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DON JUAN MANUEL

 Gran escritor de narrativa de la primera mitad del siglo XIV.

 Representante de la nobleza: hombre de armas y letras.

 Dio un gran impulso a la narrativa castellana.

 Sus obras reflejan la sociedad de su época.

 Intención didáctica: transmisión de valores.

 Gran recreador de historias.


EL conde Lucanor
Libro de los ejemplos del Conde Lucanor y Patronio
 Colección de 51 cuentos o ejemplos rescatados de diferentes tradiciones.

 La obra más conocida de Don Juan Manuel.

 Transmiten un consejo o una enseñanza

 Situaciones y personajes verosímiles.

 Gran variedad de situaciones.

 Planteamiento

 Intriga o conflicto

 Resolución y consejo
Ejemplo xxii. Lo que les
pasó al león y al toro
El Conde Lucanor hablaba otra vez con Patronio, su consejero, y le dijo así:
— Patronio, tengo un amigo muy poderoso y muy honrado, y aunque hasta
aquí solo me ha hecho obra buenas, ahora me dicen que no me aprecia tanto
como solía e incluso que anda buscando formas de atacarme. Y tengo dos
preocupaciones: una, que si por ventura él me atacara, me vendría muy gran
daño; y la otra es que tengo miedo de que, si se da cuenta de que sospecho de él
y me protejo, hará lo mismo, e irán creciendo entre nosotros el recelo y el
desamor hasta que nos convirtamos en enemigo. Y por la gran confianza que
tengo en vos, os ruego que me aconsejéis lo que veáis que conviene hacer en este
asunto.
— Señor Conde Lucanor —dijo Patronio—, para que podáis evitar esto, me
gustaría que supierais lo que les pasó al león y al toro.
— Señor conde Lucanor —dijo Patronio—, el león y el toro eran muy amigos,
y como son animales muy fuertes y bravos, dominaba a todos os otros, porque el
león mandaba sobre los animales que comen carne, y el toro, con la ayuda del
león, sobre los que comen hierba.
Cuando los animales se dieron cuenta de que los dos mandaban sobre ellos
porque se ayudaban y vieron que de este apoyo les venía a todos gran daño y
perjuicio, hablaron de cómo romper esa alianza porque, si los enemistaba, se
liberarían de su yugo. Como el zorro y el carnero eran los más cercanos al león y
al toro, y estos confiaban en ellos, los demás animales les rogaron que hicieran
cuanto pudiesen para meter cizaña entre ellos.
El zorro, que era consejero del león, le dijo al oso, que es el animal más fuerte
y con más fuerza de los que comen carne después del león, que le dijera a
este que sospechaba que el toro andaba buscando el modo de hacerle
todo el daño posible, que ya hacía días que se lo habían dicho y, aunque
tal vez no fuera cierto, que lo tuviera en cuenta por si acaso.
Y el carnero, que era el consejero del toro, le dijo lo mismo al caballo, que,
después del toro, es el animal más fuerte de todos los que comen hierba.
Tanto el oso como el caballo fueron a decírselo al león y al toro. Y aunque ni el
león ni el toro se lo creyeron del todo porque recelaron que aquellos que eran
los más fuertes después de ellos se lo decían para meter cizaña entre los dos, sin
embargo empezaron a sospechar algo. Y confiaron ese recelo a sus consejeros:
el león al zorro, y el toro al carnero.
Y ellos les dijeron que, aunque podría ser que el oso y el caballo se lo
hubieran dicho para meter cizaña entre ellos, no estaba que fueran vigilando lo
que hacía el otro; y según lo que vieran que hacía, podrían recelar o no y obrar
en consecuencia.
Con esto, tanto el león como el toro aún sospecharon más. Y cuando los
animales se dieron cuenta, les fueron diciendo al uno y al otro cómo andaban
recelosos el uno del otro y que esto solo podía ser por las malas
intenciones que escondían en su corazón.
El zorro y el carnero, como consejeros falsos, mirando su conveniencia y
olvidando la lealtad que les debían a sus señores, en lugar de desengañarlos, lo
engañaron más. Y tanto les dijeron que la amistad entre el león y el toro se
convirtió en odio. Cuando los animales se dieron cuenta, les animaron a que
pelearan; cada grupo dando a entender a su señor que los protegía, cuando era lo
contrario.
Al final sucedió que el león hizo más daño al toro y le quitó mucho poder y
honra, pero él mismo quedó muy mal parado, de tal forma que ya no pudo
dominar a los otros animales según solía. Como los dos no vieron que su fuerza
venía de su alianza, se enfrentaron y la perdieron.
Vos, señor conde Lucanor, protegeos de esos que os hacen recelar de vuestro
amigo, porque tal vez o hacen por la misma razón por la que los animales
enemistaron
al león con el toro. Y por tanto, yo os aconsejo que, si aquel amigo vuestro fue
siempre un hombre leal y os hizo siempre buenas obras y os fiasteis de él
Antes bien, os aconsejo que le digáis lo que os dice de él la gente, y ya veréis
como él os dice lo mismo de vos. Y escarmentad a los que están urdiendo esta
gran falsedad para que no se atrevan a hacerlo otra vez.
Pero si el amigo no es de este estilo, sino de los que solo son amigos para la
ocasión, o por la suerte por la necesidad, nunca hagáis nada que él pueda
sospechar que receláis y cerrad los ojos ante algo que haga mal, porque de
ninguna manera puede ocurrir que os venga el daño sin que os venga el daño sin
que no tengáis un aviso cierto de él.
Dadle, en cambio, a entender que a ambos os conviene ayudaros el uno al otro.
Y si le hacéis buenas obras mostrándole buen talante y no sospechando de él sin
razón ni creyendo en lo que dice la mala gente, y además pasando por alto
errores suyos, y mostrándole que a los dos os conviene seguir unidos y ayudaros,
durará la amistad entre los dos y no caeréis en el error en que cayeron el león y el
otro.
Al conde le gustó mucho este consejo que Patronio le dio y lo hizo
«Por falso dicho de hombre mentiroso,

no pierdas a un amigo provechoso.»

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