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Contexto histórico-político de la

emergencia de la modernidad
La emergencia de la modernidad: la época previa

En el orden premoderno la experiencia del mundo está organizada sobre la presencia


manifiesta de lo sagrado.

Lo real se comprende sustentado en un principio sobrenatural, de origen supra humano o


divino, cuya naturaleza es generalmente incognoscible para los seres humanos comunes y
corrientes en la vida cotidiana.

La comunidad se vive como una unidad natural de origen sanguínea, afirmada en la


comunidad de la habitación de un territorio y tiempo común.

El conocimiento se considera un asunto de privilegiados, cuya adquisición esta asociada a


castas y condiciones naturales de las personas (no es asunto de aprendizaje)

El principio legitimador de la verdad es su procedencia oculta, esencial, asociada a la


autoridad de la tradición como justificación final.
La emergencia de la modernidad: la época previa

El orden comunitario refleja o replica el orden celeste y divino, en donde la posición de las
personas está asociada a la casta, grupo o tipo de alma que posee. La posición es fija y
estable, y el orden se comprende como “natural” es decir, como dado incuestionablemente.

El orden político se sostiene sobre el origen divino del poder de los grupos dominantes y la
existencia de una desigualdad natural entre los seres humanos (desigualdad asociada al tipo
de alma que son).

El orden jurídico se sostiene sobre la arbitrariedad del poder sobrenatural del rey, los vínculos
de sangre o la pertenencia a castas o grupos sociales estancos.

La economía es básicamente agraria, orientada el consumo y producción interna o local, sin


posibilidad de intercambio a nivel más amplio, por el carácter limitado de los equivalentes de
valor (dinero local sin equivalencia universal).
El Renacimiento

En términos general corresponde al proceso social, económico y cultural que surge en


Europa Occidental durante el siglo XIV, que se desarrolla en los siglos XV y XVI y que
muestra como característica distintiva una recuperación y reinterpretación de la
antigüedad grecorromana. El Renacimiento consideró estas culturas clásicas como un
ideal de perfección y humanismo y trató de revitalizar o provocar el renacer de los
ideales que habían inspirado aquellas culturas.

En principio, se aspiró a una renovación en todos los aspectos de la cultura humana,


filosofía, ética, moral, ciencia, y tecnología encaminada al desarrollo de un ser humano
que incorporara armónicamente todas las perfecciones físicas e intelectuales.

Junto con esto se caracterizó por procurar la separación entre lo cívico y lo religioso,
reservando lo religioso hacia un espacio privado, fuera de lo público y sus asuntos
políticos.
a) La transformación de las capas sociales

El poder medieval sobre la economía, fundado en la autoridad y la tradición, se ejercía sobre


empresas individuales autárquicas. Esto sólo pudo lograrse con una economía destinada a
satisfacer necesidades locales. La base de la riqueza estaba dada por la posesión simbólica de
la tierra y actividades agrícolas orientadas a la satisfacción de las necesidades inmediatas.

En la economía natural, autárquica y orientada al consumo interno, la persona estaba directa


y orgánicamente ligada al grupo a que pertenecía y, por la reciprocidad de servicios,
estrechamente unido a la colectividad.

El trabajo derivaba en una obligación vivida como natural, bajo códigos de obligación
religiosa o moral y definida por su posición en el orden comunitario y los privilegios o
diferencias naturales que caracterizaban a la persona (en términos muy generales como
“señor” o “siervo”).

Grandes extensiones de territorio carecían de control centralizado, donde no había emergido


aun un uso intensivo de los suelos.
a) La transformación de las capas sociales

El desarrollo de las ciudades, el aumento vertiginoso de la población y el auge del desarrollo de técnicas
y modos de trabajo semi industriales altera, hasta en lo más profundo, la composición de los grupos
sociales. Se produce una ruptura forzada de los ordenes y posiciones naturales.

El trabajo toma la forma de un contrato libre, dentro del cual los contratantes buscan cada uno su
máxima ventaja. Y si en el estadio de la economía natural predominan las relaciones personales y
humanas, en esta incipiente economía monetaria todas las relaciones se objetivan.

El dinero comienza a estabilizarse como equivalente universal de todo valor, introduciendo un acelerado
dinamismo a las transformaciones sociales.

Comienza a diferenciarse una "élite" burguesa, que ya no trabaja manualmente, sino que desarrolla una
actividad más bien de organización, apartándose de la gran masa de la clase media y de los trabajadores
asalariados.

El espíritu individualista de la burguesía naciente, que ampara legítimamente el surgimiento del interés
propio, acaba con el espíritu corporativo medieval y lo sustituye por relaciones de mando.
a) La transformación de las capas sociales

En la época del nacimiento de esta economía monetaria la fuerza de su desarrollo queda integrada por el
dinero y el imperativo de una economía ordenada racionalmente a la producción (no al consumo).

El empresario burgués, a diferencia del noble, pero también del labriego y del siervo, es calculador,
piensa racional y no tradicionalmente. No gusta de la quietud (es decir, que no se aferra a la tradición y
a la costumbre ni al desorden), sino que tiene inquietud, es decir, anhelo de lo nuevo, emprendimiento y
tendencia al orden. Calcula con visión lejana, planifica, ordena geométricamente, establece metas,
mide sus resultados y corrige para alcanzar los números (resultados) propuestos.

El burgués representa un tipo social no vinculado a sus orígenes, sin pertenencia a la tierra (unidad
natural) o a la sangre (comunidad). Los nobles se emparentan con los grandes jefes de familia de la
ciudad y forman con ellos una aristocracia mercantil exclusivista.

Se desarrolla un proceso de fusión entre capas sociales cuyo resultado es la formación de una
completamente nueva, de una nueva aristocracia del talento y de la energía activa, que desplaza a la del
nacimiento (sangre) y del rango (privilegios naturales), y que asocia las acciones en lo económico con el
ejercicio de la política o los asuntos públicos.
b) El nuevo tipo del "empresario" individualista

En la Edad Media, debido a la preponderancia de la producción agraria local, el interés por el


consumo es lo primordial, pues la propiedad no es susceptible de pérdida o de incremento; su
sustancia es inalterable.

En cambio el poder obtenido por la riqueza y el prestigio unido a ella, que se encarna en la
burguesía detentadora del capital, la hace políticamente superior a la nobleza.

Lo esencialmente nuevo en la economía monetaria es la "inversión" de capitales. El capital es


creador, estimula la inventiva, fomenta el espíritu de empresa, alimentándose de la
competencia y ya no de la “solidaridad mecánica” propia de la económica medieval.

Caracterizan ahora al nuevo tipo de economía y al nuevo tipo de hombre económico, una
fuerza motora, impulsiva y expansiva, ante cuya acción se desvanece un mundo antes
constituido por esferas adquisitivas separadas.

Así es posible que la economía monetaria y el crédito desarrollen el espíritu de empresa en


grado hasta entonces desconocido.
b) El nuevo tipo del "empresario" individualista

Un rasgo característico de la cultura de la economía monetarista inicial del Renacimiento es


la íntima relación entre la política y la economía, al punto que, dada la reciprocidad de
intereses entre ambas, era imposible separarlas.

El primer empresario es ahora la ciudad - estado misma. El político se hace calculador. La


política es un cálculo. El factor económico determina la mentalidad política y las decisiones
políticas. La mentalidad calculadora invade la política toda, que se mueve con las categorías
de medios y fines dictados por los propósitos e intereses burgueses. El ejemplo teórico
paradigmático es N. Maquiavelo, quien despoja a la política de toda consideración moral o
virtuosa en el Príncipe.

El vínculo social no está ya constituido por un sentimiento orgánico de comunidad de sangre,


de vecindad o de servicio y obligación recíproca), sino por una organización artificial y
mecánica, desligada de las antiguas fuerzas de la moral y de la religión, y que, con la razón
calculante, proclama el laicismo y la autonomía de la política y del estado frente a la religión
y la iglesia.
b) El nuevo tipo del "empresario" individualista

Este nuevo arte del estado, la política, más cercana a una técnica de administración e
incremento del poder, que se muestra objetiva, neutra valóricamente y medible en sus
acciones a través de sus resultados, tiene por base un mero cálculo de los factores de
fuerza disponibles. La antigua prudencia aristotélica es borrada en favor de la medición de
las fuerzas en pugna frente a una sociedad definida por la competencia y el conflicto.

La política trata de ser metódica en sentido absoluto, objetivada y carente de alma.

La desconfianza básica, rasgó característico de la "sociedad“, a diferencia de la confianza


tradicional propia de la "comunidad", aparece en distintos regímenes políticos, en los que
la maquinaria administrativa se orienta completamente a que cada uno de sus miembros
vigile y controle la actuación del otro.
c) La nueva mentalidad

La nueva mentalidad del Renacimiento, que se abre paso en todas las actividades, no sólo las
económicas, recibe su impulso de una capa social superior. La clase media de pequeña
burguesía.

Este grupo siguió siendo "sanamente conservador", en el sentido antiguo: honrada a carta
cabal y proba, mantiene el ideal del "buen cristiano y buen ciudadano".

Su piedad era sencilla, sin complicaciones, y creía en la existencia de una verdad absoluta, a
diferencia de la ideología liberal, que todo lo consideraba como susceptible de discusión.

Se trata más bien de una mentalidad vinculada a la autoridad y la tradición en donde aún no
se ha legitimado una emancipación individualista (para la que los nombres, la sangre,
tradiciones y la posesión de la tierra son algo "indiferente".
c) La nueva mentalidad

Sin embargo, esta clase media se deja "impresionar", y le impresiona precisamente aquello
que es apenas capaz de realizar.

Le impresiona todo lo que sobresale, de cualquier modo que sea, si procede de las dotes
militares o de la cultura literaria, de la capacidad personal, de la nobleza o de la riqueza.

Le domina una cierta atracción y admiración por lo "diabólico" se revela en su admiración


por los atributos de un “hombre grande”, que es un nuevo tipo de hombre, que sólo podía
ser grande, pisoteando los cadáveres de la tradición moral y religiosa y que poseía un
tenebroso sentido de su propia superioridad.

Aquel que es parte de esta clase media, tempranamente se da cuenta que debe contar con
sus propias fuerzas y la superioridad de su razón y astucia por sobre la tradición.
Racionalidad que promovida e impulsada por esta nueva era mercantil y que le proporciona
el vigor necesario para abandonar la vieja moral.
c) La nueva mentalidad

"Ordenación metódica", ésta es la exigencia que se autoimpone esta nueva mentalidad.

En el orden de la economía es producir calculadamente. También gastar no más de lo que se


gana, economizar fuerzas, administrar con economía tanto el cuerpo como la mente (la
higiene y el deporte son medios para obtener fuerza y belleza), ser trabajador y afanoso (en
contraposición a la ociosidad señorial) son los medios para prosperar y elevarse.

En el orden del tiempo este es objeto de distribución racional. Hay que ordenarlo, racionar las
actividades procurando su efectividad.

Las prácticas religiosas se convierten en un cálculo de ventajas, en una especulación con el


éxito, lo mismo en el terreno económico que en el político.

Estas prácticas no desaparecen, ni son perseguidas, ellas ya no dan a la vida su impulso


propio. La mentalidad religiosa ha perdido ya la energía para penetrar en todas las relaciones
del mundo y recrearlo interiormente, comenzando a replegarse a un espacio privado, sujeto a
la libertad individual.
c) La nueva mentalidad

La religión había perdido su importancia como factor de poder, y disminuido su función como el
de una lengua por todos comprendida y por todos aceptada, en la misma proporción en que
fueron desplazadas las antiguas clases sociales directoras por la gran burguesía, del mismo
modo que las lenguas nacionales desplazaban la herencia medieval del latín, como lenguaje
único del clero.

La idea de una comunidad por encima de las naciones del mundo occidental perdió su vigor,
hasta anularse, con la decadencia de las clases sociales que la mantenían.

Al decir de las ciencias sociales que vendrán en el siglo XIX, el Renacimiento es el síntoma más
claro de la crisis y ruptura de la unidad orgánica del mundo premoderno y del medieval en
especifico. La ruptura del fundamento unitario y sustantivo del mundo da lugar a la emergencia
de la particularidad y la singularidad en todos los ámbitos y espacios de la vida de los seres
humanos, anticipando formas de vida social que serán características de la Modernidad por
venir.
c) La nueva mentalidad

Las relaciones sociales, antes condicionadas por preceptos sobrenaturales, divinos y ocultos al
conocimiento de los seres humanos regulares, se entregan en su mayor parte a una regulación
metódica, autoimpuesta por una mentalidad racional que deposita de esperanza en el
autodesarrollo y en la superioridad de la razón, la ciencia y la técnica por sobre la autoridad de
la tradición y la fuerza de la tierra y la sangre.

El relato épico de la individualidad, que se desprende de la pesada pertenencia a una


comunidad natural, se modula como el que cada individuo (y ya no persona) se apoya en sí
mismo, sabiendo muy bien que nada tiene "detrás de sí", ni existe metafísica alguna ni
comunidad supraindividual. Ya nadie se considera como representante de un cargo o de una
profesión. El único fin que se admite es el de ser un virtuoso, un ideal puramente formal sin
referencia a valor objetivo alguno (religioso-moral) de comunidad, sino sólo en el sentido de
artífice dentro de su propio campo, en el cual desarrolla su actividad con el auxilio de todos los
medios.
d) La aparición del saber técnico
Toda organización se basa en la acción consciente de los individuos que la constituyen. Mas,
para que el individuo sea capaz de actuar adecuadamente, necesita conocer la "naturaleza" y
las "leyes" de la misma. Sólo entonces podrá dominar la naturaleza. Éste es un saber útil,
práctico, provechoso y aplicable, necesario para lograr aquello que se pretende.

La nueva técnica en cuyo soberano dominio consiste la nueva libertad, supone la existencia
de una ley natural absoluta, y así el burgués, en su investidura de científico profano
moderno, llega a la transformación necesaria de la ley natural en ley absoluta.

La razón es capaz de describir la regularidad presente en el comportamiento de las cosas, en


la naturaleza y más tarde en el ámbito de la vida de los seres humanos. En el conocimiento
de esas regularidades descubre la posibilidad de intervenir, de explicar y predecir el
comportamiento de los hechos de la vida natural, controlando y forzando a que las cosas o
los hechos de la vida natural ocurran según su conveniencia.

El mundo del Renacimiento se ha convertido en un mundo sin Dios. La ciencia, la mecánica


(física) en complicidad con la geometría y la matemática ofrecen un mundo disponible al
dominio de los individuos y sus empresas.
d) La aparición del saber técnico

La nueva ciencia natural y la nueva técnica sirven a la voluntad de poder económico e


intelectual como expresión de las nuevas tendencias racionales y liberales, opuestas a las
viejas tendencias conservadoras.

La nueva ciencia de la naturaleza es también producto de esa actividad de empresa que ya


no se conforma con los hechos dados por la tradición ni con el reconocimiento de "sumisiones
queridas por Dios", sino que lo considera todo como objeto de un tratamiento racional. No
sólo en el sentido teórico, en consideración al método científico que no da nada por
garantizado, sino también en el de la aplicación del conocimiento.

El saber científico de vale de la técnica y la produce a través del experimento como dominio
del mundo, legitimando la valía del conocimiento en la posibilidad de ofrecer verificación
empírica, sino además y prioritariamente en su utilidad. El pensador burgués, ingeniero por
naturaleza, hace una rápida aplicación práctica en las ciencias técnicas extendiendo el
conocimiento como forma neutra de control de la naturaleza.
e) La nueva tendencia en el arte

La profunda transformación de todas las relaciones humanas existentes, la


emancipación general de todo lo tradicional, el dinamismo creciente de la
vida cotidiana, de las transformaciones sociales y la mayor amplitud de
intereses individuales, despertaron un enérgico desarrollo de la voluntad
artística y un planteamiento de nuevos problemas de arte.

El impulso creador brotaba ahora de una nueva conciencia en el artista: el


"concepto del genio", como la expresión más alta de una conciencia
independiente, que descansaba puramente en la fuerza y dotes del individuo,
en sentimientos de potencia y de libertad.

El artista como componente indiferenciado de una comunidad, sin nombre ni


obra propia, parte de una comunidad gremial se derrumba frente a la
creciente expresión del individuo como “autor” y a su obra como “propia”.
e) La nueva tendencia en el arte

El arte y el artista ya no expone contemplativamente la virtud del creador divino del mundo.
Más bien se instala en el ámbito de lo público, celebrando la ciudad y la política (público),
exponiendo el poder del estado y de los grandes hombres que constituyen.

El arte, en cuyo campo impera por derecho propio la apariencia hermosa, daba al pueblo la
bella ilusión de una democracia, o al menos la sensación de que participaba de los grandes
logros de los grandes hombres.
A su vez el pueblo manifestaba su gratitud, honrando públicamente a los artistas, con lo cual
honraba a sus propios hombres, pues los artistas habían salido de su propio seno.

El retrato, el desnudo, la magnífica pintura en Iglesias y capillas no celebran ya el poder de


lo sagrado, sino son una muestra de la ruptura y colonización humanista del discurso orgánico
de la iglesia.
f) La función del saber y de la educación

El humanismo renacentista representa una concepción de la real, de la naturaleza y el mundo


humano que realiza una función muy determinada en la lucha por la emancipación y la
conquista del poder por la burguesía.

Promueve e instala la idea de un saber "puramente humano", que persigue verdades "humanas
generales", junto con una ética de la virtudes personales, fundadas en la capacidad individual
y las fuerzas propias de cada individuo. Representa la negación de todos los privilegios
naturales de los diferentes órdenes, de todas las pretendidas prerrogativas de nacimiento y
estado, y es el sustituto de la doctrina, mantenida por el clero, de los poderes
sobrenaturales, basado en una filosofía "natural“.

Lo simplemente "burgués" se proclama como lo humano y universal, y ofreciendo la


posibilidad de emprender, desde esta base, nuevos ataques contra el clero y toda jerarquía
basada en la sobre natural.
f) La función del saber y de la educación

La tradición del humanismo que ya había emergido incipientemente en el mundo medieval


tardío, ofrecía la posibilidad de arrancar hacia una nueva educación secular, que
correspondiera al estadio a que había llegado la cultura burguesa renacentista.

Esa educación renacentista debía ser capaz de oponerse a la educación tradicional y


teológica, mantenida por el clero, que confería a éste el monopolio educativo.

La promoción pública del arte, del individuo y del espacio de la privado, la racionalización y
secularización de las relaciones en el trabajo, mostraba una voluntad absoluta de
emancipación y de libertad en contra de todo lo que antes significaba sujeción y ordenación
del individuo.

La educación, fuera de los cánones del catecismo, pretende mostrar a los individuos que el
porvenir es posible, que con trabajo y esfuerzo personal, guiado por el interés propio, el
futuro está pleno de posibilidad de desarrollo y gloria.
f) La función del saber y de la educación

La fama de la propia ciudad, de la propia época, del propio nombre personal, contribuye al
desarrollo de una inmensa conciencia individual, que se despliegua en todos los campos de la
cultura.

El mito humanista del "renacimiento" de la cultura antigua no era más que el sueño,
convertido en idea, de la renovación de la cultura nacional, que así recibía un incentivo de
una eficacia vital directa y positiva.

El burgués vive siempre en un presente visible y natural cuyos derechos no admiten


limitaciones de futuro como las impuestas por un pensamiento religioso trascendente, ni
tampoco de pasado, como lo que supone el pensamiento tradicional.
g) Las clases poseedoras y los intelectuales

La mayoría de los humanistas procedían de familias burguesas, de acuerdo con el carácter


urbano de toda la nueva cultura. Tanto la alta burguesía como los nuevos intelectuales
proceden de la clase media.

Dentro de esa atmósfera urbana, en la cual ni el nacimiento ni el estado social eran ya


factores decisivos, y el prestigio personal iba ganando en importancia, la superioridad
intelectual podía ser un medio de encumbramiento social y tener repercusiones tan
grandes como el desplazamiento de los clérigos por los laicos en el nuevo sistema de
instrucción, en las tareas de la investigación, en la producción literaria y en el arte.

La difícil posición en que se hallan los exponentes de la nueva inteligencia laica se


comprende por la relación de polaridad, de "compenetración" y "distanciamiento"
intelectual, en que se encuentran con respecto al "pueblo", al cual descienden como
literatos, cuando escriben en- "lenguaje popular“ y del cual como "elite" intelectual se
distancian cuando se expresan en el esotérico lenguaje de su latín humanista; al igual que
los artistas oscilan entre la tendencia democrática del realismo y la aristocrática de la
estilización.
g) Las clases poseedoras y los intelectuales

La preeminencia por el nacimiento y el privilegio espiritual que da la consagración


sacerdotal, fueron los principios de selección de la clase superior en la Edad Media.

Con el Renacimiento aparecieron como nuevos factores de estructuración social, el dinero


y la inteligencia: por la nueva fuerza del dinero, y por la nueva fuerza del intelecto
emancipado, alcanzaron la burguesía y el humanismo, la hegemonía.

El intelecto y el dinero, ejercen una función niveladora: crean un nivel de "igualdad


formal" de todos; "los contenidos de la inteligencia no conocen esa discriminadora
exclusividad que se manifiesta en otros contenidos vitales de orden práctico", fundados en
la voluntad y en el sentimiento. Por tanto el dinero y el intelecto son los dos grandes
motores y factores de la ascensión de una capa social, no favorecida por el nacimiento,
dentro de una sociedad que se aburguesa.
g) Las clases poseedoras y los intelectuales

Nació un nuevo sentimiento y disposición en el mundo: la conciencia individual de aquellos


que ya no querían ser tutelados, negando toda clase de fuerza que les pusiera frenos. La
libre personalidad y el derecho de disponer libremente de su propiedad, económica o
intelectual, constituía la única solución.

La idea de la propiedad individual, de un escritor o de un artista, sobre "su obra", aparece


sólo con la nueva afirmación de ser propio, original, un hombre singular o único y con la
consciente aspiración del escritor de que "cada uno escriba en su estilo" para ganar así
influencia personal.

Así también, aparece la idea absolutista de la propiedad del príncipe sobre el estado y la
libre propiedad del empresario sobre los instrumentos de la producción. Esta idea de una
propiedad de libre disposición recibe su impulso y justificación del ethos del capital
productivo, material o intelectual, es decir, la completa movilización de los bienes tanto
materiales como espirituales.
g) Las clases poseedoras y los intelectuales

Ya no se circunscribe la actividad del pensamiento a satisfacer ciertas necesidades


espirituales o educativas, sino que es más bien ostentación de personalidades, que actúan
movidas por una fuerza interna, donde el producir (producir conocimientos, como el artista
produce obras de arte y el capitalista bienes económicos) tiene un valor propio, que se
aprecia como obra y testimonio de una personalidad creadora, y no en atención al fin que
satisface. Al intelectual moderno se le puede caracterizar como empresario individualista..

La dependencia económica obliga al humanista a buscar un acercamiento del lado de las


clases acomodadas. Cuando no lo encontraba en la burguesía, lo buscaba en los restos de
la antigua aristocracia o bien en las nuevas cortes de los "tiranos" y "príncipes".
Conclusiones

La sociedad desplaza su centro económico y social desde el campo (característico de la edad


media), a la ciudad (lugar de desarrollo de la clase burguesa).

En los inicios de la burguesía, la iglesia aun representaba un elemento en sus vidas,


especialmente en la clase burguesa media o los pequeños, todavía había en ellos un
pensamiento conservador netamente cristiano y un ideal de buen ciudadano.

Sin embargo el mundo renacentista se torna hacia un espíritu democrático y urbano, para
llevar a la sociedad a ese nuevo orden y liberarse de la autoridad de la tradición y la
comunidad.

En un orden social artificial emerge en un individuo realista y calculador, desencantado de


antiguas creencias y consciente de sus fuerzas.
Conclusiones
Las principales características del hombre burgués descansan en, la razón, el cálculo y por sobre todo el
valor de la acción (entendida como el afán de aprovechar al máximo el tiempo).

En la unidad de economía y política el estado de vuelve empresario, calcula e invierte. Se instala la idea de
un estado laico y autónomo. La política se metódica en absoluto, objetivada y carente de alma, basada en
dos ideas clases, la capacidad y eficiencia.

La idea de poder dominar las cosas abre un nuevo mundo para el hombre, surge la nueva idea de la
burguesía de que todo puede hacerse con el ordenamiento correcto y a través del dominio de la técnica
correcta.

El arte abandona su preponderancia hacia un individuo en especifico y pasa a ser un arte popular, se vuelve
una herramienta burguesa, puesto que con él se buscaba expresar el nuevo poder de la ciudad-estado.

El humanismo responde a las nuevas ideas burguesas de la sociedad, es el hombre con su razón y su virtud
quien responde a las problemáticas del mundo, todo hombre es igual y con estas ideas se derogaban las
antiguas creencias y la existencia de clases diferentes con diversos prestigios enraizados desde el origen y la
sangre, es ahora el propio hombre quien gracias a su fuerza puede cambiar su destino.

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