Esto no significa que
les es prohibido tomar prestado de otros en casos de urgente
necesidad (Éxodo, 22:25, Salmos, 37:26, Mateo, 5:42, Lucas, 6:35).
Pero si indica que no se deben contraer deudas por cosas
innecesarias ni se debe ser indiferente al pago de las deudas (Salmos,
37:21).
Romanos, 13:9 Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no
dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento,
en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
13:10 El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la
ley es el amor. 13:11 Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de
levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros
nuestra salvación que cuando creímos. 13:12 La noche está
avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las
tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. 13:13 Andemos como de
día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y
lascivias, no en contiendas y envidia, 13:14 sino vestíos del Señor
Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.
Romanos, 13:10 El amor no hace mal al prójimo; así que el
cumplimiento de la ley es el amor.

Se cumple "el amor" no solo mediante mandamientos positivos


(Romanos, 12:9-21, 1º Corintios, 13:4, 6-7), sino también negativos.
Todos los mandamientos que se presentan en Romanos, 13:9 (No
adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no
codiciarás) tienen forma negativa: "no hagas esto", "no hagas
aquello". [1] El amor es positivo. Sin embargo, también es negativo en
el sentido de que toma en cuenta la propensión humana al pecado, el
egoísmo y a la crueldad.
Ocho de los diez mandamientos son negativos porque el pecado se
produce naturalmente, mientras que la bondad no. La primera
evidencia del amor cristiano es apartarse del pecado y de todo lo que
causa daño y dolor a los demás. [2] La idea de que la ética cristiana
debe ser solo positiva es una engaño basado en las ideas de una
sociedad que procura liberarse de prohibiciones que refrenan los
deseos extraviados de la carne (Gálatas, 5:19-21).
Romanos, 13:12 La noche está avanzada, y se acerca el día.

Pablo creía en el inminente regreso del Señor para trasladar a los


fieles de su iglesia al cielo (1º Corintios, 15:51-52, 1º Tesalonicenses,
4:15-17, Juan, 14:1-3), un acontecimiento (el rapto o arrebatamiento
de la iglesia) que el estaba convencido de que podía suceder aun en
su generación. Cristo advirtió que el regresaría en un momento en el
que los fieles estuvieran seguros de que no vendría (Mateo, 24:42, 44).
Por eso los hijos de Dios siempre deben estar espiritualmente
preparados y deben dejar de hacer “las obras de las tinieblas” (Lucas,
12:35).
LOS DEBILES EN LA FE

Romanos, 14:1 Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre


opiniones. 14:2 Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro,
que es débil, come legumbres.

Muchos creyentes de Roma estaban divididos respecto a un asunto


discutible. Algunos habían determinado solo comer legumbres,
mientras que otros comían legumbres y todos los demás alimentos,
incluso carne. Pablo aclara que el comer en si no es un asunto moral,
pero la actitud personal acerca de lo que se come puede llevar a la
injusta condenación mutua.
Romanos, 14:3 El que come, no menosprecie al que no come, y el
que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido. 14:4
¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor
está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor
para hacerle estar firme. 14:5 Uno hace diferencia entre día y día; otro
juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido
en su propia mente.
Romanos, 14:5 Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales
todos los días.

Es probable que esto se refiera a las fiestas especiales de la ley


ceremonial del AT. Al parecer algunos creyentes todavía pensaban
que los días sagrados tenían utilidad duradera, mientras que muchos
otros no les daban importancia. En su respuesta, Pablo no propone
abrogar (abolir) el principio de Dios de separar un día de cada siete
como día especial de descanso y de adoración (Mateo, 12:1). Dios
mismo aparto un día de cada siete para descansar de la faena diaria
(Génesis, 2:2-3, Éxodo, 20:11, 31:17, Isaías, 58:13-14). En el NT se
reconoce el primer día de la semana (el domingo) como día de
especial importancia debido a la resurrección de Cristo (Hechos, 20:7,
1º Corintios, 16:2, Apocalipsis, 1:10).
Romanos, 14:6 El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el
que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para
el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el
Señor no come, y da gracias a Dios. 14:7 Porque ninguno de nosotros
vive para sí, y ninguno muere para sí. 14:8 Pues si vivimos, para el
Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea
que vivamos, o que muramos, del Señor somos.
Romanos, 14:9 Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a
vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven. 14:10
Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué
menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el
tribunal de Cristo. 14:11 Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor,
que ante mí se doblará toda rodilla, Y toda lengua confesará a Dios.
14:12 De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí.
Romanos, 14:13 Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los
otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al
hermano.

Aunque deben abstenerse de juzgarse unos a otros en asuntos de


poca importancia, los creyentes deben considerar como estimularse
unos a otros a ser de veras como Cristo y a ser santos en lo que
respecta a la fe, la doctrina y la moral (Hebreos, 10:24). Esto incluye
evaluarse (1º Tesalonicenses, 5:21, 1º Juan, 4:1), corregirse y
censurarse unos a otros con sinceridad, amor y humildad (Lucas,
17:3) y, cuando sea necesario, ejercer la disciplina eclesial (1º
Corintios, 5:12-13, 2º Tesalonicenses, 3:6, 14, 1º Timoteo, 5:20-21, 2º
Timoteo, 2:24-26, 4:2).
Romanos, 14:14 Yo sé, y confío en el Señor Jesús, que nada es
inmundo en sí mismo; mas para el que piensa que algo es inmundo,
para él lo es. 14:15 Pero si por causa de la comida tu hermano es
contristado, ya no andas conforme al amor. No hagas que por la
comida tuya se pierda aquel por quien Cristo murió. 14:16 No sea,
pues, vituperado vuestro bien; 14:17 porque el reino de Dios no es
comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. 14:18
Porque el que en esto sirve a Cristo, agrada a Dios, y es aprobado por
los hombres. 14:19 Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la
mutua edificación. 14:20 No destruyas la obra de Dios por causa de la
comida. Todas las cosas a la verdad son limpias; pero es malo que el
hombre haga tropezar a otros con lo que come.
Romanos, 14:21 Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en
que tu hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite.

La Biblia da a los creyentes del NT dos leyes principales respecto al


vino (de griego "oinos"), que incluyen el fruto de la vid fermentado
(con alcohol) y no fermentado (sin alcohol):

[1] la ley de abstinencia del vino cuando esta fermentado y es


embriagante (Proverbios, 23:31, 1º Tesalonicenses, 5:6, Tito, 2:2); y

[2] la ley del amor cristiano que hace que una persona se abstenga de
lo que puede perjudicar a otros (1º Corintios, 8:13, 10:27-32).
Pablo afirma que, en una sociedad pagana (en un medio ambiente no
judío), donde prevalecen las bebidas embriagantes y las borracheras,
es mejor negarse a beber incluso vino no fermentado (sin alcohol) si
ello pudiera inducir a otros creyentes a pecar. El tomar vino no
embriagante no presentaba ningún problema para algunos creyentes,
pero podía influir en creyentes mas débiles para que estos bebieran
vino fermentado y, así, exponerlos al peligro y a la embriaguez.
Timoteo se esmero en guardar esa ley de amor cristiano (1º Timoteo,
5:23).
Romanos, 14:22 ¿Tienes tú fe?
Tenla para contigo delante de
Dios. Bienaventurado el que no
se condena a sí mismo en lo
que aprueba. 14:23 Pero el que
duda sobre lo que come, es
condenado, porque no lo hace
con fe; y todo lo que no
proviene de fe, es pecado.
Romanos, 15:1 Así que, los que somos fuertes debemos soportar las
flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos. 15:2
Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para
edificación. 15:3 Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo; antes
bien, como está escrito: Los vituperios de los que te vituperaban,
cayeron sobre mí.

Desatender las convicciones de otras personas para complacerse a si


mismo destruye la obra de Dios (Romanos, 14:15, 20). Vivir de modo
abnegado para ayudar a los demás fortalece el reino de Dios. Pablo
señala el ejemplo de Cristo, quien no vivió para satisfacer sus propios
intereses sino los de los demás.
Romanos, 15:4 Porque las cosas que se escribieron antes, para
nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la
consolación de las Escrituras, tengamos esperanza. 15:5 Pero el Dios
de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo
sentir según Cristo Jesús, 15:6 para que unánimes, a una voz,
glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.

Las Escrituras del AT son de suma importancia para la vida espiritual


del creyente. Tienen valor permanente la sabiduría y las leyes morales
de Dios con relación a cada aspecto de la vida, así como su
revelación respecto a si mismo, a la salvación y a la venida de Cristo
(2º Timoteo, 3:16, Mateo, 5:17).
EL EVANGELIO A LOS GENTILES

Romanos, 15:7 Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también
Cristo nos recibió, para gloria de Dios. 15:8 Pues os digo, que Cristo
Jesús vino a ser siervo de la circuncisión para mostrar la verdad de
Dios, para confirmar las promesas hechas a los padres, 15:9 y para
que los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia, como está
escrito: Por tanto, yo te confesaré entre los gentiles, Y cantaré a tu
nombre. 15:10 Y otra vez dice: Alegraos, gentiles, con su pueblo.
15:11 Y otra vez: Alabad al Señor todos los gentiles, Y magnificadle
todos los pueblos.
Romanos, 15:12 Y otra vez dice Isaías: Estará la raíz de Isaí, Y el que
se levantará a regir los gentiles; Los gentiles esperarán en él. 15:13 Y
el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que
abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo. 15:14 Pero
estoy seguro de vosotros, hermanos míos, de que vosotros mismos
estáis llenos de bondad, llenos de todo conocimiento, de tal manera
que podéis amonestaros los unos a los otros. 15:15 Mas os he
escrito, hermanos, en parte con atrevimiento, como para haceros
recordar, por la gracia que de Dios me es dada 15:16 para ser ministro
de Jesucristo a los gentiles, ministrando el evangelio de Dios, para
que los gentiles le sean ofrenda agradable, santificada por el Espíritu
Santo.
Romanos, 15:17 Tengo, pues, de qué gloriarme en Cristo Jesús en lo
que a Dios se refiere.

No hace lo indebido el creyente si habla con emoción y alegría acerca


de lo que Dios esta haciendo por medio de el, con tal que lo haga con
un espíritu de humildad y gratitud a Dios. No debe manifestar
satisfacción en simples números sino en un ministerio que produce la
obediencia de la fe mediante palabras y acciones y que es el
resultado de la obra y la manifestación genuinas del Espíritu Santo
con poder (Romanos, 15:18-19).
Romanos, 15:18 Porque no osaría hablar sino de lo que Cristo ha
hecho por medio de mí para la obediencia de los gentiles, con la
palabra y con las obras, 15:19 con potencia de señales y prodigios, en
el poder del Espíritu de Dios; de manera que desde Jerusalén, y por
los alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de
Cristo. 15:20 Y de esta manera me esforcé a predicar el evangelio, no
donde Cristo ya hubiese sido nombrado, para no edificar sobre
fundamento ajeno, 15:21 sino, como está escrito: Aquellos a quienes
nunca les fue anunciado acerca de él, verán; Y los que nunca han
oído de él, entenderán.

La norma ministerial de Pablo tenia un enfoque misionero. El opto por


realizar su obra en las regiones donde el Evangelio no se hubiera
predicado lo suficiente, de modo que los que no habían escuchado
tuvieran la oportunidad de aceptar a Cristo.
PABLO SE PROPONE IR A ROMA

Romanos, 15:22 Por esta causa me he visto impedido muchas veces


de ir a vosotros. 15:23 Pero ahora, no teniendo más campo en estas
regiones, y deseando desde hace muchos años ir a vosotros, 15:24
cuando vaya a España, iré a vosotros; porque espero veros al pasar, y
ser encaminado allá por vosotros, una vez que haya gozado con
vosotros. 15:25 Mas ahora voy a Jerusalén para ministrar a los
santos.
Romanos, 15:26 Porque Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una
ofrenda para los pobres que hay entre los santos que están en
Jerusalén. 15:27 Pues les pareció bueno, y son deudores a ellos;
porque si los gentiles han sido hechos participantes de sus bienes
espirituales, deben también ellos ministrarles de los materiales. 15:28
Así que, cuando haya concluido esto, y les haya entregado este fruto,
pasaré entre vosotros rumbo a España.
Romanos, 15:29 Y sé que cuando vaya a vosotros, llegaré con
abundancia de la bendición del evangelio de Cristo.

Al ministerio de Pablo lo acompaño la plenitud de la bendición, el


poder, la gracia y la presencia de Cristo. Cada vez que el ministraba,
se les impartía esa bendición a otros creyentes. Los que sirven al
Señor y a la iglesia de Cristo deben buscar la misma plenitud en su
ministerio.
Romanos, 15:30 Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor
Jesucristo y por el amor del Espíritu, que me ayudéis orando por mí a
Dios, 15:31 para que sea librado de los rebeldes que están en Judea, y
que la ofrenda de mi servicio a los santos en Jerusalén sea acepta;
15:32 para que con gozo llegue a vosotros por la voluntad de Dios, y
que sea recreado juntamente con vosotros. 15:33 Y el Dios de paz sea
con todos vosotros. Amén.
SALUDOS PERSONALES

Romanos, 16:1 Os recomiendo además nuestra hermana Febe, la cual


es diaconisa de la iglesia en Cencrea; 16:2 que la recibáis en el Señor,
como es digno de los santos, y que la ayudéis en cualquier cosa en
que necesite de vosotros; porque ella ha ayudado a muchos, y a mí
mismo.

Es probable que Febe fuera quien llevara esta carta a los romanos.
Era una servidora (diaconisa) en la iglesia de Cencrea que ministraba
a los pobres, los enfermos y los necesitados y ayudaba a los
misioneros como Pablo. Los saludos de Pablo a no menos de ocho
mujeres en este capitulo muestran que la mujer desempeñaba una
labor importante.
Romanos, 16:3 Saludad a Priscila y a
Aquila, mis colaboradores en Cristo
Jesús, 16:4 que expusieron su vida
por mí; a los cuales no sólo yo doy
gracias, sino también todas las
iglesias de los gentiles. 16:5 Saludad
también a la iglesia de su casa.
Saludad a Epeneto, amado mío, que es
el primer fruto de Acaya para Cristo.
16:6 Saludad a María, la cual ha
trabajado mucho entre vosotros.
Romanos, 16:7 Saludad a Andrónico y a Junias, mis parientes y mis
compañeros de prisiones, los cuales son muy estimados entre los
apóstoles, y que también fueron antes de mí en Cristo.

A Andronico y a Junias se les trata de apóstoles. Aquí se emplea la


palabra "apóstoles" en un sentido "general" para referirse a
mensajeros o misioneros que viajaban en vez del sentido "especial"
del termino "apóstol" (Hechos, 14:4, 1º Corintios, 9:1-2, 2º Corintios,
8:23, 12:12, Filipenses, 2:25).
Romanos, 16:17 Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que
causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros
habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. 16:18 Porque tales
personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios
vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de
los ingenuos.

Al final de su carta, Pablo da una fuerte advertencia a la iglesia en


Roma para que se cuide de los que perjudican a la iglesia mediante la
corrupción de la doctrina de Pablo y los otros apóstoles.
Los creyentes deben fijarse en los propagadores de falsas doctrinas y
apartarse de ellos y de su ministerio. Es probable que estos fueran
"antinomianos". El "antinomianismo" es una especie de anti
legalismo o anti ley según el cual, debido a que la salvación es por
gracia, la fe salvadora no incluye necesariamente la obediencia a
Cristo (Romanos, 6:1-2, 2º Corintios, 4:2, 11:3, Efesios, 4:14,
Apocalipsis, 2:4-5). Estos creían que una persona podía vivir en
pecado y rechazar la ley moral de Dios y, aun así, poseer la salvación
eterna. Estos falsos maestros eran oradores elocuentes, que
empleaban palabras alentadoras y frases lisonjeras (Judas, 1:16) pero
que, en realidad, eran engañadores.
Romanos, 16:19 Porque vuestra obediencia ha venido a ser notoria a
todos, así que me gozo de vosotros; pero quiero que seáis sabios
para el bien, e ingenuos para el mal.

La palabra "ingenuos" (del griego "akeraios") significa "no mezclado"


o "puro", es decir, inocente como un niño cuya mente no ha sido
todavía expuesta a la maldad ni mezclada con los valores del mundo
(1º Corintios, 14:20). [1] Este principio bíblico se opone directamente
al concepto respaldado por algunos de que a los hijos de los
creyentes se les debiera exponer al pecado, a la inmoralidad, a la
impiedad y a las cosas de Satanás para que aprendan a confrontar la
tentación. Algunos sugieren que no hace falta que a los niños se les
proteja de la impiedad.
Sin embargo, según la revelación bíblica, esa filosofía no solo es
contraria a la voluntad de Dios para el creyente, sino que se alinea
con el deseo de Satanás de que a todos se les exponga al
conocimiento del mal (Génesis, 3:5). [2] El conocimiento del mal, junto
con el estar expuesto de continuo a los caminos de Satanás, desviara
a muchos del camino de la fe y la obediencia. Lot se entristeció
profundamente al aprender esa lección cuando murió su esposa
(Génesis, 13:12-13, 19:1-38).
Las Escrituras advierten que "las malas conversaciones corrompen
las buenas costumbres" (1º Corintios, 15:33) y que "Jesucristo... se
dio a si mismo... para librarnos del presente siglo malo" (Gálatas, 1:3-
4). Los que abogan por exponer a los niños inocentes a un medio
ambiente y a una influencia impíos están en peligro de desatender la
advertencia de Jesús en Mateo, 18:6 (Y cualquiera que haga tropezar
a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le
colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese
en lo profundo del mar). [3] Los creyentes deben hacer todo lo posible
por proteger a sus hijos del peligro de los engaños del pecado y de la
perversidad de esta generación. Negarse a proteger a los niños de
esto es hacer caso omiso del deseo del Espíritu santo de que sean
"ingenuos para el mal".
Romanos, 16:20 Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo
vuestros pies. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con
vosotros. 16:25 Y al que puede confirmaros según mi evangelio y la
predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio que se ha
mantenido oculto desde tiempos eternos, 16:26 pero que ha sido
manifestado ahora, y que por las Escrituras de los profetas, según el
mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las
gentes para que obedezcan a la fe, 16:27 al único y sabio Dios, sea
gloria mediante Jesucristo para siempre. Amén

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