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46 La Biblia Romanos
46 La Biblia Romanos
Autor: Pablo
Tema: La revelación de la justicia de Dios
Fecha: 57 d.C.
Efesios, 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto
no de vosotros, pues es don de Dios; 2:9 no por obras, para que nadie
se gloríe.
1 Corintios, 9:24 ¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a
la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal
manera que lo obtengáis. 9:25 Todo aquel que lucha, de todo se
abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero
nosotros, una incorruptible. 9:26 Así que, yo de esta manera corro, no
como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el
aire, 9:27 sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no
sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser
eliminado.
Ningún atleta olímpico quedaba satisfecho con solamente haber
calificado para participar en los juegos. Todos querían ganar la
corona del vencedor. De la misma manera nosotros no debemos estar
satisfechos con solamente haber recibido el Regalo de la salvación.
Ahora debemos vivir nuestras vidas como creyentes de tal manera
que podamos también ganar la Recompensa.
La Biblia enseña que, algún día, los creyentes tendrán que rendir
cuentas "ante el tribunal de Cristo". Con respecto al juicio de los
creyentes, se debe tener presente lo que sigue:
[4] La Biblia habla del juicio del creyente como algo serio y solemne,
sobre todo en vista de que incluye la posibilidad de daño o perdida (1º
Corintios, 3:15, 2º Juan, 1:8), de ser avergonzado delante de El en su
venida (1º Juan, 2:28) y de que se queme la obra de toda la vida (1º
Corintios, 3:13-15). Sin embargo, en el juicio del creyente, no se dicta
una sentencia condenatoria;
[5] Todo se pondrá de manifiesto. El verbo "comparecer" (del griego
"faneroo", 2º Corintios, 5:10), significa "ser revelado abierta o
públicamente". Dios examinara y sacara a la luz, en su verdadera
realidad: [a] los actos secretos (Marcos, 4:22, Romanos, 2:16), [b] el
carácter (Romanos, 2:5-11), [c] las palabras (Mateo, 12:36-37), [d] las
buenas acciones (Efesios, 6:8), [e] las actitudes (Mateo, 5:22), [f] los
motivos (1º Corintios, 4:5), [g] la falta de amor (Colosenses, 3:18 - 4:1)
y [h] la obra y el servicio de los creyentes (1º Corintios, 3:18).
Los pecados de los judíos daban ocasión a que los que no eran
judíos blasfemaran el nombre de Dios. Lo mismo sucede hoy: los
pecados de las iglesias que todo lo permiten y de los creyentes que
profesan a Cristo sin seguirlo incondicionalmente, permiten que los
impíos blasfemen el nombre de Cristo.
Romanos, 2:25 Pues en verdad la circuncisión aprovecha, si guardas
la ley; pero si eres transgresor de la ley, tu circuncisión viene a ser
incircuncisión. 2:26 Si, pues, el incircunciso guardare las ordenanzas
de la ley, ¿no será tenida su incircuncisión como circuncisión? 2:27 Y
el que físicamente es incircunciso, pero guarda perfectamente la ley,
te condenará a ti, que con la letra de la ley y con la circuncisión eres
transgresor de la ley. 2:28 Pues no es judío el que lo es exteriormente,
ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; 2:29
sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del
corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los
hombres, sino de Dios.
Romanos, 2:29 y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en
letra;
Efesios, 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto
no de vosotros, pues es don de Dios; 2:9 no por obras, para que nadie
se gloríe.
La ley de Moisés fue instituida para establecer lo que estaba bien y lo
que estaba mal porque, como bien dice Pablo, "donde no hay ley, no
hay transgresión". Establecida la ley, surgió el pecado y también la
necesidad de un Redentor debido a la imposibilidad de cumplir "toda
la ley" ya que, como bien dice Santiago, "cualquiera que guardare
toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos", es
decir, violar tan solo un punto implica violar toda la ley (Santiago,
2:10). Por eso Pablo dice "por gracia [de Dios] sois salvos, por medio
de la fe [en Jesucristo, el Redentor], no por obras [por cumplir la ley],
para que nadie se gloríe [para que nadie diga "me salve porque soy
bueno"] (Efesios, 2:8-9).
Romanos, 5:1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios
por medio de nuestro Señor Jesucristo; 5:2 por quien también
tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y
nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
Romanos, 4:1 ¿Qué, pues, diremos que halló Abraham, nuestro padre
según la carne? 4:2 Porque si Abraham fue justificado por las obras,
tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios. 4:3 Porque ¿qué dice la
Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia. 4:4
Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como
deuda; 4:5 mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al
impío, su fe le es contada por justicia. 4:6 Como también David habla
de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin
obras.
La salvación por la fe, no por obras (guardando la ley de Moisés) no
es una doctrina exclusiva del NT. También es característica del AT.
Pablo pasa por alto a Moisés y se vuelve a Abraham como ejemplo de
la fe. Abraham tenia fe en Dios, es decir, mantuvo un leal y devoto
vinculo afectivo con su Dios, creyó en sus promesas (Romanos, 4:20-
21, Génesis, 12:1-3, 15:5-6) y respondió en obediencia (Génesis, 12:1-
4, 22:1-19, Hebreos, 11:8-19, Santiago, 2:21-22). Así como sucedió con
la fe de Abraham, también la fe salvadora del creyente se le toma en
cuenta como justicia en lo que respecta a su efecto. [1] Pablo
menciona la frase "le es contada por justicia" 6 veces en el capitulo 4
y, en cada caso, relaciona la fe con lo que se toma en cuenta.
Es la "fe" del creyente lo que se toma en cuenta como "justicia"
(Romanos, 4:3, 5-6, 9, 11, 22, Génesis, 15:6). [2] Sin embargo, el tomar
en cuenta la fe del creyente como justicia no es únicamente el
resultado de la fe o la entrega a Cristo. Es, ante todo, un acto divino
de gracia y misericordia (Romanos, 4:16). [3] Cuando Dios ve que el
corazón del creyente se dirige a Cristo en fe, El perdona
generosamente sus pecados, toma en cuenta su fe como justicia y lo
acepta como su hijo (Romanos, 4:5-8). Además de tomar en cuenta la
fe como justicia, Dios concede gracia para la santificación (Romanos,
4:16, 5:2, Filipenses, 3:9, Tito, 3:5-7). [4] La fe que se toma en cuenta
como justicia y da perdón es fe en Cristo y su muerte expiatoria en la
cruz (Romanos, 3:24-26). No hay ningún otro medio posible para
reconciliarse con Dios.
Romanos, 4:7 diciendo: Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades
son perdonadas, Y cuyos pecados son cubiertos. 4:8 Bienaventurado
el varón a quien el Señor no inculpa de pecado.
Romanos, 4:16 Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de
que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente
para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de
Abraham, el cual es padre de todos nosotros. 4:17 (como está escrito:
Te he puesto por padre de muchas gentes) delante de Dios, a quien
creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son,
como si fuesen. 4:18 El creyó en esperanza contra esperanza, para
llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había
dicho: Así será tu descendencia. 4:19 Y no se debilitó en la fe al
considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi
cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara.
Si la salvación, la justificación y la justicia provistas por Dios serian el
resultado de la obediencia prefecta de la ley, nadie seria salvo, porque
nadie la ha obedecido jamás a la perfección. La "ley de Moisés" era
imposible de cumplir, en primer lugar, porque no estaba compuesta
únicamente por los 10 mandamientos conocidos (Éxodo, 20:3-17) sino
por mas de 600 preceptos o estatutos y, en segundo lugar, porque,
como bien dice Santiago, 2:10 Porque cualquiera que guardare toda la
ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos. Pero como
la salvación, la justificación y la justicia se producen mediante la fe,
por gracia, entonces todos pueden ser salvos si se vuelven a Dios.
Dios perdona con misericordia los pecados e imparte gracia divina
(su Espíritu y su poder) para regenerar la vida del creyente y hacerlo
hijo de Dios.
Los creyentes son salvos solo por gracia, mediante la fe (no por
obras). Pero Santiago declara que “la fe sin obras es muerta”
(Santiago, 2:26). ¿Como conciliamos este pasaje de Santiago con lo
que dice Pablo en Efesios, 2:8-9 (Porque por gracia sois salvos por
medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por
obras, para que nadie se gloríe) o con lo que también dice Pablo en
Romanos, 4:1-3 (¿Qué, pues, diremos que halló Abraham, nuestro
padre según la carne? Porque si Abraham fue justificado por las
obras, tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios. Porque ¿qué
dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por
justicia). La justificación ¿es por la fe o por las obras o por ambas
cosas?.
Jack Kelley, el reconocido ensayista bíblico, al respecto, sostiene: A
algunas personas les encanta señalar el aparente conflicto entre
estos pasajes de Santiago y de Pablo, pero los contextos son
totalmente diferentes. Pablo estaba hablando acerca de la raíz de
nuestra justicia y Santiago estaba hablando acerca de su fruto.
Ambas posiciones son correctas. Cuando Pablo dijo que por gracia
somos salvos, por medio de la fe y no por obras (Efesios, 2:8-9), él
estaba hablando acerca de la raíz de nuestra salvación, la cual es la fe
solamente. Santiago estaba hablando sobre lo que sucede después
que somos salvos, que es el fruto de nuestra salvación, el cual es
nuestra fe que se manifiesta a sí misma en la manera cómo vivimos
nuestra vida.
Santiago no estaba hablando de lo que se necesita para ser salvos ni
de combinar la obediencia a la Ley con nuestra fe para completar
nuestra salvación. Él estaba hablando acerca de cómo podemos
saber si somos salvos. Si nuestra fe se manifiesta a sí misma en
buenas obras hacia los demás, entonces podemos estar seguros que
la misma es genuina. Si no es así, entonces es meramente teórica o
especulativa, una posición intelectual que hemos tomado. Las
personas creyentes no tienen que hacer por ellas mismas esas obras
buenas. De hecho tienen que proponerse no hacerlas. El Espíritu
Santo es quien va a impulsar a cada persona creyente a hacer actos
de caridad y amor según las circunstancias.
Pablo estaba hablando sobre lograr la justicia y Santiago estaba
hablando sobre demostrar nuestra justicia por nuestras acciones.
Efesios, 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto
no de vosotros, pues es don de Dios; 2:9 no por obras, para que nadie
se gloríe. 2:10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús
para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que
anduviésemos en ellas.
Romanos, 5:1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios
por medio de nuestro Señor Jesucristo; 5:2 por quien también
tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y
nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
Aquí Pablo afirma algo que dice también en Efesios, 2:8 Porque por
gracia sois salvos por medio de la fe;
La causa (el por que) de la salvación es la gracia, es decir, porque
Dios quiere (“no por obras, para que nadie se gloríe” [para que nadie
diga "me salve porque soy bueno"]) y la fe (en Jesucristo) es el medio
(no la causa de la salvación). Que algo sea por "gracia" significa que
es un regalo respecto del cual no hemos hecho nada para merecerlo.
Y la fe es el "boleto de entrada" a la gracia (Romanos, 5:2 tenemos
entrada por la fe a esta gracia). La gracia, que empezó con la cruz de
Jesucristo y terminara con el rapto (es decir, la gracia durara lo que
dure la "era de la iglesia") esta disponible para todos, pero esto no
significa que "todos" sean salvos. Para aprovechar esta gracia, para
poder "entrar" en ella y ser salvos, es necesaria la fe.
Aquí aceptamos a Jesucristo como Señor y Salvador, nos bautizamos
en agua y el Espíritu Santo viene a morar en nuestro espíritu, para
regenerarnos (Juan, 3:3-10). Si le permitimos al Espíritu Santo que
nos regenere, las "buenas obras" (que dirán si nuestra fe es genuina
y las cuales ni siquiera tenemos que proponernos hacer), serán
inspiradas por el Espíritu Santo (Efesios, 2:10 las cuales Dios preparó
de antemano para que anduviésemos en ellas). Completado el
proceso de regeneración (Juan, 3:3-10) seremos bautizados, por
Jesucristo, en el Espíritu Santo. Esta segunda venida del Espíritu
Santo sobre nosotros es distinta de la primera, que fue para
regenerarnos (Juan, 3:3-10).
Esta segunda venida del Espíritu Santo sobre nosotros es para recibir
poder de lo alto para testificar acerca de Jesucristo y su Evangelio
con mayor eficacia (Hechos, 1:8), pero no es necesaria para ser
salvos. La Biblia dice que “si confesares con tu boca que Jesús es el
Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos,
serás salvo” (Romanos, 10:9) y "Porque por gracia sois salvos por
medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por
obras, para que nadie se gloríe" (Efesios, 2:8-9), pero jamás dice que
el bautismo en el Espíritu Santo sea necesario para la salvación. De
hecho, el derramamiento del Espíritu Santo ha sido algo que no
siempre ocurrió a lo largo de la historia de la redención.
Hechos, 3:19 Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean
borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del
Señor tiempos de refrigerio.
Efesios, 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto
no de vosotros, pues es don de Dios;
Romanos, 7:1 ¿Acaso ignoráis, hermanos (pues hablo con los que
conocen la ley), que la ley se enseñorea del hombre entre tanto que
éste vive? 7:2 Porque la mujer casada está sujeta por la ley al marido
mientras éste vive; pero si el marido muere, ella queda libre de la ley
del marido. 7:3 Así que, si en vida del marido se uniere a otro varón,
será llamada adúltera; pero si su marido muriere, es libre de esa ley,
de tal manera que si se uniere a otro marido, no será adúltera.
Romanos, 7:4 Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a
la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que
resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios. 7:5
Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas
que eran por la ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para
muerte. 7:6 Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para
aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el
régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra.
Romanos, 7:4 Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a
la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que
resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios.
Romanos, 8:1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que
están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino
conforme al Espíritu. 8:2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo
Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. 8:3 Porque lo
que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios,
enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del
pecado, condenó al pecado en la carne; 8:4 para que la justicia de la
ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne,
sino conforme al Espíritu.
Pablo acaba de mostrar que la vida sin la gracia de Cristo es derrota,
miseria y esclavitud al pecado (Romanos, 7:7-25). Ahora, en el
capitulo 8, Pablo dice que la vida espiritual, el estar libre de la
condenación, la victoria sobre el pecado y la comunión con Dios
vienen mediante la unión con Cristo, por la presencia del Espíritu
Santo. Al que recibe y sigue al Espíritu se le libra del poder del
pecado y se le conduce a la glorificación final. Esta es la vida
cristiana normal, bajo la completa provisión del Evangelio.
Esta "ley del espíritu de vida" (Romanos, 8:2) es el poder regulador y
activador del Espíritu Santo que opera en el corazón del creyente. El
Espíritu Santo entra en el pecador para vivir en el y lo libra del poder
del pecado (Romanos, 7:23). La ley del Espíritu va obrando en el
recién convertido a medida que se compromete a obedecer al
Espíritu Santo (Romanos, 8:4-5, 13-14). Encuentra un nuevo poder
que obra en el, un poder que le permite vencer al pecado. La "ley del
pecado y de la muerte" es el poder dominante que atrapa a las
personas en la esclavitud del pecado (Romanos, 7:14) y las reduce a
la miseria (Romanos, 7:24).
Romanos, 8:4 para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros,
que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
La obra del Espíritu Santo dentro de los creyentes los capacita para
llevar una vida de justicia, que se considera como el cumplimiento de
la ley moral de Dios. De este modo, no esta en conflicto la operación
de la gracia y el guardar la ley de Dios (Romanos, 2:13, 3:31, 6:15,
7:12, 14). Las dos ponen de relieve la justicia y la santidad.
Romanos, 8:5 Porque los que son de la carne piensan en las cosas de
la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu.
[1] Los creyentes, que viven en un mundo pecador que los aflige,
todavía experimentan la imperfección, el dolor y la tristeza. El gemir
expresa la profunda tristeza que se siente en esas circunstancias (2º
Corintios, 5:2-4).
[2] Ellos gimen por la plena redención y la plenitud del Espíritu Santo
que será otorgada en la resurrección. Gimen por la gloria que será
revelada y por los privilegios de los plenos derechos que tendrán
como hijos (2º Corintios, 5:4).
Romanos, 8:24 Porque en esperanza
fuimos salvos; pero la esperanza que
se ve, no es esperanza; porque lo que
alguno ve, ¿a qué esperarlo? 8:25 Pero
si esperamos lo que no vemos, con
paciencia lo aguardamos. 8:26 Y de
igual manera el Espíritu nos ayuda en
nuestra debilidad; pues qué hemos de
pedir como conviene, no lo sabemos,
pero el Espíritu mismo intercede por
nosotros con gemidos indecibles.
Romanos, 8:26 el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos
indecibles. 8:27 Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la
intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios
intercede por los santos.
Este pasaje motiva mucho a los hijos de Dios cuando tienen que
soportar el sufrimiento en esta vida. [1] Dios tornara "a bien" toda
aflicción, prueba, persecución y sufrimiento. El beneficio que Dios
obra los conforma a la imagen de Cristo y, en ultima instancia, los
glorifica (Romanos, 8:29). [2] Esta promesa esta limitada a los que
aman a Dios y se han sometido a El por la fe en Cristo (Éxodo, 20:6,
Deuteronomio, 7:9, Salmos, 37:17, Isaías, 56:4-7, 1º Corintios, 2:9). [3]
La frase "todas las cosas" no incluye los pecados ni la negligencia
(Romanos, 8:6, 13, 6:16, 21, 23, Gálatas, 6:8).
MAS QUE VENCEDORES
También tenemos:
Pablo dice en Efesios, 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de
la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;
Romanos, 11:8 como está escrito: Dios les dio espíritu de estupor,
ojos con que no vean y oídos con que no oigan, hasta el día de hoy.
[4] Es el deber de todo creyente orar por los que están en autoridad
(1º Timoteo, 2:1-2).
Romanos, 13:2 De modo que quien se opone a la autoridad, a lo
establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean
condenación para sí mismos. 13:3 Porque los magistrados no están
para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues,
no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; 13:4
porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme;
porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios,
vengador para castigar al que hace lo malo.
Romanos, 13:4 porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces
lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de
Dios, vengador para castigar al que hace lo malo.
Los creyentes no deben tener deudas sin pagar. Esto no significa que
les es prohibido tomar prestado de otros en casos de urgente
necesidad (Éxodo, 22:25, Salmos, 37:26, Mateo, 5:42, Lucas, 6:35).
Pero si indica que no se deben contraer deudas por cosas
innecesarias ni se debe ser indiferente al pago de las deudas (Salmos,
37:21).
Romanos, 13:9 Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no
dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento,
en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
13:10 El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la
ley es el amor. 13:11 Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de
levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros
nuestra salvación que cuando creímos. 13:12 La noche está
avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las
tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. 13:13 Andemos como de
día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y
lascivias, no en contiendas y envidia, 13:14 sino vestíos del Señor
Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.
Romanos, 13:10 El amor no hace mal al prójimo; así que el
cumplimiento de la ley es el amor.
[2] la ley del amor cristiano que hace que una persona se abstenga de
lo que puede perjudicar a otros (1º Corintios, 8:13, 10:27-32).
Pablo afirma que, en una sociedad pagana (en un medio ambiente no
judío), donde prevalecen las bebidas embriagantes y las borracheras,
es mejor negarse a beber incluso vino no fermentado (sin alcohol) si
ello pudiera inducir a otros creyentes a pecar. El tomar vino no
embriagante no presentaba ningún problema para algunos creyentes,
pero podía influir en creyentes mas débiles para que estos bebieran
vino fermentado y, así, exponerlos al peligro y a la embriaguez.
Timoteo se esmero en guardar esa ley de amor cristiano (1º Timoteo,
5:23).
Romanos, 14:22 ¿Tienes tú fe?
Tenla para contigo delante de
Dios. Bienaventurado el que no
se condena a sí mismo en lo
que aprueba. 14:23 Pero el que
duda sobre lo que come, es
condenado, porque no lo hace
con fe; y todo lo que no
proviene de fe, es pecado.
Romanos, 15:1 Así que, los que somos fuertes debemos soportar las
flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos. 15:2
Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para
edificación. 15:3 Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo; antes
bien, como está escrito: Los vituperios de los que te vituperaban,
cayeron sobre mí.
Romanos, 15:7 Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también
Cristo nos recibió, para gloria de Dios. 15:8 Pues os digo, que Cristo
Jesús vino a ser siervo de la circuncisión para mostrar la verdad de
Dios, para confirmar las promesas hechas a los padres, 15:9 y para
que los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia, como está
escrito: Por tanto, yo te confesaré entre los gentiles, Y cantaré a tu
nombre. 15:10 Y otra vez dice: Alegraos, gentiles, con su pueblo.
15:11 Y otra vez: Alabad al Señor todos los gentiles, Y magnificadle
todos los pueblos.
Romanos, 15:12 Y otra vez dice Isaías: Estará la raíz de Isaí, Y el que
se levantará a regir los gentiles; Los gentiles esperarán en él. 15:13 Y
el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que
abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo. 15:14 Pero
estoy seguro de vosotros, hermanos míos, de que vosotros mismos
estáis llenos de bondad, llenos de todo conocimiento, de tal manera
que podéis amonestaros los unos a los otros. 15:15 Mas os he
escrito, hermanos, en parte con atrevimiento, como para haceros
recordar, por la gracia que de Dios me es dada 15:16 para ser ministro
de Jesucristo a los gentiles, ministrando el evangelio de Dios, para
que los gentiles le sean ofrenda agradable, santificada por el Espíritu
Santo.
Romanos, 15:17 Tengo, pues, de qué gloriarme en Cristo Jesús en lo
que a Dios se refiere.
Es probable que Febe fuera quien llevara esta carta a los romanos.
Era una servidora (diaconisa) en la iglesia de Cencrea que ministraba
a los pobres, los enfermos y los necesitados y ayudaba a los
misioneros como Pablo. Los saludos de Pablo a no menos de ocho
mujeres en este capitulo muestran que la mujer desempeñaba una
labor importante.
Romanos, 16:3 Saludad a Priscila y a
Aquila, mis colaboradores en Cristo
Jesús, 16:4 que expusieron su vida
por mí; a los cuales no sólo yo doy
gracias, sino también todas las
iglesias de los gentiles. 16:5 Saludad
también a la iglesia de su casa.
Saludad a Epeneto, amado mío, que es
el primer fruto de Acaya para Cristo.
16:6 Saludad a María, la cual ha
trabajado mucho entre vosotros.
Romanos, 16:7 Saludad a Andrónico y a Junias, mis parientes y mis
compañeros de prisiones, los cuales son muy estimados entre los
apóstoles, y que también fueron antes de mí en Cristo.