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Bueno, la familia cristiana tiene esta primera gran responsabilidad,

tener una fe tan genuina y permanente que indique una línea de


vida y que marque a nuestros hijos a tal grado que aun siendo
jóvenes, serán la esperanza para la iglesia y para la sociedad, como
sin duda lo fue Timoteo.

trayendo a la memoria la fe no fingida que y que desde la niñez has sabido las Sagradas
hay en ti, la cual habitó primero en tu Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para
abuela Loida, y en tu madre Eunice, y la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.
estoy seguro que en ti también.

2 Timoteo 1:5 2 Timoteo 3:15


Toda empresa está regida por un
organigrama, de igual forma, el hogar
es una empresa instituida por Dios, que
también tiene un orden establecido
desde mucho antes. Este orden lo
encontramos en Efesios 5:21 al 29

Ustedes, que honran a Cristo, deben sujetarse los unos a los otros. Las esposas deben sujetarse a sus
esposos, así como lo hacen con Cristo. Porque el esposo es cabeza de su esposa, así como Cristo es
cabeza de su iglesia, y también su Salvador. Cristo es la cabeza, y la iglesia es el cuerpo. Por eso, la
esposa debe sujetarse a su esposo en todo, así como la iglesia se sujeta a Cristo. Los esposos deben
amar a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y dio su vida por ella. Lo hizo para hacerla sólo
suya, limpiándola por medio de su mensaje y del bautismo. Cristo quiso regalarse a sí mismo una
iglesia gloriosa, apartada del mal y perfecta, como si fuera un vestido que no tiene una sola arruga ni
una sola mancha, ni nada parecido. El esposo debe amar a su esposa, así como ama a su propio
cuerpo. El hombre que ama a su esposa se ama a sí mismo. Porque nadie desprecia su propio cuerpo.
Al contrario, lo alimenta y lo cuida, del mismo modo que Cristo cuida a la iglesia.
Siendo la esposa la que sigue en el organigrama las funciones son
también similares en algunos aspectos pero con otras funciones para
completar el círculo de cobertura en el hogar.
A las casadas, no se les pide en la Biblia que amen a sus maridos,
aunque deben hacerlo, sin embargo lo que se les pide y que es difícil
de hacer es sujetarse. Muchas de las cosas que el Señor espera de la
esposa especialmente, es que se sujete a su esposo. Los hijos van a
respetar a su padre de acuerdo al respeto que la esposa tenga del
esposo.
Los hijos dependen en gran parte de la esposa, porque es ella quien
pasa la mayor parte del tiempo con ellos, ella va a influir temor por
la disciplina que su esposo pueda darles al enterarse de las actitudes
de ellos. Si la esposa critica, menosprecia o desprecia a su esposo,
sus hijos aprenderán a hacer lo mismo, a menospreciar a su papá,
su autoridad y en consecuencia, a despreciar a Dios.
Hijos, obedezcan a sus padres, porque ustedes son de Cristo y
eso es lo que les corresponde hacer.

1 Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres,


porque esto es justo.
2 Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer

mandamiento con promesa;


3 para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la

tierra.
La familia chilena se enfrenta a problemas externos como la desigualdad y pobreza que
conlleva hacinamiento, aumento de horas fuera del hogar en búsqueda del sustento familiar.
También la migración hacia zonas donde se buscan mejores opciones de vida, pero donde
finalmente un porcentaje grande de familias quedan desprotegidas. La inseguridad
ciudadana, así como la inseguridad de un trabajo estable, el consecuente desempleo, solo
para mencionar algunos. Pero uno de los factores que más afectan negativamente a la actual
familia chilena es la promoción de legislaciones que lesionan la institución de la familia.

También hay una serie de problemas internos que la familia chilena debe enfrentar: el
aumento de hogares donde hay un solo padre (ya sea por abandono, separación o divorcio),
violencia intrafamiliar, aumento explosivo de divorcios, así como de uniones libres o
convivencias, y sobre todo (sin duda la raíz de todo lo anterior) la dramática y profunda
pérdida de valores. Se ha demostrado que existe una relación directa entre el deterioro del
núcleo familiar y la delincuencia. Un altísimo porcentaje de jóvenes en centros de detención
provienen de familias disfuncionales.
Los factores externos e internos inciden en forma evidente en la violencia que se está viviendo
actualmente en la sociedad chilena, cuyas muestras más claras son el bullying, la violencia
intrafamiliar, el abuso de niños, el abandono de ancianos, las peleas en los estadios, la
delincuencia, la drogadicción, el alcoholismo, la conducción prepotente, la corrupción, etc. Es
obvio que la protección de la familia no está presente de una manera real en la agenda de
seguridad ciudadana.

Frente a esta situación dramática y generalizada, las familias de creyentes no nos vemos exentas
de enfrentar las consecuencias de los elementos que he mencionado anteriormente. Peor aun,
muchas de ellas son parte de este ambiente de degradación moral con consecuencias sociales en
aumento. Y gran parte de ello tiene su explicación natural en una agenda progresista que confía
en la bondad del corazón humano, sin Dios. Pero en lo único en que el ser humano ha tenido éxito
histórico es en demostrar su fracaso para dirigir su propia vida.

¿Qué hacemos y cómo enfrentamos como cristianos las consecuencias de una agenda progresista
que está socavando las bases de nuestra sociedad y de paso hundiendo la institución creada por
Dios mismo, que es la familia? Parece que no estamos haciendo mucho, y lo que hacemos no está
orientado bíblicamente, sino egoístamente, a la luz de los resultados antes mencionados. Muchas
familias que se acercan a la iglesia, lo hacen con variados intereses, pero un porcentaje enorme es
por su interés en que Dios les resuelva cuestiones económicas o de éxito en el mundo actual. Así
entonces crecen las iglesias más enfocadas en la prosperidad y el exitismo en este mundo, que en
un mensaje de auto-negación, servicio y entrega a los demás. Por cierto, este es el mensaje que
vemos en la Biblia y el modelado por el mismo Jesús.

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