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Una o Múltiples

Inteligencias
Capacidad
de pensar en
palabras y
de utilizar
el lenguaje
para
comprender,
expresar y
apreciar
significados
complejos.
La adquisición de la palabra
es el factor de cambio en
el proceso cognitivo de los
niños, cuando logran pasar
de la acción pura y directa
a la mediación del lenguaje.
La palabra interiorizada se
vuelve pensamiento: a
través de éste, el niño
puede resolver problemas,
recordar, analizar,
anticipar, y crear.
Por todo ello la inteligencia verbal-
lingüística es una característica
humana indispensable para la
convivencia social y suele ser descrita
como la sensibilidad a los sonidos,
ritmos y significado de las palabras,
que en muchas ocasiones llegan a
convertirse en una pasión para
aprender a expresarse tanto
verbalmente como por escrito.
Tradicionalmente en la escuela se ha
priorizado el lenguaje por encima de
otros recursos, como la expresión
corporal, la actividad física y la
expresión plástica.
La inteligencia lógica-
matemática es la capacidad de
razonamiento lógico: incluye
cálculos matemáticos,
pensamiento numérico,
capacidad para problemas de
lógica, solución de problemas,
capacidad para comprender
conceptos abstractos,
razonamiento y comprensión de
relaciones.
En la escuela le enseñan a reconocer los
símbolos numéricos y algo más complicado,
relacionar la cantidad de cosas con cada
número.
A partir de ahí muchos jóvenes y adultos
recuerdan las matemáticas como un verdadero
tormento, no siendo claro, si esto sucede por la
abstracción de sus contenidos o porque algunos
profesores no enseñan la materia de la forma
más recomendable.
Lo cierto es que a muchos niños no les gustan
los números y menos las operaciones que se
hacen con ellos, cuando a otros no sólo les gusta
sino que se les facilita.
La inteligencia visual-
espacial comprende una
serie de habilidades como:
reconocimiento y elaboración
de imágenes visuales,
distinguir a través de la
vista rasgos específicos de
los objetos, creación de
imágenes mentales,
razonamiento acerca del
espacio y sus dimensiones,
manejo y reproducción de
imágenes internas o
externas. Algunas de estas
habilidades o todas ellas
pueden manifestarse en una
misma persona.
Las imágenes visuales constituyen un medio de
conocer y representar el mundo, más antiguo
que la escritura. No olvidemos que la vista se
desarrolla antes que el lenguaje, y esto sucede
tanto en la evolución humana como a lo largo
del desarrollo particular de cada niño.
El lenguaje escrito evolucionó a partir de los
dibujos, jeroglíficos y pictogramas y fue
organizándose en signos cada vez más
abstractos, capaces de expresar conceptos
que fueron evolucionando hacia una mayor
complejidad.
El pensamiento visual es inherente a todo ser
humano y no un patrimonio exclusivo de los
artistas, que son los que lo llevan a grados
extremos. Suelen poseerlo también cirujanos,
ingenieros, arquitectos, carpinteros, mecánicos,
personas que visualizan historias, críticos de arte
y aquellos que sueñan despiertos
Este tipo de inteligencia está también en el juego
de ajedrez, la decoración de cada hogar, la
lectura, la planificación de mapas e infinidad de
actividades humanas.
La inteligencia corporal cinestésica es la capacidad de unir el
cuerpo y la mente para lograr el perfeccionamiento del
desempeño físico. Comienza con el control de los movimientos
automáticos y voluntarios y avanza hacia el empleo del cuerpo
de manera altamente diferenciada y competente.
Cuántas veces los pequeños, en su afán por conocer las cosas y
tocarlas, escuchan que les decimos “deja, parece que tienes los ojos
en las manos”. En esencia nunca una frase fue más cierta, porque los
niños tienen la necesidad de experimentar físicamente los
contenidos de los aprendizajes.
El movimiento es su lenguaje innato y parte de la enseñanza
preescolar debe estar encaminada a permitirles experimentarlo
para adquirir el conocimiento y poco a poco ir centrando esta
tendencia, por ejemplo, desde los movimientos amplios del cuerpo y
los brazos hasta los más pequeños y controlados de brazos y manos
para introducirlos en la escritura.
Para muchos niños y adultos los canales sensoriales de la visión y el
oído no son suficientes para integrar el conocimiento ni para
comprender o registrar la información. Por ello deben recurrir a
procesos táctiles y cinestésicos como manipular los objetos,
experimentar corporalmente lo que aprenden y así poder
interiorizar la información.
Aprenden mediante el hacer y por medio del
movimiento y de las experiencias multisensoriales.
Desgraciadamente en la escuela tradicional no suele
otorgarse mucha importancia a los procesos de
aprendizaje cinestésico, debido a que se valoran otras
áreas como la verbal y la matemática planteando
problemas para niños con este tipo de inteligencia, a
quienes no se les permite el desarrollo de sus
verdaderas capacidades.
Así durante los años escolares el aprendizaje pasa de la manipulación de los
materiales a procesos interiorizados, es decir, el conocimiento parte del
exterior hacia el interior, lo cual tiene grandes repercusiones si en el contexto
escolar es tomado en cuenta, ya que ofrece muchas ventajas:

• La manipulación directa de los materiales a través de los sentidos


proporciona estimulación: literalmente es alimento para el pensamiento.
• El hecho de pensar por medio de la manipulación de objetos y estructuras
concretas brinda posibilidades de descubrir nuevos aspectos de los objetos.
• Pensar en el contexto directo de la vista, el tacto, el movimiento genera un
sentido de proximidad, de vigencia y de acción.
• El pensamiento que se forma externamente (movimiento y manipulación de
los objetos), proporciona una forma visible de lo que es el aprendizaje, que
puede compartirse con amigos y compañeros o incluso crearlo mutuamente.
• A medida de que se avanza en el desarrollo del pensamiento, éste se vuelve
interno y personal.
La capacidad de disfrutar la música,
ya sea a través de la voz humana o
con diversos instrumentos. Personas
que tienen una especial facilidad para
distinguir, aprender y conocer los
secretos de la composición musical.

La música es inherente a todas las culturas; es una de las formas del arte
que se manifiesta a través de la voz y del cuerpo, que son los instrumentos
naturales y medios para la autoexpresión.
Vivimos con el ritmo, aun desde antes de nacer, a través de los latidos del
corazón de nuestra madre y otros ritmos más sutiles como la respiración,
el metabolismo, las ondas cerebrales. Los seres humanos somos musicales;
si bien no todos somos capaces de hacer música, tenemos la capacidad
para sentirla y disfrutarla.
Grandes músicos no tuvieron padres músicos
y muchos de ellos comentan acerca de que
sus primeros maestros eran personas
comprensivas y cálidas que los indujeron a
este arte, con quienes aprendieron a
disfrutarlo y sólo posteriormente entraron
al entrenamiento riguroso para poder
dominarlo.
La inteligencia musical tiene sus propias
reglas y estructuras de pensamiento, pues
la música es un lenguaje auditivo que tiene
tres componentes básicos: tono,
ritmo y timbre.
Howard Gardner, el autor de la Teoría de las Inteligencias Múltiples, afirma que
los individuos que han tenido contacto frecuente con la música pueden manejar
los tres componentes y que éstos los ayudan a participar en actividades
musicales con cierta destreza, y disfrutarlarlas.
La inteligencia interpersonal permite
comprender a los demás y comunicarse
con ellos, teniendo en cuenta sus
diferentes estados de ánimo,
temperamentos, motivaciones y
habilidades. Incluye la capacidad para
establecer y mantener relaciones
sociales y para asumir diversos roles
dentro de grupos, ya sea como un
miembro más o como líder.
En este tipo de inteligencia la podemos
detectar en personas con habilidades
sociales definidas, políticos, líderes de
grupos sociales o religiosos, docentes,
terapeutas y asesores educativos. Y en
todos aquellos individuos que asumen
responsabilidades y muestran capacidad
para ayudar a otros.
Son aquellos que poseen la llave de las
relaciones humanas, del sentido del humor:
desde pequeños disfrutan de la interacción
con amigos y compañeros escolares, y en
general no tienen dificultades para
relacionarse con personas de otras edades
diferentes a la suya.
Las capacidades inherentes a este tipo de inteligencia son a
las que recurrimos para comprendernos a nosotros mismos
y a otras personas; para imaginar, planificar y resolver
problemas especialmente los emocionales.
Dentro de nosotros mismos tenemos los recursos para
llevar una vida productiva, tales como: motivación,
capacidad de decisión, ética personal, integridad, empatía y
altruismo.
Combinando los factores relacionados con la
herencia, el ambiente y la propia experiencia
empieza a desarrollarse nuestra compleja
inteligencia personal.
Idealmente el bebé y la madre o persona que
lo cuida establecen una relación que
proporciona a éste equilibrio emocional y
fortalece su sentido de identidad personal.
De esa manera se asientan las bases para
establecer relaciones sociales positivas, de
ahí que las inteligencias intrapersonal e
interpersonal sean las dos caras de una
misma moneda y son interdependientes.
Las conductas de los adultos que rodean a los
niños son modelos para ambos tipos de
inteligencia y contribuyen, en la mayoría de
los casos, al sano y armónico desarrollo de
cada ser humano en las áreas intelectual,
emocional y social.
Se describe como la competencia para percibir las relaciones que existen
entre varias especies o grupos de objetos y personas, así como reconocer y
establecer si existen distinciones y semejanzas entre ellos.
Los naturalistas suelen ser hábiles para observar, identificar y clasificar a
los miembros de un grupo o especie, e incluso para descubrir nuevas
especies. Su campo de observación más afín es el mundo natural, donde
pueden reconocer flora y fauna, y utilizar productivamente sus habilidades
en actividades de caza, ciencias biológicas y conservación de la naturaleza.
Pero puede ser aplicada también en cualquier ámbito de la ciencia y la
cultura, porque las características de este tipo de inteligencia se ciñen a las
cualidades esperadas en personas que se dedican a la investigación y siguen
los pasos propios del método científico.
En realidad todos aplicamos la
inteligencia naturalista al
reconocer plantas, animales,
personas o elementos de nuestro
entorno natural. Las interacciones
con el medio físico nos ayudan a
desarrollar la percepción de las
causas y sus efectos y los
comportamientos o fenómenos que
puedan existir en el futuro.
Gardner postula que este tipo de
inteligencia debió tener su origen
en las necesidades de los primeros
seres humanos, ya que su
sobrevivencia dependía en gran
parte del reconocimiento que
hicieran de especies útiles y
perjudiciales, de la observación del
clima y sus cambios y de ampliar
los recursos disponibles para la
alimentación.
La inteligencia
naturalista se pone de
manifiesto en muchas
áreas de investigación
científica: biología,
botánica, zoología o
entomología y
medicina, que suelen
ser ejercidas por
personas con este
tipo de inteligencia,
que investigan los
orígenes, el desarrollo
y la estructura de
organismos vivientes y
producen complejos
sistemas de
clasificación.
El avance del saber y la
cultura es producto de la
conjunción de todas las
personas que poseen los
diferentes tipos de
inteligencia: todas son
importantes pero,
independientemente del
campo donde se
desarrollen, son las
personas con inteligencia
naturalista las que buscan
lo desconocido en lo ya
conocido e indagan el
porqué de las cosas, son los
que se hacen preguntas que
van mas allá de las
respuestas fáciles, porque
son buscadores innatos de
algo más.
Esta teoría puede ser de gran estímulo para
todos aquellos adultos que por no haber sido
“buenos con los números”, han llegado a
considerar que son menos inteligentes que
otros, o para aquellos que tenemos a nuestro
cargo la formación de niños y jóvenes, para
poder observarlos con mayor detenimiento y
sobre todo poder estimular en donde tienen
dificultades y reforzar aquellas capacidades
en las que son más hábiles.
Por ello vale la pena adentrarse en el
conocimiento de cada uno de estos tipos
de inteligencias, tomarlos como una guía
que permite conocernos mejor y descubrir
las potencialidades humanas no sólo de
aquellos que en su vida se dedicarán a
cultivar e incluso laborar en un campo muy
específico del quehacer social, como por
ejemplo los músicos o los escritores, sino
para apreciar la gama de posibilidades que
tienen los diversos tipos de inteligencias y
gozar con todas y cada una de sus
manifestaciones

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