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FECHA: 10/07/2015
ORGANIZACIÓN SOCIAL
Las tierras que pertenecían al reino y a la familia real, eran indudablemente de la mejor calidad; grandes
extensiones de terrenos fértiles y de fácil cultivo, los más privilegiados por la naturaleza, y tenía que ser así, puesto
que la fastuosidad de la monarquía azteca exigía grandes tributos e incontables elementos para sostenerse y para
derrochar el lujo de que nos habla la historia. Tierras pintadas de púrpura.
Las tierras que pertenecían a la nobleza A l lado de las tierras de la
monarquía estaban las tierras de la nobleza, las de los favoritos del Rey, que
eran de la mejor calidad, puesto que pertenecían a la gente más influyente, y
la misma exigencia de lujo y de derroche que hacía la monarquía tenía que
hacer la nobleza para hacerse acreedora a aquella influencia de que se
disfrutaba. Tierras pintadas de encarnado. Nobles (pipiltin), entre los
cuales estaban los caballeros águila y los caballeros ocelote.
Las tierras que pertenecían a guerreros.
Las tierras de los guerreros eran también de magnífica calidad. Tierras
pintadas de encarnado.
Las tierras pertenecientes a los sacerdotes y templos La clase sacerdotal
llegó a ser una verdadera casta que pesó en los destinos del pueblo azteca, no
sólo en el aspecto espiritual, sino muy fundamentalmente en el económico.
Tierras pintadas de encarnado. Sacerdotes, los cuales podían proceder tanto
de una familia humilde como de una noble.
Las tierras que pertenecían a la comunidad, a los plebeyos Las tierras de
esta cuarta categoría estaban alejadas del centro de la región y eran tierras de
ínfima categoría. Los vecinos las cultivaban en comunidad y pagaban
numerosos y pesados tributos a las otras clases sociales. Estas tierras
constituyeron lo que se llamó el calpulli. Plebeyos o campesinos libres
(macehualtin).
• En un nivel inferior del estado la antigua organización de calpullis
era la base de toda la sociedad mexica. Esta institución tuvo una
delimitación territorial específica. Sus miembros, los macehuales,
compartían lazos de sangre; trabajaban comunalmente en el
campo, en obras públicas y además servían al Estado recaudando
tributo y participando en la guerra y el culto religioso. Cada calpulli
tenía sus propios jefes o calpixque y éstos tomaban sus decisiones
con la ayuda de un consejo de ancianos. Las reuniones del consejo
se efectuaban en una casa comunal. Los cargos y las cargas dentro
del calpulli se rotaban entre sus miembros. También organizaban la
vida sociocultural dentro de los barrios, organizaban festividades y
rendían culto a sus dioses.
La división más general y la más grande que encontramos es el calpulli.
Si el vecino pasaba a vivir a otro calpulli del mismo pueblo, perdía su lote y con
mayor razón, si se trasladaba a otra vecindad; si dejaba de labrar dos años
seguidos y reconvenido hacía lo mismo al siguiente año, perdía igualmente la
propiedad.
Cerca de los calpulli y con obligación a los vecinos de labrarlas, había tierras
destinadas al cultivo, cuyos productos estaban exclusivamente dedicados al
mantenimiento del ejército en tiempo de guerra. Llamadas Milchimalli, tierras de
guerra.
BIBLIOGRAFÍA
• Caso, Alfonso (1956). Los barrios antiguos de
Tenochtitlán y Tlatelolco". Memorias de la
Academia Mexicana de la Historia. Ciudad de
México. Tomo XV, no. 1. p. 7-63.
• Soustelle, Jacques (1982). El Universo de los
Aztecas. México: Fondo de Cultura Económica.
• http://portalacademico.cch.unam.mx/alumno
/historiademexico1/unidad2/culturamexica/es
tado.