Javier Ceballos Jiménez - Desde que a mediados de la década de los 70 del siglo pasado Carme Riera publicó sus primeros relatos bajo el título Te deix, amor, la mar com a penyora (Te entrego, amor, la mar, como una ofrenda) y un par de años después Jo pos per testimoni les gavines (Y pongo por testigo a las gaviotas) no ha dejado de mantener con los lectores una relación muy gratificante.
Javier Ceballos Jiménez - Desde que a mediados de la década de los 70 del siglo pasado Carme Riera publicó sus primeros relatos bajo el título Te deix, amor, la mar com a penyora (Te entrego, amor, la mar, como una ofrenda) y un par de años después Jo pos per testimoni les gavines (Y pongo por testigo a las gaviotas) no ha dejado de mantener con los lectores una relación muy gratificante.
Javier Ceballos Jiménez - Desde que a mediados de la década de los 70 del siglo pasado Carme Riera publicó sus primeros relatos bajo el título Te deix, amor, la mar com a penyora (Te entrego, amor, la mar, como una ofrenda) y un par de años después Jo pos per testimoni les gavines (Y pongo por testigo a las gaviotas) no ha dejado de mantener con los lectores una relación muy gratificante.
Desde que a mediados de la década de los 70 del siglo pasado Carme Riera publicó sus primeros relatos bajo el título Te deix, amor, la mar com a penyora (Te entrego, amor, la mar, como una ofrenda) y un par de años después Jo pos per testimoni les gavines (Y pongo por testigo a las gaviotas) no ha dejado de mantener con los lectores una relación muy gratificante. Carme Riera (Palma, 1948) dispone de una vasta colección de reconocimientos y premios y forma parte desde 2012 de la Real Academia Española de la Lengua. Ha tocado múltiples géneros y registros, deparando tanto ambiciosas novelas como medidos ejercicios de ironía con el presente más inmediato, así como novela criminal, memorias de la infancia o de un embarazo, o también, teatro, libros infantiles o prosa.
Javier Ceballos Jiménez
Lo que uno se encuentra al abrir las páginas de estos dos primeros libros de Carme Riera es esencialmente una incontenible corriente de libertad, historias de mujeres que desean obstinadamente amar, que amando disfrutan hasta el delirio y que muestran las heridas y el dolor que el amor les ha dejado. Páginas por las que navegan mujeres que se manejan con sensualidad, inteligencia y determinación. Mujeres sin miedo y sin límites.
Javier Ceballos Jiménez
Los relatos fueron traducidos del catalán al castellano por la propia autora y tienen, por tanto, más la condición de una reescritura que la de una fiel transposición de una lengua a otra. Palabra de mujer recoge veinticinco de las casi cincuenta piezas que integraban los dos libros, algunos de ellos tan transformados que apenas mantienen un lejano parentesco con su primigenia versión en catalán, aunque los que dan título a los libros están por supuesto incluidos. “Y, sin embargo, yo he visto, a cincuenta millas de la costa, allí donde el milagro se encarnó en la perfección de unos cuerpos, brotar rosas. Rosas rojas como coágulos entre olas azules…”, que en su origen, suena así: “Roses vermelles, com un miracle, sobre la mar blavíssima, que ningú no ha tallat encara…”.
Javier Ceballos Jiménez
La aparición de estos relatos supuso en su momento una buena sacudida en el ámbito de la literatura en catalán, que en 1980 prolongó la periodista barcelonesa Montserrat Roig, quien tras cobrar un adelanto editorial para retirarse una temporada al Caló de sant Agustí, en Formentera, redactó L’hora violeta, una demoledora novela con la que hacer trizas el concepto de amor romántico. Leídas ahora, los relatos de la palmesana aguantan mucho mejor el paso del tiempo que la novela de la barcelonesa.