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Crónica:
-Relato cronológico de acontecimientos históricos
-Artículo periodístico
Crónicas de Indias:
Textos escritos por los conquistadores españoles con una
perspectiva EUROCÉNTRICA (Occidental, Europea y
Católica) y ETNOCÉNTRICA (Creencia de superioridad)
Cronistas de indias:
Cristóbal Colón, Hernán Cortés, Fray Bartolomé de las
Casas, Alonso de Ercilla (“La Araucana”)
Diario de Viaje, Cristóbal Colón, 13 de Octubre
Ellos vinieron a la nao con almadías, que son hechas del pie de un árbol, como un barco luengo, y
todo de un pedazo, y labrado muy a maravilla, según la tierra, y grandes, en que en algunas venían
cuarenta o cuarenta y cinco hombres, y otras más pequeñas, hasta haber de ellas en que venía un
solo hombre. Remaban con una pala como de hornero, y anda a maravilla; y si se le trastorna, luego
se echan todos a nadar y la enderezan y vacían con calabazas que traen ellos. Traían ovillos de
algodón hilado y papagayo y azagayas y otras cositas que sería tedio de escribir, y todo daba por
cualquier cosa que se los diese. Y yo estaba atento y trabajaba de saber si había oro, y vi que algunos
de ellos traían un pedazuelo colgado en un agujero que tienen a la nariz, y por señas pude entender
que yendo al Sur o volviendo la isla por el Sur, que estaba allí un rey que tenía grandes vasos de ello,
y tenía muy mucho. Trabajé que fuesen allá, y después vi que no entendían en la ida. Determiné de
aguardar hasta mañana en la tarde y después partir para el Sudeste, que según muchos de ellos me
enseñaron decían que había tierra al Sur y al Sudoeste y al Noroeste, y que éstas del Noroeste les
venían a combatir muchas veces, y así ir al Sudoeste a buscar el oro y piedras preciosas. Esta isla es
bien grande y muy llana y de árboles muy verdes y muchas aguas y una laguna en medio muy
grande, sin ninguna montaña, y toda ella verde, que es placer de mirarla; y esta gente harto mansa, y
por la gana de haber de nuestras cosas, y temiendo que no se les ha de dar sin que den algo y no lo
tienen, toman lo que pueden y se echan luego a nadar; que hasta los pedazos de las escudillas y de
las tazas de vidrio rotas rescataban
Voces Mestizas
Guamán Poma de Ayala
Inca Garcilaso
Al levante tiene por término aquella, nunca jamás pisada de hombres ni de animales ni de aves,
inaccesible cordillera de nieves que corre desde Santa Marta hasta el Estrecho de Magallanes, que los
indios llaman Ritisuyu, que es banda de nieves. Al poniente confina con la Mar del Sur, que corre por
toda su costa de largo a largo; empieza el término del Imperio por la costa desde el cabo de Pasau, por
donde pasa la línea equinoccial, hasta el dicho río Mauli, que también entra en la Mar del Sur. Del
levante al poniente es angosto todo aquel reino. Por lo más ancho, que es atravesando desde la
provincia de Muyupampa por Chachapuyas hasta la ciudad de Trujillo, que está a la costa de la mar,
tiene ciento y veinte leguas de ancho y por lo más angosto, que es desde el puerto de Arica a la
provincia llamada Llarisaca, tiene setenta leguas de ancho.
Estos son los cuatro términos de lo que señorearon los Reyes Incas, cuya historia pretendemos
escribir mediante el favor divino."
Sor Juana Inés de la Cruz
Hacia 1664 ingresó a la corte del virrey Toledo, como dama de compañía de La
virreina, Leonor de Carreto.
A finales de 1666 llamó la atención del padre Núñez de Miranda, confesor de los
virreyes, quien, al saber que la jovencita no deseaba casarse, le propuso entrar en
una orden religiosa. Aprendió latín en veinte lecciones impartidas por Martín de
Olivas y probablemente pagadas por Núñez de Miranda. Después de un intento
fallido con las carmelitas, cuya regla era de una rigidez extrema que la llevó a
enfermarse, ingresó en la Orden de San Jerónimo, donde la disciplina era algo
más relajada, y tenía una celda de dos pisos y sirvientas. Allí permaneció el resto
de su vida, pues los estatutos de la orden le permitían estudiar, escribir, celebrar
tertulias y recibir visitas ilustres.
Respuesta a Sor Filotea de la Cruz
Escrita por Sor Juana Inés de la Cruz en marzo de 1691, como contestación a
todas las recriminaciones que le hizo el obispo de Puebla, Manuel Fernández
de Santa Cruz, bajo el seudónimo de Sor Filotea de la Cruz. No fue publicada
hasta 1700, en Fama y obras póstumas del Fénix de México (Madrid: Manuel
Ruiz de Murga)
El obispo advierte que ninguna mujer debió afanarse por aprender de ciertos
temas filosóficos. En su defensa, Sor Juana señala a varias mujeres doctas,
como Hipatia de Alejandría, una filósofa neoplatónica asesinada por cristianos
en el año 415. Escribe sobre su intento fallido y el constante dolor que su
pasión al conocimiento le trajo, pero exponiendo un conformismo, ya que
aclara que es mejor tener un vicio a las letras que a algo peor. También justifica
el vasto conocimiento que tiene de todas las materias de
educación: lógica, retórica, física e historia, como complemento necesario para
entender y aprender de las Sagradas Escrituras.