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T E M A:

LA FIRMA EN LOS DOCUMENTOS PRIVADOS y EN LOS DOCUMENTOS


NOTARIALES. EL CONCEPTO DE LA FIRMA: SU EXPRESION GRAFlCA
y SU VALOR JURlDICO.

Por AMARA BITTAR

SUMARIO:

l. Instrumentos Privados.
U. Firma.
1Il. Firma a Ruego.
IV. Impresión Digital.
V. Firma en Blanco.

l. - Instrumento. Privado.:

El Art. 97? del c. c. establece que "La expresión por escrito puede tener lu-
gar, o por instrumento público o por instrumentos particulares, salvo los casos en
que la forma de instrumento público fuere exclusivamente dispuesta".

La expresión de voluntad de la. partes puede hacerse por escrito, por medio
de instrumentos públicos o privados, como lo establece la norma citada. Nos refe-
rimos en el presente, sólo a algunos aspectos del instrumento privado vinculados a
la firma de los otorgantes.

Los instrumentos privados son aquellos celebrados entre las partes sin interven-
ción del oficial público ni sujetos a forma alguna. La característica de los mismo.
es que se efectúan entre los interesados sin intervención de ninguna otra persona,
como lo establece el Art. 1012 del c. C., es decir, se trata de un acto bajo forma
privada.

Los instrumento. privados no están sujetos a formalidades especiales, salvo el


doble ejemplar o ejemplar plural cuando se documentan convenciones bilaterales

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(Art. 1021 del e. e. ). Rige respecto de ellos el principio de libertad de forma.
Este principio establecido por el Art. 974 del e.e-:
este Código, o por las leyes especiales no se designe forma para algún acto jurídico,
los interesados pueden usar de las formas que juzgaren convenientes", tiene amplia
vig er-cia en esta materia. En efecto, el Art, 1020 del e.e. dispone: "Para los
actos bajo firma privada no hay forma alguna especial. Las partes pueden formarlos
en el idioma y con las solemnidades que juzgen más corrverrien tr-s".

De donde resulta que los instrumentos privados pueden ser redactados en el


idioma que las partes convengan sea nacional o extranjero, en cualquier lugar, su
escritura puede ser manuscrita, mecanografiada o impresa, pueden ser firmados en
cualquier día aunque sea domingo, feriado o de fiesta religiosa (Art. 10 15) .

pero, para que exista instrumento privado, la ley exrg e como requisito esencial
1 las partes, Art. 1012 del e. Civil .

Diremos, siguiendo al profesor Dr. José A. Buteler que "instrumento


es toda escritura que lleva la firma de 108 otorgantes y que hace plena fe de
contenido respecto de las partes y
de 108 sucesores a título universal, luego que la
firma haya sido reconocida o se la tenga por reconocida en virtud de la ley". (1)

11. - Firma:

Según el Art. 1012 del e. e. la firma de las partes es una condición escncial
para la existencia de todo acto bajo forma privada. Ella no puede ser reemplazada
por signos ni por las iniciales de los nombres o apellidos.

Constituye el requisito esencial y común a todo. los instrumentos privados.


Sin firma no hay instrumento privado. Sólo cuando las partes firman, debe consi-
derarse que 108 otorgantes hacen suyas la declaración contenida en el documento. (2)

La firma no significa escribir con todas las letras el nombre completo, es decir,
el apelativo y el apellido de la persone, sino, la manera particular y habitual con
que ella suscribe los documentos dando fe de la declaración de voluntad allí expre-
sada. De ahí que a veces una persona pueda firmar con el nombre y el apellido,
con un sobrenombre, un seudónimo con el nombre de pila y alguna otra denomina-
ción o signo que revele la autoridad que inviste, siempre, claro está, que ésta sea
la forma habitual con que la persona firma. Es decir, no es necesaria la repro-
ducción integral del nombre de la persona. Lo que la caracteriza es la habitualidad.

El Art. 3633 del e. C., refiriéndose a la firma de los testamentos expresa:


"En los testamentos en que la ley exige la firma del mismo testador, debe ésta
escribirse con todas las letras alfabéticas que componen su nombre y apeilido. El
testamento no se tendrá por firmado cuando sólo se ha suscripto el apellido, o con
letras iniciales, nombres y apellidos, ni cuando en lugar de suscribir el apellido pro-
pio se ha puesto el de otra familia a la cual no pertenece el testador. Sin embargo.
una firma irregular e incompleta se considerará suficiente cuando la persona estu-
viese acostumbrada a firmar de esa marre ra los actos públicos y privados".

y la nota al Art. 3639 del e. e. aclara y precisa ese concepto al expresar


el codificador que "La firma no es la simple escritura que una persona hace de su
nombre o apellido; es el nombre escrito de una manera particular, según el modo

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habitual seguido por la persona en diversos actos sometidos a esta formalidad. Re-
gularmente la firma lleva el apellido de la familia; pero ésta no es de rigor si el
hábito constante de la persona no era firmar de esa manera. Los escritores franceses
citan el testamento de un Obispo, que se declaró válido, aunque la firma consistía
únicamente en una cruz seguida de sus iniciales y de la enunciación de su dignidad",

La doctrina y la jurisprudencia acoge uniformemente este concepto. (8)

La firma, como lo sostiene Manuel Arauz Castex, se distingue por los siguientes
caracteres: a) Olografía, esto ea, escritura de puño y letra; b) Expresión o alusión
al nombre o individualidad de quien la escribe; c) Peculiaridad o intención de que
sea exclusiva; d) Habittialidad en los actos en que Se la pone; e) Sentido de adhe-
sión o sea declararse autor del texto que la precede o conforme COn lo que el mismo
expresa. (4)

Debemos, sin embargo, distinguir la firma de aquellos signos o iniciales de


nombres o apellidos que no constituyen firma. Se trata habitualmente, de los signos
o iniciales con que se indica que se ha revisado un escrito, lo que se denomina
"inicialar", es decir, tomar conocimiento, señalar, revisar un documento, sin que
ello implique la voluntad de obligarse a aceptar el contenido del mismo. No pueden,
por tanto, invocarse en contra de quien así hubiere procedido para atribuirse el
contenido del documento como expresión de su voluntad. A estos signos se refiere
la segunda parte del Art. JO J2 y el Art. JO 14 que 'expresa: "Ninguna persona puede
aer obligada a reconocer un instrumento que esté sólo firmado por iniciales o sig-
nos; pero si el que así lo hubiese firmado lo reconociera voluntariamente, las ini-
ciales o signos valen como la verdadera firma".

E~ decir, la Firma no puede ser reemplazada por signos ni por las iniciales de
los nombres o apellidos. Lógicamente, si la firma consiste en iniciales o en una
rúbrica se la tendrá como tal. Muchas veces la firma consiste en un rasgo o rúbrica
ilegible, pero es firma si es la manera particular y habitual de hacerlo.

La ley se refiere a aquellos signos o iniciales que no constituyen firma, pero


si éstos fueren voluntariamente reconocidos se les atribuye el valor de la firma.

Finalmente diremos que, en general la firma debe ir al pie del documento,


pero a veces, puede ir en otro lugar, por ejemplo, al margen del mismo en caso
de faltar espacio al pie. Es ésta una cuestión de hecho, que deberá resolverse por
el juez según las circunstancias particulares de cada caso. (5)
111. - Firma a Ruego:

Firma a ruego es la que pone un tercero a pedido del otorgante del documento,
que no sabe o no puede firmar.

El Art. J 00 J del C. C. referido a las escrituras públicas, dispone que "Si al-
guna de las partes no sabe firmar debe hacerlo a su nombre otra persona que no
s ea de los testigos del instrumento".

Pero, respecto de los instrumentos privados se discute en doctrina la validez


de estos documentos firmados a ruego,

Se observan dos posiciones doctrinarias: a) Los que reconocen validez legal a


los instrumentos privados firmados a ruego y b) Los que se la niegan.

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Entre los primeros, Llerena manifieeta: "Si un documento es firmado a ruego
vale como instrumento privado, siempre que se pruebe la existencia del mandato
verbal para firmar (nota al Art. 1894 C.C.). Para esta prueba no basta la decla-
ración del firmante a ruego; es necesario la prueba de la existencia misma del
contrato y, en consecuencia, la autorización o mandato para firmar este después
de convenidas las partes. Si el acto es de aquellos que no pueden ser probados
por testigos sin un principio de prueba por escrito (Art. 1 193 y concordantes) el
documento firmado a ruego no se considera como principio de prueba por escrito. (6)

L1ambías, a su vez, considera que la firma de las partes supone una' interven-
ción personal de los interesados (Art. 1012 C.C.), pero, también pueden excep-
cionalmente actuar por medio de representantes. El Art. 1889 autoriza el otorga-
miento de mandato para cualquier acto lícito, puede ser, por tanto, que el objeto
del mandato consista en la firma a ruego . Obsérvese que el mandatario podría
haber suscripto el documento en su propio nombre aunque por cuenta del mandato,
por lo que no hay inconveniente legal, que firme un documento que interese a su
representando a ruego de éste. Cuando se impide esta solución se confunde la vali-
dez del documento con su fuerza probatoria. El documento firmado a ruego contiene
la firma de quien actúa tácitamente como mandatario del interesado, por tanto, no
puede dudarse de la validez del instrumento. En cambio, el valor probatorio del
documento dependerá de la prueba del mandato, que no puede consistir en la sola
declaración del mandatario. (7)

Por su parte, Borda, estima que los instrumentos privados firmados a ruego
en materia comercial son plenamente válidos (Art. 208 del C. de com.). En la
esfera del derecho civil le reconoce el carácter de principio de prueba por escrito,
la que corroborada por otras, pueden demostrar que el acto se celebró efectiva-
mente, y que el contenido del documento es querido por la person.a que rogó a
otra lo firmara en su nombre. (8)

Para Arauz Castex, el Art. 1012 alude a las partes, pero ese texto no impide
la firma por mandatario; el mandato es válido, ya que el mismo no es en principio
contrato formal. El instrumento privado es válido pero queda supeditado a la prueba
del mandato. (9)

Parte de la jurisprudencia, en una posición minoritaria, ha receptado esta doc·


trina. (lO)

Entre los segundos, es decir, los que niegan valor legal a los instrumentos
privados firmados a ruego, Etcheverry Boneo, manifiesta que los instrumentos [ir-
mador a ruego no son válidos; la leyes expresa, sin la firma o sus equivalentes
que la ley admite, actos todos en que interviene materialmente el autor, no puede
existir instrumento privado válido. (11 )

Salvat, por su parte, manifiesta que la ley exige la firma como condición esen-
cial de los instrumentos privados, y la firma debe emanar de la persona misma
interesada. La dostrina de Llerena y la jurisprudencia que -Ios sigue, parecen in-
currir en una confusión entre el acto jurídico y .,.1instrumento que lo constata y
le sirve de prueba. El acto jurídico, por ejemplo, un contrato de locación, puede
ser celebrado por un mandatario; pero otra cosa es el instrumento privado que lo
constata, en el caso de haber sido éste firmado no por un tercero como mandata-
rio, sino simplemente a ruego del interesado; la firma que los suscribe, no emana

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en este caso del interesado mismo, faltando por consiguiente la condición esencial
para su validez. Las personas que no saben o no pueden firmar, no pueden otorgar
instrumentos privados. Los instrumentos privados firmados a ruego no tienen valor
legal ninguno". (12)

Esta es la posición predominante en la doctrina y en la jurisprudencia. (13)


La firma de las partes es condición esencial para la existencia del instrumento
privado (Art. 10 12); sin embargo, el documento privado firmado a ruego, puede
valer como medio de prueba, siempre que se acredite la existencia del mandato
verbal para la firma a ruego. Dicha prueba no puede consistir en la sola decla-
ración del mandatario, ni de testigos. El valor probatorio de dicho documento
deberá ser determinado por el juez conforme a las circunstancias propias de cada
caso concreto.

En materia comercial, la ley admite la firma a ruego. El Art. 208, Inc. 3


del C. de Comercio, reconoce como medio de prueba de los contratos comerciales
los tlocumentos privados firmados a ruego.

IV. Impresión Digital:

La impresión digital puesta al pie de los documentos en lugar de la firma,


caso típico de los analfabetos, plantea la cuestión relativa a si este medio suple la
firma y es eficaz para dar efectos al contenido del instrumento.

En términos generales, esta cuestión ha suscitado en la doctrina y la juris-


prudencia dos posiciones: a) Los que sostienen, como Acuña Anzorena, Moisset
de Espanés, Orgaz y Salvar, que el documento a cuyo pie no está la firma, sino
la impresión digital, no es insteumeqto privado., Se atienen rigurosamente a lo
dispuesto por el Art. 1012, que, exige la firma como condición esencial para la
existencia del instrumento privado, la cual no puede ser sustituída ni por signos
ni por iniciales. Alfredo Orgaz sostiene que es innegable que la impresión digital
ofrece más garantías que la firma en cuanto a la identidad de la persona que
otorga un documento. Pero el error consiste en creer que en un instrumento
privado no importa más que la identidad del otorgante, y que la firma no tenga
otra función que esa muy limitada que se le asigna. Se olvida, manifiesta, que,
tratándose de un acto jurídico, esto es. de un acto voluntario realizado con el fin
inmediato de establecer entre las personas relaciones de derecho (Art. 944), ade-
más de la identidad de los otorgantes, importa mucho la "voluntariedad" del acto
mismo. La firma puesta al pie de un escrito no indica solamente la mano que
la ha puesto, sino expresa, también, la conformidad del firmante con las declara-
ciones que en él se contienen. La impresión digital, en cambio, magnífico elemento
para acreditar la identidad del otorgante de un documento, es insuficiente y me-
diocre para revelar por sí misma la voluntariedad del acto; quien pone su impresión
digital al pie de una escritura, regularmente es persona que no sabe firmar, y,
por tanto, que no sabe leer. t Cómo podría presumir la ley, en estas condiciones
que el otorgante ha querido realmente las declaraciones de derecho que contiene
el documento} Esa clara función que tiene la firma, y que no tiene ni puede tener
la impresión digital ni otro signo cualquiera, explica perfectamente los efectos
previstos en los Arts. 1026 y 1028 del C. C. que la ley atribuye al reconocimiento
judicial de la firma, efectos que no podría tener jamás el reconocimiento judicial
de la impresión digitall. (14)

La mayor parte de la jurisprudencia ha receptado esta posición doctrinaria.


(15)

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b) Otros autores, entre ellos Díaz de Guijarro, Llambías, Borda, Arauz Cas-
tex, consideran que si bien el documento signado por la impresión digital del otor-
gante no constituye un instrumento privado, en el sentido que establece el Art.
1012, puede valer como medio de prueba.

Díaz de Guijarro, fundado en lo dipuesto por el Art. 1190 que establece que
los contratos se prueban. .. por instrumentos particulares firmados o no firmados,
distingue entre "instrumentos particulares firmados" expresión que se refiere a los
instrumentos privados, ya que asumen calidad de tales los que se hallan revestidos
de la firma que es su condición esencial (Art. 1012 del C. C.) e "instrumentoe
particulares no firmados" que se refiere a los documentos que no alcanzan a la cate-
goría de instrumentos privados, porque no están suscriptos, y que a pesar de todo,
constituyen un medio probatorio, ocmo lo ha dispuesto la ley y lo han entendido
los tribunales.

El documento que lleva la impresión digital del otorgante no es acto bajo


forma privada, pero sí instrumento particular no firmado. No vale como acto
constitutivo de la obligación pero sí como prueba del contrato. (16)

Llambías, a su vez, distingue entre instrumentos privados en sentido amplio


(género) que son todos los escritos emanados de una persona y los instrumentos
privados propiamente dichos (especie), son los documentos firmados por las partes.
Ambos, expresa, valen como medios de prueba según lo dispuesto por el Art. 1190,
Inc. 2, pero sólo los instrumentos privados propiamente dichos valen como elemento
de forma de los actos jurídicos. Es decir que cuando la ley requiere para la validez
de un acto la forma escrita, por ejemplo, la cesión de créditos, Art. 1454, en tal
caso, si las partes escogen la forma escrita privada, el documento debe llenar las
condiciones establecidas por la ley; esto es la firma y en su caso el doble ejem-
piar. Pero en cambio, tratándose de llenar, no la función de forma del acto, sino
de simple medio de prueba, el documento signado con la impresión digital puede
ser eficaz para éllo: así como recibo de pago, si el juez se persuade, en vista de
las circunstancias, de la veracidad del hecho documentado. (17)

Algunos tribunales de nuestro país han sostenido esta doctrina. (18)

Consideramos que un instrumento privado es sólo aquél que lleva la firma


de las partes. Como lo establece el Art. 1012, la firma de las partes es condición
esencial para la existencia de todo acto en forma privada.

Es casi unamme la opinión de los autores en el sentido de que la firma cumple


dos funciones: a) La identificación o individualización de la persona que otorga
un documento y, b) La expresión de la voluntad de la persona en el sentido de
que, quien suscribe un acto, expresa de ese modo su conformidad con las decla-
raciones en él contenidas. (19)

La impresión digital llena perfectamente la primera función. Es, considerando


el grado de desarrollo alcanzado por la ciencia dactiloscópica en la actualidad, un
elemento magnífico, como lo expresa Orgaz, para acreditar la identidad de la
persona, superior a la firma. En efecto, no hay dos huellas dactilares iguales,
siendo prácticamente imposible su falsificación, en cambio la firma puede ser ImI-
tada con relativa facilidad, resultando en algunos casos difícil al perito aseverar
su autenticidad. (19)

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Sin embargo, la impresión digital no puede sustituir eficazmente a la firma,
cuanto a la expresión de la voluntariedad del acto o conformidad con el texto del
documento. Quien pone su impresión digital al pie de un escrito, generalmente
es una persona analfabeta, no sabe leer ni firmar, por lo tanto, incapaz de conocer
por sí misma la declaración contenida en el documento. Mal podría, en conse-
cuencia, prestarle conformidad mediante la impresión de sus huellas dactilares
en el mismo.

Por otro lado, la impresión digital puede obtenerse "de una persona dormida
o inconsciente sin que ella se haya dado cuenta o mediante el empleo de fuerza
física irresistible sobre la misma y hasta podría obtenerse de una persona muerta".
(20)

Por lo expresado, consideramos que la impresión digital no puede suplir a


la firma como medio de expresión de la voluntad. Por tanto, es erróneo atribuirle
al instrumento signado por la impresión digital el mismo valor y los mismos efectos
que al instrumento privado, es decir, aquél que lleva la firma de los otorgantes,
como lo establecía el Proyecto de 1936 cuyo Art. 275 expresaba: "Los documentos
suscriptos por analfabetos con sus impresiones digitales, tendr.án los mismos efectos
que los instrumentos firmados".

Sin embargo, nada obsta a que dicho documento, conforme lo dispone el Art.
1 190, lnc. 2, pueda servir como medio de prueba, cuyo valor o eficacia probatoria,
deberá ser apreciado por el juez, conforme a las circunstancias de hecho en cada
caso concreto.

V. - Firma en Blanco:

Normalmente los instrumentos privados son firmados por los otorgantes des-
pués de eacritos, pero también pueden ser firmados antes de que se los redacte, en
blanco. Así lo establece el Art. 1016: "La firma puede ser dada en blanco antes
de la redacción por escrito". La firma en blanco generalmente se otorga a per-
sonas de absoluta confianza ya que la misma implica un riesgo para el firmante.
La segunda parte del artículo citado expresa: "Después de llenado el acto por la
parte a la cual se ha confiado hace fé siendo reconocida la firma". La ley en
principio confiere al instrumento privado firmado en blanco el mismo valor que
al suscripto después de escrito luego que la firma haya sido reconocida, requisito
etse último común a todo instrumento privado. Es decir, que reconocida la firma
se tiene por reconocido el cuerpo del mismo (Art. 1028). Sin embargo, respecto
del instrumento privado firmado en blanco, la ley confiere al firmante la posibi-
lidad de, reconocida la firma, oponerse al contenido del mismo. Es la situación
prevista por el Art. 1017 que establece: "El signatario puede, sin embargo, opo-
nerse al corrtenido del a cto, probando que las declaraciones u obligaciones que se
encuentran en. él, no son las que ha tenido intención de hacer o de contratar.
Esta prueba no' puede ser hecha con testigos". Esto es así, pues el instrumento
firmado en blanco implica un mandato general amplísimo otorgada tácitamente
por el firmante al depositario de la firma en blanco; se rige por todos los princi-
pios que regulan el mandato (Arts. 1969, 1973, 1974, 1979).

Cuando la persona a quien se confía la redacción del documento firmado en


blanco, no lo hace' conforme a las instrucciones dadas por el signatario, éste puede¡
probar, como lo establece el Art, 101 7, que las declaraciones y obligaciones que

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se encuentran en él, no Son las que ha tenido intención de hacer o contratar; y
hacerlo responsable al mandatario de los daños y perjuicios que ese hecho le pro-
duzca. Se trata de la responsabilidad emanada del incumplimiento del mandato,
sea parcial o total.

En cuanto a la prueba, el precepto mencionado expresa que no podrá hacerse


por testigos. En efecto, quien firma un documento en blanco, acepta de antemano
su contenido, por tanto el mismo no' puede ser desconocido o destruído mediante
testigos. (;21) La ley desconfía de este medio de prueba, ya que resultaría muy
fácil al firmante del documento desviar por esa vía hacia el mandatario las obli-
gaciones asumidas por él. (22)

Excepcionalmente, la jurisprudencia ha admitido la prueba de testigos en


ciertas situaciones. (23)

Respecto de los terceros de buena fe, en resguardo de sus intereses, el Art,


1018 dispone: "La nulidad de las declaraciones u obligaciones del signatario del
acto que el juez decretare, en virtud de las pruebas dadas, no tendrá efecco re'"
pecto de terceros que por el acto escrito hubiesen contratado de buena fe con la
otra parte".

Aún probado en juicio la violación por parte del depositario del documento
firmado en blanco de las instrucciones dadas por el firmante, no podrá oponerse
a los terceros de buena fe que contrataron con el mandatario del documento. Esta
protección no rige respecto de los terceros de mala fe.

El artículo citado emplea una expresión incorrecta al decir "la nulidad de


la~ declaraciones... "', Ya que aquí no se trata de nulidad, sino de la inoponibi-
lidad del documento que puede alegar el firmante frente a su mandatario. (24)

Puede presentarse al situaci6n de que el documetnto firmado en blanco sea


zraudulentamente sustraído del depositario del mismo y que ese tercero lo haya
llenado con disposiciones contrarias a la voluntad del mandatario o depositario,
caso éste contemplado en el Art. 1090 que expresa: "Las disposiciones de los
dos artículos anteriores no se aplican al caso en que el papel que contega la
firma en blanco hubiese sido fraudulentamente sustraído a la persona a quien se
hubiese confiado, y llenándose por un tercero contra la voluntad de élla. La prueba
de la sustracción y del abuso de la firma en blanco puede ser hecha por testigos.
Las convenciones hechas con terceros por el portador del acto no pueden oponerse
al signatario. aunque los terceros hubiesen procedido de buena fe".

Se requieren dos extremos: a) la substracción u obtención por medios dolosos


y b) que haya sido llenado contra la voluntad del mandatario, pues si fuere con
consentimiento de éste estaríamos en la situación prevista por los Arts. 1017 y
1018.

También el Art. 1019 se aplicaría en el caso que el documento le fuere sus-


traído directamente al firmante.

Como se trata de un hecho delictuoso la prueba de la sustracción del docu-


mento y el acto de haberlo redactado en contra de la voluntad del depositario
puede hacerse por todos los medios de prueba incluso por testigos.

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Los ~Il que contrataron con el portador del documento, aunque sean de
buena fe, no gozan de la protección de la ley. Nada pueden reclamar al signatario
del documento. Sólo tendrán acción contra el delincuente a fin de resarcirse del
daño ocasionado.

Frente a lo que dispone el Código Civil y que mantiene el Anteproyecto


Bibiloni y el Proyecto de 1936, el anteproyecto de 1954 se aparta, pronunciándoae
en su Art. 276 a favor de 108 terceros que acrediten 8U buena fe y hubieran ad-
quirido derechos a título oneroso en base al documento, y en contra del firmante.

Ante la colisión de intereses existentes entre el firmante del documento y


los terceros de buena fe, se debe amparar a estos últimos frente al curso de un
instrumento tan peligroso como es el documento en blanco, en salvaguarda de la
seguridad del tráfico jurídico.

( 1) Buteler, José A.: "Clases Magistrales de Derecho Civil, Parte General, año
1971".

(2) C. lo C. C. Bahía Blanca, Jul. 16, 1959, JA. 1959 VI 543; "La firma en el
documento privado tiene por objeto exteriorizar la voluntad de obligarse";
Cl'\Civ. sala B 24-3 960, LL. 98·328; Puesto que las firmas de las partes
es una condición esencial para la existencia de todo acto bajo forma privada,
a tal punto que no puede ser reemplazada por signos ni por iniciales de
los nombres o apellidos, faltando élla ya no puede firmarse la existencia de
un instrumento privado". CNViv., sala B ag. 27-956, GF, 218·175é 56.953,
JA, 1954-1.388, LL., 74.488; 24-3-960, LL. 98-328, JA, 1960 IV 673.

(3) C. Civil 1<:'Cap. 10 12, 930, JA., 34 1130: La firma es el' nombre escrito
de una manera particular, según el modo habitual seguido por una persona
en actos sometidos al cumplimiento de esa formalidad; TS. Córd'oba, salla
trabajo, seto 4 957, BJC., 11 243: No es necesario para que sea considerada
firma, que se reproduzcan en élla los nombres del signatario; C. Civ, 20 Cap.
10, 11 942, GF 161 237: "Se ha juzgado que tiene eficacia Como instrumento
privado el suscripto con el apellido del otorgante, si éste era 8U forma ha-
bitual de firmar.

(4) Arauz Castex, Manuel: Derecho Civil, Parte General, T. 11 pág. 274, N,! 1453.

(5) Salvat, Raymundo M.: "Tratado de Derecho Civil Argentino, Parte General",
T. 11, pág. 448, No 2150.

(6) Uerena, Baldomero: "Ccncordancias y Comentarios del Código Civil Argen·


tino", Ed, ha., T. 4, pág. 60.

(7) L1ambías, Jorge Joaquín: "Tratado de Deercho Civil, Parte General", T. 11,
Ed. 2~. pág. 373, No 1587.

(8) Borda, Guillermo A.: "Tratado de Derecho Civil Argentino, Parte General".
T. 11,Ed. 3\', 1959, pág. 152, No 928.

57
(9) Arauz Caatex, Manuel: Ob. Cit., T. n. pág. 276, No 1460.

(10) C. 2~ C.C. Córdoba, 179957, CJ. XII 42: "Se ha sostenido que si bien
tienen valor probatorio los documentos firmados a ruego por algún testigo
en nombre de la parte, en estos supuestos es necesario que a más de reco-
nocerse la firma se acredite que el firmante estaba auto rizado para obrar";
SC. B. Aires, Junio 17 952, LL. 67, 97.

(1 1) Echeverry Boneo, Rómulo: "Curso de Derecho Civil, Parte Ceneral", Ed.


1943, T. 1Il, pág. 326, N9 396.

( 12) Salvat, Raymundo M.: Ob. Cit., T. 11, pág. 448. x- 2 I 61 .

(13) S. C. Tucumán, 30 10.953, LL, 80 498: "El documento firmado a ruego


en que se funda una demanda, aún en el supuesto de haber sido reconocida
por quien firma a ruego, siempre car ecería de validez por ser categórico el
principio del Art. 10 I2 del C. Civil: la firma de las partes es una condición
esencial para la existencia de todo acto bajo forma privada"; CApel. Cór-
doba, 5.7·934, JA., 47·724: "El documento firmado a ruego no tiene valor
ni aÚn como principio de prueba por escrito"; SC. B. Aires, seto 25-956,
JA., 1957-1·289: "La firma a ruego de quien figure como otorgante de un
instrumento privado carece, en materia civil, de eficacia para justificar que
emana de la persona a quien se atribuye": C. 19 C. C. La Plata, sala 2,31
5 955, LL. 80 498.

(14) Orgaz, Alfredo: "Estudios de Derecho Civil XI Valor de la impresión digital


en los documentos no firmados", Ed. 1948, págs. 21" 2 12, Moisset de Es-
panes: Doct. J. A. 1972, pág. 81 t •

(15) S. C. B. Aires, seto 25 956, LL. 86 72: JA. 1957 1. 289: "La impresión di-
gital pese a constituir el signo de identidad por excelencia. superior en este
aspecto, incluso a la firma, no podría sin embargo, sustituirla, por lo menos
dentro de nuestro régimen jurídico vigente: lo que se explica, ya que la
última desempeña también otra función que ni por la ley ni por su natu-
raleza pod'ría asignarse a la primera por sí 801a, es decir, acreditar que el
acto expresa el pensamiento y la voluntad del que lo suscribe ... ": 7-3-956,
LL. 82-223: CN. Rosario, 16-8-957; JA. 1957-IV-232; CNCiv. Sala D, 17-10
960; JA. 1961-1-177, Sala B 18-7-957, LL. 88-501; JA. 1957, IV-169: C.
Fed. Mendoza 24-7-950, JA. 1950-IV-549 .

( 16) Diaz de Guijarro, Enrique: "La Impresión Digital en los Documentos Priva-
dos, no firmados", JA. t. L. p. 85.

(17) Llambias, Jorge Joaquín: Ob. cit. p. 374, No 1588.

( 18) "El documento en el cual el interesado estampó su impresión digital vale


como principio de prueba por escrito", CApel. Rosario, 3 1-5-940, LL., 18
902; Trab. Junín. 2 I 5 953, JA., I953-lI-46 1: Han entendido que la firma
puede ser sustituída por la impresión digital: C. Paz Letr., sala IV, 7-9-942.
LL. 28-28: C. Civil 2~ Cap. 21 7 841. LL. 23-904: C. Civ. 19 JA. t. 1, pág.
85.

(19) Moiaset de Espanes, Luia: "Impresión digital, firma y firma a ruego", J. A.


Doct. 1972, pág. 8 II .

~8
(20) Moiaset de Espanes, Luis: Ob. cit., J. A. D. 1972, p. 811.

(21) Salvat, Rayrnundo: Ob. cit., pág. 451, No 2167.

(22) "El que invoca haber firmado un instrumento privado en blanco, debe acre-
ditar tal extremo, como así también la prueba tendiente a desvirtuar el con-
tenido de dicho instrumento, la cual, en razón de la seguridad de las tran-
sacciones jurídicas, debe ser fehaciente e inequívoca, razón por la cual la
ley no acepta la 1017 infine), y fallo plenario de las
testimonial (Art.
Cámaras Civiles de la Capital, de dic. 18-936, en JA. 56-901; CNCiv. sala
D, Ag. 21-962, ED., 2-979, fallo 1018, Cám. Como Cap. 24-11-950, LL 61
227; CNCiv. sala B jun. 3-959, LL. 95-547; 8a[1\ E, Marzo 2-957, LL. 94-659;
C. 2~ e.e. La Plata, sala 11, jul. 22-959, LL. 96-2769 - S; CN. Com., aala B,
marzo 12-958, JA. 1958-IV-196.

23) "La regla que no puede probarse por testigos el abuso de la firma en blanco,
reconoce las siguientes excepciones: a) cuando existe un principio de prueba
por escrito; b) cuando el firmante estaba en la imposibilidad de porcurarse
una prueba escrita; c) cuando el documento se obtuvo mediante dolo o
fraude; d) cuando el documento se sustrajo a su tenedor y se llenó contra
su voluntad" (C 2 a Ce. La Plata, febo 27-942, JA. 1942 11-632).

(24) Llambías, J .. : Ob. cit., 396, No 1627.

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Salvat, Raymundo M.: "Tratado de Derecho Civil Argentino - Parte General".


Ed. 1954, t. Il.

REVISTAS JURIDICAS:

Jurisprudencia Argentina

La Ley.

- El Derecho.

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