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• La prohibición del aborto llevada a cabo por Ceausescu fue ideada para lograr uno de
sus objetivos principales: fortalecer rápidamente Rumanía incrementando su
población .. Hasta 1966, el país había contado con una de las políticas en torno al
aborto más liberales del mundo. El aborto suponía de hecho la principal forma de
control de la natalidad. De pronto, prácticamente de la no che a la mañana, quedaba
prohibido. Las únicas excepciones eran las madres que ya tenían cuatro hijos y las
mujeres con una posición destacada dentro del Partido Comunista. Al mismo tiempo,
se prohibió toda educación sexual y anticonceptiva. Los agentes del Gobierno,
sarcásticamente conocidos como la Policía Menstrual, reunían regularmente a las
mujeres en sus lugares de trabajo para repartir pruebas de embarazo. Si una mujer no
se quedaba embarazada durante un período de tiempo prolongado, se la obligaba a
pagar un alto «impuesto de celibato».
• Los incentivos de Ceausescu produjeron el efecto deseado. Un año después de la
prohibición del aborto, la tasa de natalidad rumana se había duplicado. Esos niños
nacían en un país en el que, a menos que se perteneciese al clan Ceausescu o a la elite
comunista, la vida era miserable. Pero las vidas de esos niños resultarían
particularmente miserables. Comparada con los niños rumanos nacidos sólo un año
antes, la generación de niños nacidos tras la prohibición del aborto obtendría peores
resultados en casi todas las formas calculables: sus calificaciones escolares serían
inferiores, tendrían menos éxito en el mercado laboral y también más probabilidades
de convertirse en criminales.
• La prohibición del aborto siguió en vigor hasta que finalmente Ceausescu perdió el
poder. El 16 de diciembre de 1989, miles de personas se echaron a las calles de
Timisoara para protestar contra su corrosivo régimen. Muchos de los manifestantes
eran adolescentes y universitarios. La policía mató a docenas de ellos. Uno de los
líderes de la oposición, un profesor de cuarenta y un años, declaró más tarde que fue
su hija de trece años quien insistió en que debía participar en la protesta, a pesar de
sus temores. Unos días después de la matanza de Timisoara, Ceausescu pronunciaba
un discurso ante cien mil personas. De nuevo asistió un gran número de jóvenes. Los
gritos de «¡Timisoara!» y «¡Abajo los asesinos!» acalla ron las palabras del dictador. Él
y Elena trataron de escapar con mil millones de dólares, pero fueron capturados,
sometidos a un juicio tan sumario como rudimentario y, el día de Navidad, ejecutados
por un pelotón de fusilamiento.
• La historia del aborto en Rumanía quizá parezca una forma extraña de comenzar a
relatar la historia del crimen en Estados Unidos en la década de los noventa. Pero no lo
es. De un modo importante, la historia del aborto en Rumanía constituye una imagen
inversa de la historia del crimen en Estados Unidos. El punto en el que coinciden
ambas historias se halla en ese día de Navidad de 1989, en el que Nicolai Ceausescu
aprendió de la manera más dura -de un disparo en la cabeza- que su prohibición del
aborto tenía consecuencias mucho más profundas de lo que creía.
• Ese día, el crimen se hallaba aproximadamente en su punto más alto en Estados
Unidos. En los quince años anteriores, el crimen violento había aumentado en un 80%.
El crimen monopolizaba las noticias de la noche y las conversaciones en todo el país.
Cuando el índice de criminalidad comenzó a descender a principios de los noventa, lo
hizo tan rápido y de un modo tan repentino que sorprendió a todo el mundo.
• Los expertos se apresuraron entonces a explicar sus erróneas predicciones. El
criminólogo James Alan Fox aclaró que su advertencia de un «baño de sangre» había
sido en realidad una exageración intencionada. «Nunca dije que las calles se
convertirían en ríos de sangre -afirmó-, pero utilicé expresiones fuertes como "baño
de sangre" para atraer la atención de la gente.
• Cuando se estableció la calma, cuando la gente recordó cómo seguir con sus vidas sin
el apremiante miedo al crimen, surgió una pregunta lógica: ¿adónde fueron todos
esos criminales?
• Pero este heterogéneo ejército de expertos producía ahora una serie de hipótesis para
explicar la caída del crimen. Se escribirían numerosísimos artículos periodísticos
acerca del tema. A continuación, clasificadas según frecuencia de mención, aparecen
las explicaciones al descenso de la criminalidad citadas en artículos publicados entre
1991 y 2001 en los diez periódicos de mayor difusión, extraídos de la base de datos de
LexisNexis: Explicación de la caída de la criminalidad Número de veces citada
4. Envejecimiento de la población 32
6. Fortaleza de la economía 28
Estudiemos primero la segunda. En la década de los noventa el número de efectivos policiales per
cápita en Estados Unidos se incrementó cerca de un 14%. No obstante, ¿redujo la criminalidad el
mero aumento del número de policías? La respuesta (sí) parecería obvia, pero demostrarlo no resulta
fácil. El motivo es que cuando el crimen aumenta, la gente clama por protección, e invariablemente se
destina más dinero a la policía. Así que, si observamos las crudas correlaciones entre la policía y el
crimen, descubriremos que cuando más policía hay, tiende a haber más crimen. Por supuesto, eso no
significa que la policía cause el crimen, del mismo modo que no significa que, como algunos
criminólogos han defendido, el crimen descenderá si se pone a los criminales en libertad.
La historia acabó de la forma más espectacular en la ciudad de Nueva York, donde el recientemente
elegido alcalde Rudolph Giuliani y su cuidadosamente escogido jefe de la policía, William Bratton,
prometieron solucionar la situación desesperada que vivía la ciudad en relación con la delincuencia.
Bratton adoptó un nuevo enfoque de los métodos policiales. Condujo al Departamento de Policía de
Nueva York a lo que un agente que llevaba mucho tiempo en el cuerpo llamó «nuestra época
ateniense», en la que se daba más peso a las nuevas ideas que a las prácticas inmutables. En lugar de
mimar a los comandantes de su distrito, Bratton exigía responsabilidades. En lugar de confiar
exclusivamente en los conocimientos y experiencia anticuados de los agentes, introdujo soluciones
tecno lógicas como CompStat, un método informatizado de tratar los puntos conflictivos del crimen.
La idea más convincente que Bratton aplicó se basaba en la «teoría de la ventana rota»,
concebida por los criminólogos James Q. Wilson y George Kelling. La teoría de la ventana
rota argumenta que, a menos que se las controle, las alteraciones menores se convierten
en alteraciones mayores: es decir, si alguien rompe una ventana y ve que no se arregla de
inmediato, recibe el mensaje de que no está mal romper el resto de las ventanas y quizá
también prender fuego al edificio.
Así que, con el asesinato haciendo estragos, los policías de Bill Bratton comenzaron a
controlar el tipo de actos que normalmente no se controlaban: colarse en el metro,
mendigar de forma demasiado agresiva, orinar en las calles, pasar una escobilla pringosa
por la luna de un coche si el conductor no aportaba un «donativo» apropiado ...
A la mayoría de los neoyorquinos les encantó esta ofensiva en general. Pero les gustó
particularmente la idea, proclamada con firmeza por Bratton y Giuliani, de que acabar con
estos pequeños delitos era como cortar la provisión de oxígeno del elemento criminal. El
que se cuela hoy en el metro fácilmente podría estar bus cado mañana por el asesinato de
ayer. Ese yonqui que meaba en un callejón tal vez fuera a cometer un robo.
• Existe un hecho simple, y que a menudo se soslaya, que pone en entredicho la
afirmación de que las innovaciones de la policía de Nueva York redujeron el crimen de
manera radical: el crimen des cendió en todas partes durante los noventa, no sólo en
Nueva York. Pocas ciudades probaron el tipo de estrategias utilizadas en Nueva York, y
sin duda ninguna con el mismo entusiasmo. Pero incluso en Los Ángeles, ciudad
conocida por su pésimo sistema policial, la criminalidad descendió prácticamente al
mismo ritmo que en Nueva York, teniendo en cuenta el crecimiento de las fuer zas
• Sería una necedad discutir que un sistema policial inteligente no es algo bueno. Bill
Bratton sin duda merece reconocimiento por proporcionar un nuevo ímpetu a las
fuerzas policiales de Nueva York. Pero es terriblemente escasa la evidencia de que su
estrategia fuese la panacea como sostienen tanto él como los medios de
comunicación.
Tal vez resulte más reconfortante creer lo que dicen los periódicos, que el descenso de la
criminalidad se debió a un sistema policial brillante, al control inteligente de las armas y a
una economía floreciente. Hemos evolucionado con una tendencia a vincular la
causalidad con las cosas tangibles, no con algún fenómeno distante o complicado.
Una forma de comprobar el efecto del aborto en la criminalidad consiste en evaluar los
datos referentes a ésta en los cinco estados en que el aborto se legalizó antes de que el
Tribunal Supremo extendiese el derecho a abortar al resto del país. En Nueva York,
California, Washington, Alaska y Hawai, la mujer había podido abortar legal mente al
menos dos años antes de «Roe contra Wade». Y, en efecto, esos estados pioneros en la
legalización observaron cómo el crimen descendía antes que los otros cuarenta y cinco
estados y el distrito de Columbia.
Lo que indica la relación entre el aborto y el crimen es lo siguiente: cuando el gobierno
ofrece a una mujer la oportunidad de tomar su propia decisión acerca del aborto, ella
suele preguntarse seria mente si se encuentra en posición de criar a un hijo en
condiciones. Si decide que no puede hacerlo, con frecuencia elige el aborto.
Pero cuando la mujer decide que tendrá el bebé, surge una cuestión acuciante: ¿qué se
supone que han de hacer los padres una vez ha nacido el niño?