crecer en el mercado nacional e internacional y atender el bienestar del pueblo mejorando sus condiciones de vida, constituyéndose en el cimiento para edificar la transformación económica, brindando capitales extranjeros y nueva tecnología. Representaba una solución tangible a la carencia de infraestructura, reconociendo que para el establecimiento de una industria competitiva y altamente eficiente es primordial la inversión. OBJETIVO GENERAL: Si bien la capitalización ha formado parte de casi todas las discusiones en materia económica en el país, los temas de análisis, ataque y defensa de este proceso, han estado entremezclados y confundidos entre sí; se contrastan temas de pensamiento económico respecto a la función del Estado con resultados específicos de la reforma, se mezclan materias de impacto social/económico con detalles administrativos del proceso de capitalización. El presente proyecto tiene como objetivos los siguientes puntos:
Conocer La Distribución De La Capitalización En El Mercado Mundial.
Analizar De La Capitalización En Bolivia. Conocer los impactos de la capitalización en Bolivia. Analizar Los Principales Aspectos Del Proceso De Capitalización Y Nacionalización De Los Hidrocarburos En Bolivia. Dar a conocer los pros y contras de capitalizar y nacionalizar. CAPITALIZACION: la capitalización tiene como objeto generar una mayor inversión y transferencia de tecnología del exterior, incrementando el potencial exportador del país y permitiendo la sustitución de la propiedad estatal por la participación privada, con la característica singular de la distribución de las acciones estatales (50%). Después de la severa crisis de la primera mitad de los 80's, Bolivia ha logrado un crecimiento económico modesto. Desde 1986 la economía muestra un crecimiento real que fluctúa alrededor del 3%. Una de las principales razones de este lento crecimiento, son los bajos niveles de ahorro e inversión. A pesar del gran esfuerzo que implicó la adopción de la Nueva Política Económica, durante más de una década, la formación bruta de capital en Bolivia había estado prácticamente paralizada. Con la Nueva Política Económica se buscó mejor control sobre las empresas estatales imponiendo criterios de eficiencia y limitando el acceso al crédito fiscal para que éstas no sean una carga para el Estado, a su vez se buscó promover contratos de riesgo compartido con el sector privado que junto con el financiamiento internacional impulsarían la inversión en el país la cual había sido postergada durante el periodo de hiperinflación. La capitalización se planteó como meta para generar mayores inversiones y la transferencia de tecnología del exterior, de esta reforma la inversión captada se convertiría en el indicador de su éxito y dinamismo. Las empresas capitalizadas comprenden principales empresas de servicios públicos: Empresa Nacional de Telecomunicaciones (ENTEL), Empresa Nacional de Ferrocarriles (ENFE), Lloyd Aéreo Boliviano (LAB), Empresa Nacional de Electricidad (ENDE), y actividades de transporte, exploración y producción de hidrocarburos de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB). El proceso de capitalización conllevó una profunda reforma legal para establecer el marco normativo necesario para garantizar seguridad jurídica a la inversión privada y salvaguardar los derechos y obligaciones de los distintos participantes de nuestro sistema económico (usuarios o consumidores, operadores privados y Estado). Una parte fundamental de las reformas institucionales del país es el establecido por la ley SIRESE (Ley 1600), que establece el marco regulatorio para cada uno de los sectores capitalizados, introduciendo un árbitro en nuestra economía, bajo la noción de que el Estado boliviano, debe jugar únicamente un rol regulador y abandonar cualquier función previa de productor. La capacidad de gestión de empresas antes deficitarias ha mejorado notablemente, como ser el caso de ENFE, que antes del proceso absorbía del Estado boliviano importantes subsidios y que actualmente, provee al Estado ingresos netos de alrededor de $US. 66 millones/año. Mejoraron las finanzas públicas con la capitalización; las cargas presupuestarias del Gobierno originadas en pérdidas de las empresas públicas y las necesidades de inversión de éstas han desaparecido y, el valor total del monto de transferencias netas e impuestos es mayor con la reforma. Las inversiones efectuadas por las empresas capitalizadas representan hasta Junio del 2001 un total de 2,125 millones de dólares. Un monto mayor en 500 millones de $US al comprometido en el proceso de capitalización. Otro enfoque de análisis de la capitalización se centra en el proceso de capitalización como tal: los procesos de licitación, las prioridades sectoriales preexistentes, los costos administrativos del proceso, la reglamentación, las obligaciones contractuales, y la ingeniería para la constitución de empresas capitalizadas Bolivia atravesó por dos procesos significativos que respondieron a ideologías políticas contrapuestas: el proceso de capitalización (1996-2005) y el periodo de nacionalización (desde 2006 hasta la actualidad). En cada caso, las acciones emprendidas repercutieron en el desarrollo de uno de los sectores más importantes del país: el sector hidrocarburos. En este periodo, este sector se ha convertido en una de las principales fuentes de ingresos fiscales. Es el principal producto exportado y el que mayores excedentes generan, producto del contexto favorable de precios internacionales, que repercute en los precios de venta del gas natural que exporta el país a Brasil y Argentina. El sector petrolero comenzó a desarrollarse en el ámbito mundial a partir del año 1859, con la aparición paulatina de las empresas: Exxon, Standard Oil Company,Socuz Vacum Company, Texas Oil Company, Gulf Oil Company, Royal Dutch Shell y British Petroleum Company conocidas todas como “las siete hermanas”. Fue en 1921 cuando una de estas empresas, la Standard Oil Company (SOC), llegó a Bolivia, como resultado de una transferencia de contrato que hiciera la Compañía Richmond Levering a su favor. Sin embargo, algunos años después, en 1937, el gobierno del Cnl. David Toro dispuso la caducidad de las concesiones de la SOC y la reversión de todos sus bienes e instalaciones al Estado, transfiriéndolos a la empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), creada un año antes, en 1936. Los motivos para esta primera nacionalización fueron principalmente los constantes incumplimientos por parte de la SOC del régimen económico establecido en ese entonces, y el descubrimiento de exportaciones ilegales de petróleo que esa compañía realizaba hacia Argentina. En marzo de 1972, el Gral. Hugo Banzer Suárez dictó la Ley General de Hidrocarburos, que eliminó el régimen de concesiones y, en su lugar, estableció un sistema de contratos de operación, asignándole a YPFB nuevamente la facultad de exploración y explotación del territorio nacional, además de las otras actividades de la cadena Casi 20 años después, en noviembre de 1990, se promulgó la Ley de Hidrocarburos Nº 1194, bajo el gobierno de Jaime Paz Zamora, con el objeto de ofrecer mejores y mayores garantías a los inversionistas privados, especialmente a los capitales extranjeros que trabajaban en el área petrolera. Dicha ley declara “de necesidad nacional la actividad de las personas jurídicas nacionales o extranjeras que exploren, exploten, refinen e industrialicen hidrocarburos”. Se instauró, además, otra modalidad de contrato petrolero, el Contrato de Asociación, a través del cual YPFB podía realizar las fases de exploración y explotación con otras empresas a su sola opción y voluntad cuando el contratista declaraba comercial cualquier descubrimiento de campo. Si bien durante el proceso de capitalización se generaron grandes incrementos de producción de hidrocarburos, con el propósito de cumplir el contrato de exportación de gas natural a Brasil, a partir de la gestión 2002 empezó a generarse entre los principales sectores sociales cierto malestar por algunas condiciones comerciales, políticas y económicas que estaban siendo o iban a ser aplicadas en el sector hidrocarburos. Uno de los principales reclamos era el bajo nivel de ingresos por renta que recibía el Estado por concepto de regalías y participaciones, ya que la mayoría de los campos productores eran clasificados como nuevos y pagaban una renta de 18%, distribuida entre los departamentos productores, departamentos de Beni y Pando y YPFB. En estos casos, las empresas petroleras se quedaban con el 82% restante. En julio de 2004, el pueblo soberano, a través de referéndum, decidió, entre otros aspectos, la recuperación de la propiedad de los hidrocarburos a favor del Estado, la no exportación de gas natural por medio de un puerto chileno y la percepción de una renta petrolera no menor a 50% del valor de todos los hidrocarburos producidos. Pros del modelo privado: Garantiza la inversión necesaria para operar y extender la actividad extractiva. Introduce criterios de eficiencia en el proceso productivo. Asegura que las decisiones sean “racionales”, es decir, tengan carácter instrumental. Establece un contacto fluido con el mundo y, por tanto, permite adoptar y adaptar nuevas tecnologías. Concede a Bolivia el prestigio de “país con seguridad jurídica” y la convierte en un receptor de inversiones extranjeras no directamente ligadas al núcleo extractivo, aunque si asentadas en el área moderna en la economía Contras del modelo privado:
concentra las ganancias en una elite pequeña y provoca la salida de capitales
del país. Esto genera una envidia generalizada, malestar social y disputas políticas por la renta. Por tanto, es políticamente insostenible. La racionalidad de sus decisiones impide que los excedentes que produce el núcleo extractivo se des tienen al área extensa de sectores poco rentables que lo rodean. Tiende a cooptar al Estado para asegurar políticas más permisivas y menos onerosas para las empresas, a fin de lograr mayores retornos para los accionistas. Debilita la capacidad de actuación automática de las instituciones públicas. Pros del modelo estatal: Corresponde con las creencias de los bolivianos respecto al papel del Estado y al carácter “saqueador” de las elites privadas. Produce menos envidia y, aunque no elimina la disputa intra-social por la renta, le quita buena parte de su justificación ideológica: esto lo vuelve más gobernable o políticamente más sostenible. Permite una mayor redistribución de la riqueza entre la población y un mayor flujo de recursos desde el área dinámica hacia los sectores desligados de la modernidad. Esto incrementa el bienestar social y contribuye igualmente a una mejoría de la gobernabilidad. El aumento de la capacidad de consumo amplia el mercado interno, creando una oportunidad para una política de fomento industrial y de diversificación de la base productiva del país. Potencia al Estado respecto a otros actores internos y externos. Le ofrece los recursos mínimos para actuar. Al mismo tiempo, incrementa la autoestima nacionalista de la población. Contras del modelo estatal:
Actúa de forma antieconómica y así crea las condiciones para su ulterior
bancarrota. Por ejemplo, destina una gran cantidad de recursos al gasto corriente del Estado, lo que impide mantener un nivel adecuado de reinversión en las empresas extractivas. También tiende a administrar estas empresas de forma errática e inmediatista, puesto que interesa alcanzar metas políticas antes de corto plazo. Estos errores vuelven el modelo ineficiente y, a la larga, abren posibilidades a una reprivatización. Tiende a reproducir este funcionamiento basado en una “racionalidad política” en las demás áreas de la economía, mediante la creación de empresas estatales ineficientes, cuya existencia depende en último término de la renta extractiva. Crea una nueva elite burocrática que se beneficia de forma privilegiada del proceso de redistribución. Esta acaparara los beneficios del modelo e impide la distribución de riqueza que la redistribución de riqueza sea más profunda y general.