Está en la página 1de 74

“BASES DE LA

INSTITUCIONALIDAD”

JORGE RUIZ AGUILAR


Escuela de Derecho
Universidad San Sebastián
Puerto Montt
INTRODUCCIÓN

El Capítulo I de la Constitución Política de la


República tiene por misión el tratamiento de los “ideales
éticos u opciones ético-sociales básicas que el Estado
propugna y decide concretar; constituye el consenso
sobre los objetivos sentidos como fundamentales y
prioritarios por la sociedad dentro de un contexto
cultural e histórico específico”.

En dicho capítulo se encuentra la inspiración de


la Carta Fundamental, transformándose así en su
esqueleto jurídico. La razón de ellos obedece a que la
Constitución expresa los valores predominantes en la
sociedad sobre la que está destinada a regir.
Importancia de las Bases de la Institucionalidad:

a). Contiene todos los lineamientos generales de la parte


dogmática, por lo que cualquier materia de derechos y
principios siempre tiene su referente aquí.

b). Algunos de los aspectos que incluye son novedosos


respecto de las Constituciones anteriores y, además,
parte de su texto tiene plena concordancia con tratados
internacionales vigentes desde antaño.
c). Tiene importancia en cuanto a la interpretación
constitucional, ya que al contener los valores y
principios fundamentales que rigen el orden jurídico,
constituye una innegable fuente de hermenéutica
constitucional a propósito de las restantes normas de la
Carta Fundamental.

d). El constituyente de 1980 es partidario de una


interpretación iusnaturalista del derecho.
PRINCIPIOS CONSAGRADOS EN EL CAPÍTULO I CPR

A) Principios sociales (artículo 1º).

A.1) Libertad e igualdad, en dignidad y derechos, de


todas las personas.

Al establecer la libertad como uno de los valores rectores


en el ordenamiento jurídico, se está refiriendo a aquella
“que se desarrolla en sus dimensiones de libre albedrío o
libertad inicial para escoger entre diversas alternativas
o crear alternativas nuevas frente las ya existentes; en
su dimensión de libertad –participación, es decir, la
libertad para participar en el Estado y que se concreta
en los derechos políticos, y de libertad- exultación, que
consiste en la libertad para lograr su máximo desarrollo
integral como ser humano.”
De lo anterior, surge otro principio que es el de la
igualdad y por el cual se entiende que “todo ser humano
no es superior ni inferior a cualquier otro; ninguna
persona es más que cualquier otra persona en dignidad
y derechos, nadie puede ser discriminado”.

A.2) La familia: núcleo fundamental de la sociedad.

Este no es un principio totalmente original de la


CPR, ya que se encuentra implícito en toda la cultura y
tradición cristianas y cuyo origen se remonta a
Aristóteles
A.3) Reconocimiento de los grupos intermedios.

La CPR reconoce que la sociedad se conforma por


diferentes grupos y a medida que la comunidad se
desarrolla y se hace compleja estas organizaciones se
multiplican y vuelven más específicas.

La razón de esto se debe a que el hombre, en su


calidad de ser imperfecto, necesita de sus pares para
cubrir sus necesidades y, por ello, los diferentes grupos
actúan paralelamente, de acuerdo a los intereses que a
cada uno corresponden. Además de obtener, así, la
satisfacción de múltiples necesidades, el ser humano
deposita en estos colectivos parte de la defensa de sus
derechos humanos.
B) Principios jurídico-políticos.(art. 2º)

B.1) Consagración de los Emblemas de Chile.

La CPR de 1980 es la primera en consagrar estas


materias, estableciendo como emblemas nacionales la
bandera, el himno y el escudo de armas de la República.

B.2) Consagración de la forma de Estado. (art. 3º)

Se declara que el Estado de Chile es unitario.


Agregándose que es administrativamente
descentralizado y desconcentrado en su caso.
B.3) Consagración de la forma de Gobierno. (art. 4º)

En la CPR se indica que el gobierno del país se


organiza bajo la forma de una Estado democrático,
siendo su carácter el de una República.

B.4) El principio de soberanía nacional. (art. 5º)

La soberanía es el poder supremo en virtud del


cual el Estado se da una organización política y jurídica
y se plantea frente a otros Estados en un plano de
independencia e igualdad.
B.5) Supremacía constitucional. (art. 6º)

La Constitución tiene una fuerza vinculante que


alcanza a todas las personas e instituciones, generando
responsabilidades ante su incumplimiento.

B.6) Principio de legalidad en las acciones de los


órganos del Estado. (art. 7º)

Principio que señala las tres condiciones


copulativas de validez de los actos de los órganos del
Estado: investidura regular de sus integrantes, actuar
dentro de su competencia y en la forma que prescriba la
ley.
B.7) Principios de probidad y transparencia. (art. 8º)

Los funcionarios públicos se encuentran limitados


en su actuar por el marco normativo que crea y regula
sus cargos, exigiéndoles, además, dar estricto
cumplimiento al principio de probidad en todas y cada
una de sus actuaciones, es decir, sobre ellos pesa el
deber de observar una conducta intachable, honesta y
leal.

B.8) Sanción constitucional al terrorismo. (art. 9º)


CONCEPCIÓN DE LA PERSONA HUMANA.

“Las personas nacen libres e iguales en dignidad


y derechos” (art. 1º inc.1º)

Todo ser humano, hombre y mujer, es persona, es


por tanto, sujeto de derechos.

El artículo 19 CPR comienza señalando :


“la Constitución asegura a todas las personas…..”

Y el artículo 1º inc. 4º indica:


“El Estado está al servicio de la persona humana”.
La Declaración de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano, de 1789, en Francia, artículo primero:

“Los hombres nacen y permanecen libres e iguales


en cuanto a sus derechos”

La Declaración Universal de los Derechos


Humanos aprobada y proclamada por la Asamblea
General de las Naciones Unidas, el 10 de diciembre de
1948, comienza en su artículo 1º:

“Todos los seres humanos nacen libres e iguales


en dignidad y derechos”.
La Constitución Política del Estado, de 1925,
iniciaba su artículo primero señalando que “el Estado de
Chile es unitario”.

La Constitución de 1980 posterga ese punto para


el artículo 3º y reserva el lugar de privilegio de su
primer inciso de su primer artículo, para afirmar la
libertad, la igualdad y la dignidad de todos.

Se expresa así una definida concepción de la


persona humana, como sujeto de derechos naturales de
libertad, igualdad y dignidad, superiores y anteriores al
Estado.
Las personas nacen libres.
La libertad es un atributo eminente que se
manifiesta en la persona por el libre albedrío, el
determinar por sí mismo su conducta, decidir por su
propia voluntad sin coacción externa.

La libertad tiene límites. Deberá ejercerse para


obtener el pleno desarrollo de la persona, dentro de la
moral y del derecho y con respeto al derecho de los
demás.

Las personas nacen iguales en dignidad y


derechos.
Si los seres humanos son todos libres, entonces
son todos iguales. Y lo son por su naturaleza humana,
en cuanto personas humanas.
Pero la igualdad no es identidad, por lo que
siempre existirán desigualdades accidentales en cada
persona humana que lo hace ser al mismo tiempo un ser
único y diferente a los demás.

Las personas nacen iguales en dignidad.


Todos los seres humanos tienen la misma
dignidad, porque tienen en común la misma naturaleza
humana: libre, con voluntad, con inteligencia, con
racionalidad, abierta a los valores superiores, al
espíritu y a la trascendencia.

Las personas nacen con igualdad de derechos.


Con los mismos derechos que emanan de la naturaleza
humana, que tienen su fuente en la especialísima y
nobilísima dignidad del ser humano. Tendrán por tanto
el derecho a la vida desde su inicio.
Estos derechos son anteriores al Estado y
superiores a él; no los crea ni los concede; los reconoce,
los regula en vistas al bien común y los garantiza.

Lo señalado en el artículo 1º inciso primero debe


relacionarse con al artículo 19, numeral 1 inciso
segundo, en cuanto la Constitución asegura a todas las
personas el derecho a la vida y que “la ley protege la
vida del que está por nacer”

La vida del nasciturus, naturaleza humana que


está por nacer, desde el momento en que comienza su
existencia natural, está bajo la protección de la
Constitución y la ley.

Esto se encuentra en armonía con el artículo 5º


inc. segundo: “El ejercicio de la soberanía reconoce como
limitación el respeto de los derechos esenciales que
emanan de la naturaleza humana”.
CONCEPCIÓN DE LA SOCIEDAD.

La Constitución se separa de una visión de la


sociedad integrada sólo por individuos aislados,
atomizada.

Su concepción es de una sociedad compleja,


conformada por personas y por grupos intermedios que
ellas forman para la satisfacción de sus múltiples
necesidades. La sociedad se estructura y organiza a
través de estos grupos intermedios.

Se señala a la familia como el núcleo


fundamental de la sociedad, célula esencial del tejido
social y a la cual el constituyente procura su
protección.
Los grupos intermedios tienen potestad para
darse su regulación interna para determinar su propia
organización, desenvolvimiento y desarrollo, para
cumplir los fines específicos para los cuales se han
formado.

Se ubican entre el individuo y el Estado, para que


cumplan sus propios fines a través de sus medios y
recursos específicos. En tal categoría encontramos, a
modo de ejemplo, a los sindicatos y gremios, los colegios
profesionales, las corporaciones y fundaciones de
beneficencia, los centros de padres y apoderados, las
juntas vecinales, las asociaciones estudiantiles, los
clubes deportivos, entre otros.
CONCEPCIÓN DEL ESTADO.

Artículo 1º inciso cuarto: “El Estado está al


servicio de la persona humana y su finalidad es
promover el bien común”.

Este bien común presenta las siguientes


características:

a). Es una tarea del Estado y la comunidad, en


consecuencia, constituye el nexo común entre el sistema
social nacional y el sistema político.

b). Es una tarea que nunca se completa, sino que se


desarrolla constantemente.

c). Se refiere a todos y a cada uno de los integrantes de


la comunidad nacional. Se aparta de la tendencia
individualista o colectivista.
d). Busca la mayor realización espiritual y material
posible de la persona humana, por lo que no se agota
solamente en aspectos relativos al bienestar físico o
material.

e). Nunca la tarea de bien común puede desconocer los


derechos fundamentales ni servir como excusa para
atentar contra ellos.

El bien común se trata del mayor bienestar


posible, por lo que no es absoluto, sino que es un
conjunto de condiciones que se materializan en la
medida que se cuenta con las posibilidades pertinentes,
las que no consisten solamente en el manejo de recursos
económicos o físicos, sino también en la consideración
de los aspectos que permiten la satisfacción de
necesidades espirituales que componen asimismo, el
bien común.
Principio de Subsidiariedad.

Está implícitamente en el artículo 1º, incisos


segundo, tercero y cuarto.

“El Estado reconoce, ampara y garantiza la


adecuada autonomía de los grupos intermedios para
cumplir sus fines específicos.” (art. 1º inc. tercero)

Los grupo intermedios surgen desde la base


social, desde las personas, hacia arriba. Son expresiones
auténticas de la autonomía de la sociedad civil.

Lo anterior importa una limitación para el


Estado, de no coartar, impedir o absorber las
actividades que esos grupos desarrollan.

Esta limitación se expresa doctrinariamente en el


principio de subsidiariedad
En las distintas sociedades que el hombre va
formando para satisfacer sus necesidades, las
sociedades menores no son absorbidas por las
sociedades mayores, coexisten, pues cumplen fines
diferentes.

Por ello la “sociedad política”, el Estado, debe


cumplir su fin, pero sin absorber el campo propio de las
sociedades o grupos intermedios.

El Estado ha surgido para cumplir funciones que


exceden las posibilidades de las personas y los grupos
intermedios.
Otros deberes del Estado.

El inciso final del artículo primero contiene


enumeración de otros deberes del Estado, que
constituyen especificaciones del bien común a campos
más determinados.

1). Resguardar la seguridad nacional.

La seguridad nacional dice relación con la obligación


que corresponde al Estado de preservar su existencia y
protegerse tanto de ataques externos como internos.

La seguridad interna dice relación con la protección de


la sociedad, del Estado, de la destrucción o
socavamiento de sus instituciones y valores por grupos o
minorías.
La seguridad exterior se define como la acción de un
Estado en el campo externo, a fin de lograr la
mantención de su integridad, la protección de sus
valores y el desarrollo de sus objetivos nacionales, es
decir, la preservación de su seguridad nacional de los
elementos exteriores que la puedan afectar.

2). Dar protección a la población.

3). Dar Protección a la familia.


Arts. 19 Nºs 4, 10 inciso tercero, 11.

4). Promover la integración armónica de todos los


sectores de la Nación.
Arts. 1º inciso tercero (pluralismo social) 19 Nºs 23, 24,
25 (pluralismo económico); 19 Nº 15 inciso sexto
(pluralismo político).

5). Asegurar el derecho de las personas a participar con


igualdad de oportunidades en la vida nacional.
FORMA DEL ESTADO. (ART. 3º)

“El Estado de Chile es unitario”

El Estado Unitario se caracteriza por tener un


gobierno político que ejerce el poder sobre todo el
territorio estatal, con un solo ordenamiento
constitucional y legislativo.

Es una forma simple de organización y estructura


del poder estatal, centralizado políticamente.

Las divisiones territoriales internas, cualesquiera


que ellas sean, políticas o administrativas, no afectan la
unidad del poder político.

Los órganos gubernamentales y legislativos


ejercen su competencia sobre toda la población y todo el
territorio.
La unidad de los órganos impone la unidad de
gobierno y de legislación.

Es uno en su estructura. Como señala Marcel


Prelot :
“La organización política es única, en tanto que
sólo tiene un aparato gubernamental”. “Completo en sí
mismo, ya que satisface todas las funciones estatales.”

Uno en su elemento humano: “la organización


política se dirige a una colectividad unificada, tomada
globalmente”… “Las decisiones de los gobernantes
obligan de la misma manera a todos los gobernados”

Uno en sus límites territoriales: “la organización


política cubre idénticamente todo el territorio estatal sin
que se encuentren admitidas diferencias provinciales o
locales”.
Pero la centralización política que caracteriza al
Estado unitario no impide que éste pueda adoptar
diferentes sistemas de organización en lo
administrativo.

Puede adoptar un sistema de centralización


administrativa, en el cual el órgano del Poder Central
decide todos los asuntos administrativos, pues los
servicios extienden su competencia al territorio estatal.

La administración pública centralizada opera


bajo la personalidad jurídica y con el patrimonio del
Estado. Los agentes administrativos son nombrados y
removidos por el Poder Central y le están subordinados
jerárquicamente, por lo que cumplen sus funciones
sometidos a las instrucciones del Poder Central.
Los funcionarios de las zonas fuera del centro
informan a éste de los asuntos a su cargo y pueden
proponer soluciones, pero todas las decisiones son
tomadas en el nivel central; son simples transmisores de
las inquietudes y necesidades de la periferia, y una vez
tomadas las decisiones por el centro, son meros
ejecutantes de ellas.

Puede también adoptarse un sistema de


descentralización administrativa, que será
descentralización funcional cuando actúa por medio de
servicios públicos dotados de personalidad jurídica y
patrimonio propios distintos del Estado y se les
confieren funciones especializadas. O descentralización
territorial, cuando la administración de los intereses
regionales, provinciales o locales está encomendada a
entes independientes del Poder Central, dotados de
personalidad jurídica y patrimonios propios, diferentes
del Estado, y con órganos generados en la base
territorial y con competencias generales.
Finalmente, puede también adoptarse un sistema
de desconcentración administrativa, y que consiste en
que la ley entrega a ciertos órganos dependientes de la
administración, competencias exclusivas, para que sean
resueltas con entera independencia por el agente, en
razón de la naturaleza de la función que desarrolla,
generalmente de orden técnico. Sin embargo, en el resto
de su competencia se aplican las normas del sistema
centralizado.

Con relación a la forma de administración


adoptada por el Estado chileno, la CPR establece:

“La Administración del Estado será funcional y


territorialmente descentralizada, o desconcentrada en
su caso, de conformidad a la ley”
REPUBLICA DEMOCRÁTICA.

Artículo 4º:

“Chile es una república democrática”

Es un Estado con gobierno republicano y


democrático.

Tiene gobierno republicano, pues el jefe de Estado


es un Presidente, es elegido, dura un tiempo
determinado establecido en la Constitución y es
responsable jurídicamente.

Se opone al gobierno monárquico, en que el Jefe


de Estado es un monarca, heredero, vitalicio e
irresponsable.
En conformidad al artículo 26, el Presidente es
elegido en votación directa, por mayoría absoluta de los
sufragios válidamente emitidos y en conformidad al
artículo 25 dura en el ejercicio de sus funciones por el
término de 4 años y no podrá ser reelegido para el
periodo siguiente.

El artículo 52 atribución segunda letra a) señala


que el Presidente de la República responde en juicio
político por actos de su administración que hayan
comprometido gravemente el honor o la seguridad de la
Nación, o infringido abiertamente la Constitución o las
leyes.
La Constitución establece que Chile es una
república democrática.

La democracia es, etimológicamente, el poder, el


gobierno del pueblo, a él corresponde fijar la conducción
del Estado.

Pero el artículo 4º, en su brevedad, no califica la


democracia:

Se distinguen tres clases de democracia:

-Directa.
- Representativa.
- Semidirecta.
La democracia directa es aquella en que el pueblo
por sí mismo ejerce el poder.

Era el sistema existente en Grecia, en Atenas, en


el siglo V A.C.

El pueblo se reunía en Asamblea (Eclésia) y


decidía los asuntos de la polis y aprobaba las leyes.

Los magistrados se designaban no por elección,


sino por sorteo. (Se consideraba que la elección
implicaba selección, lo que respondía a un cierto
espíritu oligárquico o aristocrático).

Actualmente esta forma de gobierno es posible


encontrarla en 3 cantones suizos: Unsterwald, Glaris y
Appenzell. El pueblo se reúne en la plaza de la ciudad o
en una pradera una vez al año, donde aprueban las
leyes, el presupuesto y las reformas constitucionales.
(Landsgemeinde).
En la democracia representativa, el pueblo
designa a los representantes que ejercerán el poder
político.

Aparece con el surgimiento del parlamento inglés,


basándose en la representación propia del derecho
privado, denominándose “mandato representativo”,
caracterizado por:

- El representante simboliza a todo el pueblo, a la


nación.
- El representante tiene independencia en el ejercicio de
su cargo. La ciudadanía le entrega su confianza, pero no
instrucciones acerca de la forma del desempeño de sus
funciones.
- El representante es irrevocable.
La democracia semidirecta es un sistema híbrido,
en el cual se combinan ambos sistemas, conteniendo
elementos de la democracia representativa y de la
democracia directa. La proporción en que se combinan
esos distintos elementos varía en cada Estado que
aplique el sistema.

Se conserva la representación política como en la


democracia representativa, ya que el electorado elige a
sus representantes. Pero surge la particularidad, en que
se contempla la intervención directa del pueblo, en
ciertas funciones, especialmente en la formación de
normas constitucionales y legislativas, a través de
distintas instituciones inspiradas en la democracia
directa.
El Presidente de la República es elegido por
sufragio universal.

La Cámara de Diputados está integrada por 120


miembros y son elegidos en votación directa, por
sufragio universal.

En el Senado, los senadores son elegidos en


votación directa.

Pero además hay que agregar el plebiscito


constituyente.

Propiamente es el “referéndum constituyente”,


está contemplado en el Capítulo XV, sobre Reforma de la
Constitución, y procede en el caso de ciertas
discrepancias entre el Congreso y el Presidente.

El plebiscito constituyente es una institución de


la democracia semidirecta.
Mediante el “referéndum” un órgano
representativo somete a la aprobación u opinión del
pueblo una norma o materia determinada.

Cuando se somete a la consideración del pueblo


una norma constitucional, doctrinariamente se le
denomina referéndum constituyente.

Se suele confundir con el “plebiscito” (que para


cierto sector de la doctrina es lo mismo). Sin embargo,
para cierta parte de la doctrina, el plebiscito es distinto
al referéndum, ya que es un mecanismo jurídico
mediante el cual un órgano no representativo somete a
la decisión del pueblo dos materias:

-si el pueblo le da o no su confianza a una persona


determinada para investirlo como gobernante o
renovarlo en su función.
-En el ámbito del derecho internacional , para decidir
los cambios de soberanía territorial en los Estados.
Dentro del contexto de clases de democracia, se
tiende a señalar que en el caso de Chile existiría,
tradicionalmente, una democracia representativa.

La Constitución de 1980 eliminó la calificación de


la democracia (la mención a su carácter de
representativa). Lo que sí hacía la Constitución de 1925.

La doctrina moderna utiliza una nueva expresión


para calificar a la clase de democracia establecida en la
Constitución de 1980: democracia constitucional.

Es decir, una democracia establecida por una


Constitución que asegure la distribución del poder, la
separación orgánica de funciones y que contenga los
elementos fundamentales que “están considerados como
el mínimo irreductible de una auténtica constitución”.
LA SOBERANÍA DE LA NACIÓN.

El artículo 5° establece que “la soberanía reside


esencialmente en la nación”.

La nación es aquella agrupación de personas,


unida por vínculos materiales y espirituales, que los
hace tener conciencia de poseer caracteres comunes que
les permiten diferenciarse de otros grupos nacionales, y
en que los individuos manifiestan y demuestran tener la
voluntad de conservar eso lazos de unidad.

Este concepto de Nación comprende las


generaciones pasadas, presentes y futuras.

Este concepto de Nación sirvió para la


elaboración de la Teoría de la Soberanía Nacional, por
los constituyentes franceses, y opuesta a la de la
Soberanía Popular.
El soberano es la nación, ente abstracto,
comprensivo de la sucesión de las generaciones a través
del tiempo pasado, presente y futuro, pero unida por
vínculos materiales y espirituales.

Se ha criticado esta postura de nuestra


Constitución, toda vez que se entiende que los soberanos
son los pueblos, estableciéndose así en la mayoría de
las constituciones modernas.

En tal sentido se dice que la Constitución de 1980


ha quedado un tanto rezagada en este punto.

Sin embargo, en la práctica se genera un


entrecruzamiento entre ambas concepciones:

-Constituciones francesa de 1946 y 1958 : la soberanía


nacional pertenece al pueblo francés.
-Constitución española de 1978: la soberanía nacional
reside en el pueblo español.
La Constitución de 1980 señala que el pueblo
ejerce la soberanía a través del plebiscito y elecciones
periódicas y también por las autoridades que la
Constitución establece.

En definitiva, la Constitución en su preceptiva


general consagra un cruzamiento implícito entre la
soberanía nacional y la popular.

En efecto, por un lado proclama que la soberanía


reside esencialmente en la Nación, típico de la soberanía
nacional; y por otro, consagra el sufragio universal y el
plebiscito constituyente, propios de la soberanía
popular.
LA SUPREMACÍA CONSTITUCIONAL Y EL PRINCIPIO
DE LEGALIDAD.

La supremacía constitucional sitúa a la


Constitución como la norma más alta del ordenamiento
jurídico y a la cual deben ajustarse el resto de las
normas jurídicas. La Constitución se encuentra en la
cima de la pirámide jurídica normativa, y goza de
supremacía, puesto que las demás deben guardar
conformidad con ella.

Se halla expresamente consagrada en el artículo


6º inciso primero:

“Los órganos del Estado deben someter su acción


a la Constitución y a las normas dictadas conforme a
ella”, y garantizar el orden institucional de la
República.
Todos los órganos del Estado se someten a la
Constitución. Es la primera de todas las reglas y
obligatoria para todos los órganos estatales.

Deben comprenderse en esa expresión todos los


órganos del Estado, es decir, todos los encargados de
formular una voluntad imputable al Estado.

Quedan comprendidos todos los órganos


constitucionales, de gobierno, legislación o
jurisdiccionales, y todos los órganos administrativos
encargados de la satisfacción de las necesidades
públicas y que se encuentren vinculados orgánicamente
la Estado.
Estos órganos deben someter su acción a la
Constitución.

La expresión del constituyente es un tanto


imperfecta, puesto que la palabra acción no traduce
fielmente el alcance del precepto. Es toda la actuación,
es toda la conducta del órgano estatal, la que queda
sometida a la Constitución, no sólo la acción, sino
también las conductas que puedan implicar omisión,
esto es, la abstención o silencio del órgano estatal.
Porque esta omisión puede ser inconstitucional.

Es, por tanto, toda la conducta del órgano del


Estado la que queda sometida a la Constitución “y a las
normas dictadas conforme a ella”. Así, las leyes, los
reglamentos, decretos e instrucciones, las normas del
Poder Judicial, como los autos acordados, sentencias,
etc.
Todas las normas que constituyen el
ordenamiento jurídico y que reconocen su unidad y
conformidad en la Constitución.
Expresión de esta supremacía constitucional es el
artículo 93, que se refiere a las atribuciones del
Tribunal Constitucional para ejercer el control de
constitucionalidad sobre leyes orgánicas
constitucionales, interpretativas de algún precepto de la
Constitución, de proyectos de ley o de reforma
constitucional, de tratados, de decretos con fuerza de
ley, de decretos de convocatoria a plebiscito, de decretos
supremos inconstitucionales, en los casos y forma allí
indicados.

También el artículo 99, que trata del trámite de


toma de razón y el control de constitucionalidad de los
decretos supremos y decretos con fuerza de ley, por
parte de la Contraloría General de la República.
Nos dice el inciso segundo del artículo 6º que “los
preceptos de esta Constitución obligan tanto a los
titulares o integrantes de dichos órganos…”.

La relación orgánica ha de realizarse por los


titulares o integrantes de los órganos, sujetos a la
norma constitucional. Son las personas físicas que
desempeñan cargos unipersonales o integran órganos
colegiados y cuyas voluntades, a través de los órganos,
se imputan al Estado.

Pero además se señala que los preceptos de la


Constitución obligan “a toda persona, institución o
grupo”. La norma es amplísima y omnicomprensiva: se
refiere a toda persona; es decir, , todo habitante del
territorio, sea chileno o extranjero, cualquiera sea su
condición. A toda institución, sea que la asociación
persiga un fin político, económico o cualesquiera otros;
sea que tenga o no personalidad jurídica. A todo grupo,
cualquier agrupamiento humano, por transitorio que
éste sea, se encuentre o no reunido.
Establece esta norma el principio de la
“vinculación directa de los preceptos constitucionales a
las autoridades públicas y a todos los ciudadanos,
siendo, por ende, tales preceptos, obligatorios tanto para
los gobernantes como para los gobernados.

El principio de legalidad significa que el Estado,


sus órganos y los titulares de esos órganos deben
someterse al ordenamiento jurídico que encuentra su
cúspide en la Constitución. Deben ajustar sus conductas
a la ley, al Derecho, como asimismo, toda persona,
institución o grupo.

El principio de legalidad del artículo 6º inciso


primero se desarrolla en el artículo 7º inciso primero. La
observancia del principio por los órganos del Estado
condiciona la validez de sus actos. Los órganos del
Estado son quienes expresan su voluntad, a través de
distintos y múltiples actos jurídicos que van a producir
efectos jurídicos y han de expresarse conforme a la
Constitución y a la ley.
Puede indicarse que los requisitos de validez de
los actos jurídicos estatales según esta disposición son:

1). Investidura previa y regular de los titulares


integrantes de los órganos estatales.
El acceso al poder debe hacerse conforme a
derecho.

Así por ejemplo, el Presidente electo es aquel que


es proclamado por el Tribunal Calificador de Elecciones
conforme a los artículos 26 y 27, y que debe asumir el
cargo de Presidente de la República ante el Congreso
Pleno, prestando el juramento o promesa de rigor, ante
el Presidente del Senado. Una vez hecho, se completa la
investidura regular como Presidente de la República en
ejercicio.
2). Que los órganos actúen dentro de su competencia.

El ejercicio del poder debe hacerse conforme a


derecho.

Los titulares o integrantes de los órganos del


Estado, investidos regularmente, actúan válidamente,
cuando lo hacen dentro de su competencia, dentro de las
atribuciones que se les ha conferido expresamente por la
Constitución o las leyes. Quedándoles prohibido
atribuirse otra autoridad o derechos, ni aún a pretexto
de circunstancias extraordinarias. (art. 7º inc. segundo).
3). Que dicha actuación se realice en la forma que
prescriba la ley.

Los órganos del Estado actúan válidamente,


ajustándose a la forma o procedimiento prescrito por la
ley.

El principio de supremacía constitucional y el de


legalidad son pilares básicos del Estado de Derecho,
puesto que configuran un ordenamiento jurídico
limitante del poder político y garantizador de los
derechos fundamentales de las personas.
NULIDAD DE DERECHO PÚBLICO.

¿Qué ocurre cuando los órganos del Estado, sus


titulares o integrantes de dichos órganos, o las
personas, instituciones o grupos quebrantan el principio
de legalidad?

La respuesta la dan los incisos finales de los


artículos 6º y 7º.

El primero señala que “la infracción de esta


norma generará las responsabilidades y sanciones que
determine la ley”

El segundo expresa que “todo acto en


contravención a este artículo es nulo y originará las
responsabilidades y sanciones que la ley señale”.
Es decir, encomienda a la ley contemplar
responsabilidades y sanciones para el infractor. Puede
la ley establecer responsabilidad política, civil, penal,
administrativa, e indicar la sanción que ha de aplicarse,
siendo las penales las de mayor gravedad.

Pero además de ellos, se sanciona el acto que ha


sido realizado y que no está amparado por el derecho,
privándolo de todo efecto jurídico, al declararlo nulo, y
hacerlo desaparecer del ordenamiento jurídico.

Por ello el inciso final del artículo 7º expresa que


“todo acto en contravención a este artículo es nulo”.

Señalados los principios de primacía


constitucional y de legalidad, se sigue su complemento
natural, que es la nulidad de derecho público, cuando
un acto los ha infringido.
La nulidad es la sanción por la omisión de
requisitos y formalidades que la Constitución o las leyes
prescriben para la validez de un acto y consiste en
desconocerle sus efectos jurídicos, estimándolo como si
no hubiese existido.

Podemos decir que las nulidades de derecho


público contempladas en el artículo 7º inciso final son
en definitiva nulidades administrativas.

Y ello porque en la tramitación de los procesos se


aplica la nulidad procesal, que sólo opera in límine
litis; es decir, que sólo puede alegarse y declararse en el
curso del proceso, por lo cual, ejecutoriada que sea una
sentencia, se convalidan definitivamente los actos
viciados que pudo haber en el proceso.
La nulidad contemplada en el artículo 7º inciso
final es una sola, y por tanto, no cabe hacer las
distinciones propias del derecho civil, entre nulidades
absolutas y relativas.

La sanción de nulidad no opera de pleno derecho.


En efecto, el artículo 38 inciso segundo establece que
toda persona lesionada en sus derechos por la
administración estatal o municipal puede reclamar ante
los tribunales que determine la ley.

Mientras el acto no haya sido declarado nulo,


seguirá produciendo sus efectos jurídicos.

Se refuerza más todavía esta interpretación en la


Carta de 1980, dada la frase agregada por el
constituyente y que no figuraba en la anterior: es nulo “y
originará las responsabilidades y sanciones que la ley
señale”.
Y el artículo 38 inciso segundo que termina con la
frase: “Sin perjuicio de la responsabilidad que pudiere
afectar al funcionario que hubiere causado el daño”.

Es decir, el tribunal declara la nulidad del acto,


pero además determina la responsabilidad y la sanción
que pudiere caberle al funcionario infractor de la
legalidad. Y esto último es materia de un tribunal, dado
que como lo señala el artículo 19 Nº 3, inciso cuarto:
“Nadie puede ser juzgado…sino por el tribunal que le
señale la ley”.

Cuando el constituyente quiso sancionar un acto


irregular en forma ipso iure, lo señaló expresamente.
Así, el artículo 35 establece que “los reglamentos y
decretos del Presidente de la República deberán firmarse
por el ministro respectivo”, y agrega, “no serán
obedecidos sin este esencial requisito”.
DOS PRINCIPIOS DE DERECHO PÚBLICO.

Los incisos segundo y tercero del artículo 7º, que


reproducen el artículo 4º de la Carta de 1925, con
muy ligeras variantes, consagran otros aspectos.

En efecto, al establecerse que “ninguna


magistratura, ninguna persona, ni grupo de personas
pueden atribuirse ni aun a pretexto de
circunstancias extraordinarias, otra autoridad o
derechos que los que expresamente se les hayan
conferido en virtud de la Constitución y las leyes”, se
consagra:

1) El principio que en Derecho Público, sólo puede


hacerse lo que expresamente se ha facultado por la
Constitución o la ley.
Distinto, por tanto, al principio del Derecho Privado,
en el cual se puede hacer todo aquello que no está
expresamente prohibido por la ley.
2) La disposición del inciso segundo del artículo 7°
contribuye al establecimiento de la separación
orgánica de funciones.

En efecto, en varias disposiciones señala la


Constitución los órganos constitucionales y las
atribuciones que a cada uno de ellos compete; es
decir, al haber distribuido en distintos órganos las
diferentes funciones estatales, y al consagrar la
prohibición del artículo 7° inciso segundo, que
ninguna magistratura puede atribuirse otra
autoridad o derechos que los que expresamente se les
hayan conferido en virtud de la Constitución o la Ley,
se recoge constitucionalmente, el principio de la
separación orgánica de funciones.

Principio esencial de la organización


constitucional y cuya infracción está sancionada con
la nulidad del acto que lo contravenga, sin perjuicio
de las demás sanciones y responsabilidades legales
del infractor.
Cada órgano estatal queda acantonado,
encuadrado, enmarcado dentro de la esfera de las
atribuciones que expresamente se les ha conferido, y sin
que pueda salirse de él.

Se trata de una separación flexible, porque al


confiarse a un órgano una función en forma
preponderante, se le otorgan, secundariamente, otras
funciones, y que han sido radicadas prevalentemente en
otros órganos.

Por ejemplo, al Presidente de la República


pertenece la función gubernamental y administrativa.
Sin embargo, también participa en la función legislativa
como órgano colegislador y tiene atribuciones que
recaen en el ámbito judicial, como la de conceder
indultos particulares.
PRINCIPIO DE PROBIDAD. (ART. 8º).

“El ejercicio de las funciones públicas obliga a


sus titulares a dar estricto cumplimiento al principio de
probidad en todas sus actuaciones”.

Según el diccionario de la R.A.E., probidad es


honradez, y ésta es rectitud de ánimo, integridad en el
obrar. Por ende, el principio de probidad es el honesto y
recto ejercicio de las funciones públicas por sus
titulares.

El principio de probidad ha sido elevado al nivel


constitucional, y obliga a los titulares que ejercen
funciones públicas. Por tanto quedan comprendidas
todas las funciones públicas, todas aquellas en que se
expresa el único poder del Estado cualquiera sea su
forma jurídica normativa.
Por tanto, el principio de probidad constitucional
abarca las funciones constituyente, legislativa, de
gobierno, administrativa, jurisdiccional, de control, de
dirección de la investigación de los delitos por el
Ministerio Público, velar por la estabilidad monetaria,
regular el circulante y otras de carácter técnico
entregadas al Banco Central, consultivas como las
entregadas al Consejo de Seguridad Nacional.

Las distintas funciones son entregadas para su


ejercicio a los distintos órganos del Estado,
centralizados, desconcentrados o personificados,
unipersonales o colegiados, directivos y subordinados,
cuyos titulares o integrantes quedan obligados “a dar
estricto cumplimiento al principio de probidad en todas
sus actuaciones”.

El principio de probidad es incompatible con todo


acto de corrupción.
PRINCIPIO DE PUBLICIDAD.

Establece el artículo 8º inciso segundo:

“Son públicos los actos y resoluciones de los


órganos del Estado, así como sus fundamentos y los
procedimientos que utilicen”

El Diccionario de la R.A.E. señala que “público”


es lo “notorio, patente, manifiesto; perteneciente o
relativo a todo el pueblo”. Y “publicidad” es “cualidad o
estado público”.

El precepto declara que “son públicos los actos y


resoluciones de los órganos del Estado”.
Con ello establece la regla general:
Todos los actos y resoluciones de todos los
órganos del Estado son públicos.
Es decir son públicos:

-Los actos constituyentes: la Constitución y sus


reformas.
-Los actos legislativos: las leyes interpretativas, las
leyes orgánicas constitucionales, las leyes de quórum
calificado, las leyes comunes u ordinarias.
- Los reglamentos de las Cámaras.
- El reglamento del Consejo de Seguridad Nacional.
-Los reglamentos dictados en virtud de la potestad
reglamentaria del Presidente de la República.
-Los Decretos Supremos.
-Las instrucciones.
-Las sentencias de los órganos jurisdiccionales.
-Los acuerdos adoptados por órganos colegiados.
-Los dictámenes.
-Las resoluciones.
-En general, los actos de la Administración Pública.
Quedan, por ende, comprendidos en esta regla
general, todas las manifestaciones de voluntad que se
traducen en actos jurídicos pronunciados por la
pluralidad de los órganos del Estado.

Pero el precepto comprende también en esta


cualidad de “públicos” a sus “fundamentos y los
procedimientos que utilicen”.

De manera que se incluyen en la publicidad los


antecedentes que se tuvieron en consideración, los
procedimientos, que se utilizaron, muchas veces muy
complejos, que constan de sucesivas etapas, como por
ejemplo para dictar una ley, un decreto o una sentencia
judicial.
Excepciones:

“Sin embargo, sólo una ley de quórum calificado


podrá establecer la reserva o secreto de aquéllos o de
éstos, cuando la publicidad afectare el debido
cumplimiento de las funciones de dichos órganos, los
derechos de las personas, la seguridad de la Nación o el
interés nacional”.

Sólo mediante una ley de quórum calificado se


puede establecer la reserva o secreto, ya sea de los actos
o resoluciones, así como de los fundamentos y
procedimientos.

La ley de quórum calificado debe ser aprobada


por la mayoría de los diputados y senadores en ejercicio.
La reserva, según el diccionario de la R.A.E. es la
“guarda o custodia que se hace de algo, o prevención de
ello para que sirva a su tiempo”.

El secreto es “cosa que cuidadosamente se tiene


reservada y oculta”.

Este último es más exigente que la reserva, ya que


exige un cuidado especial.

Estas limitaciones excepcionales podrán


imponerse en cuatro situaciones taxativamente
señaladas:

1). Cuando la publicidad afectare el debido


cumplimiento de las funciones de dichos órganos.

Por ejemplo, un acuerdo del Banco Central que efectúe


una devaluación monetaria, debe ser reservada para
evitar especulaciones.
2). Cuando la publicidad afectare los derechos de las
personas.

Por ejemplo, la séptima disposición transitoria de la


C.P.R. establece: “El indulto particular será siempre
procedente respecto de los delitos a que se refiere el
artículo 9° cometidos antes del 11 de marzo de 1990.
Una copia del decreto respectivo se remitirá, en carácter
de reservado, al Senado”.

3). Cuando la publicidad afectare la seguridad de la


Nación.

Por ejemplo, el artículo 107 inciso tercero establece que


las actas del Consejo de Seguridad Nacional “serán
públicas, a menos que la mayoría de sus miembros
determine lo contrario”.
4). Cuando la publicidad afectare el interés nacional.

Por ejemplo, el artículo 32, en su número 15, señala que


son atribuciones especiales del Presidente de la
República someter a la aprobación del Congreso los
tratados que estime convenientes para los intereses del
país, y señala su oración final: “las discusiones y
deliberaciones sobre estos objetos serán secretos si el
Presidente de la República así lo exigiere”.
CONDENA AL TERRORISMO. (ARTÍCULO 9°)

El artículo 9° establece que el terrorismo, en


cualquiera de sus formas, es por esencia contrario a los
derechos humanos.

Se ha señalado que su finalidad primordial es


perturbar el orden, atemorizar a la sociedad o a ciertos
grupos o realizar venganzas o represalias para
desintegrar el régimen político o social imperante.

Una ley de quórum calificado determinará las


conductas terroristas y su penalidad.
Sin perjuicio de la penalidad que establezca la ley, el
artículo 9° inciso segundo, establece, además que los
responsables de estos delitos quedarán inhabilitados
por el plazo de 15 años para:

1) Ejercer funciones o cargos públicos, sean o no de


elección popular.
2) Ser rector o director de establecimiento de educación,
o para ejercer en ellos funciones de enseñanza.
3) Explotar un medio de comunicación social o ser
director o administrador del mismo, o para
desempeñar en él funciones relacionadas con la
emisión o difusión de opiniones o informaciones.
4) Ser dirigente de organizaciones políticas o
relacionadas con la educación o de carácter vecinal,
profesional, empresarial, sindical, estudiantil o
gremial en general.
Esas inhabilidades constitucionales son sin
perjuicio de otras inhabilidades o de las que por
mayor tiempo establezca la ley.

Estos delitos a que se refiere el artículo 9° inciso


segundo, serán considerados siempre comunes y no
políticos para todos los efectos legales. En
consecuencia, los responsables pueden ser
extraditados en conformidad a los respectivos
tratados internacionales sobre la materia, ya que no
los beneficia el asilo político.

Establece el artículo 9° inciso tercero, que


respecto de estos delitos a que se refiere el inciso
segundo “no procederá respecto de ellos el indulto
particular, salvo para conmutar la pena de muerte
por la presidio perpetuo”
La regla general, es que el indulto particular no
procede, se admite una sola excepción: para conmutar la
pena de muerte por la de presidio perpetuo.

Es al Presidente de la República a quien le


corresponde otorgar indultos particulares (art. 32 N° 14).

El texto primitivo establecía que respecto de estos


delitos no procedía la amnistía ni el indulto.

La amnistía se concede por ley y elimina la pena


y el carácter de condenado. Se reputa al afectado como
si nunca hubiere delinquido.

El indulto, en cambio, sólo elimina, sustituye o


reduce la pena, pero no borra el carácter de condenado
del afectado. Se concede por ley, tratándose de indultos
generales; es decir, de aquellos que alcanzan
indeterminadamente a muchos individuos.
Tratándose de indultos particulares, se conceden
por decreto supremo y se otorga a un determinado
individuo el beneficio, atendiendo a sus características
personales o circunstancias individuales.

Con la modificación a la Constitución, por la Ley


N° 19.055 se eliminó la prohibición para aprobar –en
general- leyes de indultos generales y amnistías, para lo
que se requiere un quórum calificado.

Pero tratándose de delitos terroristas el quórum


exigido es mayor, ya que corresponde a las dos terceras
partes de los diputados y senadores en ejercicio.
FIN

También podría gustarte