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S5.1 Crecimiento Producción Productividad
S5.1 Crecimiento Producción Productividad
FACULTAD
INGENIERÍA
INDUSTRIAL y DE Docente:
SISTEMAS Ing. Margarita D.Mondragón
Contacto:
ECONOMÍA GENERAL mmondragon@uni.edu.pe
BEG01 W
Reordenando: i = sy,
inversión es igual al ahorro
La tasa de ahorro s también es la proporción de la
producción que se dedica a la inversión.
Función de producción:
Y=K½L½
.
En cambio, si la economía tiene más capital que en el
estado estacionario de la regla de oro,
PMK – δ < n + g.
En este caso, la acumulación de capital es excesiva: una
reducción de la tasa de ahorro provocaría un aumento
del consumo tanto inmediatamente como a largo plazo.
Para hacer esta comparación en una economía real,
como la de EEUU, necesitamos una estimación de la tasa
de crecimiento (n + g) y una estimación
del producto marginal neto del capital (PMK – δ).
El PIB real de EEUU crece, en promedio, un 3 % por
ciento al año, por lo que n + g = 0,03. Podemos estimar el
producto marginal neto del capital a partir de los tres
hechos siguientes:
1. El stock de capital es alrededor de 2,5 veces el PIB
de un año.
2. La depreciación del capital representa alrededor de
un 10 %del PIB.
3. La renta del capital representa alrededor de un 30%
por ciento del PIB.
Utilizando la notación de nuestro modelo(y
considerando que los propietarios de capital perciben
una renta de PMK por cada unidad de capital),
podemos expresar estos hechos de la forma siguiente:
1. k = 2,5y.
2. δk = 0,1y.
3. PMK 3 k = 0,3y.
Hallamos la tasa de depreciación δ dividiendo la ecuación 2
por la 1:
δk/k = (0,1y)/(2,5y)
δ = 0,04.
Y hallamos el producto marginal del capital PMK
dividiendo la ecuación 3 por la 1:
(PMK 3 k)/k = (0,3y)/(2,5y)
PMK = 0,12.
Por lo tanto, todos los años se deprecia alrededor de un
4 % del stock de capital y el producto marginal del
capital es de alrededor de un 12% al
año.
El producto marginal neto del capital, PMK – δ, es de
alrededor de un 8 % al año.
Ahora podemos ver que el rendimiento del capital
(PMK – δ = 8 % al año) es muy superior a la tasa
media de crecimiento de la economía (n + g = 3% al
año).
Este hecho, junto con nuestro análisis anterior, indica
que el stock de capital de la economía de EEUU es
muy inferior al nivel de la regla de oro. En otras
palabras, si EEUU ahorrara e invirtiera una
proporción mayor de su renta, crecería más deprisa y
acabaría alcanzando un estado estacionario con un
consumo mayor.
No solo se extrae esta conclusión en el caso de la
economía de EEUU.
Cuando se realizan cálculos similares a los anteriores
para otras economías, los resultados son parecidos. La
posibilidad de que el ahorro y la acumulación de capital
sean superiores a los niveles de la regla de oro es
interesante desde el punto de vista teórico, pero no
parece que constituya un problema en las economías
reales.
En la práctica, los economistas suelen estar más
preocupados por una insuficiencia del ahorro. Los
cálculos que acabamos de realizar parecen avalar esta
preocupación
Modificación de la tasa de ahorro
Los cálculos anteriores muestran que para que la
economía de EEUU alcance el estado estacionario
correspondiente a la regla de oro, los responsables
de la política económica deben aumentar el ahorro
nacional. Pero ¿cómo?
En el capítulo 3 vimos que por una cuestión de mera
contabilidad, un aumento del ahorro nacional significa un
aumento del ahorro público, un aumento del ahorro
privado o alguna combinación de ambos. Una gran parte
del debate sobre las medidas que pueden aumentar el
crecimiento gira en torno a cuál es probablemente la más
eficaz.
La manera más directa en que influye el Gobierno en el
ahorro nacional es por medio del ahorro público, es
decir, de la diferencia entre lo que recibe el Estado en
ingresos fiscales y lo que gasta. Cuando su gasto es
superior a sus ingresos, se dice que el Estado incurre
en un déficit presupuestario, que representa un ahorro
público negativo. Como vimos en el capítulo 3, un
déficit presupuestario eleva los tipos de interés y
reduce inversión; la reducción resultante del stock de
capital forma parte de la carga de la deuda nacional
que recae en las futuras generaciones.
En cambio, si el Estado gasta menos de lo que ingresa,
se dice que experimenta un superávit presupuestario.
En ese caso, puede cancelar parte de la deuda nacional
y estimular la inversión.
El Gobierno también puede modificar el nivel de ahorro
nacional por su capacidad de influir en el ahorro
privado, es decir, en el ahorro de los hogares y de las
empresas. En particular, la cantidad que decide ahorrar
la gente depende
de los incentivos que tenga y estos incentivos pueden
alterarse por medio de toda una variedad de medidas
de política económica.
Muchos economistas sostienen que cuando los tipos
impositivos sobre el capital –entre los que se encuentran el
impuesto de sociedades y el impuesto sobre la renta de las
personas o el impuesto sobre el patrimonio– son altos,
disminuyen los incentivos al ahorro privado al descender la
tasa de rendimiento que obtienen los ahorradores.
Por otra parte, los planes de pensiones exentos de
impuestos tienen por objeto fomentar el ahorro
privado al dar un tratamiento preferencial a la renta
ahorrada en estas cuentas. En EEUU, algunos economistas
han propuesto que se aumenten los incentivos para ahorrar
sustituyendo el sistema actual de impuestos sobre la renta
por un sistema de impuestos sobre el consumo.
Muchas de las discrepancias en política económica se
deben a que se tienen ideas diferentes sobre el grado de
respuesta del ahorro privado a los incentivos. Supongamos,
por ejemplo, que el Gobierno decide aumentar la cantidad
de dinero
que el contribuyente puede colocar en un plan de
pensiones libre de impuestos.
¿En qué medida esta mejora de los incentivos hará que la
gente ahorre más? ¿O se limitará la gente a transferir otros
tipos de ahorro a estas cuentas reduciendo los ingresos
fiscales y, por lo tanto, el ahorro público, pero sin aumentar
el volumen
total de ahorro privado? La conveniencia o no de adoptar
esa medida depende de cuál sea la respuesta a estas
preguntas.
Desgraciadamente, a pesar de que se han
realizado muchas investigaciones sobre esta
cuestión, no existe unanimidad
¿Cómo asignar la inversión?
El modelo de Solow parte del supuesto simplificador de
que solo hay un tipo de capital. En el mundo hay, por
supuesto, muchos tipos. Las empresas privadas
invierten en tipos tradicionales de capital, como
camiones y acerías, y tipos más nuevos de capital, como
ordenadores y robots.
El Estado invierte en distintos tipos de capital público,
llamado infraestructura, como carreteras, puentes y
sistemas de alcantarillado.
Hay, además, capital humano, que son los conocimientos
y las cualificaciones que adquieren los trabajadores por
medio de la educación, desde la infancia hasta la misma
formación en el trabajo de los adultos activos.
Aunque normalmente se considera que en el modelo de
Solow la variable capital solo comprende el capital físico, el
capital humano es parecido en muchos aspectos al capital
físico.
Al igual que este, eleva nuestra capacidad para producir
bienes y servicios. Para elevar el nivel de capital humano, es
necesario invertir en profesores, bibliotecasy tiempo de
estudio. Las investigaciones recientes sobre el crecimiento
económico han subrayado que el capital humano es, al
menos, tan importante como el físico en la explicación de las
diferencias internacionales de niveles de vida.
Una manera de tener en cuenta este hecho es definir la
variable que llamamos «capital» en un sentido más amplio,
incluyendo tanto el capital humano como
el capital físico.
Los responsables de la política económica que tratan de
estimular el crecimiento económico deben preguntarse
en qué tipos de capital conviene invertir. En otras
palabras, ¿qué tipos de capital generan los máximos
productos marginales?
En gran medida pueden dejar que sea el propio
mercado el que asigne el ahorro a los distintos tipos de
inversión. Los sectores en los que el capital tenga el
producto marginal más alto naturalmente estarán más
predispuestos a pedir créditos a los tipos de interés de
mercado para financiar la nueva inversión.
Muchos economistas son partidarios de que el Estado
se limite a velar por que las condiciones a las que se
enfrentan los diferentes tipos de capital sean las
mismas, por ejemplo, garantizando que el sistema
tributario trate a todos los tipos de capital de la misma
manera. El Gobierno puede entonces dejar que el
mercado asigne el capital eficientemente.