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SUMARIO
MADRID
Varios procesos y una ópera
Los artesanos no comprenden que pueda ha- actualidad no nos imponga los tristes. Algunas entrar en el foyer era ])ara él una empresa tan
ber un almuerzo campestre sin un larguísimo damas (así dice un periódico) han recibido en difícil como atravesar el centro de una hoguera.
baile después. Antes de terminarse la comilona, pruebas de imprenta sus respectivas biografías Varias veces agitó su cuerpo preparándose á
ya las mujeres están pidiendo al chico del or- con una carta en que se las amenaza con publi- levantarse, y otras tantas quedo como enclavado
ganillo que toque, y éste da comienzo á su fae- carlas si no entregan cierta cantidad de dinero. en su silla.
na, y, mientras con la derecha mano da vueltas Claro es que esas biografías contienen ataques Por fin hizo un supremo esfuerzo de volun-
al manubrio, con la izquierda devora el pedazo ó insultos de la peor especie. Algunas de esas tad, se levantó y atravesó el salón con el aspecto
de queso que le han dado como postre. El solo damas piensan acudir en queja al gobernador del general que marcha á asaltar una forta-
en aquella fiesta no se divierte: él solo no baila, civil. leza inexpugnable y sabe que va á morir.
no corre, no grita, no requiebra á las mucha- El chantage es una especulación vergonzosa Todas las mesas del foyer estaban ocupadas.
chas, no se emborracha, y no goza, en fin, poéti- que no se ha podido aclimatar en E.^paña por ; Feliciano se paró á la puerta, y allí permane-
ca ó brutalmente, de la vida. Mira con silenciosa efecto de nuestro carácter: aquí donde no se ció indeciso mucho rato, contemplándolo todo
tristeza el estrepitoso regocijo de los demás, descubren la mayor parte de los crímenes por- j con ojos asombrados.
cambia una vez y otra los registros musicales que los testigos creen ignominioso para ellos el I En rededor de un veladorcito que ocupaba
sin darse reposo; y cuando su brazo cae pesado, papel de delatores, menos se puede especular uno de los ángulos del salón, vio á Norma y el
como de jalomo, todavía le gritan: — i Más, más! con la honra ajena. Aquí hay quien se cree caballero grave. Con ellos estaba D. Enrique, y
¡Música! ¡Música!—una pesetilla que le dan honrado á pesar de ser ladrón ó asesino; pero la cantante se reía y bromeaba con el director.
de propina desarruga, por fin, su ceño, y enton- no hay ladrón ni asesino que se declare reo de Este, al ver parado en la puerta á Feliciano,
ces él también se regala, de vuelta en Madrid, una cobardía. Gracias á esto, las mujeres espa- : le llamó con una seña. El muchacho no tardó en
en el oscuro rincón de alguna taberna, viendo ñolas pueden dormir tranquilas el sueño de sus \ acudir.
aiin en su imaginación las amorosas parejas de deslices. Espanta el pensar lo que podría suce- Cuando estuvo junto á la mesa, el caballero
jóvenes que durante toda la tarde pasaron ante der si un día los esposos se encontrasen, al des- I de la barba gris le dirigió una mirada indife-
él en rápidas vueltas ó que se perdían con tran- portar, en la bandeja del chocolate ó en la mesa rente, y la cantante lo midió, con sus ojos, de los
quilo pa.so entre el follaje de las alamedas. de su despacho, la correspondencia particular pies á la cabeza.
Cuando cruza por las calles de Madrid el de sus respectivas señoras, las cartas para ellos Feliciano se turbó ante aquella mirada é
chico del organillo, nos trae una perturbación desconocidas que ellas escribieron á sujetos inclinó la cabeza; pero la voz de D. Enrique le
agradable. Todos nos encontramos en nuestro más ó menos dignos de tal correspondencia. hizo volver otra vez sobre sí y levantar la
trabajo: el hombre escribe en su bufete; el ama Esto no sucede ni puede suceder. Las cartas frente.
de la casa trastea, dispone y riñe; la señorita que una mujer culpable escribe á sus amantes, La única idea que en aquel momento domi-
cose, pensando, más que corriendo; y todos, de muy al contrario de lo que pasa con las cartas naba en su cerebro era la de que Norma estaba
pronto, suspenden su tarea y vuelven la cabe- honradas y lícitas, no se pierden jamás, aunque muy hermosa. El traje de calle le sentaba ma-
za hacia los balcones, por los cuales entran se fíen, no al acaso, sino á muchos azares. Pare- ravillosamente.
torrentes de súbita armonía. Se abre un parén- rece que todo el mundo tiene interés en contri- La cantante llevaba un vestido de color de
tesis en el trabajo, despiértause los sentimien- buir al delito, y luego en ocultarlo. Las donce- plomo, tornasolado, de irreprochable corte y
tos del alma según el compás veloz ó pausado llas de Madrid aceptan esta delicada misión y adornado con encajes blancos,y una chaquetilla
de la música, y henos aquí, sin pensarlo, traídos la cumplen fidelísimamente. No guardan sus á pequeños cuadros y que afectaba la forma de
y llevados á otros mundos por la mano de un secretos, pero guardan los ajenos. Una mujer una americana de hombre. Además, siguieodo
chicuelo desgreñado, sucio, mal vestido, que no revela jamás á un marido las intrigas de su las exigencias de la moda, que tiende á dar á
]iasa por la calle. esposa por espíritu de sexo: un hombre no pue- '' las mujeres un aspecto varonil, llevaba un cue-
Yo amo los organillos: ellos conservan las de tomar diguamente parte en estas intrigas i llecito recto de hombre, que asomaba por entre
sonatas que hemos oído en nuestra juventud y si no figura de protagonista. El chantage no tiene i las solapas de la chaquetilla.
que, por lo tanto, evocan las escenas dichosas en nuestra patria ni pasado ni porvenir. En el bolsillo superior de ésta sobresalía la
de nuestros más felices años. Guando ya, desen- Por otra parte, la noticia del diario en cues- punta de un pañuelito blanco de seda con cene-
gañados de la vida, nada puede alterar la im- tión es dudosa. Se refiere á damas de la aristo- fa roja, y junto á él se veía un colgante de oro
perturbabilidad de nuestro rostro ni producir cracia, en cuya biografía sólo pueden tener ca- del reloj.
fxiertes latidos en nuestro corazón, todavía la bida las virtudes. Acaso el chanteur las habrá Feliciano abarcó todos estos detalles con una
voz del piano ambulante desgarra nuestra fren- amenazado con revelar la verdadera edad que sola mirada, no dejando tampoco de fijarse en
te y llena de vida nuestro pecho. Es que oímos tienen. Esto será todo. la finura del cutis de la francesa y en la peque-
algo más que trozos de ópera: oímos la inefable Estamos en la época de los beneficios teatra- nez de sus manos, cubiertas por unos guantes
melodía de nuestras dichas y de nuestras penas les. Se ha verificado el de Mario, se verifica hoy de gamuza que formando caprichosas arrugas
que se alzan como un celaje de aurora sobre los : el de la Mendoza Tenorio y el de Vico. Los dia- le llegaban hasta el codo. No llevaba'pendien-
velos de la noche. rios, como de costumbre, traen la lista de los tes, pero en la muñeca de la mano derecha os-
Ya dije, en una de mis crónicas, al tratar de objetos de quincalla que los amigos regalan á tentaba una magnifica pulsera de oro y otra
esta causa, que era grande el número de perso- ; los beneficiados. Creo que en América se les en- más sencilla, cuyos colgantes producían, al me-
nas que habían querido reconocer el cadáver del ; vía dinero: esto sería más sencillo. nor movimiento, un alegre sonido.
asesinado por si era el de algún pariente ó ami- En el Teatro Real ha resucitado una ópera de ¡ —Siéntate, muchacho-,—dijo D. Enrique á
go de quien no tenían noticias. Resultaba que ! que nadie tenía memoria: I promesi sposi de Pe- Feliciano, señalándole la única silla que en las
en el mundo nadie se encuentra en su casa I tralla. inmediaciones del velador estaba desocupada.
propia ni en su sitio. Pues algo semejante ha Los viejos abonados del Teatro Real la reci- El muchacho obedeció. Norma le contempla-
ocurrido con motivo de otro nuevo desgraciado. bieron con júbilo. ba con aquellos ojos que en ciertos instantes
Una señora joven entra en una casa de huéspe- —¡Al oir esta música, tan en boga por los tenían miradas frías y escrutadoras, de esas
des, pide un cuarto, sale de la casa, compra años de Narváez,—decía uno,—la cabeza se me que penetran hasta lo más recóndito del ser.
una pistola, vuelve, se acuesta y se suicida. No vuelve á cubrir de pelo! El señor de la barba gris tenía una inmovi-
se sabe quién puede ser. Los diarios dan noticia —¡Esto no es música!—exclamaba un pollo. lidad de esfinge egipcia, pero demostraba cla-
del suicidio, y empiei.an á llegar hombres y —Joven,—contestaba el abonado antiguo;— ramente que vería con sumo placer el que tanto
hombres. Todos ellos dicen lo mismo:—Vengo para comprender esta música, es preciso venir el director como su subordinado levantaran el
á ver si la mujer que se ha matado es mi mujer, de pantalón de trabillas. '• campo.
porque hace tiempo que no sé dónde se en- D. Enrique, que era un tanto socarrón y ami-
cuentra. FEKNANFLOK
go de martirizar al prójimo, que indudable-
Para terminar esta revista, que ha tomado -•f- mente leía en aquel rostro inmóvil los deseos
cierto carácter criminal por efecto de las cir- de su dueño, permanecía indiferente ante aquel
cunstancias, diré que el juicio oral de la causa mutismo, aparentando la más ingenua alegría.
de la calle de Fuencarml promete ser un acon- MADEMOISELLE NORMA —Oye, Norma,—dijo con su tonillo sarcásti-
tecimiento de sensación. El gobernador lo entien- co;—tengo el gusto de presentarte á mi amigo
de así y ha dispuesto que para el sostenimiento (CONTINUACIÓN)
Feliciano Martínez, un muchacho que vale mu-
del orden haya en los alrededores del Palacio cho, una esperanza del arte, un futuro Pagani-
de Justicia, en los días del juicio, sesenta guar- Feliciano podía entrar en aquella parte del ni; todo lo cual no impide que tú te divirtieras
dias civiles de á pie y veinte de á caballo. ¿Por del salón como todo el mixndo. ¿Quién podía con él grandemente anoche.
qué tan grandes precauciones? ¿Es que el pue- impedírselo? Nadie. Y, á pesar de esto, el joven La cantante correspondió á la presentación
blo de Madrid se propone asaltar aquel Palacio ? no se movió de su silla. con una cabezada entre irónica y grave, lo que
No. Pero la causa de la calle de Euencarral no Sentía deseos de levantarse y lo intentaba en hizo volver al muchacho de mil colores.
es tan sólo el proceso de uno ó de varios su- balde. Su voluntad le gritaba: «¡Arriba!» Y, á Después rompió á reír estrepitosamente, y du-
puestos delincuentes: es, para el pueblo de Ma- pesar de tal orden, el miedo seguía impidiendo rante algunos instantes sólo se oyeron sus car-
drid, el proceso de \¡x justicia histórica. | Du- el que sus músculos funcionasen. cajadas de un timbre argentino.
rante un mes Madrid será la antesala de un Aquel infeliz muchacho, acostumbrado á no —Debe V. guardarme mucho rencor,—dijo
juzgado! tener otra voluntad que la de su tía, carecía de por fin en castellano lleno de pronunciaciones
Pero en este picaro Madrid no basta que uno fuerzas y audacia para realizar sus deseos. francesas y casi ininteligible.—Puedo asegurarle
quiera buscar asuntos alegres: es preciso que la Levantarse de la silla, atravesar' el salón y que no hice lo de anoche con ijitención de ofen-
LA ILUSTRACIÓN IBÉRICA 195
derle. Mi carácter especial me impulsa á hacer da cuando no tenía aún veinticuatro de edad; y Al saludarle en nombre de la literatura espa-
tales cosas. De todos modos, le ruego que me en esta época comenzaron sus trabajos litera- ñola con los respetos debidos al sexo y al talen-
perdone. rias y la popularidad de su nombre, que tomó to, consigna que hace votos porque no abandone
Feliciano no supo qué decir, y solamente se puesto preeminente en las letras españolas.» su adorada lira, votos en que le acompañan
limitó á hacer una inclinación de cabeza como Su primer libro, publicado en 1872, obtuvo muchos españoles.
para indicar que asentía á todo. una entusia.-ta ovación, y La Ilustración Espa- Si cada uno de sus libros le ha ofrecido un
— ¡Contesta,hombre! ¡No seas bruto!—le gritó ñola y Americana publicó su retrato, por cierto éxito, la publicación de su revista Cádiz, funda-
el director.—¿Una señorita te presenta sus ex- malísimo respecto al parecido, con una notable da para crear literaturas regionales, protestan-
cusas y tú no sabes qué contestar? Debes de- biografía, en la cual hay una errata de impor- do del poder absorbente de Madrid, fué un
cirla:—Mademoiselle: yo tengo un especial gus- tancia que conviene rectificar, pues se dice que triunfo brillantísimo, que la colocó desde luego
to en que V. haga muchas veces conmigo lo de nació en 1858, siendo así que fué en 1848: diez en primera fila en la esfera del periodismo.
anoche, pues esto demostrará que soy digno de años de vida tan bien empleados no debemos La fundación de esta revista forma una ver-
que fije la atención en mí. consentir en que se le quiten de una sola plu- dadera época en la prensa española, no porque
y luego continuó, dirigiéndose á Norma con mada. sea tan raro un periódico dirigido por una se-
ridicula afectación: El Globo, al publicar el retrato de Patroci- ñora, sino por la excepcional importancia que
—Usted dispense, señorita, la descortesía nio, dedicó á su talento y buen gusto elogios este periódico adquirió bajo su dirección. Lo
del muchacho. ¡Es tan torpe!
Esta salida de tono del músico ocasionó una
nueva escala de carcajadas á Norma. El direc-
tor también rió, y hasta el grave personaje cre-
yó muy del caso salir de su serenidad olímpica
y contraer sus labios violáceos con una benévo-
la sonrisa.
El violinista no sabía ya donde estaba. Sus
oídos le zumbaban, comenzaba á ver turbio y
sentía en las mejillas un calor sofocante. A pe-
sar de esto, bajaba la cabeza con la resignación
del que comprende que está predestinado á su-
frir el ridículo.
VicKNTK B L A S C O IBÁÑEZ
{Se continuará)
Tj-"
PATROCINIO DE BIEDMA 0)
enseñanza y la ilustración para la mujer como raudales de poesía que cautivan el corazón y
una necesidad social. trasportan la inteligencia á regiones de eterna
Para probar de qué manera es querida en An- Si para juzgar el talento de Patrocinio como luz.»
dalucía, citaremos una gráfica frase sevillana, periodista y apreciar su prosa castiza y limpia, El promover un Congreso Proteccionista de la
que demostrará, mejor de lo que nosotros lo sus versos dulcísimos y la trascendencia y ori- Infancia, dar los temas que en él habían de dis-
pudiéramos hacer, el valor que se la concede. ginalidad de sus pensamientos, nos basta reco- cutirse, prepararlo y extender la convocatoria,
Habiendo salido D. Alfonso X I I de Sevilla rrer la prensa de estos últimos años, donde se ayudada en su tarea por el presidente de la
el mismo día en que llegó Patrocinio, se la hizo le ofrecen de continuo aplausos y simpatías, Diputación Provincial de Cádiz, ¡.utoridades y
tan brillante recibimiento que se decía en todos para darla á conocer como dama caritativa, como prensa local, dispuestos á cooperar á tan gran
los cíi'culos que «había salido el rey por la ma- ardiente protectora del pobre y bienhechora de proyecto, para el cual han tenido amorosas ben-
ñana y había llegado la reina por la noche,» la humanidad, seria suíieiente recoger las ben- diciones los príncipes de la Iglesia y plácemes
frases que habrán recordado muchos al saber las diciones de los desgraciados que la rodean como entusiastas los poderes de la tierra, han sido
distinciones que le han dispensado la Real Aca- celeste atmósfera. sus ocupaciones predilectas en el liltimo año (1).
demia de Buenas Lelras y la prensa de Sevilla. El deseo de mejorar la educación del niño De la importancia y trascendencia de este
Patrocinio debe á los extranjeros considera- desvalido; el arduo problema de cambiar las con- acto, así como de su novedad é interés, nada
ciones que no siempre suelen obtener de ellos diciones en que se desarrolla, dotándolo de ele- hemos de decir, pues se demuestra por su solo
los escritores españoles. mentos físicos, y de enseñanza moral que pre- anuncio; pero al ver que es una dama española
Sus obras han sido traducidas y su retrato pare su espíritu para las luchas sociales, puede la que se propone realizar tales maravillas, y,
publicado en la mayoría de las revistas ilustra- decirse que absorben su tiempo, y apenas si como si fuesen la cosa más fácil del mundo, las
das, colocándose además en el colegio español puede atender los pedidos de originales que las lleva á cabo, sentimos orgullo de nuestra patria
y de nuestra sangre, que es capaz de tan altas
empresas, inclinamos la cabeza ante el prestigio
del genio y tenemos á honor el señalar á nues-
ti'os compatriotas esa gran figura de nuestra
época para que le ofrezcan, con el homenaje de
su admiración, el tributo merecidisimo de su
respeto y de sus aplausos.
Y si á todos los españoles obliga tan sagrado
deber, impónese con maj-or fuerza á los gadi-
tanos, que en verdad lo cumplen gustosísimos;
porque la vida literaria de esta gran escritora,
á quien llaman con razón Musa de Andalucía, en
Cádiz se ha desarrollado casi enteramente, 3' su
gloria se refleja en algún modo sobre esta sacra
roca fenicia, que es una especie de gigantesco
imán para el genio.
Atraída por su fuerza misteriosa, llegó aquí,
como viajera de un día, en unión de su amiga
la princesa Rattazzi, cultivadora también do las
letras, y quedó para siempre adherida á este
suelo, donde han rodado las cunas de tantos
insignes varones, y del que han hecho en todo
tiempo su Parnaso las musas españolas.
El advenimiento de la inspirada poetisa á la
más beíla y culta ciudad de Iberia, fué como la
aparición de un nuevo astro en su luminoso
cielo. Era una noche en que la ya disuelta, pero
entonces lozana y floreciente. Asociación de Es-
critores y Artistas, daba en el Teatro Principal,
henchido de brillantísima concurrencia, una de
sus mejores veladas; y cuando ésta iba ya á ter-
minar, surgió del estrado, llena de majestad y
radiante de juventud, con la dulce sonrisa de
la bondad en los labios y la áurea luz de la
inspiración en la frente, para leer un soneto
que con pie forzado acababa de improvisar.
Leyó como ella sabe, haciendo primores de
MOCAS. —Abrigos ortología, con el reposo de una estatua griega,
con vocalización limpia y con acento melifluo
como el de aquella Hipatia de quien dice Caste-
de Bolonia' (Italia) y en varios Ateneos, Acade- casas editoriales más conocidas le dirigen de lar que hasta las ondas del Nilo se empujaban
mias y centros científicos. todas partes. para oírla. Murmullos de admiración y aclama-
El Literatttr-Tafeln, publicado en Dresden No quiere esto decir que haya abandonado ciones de entusiasmo estremecieron la sala, y
(Alemania), al ocuparse de las celebridades li- su pluma de oro: con frecuencia se ven engala- entre la lectora conmovida y el público electri-
terarias de nuestro siglo, sólo consigna en Espa- nados con su firma los artículos de fondo de zado se celebró algo así como un tácito conve-
ña, del sexo bello, á Fernán Caballero, Gertrudis La Época y otros periódicos importantes, y se nio de esponsales literarios. El hecho es que el
Gómez de Avellaneda y Patrocinio de Biedma. leen sus lindas poesías en Academias y Ateneos, ave peregrina en las redes inductables del po-
Ija notabilísima obra publicada en alemán arrancando entusiastas aplausos. La acreditada pular afecto, quedó encerrada como en jaula de
por Mr. Diercks, Das Moderne Geifteslehen Spa- casa editorial de Molinas, de Barcelona, acaba oro en la cuna de la Libertad, y en ella comen-
niens, que tanto honra á España, dedica á Pa- de adquirir una interesante obra, escrita expre- zó á formar poco después el nuevo nido de sus
trocinio páginas entusiastas. samente para ella por la insigne novelista. amores.
Begijar, pueblo de la provincia de Jaén donde Para dar á conocer en pocas palabras su Si, pues, un pequeño lugar (Begijar) de la
nació la ilustre escritora, ha honrado sus hu- estilo literario, copiaremos un breve juicio emi- provincia de Jaén, se envanece de haberla vis-
mildes calles dando el nombre de Patrocinio de tido por el ilustrado académico D. Juan de Dios to nacer el día 13 de marzo de 1848, la Atenas
Biedma á la en que se conserva la casa solariega de la Rada y Delgado, con tanta brillantez como de Andalucía se ufana de haberla hecho su hija
de su familia, expresando, en el acta en que se ^concisión; adoptiva en la noche del 15 de marzo de 1877.
consigua este acuerdo, «que ofrece este home- «Es,—dice,—la realización de la verdadera Y tiene razón para ello, pues la fecundísima
naje á su virtud y á su talento para que sirva poesía andaluza, espléndida y gráfica en las des- pluma de tan docta dama ha dado vigoroso im-
de estímulo á los hijos de aquella villa.» cripciones, profunda en los pensamientos, soña- pulso al movimiento intelectual que se ha nota-
Baeza, rindiendo el mismo tributo de admi- dora é idealista en los conceptos, expansiva y do durante el período de su permanencia en la
ración á la ilustre señora, dio el nombre de Pa- enloquecedora en las alegrías, tan triste como
trocinio de Biedma á una de sus más céntricas resignada y creyente en los pesares, y grande
(1) Nuestros lectores tendrán, sin duda, conocimiento
calles, y la nombró, además, hija adoptiva, con- é inspirada siempre en ese foco de infinita luz, del éxito brillantísimo que obtuvo este Congreso, cuyas con-
signando los motivos en que fundaba esta adop- superior á todo lo humano, del que sólo pode- clusiones influirán en las leyes que en beneficio de los niños
proyecta, la Comisión do Reformas Sociales, presidida por
ción, siendo uno de ellos el haber residido allí mos alcanzar los resplandores que, reflejados en el 8r. D.' Antonio Canoras del Castillo, proponer para su
en la época en que estuvo casada, en sus pri- sus privilegiados espíritus, trasmiten al mundo aprobación á las Cortes del reino, y al cual dedicó honrosa
meras nupcias, con el marqués de San Miguel, los verdaderos genios. mención en el Senado el sabio Dr. Letamendi al citar á la
Sra. de Biedma en el discurso que consagró á la creación
hijo de aquella ciudad. »Ella lo es, y como tal vierte en sus escritos de manicomios judiciales.
LA ILUSTRACIÓN IBÉRICA :!.9
patria de Columela. Aquí ha escrito ó dado á la tan ventajoso y justificado concepto tiene el sa- sear, va al frente de este bcsquejo biográfico, no
estampa la mayor parte de sus obras, que cons- bio prelado de Sevilla, no vale menos por su necesitamos decir hasta qué punto ha sido fa-
tituyen uua copiosa biblioteca, según puede corazón que por su talento, y sus obras no se vorecida por la naturaleza con los dones y gra-
verse en la lista que abajo se copia (1) y en la reducen á los libros que legará á la posteri- cia del sexo; y, por lo tocante á su etopeya ó re-
cual faltan numerosos artículos publicados en dad: también quedará su nombre unido á los trato moral, debemos concretamos á advertir
las principales revistas y diarios de Madrid, establecimientos beuéficos que su inagotable que en nada se parece al ridiculizado tipo de la
las biografías dd las Princesas españolas, con caridad ha fundado. Por eso las autoridades de literata hombruna y petulante. No: la señora de
otros notables trabajos referentes á la familia Cádiz, queriendo ofrecer un público y solemne D. José Rodríguez y Rodríguez (que así se llama
real, que distiugue con las mayores deferencias testimonio de reconocimiento á la filantr-ópica el afortunado mortal á quien está unida en se-
á nuestra biografiada, y á las cuales correspon- dama, formaron expediente para su ingreso en gundas nupcias,apadrinadas por el rey D. Alfon-
de ésta con la más sincera adhesión. la Orden Civil de Beneficencia, habiendo dicho so XII), D.a Patrocinio de Biedma, no es el abo-
En ello obedece á tradiciones de familia, ó, el presidente de la sección correspondiente del minable marimacho que, desertando del hogar y
como si dijéramos, á la fuerza de la sangre; Consejo de Estado, D. Ramón de Campoamor, que sus dulces faenas, poesía del trabajo, como ha di-
pues los autores de sus días fueron D. Diego se había «acordado por unanimidad concederle cho Pelletan, invade la jurisdicción del sexo fuer-
de Biedma y Colón y D.» Isabel de La Moneda la Cruz deprimeradase, porque no había otra me- te, consagrándose por completo á usurpadas ocu-
y Ayala, pi-rtenecientes á las nobles casas de jor, que, de haberla mejor, mejor se le concede- paciones. Ella tiene mucho parecido con aquella
los marqueses de Monterrey, proceres de Gali- ría:» el Alcalde de Cádiz, Excmo. Sr. D. Enrique gran reina de Castilla que, modelo de esposa y
cia, y los bai'oues de Riofrío, magnates de Cas- del Toro, le regaló la placa insignia de la Orden. de madres, alternativamente manejaba el ceti-o
tilla, y enlazados por diferentes matri-
monios con la casa real.
Así, los primeros retratos que en su
álbum ostenta nuestra linajuda amiga,
por cuyas venas corre sangre real y en
cuyo espíritu aridan mezcladas la gracia
andaluza, la dulzura galaica y el buen
sentido castellano, son los de las perso-
nas que han ocupado el Trono ó tienen
derecho, más ó menos eventual, á ceñir
la corona, y que saben estimar en todo
lo que vale la adhesión y lealtad de su
ilustre consanguínea; pues, á raíz del fa-
llecimiento de D. Alfonso X I I , la cama-
rera mayor de S. M. la Reina Regente,
señora duquesa de Medina de las Torres,
escribía á la Sra. de Biedma una extensa
carta autógrafa, llena de interesantes
datos, eii la que hemos tenido ocasión
de leer estas palabras:
«S. M. la Reina, con la ayuda de Dios
Nuestro Señor, con la de V. y otras per-
sonas que como V. brillan por su talen-
to tanto como por su lealtad, se propone
llevar á feliz término la dificilísima ta-
rea que las leyes del Reino y su amor
de madre le imponen de consuno.»
No vaya á creerse por esto que su
fervor monárquico haga de ella un espí-
ritu intransigente y cerrado á toda oti'a ,
idea política. Nada de eso: la elevación
de sus ideas y sentimientos la colocan
por encima de las mezquinas pasiones
de secta, dándole aliento para romper
las trabas de preocupaciones sociales •
tan inveteradas como absurdas. De ella y tocados
puede decirse lo que de la Parca escri- Sombreros
bía en famosos versos el gran vate lati-
no: Aquo pulsat pede pauperum taberna
regumque turres. Lo mismo se cartea con
las testas coronadas que con los presi-
dentes de las repúblicas, pues mantiene
correspondencia con todas las notabilidades de Bien merece tan expresivo y delicado home- y la rueca, la ahuja y el libro, la plancha y la
todos los países; pertenece á las principales I naje de consideración y afecto la mujer insigne pluma; pues hilaba las camisas de su marido,
Academias y centros de Europa y América; y I que para honor de su sexo y gloria de las letras cosía su ropa, administraba justicia, aprendía
cuando visita una capital, desde el regio alcázar i patrias comparte hoy con la Sra. Pardo de Ba- latín para enseñárselo á sus hijos, redactaba
ó aristocrático hotel donde moran los podero- zán, orgullo de Galicia, la herencia intelectual escritos admirables, y podía, merced ala instruc-
sos, va a la corporación científica donde se con- ; de aquellas hembras eruditas que en el siglo x v i ción que atesoraba, entender mejor que los í-a-
gregan los sabios, ó al asilo de beneficencia fueron ornamento de España y asombro del bios de Córdoba 3' Salamanca al visionario ge-
donde gimen los desvalidos. Y en todas partes, mundo. Y bien hace Cádiz en tributar una espe- novés que andaba de corte en corte ofreciendo
como ha dicho el eminente filósofo y príncipe cie de culto á la inspirada sacerdotisa de Apolo un mundo por algunos bajeles.
de la Iglesia fray Ceferino González, «su genio : que ha erigido sus aras en este hermoso confín Semejante á la protectoia de Colón,la ilustre
derrama suave unción y luz vivificadora, llama- de la tierra, porque ella infunde á todos cuantos hija de Begijar, que hoy tiene sus lares en la
das á curar tantas heridas y á iluminar tantos ; la rodean, el estro que de su mente rebosa; y por Tacita de plata, embellece con las galas del es-
errores como desgraciadamente sufre nuestra su pluma, que honra con frecuentes correspon- píritu y anima con la ternura del corazón el
sociedad.» dencias las columnas de los periódicos madrile- santuario de la vida doméstica, sabiendo unirse
En efecto, la distinguida escritora de quien I ños y americanos de mayor importancia, llegan á su esposo en el mundo do las ideas como en
á todas partes los ecos de las sociedades litera- el de los afectos; que el pensar alto no se opone
rias que sostiene la antigua reina del Atlántico, á sentir hondo. Por eso, al mismo tiempo que
fl) «Guirnalda de pensamientos» (poesías Iiricas\ -Re- y se dan á conocer en el mundo los nombres de constituye el amor y la felicidad de su familia,
cuerdos de u n ángel» (elegías); «El héroe de Santa Engra-
cia» (poema histórico); «Romances y poesías;" «El mayor los juveniles ingenios que en ella florecen, cons- es para los literatos de hoy, por la admiración
castigo» (leyenda dramática).—-Bsíudíos artísticos: «La cate-
dral de Sevilla;» «El alcázar de Sevilla;- «La exposición de I tituyendo una pléyade brillantísima, formada y simpatía que en todos despierta, lo que fué
*-'ádlz;. «Bellezas de España;» «Glorias de Andalucía.»—&- i bajo el patrocinio de la musa cristiana que lleva entre los de su tiempo aquella inolvidable du-
fudios heráldicos: tha, nobleza española.» —Eííudios filosófi-
cos: «Problemas sociales;» «Hojas sueHas.' —Novelas: «El ' este nombre, y que, inaccesible á ciertas huma- quesa de Frías, á cuyos pies se arrodillaban las
testamento de un filósofo;» «Las almas gemelas;» «La botella nas debilidades, lejos de sentirse mortificada musas de D. Nicasio Gallego, Martínez de la
azul;. «Cadenas del corazón;» «El odio do una mujer;» -El
capricho de u n lord, (.los tomos'; «Blanca;» «La muerta y ; por la aparición de otros genios, complácese en Rosa y Quintana, con todo el arrobamiento de
la•viva» (tres___ tomos);^ «Dos_ hermanas;» «Las apariencias;" i alentarlos, esclarecerlos y exhibirlos á la públi- los sentidos y toda la veneración de un cuito.
•El secreto de un crimen;» >Dos minutos;» «Fragmentos de i ca admiración.
un álbum;» «Desde Cádiz á la Habana;» «La boda de la
n i ü a . — C á d i z : Esta revista de artes, letras y ciencias, pu- NICOLÁS D Í A Z DE BENJUMEA
olicada bajo su dirección, forma cuatro tomos ilustrados
Tal es la escritora. En cuanto á la mujer,
con grabados. , como su fotografía, siquiera deje mucho que de- ALFONSO MORENO ESPINOSA
V,
\
LA COMISIÓN... patrón y termina en vísperas de exámenes uni- tura patria, tan necesitada j ay! de apoyo, podría
versitarios. Pues ¡cualquiera reúne á los comi- darse por bien empleado el tiempo invertido en
sionados para que hablen de lo que, si bien se la sesión; pero ; cuidado, que celebrar sesión so-
Ustedes pensarían que la comisión nombrada mira (y aunque se mire mal) á ellos no les im- lemne y plena diez y ocho primatos del país para
por el Grobierno para regenerar y reconstituir el porta nada! dar un dictamen que pudiese haber redactado el
Teatro Español no iba á dar señales de vida. Y en esta y en las otras llegará el verano... más inepto escribiente de la más pobre notaría,
Pues efectivamente no las da. ¡vaya si llegará!... y con él la necesidad do salir sólo entre nosotros acontece!
Han acertado Vds. á tomar baños, y la comisión desaparecerá de Porque nosotros somos así: Teatro Español
También yo pensaba lo mismo. Madrid, sin contar con que algunos de sus miem- no tendremos, eso no; pero afición á las come-
Y he acertado también. bros habrán ido á la Exposición de París y otros dias no nos falta.
Hemos acertado todos. se hallarán en la coronación de Zorrilla, j , en A . SÁNCHEZ P É R E Z
Es decir, todos menos el excelentísimo señor fin, que habrá pasado el año y los comisionados nf
ministro que nombró la comisión, porque me tan frescos, y el Teatro Español sin novedad en
parece probable que él esperase algo de sus ele- su importante salud.
gidos, á no ser que los nombrara por gusto y Creóme, no obstante, obligado á decir, en des- PERLAS Y CELOS
para que no hiciesen absolutamente nada. cargo de mi conciencia, que un individuo de la
Y si ese fué su propósito, vive Dios, que lo comisión, que ademan de comisionado es conse-
ha realizado por completo. jero de Estado y senador y ex ministro, y ante
Si no me es infiel la memoria, y creo que no todo esto y sobre todo esto gran poeta y autor El 16 de mayo de 1625 fué un día de gran
me lo es, la comisión fué nombrada allá por el dramático, el Rr. Núñez de Arce, ha procurado, regocijo en la capital de Francia: regocijo en la
corte, regocijo en el pueblo;
que, hambriento y desnudo y
todo, se regocija y hasta se
entusiasma el pueblo siempre
que se lo mandan.
Desde que Dios amanecie-
ra, los bronces de todos los
c a m p a n a r i o s y baluartes
anunciaban ya á los cuatro
vientos, con breves interrup-
ciones, una fausta nueva, ó,
mejor dicho, puesto que la
nueva era ya vieja ó sabida,
llamaban á presenciar el feli-
císimo suceso á todos los que
tenían obligación de entu-
siasmarse en las alegrías de
sus reyes.
Pero la iglesia que llama-
ba con más ruidoso empeño
era Nuestra Señora de Pa-
rís, no ya sólo porque tenía
A B A N I C O S D E L MUSEO D E S O U T H K E U S I N G T O N Y D E L A COLECCIÓN más lenguas, sino también
porque era y debía ser, como
D E M. T H I B A U D E A U
sede arzobispal, el lugar pre-
ferente y preferido para tan
solemne ceremonia.
Con esto, el arzobispo de
bien que sin conseguirlo, que sus compañeros, París, revestido ¿e pontifical y rodeado del ca-
mes de noviembre de 1888... Ese noviembre del no de comisión, sino de Consejo, al aprobar el bildo en pleno y del clero de todas las parro-
cual dice el vulgo en mi tierra: dictamen referente al arriendo del Teatro Real, quias, esperaba en la puerta principal, de par
hiciesen algo en obsequio del Teatro Español. en par abierta, pisando alfombras de seda y oro
l)¡(!ho5ío mes, Pero al Sr. Núñez de Arce, cuyas buenas inten- que se extendían por todo el pavimento de la
qíK'. empieza con l'odos Santos ciones son muy plausibles, le ha ocurrido en anchurosa basílica, fulgurante y deslumbrado-
y acaba por San Andrés;
esta ocasión lo que á los médicos que asistieron ra toda ella con sus innúmeras luces, sus lám-
pero que, para los efectos de la comisión, más á una enferma, cuyo epitafio decía así: paras de plata, sus arañas de cristal, sus cornu-
que con todos los santos parece que principió copias de bruñido acero, y sus franjas y fluecos
«Murió sin deber morir. y borlones de hilillo de oro.
con los difuntos, que, en realidad, juntas andan Los médicos la salvaron;
en el almanaque y en las liturgias la una y la es decir, lo procuraron Las tropas de la guarnición se extendían
sin poderlo conseguir.»
otra fiesta. Digo, pues, que allá para noviem- desde el Louvre hasta Nuestra Señora en dos
bre de 1888 se constituyó la comisión, y aun me El autor aplaudido de El haz de leña también abiertas filas, y entre estas filas, casi de hierro,
parece que nombró una ponencia, ó sea una co- ha salvado en este caso al Teatro Español; esto avanzaba, ya mansa, ya agitada, como en un río
misión de comisión. Estamos á últimos de marzo es, lo ha procurado sin poderlo conseguir. de oro y pedrería, toda la orguUosa ostentación
de 1889, y no se sabe, ni se presume siquiera, Los señores consejeros de Estado, reunidos de la corte.
que los señores comisionados hayan vuelto á en pleno, aprobaron por catorce votos contra tres Enriqueta de Francia, hermana de Luis X I I I ,
reunirse ni que la ponencia piense en decir que no se hiciese nada en beneficio del Teatro era la heroína de la fiesta, era la novia, é iba á
«esta boca es mía.» Español; porque ellos dirían:—Hombre, lo pri- desposarse con Carlos I, rey de Inglaterra, re-
En Carnaval, no hay necesidad de probarlo, mero que se necesita para hacer un favor á uno, presentado con extraordinarios poderes, en tan
ninguna persona que se estime trata de asuntos es que ese uno exista: para que favorezcamos al solemne acto, por el nobilísimo duque de Che-
serios: en Cuaresma, esto es más claro que la Teatro Español es necesario probar primera- vreuse.
Inz meridiana (como suele decir un amigo mío mente que lo hay: mientras eso no se demues- La novísima reina de Inglaterra, con sencillo
sin entenderlo), nadie que se precie de buen tre, nada tenemos que hacer en esto.—En vista traje nupcial primero, y después con manto y
cristiano y de tener devoción, etc., etc., puede de lo cual acordaron (así lo dicen los periódi- corona, iba entre otras dos reinas: Ana de Aus-
pensar en cosas tan mundanas y tan pecamino- cos) «que el arriendo del Teatro Real se haga tria, esposa, y María de Médicis, madre del rey
sas como el teatro. Pasará, pues, el mes de por concurso; que la temporada sea de seis me- de Francia.
marzo, como pasaron los meses anteriores, y en- ses; que las representaciones de abono, durante Estas dos y Luis X I I I , con toda la alta ser-
traremos en abril. esos seis meses, hayan de ser noventa; y que vidumbre de la real casa, formaban la corte de
En abril, sí, señor, en abril, cuyos dos prime- fuera de abono pueda dar la empresa, dentro de la nueva reina.
ros tercios ocupan el término de la Cuaresma y esos seis meses, las funciones que quiera.» El duque de Chevreuse, en nombre de Car-
la Semana Santa, época muy poco á propósito —Y ¿qué más? los I de Inglaterra, recibió la mano de Enri-
para que celebren reunión comisiones de teatro. —Nada más: ¿le parece á V. poco? queta, y el cardenal La-Rochefoucauld les echó
Pero en pos de la Semana Mayor viene Pascua —Lo que me parece, como ya en otra ocasión la bendición, terminando el acto con un esplén-
de Resurrección, época de jolgorio y de rego- he manifestado, es que para estas niñerías no dido festín en el palacio arzobispal, donde la
cijo en que se abren las plazas de toros y las ha debido reunirse el Consejo de Estado, en mesa de los reyes y embajadores fué servida
velaciones. Y ¿quién piensa en trabajar en pleno ni de ninguna manera. por damas y caballeros de la primera nobleza.
ese día? Al fin, si ya que estaban reunidos los señores En cambio, sirvieron luego á las damas y ca-
De mayo no hablemos: comienza con una consejeros, hubiesen aprovechado la oportuni- balleros de la primera nobleza otros nobles de
fiesta nacional, media con la romería del santo dad para hacer un pinito en favor de la litera- menor cuantía.
LA ILUSTRACIÓN IBÉRICA Í2(«
II eso no había príncipe que no deseara su amis- —No es tiempo aiin, señor; pero en esta se-
tad, ni piincesa que no lo mirai'a con buenos mana llegarán, Deo /avente.
IJOS días que siguieron desde la bendición ojos. —Y Buckingham ¿qué dice?
nupcial hasta la partida de Enriqueta de Fran- A propósito de estas fiestas reales, dice un El cardenal frunció las cejas, los labios, todo
cia á su nuevo reino, fueron todos de regocijo historiador textualmente: el semblante, como la primera vez que lo vio,
público, aunque al público no llegaba más que « Pero todas estas habilidades ocuparon menos y se encogió de hombros, sin saber qué con-
el ruido, el campaneo. á las damas de la corte que la presencia del mag- testar.
Sin embargo, se divertía. nifico Buckingham. Todas ellas estaban erican —Nos interesa que esté contento,"—repuso el
Pero sólo la corte gozaba. tadas de su buen talante, de su galantería caba- rey, que, no teniendo nada de lince, nada vio en
Después del festín en el palacio arzobispal, y Ueresoa, y las más encopetadas intentaron hacer el semblante del cardenal.
otro no menos opíparo, espléndido y regalado la conquista de tan brillante gentilhombre.» —¡ Oh! Bien puede estarlo,—contestó ahora
en el Louvre, hubo el siguiente día una gran Sino que Jorge Williers, aunque tan afable el ministro rehaciéndose;—á menos que no le
partida de caza, sobre cuya oportunidad no es- y obsequioso, no se dejaba conquistar por nin- desagrade estar ya tan obsequiado. Pero no: me
tuvieron de a'^uerdo damas y caballeros. guna de las damas. Sabia que Ana de Austria consta que está satisfecho. Quien no lo está ya
Ni ¿cómo habían de estarlo? El himeneo es no tenía relaciones de intimidad con su real e.s- tanto es...
la sanción de la paz, y la caza un eusayo de la poso Luis XIIT, que era casto, dicho sea sin El cardenal apuntó la idea y esperó á que el
guerra. agravio, y, sabido este precioso secreto, había rey tirara de ella.
Pero el bueno de Luis X I I I era un gran ca- puesto mucho más altas sus miras. —¿Quién?—preguntó éste tirando ya.
zador, y prefería el bosque al jardín, la llanura Pero el cardenal ministro, que lo sabía tam- —Vuestro primer ministro, señor.
i-ural al discreteo del sarao, viniendo á ser la bién y por conducto más auténtico, tampoco las —¿Qué estáis diciendo?
caza su único placer, su amor,
su pasión única.
Así no es maravilla que CAMAS Y DORMITORIOS
cuando no sabía hablar con
las damas, ni aun con su pro-
pia mujer, «hablara perfec-
tamente con sus perros, á los
cuales, con ser tantos, llama-
ba por sus distintos nom-
bres,» s e g ú n certifica L a
Va f sor.
Y pues el rey quiso dar
una batida en vez de un bai-
le, á cazar fueron con él rei-
nas y damas y caballeros.
No dejó de bailarse, sin
embargo; pero éste fué el úl-
timo artículo del programa.
Antes hubo un torneo en
que cuadrillas de caballeros
blancos, amarillos, verdes y
rojos, á pie y á estoque unos,
á caballo y lanza otros, se
disputaron gallardamente el
premio. El premio era una
espada con tahalí de búfalo y
oro, que ceñía al vencedor la
reina de Inglateri-a, reina
también del torneo.
Hubo además algo de lo
que hoy llamamos circo ecues-
tre, en que hicieron primoro-
sos ejercicios unos caballos
españoles adiestrados por el
snaestroLanzoni, al cual hubo
de señalar una pensión de
cien pistolas, en nombre del CAMA Y DORMITORIO M E D I E V A L E S , S E G Ú N V I O L L E T - L E - D U G
rey, sil primer ministro el
cardenal Richelieu.
«El cardenal,—leemos en una crónica del había puesto más bajas, estando asi en un punto I —Me siento casi humillado, señor, ante la
tiempo,—quedó encantado de cómo aquel ex- de contacto; contacto negativo^ pues en medio I magnificencia del ministro inglés.
tranjero supiera gobernar á brutos irracionales de la mayor cortesía por una y otra parte, si I —Es, en verdad, muy fastuoso.
tan bien como él gobernaba á seres racionales y Williers era antipático al cardenal, el cardenal —Algo más, señor: es imprudente ó ligero,
aun razonantes.í> no era nada simpático á Williers. i pues al engreírse conmigo, parece que trae la
Y hubo otros festines y otros torneos, en que Ya al ver Richelieu por la primera vez á tan i pretensión de deslumhrar algo más alto, como
se corrieron cañas y bohordos y sortijas. gallardo caballero, hubo de fruncir las cejas, los ; quiera que, si yo soy un humilde sacerdote, el
Y últimamente un baile en el palacio de los labios, todo el semblante, como quien se creyera i sacerdote es primer ministro del rey de Francia.
reyes, y otro en el de los duques de Chevreuse, vencido en punto á gallardía; pero quedábale —Mucho que sí. Pero ¡qué! ¿no podéis sos-
•ine no ofrecieron cosa notable, á no ser la gen- otro campo de batalla en que esperaba arran- tener la competencia?
tileza de Jorge Williers de Buckingham y la carle el laurel de la victoria, y era el poder, la —Como sacerdote, no, por humildad evangé-
íüelancólica distracción de la hermosa Ana de grandeza, el esplendor: sino que á los pocos días lica; pero como ministro, sí, por honra de mi
Austria. iba también de vencida en este otro campo, ele- amo y señor.
Pero callen todos los bailes ante el que en gido por él, digámoslo así. —Pues bien: pensad algo extraordinario que
honor de Ja reina de Inglaterra dio el cardenal Con todo eso, esperaba ganar de una vez todo lo deslumbre á él.
Richelieu, primer ministro de Luis X I I I . lo que en detalle iba perdiendo. —Ya lo tengo pensado. •
—¿Cómo va la cosa pública?—preguntó una —A mi gusto. Y ¿qué es?
III mañana el rey á su primer ministro. —Una gran fiesta en mi propia casa.
—Muy bien, señor, muy bien,—contestó el —Lo aplaudo.
. Si Carlos I se propuso dar una idea venta- cardenal;—pues cuando no alcanzaran mis fuer- : —Como por ejemplo... un baile.
Josa de la corte de Inglaterra enviando á la de zas á llevar la pesada carga del gobierno, no me I —i Un baile!—exclamó Luis X l I I mirando al
rí^ncia, para el acto de su matrimonio, á Jorge faltaría la ayuda de Dios. i cardenal con pueril asombro.
Willierg, duque de Buckingham, primer mi- —¿Está contento mi pueblo? I —En honor de vuestra augusta hermana,
nistro suyo, como embajador extraordinario, la —Sin duda. Ni tuviera motivo para estar des- ! reina de Inglaterra,—añadió Richelieu.
elección no pudo ser más acertada. contento, y menos en estos días que borda con ! —Pero ¿os es lícito á los cardenales dar un
Jorge Williers era un hombre muy gentil de seda y oro la fortuna de sus reyes. I baile?
su persona, y, sobre esto, ilustrado, rico, fas- —Bien dicho. —No hay ningún canon que prohiba al pri-
tuoso, espléndido, galante. No era más que —Es la verdad. ' mer ministro del rey de Francia honrar á su
duque, pero parecía un príncipe reinante. Por —¿No hay pliegos de Londres? augusta hermana, reina de Inglaterra.
JUDITH (cuadro de P. Aldi)l
EXPOSICIÓN UNIVERSAL DE PARÍS DE 1889
1: Fachada principal del Palacio de Bellas Artes.—2: Pabellón de la República de Solivia.—3: Cúpula del pabellón de Venezuela.
4: Construcción de una torre en la Sección Maritima.—5: í d e m de los pabellones de la República de San Salvador, y del Globo Terrestre
(Dibujo de A. Kuiz)
20(5 LA ILUSTRACIÓN IBÉRICA
—¡Sois uD gran ministro, Richelieu! Aprue- —¡Hija del alma!—con horrible grito Estudios de literatura clásica.—Este volumen
bo la idea, ya que no está prohibida por la Igle- exclamó el pobre viejo; pero tarde: forma el tomo 16.° de dicha colección, y en él se
sia. Sacad de mi real erario la partida que nece- los vientos la arrastraron; su delito contienen traducciones diferentes del griego,
sitéis para deslumhrar á ese fastuoso inglés. fué el haber sido, ante el dolor, cobarde. hechas por primera vez en nuestra lengua, por
El cardenal rehusó sacar la partida, no se Corrió su padre, trémulo, convulso; el catedrático de la Universidad de Granada,
sabe si por gastar de lo suyo ó porque la había los ojos, del terror, se le nublaron; D. Antonio G. Garbín. Entre otros asuntos que
sacado ya del erario. á la roca se asió, muerto, sin pulso; encierra tan interesante tomo, citaremos la her-
CKCILIO NAVARRO y vio que el cuerpo, por su mismo impulso, mosa tragedia de Sófocles, Antígona, y la Apolo-
en las olas chocó y se lo tragaron. gía de Sócrates por Jenofonte.
-•y-
Al exhalar su postrimer suspiro, Véndese al precio de 6 reales.
último adiós que daba á aquel desierto,
EL ÁNGEL DE LAS MONTANAS oyó una maldición y luego un tiro, Economía política, para principiantes, traduci-
y vio un hombre á sus pies rodando muerto. da directamente del inglés para dicha Bibliote-
ca, con un prólogo del Sr. D. Gumersindo de
(CONOI.ÜSIÓN)
EPÍLOGO
Azcárate,
VIH De su mérito responde el hecho de haber sido
El viejo, sin amparo y ya perdido declarado de texto en algunas Escuelas de Co-
LA ÚLTIMA DESESPERACIÓN mercio. Forma dos tomos, cada uno de los cua-
el consuelo del ángel de su vida,
¡Horrible escena de terror y luto, sin amor, sin ventura, sin sentido, les se vende al precio de 1 peseta y 50 cénti
sangriento cuadro de color sin nombre, cayó al dolor de su profunda herida, mos.
R.
CANTARES
RICARDO J . IRANZO
CAMA D E R O B L E , E S T I L O I S A B E L D E I N G L A T E R R A (Museo de S o u t h K e u s i n g t o n )
que ostenta un hombre convertido en bruto el alma rota, el corazón pai-tido. N U E S T R O S GRABADOS
y pinta un bruto convertido en hombre! Vacilante, insensible como idiota,
El lucha, pero el perro le sujeta; en su palo apoyándose se aleja
y si de él se desprende, por acaso, como esqueleto que del bosque brota, 8. M. I.A RUINA V I C T O R I A
buscando la mujer ó la escopeta, como cadáver que el sepulcro deja. El hecho de visitar una reina de Inglaterra á una reina
el perro siempre se interpone al paso. Sobre la losa de su esposa, fría, de España es, sin duda, cosa peregrina, pero que no debe
Desesperado, sin acción, rugiente, cayó transido, desmayado, yerto; extrañarnos mucho en el siglo del vapor y de la electri-
como tigre feroz se revolvía la regó con su llanto de agonía, cidad. Lo que verdaderamente hace reflexionar es que la
del perro audaz ante el agudo diente: besó su mármol, y al siguiente día entrevista se haya verificado en San Sebastián, incendiada
sobre la tumba lo encontraron muerto. en 1813, so pretexto de ir contra Napoleón, por nuestros
éste, inmóvil, suspenso de repente,
caros amigos los ingleses.
la cabeza volvió donde sentía
removerse las ramas, y de un salto, ANTONIO A L C A L D E Y V A L L A D A R E S
D . » P A T R O C I N I O DE BIEDMA
llegando hasta el principio de la cuesta, • np
aquel cuadro de horror, estremecido, Los aficionados á enterarse del almanaque de Gotha en-
y gritó con voz ronca:—¡Deshonrada! Se ha puesto á la venta en las principales li- contrarán en estos retratos el complemento de sus intere-
¡y tú, su hermano, el seductor has sido! brerías, al precio de 3 pesetas, un nuevo li- santes lecturas. Como se ve, no faltan príncipes en Suecia
—¡Nunca, nunca, jamás!—Al fin bastarda bro del popular escritor italiano Edmundo de ni en Alemania, por más que sí faltan en otras cortes, ver-
tu inicua indignidad, como tu esencia. Amicis, traducido por nuestro compañero en la bigracia en Holanda, Baviera, etc.
—El ángel la salvó, su ángel de guarda, prensa D. H. Giner de los Ríos, y editado por
EL ARTE ITALIANO
que pudo más que yo y quo mi conciencia.— la casa Jubera.
Se alzó la niña, y en su paso incierto Atdi, Cecchi
Titúlase este volumen Impresiones de Améri-
tendió á su padre la nerviosa mano, ca, Acuarelas y dibujos, y es una serie de lindos Con el primero nos encontramos en plena pintura bíbli-
giró en vertiginoso desconcierto, cuadros tan brillantes de estilo y pensamiento, ca: cuestión de lucirse haciendo alarde de conocimientos en
dobló la frente y la besó el anciano. como todo lo que sale de la j)luma del ilustre indumentaria y arquitectura; paisaje oriental secundum au-
--¡Bárbaro! ¡Infame!—delirante, loca, tem. En cuanto á si Judith hizo bien ó no hizo bien, hay
escritor italiano.
mucho quo opinar.
gritó desesperada la doncella: Anunciase para en breve la publicación de Indudablemente la impresión resulta u?ucho más franca
cerró sus ojos, se torció su boca, otras dos obras de Amicis. y fácil en Remembranza de A. Cecchi. Una niña que se acuer-
V, arrojándose al mar desde la roca, Se han publicado asimismo las siguientes da del novio mirando unas florecillas; poro ¡valiente chica.
aullando el perro se tiró tras ella. obras que forman parte de la Biblioteca Andaluza: y dichoso novio 1
LA ILUSTRACIÓN IBÉRICA
XII
Redactando estaba en su gabinete de estudio
el ministro de Ultramar la minuta del preámbu-
lo de una real orden, cuando le interrumpió en
esta tranquila ocupación la súbita llegada de
su esposa, que con traje de calle llegó hasta él
con velocidad, dejándose caer en el acto en una
de las butacas del cuarto, frente á frente del si-
llón que él ocupaba.
Alberto levantó la cabeza, sin dejar de escri-
bir, para mirar á su cónyuge, extrañando su
súbita aparición, y le preguntó:
(Se continuará)
T
ÁiiMLMSTlMCHrt: Cortes,:j(ir.-371 Ramón Molina», cditor.-ileservados los derechos de propiedad artística y literarin.-Las reclamaciones en Madrid, al representante de esta casa 1). Manuel Pía y Yalor, Ápodaca. 1