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¿Existen las ciencias ambientales?

El interés por las temáticas ambientales se ha acelerado desde los sesenta (Bocco 2010,
26). En México, aunque existen investigaciones pioneras en 1958 y 1959, también inician
formalmente en la década de los setenta (Hernández 2008, 57, 49, 64, 65). A nivel
Latinoamérica existen cada vez más Núcleos, Programas, Centros e Institutos vinculados
a la temática ambiental; incluso se han desarrollado carreras y posgrados no sólo afines a
los temas ambientales, sino que específicamente en ciencias ambientales. En esta región
“prácticamente la totalidad de los Sistemas Nacionales de Investigación Científica no […]
reconoce formalmente la existencia de las ciencias ambientales”, sino que los
investigadores vinculados a las ciencias ambientales se posicionan en otras áreas del
conocimiento. Lo que “responde a una larga herencia de compartimentación y
fragmentación del anterior conocimiento en campos disciplinarios en los que se
desarrollan las especialidades reconocidas de la ciencia normal” (Leff 2007b, 6). Por eso
es necesario responder qué son las ciencias ambientales.

Al respecto existen diversas posturas. Una es la escéptica que, sin desconocer la existencia
de redes, posgrados e investigación en ciencias ambientales, reconoce la dificultad que
implica el que éstas estén vagamente definidas “en términos epistemológicos”, lo que se
refleja en que existan distintas aproximaciones de las ciencias ambientales, desde las
ligadas a las ciencias naturales y las ingenierías, hasta las ligadas a las ciencias sociales y
las humanidades (Bocco y Urquijo 2013, 84, 93). Del reconocimiento de lo anterior se
desprende lo prematuro o artificial de categorizar a tales aproximaciones, pertenezcan a
subdisciplinas o disciplinas híbridas, como “ciencias ambientales”. Ya que, a pesar de una
preocupación común en la investigación de lo ambiental ligada a problemas ambientales,
pululan los conflictos entre paradigmas; de modo que se carece de categorías taxonómicas
compartidas, las cuales constituyen el prerrequisito de la comunicabilidad, y por lo tanto,
las disciplinas que investigan lo ambiental carecen de unidad entre ellas (Bowler 1998,
III; González y Toledo 2011, 23, 24; Giannuzzo 2010, 147; Cubillos 2007, 72; Bocco
2010, 29).9 Desde esta postura se concibe al concepto ambiente como una noción o a lo
mucho como un concepto ambiguo y, por lo tanto, como uno no científico (Duque 2007,
80, 81; Giannuzzo 2010, 147), así que la expresión ciencias ambientales “pertenece a un
contexto […] que no reconocerían los científicos de generaciones anteriores” que estaban
ligados a la ciencia moderna. El posicionamiento escéptico postula también que las
llamadas ciencias ambientales abarcan distintos estudios con poca interacción real,
siéndoles ajena una unidad que ha sido “impuestas por la creciente conciencia del público
sobre la amenaza planteada al medio por nuestras propias actividades” (Bowler 1998,
1). La postura escéptica sobre las ciencias ambientales implica ya un grado de reflexiones
epistemológicas y una puesta en crisis del conocimiento que puede impulsar o estar aparejado
con un cambio de matriz disciplinaria. La postura escéptica niega la existencia de las ciencias
ambientales por una o varias de las razones plasmadas arriba y considera a lo ambiental, sea
como ambiente1, ambiente2, ambiente3 o ambientex, no como un área o campo, sino como una
perspectiva (Bocco y Urquijo 2013, p. 76). La otra postura está ligada a una falta de reflexión
epistemológica, lo que genera un dogmatismo y una falta de preocupación por definir las
ciencias ambientales y más bien las da por sentado. Esta postura supone que el concepto de
ciencias ambientales es universalmente compartido por los actores implicados y reconocido
como un campo disciplinar definido (Giannuzzo 2010, 135, 137), incluso puede conllevar
definiciones que superen el sentido difuso de ambientex, pero asume que tales definiciones
son un reflejo de la realidad. A pesar de que en los posgrados en ciencias ambientales se
realizan discusiones sobre la identidad y características de las ciencias ambientales, la postura
dogmática imposibilita la observación de las tensiones e inconsistencias existentes al, como la
ciencia en su etapa normal (Kuhn 2006), avocarse a resolver rompecabezas. Entre las
investigaciones de temática ambiental es posible encontrar las dos posturas, tanto la que da por
reconocidas a las ciencias ambientales, como las que abordan los problemas ambientales sin
enunciar que pertenecen a un área científica denominada ciencias ambientales (Giannuzzo
2010, 129).10 Sin embargo, no toda consideración ambiental tendría por qué ser dogmática,
sino que es posible encontrar textos sobre lo ambiental que dejan atrás el dogmatismo sin
llegar al escepticismo

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