El concepto de acto encuentra su origen en el vocablo en latín actus y se halla
asociado a la noción de acción, entendida como la posibilidad o el resultado de hacer
algo. Un acto jurídico constituye una acción que se lleva a cabo de manera consciente, es una manifestación de voluntad con propósito de establecer vínculos jurídicos entre varias personas, cuyo fin es provocar consecuencias de derecho y dichos resultados son reconocidos por medio del ordenamiento jurídico. La base del acto jurídico la conforma la declaración de voluntad, la cual debe ser consciente de los efectos que tendrá el primero, de acuerdo a lo que estipulen las leyes. El acto jurídico busca una variación del estado de las cosas y provoca las ya mencionadas consecuencias de tipo jurídico. El negocio jurídico es la declaración o acuerdo de voluntades, mediante el cual el individuo o los individuos se proponen conseguir un resultado jurídico de carácter autorregulador de los propios intereses, que el ordenamiento jurídico reconoce y protege, ya sea por el solo hecho de la voluntad o voluntades declaradas, ya sea, además, con la concurrencia de otros requisitos. El negocio jurídico fue obra de la doctrina alemana del siglo XIX en su labor de construcción de un sistema científico de Derecho, para solucionar los problemas prácticos que se daban en las diversas declaraciones de voluntad; mediante la formulación de la categoría científica "negocio jurídico", se pretendía establecer un conjunto de criterios que permitieran resolver los problemas citados.