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Esta Ley fue presentada al Congreso en octubre de 2005 y en 2006 fue incorporado por
la Presidenta de República Michelle Bachelet dentro de las 36 medidas de gobierno
para los primeros 100 días. La Subvención Escolar Preferencial se instaura con la Ley
Nº 20.248, promulgada el 2 de febrero del 2008 y se comenzó a pagar a contar el 6 de
junio del 2008.
Desde los cuatro ejes mencionados en el acápite primero, surge un elemento clave y
medular a identificar en nuestro sistema educativo que es la Eficacia Escolar.
Actualmente se entiende que “una escuela es eficaz si consigue un desarrollo integral
de todos y cada uno de sus alumnos mayor de lo que sería esperable teniendo en
cuenta su rendimiento previo y la situación social, económica y cultural de las familias”
(Murillo, pág. 2, 2003). Parafraseando sobre la eficacia escolar puedo señalar que no
sólo es un componente de mejora, sino de todo su entorno social, organizacional y
político. Es con esta visión que se pueden construir las formas de cooperación en
nuestro sistema educativo. La visión de Murillo pasa por recorrer desde los conceptos
(aprendizaje, equidad) al plano de la moral social, encajonados en el escenario de la
justicia.
Ahora desde nuestra realidad la escuela asume nuevos desafíos nunca antes
encontrados, que deben ser considerados e interiorizadas por toda la comunidad
educativa. Para afrontar el ineluctable contexto de cambio permanente en el marco de
la Subvención Preferencial, el Ministerio ha propuesto una mirada desde el enfoque de
mejoramiento continuo. Este enfoque postula afrontar los procesos que posibilite el
desarrollo paulatino de diversas prácticas en nuestra cultura para confrontar las
problemáticas y el tratamiento de las soluciones a éstas.
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La categorización de las escuelas en “Autónomas”, “Emergentes” y “En Recuperación”, se efectúa en base a quintiles de nivel
socioeconómico según establecimientos; al interior de cada quintil se divide a las escuelas en los tres grupos descritos, según los
resultados del SIMCE y los puntos de corte establecidos en la Ley.
También considero que es ineludible afirmar que la instalación de la idea de
subvención por concentración, que fue iniciativa de algunos “honorables
parlamentarios”, debería incidir en que las escuelas busquen diversificar su matrícula
pensando que los alumnos (as) prioritarios puedan ser importantes por traer mayores
recursos.
Aunque la necesidad de dar más recursos a las escuelas que educan a los niños más
pobres es clara, es sin duda alguna según mi percepción innegable que el dispositivo
para asignar estos recursos deba ser una extensión del sistema de subvención escolar
a la “demanda”. Históricamente nuestro país acumula más de dos décadas de
asignación de recursos mediante el sistema de subvención, no existiendo ninguna
evidencia empírica acerca de su efectividad para perfeccionar los aprendizajes.
Al mismo tiempo ya sabemos que las prioridades contempladas para este primer año
van desde: identificar los alumnos prioritarios (JUNAEB-MINEDUC), clasificación de las
escuelas (MINEDUC), implementación de la Infoescuela, registro de instituciones de
Asistencia Técnica2 (http://www.registroate.cl), firma de convenios para finalizar con el
pago de la subvención preferencial. Posteriormente, en el segundo año se priorizará la
validación/aprobación planes de mejoramiento, fiscalización de uso de recursos y
acreditación y operación de asistencias técnicas externas, entre otras.
Visiblemente, analizando el tema financiero, se aprecia que existe una gran asimetría
entre los estándares de resultados registrados y el costo de estos. Esta situación
sugiere algunas interrogantes a plantearse: ¿Es factible la actual tasa de inversión en
educación pública con los objetivos de país que se buscan? ¿Cómo organizar
apropiadamente un sistema de financiamiento de la educación que pueda romper el
órbita de la pobreza?. En razón de lo expuesto, más que preguntarnos por qué los
establecimientos subvencionados (sean municipales o particulares) poseen bajos
rendimientos, la afirmación es por qué en nuestro país ser pobre determina bajos
resultados escolares. Más que sofocarse por los bajos resultados escolares, es más
pertinente hacerlo por los altos niveles de pobreza de nuestra población.
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La Ley de Subvención Escolar Preferencial establece que los recursos podrán ser destinados exclusivamente a la contratación de
Asistencia Técnica Externa en el marco de este registro.
En este preciso momento me permito plantear algunas sugerencias a la Ley de SEP:
Eliminar el puntaje SIMCE como criterio de entrega del subsidio, favoreciendo así a
las escuelas que retengan a los alumnos más vulnerables.
Disminuir la carga horaria de los docentes y reducir el número de alumnos por sala,
como una reforma indispensable para mejorar la calidad educativa en escuelas
vulnerables e incorporar a los profesores al plan de mejoramiento educativo,
elemento clave para que éste resulte.
La Ley de SEP confunde la equidad para entregar más recursos a los más necesitados,
con el considerar esos recursos como un “laurel” para las escuelas más efectivas. El
resultado es el contrasentido de que conforme las escuelas van enfrentando mayores
conflictos, la Ley proponga entregarles cada vez menos recursos. Cabalmente preveo
que las escuelas con mayor concentración de pobreza, no selectivas, situadas en zonas
marginales, estarán sobrerrepresentadas en la categoría de supuestamente “menos
efectivas”.
De igual forma puedo señalar que no se hace mención alguna a las dificultosas
contrariedades que aquejan al Sistema de Administración Municipal de Educación,
donde prácticamente se educa el 80% de los niños “vulnerables”.
Hoy en día concederles más recursos a las escuelas que han obtenido mejores
puntajes SIMCE (autónomas) y menos a aquellas que han obtenido menores puntajes
(en recuperación o emergentes) eventualmente simbolizará gratificar a las escuelas que
han seleccionado a sus alumnos (as) y castigar a aquellas que han trabajado en los
contextos sociales más desfavorables.
Ahora desde otra perspectiva tengo la impresión que para revertir las desigualdades de
origen que tienden a predeterminar las expectativas de desarrollo de las personas. Una
política de financiamiento a la educación con oportunidades mejor distribuidas no tiene
por qué impedir el aporte proveniente del núcleo familiar y de los municipios. Sin
embargo, la política pública debe jugar un rol dinámico para que la distribución
resultante final en futuro próximo no sea fatalmente regresiva.
No puedo finalizar sin antes responder a las interrogantes aludidas en las páginas
anteriores, ya que el Estado debe proveer de información sobre los parámetros de
calidad por medio de su propia acción educativa. En el ámbito de la equidad el objetivo
es potenciar la productividad de los más desaventajados y permita acercar los frutos del
desarrollo a los más pobres, produciendo una efectiva movilidad social.
Para culminar puedo inferir que al combinar esta proposición de incentivos con la nueva
subvención preferencial para los alumnos más pobres, hace que esta parezca más un
estímulo a la “aparente” efectividad, más que una respuesta a la “distinguida” inequidad
presente en nuestro sistema educativo.
Referencias