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Este documento describe las perspectivas de las mujeres jóvenes sin novio sobre casarse con hombres que se preparan para ser notarios. Algunas mujeres creen que ser la esposa de un notario significa tener que mudarse constantemente entre pueblos pequeños con hijos. Otras argumentan que si un hombre logra una alta posición en Madrid a través de una buena oposición, tendrán una vida muy cómoda en la capital a los treinta años.
Este documento describe las perspectivas de las mujeres jóvenes sin novio sobre casarse con hombres que se preparan para ser notarios. Algunas mujeres creen que ser la esposa de un notario significa tener que mudarse constantemente entre pueblos pequeños con hijos. Otras argumentan que si un hombre logra una alta posición en Madrid a través de una buena oposición, tendrán una vida muy cómoda en la capital a los treinta años.
Este documento describe las perspectivas de las mujeres jóvenes sin novio sobre casarse con hombres que se preparan para ser notarios. Algunas mujeres creen que ser la esposa de un notario significa tener que mudarse constantemente entre pueblos pequeños con hijos. Otras argumentan que si un hombre logra una alta posición en Madrid a través de una buena oposición, tendrán una vida muy cómoda en la capital a los treinta años.
Texto Las chicas sin novio andaban revueltas a cada principio de temporada, pendientes de los chicos conocidos que preparaban oposición de Notarías. Casi todas estaban de acuerdo en que era mejor salida la carrera de Derecho, la cosa más segura. Otras, las menos, ponían algunos reparos. —Hija, pero también, te casas con un notario y tienes que pasar lo mejor de tu vida rodando por dos o tres pueblos. Cuando quieres llegar a una capital, ya estás cargada de hijos, y vieja y no tienes humor para divertirte. Una paleta para toda tu vida. —Sí, déjate de cuentos. Pero ganan muchísimo. Y si hacen una buena oposición y tienen número alto, pueden empezar por capital, y entonces ya no te digo nada. A lo mejor a los treinta años, estás casada con un notario de Madrid, ¿tú sabes lo que es eso? —Sí, sí, a los treinta años... Se veían del brazo de un chico maduro, pero juvenil, respetable, pero deportista, yendo a los estrenos de teatros y a los conciertos del Palacio de la Música, con abrigo de astracán legítimo; sombrerito pequeño. Teniendo un círculo; seguras y rodeadas de consideración. Masaje en los pechos después de cada nuevo hijo. Dietas para adelgazar sin dejar de comer.