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Historia sobre la

arquitectura y la
estética de las
escaleras

Natalia González Zaragoza

ngzaragoza@yahoo.es

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INTRODUCCIÓN

Este artículo pretende rendir homenaje a las escaleras, uno de los inventos
arquitectónicos más importantes que sirve, para salvar espacios, acceder a
otras estancias superiores o inferiores o rodear un volumen vacio o sólido.

Este elemento arquitectónico será tratado en el artículo desde sus orígenes


más austeros en la Edad Media, hasta su situación crítica en la actualidad;
pues su majestuosidad, su posición ancestralmente centralizada en un edificio
y su valor estético, han ido desapareciendo poco a poco hasta convertirse en
un elemento globalizado y normalizado por el diseño.

E l artículo se centrará especialmente en las etapas doradas de este elemento,


como son el renacimiento, el barroco y el modernismo.

HISTORIA SOBRE LA ARQUITECTURA Y LA ESTÉTICA DE LAS


ESCALERAS

-“Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de


manera tal que, una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y que
luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una
nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada
hasta alturas sumamente variadas.”-

Este comienzo del cuento de Julio Cortázar, “Instrucciones para subir una
escalera”, describe a la perfección el acto diario de subir una escalera como
una actividad mecánica, aunque añade el efecto mágico de ese plegar del
suelo, en el que se describen planos horizontales a distinto nivel. Se trata de
una descripción geométrica en toda regla de un acto cotidiano, pero percibido
de un modo inusual. Estos planos horizontales que forman pliegues, fueron
todo un descubrimiento que debió de surgir tras el invento o hallazgo del plano
llano. El plano horizontal fue también una aportación de la creatividad humana,
pues las extensiones de las superficies planas apenas se encuentran en la
naturaleza, exceptuando el caso del agua cuando se encuentra en reposo, pero
lógicamente no se puede andar sobre ellas. A partir de esta creación fue
posible la superposición de planos que permitían acceder a espacios más
elevados, este fue el nacimiento de la escalera que representó durante
muchos siglos el corazón de cualquier edificio.

La escalera es una construcción arquitectónica fascinante y de gran belleza,


que ha creado espacios de gran valor estético en todas las corrientes artísticas,
aportando elementos y diseños innovadores. A través de sus diseños, la
escalera ha ido acompañada o por libre con elementos como la barandilla, con
todo tipo de grosores, materiales y decoraciones en su siempre diagonal
descenso o ascenso; con deseados rellanos cuando la escalera se nos hace
infinita, que suele ser el lugar destinado a algún tipo de decoración escultórica
o vegetal; o con elementos como el arranque de la barandilla que ha aparecido
con diseños de todo tipo realizados con materiales como la forja y la piedra.

Pero en la actualidad su presencia es puramente funcional, casi


estandarizada, y opcional ante la presencia del ascensor y la escalera
mecánica. El ascensor, sin duda, ha sido otro gran invento, pues sin él no
habría rascacielos. Lo mismo ocurre con la escalera mecánica, que sin ella las
bajadas al metro serían eternas y más con nuestro equipaje.

Desde hace un siglo, la concentración urbana y las casas de pisos han


disminuido la importancia de la escalera en beneficio de las soluciones
mecánicas. Por razones de seguridad se prefieren a veces las escaleras
mecánicas en los centros comerciales y en las estaciones de trenes y
transportes en general.

Realmente parece que, parte de la culpa recae en las normas de seguridad


sobre posibles incendios, que sitúan a la escalera como un peligro, si se abre
sobre todo a un espacio habitable y familiar. Esta debe aparecer independiente,
aislada del fuego y accesible solo por puertas de cierre automático. Esto nos
lleva a ver un tipo de escalera cada vez más estándar, económica, aburrida,
con todos los escalones iguales y normalizados en todos los espacios actuales.

A continuación citaré algunos tipos de escaleras y diseños correspondientes a


diferentes épocas que han contribuido a crear espacios memorables a lo largo
la historia del arte.

La escalera cuando apareció al aire libre podía ejercer varias funciones, como
fue la monumental ,durante el imperio romano, religiosa, como las pirámides
escalonadas de los mayas; podía confundirse con un área teatral, como en
Cnossos , formando las gradas de un templo griego, o las escalinatas de un
templo romano ; por su parte las escaleras interiores tanto en la antigüedad
como en la edad media tienen un mero valor utilitario, tanto si son rectilíneas,
como de caracol (termas romanas y catedrales).

Los arquitectos griegos fueron los que diseñaron y dimensionaron los


peldaños, dimensiones que se mantuvieron durante siglos, un ejemplo de su
perfección y simetría se presenta en el teatro de Epiduro.

Vitrubio, famoso arquitecto romano del s. I d. C, expuso las reglas de


dimensionamiento de todo tipo de escaleras, las cuales podían quedar
divididas en uno, dos o tres tramos. Su tratado se basaba en cálculos en los
que se aplicaba el famoso teorema de Pitágoras, y éstas debían estar en
consonancia y armonía con el resto del edificio.

En la Edad Media las escaleras desempeñan sobre todo funciones militares y


estratégicas, por eso es normal que se sitúen casi exclusivamente en torres,
miradores de castillos y conventos. En España destaca la extraña escalera
situada tras el muro del refectorio del monasterio de Santa María de Huerta, en
Soria, la cual conduce al púlpito, desde donde los monjes daban el sermón;
esta escalera destaca sobre todo por su disposición ahorrativa del espacio,
pues aparece incrustada en el muro y muestra su espacio a través de sus
arcadas de medio punto.

La escalera más revolucionaria y funcional de la Edad Media es sin duda la


escalera de caracol. A partir de esta escalera surgieron todo tipo adaptaciones
y remodelaciones a lo largo de la historia, por lo que puede asegurarse que es
la estructura más práctica y funcional. Este tipo de escalera mejoró
considerablemente a lo largo de la Edad Media, pues sus primeras
construcciones destacan por su tosquedad, incomodidad y estrechez, y
muchas veces carecían de descansillos. La escalera de barandilla superpuesta
supuso el primer estiramiento de la escalera medieval de caracol, un ejemplo
se muestra en el Monasterio de las Descalzas en Madrid.

En el gótico español una de las escaleras más interesantes se halla en la


catedral de Burgos, en su interior y conjuga perfectamente el espacio
arquitectónico con el ornamental.

El deseo de expresar el carácter de la escalera de un modo renovado y


distinguible, se muestra sobre todo en los palacios y palacetes del s.XIV. En el
Renacimiento se ponen de moda las escaleras rectas, como la escalera de
piedra con tramos rectos y descansillos que comunica dos pisos en la catedral
de Rúan. En ella destacan además la barandilla de piedra con paneles calados
que varían según las alturas. La escalera imperial del Escorial, es un tipo de
escalera genuina del arte español, que nace en el s.XVI y se convirtió en
modelo para las grandes escaleras barrocas. Una de las escaleras más bellas
del renacimiento fue la escalera Laurenciana, que diseño Miguel Ángel, la cual
anunció la llegada del Manierismo. Miguel Ángel diseño unos peldaños
amplios que se abren en forma de abanico creando un efecto ilusionista, típico
del Barroco. A partir del Renacimiento se inicia una nueva estética y
perspectiva de la escalera, estás se vuelven más espaciosas y ceremoniosas.

En el Renacimiento destacan las escaleras suspendidas de ojo central. En


este tipo de escalera la rampa gira alrededor del hueco con una tendencia a
abandonar las barandillas superpuestas, eliminando paulatinamente los
pilaretes continuos. Las escaleras ofrecen ahora peldaños rectos, mejoran su
perspectiva y la comodidad del que las sube o baja y se logra en definitiva una
mayor armonía entre la planta y el alzado. Una de las escaleras más bellas e
interesantes es la escalera de Bramante que se encuentra en el Palacio de
Belvedere y Museos Vaticanos.

La exuberancia y suntuosidad del Barroco nos muestra a una sociedad


compleja que necesitó rodearse de todo tipo de decoraciones para lograr un
efecto de eterno teatro, en el que el hombre abre todos sus sentidos al
espectáculo del arte. En el Barroco se vivió la contrarreforma que reforzó al
sentimiento religioso como una exaltación del sufrimiento y condena, por lo que
la escalera se muestra para el arquitecto como una metáfora del espíritu que
se eleva al ascender por ella y que sirve, de este modo, como nexo de unión
entre lo terrenal y lo espiritual. La escalera aparece ahora como elemento
centralizado, coronado muchas veces por cúpulas, linternas o techos
decorados por bellos frescos. La escalera Barroca de Wúrzburg, es una de las
más impresionantes de todos los tiempos y, en su cubierta destaca un fresco
de Gianbattista Tiepolo.

En el Barroco la escalinata tiene un gran desarrollo artístico, y estas aparecen


sobre todo en fachadas y jardines. Al subir estas escaleras, que cambian de
recorrido en su ascenso y descenso de un modo zigzagueante, permiten
observar a los edificios desde distintos ángulos como si se tratará de un
espectáculo teatral que cambia de lugar o posición.

Las escaleras curvilíneas en el s. XVII se prolongan hasta el s. XIX. Se basan


en la escalera de caracol, pero ahora se muestra independiente, por lo que se
estudió el crear nuevos elementos para mejorar sus pesos y su estructura.
Estas fueron reforzadas por unos elementos llamados jabalcones y destacan
los peldaños compuestos con separación de huellas y contrahuellas. Las
escaleras curvilíneas destacan también en este periodo por su tendencia a
complicar los tramos y trazados: de cuatro centros, de doble curvatura, de
oblonga, etc.

El carácter preeminente de su presencia, destaca en edificios de espectáculo


como la Ópera de Paris, de Garnier, que mezcla varios estilos arquitectónicos y
destaca una profusa decoración. También es digna de nombrar la doble
escalera de Bruchsal, que destaca por su virtuosismo y valentía. La escalera
de honor girando en torno al tramo de partida central con tramos de herradura
realizada por Joly de Sint-Nicolás en el Ayuntamiento de Nancy. También es
digna de mención la estupenda y fotogénica escalera de La piazza di Spagna
de Roma. Esta llama la atención por su efecto visual, debido a su gran altura a
través de diversos tramos que la estructuran como si se tratase de una
catarata, mostrándose así como un elemento totalmente escénico.

En el s.XIX destaca la escalera la escalera a la inglesa, conocida como de


cremallera, debido a su perfil dentado, estando la zanca al aire, en el lado del
hueco. Este tipo de escaleras, junto a otras del s. XVII y XVIII pasaron a
realizarse en metal al surgir la revolución industrial. Más avanzado el s.XIX hay
una reacción contra los diseños anteriores, en los que el diseño de la escalera
se amoldaba a los nuevos materiales y, se vuelven a recuperar modelos
pasados históricos. El resultado fue una mezcla de elementos antiguos con
elementos más modernos, como por ejemplo, molduras geométricas y
balaustres barrocos de bulbo en las barandillas. Sólo al final del s.XIX surge un
estilo realmente innovador que se impone frente a este eclecticismo: el
modernismo. Durante este periodo destacan particularmente todas las
escaleras del arquitecto Antonio Gaudí que reciben un tratamiento original y
muy ligado a las formas híbridas relacionadas con la naturaleza. Se recuperan
materiales olvidados como la madera y dominan las escaleras de hierro colado.
Destacan también las escaleras de Thonet de haya curvada. Mientras en
Bélgica el arquitecto Víctor Horta va adquiriendo un gran reconocimiento por
sus diseños arriesgados. Horta estuvo muy influenciado por el arte oriental y
aprendió de él a descartar la simetría, y a introducir un lenguaje más fluido y
cercano a la naturaleza, destaca especialmente la escalera que diseño con
acero del nº 12 en la Rue de Turín, en Bruselas.

En el s. XX se empiezan a imponer las escaleras de hormigón armado que


produce una continuidad total en las rampas. Con el racionalismo su posición
remarca los volúmenes y se muestra con una estética depurada en formas y
elementos. Le Corbusier es el mejor ejemplo dentro de esta tendencia, en la
que la escalera sigue teniendo un espacio especial en la arquitectura, pues sus
influencias provienen de la cultura clásica. Más adelante las escaleras
racionalistas empezaron a destacar por sus barandillas opacas de obra y por
su estética naval, a base de franjas metálicas horizontales pintadas de blanco.
También destacan, con una mirada más racional, las escaleras de Wright, en
especial las que se encuentran en su edificio Taliesin West, cerca de Phoenix,
Arizona que recuperan la estructura y disposición de los palacios de Creta.

Bibliografía:

Todo es comparable. Óscar Tusquets. Editorial Anagrama.

Historia del arte. Ernst.H.Gombrich. Editorial Alianza Forma.

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